Monitor Cambiario Semanal – 10 de septiembre de 2021

El dólar oficial avanzó 23 centavos en la semana y se ofreció al viernes a $98,1. Tal como comentamos en nuestro Monitor Cambiario previo, lo que durante la semana pasada lucía tímidamente como un piso del ancla cambiaria, esta semana pareciera comenzar a confirmarse: el mayorista ya corre a un ritmo anualizado del 13%, 1,3 p.p. por encima del promedio de las 40 ruedas anteriores. Vale la pena destacar dos cuestiones.

Por un lado, un menor ritmo de depreciación impacta con rezago en los precios (y, consecuentemente, en los bolsillos de las personas). En este sentido, es probable que veamos que el Banco Central vaya quitando muy gradualmente el pie del freno y dejando correr un poco más al tipo de cambio (al menos en el margen).

Por otro lado, anclar el dólar oficial no está exento de costos. Desde que comenzó el año, el tipo de cambio real multilateral se volvió un 9,7% menos competitivo. El 70% de dicho deterioro de la competitividad-precio se dio desde marzo, cuando dejó de correr a un ritmo similar al de la inflación y quedó deliberadamente por debajo de ésta tal como puede apreciarse en el gráfico.

 

Si bien no se parte de un nivel de atraso cambiario relativo a otros períodos (por ejemplo, todavía es un 22% más competitivo que en el promedio del 2016-17, de elevada apreciación cambiaria), el 2021 presenta la mayor apreciación real acumulada en 9 meses para años electorales post-convertibilidad, solo superada por la del 2015. De este modo, aunque se da lentamente, el Banco Central comienza a acelerar la tasa de depreciación del tipo de cambio tanto porque el riesgo de profundizar una pérdida de competitividad es creciente y, a su vez, se presentan los meses más desafiantes del segundo semestre.

En esta línea, septiembre pareciera que no será la excepción en materia de pérdida de divisas para la autoridad monetaria: en las últimas 5 ruedas de las que se tienen datos oficiales, el Central acumula un saldo negativo en el mercado de cambios por USD 364M. Además, extraoficialmente habría continuado vendiendo hasta el ayer por un monto superior a los USD 250M (aunque habría finalizado la semana con una leve acumulación diaria de divisas por poco menos de USD 10M, interrumpiendo más de 10 ruedas consecutivas de pérdida de divisas para sostener el tipo de cambio). Si bien restan 14 ruedas para que finalice el mes, el Banco Central perdió en el mercado de cambios solo un 14% de lo que perdió en el promedio de los septiembre de 2012-15, también de cepo cambiario. Ciertamente, el menor nivel de actividad, el hecho de que los salarios en dólares se derrumbaron 45% en relación con el 2015 y un cepo cambiario más estricto motivan esta dinámica.

El partido electoral no solo se juega en la plaza cambiaria oficial: hasta la semana pasada, el dólar blue acumulaba 28 ruedas sin sobresaltos, oscilando entre $180 y $182 en las más recientes. Sin embargo, esta semana llegó a ofrecerse a $187 para la venta, superando su máximo anual previo del 27 de julio, cuando alcanzó los $185. Al cierre de la semana, el paralelo se apreció ligeramente para ofrecerse a $185.

Si bien el dólar informal continúa exhibiendo la brecha más alta del mercado (87%, +5,1 p.p en el último mes) y llegó a ofrecerse $7 por debajo de los $195 del 23 de octubre, la comparación nominal puede resultar engañosa producto de la inflación acumulada desde ese entonces, ya que traído a precios actuales rondaría los $277. En esta línea, aunque una brecha de casi 90% es históricamente elevada (por caso, es 39 p.p. superior a la del promedio 2012-15) y disfuncional para la economía, la intención oficial de contener al blue por debajo su máximo histórico pareciera responder más a evitar que supere la barrera psicológica de los $200 (que en términos reales serían casi un 40% menores a los $195 de octubre),

Monitor Cambiario Semanal – 3 de septiembre de 2021

El dólar oficial finalizó la semana a $97,87 y avanzó 30 centavos respecto al viernes anterior, mostrando una suba del. orden del 1,1% mensual. De este modo, en los últimos 20 días corre a un ritmo anualizado del 12,6%, +1,1 p.p. respecto del promedio de agosto, mostrando una aceleración en el margen. Si bien todavía camina muy por detrás de los precios (que perforarían el 3% en agosto – pero se mantendrían por encima del 2,5% -), la magnitud del ancla cambiaria pareciera haber encontrado un mínimo en las últimas semanas.

¿Se alcanzó el piso del ancla cambiaria?

En enero, la depreciación del oficial promediaba niveles del 60% anualizado y venía creciendo sostenidamente desde octubre, momento en que se dio un giro en la política cambiaria (al igual que en la fiscal y la monetaria) para contener los dólares alternativos. Las presiones cambiarias que tuvieron lugar hasta fines del 2020 (derivadas en gran medida de un financiamiento monetario del déficit primario récord de 6,4%PBI) impactaron en los precios (en conjunto con la reapertura de actividades, recomposición de la oferta y el alza de los precios de los commodities internacionales).

Así, mientras que el mayor ritmo de depreciación del oficial (combinado con señales de prudencia monetaria-fiscal) lograba calmar a los dólares alternativos, comenzaba a impactar en la inflación. En esta línea, finalizada la corrida cambiaria, con las brechas comprimiendo contra el dólar oficial y con una agroindustria que comenzaba a dar señales de una liquidación muy superior a la esperada que añadiría poder de fuego al Central, se recurrió a la conocida estrategia de anclar el dólar oficial (y las tarifas) para contener a la inflación (al menos transitoriamente).

El mayor freno de mano al dólar oficial tuvo lugar entre febrero y mayo, cuando pasó de niveles anualizados del orden del 45% al 17% respectivamente. Aunque siguió perdiendo velocidad la depreciación nominal del tipo de cambio mayorista, desde entonces lo hizo a un ritmo más lento, y en el promedio del último mes alcanzó la menor variación mensual anualizada: 11,5%.

El ancla cambiaria no impacta inmediatamente en los precios de la economía, sino que lo hace con algunos meses de rezago. En esta línea, los períodos electorales previos donde se atrasó el tipo de cambio para contener la inflación muestran que el grueso del atraso cambiario se da con más de medio año de anticipación a las elecciones generales. Contrariamente, se quita (lentamente) el pie del freno a medida que se acercan los votos, dado que el impacto inmediato sobre los precios y, consecuentemente sobre los salarios reales, es acotado.

Anclar el tipo de cambio no está exento de costos: competitividad y brecha

De la mano de una inflación que tendería a desacelerarse en los próximos meses, el Banco Central pareciera estar empezando a muy gradualmente quitar el pie del freno sobre dólar oficial para que un atraso supuestamente transitorio no afecte la competitividad cambiaria ya que, como tal, el atraso no está exento de costos: desde que comenzó el año el tipo de cambio real multilateral se apreció un 9,6%.

Si bien mantener una divergencia de 2-3 p.p. entre la dinámica de los precios y del tipo de cambio no puede ser una estrategia que se sostenga en el largo plazo, cabe destacar que no se partió de niveles de fuerte apreciación cambiaria como en otros períodos de memoria reciente. Por ejemplo, aun con los casi 10 puntos del atraso del 2021, este indicador todavía es un 23% más competitivo respecto al promedio del 2016 y 2017, de fuerte atraso cambiario real.

A su vez, acelerar el ritmo de depreciación no solo será necesario si se quiere recuperar lo perdido en el año en el tipo de cambio real: también es una de las medidas necesarias para combatir las brechas cambiarias. Al respecto, el CCL y MEP regulados (AL30 segmento PPT) continuaron avanzando en la semana (0,5% y 0,4% respectivamente) para ofrecerse al cierre de la rueda de hoy a $170,7 y $170,6 correspondientemente. Así, la brecha del CCL tradicional avanza 0,3 p.p. en la semana y se ubica en 74,4%, más de 12 puntos porcentuales por encima del promedio de marzo (62%). Las últimas dos grandes restricciones a la operación del contado con liquidación precisamente apuntan a evitar una escalada de su brecha con el oficial como la de septiembre-octubre del año pasado. Mientras tanto, el blue continúa oscilando en la zona de $180-$182, finalizó la semana en $182 y sigue exhibiendo la brecha más alta del mercado: 86%.

Por último, si bien hay stocks para continuar anclando el tipo de cambio, en agosto comenzó a revertirse el flujo. Desde que comenzó el año, liquidación excepcional del agro, cepo y DEGs mediante, el Banco Central recompuso considerablemente su poder de fuego: las Reservas Netas superan los USD 11.300 M y crecen casi un 130% en el acumulado anual (aunque sin los DEGs crecerían solo un 43%).

Sin embargo, la magnitud en la cual el Banco Central acumula divisas viene comprimiéndose en las últimas semanas. Incluso, en las últimas 5 ruedas con las que se cuentan datos oficiales, la autoridad monetaria tuvo que vender USD 351 M (la mayor venta acumulada semanal desde octubre) y, extraoficialmente, entre el miércoles y hoy habría terminado con un saldo neutro.

La principal razón no estuvo por el lado de la oferta (las liquidaciones de la agroindustria fueron similares al promedio mensual del año) sino por el lado de la demanda: ya en junio y julio se cursaron mayores pagos de importaciones por el MULC (alrededor de US$ 1.000 millones más por mes que en el promedio de enero-mayo), y esta tendencia pareciera haber continuado en agosto. Así, el Banco Central habría finalizado agosto prácticamente con un saldo neutro que en perspectiva histórica es una buena performance para un mes en el que mayoritariamente suele perder divisas.

DEGs y Commodities: la combinación perfecta

El agro continúa pisando fuerte

En agosto, la agroindustria liquidó USD 3.050 millones, un monto 75% superior al de agosto del 2020. Aunque el dato es un 13,4% menor al de julio, solo en los primeros ocho meses del año ya se liquidaron más de 23 mil millones de dólares (un promedio de 2.900 millones mensuales), un 74% superior a la liquidación de igual período del 2020.

Según las estadísticas publicadas por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) – entidades que nuclearon aproximadamente 1 de cada 2 dólares exportados por Argentina en el 2020 – la liquidación del último mes fue la más alta para un mes de agosto desde que se tiene registro. Además, es un 18,6% superior al máximo histórico previo para dicho mes (2011). Las entidades destacaron que los resultados del mes se alcanzaron aún a pesar de los “significativos esfuerzos logísticos que causó la histórica baja del río Paraná”, donde no obstante “los precios internacionales de los commodities resultaron un atractivo que le dieron fluidez a las ventas de los productores”.

La liquidación acumulada en estos 8 meses del 2021 casi prácticamente supera a las liquidaciones totales anuales de todos los años anteriores (excepto por 2011 y 2014). Si bien la suba en los precios internacionales claramente juega un rol a favor del 2021 en esta comparación nominal, este será un año récord absoluto en materia de ingreso de divisas por parte del sector agroindustrial.

¿Cómo evolucionó el mercado de cambios en agosto?

Producto de la excepcional liquidación del agro y las crecientes restricciones cambiarias, el Banco Central compró más de USD 7.300 M en el mercado de cambios en lo que va del año. Sin embargo, el ritmo de compras netas aminoró fuertemente en el último mes: mientras que en los dos meses previos el BCRA compraba divisas a un ritmo promedio mensual de USD 721 M, al 26 de agosto (último dato oficial disponible) sólo había acumulado USD 198 M (pese a las fuertes liquidaciones) y, según algunos datos extraoficiales, en los últimos días hábiles del mes la intervención habría arrojado saldo negativo.

El menor ritmo de compra de divisas por parte del Banco Central a medida que nos adentramos en el segundo semestre era y es esperable. Por caso, al analizar el período 2012-2015 (de cepo cambiario como el actual), el Banco Central promedió ventas los terceros trimestres por más de USD 1.000 M. Contrariamente, en los segundos trimestres promedió compras superiores a los USD 3.000 M. De este modo, a medida que finaliza la liquidación de la cosecha gruesa decae la oferta de divisas y se deteriora el saldo de la intervención del Central en el mercado de cambios. En esta línea, 2021 no sería la excepción.

¿A qué se debe este menor ritmo de compras actual? Responde en parte a fenómenos estacionales, aunque se trata principalmente de una mayor demanda de divisas para importaciones: si bien todavía no se conocen los datos de agosto, el promedio de divisas que se fueron por pagos de importaciones de bienes en junio y julio fue un 20% superior al de los dos meses previos. El egreso de divisas por importaciones de servicios también muestra una crecimiento similar en el mismo período.

Aun así, en perspectiva histórica agosto fue un muy buen mes para la autoridad monetaria. A diferencia de 8 de los últimos 10 agostos donde el Banco Central perdió divisas en el mercado de cambios (USD -463 M para el promedio 2012-2015), considerando la información extraoficial mencionada, el Central habría finalizado el mes con un saldo prácticamente neutro lo cual sería la mejor performance desde 2012.

¿La buena performance (en perspectiva histórica) se tradujo en una acumulación de Reservas Netas?

Sí, aunque principalmente mejoraron gracias a la recepción de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) que asignó el FMI a todos los países miembro (más de USD 4.300 M para Argentina). Sin embargo, las Reservas Netas no aumentan en igual cuantía: en el acumulado mensual crecen poco más de USD 3.400 M (datos al 26 de agosto).

¿A qué se debe esta diferencia? En primer lugar, previo a la recepción de los DEGs, el Central ya perdía más de USD 400 M de las Reservas Netas. En segundo lugar, por las intervenciones que realiza la autoridad monetaria para contener a los dólares financieros y por pagos de deuda que, en conjunto, superan los USD 500 M en el acumulado mensual.

Incluso, con relación a las intervenciones en los dólares financieros para contener a las brechas cambiarias, al día de ayer se conoció el Balance Cambiario que publica el BCRA. Según las estadísticas oficiales, el Banco Central habría perdido en julio al menos USD 340 M por la intervención en las brechas financieras, un costo de intervención más de un 250% superior al de junio. El reforzamiento del cepo al CCL de los últimos dos meses es consecuencia del creciente drenaje de divisas que implica contener la brecha del contado con liquidación que, aunque todavía se encuentra muy por detrás de los niveles de octubre del año pasado cuando llegó a superar el 131%, en los últimos seis meses pasó del 63% promedio de marzo abril al 74-75% promedio actual.

¿Qué esperamos de cara a los próximos meses?

Si bien el Banco Central viene recomponiendo poder de fuego en el año y el eje está puesto en contener la brecha cambiaria durante el proceso electoral, Argentina enfrenta un ajustado calendario de vencimientos en dólares en el corto plazo. Solo en septiembre y diciembre hay vencimientos de capital por casi USD 3.800 M con el propio organismo, lo que representa casi un 90% de los fondos frescos recientemente recibidos. A la vez, en marzo del 2022 vencen USD 4.900 M con el FMI, Club de París y otros organismos de crédito. Sin un acuerdo con el FMI antes de marzo 2022, las Reservas Netas entrarían en niveles de mínimos históricos.

Los próximos meses serán desafiantes en materia cambiaria: a medida que disminuya la liquidación del agro y aumente la demanda estacional (y electoral) de dólares de este segundo semestre (sumado a los pagos de deuda en ausencia de una restructuración), el Banco Central probablemente pierda Reservas Netas en los próximos meses y cambie el signo de su posición en el mercado de cambios: comenzaría a vender, aunque ya no solo para contener a los dólares financieros, sino también al oficial.

Monitor Cambiario Semanal – 27/8/21

El oficial continúa caminando al 1% mensual

Al cierre de la semana, el dólar oficial mayorista avanzó 25 centavos y se ofreció a ARS97,57. De este modo, el oficial sigue corriendo muy por detrás de la inflación. Aunque ésta continúa a la baja y podría perforar el 3% mensual en agosto, otra vez estará muy por encima del ritmo de depreciación mensual como puede apreciarse en el primer gráfico de la segunda carilla del informe disponible en Appvisor. Desde marzo, el Banco Central comenzó a anclar el tipo de cambio para reducir una inflación que en el primer trimestre superaba el 60% anualizado (4% mensual promedio). Como consecuencia, en estos seis meses el dólar oficial subió 6% en términos nominales, cuando la suba de precios casi lo triplicó (+17%).

El atraso no se traduce completamente en una apreciación real

Sin embargo, el tipo de cambio real multilateral no se apreció en la misma magnitud: pierde un 6,8% de competitividad desde marzo (-1,9% en agosto y -9,6% contra una inflación que superaría el 32% desde que comenzó el año). El repunte de la inflación internacional ayuda a que el atraso cambiario no se traduzca en una apreciación real de igual magnitud.

A su vez, desde mayo el índice DXY (dollar index, proxy del dólar estadounidense) se apreció en promedio un 2,7%. Esto se dio como consecuencia de un mercado que proyecta un tapering (disminución en el ritmo de compras de activos de la FED) y el comienzo de una gradual contracción monetaria en EEUU más pronto de lo esperado (a pesar de que hoy Jerome Powell, el presidente de la FED, insistió en que no se apresurarían con el tapering, postergándolo probablemente para el cuarto trimestre a diferencia del view del mercado). Independientemente de ello, ante la expectativa de un alza de las tasas de interés en el corto plazo, se fortaleció el dólar frente al resto de las monedas en estos meses. Esto también colabora en el plano cambiario-real para la Argentina.

Aun así, a pesar de que factores exógenos evitan que se produzca una apreciación real de la magnitud del atraso del tipo de cambio oficial, el ritmo de apreciación actual del tipo de cambio para años de elecciones es el segundo más fuerte desde la salida de la Convertibilidad, solo superado por 2015 cuando en los primeros 8 meses del año habíamos perdido un 15% de competitividad (-10% actualmente). A pesar de esto, todavía hay margen: el tipo de cambio real dista de estar en niveles de fuerte apreciación como los de 2015 y 2016-17.

El frente externo sigue ayudando: llegaron los DEGs

¿Cómo sostiene el Banco Central el atraso cambiario actual? Al cepo y la excepcional liquidación del agro que ayudaron durante todo el año esta semana se sumó un comodín a la mano que del Central: Argentina recibió más de USD 4.300 M en concepto de Derechos Especiales de Giro (DEGs) por la asignación (la más grande de la historia) que dispuso el FMI para que los países puedan fortalecer reservas y afrontar las exigencias económicas de estos tiempos pandémicos.

Así, las Reservas Netas pasaron de los USD 7.500 M a más de USD 11.700 M esta semana. Si bien es una excelente noticia que finalmente se hayan recibido los fondos, el punto clave pasa por el acuerdo con el propio organismo multilateral: solo en septiembre y diciembre hay vencimientos de capital por casi USD 3.800 M, cerca del 90% de los fondos frescos recientemente recibidos. A la vez, en marzo del 2022 vencen USD 3.200 M más los USD 1.700 adicionales del Club de París que, de pagarse en cash, llevarían el poder de fuego del Banco Central a niveles excesivamente bajos.

El Central siguió comprando dólares en la semana, preocupa la brecha

A la buena noticia respecto a la llegada de los DEGs se suma el hecho de que el Banco Central continúa con una performance en el mercado de cambios en agosto mucho mejor de lo esperada. Si bien fuentes extraoficiales afirman que habría vendido USD 150M en los últimos días, hasta el 23 de agosto (último dato oficial disponible) acumula compras por USD 346M (+USD 168M en la semana). Considerando la estacionalidad del tercer trimestre, este número gana todavía más relevancia.

La preocupación no pasa por la oferta de divisas que estacionalmente comienza a reducirse en comparación con el primer semestre, sino por la brecha. La Com A 7340 que mencionamos en el último monitor logró afectar las operaciones de CCL y el rulo que había surgido, pero no pudo contener a los dólares financieros. El CCL regulado (AL30 PPT) siguió subiendo la última semana (+0,35%) y se ofrece a ARS169,9. Similarmente, el MEP regulado avanza un 0,39% y se ofrece a ARS170. Por último, el blue, que había repuntado con la comunicación del central y virtual desaparición del contado con liqui segmento PPT en los días inmediatamente posteriores, osciló esta semana entre los ARS181,5 y ARS182 y no exhibe grandes cambios respecto del viernes anterior. Así, las brechas financieras tradicionales se mantienen en el orden del 74%, mientras que la del blue es la más alta del mercado: 86%.

Monitor Cambiario Semanal

El dólar oficial se ofreció al viernes a ARS 97,32, avanzando un 0,25% durante la semana pasada. De esta forma, siguió depreciándose a un ritmo menor al 1% mensual, muy por detrás de la inflación pasada (3% mensual en Julio) y futura. Al comienzo de la semana aumenta 10 centavos. Aunque la menor variación del tipo de cambio oficial comienza a desacelerar la suba de precios, no está exenta de costos: desde que comenzó el año, el tipo de cambio real multilateral cayó 9% . No obstante, el Banco Central todavía tiene margen en materia de competitividad cambiaria: este indicador está por encima de los procesos de fuerte atraso cambiario (15% superior al promedio 2014-15, 23% al promedio 2016-17).

Ya que en términos de competitividad precio el Central tiene margen de maniobra, la preocupación pasa por las brechas. En esta línea, la semana estuvo signada por las consecuencias operativas que trajo la “Com. A 7340”, que buscó (y logró) restringir la operatoria de contado con liquidación, tanto para reducir la intervención de la autoridad monetaria en este tipo de cambio como para revertir la aparición de un nuevo rulo.

Dicha comunicación prácticamente paralizó el mercado de contado con liqui tradicional en la última semana (el volumen promedio diario del bono AL30 – el más utilizado para esta operatoria – en la última semana fue tan solo un 6% del volumen promedio diario del mes anterior). El CCL tradicional que sin operatoria prácticamente había caído de los ARS 171 a ARS 165 una semana atrás recuperó el terreno perdido durante la última semana (a pesar del bajo volumen) y cerró en ARS 169,3, ubicándose todavía por detrás de los niveles previos al comunicado. Por su parte, impulsado por las tensiones financieras que produjo el cambio regulatorio, el blue llegó a ascender a los ARS 183 en la semana, aunque hacia el final redujo levemente su alza y cerró en ARS 181,5. Por último, el MEP intervenido (AL30 segmento PPT) muestra una evolución similar a la del tipo de cambio oficial, en línea con las intervenciones del Central en los tipos de cambio financieros.

De este modo, las brechas financieras (MEP y CCL) se mantienen en el orden del 74%, mientras que la del blue es la más alta del mercado (86,5%). La brecha promedio simple de estos tres tipos de cambio se ubica todavía 50 puntos por detrás del máximo de octubre del año pasado. Al inicio de la semana, todos los dólares alternativos muestran muy leves alzas, con el blue liderando las subas y ofreciéndose para la venta a $182.

El ritmo de compras de dólares del Banco Central en el mercado de cambios se redujo sustancialmente este mes respecto a los anteriores. En la última semana la autoridad monetaria muestra una posición compradora por USD 63M. En julio, la entidad compraba a un ritmo promedio diario un 110% superior al actual. Aun así, históricamente en agosto el Banco Central pierde divisas en el mercado de cambios. Mientras que en el 2012-15 (de cepo cambiario como el actual) el Banco Central perdió, en promedio, USD 460M en el mercado de cambios, en lo que va del mes tiene una posición compradora por casi USD 180M gracias a la muy buena liquidación del agro.

Por su parte, las Reservas Netas caen un 6% desde que comenzó el mes, principalmente por pagos de deuda (USD 345 M de intereses con el FMI en agosto) e intervención en los mercados cambiarios paralelos. Esta semana ingresarán los DEGs del FMI por poco más de USD 4.300 M, un alivio muy grande para el verdadero poder de fuego de la autoridad monetaria que se recupera un 50% desde diciembre 2020, aunque todavía se encuentra un 45% por detrás de los niveles de diciembre 2019.

Entendemos que parte de estos fondos se utilizarían para el primer vencimiento de capital con el FMI por USD 1.880 M en septiembre. A su vez, en diciembre hay compromisos también de capital con el Fondo por igual cuantía. De no haberse cerrado un acuerdo con el organismo para ese entonces, el monto recibido en concepto de Derechos Especiales de Giro también podría irse por esta vía. Si las negociaciones y los pagos al organismo se desarrollasen de esta manera, el Banco Central culminaría el 2021 con Reservas Netas en mínimos históricos, lo cual reduciría considerablemente su poder de fuego en el mercado de cambios.

El presente artículo acompaña al informe “Monitor Cambiario Semanal” que podrá visualizar haciendo click en “Ver Informe” desde Appvisor, la App de Ecolatina.

Cepo de ayer, cepo de hoy: ¿hasta cuándo durarán los controles cambiarios?

La economía argentina presenta profundos desequilibrios macroeconómicos. En gran parte de nuestra historia, la volatilidad provocó una inflación persistente y un tipo de cambio con amplios movimientos. Así, nuestra moneda sufrió una sostenida pérdida de valor, resultado de estos procesos de depreciación y suba de precios, forzando a los argentinos a refugiarse en el dólar para evitar la licuación de sus ahorros. Pero, ya que la disponibilidad del billete verde no es ilimitada, esta tendencia muy instaurada agrava los desequilibrios y perpetúa el ciclo escasez de dólares-devaluación-inflación.

Estos movimientos cambiarios no son inocuos para la sociedad: en el corto plazo, empeoran los ingresos reales y la calidad de vida. Esta relación causal es conocida por las autoridades económicas (y políticas), que intentan, frente a presiones cambiarias, evitar el ajuste de los precios forzando un control de las cantidades. De esta manera, durante la última década, en dos de cada tres meses los argentinos tuvimos restricciones a la compra de divisas.

No obstante, los “dos cepos” (octubre 2011 – diciembre 2015 y septiembre 2019 hasta la actualidad) fueron introducidos en dos contextos macroeconómicos bien distintos. ¿Cuáles son las diferencias? ¿Cómo evolucionó la economía en cada período? ¿Será más sencillo levantar el cepo actual que el anterior?

¿Cómo se llegó a cada cepo?

En 2011, Cristina Kirchner logró su reelección con más de la mitad de los votos. En esta línea, la economía venía creciendo a una tasa promedio del 8% en los dos años previos. Sin embargo, las principales variables habían empezado a mostrar algunos signos de deterioro, que complicarían el desempeño futuro. Por caso, los superávits gemelos se estaban esfumando, mientras la inflación se aceleraba. A la vez, el dólar aumentaba la mitad que el nivel general de precios y el tipo de cambio real se apreciaba: a pesar de ser competitivo todavía, en 2011 esta variable era un 24% menor al promedio 2003-2006.

Producto del crecimiento de la actividad y el encarecimiento de nuestra en economía en dólares, los salarios reales en 2011 eran un 20% mayores al promedio del 2007-2010 (y +50% en moneda extranjera). Esto generaba que la dolarización de ahorros tuviera un peso mayor sobre la disponibilidad de divisas del Banco Central. Simultáneamente, la tasa de interés de referencia se mantuvo persistentemente por debajo de la inflación en todo el período previo a la implementación del cepo, desincentivando el ahorro en pesos. Por último, el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos (no por el saldo del comercio de bienes, sino por el de servicios y rentas) también implicaba una necesidad de financiamiento que presionaba sobre las reservas.

En este contexto, se instaló el programa de “consulta de operaciones cambiarias” de la AFIP, dando lugar al inicio de las restricciones a la compra de divisas. Desde entonces, las regulaciones y la rigidez del control de cambios fueron in crescendo: prohibición al giro de dividendos y regalías al exterior, límites a la extracción de dólares fuera del país, interrupción de hecho a la compra de dólares, recargo por compras con tarjeta de crédito en el exterior, entre otras.

El cepo actual se introdujo en un contexto muy diferente, además que de otra manera -mediante una comunicación del Banco Central-. En 2019, la economía acumulaba casi una década de estancamiento y 2 años consecutivos en recesión (con una caída acumulada de 5%). A su vez, el tipo de cambio real era un 15% más competitivo que en octubre de 2011. Por su parte, el poder de compra de los salarios también acumulaba una caída de 17% en cuatro años. Sin embargo, el reperfilamiento de la deuda y la corrida cambiaria post-PASO en un contexto en que las reservas netas eran 40% menores a las de octubre de 2011, llevaron a las autoridades a reinstalar el control de cambios.

¿Cuál fue la performance de la economía en ambos períodos?

Las regulaciones a la compra y giro de divisas permiten al Banco Central restringir la demanda y administrar la asignación de la oferta, reduciendo la volatilidad en el mercado del dólar oficial. Estas medidas, al mismo tiempo, desincentivan la llegada de nuevos dólares, ya que aquellos capitales (financieros o productivos) que ingresen no podrán salir o girar sus ganancias a sus casas matrices. Lo ideal, en estos casos y dado el cepo, sería utilizar el tiempo “ganado” con las restricciones para corregir los desequilibrios que dieron origen al problema, para poder levantarlo y revertir los problemas iniciales. Ahora bien, ¿pasó esto?

Entre el comienzo y el final de la primera de estas etapas, el tipo de cambio real siguió apreciándose hasta volverse un 34% menos competitivo. Este proceso erosionó todavía más el resultado de la cuenta corriente, que fue deficitaria en todo el período. Aunque la apreciación en los primeros dos años de este proceso coincide con la acumulada del cepo actual (13% y 14% respectivamente, como puede verse en el gráfico 1), el evento actual parte de un nivel de competitividad muy superior (+15% al comienzo), como puede observarse en segundo gráfico. A partir de la devaluación de comienzos del 2014, la apreciación cambiaria se aceleró a un ritmo mayor que en la primera mitad del cepo anterior.

Centrándonos exclusivamente en la dinámica del tipo de cambio real y su nivel actual, parecería que el Gobierno tiene margen para repetir el proceso 2014-2015. Sin embargo, esto difícilmente podrá repetirse en adelante: como puede verse en el tercer gráfico, mientras que desde que se impuso el cepo del 2011 el Banco Central compró más de USD 9.000 millones en los primeros 24 meses de vigencia, apenas compró USD 1.000 millones en los primeros 2 años del cepo actual (ayudado por la mejora en el precio de los commodities y algunas trabas a las importaciones). Esto indica que la capacidad de maniobra de la autoridad monetaria en el mercado de cambios es menor a la de aquel entonces.

Para peor, la inversión extranjera directa (IED) se deterioró más en el cepo actual que en el de 2011: durante el primero de estos controles de cambios cayó un 54%. Pandemia y cuarentena mediante, la IED de los últimos 12 meses es un 76% menor que la análoga de septiembre 2019 y un 44% menor que la de septiembre 2015 (la menor IED anual del cepo anterior).

Además, el cepo segmenta el mercado de cambios, dando lugar a múltiples dólares paralelos. Esto origina brechas cambiarias (gráfico 4) que dan incentivos de hacer arbitrajes y operaciones con el exterior que muchas veces inciden de manera negativa sobre la economía. En términos reales, el dólar blue actual es mucho más alto en comparación con el del cepo anterior. A la vez, durante el cepo previo, la brecha cambiaria promedió mensualmente un 43% (77% promedio mensual de máxima), mientras que la actual ronda el 62% y llegó a alcanzar el 150% en octubre del año pasado. Un atraso del tipo de cambio oficial añadiría presiones sobre los paralelos, traccionando la brecha, algo que el equipo económico está buscando evitar mediante diversas medidas. Al mismo tiempo, con una distancia de este tamaño entre el dólar oficial y el paralelo, un Banco Central al que le cuesta acumular divisas y una inversión extranjera en mínimos, el poder de fuego como para seguir apreciando es acotado.

Eliminar el control de cambios implica convalidar una mayor demanda de dólares oficiales, ¿podemos permitírnoslo?

Los dólares que necesita la economía real para funcionar hoy son menores que los que demandaba durante el cepo anterior. La actividad es menor, de modo que las importaciones también lo son, a la par que los salarios en dólares se derrumbaron 45% en relación con 2015, reduciendo la capacidad de ahorro y su poder de compra. Más aún, la mejora de las exportaciones y la disminución del turismo -al menos en el corto plazo- provocarán que la cuenta corriente sea superavitaria este año.

Sin embargo, las aristas financieras revierten este superávit. A diferencia de ese momento, el Sector Público Nacional se encuentra fuertemente endeudado, y requerirá muchas divisas para el pago de obligaciones en los próximos años. Mientras que a fines de 2015 la deuda en moneda extranjera representaba dos años de exportaciones, al término de 2020 implica casi cuatro. Para peor, mientras que a fines de 2015 había un total de vencimientos programados en dólares por USD 12.000 millones para el año siguiente, actualmente se espera que estos pagos superen los USD 31.000 millones en 2022. Y estas obligaciones deberán afrontarse sin acceso al mercado internacional de capitales, al menos mientras que el riesgo país siga en niveles tan elevados. Por último, la ausencia de rendimientos reales positivos en pesos (únicamente alcanzables con plazos fijos UVA o instrumentos en CER, sin acceso masivo del público) y la perspectiva de que la inflación seguirá elevada en los próximos años dificultan pensar en que la demanda de dólares por motivos de ahorro ceda.

Por último, pero no menos importante, liberar el acceso al mercado de cambios podría llevar al dólar a valores muy elevados, que a priori no parecen necesarios en materia de competitividad. En conclusión, difícilmente las autoridades convaliden una devaluación contractiva cuando los dólares se requieren para el pago de la deuda. Por lo tanto, el control de cambios habría llegado para quedarse algunos años más. ¿Se aprovechará esta vez para corregir los desequilibrios de fondo o se perderá otra oportunidad?

Monitor Cambiario Semanal

El dólar oficial avanzó un 0,23% en la semana (1% en el último mes) y se ofreció al viernes a ARS 96,91 (22 centavos por encima del viernes anterior). Paralelamente, los tipos de cambio financieros intervenidos (MEP y CCL AL30 segmento PPT) aceleraron su ritmo de depreciación en la última semana. Por caso, mientras que en la segunda quincena de julio dicho contado con liquidación se depreciaba semanalmente en promedio a un ritmo del 0,4%, ya hacia fin de julio aceleró el ritmo de depreciación al 1% – y durante esta semana mantuvo un ritmo similar -.

Así, el CCL tradicional culminó la semana en ARS 170,58 (+ARS 1,73) y el MEP en ARS 170,09. Las brechas de estos tipos de cambio con el oficial superan el 75% en ambos casos y, en promedio, se encuentran en los niveles más altos desde diciembre (aunque todavía muy por detrás del 105% promedio de brecha que exhibió el CCL en octubre 2020).

El contado con liquidación tradicional dejó de ser representativo para aquellas operaciones superiores a los, aproximadamente, USD 17.000 dólares semanales por legislación (debido a la disposición 895 de la CNV que limitó las operaciones semanales de CCL en el segmento PPT a 50.000 VNO para Bonares y Globales respectivamente). En consecuencia, ha cobrado relevancia también el “CCL SENEBI”, es decir, aquel contado con liquidación que surge de las operaciones bilaterales que se dan en dicho segmento de negociación.

Este tipo de cambio se negoció esta semana, en promedio, a ARS 178 (un 4,7% en promedio superior al CCL tradicional, lo que arroja una brecha del 84% versus el oficial). No obstante, la dispersión entre los distintos tipos de cambio que hacen a dicho promedio semanal es muy elevada: oscilaron entre los ARS 170 y ARS 191 esta semana. A pesar de semejante dispersión, el CCL SENEBI promedio semanal de nuestro relevamiento se mantuvo en niveles similares en las últimas dos semanas. Si bien prevemos que las brechas financieras tradicionales aumenten de cara a las elecciones, entendemos que esta segmentación del mercado de dólares financieros podría permitirle al Banco Central mantener un ritmo de depreciación gradual de los tipos de cambio financieros tradicionales para intentar evitar una disparada de sus paridades como la vista en septiembre y octubre del año pasado.

Sin embargo, dicha intervención no estaría – ni está – exenta de costos. Con las estadísticas oficiales de los últimos días hábiles de julio ya disponibles, el Banco Central finalizó el séptimo mes del año con una posición compradora en el mercado de cambios por USD 741 M: un muy buen dato en comparación con años de cepo anteriores (270% superior al promedio 2012-2015), hecho que se vio favorecido por las férreas restricciones a la demanda de dólares y por la excepcionalmente buena liquidación del agro. Pero, en los últimos dos meses comenzó a cobrar relevancia la pérdida de reservas explicada, en parte, por la intervención cambiaria. Si bien no se puede distinguir con total precisión el drenaje de reservas atribuible a la intervención de los dólares financieros, en los últimos dos meses el Banco Central perdió más de USD 1.100 M por la cuenta “Otros” (que, entre otras partidas, incluye su tenencia de bonos – títulos que la autoridad monetaria utiliza para intervenir en la plaza local y evitar una aceleración del CCL y MEP -). SI bien el dato dista de ser preciso, esto implicaría una intervención de aproximadamente USD 25 M diarios, en línea con estimaciones extraoficiales.

La posición compradora del Banco Central en el mercado de cambios no se tradujo en un aumento de las Reservas Netas que, por primera vez desde febrero, cayeron en la comparación intermensual. El verdadero poder de fuego de la autoridad monetaria se redujo levemente en julio (-0,3%, – USD 20 M), a diferencia de los cuatro meses previos donde se recomponía a un ritmo promedio mensual de USD 954 M por mes. El pago al Club de París por aproximadamente USD 230 M, el primer pago de cupones de bonos de legislación extranjera de la reestructuración de deuda del año pasado (GD38 y GD41) y la intervención de los dólares financieros explican este resultado.

A pesar de la interrupción de julio, este stock clave para la dinámica del mercado de cambios aumentó más de USD 2.900 M en el año (+60% respecto a diciembre), aunque todavía se encuentra un 42%por debajo de los niveles de diciembre 2019. Agosto históricamente es un mes donde el Banco Central vende en el mercado de cambios: lo hizo en 8 de los últimos 10 años – y a un promedio de más de USD 600 M en años de cepo -. El pago al FMI por USD 345 M (que explica, en gran medida, la fuerte baja semanal de las Reservas Netas) y las crecientes intervenciones en los dólares financieros también añadirán presiones por esta vía. No obstante, por la emisión de Derechos Especiales de Giro (DEGs) que el FMI dispuso para que los distintos países miembros del Fondo puedan afrontar estos tiempos de crisis inéditos, hacia fin de mes se recibirían aproximadamente USD 4.300 M (55% de las Reservas Netas actuales) que le corresponden a la Argentina por su cuotaparte del Fondo (0,67%). Entendemos que esta excepcional recepción de fondos (es la quinta y más grande asignación de DEGs desde su creación en 1969) le permitirá al Central afrontar los vencimientos con el FMI e intervenir en el mercado de cambios (oficial y financiero) para evitar un acuerdo con el Fondo en medio de la campaña electoral.

Por último, a los vientos de cola externos (el rally de este año de los precios de nuestros principales commodities de exportación que propició una liquidación récord más la emisión de DEGs) se suma uno adicional: el Banco Central de Brasil dispuso un aumento de 1 punto porcentual de su tasa de política monetaria en un contexto de recrudecimiento de las presiones inflacionarias en el país vecino.

Si bien la incertidumbre política y algunos desequilibrios fiscales podrían actuar en contra, el aumento de la tasa de referencia brasilera incentiva el ingreso de capitales en dicho país y, con ello, podría propiciar una apreciación del Real. Si esto sucede, se vería favorecido el Banco Central argentino dado que permitiría que el menor ritmo de depreciación de nuestro tipo de cambio (que corre casi 2 puntos por detrás de la inflación esperada) no se traduzca completamente a una apreciación del tipo de cambio real, que actualmente es un 25% más competitivo que en el 2016-17 aunque un 28% menos competitivo que en el 2003-07. Incluso, una apreciación del Real colaboraría en el plano bilateral con este país con el que nuestro tipo de cambio real es mucho menos competitivo que en el plano multilateral: mientras que desde diciembre 2019 a la fecha el tipo de cambio real multilateral se volvió un 8% menos competitivo, en el plano bilateral con Brasil es un 22% menos competitivo (en gran medida, producto de un Real que se depreció en promedio un 25% durante el 2020). Bienvenidos los vientos de cola externos.

 

El presente artículo acompaña al informe “Monitor Cambiario Semanal” que podrá visualizar haciendo click en “Ver Informe” desde Appvisor, la App de Ecolatina.

Liquidaciones del agro en el 2021: récord absoluto

¿Qué tan buena fue la liquidación del agro en julio y en lo que va del 2021?

En julio, la agroindustria liquidó USD 3.520 millones, un monto 53,3% superior al de julio del 2020. De este modo, en solo siete meses ya se liquidaron más de 20 mil millones de dólares, una performance claramente mejor en comparación con el mismo período del 2020 (+73,9%).

Según las estadísticas publicadas por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) – entidades que el año pasado representaron casi 1 de cada 2 exportaciones argentinas – la liquidación de julio del 2021 fue la más alta de la historia. Además, es un 74% superior al promedio histórico de las liquidaciones de dicho mes (USD 2.027 mil millones).

No solo la liquidación específica del mes fue récord: también lo fue la acumulada anual. Particularmente, los USD 20.179 millones que se liquidaron actualmente son un 67% superiores al acumulado a julio promedio histórico. Además, en tan solo siete meses ya se registró prácticamente el mismo monto que en todo el 2018 o el 2020 (años que, vale la pena remarcar, se vieron condicionados por factores climáticos o por una caída de la demanda externa producto de la pandemia respectivamente).

Las comparaciones de las liquidaciones del agro entre diversos períodos deben ser tomadas con cautela dado que los distintos tiempos de liquidación están fuertemente influenciados por el ciclo comercial de los granos. Además, la comparación nominal cuando se analizan períodos prolongados puede no ser precisa producto de la inflación internacional acumulada (la inflación en dólares).

Sin obviar a la primera de las dos advertencias, vale la pena destacar que si se analiza a la liquidación actual descontándole el efecto de la inflación acumulada entre períodos, la performance reciente del agro sigue siendo excepcional en términos históricos. Particularmente, a precios constantes, la liquidación acumulada a julio del 2021 es un 44% superior a la acumulada a julio promedio del 2016 y 2019, y casi un 20% superior al promedio 2008-2015.

¿Se tradujo la liquidación del agro en una mejora de las Reservas Netas del Central?

El séptimo mes del año estuvo marcado por el endurecimiento del cepo al contado con liquidación. El traslado de las operaciones mayoristas al SENEBI dieron lugar a un contado con liqui en promedio un 6% y 8% superior al tradicional y, por ende, una mayor brecha cambiaria (lo cual a priori incentivaría la subfacturación de exportaciones). Además, la bajante histórica del Río Paraná causó problemas logísticos y tuvo su correlato en los costos de transporte (con pérdidas estimadas superiores a los USD 315 millones según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario). Incluso, los precios de los principales commodities de exportación del sector retrocedieron en promedio un 5% en julio según el índice de precios de materias primas que confecciona el Banco Central.

Contra todo viento, el agro mantuvo un elevado nivel de liquidaciones como comentamos. Esto es un dato alentador considerando que ya ingresamos en el segundo semestre del año, un período que en materia cambiaria históricamente representa una mayor demanda que oferta de dólares – al cual se suma una presión dolarizadora extra por las elecciones -.

Con tres días hábiles de rezago en la información, el Banco Central exhibe una posición compradora neta el mercado de cambios en julio por casi mil millones de dólares. Si bien extraoficialmente la autoridad monetaria habría vendido en los últimos dos días hábiles del mes y habría cerrado la última semana de julio con tres ruedas consecutivas de ventas en el mercado de cambios (hecho que no sucedía desde noviembre del 2020), logró recomponer Reservas Netas en julio. De este modo, el verdadero poder de fuego de la autoridad monetaria aumenta por más de USD 350 millones en el mes y ya se ubica un 70% por encima del promedio de diciembre. Definitivamente, el impulso del sector agropecuario (como también el endurecimiento de las restricciones cambiarias, principalmente en el plano financiero) colaboraron en la recomposición de este stock clave.

Monitor Cambiario Semanal

El tipo de cambio oficial aumentó 25 centavos en la semana, ofreciéndose al viernes a una cotización de 96,69 pesos por dólar. De este modo, en el último mes se depreció un 1%, muy por detrás de cualquier inflación previa o futura (la cual, si bien se mantiene en niveles elevados, perforaría en julio la barrera del 3% por primera vez en el año). Así, en los primeros siete meses del año, el tipo de cambio oficial camina 14 puntos porcentuales por detrás de la inflación del período, la cual superaría el 28%. No obstante, la apreciación real en lo que va del año fue menor (7,8%), en gran medida producto del repunte de la inflación internacional.

Por su parte, desde la instauración de las nuevas regulaciones cambiaras, el mercado de dólares financieros quedó segmentado. Las divisas financieras tradicionales (MEP y CCL AL30 segmento PPT) aumentaron un 1% en la semana (finalizaron al viernes a $168,2 y $168,9 respectivamente). Mientras que el contado con liqui tradicional avanzó poco más de $2 desde el refuerzo del control de cambios, el “CCL SENEBI” subió más de $9 en estas tres semanas, se ofrece (en promedio) a $180 y exhibe una brecha superior al 6,5% con el CCL tradicional. Mientras que las brechas financieras tradicionales rondan el 74%, la del SENEBI supera el 86%.

Una semana atrás, el dólar blue había alcanzado su máximo valor del año ($185) y acumulaba 17 ruedas consecutivas de aumentos. Desde ese entonces, el paralelo revirtió su dinámica alcista y se ofrece actualmente a $180,5. Si bien llegó a ofrecerse $10 por debajo de su máximo histórico de $195 en octubre de 2020, la comparación no es acertada producto de la inflación acumulada. Traído a precios actuales, esos $195 pesos representan $265 pesos de hoy.

Con cuatro días hábiles de rezago en la información, el Banco Central compró menos de USD 100 millones en el mercado de cambios en las últimas 5 jornadas. Sin embargo, según fuentes extraoficiales, en las últimas 3 ruedas habría vendido divisas en el mercado de cambios para defender la paridad oficial (hecho que no sucedía desde noviembre del 2020). Aunque no es un hecho menor que la autoridad monetaria comience a revertir su posición en el mercado de cambios, aun así, muy probablemente julio sea el mejor mes de la última década en materia de compra de divisas para el Central. A su vez, y a pesar del pago de de aproximadamente USD 230 millones al Club de París, el Banco Central recompuso Reservas Netas por casi USD 500 millones en los días transcurridos del primer mes del segundo semestre. Así, el verdadero poder de fuego de la autoridad monetaria aumentó más de un 70% en el año (aunque sigue más de 35% por debajo del promedio de diciembre 2019).

El presente artículo acompaña al informe “Monitor Cambiario Semanal” que podrá visualizar haciendo click en “Ver Informe” desde Appvisor, la App de Ecolatina. 

El 38(%) está cargado: en el dólar, está el agite

En diciembre de 2019, la tasa de interés de política monetaria (TPM) estaba en 63%. Luego del cambio de gestión, ésta bajó 25 p.p., llegando al 38% en marzo de 2020. La percepción de que el cepo relajaba las necesidades de mantener una tasa de interés alta, en tanto su impacto en el mercado cambiario se veía acotado junto con la demanda de dólares oficiales, además de una morosidad del sector privado que había crecido rápidamente tensando la cadena de pagos, impulsaron este cambio.

Desde que empezó la pandemia, el proceso de caída de la TPM se interrumpió y la misma permaneció fija, estancada en 38%. Ahora bien, en el camino la inflación pasó del 1,5% mensual en abril y mayo del año pasado al casi 5% en marzo de 2021, para después ubicarse en la zona del 3% en la actualidad. De esta manera, la tasa de interés real, aquella que impacta más directamente sobre las decisiones de consumo e inversión, pasó de más de 1% mensual en el segundo trimestre del 2020 a casi -1% mensual en el primero del 2021 y a la neutralidad en mayo y junio. En consecuencia, una TPM fija, en lugar de imprimirle certidumbre y previsibilidad a la política monetaria, la llenó de incertidumbre y erraticidad.

La tasa de interés es una variable clave para cualquier economía, y la argentina no es la excepción. Durante la segunda mitad de la gestión Cambiemos, la misma intentó mantenerse sistemáticamente por encima de la inflación esperada, buscando alentar el ahorro en pesos y desincentivar la demanda de dólares. Sin embargo, esta decisión encarecía inevitablemente el costo de financiamiento del sector privado. En este marco, la morosidad de los préstamos llegó a los máximos desde 2007 -comienzo de la serie estadística- y amenazaba con seguir en aumento si no se relajaban las condiciones financieras, especialmente en una economía donde la demanda y las ventas no respondían. En la misma línea, la inversión cayó 16% en el promedio anual del 2019, marcando las debilidades del esquema.

El problema en la actualidad, más allá de cuál sería el rumbo óptimo, es que pareciera no haber ninguno. El sostenimiento de una TPM constante en un contexto de tanta volatilidad inflacionaria se traduce en una tasa de interés real tan cambiante como la economía argentina, pasando de terreno positivo a negativo y viceversa constantemente. Y eso agrava los problemas existentes. Veamos.

En primer lugar, vale destacar que parte relevante de la política monetaria del 2020 se explica por la asistencia del Banco Central al Tesoro Nacional. El año pasado la política fiscal fue contra-cíclica, generando un rojo fiscal récord que derivó en una asistencia del 7% del PBI, dificultando la absorción de pesos vía LELIQs o venta de dólares. En ese contexto de una transitoria baja de la inflación, la tasa de interés real se volvió positiva. Sin embargo, no se redujo para no alimentar las tensiones cambiarias y retirar parte del exceso de pesos del mercado. A pesar de esto, la baja abrupta de la Badlar en un escenario de extrema incertidumbre complicó los objetivos del Banco Central. La respuesta fue el primer salto del dólar paralelo y la brecha, que escaló del 26% en marzo a más del 100% en el máximo de mayo (promedió un 86% en dicho mes), en un marco de caída récord del nivel de actividad.

Este salto de la brecha, agudizado en los meses posteriores, alentó las expectativas de devaluación, provocando la corrida cambiaria del segundo semestre del año pasado, en donde el Banco Central sacrificó más de USD 4.000 millones para evitar un salto cambiario (alrededor de la mitad de sus Reservas netas). A pesar de que la TPM puede ser un instrumento que desactive algunas tensiones, la autoridad monetaria no recurrió a ella como rueda de auxilio. Si para alentar el ahorro en moneda local es necesario que los plazos fijos le ganen a la inflación esperada y a las expectativas de devaluación, el Banco Central no parecía enfocarse en eso. Por el contrario, para desalentar la corrida reforzó el control de cambios, ajustando al mercado por cantidades en lugar de hacerlo por precios.

Por su parte, y con un enfoque diferente, el Tesoro Nacional salió a captar los pesos “sobrantes” desde octubre pasado, ofreciendo instrumentos atados a la inflación (CER), que ayudaron a corregir el exceso de liquidez y fueron fundamentales para frenar la corrida -algo que no se había logrado en septiembre con el endurecimiento del cepo-. Es cierto que el Banco Central no haber subido la tasa para no competir en la búsqueda de financiamiento con el Palacio de Hacienda; sin embargo, no es menos cierto que para acceder a estas letras o bonos hay que ser un “ahorrista sofisticado”. En consecuencia, el segmento minorista siguió sufriendo rendimientos negativos. El impulso masivo al ahorro en pesos, parecía, podía esperar.

En 2021, la economía arrancó recuperándose y casi alcanzó el nivel de actividad de la pre-pandemia (en el primer bimestre estuvo 1% por debajo). A la vez, la inflación promedió el 4% mensual en ese período, equivalente a 60% anualizado, más de 15 p.p. por encima de la TPM efectiva anual. Como si esto fuera poco, las líneas de financiamiento a tasa subsidiada ayudaban a disociar el rendimiento de las colocaciones en pesos de la tasa de interés de préstamos, ensanchando el margen -abierto con recursos fiscales- para subir la tasa de interés. Sin embargo, el Banco Central se mantuvo firme en su postura: el 38% no se toca. Como resultado, la política monetaria adquirió un carácter fuertemente expansivo, casualmente, en un contexto en donde la economía real empezaba a mostrar señales de mejoría y el Tesoro Nacional achicaba su déficit, en virtud de moderar las expectativas de emisión. Es decir, contrario a lo que recomienda la teoría y se aplica en la gran mayoría de los países, la tasa de política tomó un sesgo pro-cíclico.

En mayo y junio, la inflación estuvo apenas por encima del 3%, de modo que la tasa de interés real (-0,2% promedio) se ubicó en niveles apenas menores a los niveles de octubre y noviembre pasados (-0,4%). Aunque la situación cambiaria es diametralmente opuesta a la de entonces, y la actividad no pareciera exigir un impulso adicional en un contexto de virtual desaparición de las restricciones de oferta y avance del proceso de vacunación, el 38% se mantuvo. En paralelo, el Tesoro Nacional siguió con un buen ritmo de colocaciones de deuda en pesos, en un escenario de bajas expectativas de devaluación en el corto plazo y calma en los dólares financieros. Sin embargo, otra vez, los ahorristas minoristas quedan con pocas opciones para ganarle a la inflación (por fuera del todavía poco conocido plazo fijo UVA), y el dólar no se corre de su cabeza.

Los períodos electorales suelen venir acompañados de políticas fiscales expansivas y presiones cambiarias. El atraso del dólar antes de los votos es una característica de la economía argentina, casi tan repetida como las correcciones posteriores. En este marco, se redobla la intensidad de la pregunta por la dinámica de la tasa de interés: ¿se animará el Banco Central a mejorar el rendimiento de los plazos fijos, en un contexto de inflación transitoriamente a la baja, pero mayores tensiones cambiarias? El reciente endurecimiento del cepo invita a pensar que no, que los principales ajustes seguirán vinculados a los garrotes -complicar los caminos para ahorrar en dólares-, en lugar de a los incentivos -premiar a quien lo hace en pesos-. Sin embargo, el malestar que generan estas restricciones, en un contexto de prudencia fiscal -al menos, durante la primera mitad del año- y de rebote del nivel de actividad podrían descongelar al 38. No hay tasa que dure 100 años.