A la espera de los DEGs, se realizó el primer pago del acuerdo con el Club de París

Ayer, el Ministerio de Economía realizó la última licitación de deuda de julio, en la que ofreció siete instrumentos en pesos: cuatro letras a descuento (tasa fija), dos a tasa variable y una ajustada por inflación. De este modo, obtuvo ARS 150.000 millones, algo menos que lo que pretendía colocar, considerando que esta semana enfrentaba vencimientos por más de ARS 160.000 millones en LEDEs y LEPASEs. Sin embargo, ayudado por el monto extra que había conseguido en las primeras dos colocaciones del mes, cerró julio con un financiamiento neto positivo de ARS ARS 35.000 millones y acumula un rollover de 120% en lo que va del año.

El próximo jueves, Hacienda deberá pagar el capital residual del TX21. Este vencimiento estaba programado como uno de los más exigentes del año. Sin embargo, por el canje anticipado realizado este mes, sólo queda pendiente alrededor del 40% del capital. Además de las tres colocaciones y el canje realizado, el Tesoro se financió en el último mes con ARS 180.000 millones de asistencia del BCRA. Aunque este monto luce elevado, está vinculado con la alta estacionalidad de los gastos en dicho mes. Así, en lo que va del 2021, la monetización total alcanza los ARS 510.000 millones. Esto implica un 57% del financiamiento con emisión y 43% con deuda de mercado, en línea con lo postulado por el presupuesto, a pesar de haber reducido significativamente el déficit primario respecto al previsto.

Esta semana, además, se pagó la primera cuota del acuerdo preliminar alcanzado con el Club de París, por algo menos de USD 230 millones (3% de las reservas netas). Con este pago (y otro programado para fines de febrero) se consiguió alargar el plazo para seguir negociando la deuda pendiente con este comité de acreedores, mientras se llega a un pacto con el FMI. Este organismo enviará el mes próximo alrededor de USD 4.300 millones en DEGs, que fortalecerán las reservas del BCRA. USD 1.900 millones de estos se usarían para cancelar parte del préstamo con el Fondo en septiembre, y otro tanto podría usarse del mismo modo en diciembre, si la firma de un nuevo acuerdo se demorara.

Con un nuevo canje, el Tesoro despejó parcialmente los pagos de agosto

Ayer, el Ministerio de Economía realizó su segunda colocación de deuda del mes. Además, como ya había hecho en oportunidades previas, ofreció un canje por un bono a pagar en agosto, anticipándose a un importante vencimiento. De esta forma, se licitaron las reaperturas de seis Letras que ya estaban en circulación (tres a tasa fija, una variable y dos vinculadas a la inflación) y la colocación de una nueva (a tasa fija por 6 meses). Como resultado, captó ARS 119.000 millones, algo más que los ARS 111.000 que deberá afrontar por el vencimiento del TC21 y el cupón del T2X4 antes de la próxima licitación. Así, el porcentaje de rollover se ubicó en el 113% en lo que va del mes, a falta de una licitación el miércoles que viene (en la que se buscará capital para cancelar Letras a tasa fija y variable). Respecto al canje, cerca del 60% de los tenedores de TX21 ingresaron, obteniendo a cambio una canasta de Letras (CER a once meses) y Bonos (TX23 y T2X3). Con este, se despejaron el 40% de los vencimientos de agosto, permitiéndole alivianar las necesidades financieras de uno de los meses más cargados del año.

El financiamiento neto obtenido por Hacienda en lo que va del año supera los ARS 400.000 millones. A su vez, la asistencia monetaria del BCRA fue de ARS 460.000 millones, algo por encima de la colocación de deuda. Aun así, la composición de las fuentes financieras que había sido postulada en el Presupuesto (60% de emisión-40% de deuda) se encuentra sobrecumplida, de la mano de una menor necesidad por la contracción del déficit primario. Aunque esta relación podría tensarse en el período electoral, esperamos que siga equilibrada en el acumulado anual, permitiendo reducir significativamente la monetización del déficit respecto al año pasado, cuando se emitió más que la totalidad del déficit.

En lo que hace a la deuda en dólares, a fin de mes se pagará la primera cuota del acuerdo preliminar alcanzado con el con el Club de París por algo menos de USD 230 millones (3% de las reservas netas). A su vez, en agosto arribarían los DEGs emitidos por el FMI, que aportarían más de USD 4.300 millones a las arcas del BCRA y se contabilizarían como ingresos corrientes del Sector Público no Financiero. Si no se llegara a un nuevo acuerdo con el Fondo, éstos podrían usarse para cancelar los dos pagos de capital que hay que hacerle a dicho organismo a lo largo de este año, permitiendo que las negociaciones continúen en el primer cuarto de 2022, cuando los vencimientos ascienden a USD 4.000 millones.

El déficit financiero del primer semestre fue el menor de los últimos años

¿Cómo fue el desempeño fiscal en junio?

En el sexto mes del año, el resultado fiscal del Sector Público no Financiero mostró un déficit primario de más de ARS 150.000 M (0,4% del PBI) y un desbalance financiero de más de ARS 200.000 M (0,5% del Producto). En el mes, se registraron ingresos por casi ARS 90.000 M por el aporte solidario de las grandes fortunas. Considerando éste, el desbalance primario se contrajo 0,6 p.p. del PBI con respecto al observado en el mismo mes del 2020. Si no lo tuviéramos en cuenta, el recorte habría sido de 0,4 p.p. Por su parte, el rojo financiero se redujo en la misma cuantía con respecto a junio del año pasado.

Así, el desbalance primario alcanzó los ARS 200.000 M en el primer semestre, mientras que el déficit financiero fue de más de ARS 510.000 M (0,5% y 1,2% del PBI, respectivamente). Con ayuda de los precios externos, la reestructuración de la deuda y el aporte solidario, el déficit total fue el menor desde que hay datos comparables (2016), en tanto el primario estuvo por encima de 2019 (cuando hubo superávit de 0,1%).

¿Qué explicó este desempeño?

El saldo de junio se vio muy ayudado por el registro del aporte extraordinario de las grandes fortunas. Este recurso no tributario no se seguirá percibiendo el año próximo ni ingresó en 2020, por lo que una comparación más adecuada puede hacerse omitiéndolo. Aun así, los recursos siguen mostrando una elevada variación real (+12% i.a.), aunque se ubican 16% por debajo de los obtenidos en junio de 2019. Esta mejoría está vinculada con la baja base de comparación del año pasado, cuando muchos de los ingresos estaban suspendidos o disminuidos por la pandemia y las medidas de aislamiento. Así, los recursos tributarios treparon 14% i.a. en términos reales (destacándose particularmente el alza de 61% i.a. deflactada de las retenciones) y las rentas de la propiedad saltaron 200% i.a. real (por el cobro de intereses de los préstamos ARGENTA, que se encontraba suspendido el año pasado).

Por el lado de los gastos, las erogaciones primarias cayeron 7% i.a. en términos reales. La significativa reducción de los programas efectuados por la pandemia y la licuación de las prestaciones sociales por la inflación (el pago de jubilaciones se contrajo 7% i.a. en términos reales) explicaron esta dinámica. Por el contrario, los subsidios económicos crecieron 44% i.a. -en términos reales- por el congelamiento de tarifas y los gastos de capital se duplicaron -descontando la inflación- por la reactivación de la obra pública y las restricciones operativas vigentes en 2020.

¿Qué esperamos hacia el segundo semestre?

Hacienda viene mostrando mucha cautela en la contracción del gasto que había sido expandido por motivo de la pandemia. Sin embargo, la dinámica fiscal no es homogénea a lo largo del año y este 2021 no será la excepción: el desbalance primario siempre crece en la segunda parte del ejercicio. En este sentido, ya vimos un mayor rojo en este mes con el pago de aguinaldos y el incremento de subsidios (que suben cuando se incrementa el consumo de gas y electricidad por las bajas temperaturas). Hacia adelante, este comportamiento será la norma.

De esta manera, esperamos que el rojo fiscal se agrande en lo que queda del año. Los aumentos de la recaudación impositiva dejarán de mostrar subas tan altas (hacia fin de 2020 se recuperó la base de comparación) y podrían crecer las transferencias al sector privado en la previa electoral (una muestra de esto es el bono de $5.000 que cobrarán en agosto los jubilados cuya pensión sea de hasta dos veces la mínima). A pesar de ello, los números fiscales también se verán ayudados por el ingreso de los DEGs del Fondo. En definitiva, la prudencia no habrá sido en vano, y el déficit primario concluirá el año muy por debajo del 4,5% del PBI que había sido presupuestado. Este sobrecumplimiento hará que las necesidades de endeudamiento y emisión monetaria no sean tan elevadas, ayudando al mercado cambiario.

La deuda pública alcanzó el 102% del PBI en el primer trimestre del año

Los pasivos del Estado Nacional fueron, al término del primer trimestre del año, más de USD 335.000 millones. Este monto alcanzó el 102% del PBI, lo que implica que la deuda equivale a algo más que toda la producción de bienes y servicios que genera anualmente nuestro país. Alternativamente, representan 6 años de exportaciones. El ratio de deuda como porcentaje del PBI creció 13 p.p. en relación con el primer trimestre del 2020, a pesar de la reestructuración realizada en ese lapso. ¿Por qué fue así?

En primer lugar, debemos hablar del denominador: la actividad económica (promedio de los 4 trimestres anteriores) cayó 8% en ese período. De esta forma, una deuda de la misma magnitud habría crecido en relación con una producción declinante. Para peor, el tipo de cambio creció 3 puntos por encima de los precios internos en este lapso, agravando la caída del PBI en dólares. Considerando que más de tres cuartas partes de los pasivos son en moneda extranjera, y que la producción se mide en pesos, una suba del dólar por encima de la inflación eleva el peso de la deuda sobre los ingresos domésticos. Esta inflación, aunque elevada, tampoco cumplió el rol de licuar las obligaciones del fisco, ya que apenas el 11% de la deuda está denominada en moneda local sin ajuste por inflación.

Pero, además, el monto en dólares de lo que debemos aumentó un 4% en el mismo lapso (pasando de USD 324.000 millones en marzo de 2020 a los USD 335.000 millones actuales). Esta combinación de factores hizo que el peso de la deuda trepara por encima de la producción anual.

El aumento de los pasivos se debió en partes iguales al aumento de la deuda de corto y la de largo plazo. Dentro de los pasivos de largo aliento, se destacan los títulos públicos, que aumentaron USD 16.000 millones, impulsados por el segmento de deuda denominada en moneda extranjera y también por aquella denominada en CER -en pesos con ajuste por inflación-. La primera de éstas tuvo un alza con el canje de instrumentos realizado en septiembre (es menester recordar que el objetivo de este no fue reducir los pasivos, sino extender los vencimientos). De esta forma, en dicho mes, los títulos denominados en moneda extranjera crecieron USD 4.500 millones. Por el lado de los títulos atados a la inflación, el incremento se dio mayormente en los BONCER, y tuvo que ver con el avance de su valuación y con nuevas colocaciones realizadas previo a la reestructuración. Por otro lado, las Letras en dólares (LETEs) se redujeron en USD 8.600 millones, pero los préstamos crecieron en casi USD 2.400 millones, mayormente por la suba del DEG que encarece nuestra deuda con el FMI. En lo que hace a los pasivos de corto plazo, la suba de títulos y letras en pesos impulsaron estas acreencias (treparon USD 3.000 millones cada uno).

Aunque la deuda con el sector privado es abundante, nuestro escenario más probable es que Argentina no incurra en un default de sus títulos en el corto plazo. Esto se debe a que, por la mencionada reestructuración, los pagos por bonos en moneda extranjera son acotados en el horizonte inmediato. Estos recién se incrementan en 2025, cuando se ubican cerca de los USD 10.000 millones anuales. Hasta entonces, cada año son menores a los USD 5.000 millones, la mitad de las Reservas netas actuales. Por el contrario, el tipo de deuda que sí será exigente de cumplir en el futuro cercano es aquella con el FMI: de no alcanzarse un nuevo acuerdo, nuestro país deberá pagarle a este organismo más de USD 38.000 millones entre 2022 y 2023, lo cuál no es posible (implicaría más de 4 veces y media nuestras reservas netas actuales).

Así, el gran desafío de la deuda consiste en la negociación con este único acreedor. Si esta se destrabara, podríamos esperar un alivio en la necesidad de financiamiento por el próximo lustro. Por el contrario, si un acuerdo no se alcanza antes de marzo del año próximo, podría ocurrir una muy importante sangría de divisas, drenando las reservas del BCRA y provocando tensiones muy relevantes en el frente cambiario. Por este motivo, el acuerdo es la salida más probable.

El Tesoro obtuvo ARS 46.000 millones en la primera licitación de julio

En el día de hoy, el Gobierno realizó la primera colocación de deuda del segundo semestre del año. Los instrumentos ofrecidos fueron reaperturas de cinco Letras que ya estaban en circulación: dos a tasa fija (a 4 y 6 meses), una variable (con plazo residual de algo más de 120 días) y dos vinculadas a la inflación (con vencimientos a fin de 2021 y a mediados de 2022). Con ellas, captó ARS 46.000 millones. Considerando que en la primera mitad del mes enfrentará pagos por apenas ARS 8.500 millones (vencimientos del AA22, PR13 y PR15), buena parte de este monto puede considerarse financiamiento neto. Sin embargo, incluyendo también el canje parcial del TC21 realizado el mes pasado, podemos concluir que el rollover viene siendo incompleto en lo que va del mes. De cualquier modo, la composición del financiamiento entre emisión y deuda sigue sobrecumpliendo la pauta propuesta para el año, manteniéndose aproximadamente en iguales proporciones.

Por el lado de los vencimientos en dólares, esta semana deberán pagarse intereses de los instrumentos reestructurados en ley local y extranjera (Bonares y Globales) por algo más de USD 150 millones. Esto representa apenas un 2% de las reservas internacionales netas, por lo que no debería representar un problema para el fisco ni el Banco Central. A fin de mes, se pagará la primera cuota del acuerdo preliminar alcanzado con el con el Club de París. Esta implicaría otro 3% de las reservas internacionales netas (algo menos de USD 230 millones). Mientras tanto, el acuerdo con el FMI seguirá negociándose hasta marzo del año próximo, por lo que se abonarán las cuotas de capital e interés restantes con el organismo. Aunque estas representan un peso mayor de las reservas internacionales, podrán afrontarse con los DEGs que se recibirían en agosto por casi la misma cifra.

En el primer semestre la recaudación creció 16% en términos reales

En junio, la recaudación tributaria fue de más de ARS 920.000 millones, un 69% más que en el mismo mes del año pasado. Así, la recolección de impuestos subió 12% i.a. en términos reales. Considerando que los datos del año pasado se vieron muy afectados por los efectos de la pandemia y las restricciones a la circulación, una comparación más adecuada nos dice que la recaudación se ubica 5% por debajo del mismo mes del 2019, descontando el avance de los precios. Con estos datos, el primer semestre acumuló un avance promedio de 68% i.a. (16% i.a. deflactado). De esta manera, alcanzó el mismo nivel en términos reales que en el mismo lapso del 2019 (+0,4%).

Nuevamente, se destacaron los crecimientos de los tributos al comercio exterior, tanto por la recuperación del comercio externo como por la suba del tipo de cambio nominal. En particular, las retenciones a las exportaciones saltaron 139% i.a., también favorecidas por el aumento de los términos del intercambio. Por su parte, los aranceles a la importación subieron 115% i.a. En segundo lugar, los impuestos vinculados a la actividad mostraron un muy buen desempeño, producto de la recuperación económica. Los gravámenes a los combustibles recaudaron 121% más que en junio de 2020, el IVA creció 85% i.a. y el impuesto a los créditos y débitos avanzó 74% i.a. Por su parte, el impuesto a los bienes personales trepó 68% i.a. y el tributo a las ganancias aumentó 47% i.a. Por último, los aportes y contribuciones a la Seguridad Social subieron 53% i.a., ubicándose por encima de la inflación por tercer mes al hilo, luego de tres años de caídas. Sin embargo, siguen siendo 13% inferiores a los recursos obtenidos por esta vía en junio de 2019.

Junio fue el décimo mes consecutivo de crecimiento en términos reales de la recaudación. Aunque todavía no se recuperó la totalidad de la caída generada por la pandemia, este es un dato muy positivo para las cuentas fiscales. Mejor aun si se considera que, además de los recursos tributarios, el Tesoro contará este año con los ingresos obtenidos por el aporte extraordinario de las grandes fortunas y la emisión de DEGs del FMI. Estos recursos representarán alrededor de 0,6% y 1,0% del Producto, respectivamente. Mientras tanto, la recaudación del primer semestre superó el 11% del PBI, cerca de 1 p.p. más que en el mismo lapso del 2020.

De esta manera, y ayudado también por un menor paquete de ayuda por Covid, esperamos que el déficit fiscal caiga significativamente a lo largo del 2021. Luego de alcanzar un récord de 6,4% del Producto el año pasado, el desbalance primario se ubicaría por debajo del 4% del PBI. Esto reduciría las necesidades financieras de Hacienda, permitiendo también minimizar la emisión monetaria.

 

El Tesoro cerró el primer semestre con un rollover de 125%

El Gobierno realizó ayer la última de las licitaciones de deuda pública programadas para el primer semestre. En las dos colocaciones previas había obtenido casi todo el financiamiento necesario para el mes (requería algo menos de ARS 245.000 M para cancelar intereses de CUAP y DICP y capital de LEDES y LEPASE). A pesar de ello, Finanzas se propuso captar ARS 240.000 M con 6 instrumentos: dos Letras a tasa fija, dos a tasa variable y dos ajustables por inflación. La particularidad del llamado había sido un alza de las tasas de estos dos últimos instrumentos, que ofrecían rendimientos del 1,6% y 2,4% por sobre la inflación. Aunque no se obtuvo todo el financiamiento esperado (debido a que no hubo posturas por un monto tan grande y porque no se convalidaron subas de tasas como las requeridas por el mercado), se captaron ARS 174.000 M. En consecuencia, junio concluyó con un porcentaje de rollover del 165% (ARS 158.000 M de financiamiento neto), el mayor porcentaje para este indicador en lo que va del año.

De esta manera, el financiamiento neto de mercado obtenido por el Tesoro finalizó el primer semestre en ARS 356.000 M (125% de rollover). Mejor aún, si incluimos el financiamiento obtenido por el canje anticipado del TC21, el monto total asciende a más de ARS 540.000 M (1,3% del Producto). Al mismo tiempo el Tesoro recibió ARS 240.000 M (0,6% del PBI) de asistencia monetaria del Banco Central, por lo que, aunque la pauta inicial marcaba que el financiamiento anual sería 60% vía emisión y 40% vía deuda, hasta el momento la composición ha sido la opuesta, con 60% obtenido en las colocaciones y 40% como asistencia monetaria del BCRA. En este sentido, el Tesoro viene sobrecumpliendo su meta, aunque puede que sea solo de forma transitoria: julio y agosto concentran una carga importante de vencimientos en un momento políticamente difícil y la situación financiera podría tensarse.

Por el lado de los vencimientos en dólares, se anunció un principio de acuerdo con el Club de París. Este prorrogó hasta marzo el plazo para seguir negociando sin caer en un default que prácticamente duplicaría el monto adeudado. En ese lapso, deberán realizarse un pago por algo más de USD 200 M a fines de julio y otro el año próximo. Para llegar a un acuerdo definitivo, este consorcio de acreedores requiere que se firme un pacto con el FMI antes del cierre del primer trimestre de 2022. Por último, por el lado de los bonos, en julio se pagarán intereses de los instrumentos reestructurados en ley local y extranjera (Bonares y Globales) por algo más de USD 150 M.

Con ayuda extraordinaria, el resultado primario fue superavitario en mayo

¿Cómo fue el desempeño fiscal en mayo?

En mayo, el resultado fiscal del Sector Público no Financiero mostró un superávit primario de casi ARS 26.000 M (cerca de 0,1% del PBI). Este saldo favorable estuvo vinculado con el registro de ARS 80.000 M de ingresos por el aporte a las grandes fortunas, que había sido recolectado en abril. Sin embargo, si neteáramos este recurso extraordinario, el déficit primario habría sido de apenas 0,1% del Producto en mayo, reduciéndose significativamente con respecto al 0,9% observado durante el quinto mes del año pasado. Esta notable mejoría tiene dos causas principales: una importante recuperación de los ingresos y una significativa reducción de las erogaciones por Covid, que están siendo mucho más acotadas y focalizadas, tras la expansión realizada en 2020, introduciendo una importante cuota de cautela en la ejecución de los gastos. Con este resultado, el déficit fiscal primario acumuló un saldo negativo de apenas 0,1% del PBI en los primeros cinco meses del año.

Por su parte, el déficit financiero (aquel que incluye el pago de intereses de la deuda pública) fue de casi ARS 65.000 M (0,2% del Producto) en mayo. Así, acumuló un saldo negativo de 0,7% del Producto en lo que va del año. Este es el mejor registro para este período desde, por lo menos, 2016, año a partir del cual los datos son comparables.

¿Qué explicó este desempeño?

Por el lado de los recursos, omitiendo el ingreso extraordinario del aporte de las grandes fortunas, se observó una suba de 33% i.a. en términos reales. Todas las categorías mostraron alzas, aunque la más relevante fue la suba de los recursos tributarios (+31% i.a. deflactado). Se destaca dentro de estos el salto de los derechos de exportación, por el avance del tipo de cambio nominal y la suba del precio de los commodities y una mejora en los tributos vinculados a la actividad y el mercado de trabajo debido a la baja base de comparación. Adicionalmente se registraron ingresos por intereses cobrados a los beneficiarios de los préstamos ARGENTA, contribuyendo a una suba de las rentas de la propiedad. A pesar de la fuerte mejoría, los ingresos en términos reales se encuentran todavía 5% por debajo de los niveles de mayo de 2019 (quitando el aporte extraordinario).

Por el lado de los gastos, las erogaciones primarias mostraron una reducción del 18% i.a. en términos reales. Esta baja se dio pese a un aumento del 23% i.a. de los gastos de capital (mayormente, obra pública), ya que el gasto corriente primario cayó 20% i.a. real. Analizando en detalle la evolución del gasto público, notamos que la inflación y la reducción de los gastos vinculados a la pandemia fueron de gran ayuda en la contracción del desbalance operativo. En este sentido, las prestaciones sociales se redujeron 24% i.a. en términos reales, debido a que el gasto en jubilaciones se contrajo 8% i.a. en precios constantes por el rezago en la nueva fórmula de actualización, y por la ausencia de gran parte del paquete Covid (IFE y ATP, entre otros), cuyo recorte fue todavía mayor. Con esta misma lógica, las transferencias corrientes a Provincias se desplomaron 70% i.a., por la alta base de comparación que dejó la asistencia extraordinaria en el marco de la pandemia. Por último, los subsidios económicos crecieron 12% i.a. en términos reales, el resultado de más de dos años de atraso de las tarifas respecto al nivel general de precios (y, en particular, respecto al costo de los servicios públicos).

¿Qué esperamos hacia el segundo semestre?

Los datos fiscales de la primera mitad del año exhiben la cautela de Hacienda respecto a la magnitud del resultado primario: luego de un desbalance muy grande en 2020, las tensiones cambiarias le impusieron límites a la acción expansiva del Estado. Así, el déficit fiscal está siendo mucho más moderado en 2021, lo que implicó que la asistencia monetaria del Banco Central también se redujo significativamente.

A pesar de este comienzo positivo, esperamos que el rojo fiscal se incremente en lo que queda del año, por varios motivos. En primer lugar, a pesar de que se seguirá registrando en los próximos meses parte del aporte de las grandes fortunas, habrá un amesetamiento de la recaudación impositiva. Por otra parte, observaremos un aumento estacional en el ritmo de los egresos (los subsidios se incrementan con la llegada del frío, y en junio y diciembre se paga medio aguinaldo a los empleados públicos). Por último, aunque no en la magnitud vista el año pasado, los gastos vinculados al Covid también crecerán en los próximos meses, esta vez con un peso mayor de la compra de vacunas, aunque también podrían crecer algunas transferencias en la previa electoral. A pesar de ello, esperamos que el déficit primario concluya el año por debajo del 4% del Producto, mostrando una importante reducción anual y un sobrecumplimiento de la meta presupuestaria.

El Tesoro canjeó parcialmente la deuda a vencer en julio

El bimestre julio-agosto se presentaba como uno de los más complicados en materia de deuda en pesos para el Tesoro Nacional. Esto era así porque, además de Letras de corto plazo e intereses de diversos instrumentos, Hacienda debía cancelar el principal de los bonos TC21, TB21 y TX21. Por ese motivo, en el día de ayer, el Ministerio de Economía realizó un canje del primero de esos instrumentos, logrando extender el plazo de pago de más del 60% de su capital. A cambio de la entrega anticipada de dicho instrumento, ofreció una canasta compuesta por un 40% de T2X2 y un 60% de T2X3. Con esta operatoria, al igual que a fines de marzo, se anticipó a los pagos del mes siguiente, aliviando en casi ARS 190.000 M los vencimientos de julio. Adicionalmente, colocó 5 Letras a descuento, tasa fija y variable, con vencimientos hasta mayo del año próximo. En esta colocación obtuvo ARS 65.600 M. Considerando que no hay vencimientos en esta semana, este financiamiento podrá ser usado para el pago de gastos primarios o guardado hasta fin de mes, cuando venzan Ledes y Lepases.

Así, el financiamiento neto de mercado obtenido en lo que va del año por el Tesoro superó los ARS 400.000 M (1,0% del Producto). Con este dato, el porcentaje de rollover acumulado anual (sin considerar lo obtenido por el canje ni los vencimientos de fin de este mes) ascendió a 132%. En paralelo, la asistencia monetaria recibida del Banco Central acumula ARS 240.000 M (0,6% del PBI). La combinación entre ambas fuentes viene siendo muy favorable, con un sesgo hacia el endeudamiento de mercado superior al previsto en el Presupuesto.

Respecto a la deuda en dólares, sigue sin haber novedades sobre el pago de capital e intereses al Club de París, cuyo periodo de gracia expira a fines de julio. De caer en default con este acreedor, prácticamente se duplicaría dicha deuda. Por el lado de los bonos, el 9 de julio se pagarán intereses de Bonares y Globales, por algo más de USD 150 M.

 

Banco Central, Tesoro, LELIQs y Letras: beneficios y riesgos de las nuevas regulaciones

El año pasado, la pandemia generó un escenario extremo e inesperado que gatilló respuestas inéditas por parte de la política fiscal y monetaria. La necesidad de asistencia a familias y empresas, de gastos extraordinarios en salud y la caída de la recaudación por el desplome de la actividad dispararon el déficit primario, que finalizó en 6,5% del PBI. Esta expansión fiscal, sumada a la falta de financiamiento privado y el objetivo de mantener el crédito barato -en muchos casos, para pagar capital de trabajo- impulsaron la emisión, haciendo que la base monetaria creciera 66% anual. Cuando las actividades productivas retomaron su ritmo, y tras ver los efectos que esta laxitud monetaria y fiscal estaban causando (en particular, sobre los dólares paralelos), las autoridades cambiaron su estrategia.

Este año, la cautela de las medidas fiscales está primando por sobre la expansión, haciendo que el déficit primario en el primer cuatrimestre se asemeje al de 2018, en tanto el rojo financiero es el menor desde 2016, por lo menos. A pesar de eso, la incertidumbre sobre el avance de la pandemia y la situación financiera genera dudas sobre la sostenibilidad de un Estado sobre-endeudado y su capacidad de financiarse sin apelar a la “maquinita”.

En este escenario, el Banco Central modificó la regulación de los encajes bancarios, dejando a las entidades del sector comprar más instrumentos del Tesoro de los que la normativa previa habilitaba, pudiendo utilizarlos como respaldo del dinero de los depositantes. Este cambio llevó a muchos ahorristas a cuestionar el riesgo del sistema financiero. ¿Cómo debemos interpretar esta medida? ¿Es una búsqueda por aumentar el rojo fiscal? ¿O la continuidad de un camino de cautela? ¿La política está tomando un giro expansivo? Veamos.

El Sector Público Nacional no Financiero viene moderando su rojo. Mientras que en los primeros cuatro meses del 2020 el rojo primario fue de casi 2% del Producto, en el acumulado del 2021 apenas fue de 0,2%. Esta contracción responde a varios motivos. Por un lado, hay una cuota de viento externo favorable, ya que varios factores que escapan al control de Hacienda están alineándose con un mejor resultado fiscal. Por mencionar solo algunos, la suba de los precios internacionales de nuestros productos de exportación está incrementando los ingresos por retenciones, a la vez que, paradójicamente, la aceleración inflacionaria está ayudando a contraer el desequilibrio, licuando las jubilaciones y pensiones -que se actualizan con un rezago-. Pero, a su vez, varias de las políticas definidas por Economía dan señales de prudencia respecto al manejo de caja y la voluntad por reducir el déficit: el paquete de asistencia por Covid presentado es un tercio del implementado el año pasado, se achicaron fuertemente las transferencias a Provincias (-22% i.a. nominal en el acumulado enero-abril) y se cobró un gravamen extraordinario a las grandes fortunas (que aportaría por única vez más de medio punto del PBI).

Por si esto fuera poco, ingresaría otro 1% del Producto por transferencias del FMI, debido a la emisión de DEGs que el organismo planea realizar a todos los países miembro. Estos recursos no deben devolverse, por lo que no modifican los pasivos del Tesoro, pudiendo contabilizarse ‘sobre la línea’ como una transferencia corriente -es decir, reducirán el déficit fiscal primario-. Ese fue el criterio utilizado en 2009, cuando para paliar la crisis internacional el organismo multilateral realizó una asignación extraordinaria DEGs que benefició a Argentina con alrededor de USD 2.700 M. Ese ingreso se contabilizó por casi ARS 9.600 millones de entonces (0,8% del PBI), explicando más de la mitad del superávit primario de ese año. Esperamos entonces que este año la operación se repita.

Además de achicar sus necesidades de financiamiento, Hacienda cambió la forma de conseguir estos recursos: mientras que el año pasado recibió asistencia del BCRA por más de la totalidad del déficit primario (7,5% del Producto), este año los giros se minimizaron, y tuvieron -hasta ahora- una magnitud menor al monto de financiamiento neto que consiguió el Tesoro por endeudamiento en el mercado (consiguió, por momento, ARS 360.00 millones por esta vía y monetizó ARS 240.000 millones). En este sentido, podemos decir que se vienen consiguiendo buenos resultados en este frente: sin subir la tasa, mantiene un rollover promedio de 115% hasta mayo (127% si consideramos también los recursos captados en la primera licitación de junio).

Sin embargo, a pesar de este buen arranque de año en el plano del financiamiento, el Banco Central incentivó a los bancos a reorientar sus colocaciones hacia instrumentos del Tesoro, permitiéndoles utilizar estos últimos como encajes. Con esta medida, aumentaría el volumen de ofertas en dichas licitaciones. De esta manera, garantizaría la disponibilidad de fondos frescos para que Hacienda pague sus obligaciones. En consecuencia, incide en la composición de las fuentes financieras del Estado, virando hacia un esquema con más deuda y menos emisión.

El origen de esta medida puede rastrearse en 2018, cuando con la intención de que los movimientos en las tasas de Leliqs fueran transmitidos a las tasas pasivas -y para no erosionar la rentabilidad de los bancos- se les permitió realizar parte de los encajes con estas Letras. Esto no afectaba el riesgo que corrían los depósitos, ya que la autoridad monetaria nunca incumplió sus compromisos, ni su disponibilidad inmediata, en tanto el plazo de vencimiento de estas Letras es cada 7 días. La modificación más reciente, en cambio, permite que los bancos encajen Letras y Bonos del Tesoro en lugar de Leliqs. Estos instrumentos, por el contrario, tienen un respaldo institucional más débil -el Banco Central puede emitir pesos, cosa que el Tesoro formalmente no puede hacer- y un plazo mayor (de entre 6 y 15 meses).

Con esta medida, el BCRA quita tensiones al acelerado crecimiento de sus pasivos: puede desarmar parcialmente la “bola de Leliqs” y que la expansión monetaria generada vaya a parar a las arcas del Tesoro sin incrementar el circulante de dinero. A su vez, garantiza una fuente de financiamiento para el fisco. Esperamos que los montos desembolsados por la autoridad monetaria para cancelar Leliqs reduzcan la necesidad de transferencias directas al Tesoro, por lo que la medida sería neutra en términos de cantidad de dinero. Si lo miramos desde la perspectiva del costo del financiamiento, incluso podemos decir que es contractiva, ya que representa un aumento de la tasa que reciben los bancos por los encajes (no sólo las Letras del Tesoro tienen un mayor rendimiento, sino que además no están gravadas por ingresos brutos).

El costo del cambio regulatorio es, como fue mencionado, un aumento del riesgo en los bancos: bajo la nueva normativa, un default de la deuda pública en pesos traería aparejada problemas de liquidez y solvencia para dichas entidades. De cualquier manera, esto dista de ser posible, ya que llegado el caso sería mucho menos costoso pagar los vencimientos con emisión monetaria que generar un incumplimiento para con los ahorristas. Además, la medida es voluntaria, por lo que los bancos podrían preferir mantener efectivo o Leliqs como encajes, en lugar de activos del Tesoro.

A pesar de contar con esta opción, la recepción parecería haber sido positiva, ya que en la primera colocación de deuda de junio el Tesoro consiguió 8 veces el monto que salió a buscar al mercado. Cerca del 80% de este financiamiento se realizó en dos Letras con vencimientos en marzo y mayo de 2022, dentro del plazo que la normativa permite para utilizar como encajes. Sin embargo, no es posible saber a ciencia cierta si fueron los bancos quienes suscribieron a estos instrumentos: en sentido contrario, la operatoria con Leliqs del día de ayer fue contractiva en ARS 60.000 millones, indicando que no habría habido un cambio en la composición de los instrumentos encajados. En cualquier caso, el desempeño de la norma deberá seguirse en un plazo mayor de tiempo, y el verdadero test se verá en el bimestre julio-agosto, cuando los vencimientos en pesos se incrementan significativamente.

En definitiva, la nueva medida puede leerse como un intento de adelantarse a potenciales dificultades financieras, en un momento donde la cautela domina la escena. El Tesoro está preparando un colchón de recursos para evitar una disrupción monetario-cambiaria en la temporada de elecciones. El grado de éxito que obtenga en esta tarea aún está por verse.