Brasil: O que esperar do novo governo?

Em linhas gerais, há dois tipos de avaliação em torno do futuro governo Bolsonaro. As avaliações mais pessimistas são encontradas entre os analistas de riscos. Os principais argumentos mobilizados para sustentar o pessimismo são fatores de natureza ideológica, a saber: a análise dos discursos da nova equipe política, especialmente aqueles relacionados ao caráter plebiscitário (relação direta político-eleitor) da democracia brasileira, alimentando a preocupação com a qualidade das instituições políticas.

Por outro lado, há as analises economicistas que extraem o otimismo fundamentalmente a partir de dois elementos: a) a derrota do PT e b) formação da equipe econômica. O primeiro elemento é aquele que gera maior risco de análise. A interpretação do mercado é de que a derrota do PT deveria ser comemorada diante do potencial risco advindo de uma vitória do petismo. A sua derrota eleitoral seria interpretada como a “senha” para uma nova agenda de medidas, incluindo a reforma da Previdência.

Na verdade, o cenário político mais provável para administração Bolsonaro é um meio do caminho entre essas duas visões. O encaminhamento de alguma reforma da Previdência ao longo de 2019 é o quadro mais provável. De todo modo, a tendência é de um mandato com bastante instabilidade política ao longo dos quatro anos da nova administração.

Essa instabilidade reflete dois pontos centrais da política brasileira. O primeiro deles é uma tendência de enfraquecimento do poder de agenda do Executivo em comparação ao poder Legislativo. Assim, o reformismo fica refém dos conflitos partidário-eleitoral, dificultando a cooperação entre os poderes. Cada disputa partidária atinge diretamente a janela de reformas. A presidência da República é cada vez mais fraca, sob o prisma político.

Outro movimento refere-se à consolidação de um novo sistema partidário no Brasil, após a crise da polarização PT-PSDB. Os partidos enfrentam ainda os dilemas relativos à cláusula de barreira e à futura proibição das coligações eleitorais nas eleições proporcionais. Dito de modo mais direto: a tendência é de muitas mudanças na balança de poder entre os partidos, o que torna mais instável o processo legislativo, especialmente a partir de 2020.

Sob o prisma da economia, o aspecto central é o encaminhamento da reforma da Previdência. Nossa avaliação é de que é provável o encaminhamento de algum projeto em torno da questão previdenciária, a despeito de todo dos dilemas políticos relevantes do governo Bolsonaro.

Venezuela: Caminante no hay camino…

A escasos meses de la entrada en vigor del Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, el acelerado deterioro del cuadro externo y el drama inherente al ciclo hiperinflacionario continúan marcando el tempo de una economía que se dispone a entrar a un nuevo estadio de la crisis conforme el 4T2018 continúa su curso. Hasta ahora, la producción petrolera cae a un ritmo cercano a los 48 mil barriles diarios (kb/d) -USD 1.282 millones por año – mes a mes, la inflación acumulada asciende a 334.402% en cuestión de diez meses y la actividad económica continúa en caída libre, huérfana de un acompañamiento real por parte de la política económica.

La hiperinflación continúa su curso. A pesar de una desaceleración significativa durante el mes de septiembre, la dinámica de los precios pareciera retornar a la cota del 200,0% mensual, a inicios de una parte del año donde, producto de la propia dinámica fiscal y política, los niveles de inflación suelen registrar sus niveles anuales más altos. No obstante, a pesar de que Venezuela cumpla un año en hiperinflación (980.079% acumulado desde noviembre de 2017), en Ecoanalítica somos de la opinión de que, más allá de la retórica política propuesta por el Gobierno en la materia, no hay razones para suponer algún tipo de desaceleración del proceso hiperinflacionario en los próximos meses.

El frente externo prevalece como uno de los minotauros más complejos de conducir de cara al 4T2018 –y en 2019. Al cierre del mes de octubre, la producción petrolera se ubica en torno a los 1,17 millones de barriles diarios (mb/d) según fuentes secundarias consultadas por la OPEP y el nivel de taladros continúa significativamente por debajo (27 unidades en octubre) del umbral necesario para frenar la caída (42 unidades), apuntando a una mayor contracción del rubro de cara al corto y mediano plazo.

Las sanciones persisten. Semanas atrás, el Gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) impuso un nuevo set de sanciones al Gobierno venezolano donde, grosso modo, se amplía el criterio vigente para ser sujeto a algún tipo de sanción por parte de EE.UU. y se reducen de manera dramática los grados de libertad del oficialismo a nivel externo al imponerse severas restricciones sobre la venta de oro en el mercado internacional –en especial considerando unas necesidades de financiamiento cercanas a los USD 2.306 millones para el 4T2018 y de USD 10.401 millones en 2019.

En materia cambiaria resalta la persistencia de la apreciación del tipo de cambio real vigente en el mercado no oficial. Durante el mes de octubre, el tipo de cambio paralelo presentó una apreciación real cercana al 30,9%, con lo cual se suma a la lista de meses en 2018 (hasta ahora, ocho) donde la depreciación del tipo de cambio paralelo ha sido superada, significativamente, por los niveles de inflación. En Ecoanalítica somos de la opinión de que la fuerte distorsión en los distintos precios relativos de la economía, así como un cambio en la actitud hacia el ahorro –producto de la propia crisis– salen a relucir como los principales causantes de dicho fenómeno.

La situación de default persiste. A pesar del pago del bono “Pdvsa 2020”, tanto la República como Pdvsa acumulan cerca de USD 6.986 millones en pagos atrasados distribuidos en una serie de títulos que, al momento de escribir estas líneas, se acercan al año de retraso.

Por último, la contracción de los niveles de consumo, a la par de un fuerte deterioro al nivel de la oferta agregada, continúa jugando un papel protagónico detrás de las presiones recesivas que al día de hoy enfrenta la economía venezolana. En Ecoanalítica esperamos una contracción del producto próxima al 23,5% en 2018.

La estabilidad cambiaria y la recesión desaceleran la inflación en noviembre

¿Cuál fue la inflación de noviembre?

En noviembre, el IPC Nacional del INDEC registró un alza de 3,2% mensual. Pese a superar el 3%, la inflación se desaceleró significativamente en comparación con el bimestre septiembre-octubre, cuando promedió 6% mensual. Esta dinámica respondió a la reciente estabilización del dólar y la dilución del efecto del salto cambiario de fines de agosto (que termina siendo relativamente acotado producto de la fuerte caída de ventas), junto con un menor incremento de Precios Regulados (subieron sólo 2,8%, impulsados por aumentos en transporte). Por su parte, la inflación núcleo -que contiene los precios que no se comportan estacionalmente ni son regulados por el Estado o con una elevada carga impositiva- fue de 3,3% en el mes, desacelerándose respecto al 6,1% promedio del bimestre anterior.

De esta forma, la inflación acumula 43,9% en once meses y alcanzó una variación interanual de 48,5%. Si bien el Nivel General de precios marca una importante alza, no todos los precios subieron lo mismo. Por lo tanto, es relevante analizar la dinámica desagregada en pos de comprender su impacto sobre el resto de las variables macroeconómicas.

¿Cómo fue el movimiento de precios relativos?

Las variables nominales de la economía argentina fueron afectadas durante 2018 por un salto cambiario de más del 100%. Considerando la importancia del dólar en la formación de precios, la fuerte depreciación sufrida aceleró el proceso inflacionario. Este driver provocó que los precios de los bienes y servicios transables (que se comercian internacionalmente) crecieran por encima del resto, puesto que dependen sensiblemente del tipo de cambio. Dado que la mayoría de los bienes relevados en el IPC se comercializan internacionalmente mientras que la mayoría de los servicios no son transables. Es por ello, que en los primeros once meses del año los bienes aumentaron 10 p.p. más que los servicios: mientras que los primeros acumularon una suba de 47,7%, los servicios treparon 37,7%. Esta brecha es aún más marcada si tomamos en cuenta la suba de precios de los bienes vs. los servicios privados (mayormente no transables). Según el IPC GBA Ecolatina, la suba de precios acumulada en lo que va del año alcanza 47% para los bienes y 27% para los servicios privados. Por último, en un contexto de ajuste fiscal y elevada proporción de costos dolarizados en la provisión de luz, gas, agua y transporte público, no sorprende que el precio de los servicios públicos hayan trepado más que los bienes.

Por su parte, los precios de alimentos y bebidas escalaron 48,6% en los primeros once meses de 2018, superando ampliamente a la evolución del Nivel General y, por lo tanto, encareciéndose en términos relativos. Este rubro, que afecta principalmente a los sectores de menos recursos, lleva siete meses consecutivos de alza por encima del Nivel General. Si a esto le sumamos que los ingresos de las familias (salarios, changas y planes sociales) treparon mucho menos que la línea de indigencia (CBA) y pobreza (CBT), se entiende porque empeoraron los indicadores socio-económicos.

¿Cuál es la perspectiva para los próximos meses?

El reacomodamiento de precios relativos será un factor inflacionario en los próximos meses, ya que hay variables que quedaron nominalmente rezagadas frente al resto y pujarán por recuperar el terreno perdido (en la medida en que la demanda se los permita). Por lo tanto, aun cuando el tipo de cambio permanezca contenido, la inflación persistirá elevada, en este caso por motivos inerciales.

En ese contexto, estimamos que en el último mes del año los precios avanzarán en torno a 3%, finalizando el 2018 con una inflación de alrededor de 48% i.a. Así, diciembre podría ser el primer mes desde abril 2018 (cuando comenzaron las turbulencias cambiarias) en que la variación de precios sea menor a la registrada en igual mes de 2017 (+3,1%).

Sin embargo, esto no implica una “relajación” en la dinámica inflacionaria: el comienzo de 2019 será agitado. En primer lugar, porque los trabajadores intentarán recomponer el poder adquisitivo perdido este año. Además, se observarán incrementos ya pautados en los precios regulados (agua en enero, electricidad en febrero, subte en el primer bimestre y gas en abril, además de subas en combustibles). En consecuencia, aunque no haya saltos en el frente cambiario, la inflación promediaría 2,5% en el primer cuatrimestre del año próximo.

Uruguay: Gobierno apronta medidas para revertir la situación del mercado de trabajo

El Gobierno difundió varias medidas de estímulo a la inversión y a la creación de empleo denominados “Estímulos a la generación de empleo”, que incluye un programa de acciones en elaboración y que serán puestas en práctica en el corto plazo.

A continuación se detallan algunas de las propuestas plateadas:

Medidas de apoyo al sector turismo. Se reinstaló la reducción de 22 puntos de IVA sobre servicios turísticos prestados a personas físicas no residentes que sean abonados mediante dinero electrónico, tarjetas de débito o crédito entre octubre de 2018 y abril 2019 (Decreto 258/18).

Medidas de apoyo al sector agropecuario. Reducción temporaria del costo de la energía eléctrica; devolución del IVA al gasoil; reducción de la Contribución Inmobiliaria Rural (de 18% para padrones menores a 1.000 hectáreas más 10% adicional para productores que no sean contribuyentes de Impuesto a la Renta de las Actividades Empresariales (IRAE) en 2018 y 2019); exoneración de todo tributo a los bienes destinados a integrar el costo de fabricación de maquinarias y equipos para uso agrícola; se promoverá un subsidio a seguros agrícolas que cubran riesgos de déficit equivalente a 12% del valor (deducción incrementada o crédito tributario); habilitación del uso de certificados de crédito para pago de servicios a las Empresas Públicas; eliminación temporaria del IVA a la carne de ave y carne de cerdo con hueso; entre otras medidas.

Medidas de estímulo a pequeñas empresas. Régimen simplificado para pago del Impuesto al Patrimonio; Beneficios automáticos a las inversiones (se mejoraron los beneficios fiscales automáticos para las nuevas inversiones de contribuyentes con ingresos inferiores a US$ 500 mil).

Ley de empleo. Subsidio equivalente al 25% de las retribuciones mensuales (40% para trabajadores mayores de 45 años) por 18 meses para nuevos trabajadores; modificaciones a la Ley 19.133 de empleo juvenil con el objetivo de hacer más atractivo el uso e incentivar la contratación de jóvenes.

Proyecto de Ley de emprendimientos. Sociedades por Acciones Simplifiacadas: Creación de una nueva forma societaria para nuevos emprendimientos que reduce el costo de crear una empresa y permite al emprendedor abrir la participación del capital accionario a inversores, manteniendo el control de la empresa; Crowd-Funding: generación del marco legal para que el Banco Central pueda habilitar y regular plataformas de financiamiento colectivo, que permiten a los pequeños emprendedores innovadores obtener financiamiento; Capital de riesgo e inversores ángeles: se habilita el marco legal para disponer que, bajo ciertas condiciones (con intervención de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) o de la Agencia Nacional de Desarrollo; ANDE) los aportes de empresas en funcionamiento a fondos de capital de riesgo o a proyectos innovadores pueda ser considerado un gasto deducible a efectos del cálculo del IRAE.

Estímulos al sector audiovisual. Programa “piloto” de subsidio del Fondo Uruguay Audiovisual: reintegro de un 22% de los gastos elegibles realizados localmente. El programa durará 18 meses, tendrá un presupuesto de US$ 2 millones, y será promovido y financiado por la ANDE; Declarar promovida la producción audiovisual (con excepción de la publicidad) y servicios de apoyo logístico a producciones de empresas del exterior; otorgar beneficios tributarios a la industria audiovisual: exoneración parcial de IRAE por las rentas obtenidas en el período 2019-2023 y exoneración de tributos a la importación de equipamiento necesario para la producción audiovisual.

Subsidio directo a actividades de Investigación y Desarrollo (I+D): crédito fiscal equivalente a 35% de los gastos de I+D elegibles realizados por las empresas (hasta 45% en caso que se formalice una asociación con una universidad o centro de investigación).

Perú: Contraste de fuerzas

El presidente Martín Vizcarra se ha consolidado en las encuestas de popularidad (61% de aprobación) frente a un debilitado Congreso, dominado por la oposición, que se encuentra en un nivel bajo de aprobación (15%).

Este resultado puede ser leído como que el presidente Vizcarra resultó ganador del enfrentamiento Ejecutivo-Legislativo. Ahora el presidente cuenta con un importante capital político que le era esquivo al comienzo de su mandato.

Pese a que la presidencia pasa por su mejor momento, existe el riesgo de que para mantener su alto nivel de aprobación recurra a medidas populistas dado que no se cuenta aún con una agenda de reformas. De hecho, el Congreso, para recuperar cierta aprobación, podría hacer lo mismo.

En línea con estos desarrollos, se han descartado los peores escenarios políticos: vacancia presidencial, disolución del Congreso o elecciones anticipadas.

2019, año de consolidación

Este año nuestra economía cerraría con un crecimiento de alrededor de 4%, cerca de su potencial, a pesar de los distintos choques negativos que recibimos, particularmente provenientes del exterior. El más importante de ellos fue la escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que terminó por afectar negativamente la cotización del cobre (pasó de un máximo de US$ 3.3 a US$ 2.8 por libra).

Para 2019 se proyecta un crecimiento de 3.9%, alrededor del potencial. Además, al igual que en 2018, la demanda interna crecería por encima del PBI (4.1%) lo cual indica un mayor dinamismo de las ventas. Por tanto, el próximo año sería de consolidación del crecimiento, ya que se dejaría definitivamente atrás el periodo 2014-2017, cuando la economía creció en promedio 3%.

Por el lado del gasto, la inversión privada sería la más dinámica debido, sobre todo, al dinamismo de la inversión minera (27.9% de crecimiento esperado en 2019). Por el contrario, la inversión pública no tendría ningún tipo de contribución puesto que se anticipa un crecimiento nulo durante 2019. La razón es que es altamente probable que la inversión pública en los gobiernos subnacionales caiga, por la llegada de las nuevas autoridades. El consumo privado, por su parte, crecería a una tasa similar a la del PBI (3.8%), dinamizado por el crecimiento del empleo formal.

Por el lado sectorial, los no primarios serían el eje dinamizador de la economía con un crecimiento promedio de 4.2%. Los sectores primarios crecerían alrededor de 3% debido a que no se espera la entrada de grandes proyectos mineros. Los sectores ganadores durante el próximo año serían principalmente tres: la agroexportación, la construcción y el de comercio. Esto respondería principalmente a ventajas naturales de nuestro país, inversión en proyectos mineros y mayor dinamismo del consumo privado, respectivamente.

En el plano local el principal riesgo tiene que ver con la situación política del país. Una vez descartados los peores escenarios políticos, el presidente Vizcarra podría verse tentado a tomar medidas populistas para mantener su nivel actual de aprobación (que supera el 60%). En el ámbito internacional nuestra principal preocupación sería una escalada de la guerra comercial y la destrucción del multilateralismo comercial.

México: El ambiente económico para la administración entrante

Al cierre del mes de octubre de 2018, la economía mexicana presentó señales que apuntan a un escenario de crecimiento por encima del 2% para el cierre del presente año y una desaceleración de la inflación mensual. Este control inflacionario fue de 4.90% anual en el mes de octubre, con lo que se retoma la tendencia del índice de precios por debajo del 4% observada a partir de abril y que se vio interrumpida durante septiembre con una tasa de inflación anual de 5.02%. Las primeras estimaciones oficiales apuntan a una tasa preliminar de crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2.6%, lo que deja el crecimiento anual en los nueve primeros meses del año de 2.2%. La paridad cambiaria tuvo una depreciación de 3.6% en las últimas dos semanas, con lo que se colocó en 20.12 pesos por dólares en promedio en la primera mitad de noviembre.

La volatilidad del tipo de cambio se explica por el fortalecimiento del dólar debido al creciente temor de una recesión mundial y un conflicto comercial de gran envergadura entre Estados Unidos y China, mientras que, a nivel interno, se fundamentan por incertidumbre desatada debido a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México por parte de la administración entrante y la propuesta de una ley para regular el cobro de comisiones del sector bancario. En este contexto, Consultores Internacionales, S.C. ® incrementa su estimación de crecimiento de la economía nacional 2.2% con un margen de variabilidad de entre 2.1% y 2.3 por ciento.

En el ámbito doméstico, las estimaciones preliminares apuntan a un crecimiento de 2.6% anual del PIB en el tercer trimestre del año. Este crecimiento implica un fortalecimiento de la economía debido al ambiente de certidumbre política alcanzado por el respeto de los resultados electorales de julio, así como por la culminación exitosa de la negociación del acuerdo de libre comercio de América del Norte (T-MEC o USMCA por sus siglas en inglés). Este desempeño en la economía es el mejor para un tercer trimestre desde el año 2015. Las actividades del sector terciario lideran el crecimiento con 3.4% anual, mientras que el sector industrial ligó su segundo trimestre con un crecimiento positivo de 1.1%, después de haber presentado contracciones durante la segunda mitad de 2017 y el primer trimestre de 2018.

Por otra parte, las dificultades en el proceso de inversión de la economía continuaron durante el mes de agosto. Los últimos datos publicados indican una caída de 3.4% en la Inversión Fija Bruta con respecto al mes de julio. Esta contracción fue particularmente pronunciada en la adquisición de Maquinaria, equipo y otros bienes a nivel nacional, la cual cayó 11.1% mensual. La tendencia en la caída de la inversión se debe al calendario político de transición entre administraciones. Este periodo se ha caracterizado por una contención de los proyectos de inversión debido a la incertidumbre en la conformación de las prioridades por parte de la próxima administración gubernamental que toma protesta el 1ero. de diciembre. Adicionalmente, cabe resaltar que el presupuesto federal se retrasa en cada periodo de transición, por lo que en este caso será presentado hasta el 15 de diciembre, lo que implica un flujo reducido de información oficial que aplaza los
planes de inversión.

En el caso de la inflación, esta se colocó en 4.90% anual en el mes de octubre y registró un avance mensual de 0.52 por ciento, en comparación con septiembre. El avance inflacionario para un mes de octubre es el menor desde el año 2015, cuando se registró un crecimiento de 0.51%. En este caso, la mayor incidencia positiva mensual de la inflación fue registrada por los energéticos con una contribución de 0.350 puntos porcentuales, mientras que la mayor incidencia en sentido negativo se registró en los productos agropecuarios con (-)0.072 puntos porcentuales –ambos pertenecientes a la
medición de inflación no subyacente-. Por otro lado, la depreciación del tipo de cambio y el aumento de tasas de interés por parte de la FED en Estados Unidos obligarán a Banco de México a aumentar su tasa de interés 0.25 puntos base para dejarla en 8.0%.

En el ámbito internacional, se anunció que el inicio del CPTPP-11 será el próximo 30 de diciembre de 2018 e incluirá, de inicio, únicamente a seis de los 11 países firmantes, entre los cuales el único país de Latinoamérica que entrará ese día será México. Por otra parte, el resultado de las elecciones de medio término en Estados Unidos, en las cuales el partido Republicano perdió la mayoría de la Cámara de Representantes, extenderá la posible aprobación por parte del congreso de ese país del T-MEC, ya que se espera que el Partido Demócrata haga una revisión a fondo del acuerdo y, posiblemente, exija cambios en temas importantes para su electorado como: medio ambiente, migración, comercio tecnológico y salarios. De esta manera, la ratificación y entrada en vigor se podría alargar hasta bien entrado el 2019.

Debido al incierto ambiente político en torno a las medidas económicas de la próxima administración y el entorno extranjero, pero tomando en consideración los últimos datos preliminares de crecimiento, Consultores Internacionales, S.C. ® espera una tasa de crecimiento de 2.2% en 2018, un tipo de cambio de 20.44 pesos por dólar y una tasa de interés de 8.0% al final del año.

La recaudación se contrae en términos reales y ya acumula 5 meses en baja

¿Qué pasó con la recaudación en noviembre?

Durante noviembre, los ingresos tributarios crecieron 34% i.a., alcanzando los ARS 300 mil millones. Esto significa una caída de 10% en términos reales, al compararla con una inflación proyectada de casi 49% i.a. para el mes. De esta forma, la recaudación perdió poder adquisitivo por quinto mes consecutivo. Sin embargo, la magnitud de la pérdida fue in crescendo y, por primera vez, alcanza las dos cifras.

Los tributos con mejor desempeño volvieron a ser las retenciones, que saltaron 229% i.a. por el nuevo esquema y el salto cambiario. También los impuestos a los créditos y débitos (+45% i.a.), al valor agregado DGI (+41%) y a las ganancias (+38% i.a.) mostraron buenos resultados.

Por el contrario, los derechos de importación crecieron 32% i.a. y el IVA DGA apenas 6% i.a., a pesar del tipo de cambio más elevado, disminuyendo 11% i.a. y 28% i.a. respectivamente en términos reales. El principal motivo de esta baja fue la disminución de las alícuotas del IVA DGA, aunque la caída de lo recaudado vía aranceles también refleja que hubo una reacción de las importaciones a un dólar más caro y un nivel de actividad menor. A la vez, el desarrollo de la cumbre del G20 interrumpió la operatoria portuaria durante parte del jueves 29 y el viernes 30 de noviembre, reduciendo la actividad gravada durante el mes.

Por su parte, los ingresos del sistema de seguridad social también crecieron por debajo de la inflación (+23% i.a., -18% i.a. deflactado), por la caída del salario real y del empleo formal, y el impuesto a los bienes personales cayó 53% i.a. (-69% i.a. deflactado).

¿Cómo cambió la recaudación tributaria este año?

En los primeros once meses de 2018, y a pesar de los ingresos extra que aportaron las retenciones a las exportaciones por fuera del complejo sojero, la recaudación tributaria se contrajo 1,3% descontando la inflación. Ahora bien, si se corrigen los efectos en la base de comparación causados por el blanqueo ocurrido el año pasado, el monto recaudado se mantuvo prácticamente estancado en términos reales (+0,3%). Este resultado es producto de una caída en algunos tributos, que evolucionaron por debajo del avance de los precios. Tal es el caso del impuesto a los bienes personales, cuyo ingreso cayó a la mitad descontando la inflación (-49% i.a.), y de los aportes y contribuciones a la seguridad social, que perdieron 5% i.a. en términos reales por la magra evolución de la masa salarial formal durante el año. A contramano, el IVA total creció 10% i.a. deflactado (traccionado por un muy buen primer semestre, en donde trepó más de 15% i.a.); y los ya mencionados derechos a la importación y exportación subieron 8% i.a. en términos reales.

¿Cuáles son las perspectivas?

Conforme a nuestras estimaciones, la recaudación tributaria finalizará el año en torno a los ARS 3,4 billones, lo que implica un avance nominal del 32% i.a. Este monto representa un 24,0% del PBI, mostrándose en línea con el resultado de 2017, cuando fue de 24,4%. De este modo, la retracción en términos reales será de alrededor de 1%.

En este sentido, no se observarán grandes modificaciones en el monto de la recaudación agregada. Sin embargo, en cuanto a su composición, se puede observar que la distribución de la carga impositiva será más regresiva que el año anterior ya que el IVA crecerá en importancia, aumentando del 29,7% al 32,2% del total, y que la participación del impuesto a los bienes personales se reducirá a la mitad.

Por último, producto de la depreciación del peso durante 2018, el valor del total de recursos tributarios recaudados en 2018 medido en dólares será 19% menor al mismo monto de 2017. Esto genera que, debido al descalce de monedas en la estructura de la deuda pública (que esta mayormente denominada en dólares), sea más difícil afrontar el pago de intereses con los recursos generados mediante impuestos. De esta manera, una fuente de financiamiento que es clave en una etapa de mercados privados de crédito cerrados pierde capacidad de pago.

Significativa desaceleración de la inflación en noviembre

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires creció 3,3% en el mes de noviembre. De esta manera, acumula una suba de 43,6% en lo que va del año y de 48,1% respecto a igual mes del año anterior.

En noviembre la desaceleración de la inflación fue significativa y volvió a exhibir registros similares a la previa del salto cambiario, siendo el menor ritmo de crecimiento de precios generalizado entre las aperturas. De estas, las que exhibieron mayores incrementos fueron Otros bienes y servicios (+6,3%), impulsado por artículos de tocador y perfumería y cigarrillos y Alimentos y bebidas (+5,2%), traccionados por los incrementos en verduras -especialmente papa-, lácteos y bebidas no alcohólicas. Por su parte, vale destacar que debido a la ausencia de aumentos en tren y colectivo en la segunda quincena y a la leve baja del combustible en este período, las presiones de Transporte y Comunicaciones (+2,7%) se diluyeron a lo largo del mes.

La desaceleración observada a lo largo del mes fue el resultado de un menor crecimiento de todos los componentes del índice y como consecuencia, estimamos que esta tendencia continue en el próximo mes. Sin embargo, durante diciembre los Regulados volverán a subir pese al anunciado recorte en el precio de los combustibles, ya que también tendrán lugar los incrementos en el boleto del subte y prepagas.

Ecuador: Una proforma presupuestaria con inconsistencias

La proforma del Presupuesto General del Estado (PGE) para el año 2019 fue enviada a la Asamblea el 31 de octubre y debe ser discutida y aprobada en el transcurso del mes de noviembre. No obstante, el contenido de la proforma presenta varias inconsistencias, pese a que existen recortes que apuntan en la dirección correcta. Además, existen supuestos que resultan demasiado optimistas, sobre todo en variables clave para el PGE como el precio proyectado del petróleo para 2019.

En primer lugar, la proforma para 2019 no toma en cuenta la ejecución del gasto en 2018 y más bien se compara con el PGE codificado (es decir, el Presupuesto aprobado por la Asamblea, pero incorporando algunas modificaciones que ha hecho el Ministerio de Economía y Finanzas), que muestra varias inconsistencias respecto al PGE realmente ejecutado. Por lo tanto, el Gobierno destaca supuestos recortes en el gasto que en realidad no se darían en 2019. En el caso de los bienes y servicios de consumo, por ejemplo, el gobierno espera una reducción “significativa” de 14% al comparar la proforma 2019 con el Presupuesto codificado de 2018. Sin embargo, si se toman en cuenta las proyecciones de gasto del Observatorio de la Política Fiscal (OPF), que basa sus estimaciones en el gasto realmente ejecutado hasta octubre de este año, en 2019 el gasto en bienes y servicios de consumo sería levemente mayor que el efectivamente ejecutado en 2018. Algo similar ocurre con el gasto de inversión que ejecuta directamente el Gobierno (es decir, excluyendo las transferencias de capital a los gobiernos seccionales) y que ha sido la variable de ajuste en 2018.

Incluso en la comparación con el PGE codificado la proforma ya contempla un aumento en el gasto total, en gran parte como consecuencia del restablecimiento del aporte al fondo de pensiones de la seguridad social que en 2019 sería, según los cálculos del Gobierno, de US$1.240 millones, es decir, más de 1% del PIB. En ese contexto, hubiera sido esperable un recorte mayor en otros componentes del gasto corrientes, principalmente sueldos y salarios, donde la caída en 2019 sería de apenas 0,7%.

Por otro lado, el gobierno espera que el PIB en 2019 alcance un crecimiento anual de 1,4% y en base a esa proyección, optimista en nuestra opinión, ha proyectado un aumento en los ingresos tributarios. Finalmente, los ingresos petroleros en 2019 también podrían ser menores a los contemplados en la Proforma, que se basa en un precio de referencia de US$58,3 por barril (mayor al observado en los últimos días) y en una producción de 565.000 barriles diarios, 9% mayor al volumen promedio observado en lo que va de 2018.

Si, como creemos, los ingresos tributarios y petroleros están sobrestimados, entonces el déficit y las necesidades de financiamiento calculados por el Gobierno estarían subestimados. En un contexto de difícil acceso a financiamiento externo, es posible que en 2019 el Gobierno se vea obligado a llevar a cabo un ajuste en el gasto mayor al que ahora quiere asumir.

La baja de la inflación ¿ayuda o perjudica a las cuentas fiscales?

El cumplimiento de la meta de equilibrio primario será la condición central que permita o impida al gobierno recibir los fondos acordados con el FMI. Sin embargo, la principal preocupación en el corto plazo parece ser moderar la inflación. A pesar de mejorar el “humor social”, este objetivo no necesariamente va por el mismo camino que alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas. Una desaceleración abrupta de la inflación podría deteriorar el resultado fiscal. En este sentido, un ritmo mayor de aumentos podría ayudar a alcanzar el déficit cero, dependiendo de cuáles sean los drivers que lo impulsen.

Para entender por qué y los distintos escenarios posibles, realizaremos un pequeño ejercicio. En él, compararemos dos proyecciones: nuestro escenario más probable para 2019 y uno alternativo en que la inflación promedio anual es 10 p.p. mayor al mismo. Realizamos la proyección con los precios promedio en lugar usar la variación i.a. que compara ambos diciembres, porque los ingresos y gastos se acumulan durante todo el año. Así, en el primer caso esta medida será de 40% y en el segundo de 50%.

Los ingresos del sector público tienen una relación estrecha con la inflación: un tercio de la recaudación corresponde al cobro de IVA, que es un porcentaje sobre la facturación final de los bienes y servicios. Lo mismo ocurre con muchos otros impuestos, cuya percepción aumenta con incrementos nominales de la base imponible. De esta manera, saltos en la inflación no modificarían significativamente la recaudación en términos reales, ya que la incrementarían nominalmente en línea con el aumento de precios, siempre y cuando no afecten el nivel de actividad. Estimamos que los ingresos reales del sector público crecerán ligeramente en 2019 en cualquiera de los dos escenarios planteados, de no mediar nuevas modificaciones en la estructura tributaria.

Pero las erogaciones del Estado también dependen de la nominalidad de la economía. Las prestaciones sociales (jubilaciones, asignaciones sociales, pensiones, etc.) están indexadas al Índice de Movilidad Jubilatoria. Estas partidas representan casi el 60% del gasto primario y se actualizan automáticamente con la inflación y los aumentos salariales formales pasados. El rezago temporal entre el aumento de estos y su reflejo en los beneficios sociales es de dos trimestres. Por esto, cuando la inflación se acelera, las jubilaciones y asignaciones pierden poder adquisitivo y el gasto en prestaciones sociales cede lugar como porcentaje del PBI. Por el contrario, cuando la inflación cae, estas partidas crecen en términos reales. En nuestro escenario más probable, las prestaciones sociales recuperarán el terreno cedido en la segunda mitad de 2018 y cerrarán el año en el mismo nivel, generando que el gasto primario se contraiga 8% deflactado (por la reducción de otras partidas). Sin embargo, en caso de haber una mayor inflación, el gasto social se licuaría 6% en el año y las erogaciones primarias caerían 13%, descontando el aumento de precios.

Así, de aumentar considerablemente la inflación, el rojo fiscal primario se contraería, al licuarse el mayor rubro del gasto. De esta forma, el déficit primario lograría quedar contenido en la salvaguarda por gasto social del stand-by -en caso de aplicarse, permite un rojo primario de hasta 0,2% del PBI-. De esta manera, una mayor inflación podría ayudar al gobierno en sus objetivos. A pesar de esto, la clave estará en cuál sea el motor de la inflación. El resultado obtenido no es el mismo dependiendo del origen del shock que impacte los costos e impulse los precios.

Si una inflación más alta se desatara por una nueva escalada del dólar, nos encontraríamos ante una situación fiscal adversa. En este caso habría, además de movimientos nominales más amplios, un golpe a la actividad económica. La profundización y prolongación de la crisis haría caer los ingresos tributarios del Estado, no sólo vía impuestos, sino también a través de una menor recaudación por aportes y contribuciones a la seguridad social (de aumentar el desempleo y/o deteriorarse los salarios formales). Por el diseño del nuevo esquema de derechos a las exportaciones, una depreciación tampoco incrementaría significativamente estos ingresos, que están definidos como un monto fijo de pesos por dólar exportado. También, se dispararía el gasto en subsidios energéticos, debido a que la estructura de costos de generación eléctrica está dolarizada. Por último, saliendo de las cuentas primarias, crecería el gasto en intereses, debido a que la deuda pública está denominada principalmente en moneda extranjera.

Un escenario diferente sería aquel en que la inflación sea traccionada por aumentos de tarifas. Si lo que pagan los consumidores por los servicios públicos subiera por encima de nuestras estimaciones, el efecto sería ambiguo: los subsidios a la generación, transporte y distribución de energía se contraerían, reduciendo el gasto, pero la caída de la actividad haría caer también a los ingresos. Sin embargo, creemos que este evento tiene poca probabilidad de ocurrencia, en la medida en que el gobierno pueda alcanzar la meta fiscal sin recurrir a ello, dado que sería contraproducente para sus objetivos políticos en un año electoral.

Un último escenario sería que la inflación sea dinamizada por un aumento de salarios privados, que dé un impulso adicional a los costos de las empresas. De ocurrir, los ingresos fiscales subirían por mayores aportes y contribuciones a la seguridad social, mayores impuestos directos y, en general, una recuperación más rápida y sostenida del nivel de actividad. Este sería el caso ‘positivo’: el gasto crecería por debajo de la inflación, por el rezago en la indexación de las prestaciones sociales, y los ingresos treparían por la mejora en la economía real que provocaría una suba de salarios.

De cara al 2019, y frente a todas las posibilidades mencionadas, la última parece ser la más favorable. Aumentos salariales mayores, a pesar de postergar la lucha contra la inflación, contribuirían a descomprimir una economía real estancada y, al mismo tiempo, obtener mejores resultados fiscales. En este sentido, el objetivo presupuestario del gobierno podría complementarse con el político.