VIDEO | Recrudecen las presiones cambiarias e inflacionarias

Pese a que el Ejecutivo avanza en una política fiscal y monetaria más astringente y un acuerdo de facilidades extendidas (EFF) con el FMI recrudecen las presiones cambiarias, inflacionarias y políticas.

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VIDEO | ¿Hacia una política fiscal y monetaria más astringente?

Las cotizaciones paralelas siguieron estables o a la baja y el BCRA compró divisas en el mercado formal. ¿Podrá concretar/sostener el Ejecutivo una política fiscal y monetaria contractiva como la que insinúa el Ministro de Economía?

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El triángulo de las Bermudas

Hay tres variables claves a monitorear diariamente en la crisis económica que enfrenta nuestro país: Reservas Internacionales; Brecha Cambiaria; y Riesgo País.

El tridente es liderado por las reservas netas del BCRA pues, en nuestro país, son el verdadero poder de fuego para controlar el mercado cambiario oficial (léase frenar una corrida contra el Peso). Sin reservas no hay forma de garantizar la estabilidad cambiaria: no es casualidad que los episodios de hiperinflación en la región hayan sido precedidos por agotamiento de las reservas de los respectivos Bancos Centrales.

Pero para poder acumular reservas es clave tener ingreso de divisas comerciales y/o financieras. Pese a que hoy el tipo de cambio real de la Argentina no presenta señales de atraso significativo (excepto quizás con Brasil), la elevada brecha existente producto de la liquidez excedente (emisión para cubrir el bache fiscal) en un contexto de crecientes restricciones cambiarias, desalienta las exportaciones e incentiva las importaciones, jaqueando el superávit comercial. El ejemplo de septiembre 2020 es ilustrativo: en el mes que la brecha saltó de 70% a 100% las importaciones de bienes treparon 22,7% en términos desestacionalizados, mientras que las exportaciones se derrumbaron 4,7% frente a agosto.

Asimismo, el Riesgo País -que mide la brecha de financiamiento de los bonos soberanos de un país respecto de los del Tesoro de USA- es clave para explicar el saldo de la cuenta capital/financiera del Balance de Pagos. Con un elevado costo de financiamiento no se puede acceder al mercado internacional de capitales ni atraer Inversión Extranjera Directa pues sólo es rentable invertir en proyectos productivos con retornos muy elevados. Algo similar sucede con la inversión financiera en moneda local: la tasa de interés en Pesos tiene que compensar las elevadas expectativas de inflación pero también el Riesgo País.

Pese a que la reestructuración de los bonos soberanos en moneda dura redujo a considerablemente el Riesgo país (de más de 2.000 puntos básicos bajo a 1.000 puntos básicos a mediados de septiembre), con el correr de los días la brecha se ensanchó perdiendo parte de la mejora lograda (actualmente se ubica en torno a 1.450 p.b.). Por ende, el canje de bonos Nacionales fue exitoso en posponer servicios en moneda dura pero no logró bajar a niveles razonables el costo de financiamiento de nuestro país.

A lo largo de octubre el Ejecutivo introdujo cambios en la orientación de la política económica para tratar de encarrilar estos tres frentes sin grandes resultados. Pese a que las reservas netas morigeraron su ritmo de caída frente a septiembre, descendieron más de USD 1.000 M cerrando el mes en torno a USD 5.000 M, apenas por encima del mínimo de las últimas dos saltos cambiarios (enero 2014 y diciembre 2015). Asimismo, gracias a la venta de títulos públicos (presuntamente por parte de ANSES) y mayor presión sobre operadores, logró revertir la fuerte suba de las cotizaciones financieras ocurrida en la primera quincena de octubre. Por último, el riesgo país trepo en la mayoría de las jornadas del mes.

Hacia adelante la principal incógnita a develar es si las autoridades lograrán frenar la sangría de reservas. Lamentablemente, el margen de maniobra es tan acotado que esto debería suceder en las próximas semanas. Caso contrario, el BCRA se vería forzado a aplicar una devaluación controlada para descomprimir la presión cambiaria en pos de evitar el peor escenario posible: perder el control del mercado oficial por quedarse sin poder de fuego.

En términos de la brecha cambiaria queda claro que hasta que esta no baje significativamente (perfore 50%) la capacidad de acumular reservas y crecer es limitada. Pese a que el Ejecutivo ha demostrado en las últimas semanas que las cotizaciones paralelas también pueden bajar significativamente en nuestro país, aún restar un largo camino por recorrer, especialmente si el oficial no ayuda a cerrarla.

Por último, bajar el riesgo país es una tarea de largo aliento que no sólo requerirá disciplina fiscal sino también que la economía argentina crezca y que el BCRA acumule reservas. Implementar una consolidación fiscal más ambiciosa que la presupuestado puede ayudar en este frente pero no es la solución a todos los problemas: sin divisas es imposible pagar compromisos en moneda dura.

En última instancia para encauzar la “trinidad imposible” se necesita un plan económico que cuente con tres patas: unificar la toma de decisiones económicas, medidas integrales y con dosis contundentes. Sin embargo, producto de la incertidumbre y desconfianza reinante, el esquema económico anunciado debería tener el mayor respaldo posible. Un acuerdo con el FMI y su ratificación en el Congreso por abrumadora mayoría podría ser la solución: el Fondo garantizaría cierta consistencia técnica y el apoyo de parte de la oposición, que esta política económica sea duradera.

Nota publicada el  3 de Noviembre en Perfil

VIDEO | Un respiro en medio de la tormenta

El gobierno logró bajar significativamente la brecha cambiaria tras haber alcanzado los tres dígitos. También secó la plaza con una importante colocación neta de deuda en Pesos. No obstante, la caída de reservas se aceleró.

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VIDEO | Sin novedades (de un plan consistente) en el frente

Pasa el tiempo y el equipo económico no logra articular medidas que logren romper el círculo vicioso en qué se encuentra el mercado cambiario (caída de reservas y aumento de la brecha).

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VIDEO | ¿El plan es Aguantar?

Persiste la sangría de reservas y el aumento de la brecha. El gobierno introdujo tibia suba de tasas de interés y mayores controles a las importaciones. Más que aguantar, se necesita un Plan Económico Consistente.

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VIDEO | Siempre que llovió, paro?

Pese a que esta semana el BCRA perdió menos reservas, la brecha cambiaría saltó superando el 100%. Sin una acción determinante por parte del gobierno, el círculo vicioso terminará provocando un ajuste cambiario que deteriore aún más el frente social.

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El triángulo de las Bermudas

Hay tres variables claves a monitorear diariamente en la crisis económica que enfrenta nuestro país: Reservas Internacionales; Brecha Cambiaria; y Riesgo País.

El tridente es liderado por las reservas netas del BCRA pues, en nuestro país, son el verdadero poder de fuego para controlar el mercado cambiario oficial (léase frenar una corrida contra el Peso). Sin reservas no hay forma de garantizar la estabilidad cambiaria: no es casualidad que los episodios de hiperinflación en la región hayan sido precedidos por agotamiento de las reservas de los respectivos Bancos Centrales.

Pero para poder acumular reservas es clave tener ingreso de divisas comerciales y/o financieras. Pese a que hoy el tipo de cambio real de la Argentina no presenta señales de atraso significativo (excepto quizás con Brasil), la elevada brecha existente producto de la liquidez excedente (emisión para cubrir el bache fiscal) en un contexto de crecientes restricciones cambiarias, desalienta las exportaciones e incentiva las importaciones, jaqueando el superávit comercial. El ejemplo de septiembre 2020 es ilustrativo: en el mes que la brecha saltó de 70% a 100% las importaciones de bienes treparon 22,7% en términos desestacionalizados, mientras que las exportaciones se derrumbaron 4,7% frente a agosto.

Asimismo, el Riesgo País -que mide la brecha de financiamiento de los bonos soberanos de un país respecto de los del Tesoro de USA- es clave para explicar el saldo de la cuenta capital/financiera del Balance de Pagos. Con un elevado costo de financiamiento no se puede acceder al mercado internacional de capitales ni atraer Inversión Extranjera Directa pues sólo es rentable invertir en proyectos productivos con retornos muy elevados. Algo similar sucede con la inversión financiera en moneda local: la tasa de interés en Pesos tiene que compensar las elevadas expectativas de inflación pero también el Riesgo País.

Pese a que la reestructuración de los bonos soberanos en moneda dura redujo a considerablemente el Riesgo país (de más de 2.000 puntos básicos bajo a 1.000 puntos básicos a mediados de septiembre), con el correr de los días la brecha se ensanchó perdiendo parte de la mejora lograda (actualmente se ubica en torno a 1.450 p.b.). Por ende, el canje de bonos Nacionales fue exitoso en posponer servicios en moneda dura pero no logró bajar a niveles razonables el costo de financiamiento de nuestro país.

A lo largo de octubre el Ejecutivo introdujo cambios en la orientación de la política económica para tratar de encarrilar estos tres frentes sin grandes resultados. Pese a que las reservas netas morigeraron su ritmo de caída frente a septiembre, descendieron más de USD 1.000 M cerrando el mes en torno a USD 5.000 M, apenas por encima del mínimo de las últimas dos saltos cambiarios (enero 2014 y diciembre 2015). Asimismo, gracias a la venta de títulos públicos (presuntamente por parte de ANSES) y mayor presión sobre operadores, logró revertir la fuerte suba de las cotizaciones financieras ocurrida en la primera quincena de octubre. Por último, el riesgo país trepo en la mayoría de las jornadas del mes.

Hacia adelante la principal incógnita a develar es si las autoridades lograrán frenar la sangría de reservas. Lamentablemente, el margen de maniobra es tan acotado que esto debería suceder en las próximas semanas. Caso contrario, el BCRA se vería forzado a aplicar una devaluación controlada para descomprimir la presión cambiaria en pos de evitar el peor escenario posible: perder el control del mercado oficial por quedarse sin poder de fuego.

En términos de la brecha cambiaria queda claro que hasta que esta no baje significativamente (perfore 50%) la capacidad de acumular reservas y crecer es limitada. Pese a que el Ejecutivo ha demostrado en las últimas semanas que las cotizaciones paralelas también pueden bajar significativamente en nuestro país, aún restar un largo camino por recorrer, especialmente si el oficial no ayuda a cerrarla.

Por último, bajar el riesgo país es una tarea de largo aliento que no sólo requerirá disciplina fiscal sino también que la economía argentina crezca y que el BCRA acumule reservas. Implementar una consolidación fiscal más ambiciosa que la presupuestado puede ayudar en este frente pero no es la solución a todos los problemas: sin divisas es imposible pagar compromisos en moneda dura.

En última instancia para encauzar la “trinidad imposible” se necesita un plan económico que cuente con tres patas: unificar la toma de decisiones económicas, medidas integrales y con dosis contundentes. Sin embargo, producto de la incertidumbre y desconfianza reinante, el esquema económico anunciado debería tener el mayor respaldo posible. Un acuerdo con el FMI y su ratificación en el Congreso por abrumadora mayoría podría ser la solución: el Fondo garantizaría cierta consistencia técnica y el apoyo de parte de la oposición, que esta política económica sea duradera.

Nota publicada el  3 de Noviembre de 2020 en Perfil

VIDEO | Cambio correcto pero insuficiente

El Ejecutivo implementó un paquete de medidas que busca estimular la oferta de divisas en vez de seguir restringiendo la demanda. El BCRA subió tasas e implementará deslizamiento cambiario menos previsible. Lamentablemente estas medidas se quedan cortas frente a la magnitud de la crisis.

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Pérdida de empleo: cuando los hechos superan la ficción

Desde comienzos de la cuarentena venimos alertando desde Ecolatina sobre el impacto de las restricciones a la circulación de personas sobre la economía informal, cuyas transacciones son en efectivo y cara a cara. Si bien anticipábamos que en el segundo trimestre se perderían alrededor de 3 millones de puestos de trabajo producto principalmente de una mayor destrucción de empleo informal y cuentapropista, la realidad del mercado laboral superó nuestras sombrías perspectivas. Veamos.

En primer lugar, la ocupación cayó 20,9% interanual (superando incluso la caída de 19,1% i.a. del PBI) en los 31 aglomerados urbanos relevados por el INDEC, lo que extrapolado al total de la población implica una pérdida de 4 Millones (M) de empleos, pasando de 19,1 M en el segundo cuarto de 2019 a 15,1 M en el mismo período de este año. Este ejercicio es razonable ya que la población urbana representa aproximadamente el 90% del total.

En segundo lugar, la dinámica del empleo fue muy heterogénea. Por caso, según el INDEC, los ocupados en establecimientos estatales aumentaron 5% i.a. en el segundo trimestre de 2020, en contraposición al deterioro de 26% i.a. observado en los trabajadores privados (lo que arroja una elasticidad de 1,35 por cada punto de caída del PBI).

En tercer lugar, si asumimos que los trabajadores estatales son asalariados registrados, se puede dividir la ocupación privada en tres: asalariados registrados, asalariados informales y cuentapropistas. En el primer caso, la caída fue de 9,5% i.a. (casi el doble que lo registrado por ANSES/AFIP), arrojando una elasticidad de 0,5 respecto al PBI (baja a 0,25 tomando información de ANSES/AFIP). Asimismo, el empleo informal cayó 43,5% i.a., exhibiendo una inédita elasticidad de 2,3 respecto al PBI, mientras que la ocupación cuentapropista se redujo casi 30% i.a., alcanzando una elasticidad de 1,5 en relación al PBI.

Por último, cabe mencionar que dentro de los que respondieron estar ocupados, más del 20% no se encontraba trabajando en el momento que el INDEC realizó la encuesta. Este valor suele encontrarse en torno al 2-3% mostrando que la dificultad de realizar tareas laborales durante la cuarentena fue aún mayor a la destrucción de empleo (ya sea por ser grupo de riesgo, suspensiones de las firmas, o por no estar autorizada la actividad sectorial).

En síntesis, el empleo público registrado no se vio afectado por la cuarentena/pandemia, la ocupación privada formal cayó menos que el desplome del PBI gracias a la protección oficial (doble indemnización, prohibición de despido sin causa justa y programa ATP) y la pérdida de empleo se centró en los ocupados que no tiene protección social y/o cobran salarios más bajos que el promedio y/o cuyos ingresos son más volátiles. El principal paliativo -decisión acertada por parte del Ejecutivo- para compensar el desplome de los ingresos provenientes del empleo informal fue el IFE, mientras que los estratos medios (donde cobran mayor relevancia cuentapropistas) sólo percibieron créditos blandos.

Llueve sobre mojado

La brutal destrucción de empleo informal (-43% i.a.) y cuentapropista (-29% i.a.), no sólo hunde a las familias de menores recursos por debajo de la línea de Indigencia y la Pobreza (esta última habría afectado a la mitad de la población en el segundo trimestre de este año), sino que también afecta regresivamente la distribución del ingreso (el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad del ingreso, empeoró 4% i.a. en el segundo cuarto de 2020).

Si bien el relajamiento de facto y de jure de las restricciones a la movilidad de personas, permite que el empleo informal y el cuentapropismo comiencen a recuperarse, la cada vez más modesta reactivación de la actividad pone interrogantes acerca de cuando se volverá a los niveles de ocupación previos a la pandemia. Cuanto más se demore la recuperación de la ocupación informal y cuentapropista, más lenta será la mejora de los indicadores socio-económicos.

Tampoco esperamos, en lo que resta del año, una mejora del empleo de calidad/formal que ayude a mejorar el ingreso de las familias y la distribución del ingreso: el empleo asalariado registrado ajustó poco respecto de la magnitud de la caída de la actividad, por lo que varias empresas se encuentran con dotación excedente.

En conclusión, a la precarización del empleo observada durante la recesión de 2018-19 (el empleo total creció pero en un contexto de contracción del trabajo registrado) este año se suma la fuerte destrucción de empleo (principalmente precario) producto de la cuarentena/pandemia. Este shock negativo sobre la ocupación afectó en mayor medida en los hogares de menores recursos, lo que explica el fuerte deterioro de la pobreza y la indigencia y una distribución más desigual del ingreso. Lamentablemente, esperamos una lenta recuperación de los puestos de trabajo perdidos en el segundo trimestre de 2020, imposibilitando una rápida reversión del deterioro observado en dichos indicadores socio-económicos.

 

Nota publicada el 26 de septiembre 2020 en Infobae