Segundo mes consecutivo con déficit en la balanza comercial

El déficit comercial en julio fue el más elevado desde mediados del 2018. Las exportaciones moderaron considerablemente su crecimiento en julio y se vieron nuevamente superadas por unas importaciones que persistieron en niveles elevados pese a la vigencia de restricciones. En consecuencia, con un intercambio que rozó los USD 16.000 millones, el saldo comercial en julio fue negativo en USD 437 millones, cuando para el mismo mes en 2021 había sido superavitario en más de USD 1.500 millones (-128% i.a.). De esta manera, por primera vez en casi 4 años la balanza comercial fue deficitaria por dos meses consecutivos.

En este marco, el superávit comercial en los primeros siete meses del año fue un 70% inferior al acumulado hasta julio en 2021. Concretamente, en lo que va de 2022 las exportaciones acumularon USD 52.151 millones (+22% i.a.) y las importaciones USD 49.611 millones (+45% i.a.). De tal forma, el superávit comercial hasta julio se redujo a poco más de USD 2.500 millones, un monto sumamente inferior los más de USD 8.300 millones que se acumularon en el mismo periodo para 2021.

Las exportaciones moderaron su crecimiento en julio

Luego de crecer en promedio un 25% i.a. en el primer semestre, las exportaciones en julio crecieron apenas un 7% i.a. y se ubicaron en USD 7.773 millones. Dicha variación interanual encuentra su explicación en los elevados precios internacionales (+13% i.a.), que más que compensaron una reducción en las cantidades exportadas (-6% i.a.). De hecho, a excepción de las Manufacturas de Origen Industrial (MOI), que prácticamente no mostraron variaciones en sus cantidades, todos los rubros mostraron una reducción en las cantidades exportadas. De esta forma, las exportaciones totales en julio cayeron casi un 7% contra el promedio del segundo trimestre, algo que no ocurría desde mediados del 2016 (la reducción fue del 3%).

A su interior, al igual que en los últimos meses, los Productos Primarios (PP) y las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) representaron 7 de cada 10 dólares exportados. En el caso de los primeros, rozaron los USD 2.500 millones y alcanzaron el segundo valor más alto de los últimos 12 años, únicamente superado por agosto de 2021. En cuanto a las MOA, pese a aumentar un 12% i.a., se ubicaron por debajo de los USD 3.000 millones en julio, cuando en el último trimestre habían promediado poco menos de USD 3.500 millones. En paralelo, las MOI fueron levemente inferiores a los USD 2.000 millones y se ubicaron en niveles similares a los últimos 5 meses.

Las importaciones persistieron en niveles elevados pese a la vigencia de restricciones

Las importaciones volvieron a romper la barrera de los USD 8.000 millones en julio y se ubicaron como el segundo valor histórico más elevado, totalizando unos USD 8.210 millones pese a las restricciones impuestas a fines de junio. Su incremento del 44% i.a. se encuentra explicado tanto por precios (+28% i.a.) como por cantidades (+12% i.a.), y se destaca que todos los usos económicos se incrementaron en su comparación interanual. En cuanto a las repercusiones de las restricciones, el principal impacto parece vislumbrarse en los Bienes Intermedios (BI). Mientras la mayoría de los rubros se encontró en niveles similares a junio, los BI mostraron una reducción mensual de más de USD 400 millones (-13% m/m). De hecho, pese a haber aumentado un 11% en su variación interanual, fue el único rubro que mostró una reducción en sus cantidades (-10% i.a.).

Con tales números, se pone en evidencia que el elevado nivel de las importaciones en el último mes no se encuentra explicado únicamente por el récord de las compras de energía, sino también por un impacto relativamente acotado de las restricciones en el resto de las compras al exterior. En concreto, las importaciones no energéticas rozaron los USD 6.000 millones en julio. Si bien tal monto es un 10% inferior al valor de junio, aún se ubica por encima del promedio del primero semestre (poco menos de USD 5.800 millones) con un crecimiento interanual de casi el 20%.

Por su parte, cabe mencionar el repunte que mostraron los costos del flete en el último mes. El valor unitario del flete internacional rozó los USD 118 por tonelada en julio, mostrando un aumento del 10% contra junio y del 6% contra el promedio del segundo trimestre. Si bien dicho valor es aún un 25% inferior al pico de enero, muestra una suba del 54% contra julio de 2021 y del 143% contra el mismo mes en 2020.

La balanza energética sigue en el centro de la escena

La balanza energética continuó deteriorándose en julio y mostró el déficit más elevado de la historia. Por un lado, las importaciones por Combustibles y Lubricantes (CyL) alcanzaron el máximo valor histórico (USD 2.281 millones), impulsadas principalmente por un fuerte aumento en los precios (+111% i.a.). De tal forma, representaron casi el 28% de las importaciones en el mes (cifra que únicamente se superó en junio del 2014), explicando más del 60% de su crecimiento interanual. Consecuentemente, con unas exportaciones de Combustibles y Energía (CyE) que se ubicaron en apenas USD 414 millones (el monto más bajo de los últimos 12 meses), el déficit energético en julio se ubicó en USD 1.867 millones, el valor más alto desde que se tiene registro. En tal sentido, el rojo energético acumulado en lo que va de 2022 superó ya los USD 4.500 millones, cuando en el mismo periodo para 2021 era de apenas USD 685 millones.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Con vistas a lo que resta del año, el Gobierno se encuentra corriendo contra reloj para recomponer un nivel de Reservas Internacionales sumamente deteriorado, pero se topa con dificultades tanto por el lado de la demanda como de la oferta de divisas. Por el lado de las importaciones, dado que las restricciones impuestas a fines de junio no parecen haber sido suficientes para recuperar el superávit comercial en el último mes, no descartamos un nuevo endurecimiento de tales regulaciones que busque reducir aún más el techo de USD 6.000 millones mensuales.

En cuanto a las exportaciones, el Gobierno aún no logró convencer a los exportadores agrícolas para que comercialicen el remanente que granos que tienen a disposición. No obstante, estimamos que en los próximos meses lo más probable es que se llegue a un acuerdo con los productores para que normalicen la comercialización de granos, manteniendo elevado el nivel de exportaciones y recomponiendo el superávit comercial en lo que resta del año.

De cara a 2023, el actual contexto internacional sumamente volátil pone en riesgo tanto los precios como las cantidades de nuestras exportaciones. Con relación a los primeros, las decisiones de la FED en materia de política monetaria se encuentran fuertemente vinculadas a las cotizaciones de las commodities (nuestra principal fuente de divisas). Entonces, dada la correlación negativa que mostraron en los últimos años, un incremento mayor a lo esperado en las tasas de interés podría reducir sus precios internacionales. En cuanto a las cantidades, los riesgos de una nueva recesión cobran cada vez más importancia a nivel global con el desempeño de China bajo la lupa, lo cual sin dudas perjudicaría la performance de nuestras exportaciones. A su vez, no hay que pasar por alto el desenlace de las elecciones presidenciales de Brasil en los próximos meses y las expectativas de crecimiento para su economía (en los últimos meses el mercado ha ajustado al alza el crecimiento esperado para 2022, pero a la baja para 2023), ya que es nuestro principal socio comercial y destino de exportaciones MOI.

Primeras señales de mayor austeridad fiscal en Julio

¿Cómo arrancó el fisco el segundo semestre?

En julio el Gobierno dio los primeros pasos hacia un proceso de consolidación fiscal en la segunda mitad del año. Concretamente, el Sector Público Nacional No Financiero registró un rojo primario de $75.947 millones (excluyendo los ingresos por colocaciones primarias de deuda que superan el 0,3% del PIB permitido en el programa con el FMI), cuando al mismo mes de 2021 el déficit fue equivalente a los $98.570 millones. De tal manera, el rojo primario se redujo un 55% i.a. en términos reales, guarismo que se eleva a un 62% en caso de excluir los ingresos por el Aporte Solidario a las Grandes Fortunas que se registraron en julio de 2021 (cerca de $20.000 millones).

Con estos números, el rojo primario bajo la métrica del EFF acumuló $876.629 millones (1,1% del PIB) en los primeros siete meses de 2022. Cabe mencionar que, en caso de incluir los ingresos por colocaciones primarias de deuda, el déficit primario en julio fue de apenas $1.945 millones. Consecuentemente, con intereses que rondaron los $130.000 millones, el déficit financiero en el séptimo mes del año se ubicó en $131.663 millones.

¿Cómo fue la dinámica al interior de los ingresos y gastos en julio?

La reducción del rojo primario en julio fue producto tanto de un buen desempeño de los Ingresos como de una reducción en el Gasto Primario. Por un lado, los Ingresos Totales (excluyendo el Aporte Solidario en 2021 y los ingresos por colocaciones de deuda que superan el 0,3% del PIB en 2022) mostraron una suba real de casi el 4% i.a., alcanzando 6 meses consecutivos de crecimiento real y sumando el segundo mes consecutivo corriendo a una mayor velocidad que el Gasto Primario.

Los Ingresos Tributarios estuvieron motorizados, al igual que en los últimos meses, por los tributos vinculados a la actividad económica y la seguridad social. A su interior, se destaca la performance del IVA (+8,5% i.a. en términos reales.), el Impuesto a las Ganancias (+36% i.a. real), el Impuesto a los Débitos y Créditos (superó los $120.000 millones y evidenció el mayor monto real en lo que va del año) y las Contribuciones a la Seguridad Social (mostró el mayor monto real de los últimos 6 meses). Contrariamente, los Derechos de Exportación hilvanaron su cuarto mes consecutivo de caída en términos reales (-17% i.a.).

Por su parte, el Gasto Primario no sólo cayó más de un 5% real en su comparación interanual por primera vez en 10 meses, sino que también se ubicó un 7% por debajo del promedio real en el segundo trimestre. Pese a cierta heterogeneidad a su interior en cuanto a las magnitudes, todos los componentes del Gasto Primario evidenciaron una reducción en términos reales para julio (no ocurría desde 2019).

Concretamente, las Prestaciones Sociales (más de la mitad del Gasto Primario) rompieron una racha de 9 meses de crecimiento en términos reales (cayeron casi un 5% i.a. real en julio) y alcanzaron el menor valor real de los últimos 15 meses. Buena parte de dicha caída encuentra su explicación en la reducción de la partida “Otros Programas” (-20%i.a. real), que en el último trimestre promedió más de $150.000 millones (donde se reflejaron los refuerzos de ingresos y el bono a jubilados) y en julio apenas superó los $90.000 millones. Paralelamente, las Jubilaciones y Pensiones lograron apenas empatarle a la inflación de los últimos 12 meses, mientras que la Asignación Universal para Protección Social cayó un 23% i.a. real en julio y las Prestaciones del PAMI se redujeron un 14% real contra julio de 2021.

Por otro lado, los subsidios económicos sumaron su segundo mes consecutivo de caída en términos reales (-4% i.a. en julio), pese a rozar los $245.000 millones y alcanzar el tercer monto real más elevado de los últimos 12 meses. A su interior, el desempeño fue heterogéneo. Los subsidios al Transporte apenas superaron los $30.000 millones y cayeron un 36% real en su comparación interanual. Por el contrario, los Subsidios Energéticos superaron los $210.000 millones y alcanzaron el segundo valor más alto en términos reales desde diciembre desde 2018 (con una suba real del +4% i.a. luego de dos meses consecutivos de caídas). En este punto, cabe mencionar que en julio no se devengaron transferencias a CAMMESA (lo que indica que buena parte de lo pagado corresponde a cancelación de deuda). Esto último resulta llamativo, dado que julio es uno de los meses donde los subsidios energéticos suelen tener mayor impacto debido a la temporada invernal.

Al mismo tiempo, los salarios superaron los $200.000 millones producto del impacto de los aguinaldos en julio y acumularon ya 12 meses consecutivos de crecimiento en términos reales con una suba de casi el 10% i.a. en el último mes. Con respecto al resto de los gastos corrientes (otros gastos de funcionamiento, transferencias a provincias y universidades, etc.), en conjunto cayeron cerca de un 25% real en su comparación interanual, en principio convalidando nuestra hipótesis de que sean algunas las partidas a ajustar en la segunda mitad de 2022. Por último, el Gasto de Capital apenas superó los $87.000 millones en julio y cayó por primera vez en términos reales luego de 20 meses consecutivos mostrando aumentos.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Hacia adelante, estimamos que la segunda mitad del año estará signada necesariamente por una mayor austeridad fiscal: el Gasto Primario deberá continuar con su trayectoria de reducción en términos reales si el Gobierno pretende cumplir con la meta acordada (2,5% del PIB) y dar señales fiscales contundentes para anclar las expectativas, lo cual será clave para sostener el rollover de deuda en el mercado doméstico.

En este marco, se comprende la reciente medida del Gobierno de reducir los gastos presupuestados comprometiéndose a cumplir con el 2,5% del PIB para 2022. Si bien la magnitud del recorte en el gasto es relativamente baja (apenas 0,15% del PIB), lo relevante es que el Gobierno busca dar una señal fiscal contundente al mercado haciendo lo contrario a lo que se esperaba frente una inflación ascendente. Concretamente, el presupuesto vigente se planificó en un contexto en el cual las proyecciones del mercado arrojaban una inflación en 2022 en torno a un 76%. Dado que actualmente inflación proyectada para el año tiene un piso del 90%, era esperable que las partidas muestren un ajuste nominal al alza para mantener el nivel del gasto en términos reales. Contrariamente, las autoridades decidieron hacer por primera vez un recorte en términos nominales, lo que implica claramente un ajuste del gasto en términos reales para lo que resta del año.

En detalle, mediante la Decisión Administrativa 826/2022 el Gobierno modificó la composición de los Gastos Corrientes presupuestados y redujo en $128.000 millones los Gastos de Capital, lo que implica una mejora en el resultado financiero para 2022, impactando en un incremento de las Aplicaciones Financieras por debajo de la línea. No obstante, cabe mencionar que buena parte del recorte se dio en Transferencias a Fondos Fiduciarios (poco más de $50.000 millones), que forman parte del Sector Público Nacional No Financiero. Entonces, si los Fondos Fiduciarios compensan tal reducción en las transferencias utilizando recursos propios, el ahorro en el Gasto Primario del SPNF por dicha vía sería nulo.

En este contexto, los desafíos no serán únicamente económicos. Pese a que la inflación será la gran aliada del Gobierno en materia fiscal para lo que resta del año, el nuevo ministro también deberá administrar los pedidos de recomposición de ingresos en un contexto social sumamente frágil. En conclusión, la encrucijada pasará por armar el complejo rompecabezas del gasto público en los próximos meses. Lamentablemente, ningún ajuste estará libre de costos y lo que no se recorte en una partida deberá compensarse por otro lado.

Restricciones a las importaciones: ¿a qué sectores afecta más?

Como señalamos en un informe de inicios de mayo, en buena medida la capacidad de sostener el ritmo de crecimiento que arrastraba la economía desde la segunda mitad de 2021 iba a depender fundamentalmente del nivel de reservas del BCRA. La cantidad de dólares disponibles para importaciones no energéticas sería insuficiente para propiciar un incremento en las importaciones por encima de los niveles vigentes y garantizar al mismo tiempo la meta de acumulación de reservas acordada con el FMI.

El condicionamiento se hizo palpable mediante la fuerte restricción sobre las importaciones impuesta a finales de junioLas mayores trabas sobre las compras externas limitan la expansión del mercado interno vía una menor disponibilidad de insumos y bienes (en cantidad y variedad) para la producción y comercialización y presionan sobre los precios. De cara al segundo semestre, las principales consecuencias de esta medida serán un menor nivel de actividad económica, inflación más elevada y mayor presión sobre la brecha cambiaria.

Ahora bien, su efecto dista de ser homogéneo entre los distintos sectores económicos: por el contrario, las restricciones afectarán de manera heterogénea a las distintas ramas de actividad. ¿Cuáles son potencialmente los sectores más afectados? ¿Qué implicancias tienen las restricciones para las trayectorias de recuperación que venían mostrando? ¿En qué medida las limitaciones pueden ser contraproducentes?

 

Primera parte del año con Servicios a la cabeza

Hacia finales de 2021 sosteníamos que en el panorama de crecimiento de 2022 existiría una divergencia entre el desempeño de Bienes y Servicios. Estos últimos tendrían más terreno para recuperar y buscar este año su postergada “revancha”, mientras que un menor nivel de cosecha y una ralentización en la producción industrial -en un contexto de escasez de reservas y un consumo algo más débil- serían factores que limitarían el avance de los Bienes.

En efecto, con la eliminación completa de las restricciones sanitarias y el impulso provisto por el programa Previaje, en la primera parte del año fueron los Servicios más ligados a la presencialidad los que lideraron la reactivación económica, especialmente aquellos asociados al ocio y esparcimiento (hoteles, restaurantes, entretenimiento), donde impactó el hecho de que todavía se veían muy por debajo de los niveles pre-pandemia al cierre del año pasado. Estimamos que entre diciembre y mayo (último dato), los Servicios mostraron una expansión del 2,6% en la serie desestacionalizada, al tiempo que los Bienes se expandieron por debajo (+0,8%). Así, la brecha entre Bienes y Servicios llega a mínimos desde el inicio de la pandemia.

 

El freno a las importaciones agudizará aún más la divergencia BienesServicios

En promedio, 10% de los insumos utilizados en los procesos de producción (de consumo intermedio[1]) orientados a abastecer el consumo local se obtienen mediante importaciones. Sin embargo, existen importantes disparidades entre sectores, donde los Bienes (12%) exponen una mayor necesidad que los Servicios (8%)[2]. Esta primera apreciación permite obtener una primera conclusión: un sostenimiento de las restricciones a las importaciones agudizaría la divergencia entre los grupos a lo largo del año, con Servicios mostrando un mejor desempeño que los Bienes.

Adentrándonos en un análisis sectorial, las principales ramas que requieren una mayor proporción de importaciones para su funcionamiento son la Industria (16%), Petróleo, Gas y Minería (15%) y Comercio (14%), mientras que sectores como Hoteles y Restaurantes o Servicios comunitarios, sociales y personales (“otros servicios presenciales”) muestran una proporción mínima. Respecto a la Industria, como antecedente vale remitirse a lo ocurrido en octubre 2021, cuando la restricción al pago anticipado de importaciones indujo una fuerte caída mensual del sector (-6,1% desestacionalizado, según el Índice de Producción Industrial).

En este sentido, los sectores que estarían menos afectados directamente por la restricción a las importaciones son los que tienen más terreno por recuperar en relación con los niveles pre-pandemia. No obstante, cabe señalar que en conjunto estas actividades representan alrededor del 12% de la actividad económica, por lo que no es de esperar que aporten a la economía en la misma magnitud que lo vinieron haciendo la Industria o el Comercio (que conjuntamente representan el 37% y explicaron en 2021 más del 40% del crecimiento del año).

Dada su intrínseca heterogeneidad y participación en la cadena de valor de múltiples sectores, la Industria precisa de un análisis por separado. El rubro de Equipos informáticos, electrónicos y ópticos y Equipo eléctrico, Maquinaria y equipo y Químicos son los que requieren una elevada proporción de insumos importados para producir: 61%, 42% y 38% en relación con su consumo intermedio, respectivamente. En el otro extremo, dentro de la actividad fabril existen actividades con menor dependencia directa de las compras externas, destacándose Alimentos y bebidas (0,8%) y refinación de petróleo (5,2%).

Dentro de los primeros lugares se detectan sectores que han venido enseñando una demanda pujante. El esquema de incentivos para la adquisición de bienes durables y reposición de bienes de capital como resguardo de valor (brecha cambiaria elevada, tasas reales negativas, restricciones de acceso al mercado cambiario, expectativas de devaluación) han impulsado las ventas de bienes con elevados componentes importados: electrodomésticos y electrónica de consumo, maquinaria agrícola, vehículos, motos. Las restricciones recrearían una dinámica en la que esta demanda se encuentra con una oferta insuficiente, lo cual termina ajustando por precios: en julio el relevamiento del IPC GBA Ecolatina mostró que los bienes durables expusieron los principales aumentos de precios del mes (en general superiores al 10%).

 

¿Medidas contraproducentes?: el impacto no se limita al mercado interno

Otra consecuencia -que por momentos pasa inadvertida- es que para sostener las ventas hacia el resto del mundo el país necesita aumentar las importaciones de insumos requeridos para la producción de bienes y servicios: en promedio, cada dólar exportado por Argentina cuenta con casi 11 centavos de contenido importado.

Esta dinámica responde al despliegue de las cadenas globales de valor. El incentivo a una especialización de los países en determinados eslabones como estrategia de inserción en el comercio internacional se traduce en que no sólo la producción destinada al mercado local requiere de importaciones, sino que las exportaciones también las necesitan. En consecuencia, restringir compras externas indistintamente puede -paradójicamente- desfavorecer la meta de acumulación de reservas.

Ahora bien, el contenido importado en las exportaciones muestra una gran variabilidad entre sectores. Los sectores con mayor contenido importado en sus exportaciones son, nuevamente, los asociados a Equipos informáticos, electrónicos y ópticos (31%), Automotriz (28%), Otro equipo de transporte (25%) y Maquinaria y equipo (22%). Lo mismo ocurre con las ramas industriales ligadas al Caucho y plástico y a los Químicos (en torno al 20%).

Al mismo tiempo, es menester analizar la orientación exportadora de cada uno de ellos. Mientras que en Argentina el 8,5% de lo producido es enviado al resto del mundo (Exportaciones/VBP), los sectores con mayor orientación exportadora, en base a su relevancia y potencial son Automotriz (38%), Servicios IT (software y programación, 24%), Petróleo, Gas y Minería (20%) y la industria de Alimentos y bebidas (19%).

Este último sector -uno de los más competitivos de la economía argentina- se destaca por ser de los menos demandantes de importaciones para abastecer al mercado interno (equivalen a 0,8% de su consumo intermedio), pero sus exportaciones llevan 7,4% de contenido importado. Vale decir, para las exportaciones agroindustriales resulta mucho más relevante el acceso a importaciones para exportar que para producir localmente.

 

Conclusiones y consideraciones finales

De lo expuesto podemos obtener cuatro grandes conclusiones:

  1. Lejos de ser parejo, el impacto de las recientes restricciones a las importaciones es heterogéneo entre sectores, afectando más a Bienes que a Servicios.
  2. Dentro de estos últimos, que dependen menos del flujo de compras externas, se encuentran los sectores más rezagados en términos de actividad económica en relación con los niveles pre-pandemia (Hoteles y restaurantes y Otras actividades de servicios sociales y personales). Al verse menos afectados directamente tendrán mayores posibilidades de continuar con su recomposición.
  3. Un mejor flujo de importaciones no se traduce únicamente en dificultades para abastecer al mercado interno, sino también al externo, por lo cual los límites a importar pueden inducir límites a exportar, generando el efecto inverso al buscado originalmente. El Gobierno tomó nota de esto y comenzó a flexibilizar los flujos de importaciones de ciertos sectores “clave” en términos de generación de divisas (automotriz, insumos del agro, energía, importaciones temporarias para transformación y posterior exportación)
  4. En una perspectiva de más largo plazo, las importaciones favorecen el acceso a insumos, tecnologías y procesos más avanzados que contribuyen a menores costos, mayor eficiencia y/o una mejor calidad de producción. Así, permiten que el país mejore su competitividad exportadora, comercializando bienes y servicios con mayor valor agregado. Por otro lado, el entorno de incertidumbre generado por medidas de esta naturaleza impacta de forma indirecta en otras variables -como las inversiones- que profundizan el deterioro del sector productivo y alejan a Argentina de la senda del desarrollo.

 

 

 

[1] El consumo intermedio consiste en el valor de los bienes y servicios consumidos como insumo por un proceso de producción excluidos los activos fijos, cuyo consumo se registra como consumo de capital fijo.

[2] Los cálculos toman de referencia la información agregada y sectorial para Argentina publicada por la OCDE en relación al contenido importado de las exportaciones y las Matrices Insumo Producto publicadas en 2021.

Monitor Cambiario Semanal – A cuenta gotas

Sin grandes novedades en el plano cambiario-financiero, la semana estuvo marcada por un BCRA logrando retomar un sendero de (escasas) intervenciones positivas luego de 4 semanas en rojo, pero al mismo tiempo por un despertar de los dólares libres tras tres semanas de mayor calma.

Las prioridades de corto plazo del actual equipo económico están actualmente enfocadas en reencauzar la situación fiscal, pero sobre todo evitar una corrección discreta del tipo de cambio, ya que sin poder de fuego para incidir en el mercado los costos de una devaluación parecerían ser inciertos. En este marco, el menú de opciones en materia cambiaria parecería estar en lo inmediato acotado a sostener el actual esquema, y es en este contexto que se enmarcan la empinada suba de tasas de interés y la activa búsqueda de abultar la oferta de divisas en el mercado cambiario.

En este sentido, dado que el frente cambiario es el más acuciante en el corto plazo, no sólo se deberá operar sobre las expectativas -para lo cual los anuncios de una mayor austeridad fiscal y la suba de tasas contribuyen positivamente- sino también mostrar “dinero en la billetera” (conseguir engrosar el stock de reservas). Esto será clave para desactivar expectativas de devaluación, reducir la presión cambiaria y evitar una corrección desordenada del tipo de cambio en el corto plazo.

A cuenta gotas

El BCRA logró cerrar la semana con intervenciones positivas tras 4 semanas. En los últimos cuatro días el Central logró una intervención neta positiva del orden de los USD 125 M, hilvanando 7 ruedas en terreno positivo. De esta forma, compensó la pérdida experimentada la semana pasada (-USD 126 M), la cual había mostrado una importante moderación en el rojo frente a la primera semana de agosto, lográndose cortar con una racha de 10 ruedas consecutivas con ventas netas (-USD 1.200 M en total).

Aun siendo un saldo comprador reducido, cabe destacar que en promedio diario (USD 31 M) es el mayor desde la semana del 23 al 27/5 (USD 42 M), sin considerar la última semana de junio, cuando se acumularon un promedio de USD 267 M diarios debido al cierre de importaciones). Con todo, en el mes la autoridad monetaria lleva vendidos USD 693 M.

La mejora en la perfomance estuvo acompañada por una mayor liquidación del Agro y una menor presión de las importaciones energéticas. El sector liquidó un promedio diario de USD 169 M hasta el jueves, por encima de los USD 139 M de la semana pasada, destacándose el lunes con USD 300 M (mayor nivel diario desde el 21-6). En el mes la liquidación asciende a USD 1.946 M frente a USD 2.069 del mismo lapso del mes pasado (-6%). Desde CIARA-CEC se informó que esta semana tuvieron lugar las primeras operaciones de cuentas especiales y corresponsales en dólares para prefinanciaciones y anticipos de exportaciones por parte del sector.

Con todo, la situación sigue siendo crítica. Haber detenido el flujo negativo es un primer paso necesario para evitar erosionar más el exiguo stock actual, aunque todas las distintas métricas de reservas netas líquidas (brutas netas de encajes, swaps, repos y oro) siguen siendo negativas (sea con DEGs, sin DEGs y/o descontando SEDESA y ALADI).

En este sentido, la elevada expectativa de devaluación se mantiene firme. Las tasas implícitas en ROFEX (uno de estos termómetros) de los contratos de septiembre y octubre se sitúan en la zona del 160% y 180% efectivo anual -respectivamente-.

¿Se acabó el “veranito”?

Luego de tres semanas de caída en la brecha cambiaria, los dólares libres se despertaron y treparon a sus mayores niveles de agosto. El CCL (GD30) y el MEP (AL30) avanzaron 4,6% en la semana, ofreciéndose este viernes a ARS 298,2 y ARS 291,4, respectivamente. De esta forma, marcaron máximos en términos nominales desde el 28-7. Por su parte, el blue se mantuvo estable en torno a los ARS 295. En consecuencia, la brecha con el CCL se elevó de 112% a 119% esta semana (el pico de julio había sido de 157%). De esta forma, los dólares financieros abandonan la calma que venían mostrando a partir de las expectativas que despertó la nueva conducción económica y un contexto internacional más favorable.

¿Qué pudo haber motivado este salto? Por un lado, las ventas registradas en el bono TO26 (título en pesos a tasa fija) por parte de inversores del exterior podrían haber ejercido cierta presión sobre el CCL. Desde la óptica de los fundamentals macroeconómicos, al exiguo nivel de reservas netas y la falta de avances concretos y contundentes para resolver el desequilibrio cambiario (exceso de demanda de dólares) podrían volver a generar una inquietud en el mercado que pasa a verse más reflejada en las cotizaciones.

Se aceleró el crawling peg

En la plaza cambiaria oficial, el Central aceleró el ritmo de devaluación. Mientras que en la segunda semana de agosto avanzó a una TEM promedio del 5,0%, en las últimas 5 ruedas el mayorista corrió a un ritmo mensualizado de casi 5,6% TEM. Esta velocidad es la mayor del mes, mostrando un aumento no despreciable respecto de la variación punta a punta que mostró el mes pasado: 4,8%, en línea con nuestras proyecciones. No obstante, este ritmo aún se encontraría por debajo de una inflación que proyectamos para agosto en la zona del 6,2%.

 

Monitor de Escenarios Económicos

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La Paradoja del Ajuste: mayor austeridad fiscal para encauzar el rumbo

La necesidad de consolidar las cuentas públicas -y reducir la presión sobre la emisión y el endeudamiento- constituye una de las claves para comenzar a estabilizar la economía. Esta necesidad se plasmó en los últimos acuerdos con el FMI, y su importancia fue destacada tanto por las gestiones de Martín Guzmán como la de Silvina Batakis. A su vez, la designación de Massa como ministro de Economía -junto con las correspondientes medidas anunciadas- dejan entrever que la política finalmente se alineó detrás de tal objetivo, probablemente más por necesidad que por convicción.

Además, más allá del cumplimiento de la meta acordada con el FMI, la decisión de no solicitar Adelantos Transitorios en lo que resta de 2022 implica que el margen para los desvíos expansivos es incluso más acotado que antes. Entonces, comenzar a mostrar resultados contundentes será crucial para sostener el rollover y no cortar el financiamiento en pesos, que se constituye como la principal fuente que cierra las necesidades de financiamiento en moneda local. Sin embargo, surgen ciertos interrogantes al identificar sobre qué partidas estaría puesta la lupa y si las actuales autoridades están dispuestas a asumir los costos que trae aparejado un ajuste fiscal en la previa de un año electoral.

A mitad de camino: ¿cómo le fue al fisco en los primeros seis meses de 2022?

La dinámica creciente del gasto opacó el buen desempeño de los ingresos. El primer semestre estuvo marcado por una política fiscal más expansiva que la esbozada originalmente en el programa con el FMI. Pese a que los Ingresos crecieron casi un 10% i.a. en términos reales (excluyendo el Aporte Solidario en 2021), el Gasto Primario trepó por encima del 11% i.a..

A su interior, se destacó la dinámica de los subsidios y las prestaciones sociales, que en conjunto explicaron el 70% de su crecimiento. Con relación al primero, la fuerte suba en los precios internacionales de la energía (producto de la guerra entre Rusia y Ucrania) y la continua postergación en la implementación de la segmentación de tarifas generaron un crecimiento real de casi el 20% i.a. en los subsidios. Por el lado del gasto social, el crecimiento real del 10% i.a. se encuentra en buena parte explicado por el crecimiento real de la fórmula de movilidad (+0,4% i.a. en el primer semestre), a lo que se sumó el refuerzo de ingresos que se concedió en el segundo trimestre (“Otros Programas”).

Asimismo, cabe señalar que, por la baja base de comparación de la primera mitad del 2021, era esperable que en los primeros seis meses el gasto primario mostrara un importante aumento en términos reales. Sin embargo, el incremento de las erogaciones evidenció una magnitud mayor a la esperada. De hecho, el Gasto Primario en el primer semestre alcanzó el cuarto valor más elevado en términos reales de los últimos 30 años, incluso por encima del 2020, cuando la economía sufrió el impactó de la pandemia. Sin embargo, lo que preocupa no es únicamente el elevado nivel del gasto, sino el momento del año en el que se evidencia: en los últimos 10 años el nivel real del gasto en el segundo semestre fue en promedio un 10% mayor al de la primera mitad del año. Esto implica que, para llegar a la meta, las erogaciones deberán mostrar una moderación superior a la que lógicamente imprimirá la mayor base de comparación en la segunda mitad del año.

Entonces, ¿qué haría falta para cumplir con el meta fiscal en 2022?

La segunda mitad del año estará signada necesariamente por una mayor austeridad fiscal. El Gasto Primario deberá pasar de crecer a reducirse en términos reales entre julio y diciembre respecto a 2021. Incluso con una trayectoria optimista de los ingresos (continuando su crecimiento en términos reales) la reducción del gasto debería mostrar una magnitud similar al crecimiento real del primer semestre (es decir, más de un 10% i.a.), lo cual implicaría una caída del 8% contra el promedio real de los últimos 10 años.

A su vez, las erogaciones también deberían sufrir un recorte real en su comparación semestral. Esto último se traduciría en un ajuste fiscal (intra-año) pocas veces visto: en los últimos 30 años únicamente en 2001 y en 2002 el Gasto Primario del segundo semestre fue inferior al del primer semestre en términos reales.

Ahora bien, ¿es posible que el gasto primario muestre una dinámica de reducción real intra-año? Para que esto ocurra, el Gobierno posiblemente se apoye sobre tres patas: el efecto de la inflación, acciones para acotar el crecimiento del gasto salarial, y medidas para reducir subsidios.

La aceleración de la inflación prevista para la segunda parte del año (82% i.a. en julio-diciembre vs 57% i.a. en enero-junio) tiene efectos inerciales sobre el gasto indexado (más del 40% del gasto primario) y reduce en términos reales el resto de las partidas (excepto subsidios), dada la posibilidad de ir adaptando los techos nominales de gasto por parte del Ministerio de Economía.

En materia del gasto indexado, el rezago con que actualiza la fórmula acotará el crecimiento en el segundo semestre: la fórmula previsional mostró un alza de 0,4% i.a. en la primera parte del año, y estimamos una reducción del 8% i.a. en julio-diciembre. Lógicamente, el gasto total en estas partidas estará determinado por el crecimiento inercial (que será menor) y las medidas compensatorias.

Con relación a otras partidas rígidas, especialmente salarios, la señal es que se buscará acotar su crecimiento: en el acuerdo con el FMI se estima que no crecerán en % del PBI, y dentro de las medidas se anunció un congelamiento de ingreso de personal. En este sentido, habrá que monitorear la dinámica de las paritarias.

Otra gran parte del esfuerzo pasará por mantener acotadas las erogaciones (operativas) del Estado junto con un fuerte control sobre los gastos accionables: bienes y servicios destinados al funcionamiento operativo; otros gastos corrientes; gastos de capital (probablemente termine en los mismos niveles que 2021 en términos del PIB); y, en menor medida, transferencias a provincias (cerca de la mitad corresponden al FONID, gasto en salud y cajas previsionales). Los números fiscales de junio convalidan nuestra visión: los gastos operativos (excluyendo salarios) junto con las transferencias a provincias y universidades cayeron cerca de un 21% real en su comparación interanual y casi un 23% contra el promedio de los primeros 5 meses. Esta estrategia estaría en línea con la ratificación del techo presupuestado para el gasto en cada uno de los ministerios.

Finalmente, la “ayuda” de la inflación para consolidar las cuentas públicas lógicamente no es posible en el caso de los subsidios económicos, dado que la mayor inflación presiona sobre los costos de provisión de los servicios subsidiados. Sin embargo, en este caso la actual gestión ya anunció que comenzará -vía segmentación- a desmantelar el esquema. En tal sentido, aunque aún falta conocer los detalles de su implementación, estimamos que los subsidios como % del PIB no variarían mucho de los niveles de 2021.

Por último, en paralelo a este proceso y enmarcados en un contexto social sumamente frágil, una de las tareas de Massa pasará por administrar los pedidos de recomposición de ingresos. En este sentido, el anuncio de un nuevo bono a jubilados y la revisión del esquema de Asignaciones Familiares (a lo que podría sumarse una actualización en la trayectoria del Salario Mínimo, Vital y Móvil) deben comprenderse como elementos de una estrategia que pretende compensar parte de la erosión prevista y aliviar así las tensiones político-sociales que producirá el proceso de consolidación fiscal.

Con relación al bono, estimamos que, con desembolsos entre septiembre y noviembre destinados a más de 6 millones de jubilados, el impacto en las cuentas públicas se ubicaría en torno al 0,15% del PIB, lo que indica que estaría prácticamente cubierto por lo que se captaría vía el anticipo de Ganancias a sociedades. Asimismo, como dicho anticipo redundará en mayores ingresos para las Provincias, será más fácil acotar las transferencias presupuestarias.

En conclusión, el Gobierno deberá llevar adelante un considerable esfuerzo fiscal en los próximos meses si pretende dar una señal contundente en el corto plazo para anclar las expectativas, una decisión que difícilmente esté libre de costos. En tal sentido, el desafío pasará por armar el complejo rompecabezas del gasto público de cara a la segunda parte del año.

Monitor Cambiario Semanal

En el plano local, la semana estuvo caracterizada por noticias relevantes en materia monetaria-financiera que contribuyen a brindar algo más de calma al mercado. Se destacó un exitoso canje de deuda de corto plazo del Tesoro junto a un buen resultado en la primera licitación del mes (lo analizamos acá), lo cual estuvo acompañado por un nuevo overshooting de tasas por parte del BCRA, en un marco en el que los dólares libres permanecieron calmos.

La fuerte suba de tasas que instrumentó el BCRA (mayor a la esperada por el mercado), extendiendo el sesgo más agresivo que mostró dos semanas atrás, es una condición necesaria (no suficiente) para calmar la dinámica de la brecha cambiaria y apuntalar la demanda de pesos. Si bien la medida va en la dirección correcta y constituye una señal positiva de cara al mercado, a los efectos de que la calma se extienda en el tiempo deberá avanzarse rápidamente con medidas concretas en términos de la corrección de los principales desequilibrios asociados al frente fiscal-monetario y de acumulación de reservas. Este último resulta el más apremiante en el corto plazo, en una semana en la que, si bien se moderó el flujo negativo de reservas, la dinámica sigue siendo preocupante.

En este sentido, la elevada expectativa de devaluación se mantiene firme: las tasas implícitas en ROFEX (uno de estos termómetros) de los contratos de septiembre y octubre treparon a la zona del 175% efectivo anual vs los casi 140% de TEA que mostraban al viernes de la semana pasada.

Nueva suba (fuerte) de tasas

En la cuarta semana de vigencia del nuevo esquema de política monetaria (el “corredor”), el BCRA volvió a dar una señal contundente al aplicar la mayor suba de la tasa de referencia en casi tres años en lo que fue el octavo hike del año. Dispuso elevar en 950 puntos básicos (p.b.) la tasa de la Leliq al 69,5% TNA (96,8% TEA), consistente con una TEM del 5,7% que brindaría mayor espacio para acelerar la tasa de devaluación sin profundizar la pérdida de reservas. De esta forma, extendió el sesgo más agresivo que mostró dos semanas atrás, cuando instrumentó una suba de 800 (p.b.) para llevarla al 60% TNA y a 79,8% TEA. Fue la suba más fuerte desde agosto de 2019, tras los resultados de las PASO.

A su vez, la tasa de pases pasivos a 1 día subió +950 p.b. hasta el 64,5% TNA (87,5% TEA), mientras que la tasa mínima de plazo fijo minorista a 30 días se elevó a 69,5% TNA (96,6% TEA) y para el resto de los depósitos del sector privado la tasa mínima garantizada se estableció en 61% TNA (81,3% TEA).

En términos de TNA, el corredor de tasas quedó definido con los Pases a 1 días con un rendimiento del 64,5%, las Leliqs a 28 días en 69,5% TEA y la LEDE en 75,6%.

Además, el BCRA renovó la totalidad de los vencimientos en Leliqs en la semana, incluso adjudicando un poco más de lo que le vencía. En forma de “ancla monetaria”, el Gobierno busca dar una señal al mercado de que no sólo vuelve a reaccionar con una fuerte suba de tasas para calmar a los dólares financieros y apuntalar la demanda de pesos, sino que aspiraría toda la liquidez excedente necesaria para evitar que esos pesos presionen sobre el mercado de cambios.

No debe dejarse de señalar que uno de los resultados adversos de ambas medidas se asocia a un mayor costo financiero y cuasifiscal, como también una dinámica endógena de mayor nominalidad a la que devengan intereses los pasivos remunerados (producto de la suba de tasas). Como hemos venido señalando, las medidas se alinean con la estrategia de minimización de costos en un contexto en que la magnitud de los desequilibrios ofrece escasos márgenes de acción.

Reservas moderan su caída, aunque la situación sigue siendo crítica

El drenaje de reservas se moderó. No obstante, en la semana el Central se desprendió de USD 126 M, frente a las ventas netas por USD 692 M de la semana pasada. De las últimas 30 ruedas, el BCRA fue vendedor en el 63% de los casos, y en sus jornadas compradoras tan sólo pudo acumular USD 205 M. A su vez, el agro liquidó un promedio diario de USD 139 M en la semana, por debajo de los USD 149 M del mismo lapso de la semana pasada. Si bien el BCRA logró cortar con una racha de diez ruedas consecutivas con ventas netas (-USD 1.200 M en total), todas las distintas métricas de reservas netas líquidas (brutas netas de encajes, swaps, repos y oro) siguen siendo negativas (sea con DEGs, sin DEGs y/o descontando SEDESA y ALADI).

Dólares paralelos se mantuvieron estables

Los dólares libres mostraron una relativa parsimonia en la semana, propiciando una leve reducción de la brecha. Respecto a los dólares libres, el CCL (GD30) retrocede 0,5% en la última semana y se ofrece a ARS 285,19. Por su parte, el MEP (AL30) retrocedió 0,7% y el blue avanza 0,7%, y cierran el viernes en ARS 278,53 y ARS 295, respectivamente. Desde los máximos nominales alcanzados a partir de la renuncia de Guzmán y la incertidumbre posterior, el CCL retrocede 14,2%, mientras que el blue descomprime 12,7% y el MEP 14,3%. Si bien las brechas retroceden más de 40 p.p. (CCL) desde los máximos de julio (22/7), todavía se mantienen en niveles sumamente altos: rondan el 110% al 120%.

Se moderó el crawling peg

En la plaza cambiaria oficial, el Central moderó el ritmo de devaluación. Así, mientras que en la primera semana de agosto avanzó 1,26% (a una TEM del 5,16%), esta semana el mayorista trepó 1,23%, corriendo a un ritmo mensualizado del 5,0% TEM. Si bien esta velocidad es algo inferior a la de las primeras 5 ruedas del julio (5,09% TEM MTD), muestra una aceleración respecto al 4,8% del mes pasado. No obstante, difícilmente el Central pueda evitar que el oficial siga corriendo por detrás de los precios con una inflación que superaría el 6% en agosto.

Licitaciones del Tesoro: la piedra angular del programa financiero

Pese a que la asunción de Massa como nuevo ministro de Economía y las últimas medidas anunciadas reflejan un cambio de rumbo en materia de política económica, todo parece indicar que para calmar las tensiones cambiarias y financieras el mercado aún exige ver resultados contundentes. Concretamente, la lupa está puesta sobre la acumulación de reservas, el ajuste fiscal y el desempeño del Tesoro en las licitaciones.

Con relación al último punto, la decisión de no solicitar Adelantos Transitorios en lo que resta de 2022 le da un rol aún más central al financiamiento neto en pesos, situándolo prácticamente como el único sostén del programa financiero. En consecuencia, tanto la política monetaria como la política fiscal serán claves para sostener el rollover de la deuda en pesos en los próximos meses.

Por su parte, el compromiso de no recurrir a la asistencia monetaria por al menos 5 meses no es menor: en los últimos 14 años únicamente a fines del 2018 y principios del 2019 (en el medio de una política monetaria fuertemente contractiva) el BCRA permaneció 5 meses sin asistir al fisco. No obstante, aún no está del todo claro qué sucederá con los más de USD 1.700 millones que quedan de los DEGs (0,4% del PIB), dado que el Tesoro podría venderle dicho monto al BCRA y utilizarlo como una fuente de financiamiento.

Un Canje de deuda exitoso

En este contexto se comprende la decisión del Tesoro de canjear buena parte de la deuda que vencía entre agosto y octubre, principalmente con dos objetivos. En primer lugar, apuntando a despejar el panorama de vencimientos en el corto plazo para alcanzar un mayor financiamiento neto y elevar así el rollover. En segundo lugar, buscando ganar tiempo para poder dar señales contundentes en materia de política fiscal, lo que reduciría las necesidades de financiamiento y podría ayudar a mejorar las expectativas del mercado.

Con relación al canje, el resultado fue sin dudas positivo dado el nivel de aceptación del 85% en un contexto tan volátil como el actual. En números, el Tesoro debía afrontar inicialmente pagos por más de $2,5 billones en los próximos tres meses, pero gracias al canje los compromisos se redujeron en más de $2 billones, situando los nuevos vencimientos por debajo de los $500.000 millones.

Sin embargo, un factor no menor es que parte de la deuda canjeada no estaba indexada y ahora pasa a estarlo. De hecho, dadas las características del nuevo bono dual (ofrecen cobertura tanto inflacionaria como cambiaria) los nuevos pasivos no podrán ser licuados por una mayor inflación ni por una eventual devaluación. A su vez, haber canjeado la deuda en manos del sector público tiene también una contrapartida: al menos por estos tres meses el resultado de las licitaciones y el rollover quedarán más expuesto a las decisiones del sector privado ante la ausencia de las “manos amigas”.

El Tesoro comenzó agosto con el pie derecho

En cuanto a la última licitación, el Tesoro logró captar más de $182.000 millones frente a vencimientos mensuales en torno a $115.000 millones. Dicho resultado es más que positivo teniendo en cuenta que aún falta la licitación del día 29 para cerrar el mes, lo que indica que lo más probable es que el rollover tenga un piso del 160% en agosto. A su vez, las nuevas autoridades no sólo lograron captar un financiamiento neto considerable, sino que lo hicieron con una deuda CER que explicó apenas un tercio de lo adjudicado, cuando en julio representó prácticamente la mitad.

Sin embargo, el buen resultado se encuentra explicado por los premios que convalidaron desde el Ministerio: menor plazo y mayor rendimiento. En materia de plazos, la mitad de lo colocado corresponde a una LEDE que vence en noviembre de este año y casi un quinto a una LELITE que deberá cancelarse en apenas 20 días. En consecuencia, el plazo promedio ponderado por monto (cantidad de meses que faltan para el vencimiento) de lo colocado en la última licitación fue de apenas 4 meses, cuando en julio fue más del doble (8,6 meses).

En cuanto a los rendimientos, el Tesoro se alineó con el BCRA (que horas antes llevó la tasa de Política Monetaria hasta el 69,5% TNA) y ajustó al alza el rendimiento de la única LEDE licitada hasta el 75,6% TNA (más de 5 puntos porcentuales de diferencia con lo ofertado en la última licitación de julio) en búsqueda de ofrecer rendimientos reales positivos para quitarle presión a los dólares financieros e incrementar el financiamiento captado.

Panorama despejado en el corto plazo ¿y en el largo?

El canje de la deuda le permitió al Gobierno despejar el panorama de vencimientos en el corto plazo. De tal forma, será crucial que el Tesoro logre sostener el buen desempeño en las próximas licitaciones para fortalecer su postura en el mercado local y demostrar que puede cumplir su promesa de no solicitar Adelantos Transitorios. Sin embargo, pasada esta ventana de tres meses el margen de maniobra se ve cada vez más acotado en el horizonte.

Eventualmente, la utilización de instrumentos indexados y la colocación de deuda a corto plazo harán más exigente el rollover de los vencimientos, pero llegado el momento la asistencia monetaria no estará disponible como sí lo estuvo en los últimos tres meses. En este marco, resulta de vital importancia para el programa financiero que el Gobierno comience a mostrar resultados contundentes en lo inmediato: un proceso de consolidación fiscal tendería a reducir las necesidades de financiamiento y a generar una mejora en las expectativas del mercado, lo que le permitiría al Tesoro colocar un mayor porcentaje de deuda no indexada y a mayor plazo.

La inflación mensual de julio fue la más alta en 20 años

El IPC Nacional INDEC trepó 7,4% mensual en julio, acelerándose más de 2 p.p. respecto al mes anterior. De esta forma, acumuló 46,2% los primeros siete meses del año y alcanzó 71% i.a., la variación interanual más alta de los últimos 30 años (enero 1992).

La aceleración fue generalizada al interior del IPC, con bienes registrando una variación de 7,3% y servicios subiendo 7,5 % respecto al mes anterior. Los capítulos con mayores subas fueron Recreación y cultura (+13,2%), impulsado por los aumentos en servicios asociados al turismo durante las vacaciones de invierno. Le siguieron las subas en Equipamiento y mantenimiento del hogar (+10,3%), traccionado por incrementos en bienes durables para el hogar y muebles; y en Restaurantes y hoteles (+9,8%), esta última también dinamizada por el receso invernal.

Por otro lado, los capítulos con menor variación fueron Vivienda, agua, electricidad, gas y otros (+4,6%); Transporte (+5,5%) y Comunicación (+5,5%).

Alimentos y bebidas tuvo nuevamente la mayor incidencia en el número de julio. Aún así, el indicador se ubicó por debajo del nivel general (+6,0%, +70,6% i.a.). Al interior, se destacaron los aumentos en Azúcar, dulces, chocolate, golosinas (+10,4%); Frutas (+9,4%); Bebidas alcohólicas (+9,3%) y Pan y cereales (+7%).

En cuanto a las categorías, Estacionales anotó 11,3%, donde sobresalieron las subas en Frutas y Verduras, tubérculos y legumbres y los ya mencionados aumentos en servicios de turismo. A diferencia, el aumento en Regulados fue de apenas 4,9%, 0,4 p.p por encima del registro de junio, impulsado por algunos aumentos aislados en agua y servicios sanitarios; funcionamiento y mantenimiento de vehículos y teléfono.

Por otro lado, el IPC Núcleo, que excluye Regulados y Estacionales, marcó 7,3%. De esta manera, se aceleró 2,3 p.p respecto al registro de junio, y creció 72,2% en la comparación interanual. Al interior de esta categoría se encuentran los productos de Consumo Masivo, que treparon 7,8% en el séptimo mes del año (+71,2% i.a.).

¿Qué esperamos?

Para agosto prevemos una desaceleración en la dinámica inflacionaria, aunque el registro seguirá en niveles elevados. El dato de agosto estará impactado por el aumento de 40% en colectivos y trenes en el AMBA, a lo que se le sumará la ronda de actualizaciones de precios previstas en prepagas (+11,3%) y expensas (+8% en promedio). Todo esto, sumado a una inercia que parece difícil de disipar en el corto plazo y un mayor deslizamiento cambiario, ubicarían al índice del octavo mes del año por encima del 6%.

De cara a los próximos meses, la falta de un ancla robusta que estabilice las expectativas, ajustes en tarifas, reapertura de paritarias y un sostenido crawling peg contribuirán a una mayor persistencia del fenómeno inflacionario. Aún estimando una desaceleración en los últimos cinco meses del año, que podría estacionarse en torno al 5% mensual, proyectamos que la inflación cerraría el año en torno al 90%. Así, dejaría un piso elevado para la desaceleración esperada para el próximo año, que se ubicaría por encima del 70%.

Monitor Cambiario Semanal – No cede el drenaje de reservas

En el plano local, la semana estuvo marcada por la expectativa por los anuncios del “Superministro” Massa. Particularmente en lo que respecta al plano cambiario, analizamos las medidas en un informe privado que enviamos a clientes en el día de ayer.

¿Cómo respondió el mercado cambiario a las medidas?

A pesar de los anuncios con un tono de mayor preocupación por el cumplimiento de las metas fiscales y de la monetaria (con las respectivas aristas de cada una que mencionamos en dicho informe privado), no se produjo ningún cambio sustancial en el humor del mercado en materia monetaria-cambiaria. El CCL prácticamente se mantuvo estable en la semana, mientras que el MEP avanzó un 1,8% semanal. Aunque las brechas retroceden hasta más de 40 p.p. (CCL) desde los máximos de julio (22/7), todavía se mantienen en niveles sumamente altos: rondan el 110% al 120%. En solo 4 de los 31 meses de la gestión actual (oct-20, dic-21, ene-22 y jul-22) las brechas cambiarias se mantuvieron en por encima del 100% promedio mensual. La situación lejos está de haber sido resuelta: el mercado está en modo wait & see respecto del impacto que tendrán (o no) las medidas anunciadas.

En la plaza cambiaria oficial, el Central aceleró el crawling peg, algo esperable tras la muy pronunciada suba de tasas reciente. Así, mientras que en la última semana de julio avanzó a una TEM del 4,6%, en la primera semana de agosto el mayorista corrió a un ritmo mensualizado del 5,16% (TEM MTD). Si bien esta velocidad es algo superior a la de las primeras 5 ruedas del julio (5,09% TEM MTD), muestra un aumento no despreciable respecto de la variación punta a punta que mostró el mes pasado: 4,8%, en línea con nuestras proyecciones. No obstante, difícilmente el Central pueda evitar que el oficial corra por detrás de los precios con una nominalidad lanzada al 6%/8% mensual. Por último, cabe destacar que esperamos una aceleración del crawling peg en agosto en nuestro Escenario Base, aunque los riesgos de un sustancial salto discreto del oficial son no despreciables (Escenario Pesimista). La situación hoy es un 50-50.

A pesar de las medidas, no frenó el drenaje de reservas: el Central vendió USD 683 M en la primera semana del mes y hasta ayer mostraba ventas acumuladas en 5 ruedas por USD 732 M, la peor racha semanal desde octubre del 2019 (noviembre 2015 si comparamos con años de control de cambios.

Hubo un retroceso en la oferta del agro: en las últimas 5 ruedas la agroindustria liquidó en promedio USD 138 M diarios (8% menos que el promedio de julio, -28% vs junio e, incluso, 5% por debajo de la media de agosto 21’). Como destacamos, no solo juega la estacionalidad de la campaña: se registra un cierto retraso en la comercialización de la soja producto de las altísimas expectativas de devaluación, que aflojaron muy marginalmente esta semana: las tasas implícitas en ROFEX (uno de estos termómetros) de los contratos de septiembre y octubre rozan el 140% efectivo anual vs los casi 170% de TEA que mostraron previo a los anuncios de STM. Desde ya, se mantienen en niveles siderales: por caso, a fines de junio las tasas de contratos con igual plazo rondaban el 75% al 80% efectivo anual (niveles también elevados pero que no tienen punto de comparación con los actuales). A pesar de los tantos rumores que circularon respecto de un salto cambiario discreto del oficial y/o de un desdoblamiento cambiario, los no anuncios en esta materia le dieron un mínimo aire al ROFEX.

Esto se refleja en un considerable deterioro de la posición de reservas del BCRA: según nuestras estimaciones, todas las distintas métricas de reservas netas líquidas (brutas netas de encajes, swaps, repos y oro) ya son negativas (sea con DEGs, sin DEGs y/o descontando SEDESA y ALADI), fenómeno que solo se observó recientemente a fines de junio y previo al acuerdo con el FMI. Este fenómeno en el marco de una altísima incertidumbre económico-financiera afectó la dinámica de los depósitos privados en dólares, que empeoró en julio: cayeron casi USD 900 M, el mayor retroceso desde octubre 2020 (- USD 1.478 M). Esto se da a pesar de que la liquidez en moneda extranjera de las entidades financieras es sumamente elevada (más de 8 de cada 10 depósitos en moneda extranjera están en cash en los bancos o encajados en la cuenta corriente del Central). Parecería influir el hecho de que un 78% de dicho respaldo está directamente expuesto (encajado) al riesgo de un Banco Central que enfrenta una crítica situación de reservas: la métrica más ácida muestra un rojo de USD 6,4 bn (mínimo de la gestión actual) lo cual neto de la posición de oro representa un 25% del stock de encajes totales.

La situación es crítica y se necesita un cambio de tendencia urgente para evitar un desenlace desordenado de la situación cambiaria. El Gobierno dio el primer paso: reaccionar. De momento, las medidas cambiarias no parecerían traducirse en un cambio de expectativas, aunque aún es pronto para juzgarlas tan solo dos días luego de los anuncios. Los próximos dos meses serán determinantes.