Economía
Al primer trimestre el PIB creció 0,6%, la más baja desde 2003. Este resultado proviene tanto de la desaceleración económica que experimenta el país desde 2013 como por los resultados de la pandemia y la cuarentena. A su vez, el índice mensual de actividad económica a mayo reporta una caída de 7,9%, dentro de la cual sobresale la reducción de minería (-42%), construcción (-31%), transporte (-20%) y comercio (-16%). Esta caída se reflejó en el mercado laboral, donde la tasa de desempleo subió a 9,6%. Considerando la caída de personas activas, se estima que más de medio millón de personas dejaron de trabajar por efectos del Covid-19. Como resultado de esta caída, los ingresos tributarios cayeron 30%, que proviene tanto de la caída de la actividad como la postergación de los pagos tributarios por parte de los contribuyentes. Frente al aumento de las transferencias a hogares pobres (11 millones por un promedio de $70), implica que el déficit fiscal en el año estaría por encima de 10% del PIB.
Política
La tensión política y social en Bolivia es elevada. El conflicto se originó por la postergación de las elecciones generales del 6 de septiembre al 18 de octubre por la pandemia. Esto ha generado la insatisfacción de los adherentes y simpatizantes del partido de Evo Morales (MAS), quienes han cercado las ciudades e impedido el ingreso o salida tanto de personas y bienes. La reacción ocurre por varios factores: i) la prolongación del mandato transitorio de la presidenta Añez y la posibilidad de que las acciones que implemente contra la pandemia incrementen su popularidad y su votación; ii) una fecha posterior al punto máximo de la pandemia posibilitaría que más opositores al MAS voten y reduzcan la votación al partido de Morales; y, iii) la tentación de efectuar una venganza política para que Añez abandone el poder por la presión de las calles, tal como fue el caso de Morales en 2019. Es probable que esta situación se solucione en unos días, pero postergue la tensión después de la elección.