El flujo comercial con Brasil en mínimos desde 2004

En junio, el intercambio comercial bilateral entre Argentina y Brasil arrojó un déficit de USD 100 millones para nuestro país, más que duplicando el rojo de USD 45 millones obtenido en igual mes del año pasado. Más allá de este resultado negativo, la nota la volvió a dar el flujo comercial: por el desplome tanto de las exportaciones a ese mercado (-39,5% i.a.) como de las importaciones desde Brasil (-30,8% i.a.) el intercambio total entre ambos países cayó 35% i.a., registrando el menor valor para un junio desde 2003.

Por el lado exportador, los poco más de USD 500 millones enviados a Brasil desde Argentina en junio representaron un 4,8% de las importaciones totales de ese país. Comparando con el 6,4% de participación obtenido en junio de 2019, y más aún con el 7,2% de 2018, este número enciende algunas señales de alarma. Si bien era esperable una caída, ya que la principal economía del Mercosur está en rojo, nuestras ventas cayeron casi el doble que el resto de las importaciones brasileñas (-18,5% i.a.), relegando nuestra importancia en este mercado.

El frente cambiario fue clave para explicar esta dinámica dispar. Mientras que el Real brasileño se depreció casi 33% en el primer semestre, en una economía sin inflación, el peso argentino avanzó “solo” 17,6% y la suba de precios habría rondado el 13% en nuestro país. Como resultado, perdimos competitividad precio, y el tipo de cambio real bilateral con Brasil se apreció 22% en la primera mitad del 2020. Por lo tanto, no solo estamos sufriendo un ajuste por cantidades en esta plaza, sino también por precios.

Por otra parte, la parálisis de la industria automotriz en un contexto de fuertes restricciones a la producción también contribuyó a esta caída. La exportación de bienes “no-esenciales”, que además operan con estrictos protocolos que enlentecen -y encarecen- la producción, también fue relevante. Si nunca es lo mismo exportar acero que caramelos, mucho menos lo es en este contexto.

Obviamente, la caída de las ventas tiene como principal explicación la caída de la actividad en el país vecino, en línea con la tendencia a nivel global. En este sentido, los últimos datos de actividad resultan contundentes: en abril, la actividad económica se contrajo un 15% i.a y casi un 10% comparado con marzo. Adicionalmente, las ventas minoristas cayeron un 17% mensual, mientras que la producción industrial lo hizo un 23% mensual en el mismo mes. Sin datos desagregados de Brasil, sabemos que las exportaciones de vehículos cayeron un 82% i.a. según ADEFA, 7 p.p. más que los patentamientos locales (-75% i.a.).

Respecto de las importaciones desde Brasil, la caída de 30,8% dejó a las compras desde ese país en su menor valor desde 2003. Pensando en el desplome acumulado que mostraban las importaciones totales de nuestro país a mayo (-24% i.a.), también se observa un retroceso mayor de la economía vecina. Nuevamente la fuerte presencia de vehículos en la canasta importadora desde este país, y los importantes problemas de este sector para operar, explican parte de la caída.

Con estos números, el saldo comercial permaneció en equilibrio durante el primer semestre (USD -23 millones), mostrando una importante desmejora respecto de la primera mitad de 2019, cuando habíamos obtenido un superávit de USD 170 millones. Este retroceso obedeció a la caída de las exportaciones (-30,8% i.a.), ya que las importaciones desde el gigante latinoamericano también cayeron en la comparación interanual (-28,1% i.a.).

De cara al futuro, las perspectivas no son alentadoras: tanto el PBI argentino como el brasileño arrojarían caídas cercanas a los dos dígitos en 2020, golpeando fuertemente al comercio bilateral. De esta manera, será casi imposible repetir el superávit de USD 760 millones alcanzado en 2019. Aunque la reducción del déficit bilateral existente hasta 2018 es una buena noticia en un contexto de escasez de divisas, no poder sostener el resultado positivo del año pasado, o al menos la participación en la plaza brasileña, diluyen los aspectos a destacar. 2020 tendrá el menor flujo de comercio bilateral en más de una década y el frente externo con Brasil sumará preocupaciones a una economía argentina ya muy golpeada por todos los frentes. Al menos no se perderán divisas: ¿que podría ser peor? Eso no arregla.

 

La economía acostada en terapia intensiva

Abril fue el primer mes en el cual la cuarentena rigió a lo largo de todo el territorio y durante todos los días del mes. El resultado fue una caída de 26,4% de la actividad (un retroceso superior a 11% i.a. en los primeros cuatro meses del año), según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE). Vale decir que esta contracción fue casi 10 p.p. más profunda que la mayor caída interanual asociada a la crisis del 2001 (-16,7% i.a. en marzo de 2002).

A su vez, la economía cayó 17,5% en términos desestacionalizados respecto al mes de marzo -número que representó máximos históricos-, acumulando una caída de -26,9% en el primer cuatrimestre del año y ubicándose en los niveles más bajos desde fines del año 2004.

En lo que respecta a las ramas de actividad, lo más importante a resaltar es que todas las ramas mostraron contracción en el mes. De todas maneras, reinó un impacto heterogéneo: las caídas más profundas las tuvieron los sectores que directamente no pudieron operar –representando en su mayoría caídas sectoriales nunca antes vistas-, mientras que las ramas consideradas esenciales tuvieron un menor impacto relativo.

En este sentido, la Construcción fue la rama más golpeada. La repentina y completa parálisis de las actividades generaron que el sector que ya acumula 21 meses consecutivos de contracción caiga 86,4% i.a., acumulando un retroceso superior a 40% i.a. en los primeros cuatro meses del año. Para poner en magnitud el deterioro, en el mes de abril el sector se ubicó en niveles que representaron únicamente un 24% de lo observado en el mes anterior.

Por su parte, la Industria manufacturera mostró una contracción de 36,3% i.a. y acumuló una caída de 14,5% i.a. en los primeros cuatro meses del año, un menor impacto debido a que algunas ramas (la alimentaria, por ejemplo) pudieron operar con relativa normalidad. En lo que respecta al Comercio, se observó una caída de 27% i.a. (-10,8% i.a. en lo que va del año), debido a que, exceptuando a los comercios esenciales, todos tuvieron que cerrar sus puertas en el mes. Este sector, junto a la industria y a la construcción fueron los que mayor incidencia negativa tuvieron en el mes.

Por su parte, el sector que más afectado se verá en todo el año, Hoteles y restaurantes, cayó -85,4% i.a. No obstante, también exhibieron caídas de dos dígitos, Otras actividades de servicios comunitarios (-72,2% i.a.), Explotación de minas y canteras (-20,5% i.a.) y Actividades inmobiliarias, empresarias y de alquiler (-19,7% i.a.). A contramano, menos perjudicados se vieron Agricultura y ganadería (-8,2% i.a.), Electricidad, gas y agua (-8,4% i.a.) e Intermediación financiera (-3% i.a.), por ser sectores que tuvieron menos restricciones para continuar con sus actividades.

¿Qué esperamos?

Debido a la perduración de las restricciones en el AMBA y otros centros urbanos junto a la relajación de la cuarentena en otros puntos del país con menor circulación del virus, a partir de mayo se observaron algunas mejoras, a pesar de que las contracciones en la comparación interanual siguieron siendo preocupantes.

Por caso, en mayo las ventas de insumos para la construcción retrocedieron 34% i.a. pero crecieron 184% respecto al mes anterior. A su vez, los patentamientos exhibieron una contracción del 42% i.a. pero 376% respecto al piso de abril, y la producción de vehículos cayó 84,1% i.a. pero representó una importante suba respecto a las cero unidades producidas en abril. Otros datos del mes de mayo mostraron fuertes bajas en la comparación interanual: las ventas en comercios minoristas cayeron -51% i.a., la recaudación de IVA interno en términos reales se desplomó un -27% i.a. y las escrituras de compra-venta de inmuebles en CABA cayeron un -79% i.a.

Por su parte, según un informe publicado por el Ministerio de producción, a partir de junio más de quince provincias tuvieron más del 80% del empleo privado habilitado para trabajar, aunque en el AMBA, que explica la mitad de la actividad económica, solo se pudieron desarrollar actividades puntuales bajo estrictos protocolos sanitarios. Pese a la recuperación que puede verse en parte del país, esperamos que la contracción interanual supere el 20% en el segundo trimestre del año.

La llegada del invierno y la vuelta de mayores restricciones en AMBA durante julio siguen perjudicando las perspectivas y arrojan más dudas que certezas respecto a la duración de la crisis y el proceso de recuperación. En este sentido, prevemos que el PBI retroceda 11,5% en 2020, la contracción más profunda de la actividad de los últimos 120 años -según estimaciones de Arklems- y de esta manera, el PBI per cápita volverá quince años atrás, a los niveles de 2005.

Ecuador | La renegociación de la deuda sigue en curso

Economía

Aunque no hay datos de cuentas nacionales o mercado laboral que muestren la afectación que la economía ecuatoriana ha sufrido como consecuencia del COVID-19, algunas cifras fiscales pueden dar una idea aproximada. Entre enero y mayo los ingresos del Presupuesto del Estado cayeron 17,4% respecto a igual período del año anterior, explicado principalmente por un desplome de 59% en los ingresos petroleros y de 18,5% en los tributarios. No obstante, la situación se muestra incluso más crítica cuando se analiza únicamente las cifras de mayo: en ese mes los ingresos petroleros cayeron 94% y los tributarios 40%, siempre en términos interanuales. Dentro de estos últimos, los ingresos por IVA cayeron 50%, lo que, considerando la alta correlación de ese impuesto con el nivel de actividad y el consumo privado, anticipa que ambas variables sufrieron una fuerte contracción durante los meses de confinamiento. La reapertura parcial a partir de junio debería permitir que la situación empiece a repuntar. Como consecuencia de la caída en los ingresos, el gobierno está recortando algunos gastos pero también acumulando atrasos, en sueldos, pagos de bienes y servicios, y sobre todo en transferencias a otras instancias del sector público (gobiernos seccionales y seguridad social).

Política

Esos atrasos y recortes están entre los argumentos que algunas bancadas legislativas están usando para promover un juicio político contra el ministro de Economía y Finanzas. El presidente Moreno ha pedido a los asambleístas que no sigan adelante con ese juicio, pero difícilmente ese pedido surta efecto. Mientras tanto, el ministro continúa avanzando en la renegociación con los tenedores de bonos soberanos del Ecuador, a fin de aliviar las presiones de pago de este y el próximo año. Además que el ministro lidera la negociación con el FMI, clave para acceder a nuevo financiamiento. Cabe recordar que por lo pronto el Ecuador está en un período de diferimiento aceptado por los acreedores; ese período vence a mediados de agosto.

Otro tema relevante en lo político son los escándalos de corrupción que están vinculados con sobreprecios durante la emergencia y que se han destapado en las últimas semanas. Estos escándalos han golpeado a distintos movimientos políticos, incluyendo el oficialista.

2002 y 2020, mismos números

¿Qué sucedió con el PBI en el primer trimestre?

La inestabilidad de la economía argentina, sumado a la irrupción de la Pandemia y el aislamiento obligatorio en la última parte del mes de marzo, llevaron a que la actividad se contraiga un -5,4% en el primer trimestre del 2020. En términos desestacionalizados, el PIB cayó 4,8% respecto al último trimestre de 2019, alcanzando el nivel más bajo de actividad desde principios de 2010.

El componente más golpeado de la demanda fue la inversión. Cayó -18,3% i.a. en el primer trimestre del año, encadenando el séptimo trimestre consecutivo de contracción y exhibiendo el nivel más bajo desde 2009. Por su parte, el consumo total mostró una caída del -5,7% i.a. en los primeros tres meses del año, liderado por una disminución del consumo privado (-6,6% i.a.), ya que el consumo público cayó poco (-0,7% i.a.). A su vez, inclusive con incrementos solidarios y desaceleración de la inflación, el consumo privado disminuyó 6,8% en términos desestacionalizados (6 p.p. por debajo del cuarto trimestre del año anterior).

El comercio exterior corrió la misma suerte: las importaciones se desplomaron 17,3% i.a., mientras que las exportaciones cayeron 4,7% i.a. La pandemia afectó con anterioridad a algunos de nuestros principales socios comerciales (China, Estados Unidos y Europa) adelantando los efectos perjudiciales sobre el flujo de comercio a partir de mediados del trimestre.

Desde la óptica de la oferta, se observa que 12 de los 16 sectores se ubicaron en terreno negativo en el primer trimestre de 2020. Las principales incidencias negativas sobre la actividad agregada provinieron del retroceso expuesto por las ramas de la Industria manufacturera (-6,5% i.a.), el Comercio (-6,5% i.a.) y la Construcción (-20,8%). En conjunto explicaron algo menos de la mitad de la disminución total.

Los sectores que contribuyeron a evitar un derrumbe mayor fueron Electricidad, gas y agua (+3,8% i.a.), como consecuencia del congelamiento de tarifas y un mayor consumo residencial de electricidad alentado por factores climáticos; Explotación de minas y canteras, por el impulso de la producción no-convencional petrolera que acumularon las compañías previo al parate en la actividad, y finalmente sectores asociados al desempeño del sector público, como Enseñanza (+1,2% i.a.) y Administración Pública y defensa (+0,2% i.a.).

El mercado laboral, gris

Como se vio en la sección anterior, cambió el gobierno pero no el rumbo de la economía, y en esta sintonía, tampoco se modificó la dinámica del mercado del trabajo: pese a la caída de la actividad, mejoró -levemente- el empleo. Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el nivel de empleo creció 0,8% i.a. en el primer trimestre del 2020. Sin embargo, tal como venía sucediendo, la clave pasa por el análisis de la calidad de los mismos.

Por caso, durante el primer trimestre el empleo formal cayó 2% i.a. en la población de referencia (31 aglomerados urbanos) mientras que se crearon puestos en el sector informal (+1,9% i.a.) y en el empleo no asalariado (trepó 4,7% i.a.).

Vale destacar que la Población Económicamente Activa (PEA) alcanzó 47,1% de la población de referencia, lo que implica un incremento de 1,2% i.a. en la cantidad de participantes del mercado laboral. Este incremento levemente por encima del crecimiento poblacional fue suficiente para generar un aumento del desempleo: 10,4% de la PEA (+0,3 p.p. respecto del primer trimestre de 2019).

¿Qué esperamos?

La dinámica de la actividad y el mercado de trabajo observada en el primer trimestre mostró un primer efecto parcial del deterioro producido por la pandemia. Lamentablemente, esperamos que la trayectoria empeore en los meses subsiguientes.

El segundo trimestre será el más complejo en términos de actividad, como consecuencia de la perduración de cuarentena estricta en el AMBA y otros centros urbanos pero con relajación de las restricciones a partir de mediados del trimestre en el resto del país. Por lo tanto, esperamos que la actividad se contraiga en torno al 20% i.a. en el segundo trimestre. Más aún, producto de una caída de dos dígitos en términos desestacionalizados, el PBI alcanzará valores inferiores a los observados durante la crisis 2008-09.

En la medida que las restricciones a la circulación permanezcan firmes en los principales centros urbanos y la renegociación de la deuda siga dilatándose, el golpe en la actividad será más profundo: esperamos que la contracción sea similar a la observado en 2002 (-10,9%).

Por su parte, y a diferencia de lo que venía sucediendo, el mercado de trabajo no logrará despegarse de semejante crisis. El nivel de empleo exhibirá un retroceso de 4-5% i.a, concentrado en los grandes centros urbanos (especialmente AMBA) y en aquellas regiones ligadas al turismo, actividad que depende del levantamiento de las restricciones a la circulación.

En consecuencia, si bien la pérdida del poder adquisitivo podrá no exceder la dinámica del año pasado, la pérdida de puestos de trabajo deprimirá aun más la masa salarial real. La medida de este deterioro, a su vez, determinará la capacidad y velocidad de la recuperación una vez pasada la pandemia.

 

Costa rica | Sin margen fiscal para enfrentar la pandemia

Economía

La crisis de la pandemia tomó a Costa Rica con un espacio fiscal muy limitado, y dicha estrechez se ha empezado a evidenciar. En los últimos meses, el país ha sufrido tres rebajas en su calificación de deuda; el cambio más reciente fue el cambio de perspectiva realizado por Moody’s de B2 estable a B2 negativa. La endeble aplicación de la regla fiscal y el reciente cambio del Ministro de Hacienda, le restan credibilidad al proceso de consolidación de las finanzas públicas que lleva el país.

El constante deterioro en la calificación de la deuda costarricense implica un encarecimiento para financiarse, por lo que la emisión externa (Eurobonos) está descartada para el bienio 20-21. En medio de este contexto, Costa Rica ha recurrido a organismos multilaterales en busca de recursos, el pedido más reciente fue al Fondo Monetario Internacional (FMI) para solicitar un crédito mediante un acuerdo de Stand By Agreement. Dicho acuerdo tiene un plazo de tres a cinco años, y a cambio de los desembolsos del FMI, el país se compromete a realizar los ajustes necesarios para revertir la situación que le obligó a buscar financiamiento.

Política

A inicios de mayo, en la elección por la presidencia del Congreso, fue elegido el diputado Eduardo Cruickshank del PRN. Cruickshank fue apoyado por la bancada del PLN, la más grande de la Asamblea Legislativa, y por el partido oficialista, PAC.

Adicionalmente, el pasado 28 de mayo, tres ministros de Gobierno renunciaron; los jerarcas de Hacienda, Comunicación y Ciencia y Tecnología, anunciaron sus salidas del Gabinete el mismo día. Tanto Luis Adrián Salazar de Ciencia y Tecnología como Rodrigo Chaves de Hacienda argumentaron que sus salidas se dieron por diferencias ideológicas con el presidente Carlos Alvarado. De las tres salidas, la más destacada fue la de Rodrigo Chaves, debido al frágil estado de las finanzas públicas; Elián Villegas, abogado de formación es el nuevo ministro, y su llegada no fue bien recibida por los mercados internacionales.

Una de cal y otra de arena: superávit comercial en máximos, pero flujo en mínimos

El intercambio comercial de bienes mostró dos caras en mayo de 2020: una positiva y otra negativa. El vaso medio lleno es que el superávit avanzó un 35% i.a., rozando USD 1.900 millones, casi USD 500 millones por encima de igual mes de 2019 (USD +1.400 millones). El vaso medio vacío es que esta dinámica obedeció íntegramente al desplome de las importaciones (-31,6% i.a., apenas superando USD 3.150 millones), ya que las exportaciones también retrocedieron (-16,3% i.a., rondando USD 5.050 millones). Como resultado, el flujo comercial cayó 23% i.a. en mayo, alcanzando sólo USD 8.250 millones, el menor intercambio para este mes desde 2009.

Esta dinámica dispar obedeció al peor desempeño de la economía argentina respecto de la actividad mundial. A modo de ejemplo, siguiendo las últimas proyecciones del FMI, nuestro PBI sufriría la sexta peor recesión del mundo (-9,9% i.a.), cayendo casi el doble que la economía global (-4,9% i.a.). Por lo tanto, esta evolución se repetiría en los próximos meses.

Asimismo, producto de la depreciación de varias monedas emergentes, el tipo de cambio real multilateral retrocedía 9% en el acumulado de los primeros cinco meses de 2020, que se hundía a 26% cuando se miraba el tipo de cambio real bilateral con Brasil. De esta forma, se observa cómo el golpe no vino solamente por la menor demanda, sino también por la pérdida de competitividad-precio.

Analizando las exportaciones de manera desagregada, resalta que los productos primarios crecieron en valores (+8,3% i.a.), impulsados las cantidades (+6,3% i.a.). En sentido contrario, las ventas de manufacturas de origen agropecuario cayeron 5,5% i.a., producto de la merma en volúmenes (-4,9% i.a.). Con estos números, podemos deducir que las tensiones cambiarias del mes pasado (el Banco Central vendió casi USD 1.000 millones en mayo hasta que endureció el cepo el 28 de ese mes) respondieron más a una cuestión comercial de adelantamiento de pagos y posposición de cobros que a un tema de despachos aduaneros: las exportaciones salieron y llegaron menos importaciones.

Por su parte, las ventas externas de manufacturas de origen industrial y de combustibles y lubricantes se desplomaron 50% i.a y 40% i.a., respectivamente. En el primer caso, el deterioro obedeció a las restricciones a la oferta y la crisis brasileña (caída 48% i.a. en cantidades), mientras que, en el segundo, la mala performance respondió al desplome de los precios (-67% i.a.).

Por el lado importador, el desplome fue generalizado. Las compras externas de vehículos livianos lideraron la caída con un derrumbe del 76% i.a., seguidas por combustibles y lubricantes (-59% i.a.) y piezas y accesorios para bienes de capital (-49% i.a.). En todos los casos, las restricciones de oferta a la producción industrial, especialmente en el AMBA, explicaron dicho resultado.

De cara al futuro, las perspectivas no mejoran. Para fundamentar esto, hay que destacar que la Bolsa de Cereales de Rosario proyectó una caída del 10% en las exportaciones del complejo sojero de 2020, lo que representa un ajuste cercano a USD 2.000 millones en nuestros envíos externos. Esta mala noticia no impactará solamente en el intercambio comercial, sino también en el resultado fiscal, ya que la oleaginosa es uno de los principales aportantes de retenciones. Asimismo, la crisis que está sufriendo la economía brasileña (el FMI proyecta una caída de 9% para su PBI % este año), nuestro principal destino exportador, complicará las cosas en este frente.

Por el lado importador, el probable endurecimiento de la cuarentena profundizaría la crisis. Asimismo, las restricciones de acceso al Mercado Único y Libre de Cambios impuestas a fines de mayo, que obligan a varias empresas a importar con dólares propios, agudizarían las caídas interanuales en los próximos meses, a la par que poseen un importante sesgo anti-exportador por el diferencial que generan entre el tipo de cambio importador (paralelo) y exportador (oficial).

Resultado de esta dinámica, proyectamos que el superávit comercial se acercaría a USD 18.000 millones en 2020 (+13% i.a.), marcando un récord en términos nominales. No obstante, tal como sucedió en los primeros meses del año, la mejora obedecería al desplome importador y no a un avance de las exportaciones, que también retrocederían significativamente.

En síntesis, pese a que el saldo comercial alcanzaría un máximo, el flujo comercial se acercaría a los mínimos de 2009 (USD 95.000 millones, 20% por debajo del valor de 2019).

 

 

 

 

 

Colombia | El desempleo llegó al 19,8% en abril

Economía

Los efectos de la crisis del COVID-19 sobre la economía colombiana son fuertes. El mercado laboral ha sido el más golpeado con una tasa de desempleo de 19,8% en abril de 2020, significativamente mayor al 10,3% presentado en abril de 2019. Además, la crisis ha llevado a que la inflación pase de 3,5% en abril a 2,8% en mayo, lo que muestra que el impacto es más fuerte de lo esperado. Así, el pronóstico de crecimiento se acota al rango entre -6% y -4% para 2020.

El comportamiento reciente del precio del petróleo y la emisión de bonos de deuda pública han llevado a que la tasa de cambio se sitúe cerca de los 3700 USD/COP. Por lo anterior, se ajustan los pronósticos de tasa de cambio, inflación y déficit fiscal a la baja (3900 promedio 2020, 3,0% promedio 2020 y -3,8% del PIB, respectivamente). El déficit en  cuenta corriente del primer trimestre de 2020 fue de -3,7%, lo que hace que nuestro pronóstico pase de un déficit de -5% del PIB a -4,7% para 2020.

Política

La crisis del COVID-19 ha incrementado la popularidad de Iván Duque y de los mandatarios regionales. Las cuarentenas han sido respetadas por gran parte de la población y han logrado bajar la transmisión del virus. Sin embargo, el estado de la economía ha obligado a migrar hacia un aislamiento inteligente, con apertura de sectores industriales y de la construcción, así como una mayor discusión sobre el monto de las ayudas y su efectividad. La crisis también ha implicado una mayor coordinación entre los alcaldes y el presidente, que no se vio al inicio de la emergencia.

En cuanto a la política económica, el Banco de la República bajó las tasas de interés a 2,75% (mínimo histórico). Por su parte, el Ministerio de Hacienda emitió bonos de deuda pública los cuales fueron vendidos a bajas tasas de interés lo que indica que los inversionistas ven con confianza la recuperación de la economía colombiana una vez se sobrepase la crisis del COVID-19.

Chile | El PIB caería 6,1% en 2020

Economía

El impacto económico de la pandemia se sigue amplificando, lo que ha llevado a revisiones marginales a la baja en materia de actividad económica para el presente año. La última Encuesta de Expectativas Económicas, levantada por el Banco Central de Chile, pronostica una caída algo superior al cuatro por ciento para el PIB el presente año, cifra más favorable que nuestra proyección, que sitúa la contracción en un 6,1 por ciento. Al efecto directo de las medidas de confinamiento, que significa el “congelamiento” de una fracción significativa de la actividad global, particularmente en las zonas urbanas, se agrega el comienzo de un efecto “segunda vuelta” derivado de la destrucción de empresas, puestos de trabajo y el consiguiente daño sobre el ingreso de las familias y sus expectativas económicas. La respuesta de política económica se ha centrado, en materia fiscal, principalmente en transferencias de recursos a personas y empresas, mientras la política monetaria prioriza la inyección de liquidez, y generar mecanismos que incentiven que el crédito llegue donde es más requerido. A pesar de las medidas que intentan acotarlo, lo cierto es que el impacto sobre el mercado laboral ha sido muy significativo, lo que nos lleva a estimar niveles de desempleo por sobre el 15 por ciento hacia mediados de año. El próximo año, entendiendo que la situación sanitaria tiende a normalizarse, el foco  estará puesto en reactivar la economía, con paquetes fiscales que incrementen el gasto directo, además de subsidios a la contratación laboral. Con todo, el importante deterioro provocado a la economía, llevará a que los niveles de actividad alcanzados el año 2019 sólo se logren recuperar hacia fines del año 2021.

Política

Luego del llamado “estallido social”, desarrollado a partir de octubre del año pasado, la situación político institucional quedó seriamente dañada, con una polarización importante en las posturas entre gobierno y oposición, y una sociedad civil que manifestaba un profundo descontento hacia la política y las instituciones en general. Dicho proceso, que fue acompañado por grandes movilizaciones sociales y de mucha violencia promovida por minorías, apoyadas por los partidos políticos de la extrema izquierda, generó un serio deterioro al clima económico y las expectativas. El acuerdo para iniciar un proceso que, de ser votado mayoritariamente, permitiría la redacción de una nueva constitución, permitió descomprimir algo la presión social. La crisis sanitaria, y sus dramáticos efectos sobre la economía y las familias, ha puesto en pausa las movilizaciones, ha retrasado el proceso constitucional y, en general, ha restado al menos transitoriamente apoyo a las movilizaciones sociales. De parte de la oposición más moderada se percibe una postura más colaborativa con la autoridad, lo que debiera decantarse en un acuerdo político económico que comprometa los lineamientos centrales para enfrentar la crisis sanitaria y su impacto sobre la economía, con recursos adicionales para incrementar el gasto público en lo que queda del presente año y en el próximo.

 

Brasil | A Tendências revisou a projeção do PIB para 2020 de -4,1% para -7,3%

Economía

A atividade econômica segue afetada por dois fatores principais: pandemia e quadro político. Os resultados consolidados no primeiro semestre mostraram um quadro preocupante para o ano. A queda de 1,5% do PIB na margem no primeiro trimestre é um indicativo do forte impacto da pandemia. Apenas algumas semanas já foram suficientes para gerar retração relevante na atividade econômica. As perspectivas para o segundo semestre devem continuar em direção a um cenário mais pessimista. A expansão das medidas de isolamento social resulta em forte retração da atividade. Dito de modo mais direto: o primeiro trimestre foi suficiente para jogar as projeções para um patamar pessimista. A Tendências revisou a projeção do PIB para 2020 de -4,1% para -7,3%. De todo modo, a retração da atividade já impacta as demais variáveis macroeconômicas. O cenário inflacionário segue bem comportado, com revisão baixista das projeções. A expectativa é de inflação de 1,5% para 2020, o que impõe um viés adicional para queda da taxa de juros. No limite, o impacto da pandemia é bastante condicionado pelo comportamento do mercado de crédito. Diversos programas do governo foram desenhados, mas ainda encontram limites por conta da percepção de risco mais elevada por parte dos bancos.

Política

O quadro político continua sendo bastante informado pelos efeitos da pandemia. Em linhas gerais, a cena política brasileira é ainda marcada pelos desdobramentos econômicos e sociais da covid-19. Assim, a agenda legislativa segue marcada por temas no campo das emergências, com particular destaque para a discussão em torno das medidas para o mercado de crédito e voltadas à ampliação da renda básica emergencial. Por ora, a governabilidade não é fonte de risco relevante. A dinâmica do processo decisório é marcada por amplas maiorias em torno dos temas e de continuidade de interlocução entre governo e Congresso, contribuindo para algum grau de racionalidade no debate público. Os riscos ao mandato presidencial permanecem elevados. As investigações judiciais podem resultar em acusações formais contra o presidente (e a chapa eleitoral), o que explica a disposição do governo em reforçar os laços com os parlamentares. De todo modo, o quadro político não autoriza a abertura de um processo de impeachment no curto prazo. O grau de velocidade na redução desses riscos é um importante componente para o entendimento da dinâmica da recuperação econômica.

Los infinitos prólogos de la reestructuración de la deuda

El futuro de la economía argentina reposa en gran medida en dos procesos que deberían cerrarse en el corto plazo, pero con efectos persistentes de cara a los próximos años: la cuarentena y la reestructuración de la deuda. En ambos casos, las decisiones poseen un alto componente político, y cuanto antes se cierren mejor para nuestro país -claro está que bajo algunos requisitos: un rebrote de Coronavirus es tan poco deseable como tener que volver a reestructurar la deuda en un par de años, por ejemplo-.

En la última semana hubo novedades sobre la negociación con los acreedores extranjeros. A mediados de junio venció el acuerdo de confidencialidad (NDA, por sus siglas en inglés) y tanto el Ministerio de Economía como los fondos de inversión involucrados hicieron públicas sus propuestas, desnudando las diferencias que, por ahora, extienden la situación de default. Sin embargo, analizando ambas posiciones pareciera que el acuerdo es una posibilidad concreta. Veamos.

Al momento, hay tres ofertas sobre la mesa: la del gobierno nacional, la del Comité de Acreedores de Argentina, al que se suman los fondos Fintech y Gramercy (BG), y la del grupo Ad-Hoc y Exchange (AE), integrado por BlackRock y Fidelity. Como era esperable, la propuesta oficial es la más austera de las tres, mientras que la de BG convalida una mayor quita que la de AE.

Como punto de partida, recordemos que el 17 de abril el Ministerio de Economía lanzó una propuesta, que tenía un valor presente neto (VPN) cercano a los 40 USD valuado a una tasa de descuento del 10%. La misma tuvo muy baja adhesión (menor al 20%) y debió ser mejorada.

Para ello, el Poder Ejecutivo propuso acortar el plazo de gracia, comenzando a pagar el año próximo en vez de hacerlo en 2023 como decía la primera oferta. Además, mejoró los pagos de cupones, reconoce los intereses corridos hasta el momento del acuerdo -pagándolos a través de un bono con vencimiento en 2024- y recortó la quita de capital. Considerando la misma exit yield (10%), el VPN de la propuesta se acerca a USD 51 por cada lámina de USD 100. Una mejora considerable respecto de los USD 40 iniciales, pero aún por debajo de las pretensiones de los acreedores.

Las últimas novedades de la propuesta oficial estriban en el pago de un cupón de hasta 0,75% atado a las exportaciones totales -no solo agropecuarias- medidas en dólares y comparadas con el promedio de los últimos cinco años. Este tipo de “endulzante” está atado a la capacidad de generación de divisas genuinas del país, por lo que evitaría potenciales descalces de moneda que podría generar un cupón PBI ante un crecimiento basado en atraso cambiario (que estimula la expansión de corto plazo mientras lesiona la capacidad de generación de divisas del país). Además, la nueva propuesta respeta los indenture originales de los bonos, una exigencia que desde el principio señalaron los acreedores de los bonos de la reestructuración de 2005, casualmente aquellos que poseen las indentures más duras.

En resumen, el Palacio de Hacienda mejoró su propuesta respecto de la escasamente adherida en abril. Sin embargo, todavía no alcanza: BG realizó una oferta que exige USD 53,8 por cada lámina de 100 a una exit yield del 10% y AE hizo lo propio con una que supera los USD 60,3/100. Además, el grupo AE pretende el cobro en efectivo de la mitad de los intereses corridos y la otra mitad con un bono, a la par que pidió un cupón vinculado al PBI en lugar del atado a las exportaciones ofrecido. Por último, este grupo, amenazó litigar en la justicia neoyorquina si el gobierno nacional no flexibilizaba su postura, agravando las consecuencias del default actual y frenando la negociación.

Ahora bien, la contracara de ir corrigiendo la oferta e intentando hacerla más atractiva es el mayor flujo de compromisos que deberá afrontar nuestro país en los próximos años. En este sentido, mientras que los pagos totales acumulaban sólo USD 330 millones hasta 2023 en la propuesta oficial de abril, en la última superarían los USD 1.800 millones. Más aún, si se estirara el horizonte temporal a 2028, la primera propuesta contemplaba pagos por USD 15.600 millones, mientras que la última lo hace por USD 25.500 millones, casi USD 10.000 millones más.

De todas formas, comparado contra el escenario previo a la reestructuración, el “ahorro” sigue siendo significativo: la propuesta de abril reducía pagos por USD 25.900 millones hasta 2023 y USD 47.500 millones hasta 2028, en tanto que, para la última, estas sumas ascienden a USD 24.400 y USD 37.500 millones, respectivamente.

Las partes parecen más cercanas que hace un tiempo, y a pesar de las declaraciones cruzadas o idas y venidas que puede haber en el camino, las negociaciones continúan, por ahora hasta el 24 de julio. El problema es que esta extensión y una negociación que parece a punto de cerrarse, pero no lo hace, generan un estrés demasiado alto como norma de la economía argentina, de modo tal que desalientan cualquier proyecto o inversión de mediano plazo.

Si bien es cierto que la pandemia trastocó los planes de todas las economías del mundo, la falta de indicios sobre el accionar del gobierno tras la cuarentena y la reestructuración de la deuda disparó la incertidumbre que ya arrastraba nuestra economía, llevándola a niveles extremos. Salir del default y levantar la cuarentena son condiciones necesarias para comenzar a poner nuevamente de pie a la economía argentina, de lo contrario la crisis seguirá profundizándose. Tan simple y complejo como encaminar ambos procesos en el corto plazo.