En el día de hoy, el Banco Central flexibilizó levemente su meta de crecimiento nulo de la base monetaria. Según su comunicado: “se adapta a un plazo bimestral la evaluación del cumplimiento de la meta de base monetaria en el período julio-agosto”. De esta manera, no deberá reforzar el sesgo contractivo de su política para esterilizar rápidamente la emisión de julio sino que podrá hacerlo a lo largo del próximo mes.
Por otro lado, extendió el piso de 58% de la tasa de interés de referencia (LELIQs) hasta la publicación del próximo dato de inflación, el 15 de agosto, cuatro días después de las elecciones Primarias. Si bien esto implica una estabilidad en términos nominales, equivale a endurecer la política monetaria en un contexto desaceleración de la inflación.
Más allá de lo engorroso que está siendo el cambio sistemático de las pautas impuestas por el FMI, esta novedad solo agrega evidencia a una sospecha bastante generalizada: el verdadero objetivo de la política monetaria es contener al dólar, para de esa forma acotar la suba de precios.
En este sentido, dado que desde la crisis cambiaria que comenzó el año pasado la principal herramienta para frenar la caída de la economía es calmar a la divisa, podemos afirmar que esta tasa de interés alta no es “tan contractiva” como lo sería en otro contexto. Por el contrario, apuntala la recuperación del consumo en el margen, mediante un estímulo al poder adquisitivo –o un freno a su caída-, especialmente en el caso de los bienes no durables, es decir, aquellos que no suelen comprarse en cuotas.
No obstante, no se puede dejar de remarcar que seguirá golpeando a los préstamos al sector privado (que arrojan una caída del 15% i.a. en términos reales) y tensando peligrosamente la cadena de pagos. De hecho, la morosidad ya supera el 5% del total del sistema, alcanzado así los picos de la última década y exhibiendo una dinámica preocupante.
En resumen, la reciente medida ratifica el rumbo adoptado por el Banco Central desde octubre de 2018, cuando se impuso el objetivo de crecimiento nulo de la base monetaria hasta junio de este año, luego estirado a diciembre. Además, reafirma que la autoridad monetaria posee como objetivo principal controlar al dólar.
Si bien hasta el momento el BCRA viene siendo exitoso en este frente, y logró en el camino sumar herramientas –intervenir dentro de la Zona de No Intervención y mayor margen para operar en el mercado de futuros-, posiblemente en las próximas semanas estemos frente a las dolarizaciones de cartera de mayor magnitud. Restará ver entonces si la demanda de divisas pre electoral, en este contexto donde una gran porción de los ahorros se dolarizó el año pasado, podrá depreciar significativamente al peso. El Banco Central está armándose para evitarlo. Veremos si alcanza.