La inflación mensual se volvió a desacelerar, pero sigue muy alta

El IPC Nacional fue 5,1% en mayo, desacelerándose 0,9 p.p. respecto al mes anterior. De esta forma, acumuló 29,3% hasta el quinto mes del año y se ubicó en 60,7% en la comparación interanual, la más alta desde principios de 1992.

Los capítulos con mayor evolución fueron Salud (+6,2%), donde influyó la autorización de aumentos en prepagas y Transporte (+6,1%), debido al aumento en combustibles (en torno al 10%). Luego, le siguió Prendas de vestir y calzado (+5,8%), que se desaceleró más de 4 p.p. respecto al mes anterior. A su vez, Hoteles y restaurantes (+5,7%), Bebidas alcohólicas y tabaco (+5,7%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (+5,4%) y Recreación y cultura (+5,2%) fueron los otros capítulos que se ubicaron por encima del Nivel General.

Alimentos y bebidas no alcohólicas (+4,4%, +64,7% i.a.) también se desaceleró (1,5 p.p. respecto al mes anterior). Al interior, verduras mantuvo un desempeño negativo al igual que en abril (-3,1% a nivel nacional), así que la desaceleración vino de la mano de la menor evolución de Pan y cereales (+4,8%), Carnes, productos y derivados (+6,2%), Leche, productos lácteos y huevos (+4,4%), Aceites, grasas y manteca (+7,4%) y Azúcar, dulces, chocolate, etc (+5,5%), todos grupos de productos con menor evolución respecto a lo observado en abril.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Núcleo (+5,2%) se desaceleró 1,5 p.p. respecto al pico observado en abril, alcanzando una variación interanual de 63,2%. Por su parte, el IPC Regulados trepó 5,7% en el mes, donde incidieron las ya nombradas subas de combustibles y prepagas (+44,1% i.a.) y por último, el IPC Estacionales creció 3,4% (+74,0% i.a.).

¿Qué esperamos?

Pese a la desaceleración del quinto mes del año, que acumula casi 2 p.p. respecto al piso de marzo, la inflación del segundo trimestre mantendrá un piso elevado: de aquí en más esperamos que la desaceleración sea más lenta, ubicándose junio y julio en la zona del 4,5-5%. Por caso, durante el corriente mes impactarán las ya pactadas subas de determinados precios regulados (como las tarifas de servicios públicos) sobre una inercia que difícilmente se aplaque en el corto plazo producto de la ausencia de algún acuerdo de precios -para bienes de consumo masivo- y de la incertidumbre macroeconómica de los últimos días, que podría escalar en el corto plazo.

Con la mitad del año prácticamente saldada y aun proyectando una menor evolución de los precios en la segunda parte del año (+3,7% promedio mensual), la inflación cerrará en la zona del 70% i.a. para 2022.

Marzo con caída mensual en la actividad económica

En marzo, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 4,8% i.a., acumulando una suba de 6,1% en el primer trimestre del año. Así, el acumulado del primer trimestre de este año se ubicó un 9,2% por encima del mismo periodo de 2019, pero aún un 2,4% por debajo de los primeros tres meses de 2018.

Por otro lado, el indicador se contrajo 0,7% en términos desestacionalizados, contrarrestando el avance mensual que había ocurrido en febrero (+1,2%). Como resultado, la actividad económica mostró un nulo avance en lo que va del año (-0,3% al comparar marzo contra diciembre de 2021). En esta misma línea se habían ubicado la industria (-1,9% mensual en marzo) y la construcción (-4,1%), donde pudieron afectar determinadas trabas para obtener insumos necesarios para producir. Al analizar el acumulado del trimestre, se observa que la economía avanzó 0,9% desestacionalizado respecto al cuarto trimestre de 2021.

De los 15 sectores, 14 crecieron en términos interanuales en marzo -exceptuando a Agricultura, ganadería, caza y silvicultura-. Por otra parte, al contrastar con el mismo mes de 2019 esta cifra se reduce a 9 sectores, mientras que 6 crecieron respecto a marzo de 2018.

Los Bienes crecieron 1,7% i.a., acumulando una mejora de 4,1% i.a. en el primer trimestre del año. Por otra parte, los Servicios exhibieron un aumento más pronunciado (+6,3% i.a.) y crecieron 6,8% i.a. en los primeros tres meses. Esta evolución heterogénea se da en un contexto en el cual los Servicios aún tienen mayor terreno por recuperar: mientras que los Bienes se mantienen estables respecto al primer trimestre de 2018 (-0,5%), los Servicios se encuentran levemente más rezagados (-3,1%).

En lo que respecta a los Bienes, la mejora más pronunciada se observó en Explotación de minas y canteras (+12,1% i.a.), que ya acumula doce meses de mejoras interanuales de dos dígitos ayudado por el dinamismo de Vaca Muerta, el Plan Gas y el alza de los precios internacionales. Luego, le siguieron la Industria manufacturera (+3,6% i.a.) y la Construcción (+2,3% i.a.), donde en ambos casos se desaceleró la mejora respecto al mes anterior (cuando treparon 10,1% i.a. y 5,9% i.a., respectivamente). Por último, Electricidad, gas y agua se mantuvo estable (+0,8% i.a.), mientras que el sector agropecuario fue el único que se contrajo (-5,5% i.a.) y tuvo una incidencia negativa de 0,5 p.p.

Por su parte, los sectores de Servicios que mayor crecimiento exhibieron fueron Hoteles y restaurantes (+33,1% i.a.) y Transporte y comunicaciones (+12,7% i.a.). Estos fueron los sectores más golpeados por la pandemia y hoy en día acumularon 12 y 13 meses, respectivamente de mejoras interanuales, ayudados por las menores restricciones operativas y programas de impulso al turismo (PreViaje).

¿Qué esperamos?

Por un lado, los sectores de servicios vinculados al esparcimiento y transporte son los que seguirán liderando la mejora de estos meses, teniendo en cuenta que aún se ubican como los sectores más rezagados. A diferencia, la industria y la construcción mantendrían una evolución mensual con vaivenes en el resto del año: estos ya se encuentran en niveles similares a los de 2018 y en los últimos meses evidenciaron cierto techo en la recuperación mensual, donde la escasez de insumos importados y los riesgos de faltante energético en el invierno se ubican como los principales interrogantes para tener en cuenta para el corto plazo.

Con este panorama es que ajustamos al alza la estimación anual del PIB para 2022 (en torno al 4,0% en el promedio anual). Si bien las perspectivas para la economía real no mejoraron sustancialmente -y la mejora en la estimación fue principalmente producto del mayor arrastre estadístico que arrojaron los nuevos datos-, estimamos que nos encontraremos en un escenario de mayor nominalidad (la inflación cerrará en los mayores niveles de los últimos 30 años) junto a un mayor nivel de actividad para este 2022.

La inflación en el nivel interanual más alto desde 1992

El IPC Nacional de INDEC creció 6,0% en abril, desacelerándose 0,7 p.p. respecto al mes anterior y ubicándose por encima del 6% por segundo mes consecutivo. De esta manera, acumuló 23,1% en los primeros cuatro meses del año y se ubicó en 58,0% en la comparación interanual, representando la cifra más alta desde enero de 1992.

Alimentos y bebidas no alcohólicas (+5,9%, +62,1% i.a.)  se ubicó como la división con mayor incidencia a nivel nacional, explicando aproximadamente 1,7 p.p. de la variación mensual. Al interior, Carnes tuvo la mayor incidencia a nivel nacional, aumentando 7,6% en el mes y añadiendo 0,8 p.p. al nivel general. Por su parte, Pan y cereales (+8,7%) y Leche, productos lácteos y otros (7,3%) volvieron a subir fuertemente y se ubicaron como los otros dos grupos de alimentos con mayor incidencia positiva (añadieron 0,4 p.p. y 0,3 p.p. al nivel general, respectivamente). Otras subas pronunciadas se observaron en Aceites, grasas y manteca (+8,8%), Café, té, yerba y cacao (+6,5%) y Azúcar, dulces, chocolates, golosinas (+6,4%), pero dada la menor ponderación relativa el aporte fue más acotado (en conjunto 0,3 p.p.). A diferencia, algunos productos estacionales exhibieron una menor performance: Frutas trepó 2,2% a nivel nacional, mientras que Verduras cayó 4,3% -principalmente por una baja de 25% en el tomate en GBA-, restándole solo 0,1 p.p. a la variación del mes.

Por otra parte, Prendas de vestir y calzado volvió a subir fuertemente (+9,9%), donde continuó impactando parcialmente el cambio de temporada que se da con el inicio del otoño. Esta división aportó en torno a 1 p.p. al nivel general, y alcanzó una variación de 73,4% i.a., la mayor de todos los capítulos. En tercer lugar, se ubicó Restaurantes y hoteles (+7,4%, +73,4% i.a.), donde la alta dinámica que tienen los precios de alimentos y en menor medida la mayor movilización luego de la cuarentena.

En lo que respecta a las categorías, el dato más preocupante es que el IPC Núcleo se aceleró a 6,7%, mostrando la mayor suba en 43 meses y ubicándose 0,7 p.p. por encima de la inflación general. El conjunto de precios contenidos en el IPC Núcleo trepó 22,5% en lo que va del año y exhibió una variación de 60,5% i.a., levemente por encima del Nivel General. En este sentido, incidieron en abril las mencionadas subas de alimentos (Pan y cereales, aceites, carnes, lácteos) y la aceleración de un subgrupo dentro de los mismos: autos, alquileres, servicios recreativos y restaurantes aportaron cifras mayores al nivel general en abril en contraste con el mes anterior.

A diferencia, el IPC Regulados se desaceleró: pasó de trepar 8,4% en marzo a 3,9% en abril, alcanzando alcanzó una variación acumulada de 19,4% y de 41,5% en la comparación interanual. Dentro de este grupo, el menor aporte relativo de abril respecto a marzo se concentró especialmente en tarifas, tabaco y educación. Por último, el IPC Estacionales creció 5,4% (-0,8 p.p. respecto al mes anterior), acumulando 32,4% en lo que va del año y 70,8% en los últimos doce meses. Parte de esta desaceleración respecto a marzo se dio a la mencionada dinámica de frutas y verduras.

De esta forma, el menor dato de inflación se explica totalmente por la desaceleración que mostraron los precios regulados y estacionales.

¿Qué esperamos?

El dato de abril muestra que al descontar los efectos puntuales el alza de precios del último bimestre alcanzó un nivel preocupante. De hecho, los precios núcleo alcanzaron el mayor ritmo en casi 4 años en el cuarto mes del año, dejando en claro que la inflación aún está lejos de ceder. Como resultado, estimamos que la inflación acumulada del segundo trimestre arrojará cifras similares (o incluso levemente superiores en un escenario más adverso) a las de los primeros tres meses.

Los impactos de la guerra entre Rusia-Ucrania, sumado a una inflación internacional que aún no cede (la inflación interanual de EEUU se está desacelerando muy lentamente, ubicándose en 8,3% i.a. en abril) son factores que solo pueden explicar parcialmente estos resultados. En el contexto local, el cierre de las negociaciones paritarias (que, en principio, se encuentran en la zona del 60%, con negociaciones cada vez más cortas y significativos aumentos en los primeros meses de vigencia de los acuerdos) y las actualizaciones pendientes en materia de tarifas de servicios públicos junto a los efectos de segunda ronda asociados indican que las expectativas inflacionarias se estarían cristalizando en niveles elevados. Además, en la medida que los contratos se actualicen en periodos cada vez más pequeños, se encuentra latente el riesgo de que sea más difícil cortar con la elevada inercia, dejando pisos inflacionarios cada vez más firmes (un ejemplo de esto es la actualización de Prepagas, que se encuentra en tratativas para ser actualizadas de manera bimestral).

De esta manera, estimamos que la inflación se ubicará en torno al 65% en este año, aun considerando un ritmo de alza de precios sensiblemente menor en la segunda mitad del año.

La actividad económica volvió a flote en febrero

En febrero de 2022, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 9,1% i.a., acumulando una suba de 7,0% interanual en el primer bimestre del año. Así, en lo que va del promedio del año se ubicó un 2,8% por encima del primer bimestre de 2019, pero un 2,6% por debajo de los primeros dos meses de 2018.

En términos desestacionalizados creció 1,8%, recuperando lo perdido en enero y ubicándose 1% por encima respecto a diciembre de 2021. Además, febrero representó el nivel más alto de actividad económica desde principios de 2018 (precisamente marzo 2018), ubicándose a solo 2,2 p.p. del máximo histórico de la serie ocurrido en noviembre de 2017.

En lo que respecta a los sectores, 14 de los 15 que componen el indicador mostraron subas interanuales en febrero. Al interior, los Bienes crecieron 7,8% interanual, mientras que los Servicios 9,1% i.a. A su vez, ambos grupos se ubicaron por encima de la pre-pandemia (6,3% y 3,2% respectivamente, respecto a febrero de 2019). Al contrastar con febrero de 2018 se observa que los Bienes se ubicaron por encima (+1,7%), pero los Servicios aún un 1,3% por debajo.

Al igual que en enero, las subas interanuales más marcadas se observaron en Hoteles y restaurantes (+31,9% i.a.) y Transporte y comunicaciones (+14,5% i.a.). Aquí no solo impactaron las menores restricciones operativas, sino también programas de impulso al turismo como PreViaje. Este último sector, junto a Comercio mayorista, minorista y reparaciones (+11,7% i.a.) e Industria manufacturera (+9,8% i.a.) casi la mitad de la suba del mes. A diferencia, el único sector que se contrajo en febrero fue Agricultura, ganadería, caza y silvilcultura (-0,8% i.a.).

Para el primer trimestre, proyectamos un crecimiento del PIB de casi 2% en términos desestacionalizados. Sin embargo, a partir del segundo trimestre se abren algunos interrogantes. En primer lugar, la marcada aceleración inflacionaria iniciada en la primera parte del año pone en jaque la continuación en la mejora del poder adquisitivo. Pese a que se negocien paritarias holgadas y desde el Gobierno se haya anunciado el pago de bonos para trabajadores informales y monotributistas, la suba de precios hace más factible un escenario donde se trunque la recuperación real de los ingresos y salarios iniciada a finales del año pasado. Aquí, los principales efectos se verían sobre el freno a la recuperación de la demanda interna y los sectores específicamente dependientes del consumo -como lo son determinadas ramas de la industria manufacturera y el comercio, por ejemplo-. Además, la posibilidad de un escenario con leve disponibilidad de divisas durante el segundo trimestre, abre el riesgo de incumplir la meta de acumulación de Reservas y encontrarnos frente a un cuello de botella que complique la continuación de la mejora en la actividad económica de la mano de un avance en las importaciones.

Así, estimamos que la mejora de la actividad económica será más de 3% en el promedio anual de 2022. Al analizar por trimestres, la mejora estaría concentrada principalmente en los primeros tres meses del año junto a un elevado arrastre para el segundo, pero que decantarían en algo más similar a un estancamiento económico en el segundo semestre del año en tanto el contexto internacional continúe siendo desfavorable. Con estos números, a finales de año se lograrían alcanzar niveles similares a los máximos de 2017 (menos de 1 p.p. por debajo), pero al analizar en términos per cápita el optimismo se diluye: a finales de 2022 el PIB per cápita se ubicaría aproximadamente 6% por debajo del promedio de 2017.

La inflación alcanzó un nivel máximo en marzo

La inflación nacional alcanzó el 6,7% mensual en marzo, acelerándose 2 p.p. respecto al mes previo y alcanzando la variación más elevada de los últimos 20 años, sólo superada por la de abril del 2002. De esta manera, la inflación acumulada en el primer trimestre se ubicó en 16,1%, siendo el trimestre de mayor alza de precios desde abril-junio de 2002, tras la salida de la convertibilidad. A su vez, la inflación interanual en marzo se situó en 55,1% (una aceleración de 2,8 p.p. contra febrero), y, si bien esperamos una leve moderación en los siguientes meses, todo parece indicar que la inflación en 2022 cerraría en el rango del 60%, la más alta de los últimos 30 años.

Cabe destacar, no obstante, que el elevado valor estuvo en gran medida explicado por una multiplicidad de factores puntuales: impactaron las subas estacionales de colegios e indumentaria, y los incrementos que se otorgaron en tarifas de servicios públicos (electricidad, gas y agua), servicios de medicina prepaga, naftas, cigarrillos y las paritarias de servicio doméstico. De hecho, el subconjunto conformado por Educación, Prendas de Vestir y Calzado, Electricidad, gas y otros combustibles, Tabaco, Combustibles y prepagas (23% del IPC) se incrementó un 11% en marzo (frente a menos de 3% en el primer bimestre) mientras que el resto del IPC aumentó un 5,5% (vs. 4,7% en enero-febrero). En tal sentido, las divisiones de mayor aumento fueron “Educación” (+23,7%) y “Prendas de vestir y calzado” (+10,9%), y “Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles” (+7,7%), donde influyeron las mencionadas subas de tarifas.

Sin embargo, el mayor impacto en el índice para todas las regiones lo tuvo la categoría de “Alimentos y bebidas no alcohólicas”, que si bien fue la única división que se desaceleró levemente con relación a febrero (-0.3 p.p.) se ubicó nuevamente en niveles sumamente preocupantes (+7,2% mensual y 59,7% i.a.), más aún para los sectores de menores ingresos. Se destacaron principalmente “Pan y cereales” (con un +11,6% alcanzó su mayor variación mensual en la serie que comienza en 2016), donde habría incidido el impacto de los commodities (en el marco del conflicto internacional); También se verificaron subas importantes en “Leche, productos lácteos y huevos” (+9,3%) y “Carnes y derivados” (+7,5%). A su vez, cabe mencionar que la proporción de “Precios Cuidados” dentro del IPC se redujo a 7%, el menor valor desde septiembre de 2021. En lo que respecta a esta división, aún no está del todo claro si ya ha pasado por completo el efecto de la suba de precios internacionales producto de la guerra entre Rusia y Ucrania o si aún evidenciará un nuevo impacto en el IPC del presente mes. Cabe señalar también que en el caso de GBA “Verduras, tubérculos y legumbres” revirtió parte del fuerte incremento del primer bimestre (+73%) con una variación mensual negativa del 4,9%.

Con respecto al análisis por categorías, por lo anteriormente mencionado Regulados fue la de mayor incremento, mostrando una suba del 8,4% (aceleración de 5,3 p.p. contra febrero), aportando en promedio 1,5 p.p. al índice general. En paralelo, Estacionales se mantuvo en niveles altos (+6,2%) pese a una desaceleración 2.2 p.p. contra el mes previo. Por último, continúa preocupando la dinámica de la Inflación Núcleo, que alcanzó ya un año y medio por encima del 3% mensual con un aumento del 6,4% en marzo (57,3% i.a.), la mayor variación desde septiembre de 2019. La fuerte suba en alimentos (especialmente carnes) incidió en este sentido.

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Dados los menores efectos puntuales y estacionales, en los próximos meses el aumento mensual de precios sería menor que el de marzo. No obstante, el tercer mes del año deja un arrastre importante de cara a abril, al tiempo que la inercia y los impactos externos podrían continuar ejerciendo presión.

En este sentido, la inflación del segundo trimestre sería menor que la del primero, aunque permanecería en niveles elevados. No obstante, los riesgos continúan estando al alza en unos meses en los que se suelen definir las paritarias, sumado al combustible extra que podrían significar las subas de los servicios públicos acordada con el FMI con su doble efecto en la dinámica de los precios.

A pesar de los reiterados intentos del gobierno por controlar la dinámica de los precios de ciertos productos, tanto la historia como la situación actual nos indican que ante la ausencia de un ancla que estabilice las expectativas, tales medidas carecen de la efectividad necesaria para contener el avance de la inflación. En este sentido, como consecuencia de la elevada inercia inflacionaria, las crecientes presiones externas por los altos precios internacionales, la preocupante distorsión de precios relativos y el escaso poder de fuego de las medidas de control en este contexto, la inflación en 2022 se encamina a ser la mayor en los últimos 30 años.

La economía comenzó el año con el pie izquierdo

En enero, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 5,4% respecto al mismo mes del año anterior. Además, se ubicó por encima del mismo mes de 2020 (+3,2%) y 2019 (+1,5%), pero aún un 4,4% por debajo de enero de 2018.

Por su parte, luego de un crecimiento de 1,7% en el cuarto trimestre del 2021, la economía exhibió un retroceso de 0,5% en términos desestacionalizados. En este sentido, influyó el magro desempeño de la industria manufacturera (el Índice de Producción Industrial cayó 5,5% en enero) y la construcción (el Indicador Sintético de la Construcción cedió 3,9%), cuando impactó con mayor fuerza el incremento de contagios por Coronavirus. De todas formas, el indicador se mantiene por séptimo mes consecutivo por encima de la pre-pandemia (+4,5% respecto al primer bimestre del 2020).

Al interior, 13 de los 15 sectores crecieron en términos interanuales. Las mejoras más pronunciadas se observaron en los Servicios (+6,3% i.a.), gracias a rubros asociados al esparcimiento que todavía tienen mayor terreno por recuperar. Más en detalle, las variaciones más altas de los sectores de Servicios fueron las de Hoteles y restaurantes (+51,5% i.a.) y Transporte y comunicaciones (+10,1% i.a.), que en conjunto aportaron 1,4 p.p. de la variación interanual de la actividad general y fueron ayudados por las menores restricciones operativas y programas como PreViaje, destinados a movilizar el turismo.

Los Bienes exhibieron un crecimiento algo más acotado, por debajo del nivel general (+3,6% i.a.). En este sentido, la menor variación en contraste a los Servicios se explica por la Industria manufacturera (-0,1% i.a.) y la Construcción (+0,5% i.a.). A diferencia de estos, los sectores de carácter primario exhibieron mejor performance: la Explotación de minas y canteras creció 14,0% i.a., mientras que Agricultura, ganadería, caza y silvicultura subió 10,6% i.a. En conjunto, estos dos sectores añadieron casi 1 p.p. a la mejora interanual del mes.

¿Qué esperamos?

Transcurridos febrero y -prácticamente- marzo, estimamos que el primer trimestre del año cerrará con un leve crecimiento en términos desestacionalizados (menor al 1%). Disipada la incertidumbre con el acuerdo con el FMI, jugará en contra la aceleración de la inflación, que rondará 15% al cerrar el primer trimestre del año. Adicionalmente, en el corto plazo visualizamos determinados riesgos que podrían generar una evolución con vaivenes de la economía a lo largo del 2022.  

El primer riesgo se encuentra asociado al frente internacional. El estallido del conflicto en Rusia-Ucrania deja en duda los efectos que puede traer sobre la demanda global, en un contexto en el cual el crecimiento esperado de nuestros socios comerciales (Brasil, China) ya era acotado antes del estallido de la guerra. Otra consecuencia es el alza del precio de commodities que si bien tendrá un efecto positivo en las cuentas externas ayudando a una mayor liquidación del agro, el mismo será compensado por el impacto del conflicto en el frente energético. Aquí las dificultades no solo son en términos de precios: es posible que el abastecimiento durante el invierno sea complejo, afectando la actividad industrial durante algunos meses.

Por último, también entran en juego las presiones inflacionarias. Un escenario de inflación anual por encima del 55% aumenta el riesgo de truncar nuevamente la recuperación real de los ingresos, que ya llevan cuatro años consecutivos en terreno negativo al analizar el acumulado del año. De esta forma, el consumo privado se vería nuevamente debilitado, en un contexto en el cual tampoco jugará a favor el impulso extra que puede traer la mejora de los puestos de trabajo, dado que ya recuperaron todo el terreno cedido por la pandemia.

En síntesis, estimamos que el crecimiento de la economía se ubique en la zona de 3% en el promedio anual de 2022. Esta mejora será explicada en mayor medida por el arrastre estadístico positivo que dejó el 2021 más que por una mejora genuina de magnitud.

La inflación continuó su tendencia alcista en la primera quincena de marzo

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó 5,8% en la primera quincena de marzo respecto al mismo periodo del mes anterior, acelerándose 1,4 p.p. en contraste a dicho periodo.

Al interior, los capítulos con mayor evolución fueron Educación e Indumentaria que avanzaron en torno al 20% y 10%, respectivamente. Estas divisiones se suelen acelerar en el tercer mes del año, como consecuencia del comienzo de clases y del cambio de temporada, según el caso. Además, otro capítulo que evolucionó por encima del Nivel General fue Vivienda y servicios básicos (+8,4%), como consecuencia de la autorización de incrementos en las tarifas de servicios públicos.

Por otro lado, Alimentos y bebidas (+6,4%) siguió por encima del nivel general. A diferencia de otros meses, cuando el capítulo se aceleraba por la evolución de algún alimento en particular, en esta quincena las altas variaciones fueron generalizadas destacándose frutas (+12,5%), carnes (+6,5%), productos empaquetados de consumo masivo (+4,5%) y verduras (+4,2%).

Además, todas las categorías evolucionaron por encima del 5%: el IPC núcleo trepó 5,7%, el IPC Regulados subió a un ritmo de 5,9%, producto de las ya mencionadas subas de tarifas de servicios públicos y educación formal -que entra dentro de esta categorización- y a la espera del impacto de los combustibles, que se sumará principalmente en la segunda quincena del mes-. Por último, el IPC Estacionales exhibió la dinámica más alta en contraste con las otras dos categorías (+6,6%).

Para el resto del mes, no prevemos un cambio en la tendencia significativo. A nivel nacional, esto implica una inflación mensual por encima del 5%, volviéndose a acelerar respecto al mes previo. Esto no es una buena noticia en que existen riesgos al alza. Por un lado, desde el frente externo el conflicto entre Rusia y Ucrania puede ocasionar nuevas presiones sobre productos básicos como alimentos. Eventuales refuerzos sobre los controles de precios por parte del gobierno no torcerán la tendencia del mes, teniendo, si alguno, impacto recién a partir de abril.

En cualquier caso, la inflación trimestral tiene un piso elevado (+14,0%), superando la ya elevada inflación de 2021. En este sentido, prevemos que la inflación se acelere respecto a 2021, y cierre el año en la zona del 55%.

La actividad económica creció 10,3% i.a. en 2021

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) creció 9,8% i.a. en diciembre. Así, tras la caída del 2020 (-9,9% i.a.), el PIB se habría recuperado 10,3% i.a. en 2021. De todas maneras, aún no recuperó todo el terreno cedido: al contrastar con los niveles promedio de 2019, se ubicó levemente por debajo (-0,7%).

En términos desestacionalizados creció 0,9% respecto al mes anterior, acumulando dos meses consecutivos de mejoras. De esta forma, la economía avanzó 9,0% al contrastar con diciembre de 2020 y se ubicó en niveles casi 5% superiores a los pre-pandemia (al comparar con el primer bimestre del 2020).

A nivel sectorial, los bienes crecieron 9,5% i.a. y los servicios 7,9% i.a. en diciembre. Al analizar el acumulado del año, subieron 11,3% i.a. y 9,0% i.a. respectivamente. De todas formas, mientras que los Bienes se ubicaron por encima de los niveles promedio de 2019 (+1,5%), los Servicios aún se encuentran rezagados (-2,5%), en un contexto en el cual existen determinados sectores vinculados al esparcimiento que aún tienen mayor terreno por recuperar.

Al interior, resaltó el desempeño de la industria y el comercio. La industria manufacturera creció 9,9% i.a. en diciembre, acumulando una suba de 15,7% i.a. en 2021. Por su parte, el Comercio subió 5,6% i.a. (+13,0% i.a. acumulado). La mejora de estos dos sectores se dio en un contexto de mejora paulatina de la demanda interna, como consecuencia del comienzo de la mejora del salario real (principalmente en la segunda parte del año), la recuperación total en los puestos de trabajo y planes oficiales para dinamizar el consumo. Así, en conjunto estos dos sectores explicaron casi la mitad de la mejora anual de la actividad económica (5 p.p. del 10,3% i.a.).

A diferencia, el único sector con incidencia negativa a lo largo del 2021 fue el sector agropecuario (-0,03 p.p.). Este sector exhibió una mejora de 9,9% i.a. en diciembre, pero acumuló un descenso de 0,3% i.a. respecto al año anterior.

La mejora en la actividad económica se habría mantenido en los primeros meses del 2022. De todas maneras, visualizamos determinados riesgos entrando al segundo trimestre. Estos están asociados tanto a una menor liquidación del sector agropecuario, que podrían dificultar el financiamiento de mayores importaciones, como a una mayor incertidumbre en función del desarrollo de las renegociaciones con el FMI. Además, eventuales correcciones de precios relativos -principalmente tarifas- en los próximos meses podría también ocasionar una merma en el consumo privado en el corto plazo. De esta forma, estimamos que el crecimiento de la economía se ubique en la zona de 3% en 2022. Esta mejora será explicada en mayor medida por el arrastre estadístico positivo que dejó el 2021 (3 p.p.), más que por una mejora genuina de magnitud.

La construcción creció 30,8% i.a. en 2021

En diciembre, el Indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC) mostró una suba de 4,6% i.a y acumuló para todo 2021 un aumento de 30,8% i.a. respecto a 2020. De esta forma, el sector también se mantuvo levemente por encima de los niveles pre-pandemia: se ubicó un 5,4% por encima de los niveles de 2019, pero aún un 3% por debajo del 2018.

Creció 2,7% en términos desestacionalizados respecto a noviembre, acumulando tres meses consecutivos de mejoras. Sin embargo, el sector exhibió una evolución con vaivenes a lo largo de todo el 2021, ya que en 6 de los 12 meses hubo contracciones mensuales. Pese a dicha evolución, en diciembre de 2021 se ubicó en niveles 3,7% superiores a los de diciembre de 2020.

Al interior del indicador, crecieron 8 de las 13 categorías relevadas en términos interanuales. El principal motor de la suba fue el consumo aparente de asfalto (42,2% i.a). Este insumo está muy asociado a la obra pública, que mostró un fuerte crecimiento el año pasado: el gasto de capital nacional acumuló un aumento de 56,2% en términos reales.

Dentro de los insumos asociados a obras privadas de magnitud, la mayor parte exhibió mejoras interanuales en diciembre. Se destacan hierro redondo y aceros para la construcción (+22,9% i.a), hormigón elaborado (+4,1% i.a) y cemento (+5% i.a). A contramano, el consumo aparente de placas de yeso y ladrillos huecos cayeron (-10,1% i.a. y -9,1% i.a., respectivamente).

Por otro lado, el relevamiento de insumos asociados a obras privadas de menor magnitud (refacciones para el hogar) mostró un retroceso respecto a igual mes de 2020: cayeron pinturas para la construcción (-7,5% i.a), pisos y revestimientos cerámicos (-1,2% i.a) y artículos sanitarios de cerámica (-0,6% i.a). En este sentido, la mayor demanda para reformas al interior del hogar que trajo aparejada la implementación de la cuarentena se fue diluyendo a lo largo del año anterior.

Complementando los datos del ISAC, el INDEC publicó información sobre los puestos de trabajo registrados del sector privado de la construcción. En noviembre, los puestos de trabajo exhibieron una suba de 18,7% i.a. en contraste con el mismo mes de 2020 y acumularon un crecimiento de 9,2% en comparación con igual periodo de 2020. De todas maneras, aún se ubicaron por debajo de los puestos de trabajo de noviembre de 2019 (-1,9% por debajo, lo cual representa unos 7.600 puestos menos), dejando en evidencia que, si bien el sector ya se encuentra operando por niveles por encima de los niveles de 2019, el mercado de trabajo formal se recupera a un ritmo algo menor.

¿Qué esperamos?

Hasta el momento, los indicadores que permiten adelantar la actividad de la construcción del primer mes del año son conservadoras. El Índice Construya (IC), buen proxy de la actividad de la construcción del sector privado, exhibió un aumento de 3,9% i.a. en contraste a enero de 2021. De todas formas, mostró una leve baja en términos desestacionalizados (-0,9% respecto a diciembre). A su vez, luego de 16 meses consecutivos en alza, los despachos de cemento mostraron una caída de 2% en términos interanuales en enero, mientras que también cayeron respecto a diciembre por motivos principalmente estacionales (-14,4%).

Las perspectivas para los próximos meses son más favorables. El 67,3% de las grandes empresas que realizan obras privadas prevén que el nivel de actividad del sector no cambiará durante los próximos tres meses, mientras que 23,1% estima que aumentará. Dentro de las empresas dedicadas fundamentalmente a la obra pública, 61,4% opina que el nivel de la actividad no cambiará y el 32,9% cree que aumentará. A su vez, la superficie autorizada para edificar exhibió un incremento de 69,8% i.a. en noviembre del año anterior, acumulando once meses consecutivos de mejoras interanuales.

La industria manufacturera creció 15,8% i.a. en 2021, ¿desempeño más acotado en 2022?

En diciembre, el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) exhibió una mejora de 10,1% i.a., registrando el nivel más alto para un diciembre desde que se comenzó a publicar la serie en 2016. De esta forma, el sector creció 15,8% i.a. en el acumulado de 2021. Más aún, se ubicó 7,1% por encima de los niveles promedio de 2019 y permaneció estable respecto a los niveles de 2018 (+0,3%). De esta manera, es posible afirmar que el sector no solo superó el terreno cedido por la pandemia, sino también por la crisis del periodo 2018-2019.

De todas maneras, cabe destacar que los puestos de trabajo se recuperan a un ritmo más lento que el nivel de producción. Según SIPA, los puestos de trabajo registrados del sector industrial se ubicaron en noviembre de 2021 (último dato disponible) en valores un 3,3% por encima del primer bimestre de 2020, dejando en evidencia que ya recuperaron el terreno cedido por la pandemia. Sin embargo, en ese mes estuvieron 1,2% por encima del promedio de 2019, pero aún un 3,8% por debajo del promedio de 2018.

Al analizar el acumulado del año, todos los sectores que componen al indicador exhibieron mejoras respecto al 2020. Además, al contrastarlo con los niveles acumulados de 2019 se observa que 13 de los 16 sectores se ubicaron en niveles superiores, mientras que esta cifra baja a 6 sectores al contrastarlo con los niveles promedio de 2018.

En primer lugar, resaltó el desempeño de Alimentos y bebidas (+5,6% i.a. en el acumulado del 2021), pese que fue uno de los sectores que vio menos afectado su demanda por la pandemia. Al interior, casi todos los subrubros exhibieron mejoras en el acumulado del año, exceptuando a carnes y vino. Casi un quinto de la mejora fue explicado por molienda de oleaginosas (+17,5% i.a.), ayudada por el alza en los precios internacionales de estos productos. En el agregado, la producción de Alimentos y bebidas también se ubicó por encima de los niveles promedio de 2019 (+6,0%) y 2018 (+5,9%).

Por su parte, Prendas de vestir y calzado creció 57,1% i.a. en el acumulado del año. Las menores restricciones a la circulación junto a la normalización de la canasta de consumo, la mayor demanda interna de estos productos ante el incremento de la vida social y programas como Ahora 12 explicaron gran parte de este desempeño. Este sector se ubicó por encima de los niveles acumulados de 2019 (+5,2% i.a.), pero aún por debajo de 2018 (-6,7% i.a.).

Por último, los sectores asociados a la inversión productiva, que se recuperó cerca de 30% i.a. en 2021, también exhibieron mejoras pronunciadas. Ejemplos de esto son Maquinaria y equipo (+36,4% i.a. en el acumulado), Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes (+50,0% i.a.), Otro equipo de transporte (+60,5% i.a.) y Otros equipos, aparatos e instrumentos (+29,3% i.a.). Tras el desplome de 2020, donde las fuertes restricciones y la incertidumbre paralizó cualquier plan de inversión, la producción de estos rubros repuntó también ayudados por planes de financiamiento y tasas de interés real negativas. Todos estos sectores también se ubicaron por encima del acumulado de 2019, pero algunos aún por debajo de los niveles promedio de 2018.

Por último, cabe destacar que en términos desestacionalizados la industria creció 0,6% respecto a noviembre. Así, tras el traspié de octubre (-4,9%), el entramado industrial cerró el último bimestre del año con dos meses consecutivos de crecimiento, pero que no alcanzaron para recuperar los niveles de septiembre, previos a la caída. Este comportamiento fue la norma a lo largo del año anterior: el sector exhibió una evolución del estilo “serrucho”, teniendo en cuenta que en 5 de los 12 meses hubieron caídas en términos desestacionalizados.

Para los primeros meses del 2022 visualizamos algunos interrogantes. Por un lado, la circulación de nuevas variantes junto al elevado ritmo de contagios trajo consigo el riesgo de complicar el normal funcionamiento de las plantas, en la medida que el personal contagiado deba cumplir con los aislamientos y se dificulte mantener un sistema de turnos. Además, en el primer bimestre del año se suelen concentrar las paradas de plantas por toma de vacaciones, lo cual es un factor adicional a la hora de tener en cuenta el desempeño industrial de las primeras semanas del año.

En los siguientes meses del 2022, esperamos que la industria sufra vaivenes al igual que en 2021 pero, teniendo en cuenta que el sector recuperó todo el terreno perdido por la pandemia y buena parte del deterioro de los años previos, es esperable una desaceleración en el ritmo de crecimiento. Además, en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI y la necesidad de endurecer la política fiscal-monetaria, el sector tendrá menos margen para verse beneficiado por políticas expansivas anteriormente implementadas (como programas de financiamiento en cuotas, etc).

Por otro lado, en la medida que existan correcciones del tipo de cambio, se encarecerá el costo de insumos importados necesarios para producir, o podrían existir complicaciones para el abastecimiento en el marco de una compleja situación del comercio internacional. A su vez, en un escenario en el cual existe una escasez importante de dólares, algunos sectores podrían verse afectados en la medida que existan nuevas trabas para importar. Además, existe el riesgo de que estas correcciones impliquen una nueva aceleración inflacionaria, que trunque la recuperación real de los ingresos y golpee a una demanda interna ya debilitada. De esta manera, esperamos que el sector industrial exhiba un crecimiento superior al 3% i.a. en 2022, que corresponderá en buena medida al arrastre estadístico (de casi 3 p.p.) que dejó el último trimestre de 2021. Así, el avance entre puntas en 2022 sería más similar a un estancamiento.