Noviembre con superávit comercial, ¿cómo cerrará el año?

El saldo comercial alcanzó USD 1.234 M en noviembre, acumulando un superávit de USD 17.189 M hasta el décimo mes del año, lo cual sigue representando niveles récord en la serie.

Las importaciones mostraron un nivel de USD 5.245 M en el mes, lo cual representó una caída de -4,3% i.a., volviendo a la cifra negativa luego del crecimiento interanual de las compras externas observado en octubre por primera vez en 20 meses. Por otro lado, las exportaciones fueron USD 6.479 M (+31,6% i.a.), acumulando USD 72.633 M hasta noviembre (+18,1% i.a.). Al igual que en los meses anteriores, los precios jugaron en contra (-2,8% i.a), pero el efecto fue más que compensado por un repunte en las cantidades (+35,5% i.a. en noviembre).

De cara a 2025, estimamos que producto de una cosecha promedio, la mejora en la balanza energética y ciertos sectores exportadores con dinamismo (como el minero), se podría mantener el superávit comercial, aunque en menor magnitud que en 2024. La reducción del saldo se explicaría por una recuperación más pronunciada de las importaciones, en línea al crecimiento de la actividad económica y la flexibilización de las restricciones a importar.

El saldo comercial alcanzó USD 1.234 M en noviembre, acumulando un superávit de USD 17.189 M hasta el décimo mes del año, lo cual sigue representando niveles récord en la serie.

Las importaciones mostraron un nivel de USD 5.245 M en el onceavo mes del año, lo cual representó una caída de -4,3% i.a., volviendo a la cifra negativa luego del crecimiento interanual de las compras externas observado en octubre por primera vez en 20 meses. Además, mostraron una nueva caída desestacionalizada en el mes (-3,4% en noviembre), acumulando dos meses consecutivos de caídas (en octubre la contracción había sido de -1,0%) tras el importante salto mensual de septiembre (+31,1%).

En la misma línea, la caída en las importaciones se explicó más por los precios (-3,9% i.a.) que por las cantidades (-0,2% i.a.). De esta manera, las importaciones acumularon USD 55.444 M hasta noviembre, una cifra -20,2% i.a. más baja al acumulado del mismo periodo del año anterior.

Detrás de esta nueva contracción en las importaciones, el factor más relevante que pudo haber influido es la eliminación total de la percepción del Impuesto PAÍS a partir del próximo lunes, que otorga el incentivo a postergar importaciones. En este sentido, en el mes de septiembre se observó la mejora mensual más pronunciada del último periodo (incluso más alta que la recuperación post-pandemia), donde pudo estar explicado por la postergación de compras externas hasta la reducción del alícuota en el noveno mes del año. En este sentido, prevemos que en noviembre haya sucedido algo similar: la perspectiva de la eliminación total del impuesto en el mes de diciembre pudo generar un incentivo a postergar compras a ese mes, lo cual generaría que el último mes del año se observe una nueva recuperación mensual de las importaciones (aunque en considerable menor magnitud).

Además, cabe destacar que el precio del flete se ubicó en niveles máximos de los últimos meses. En noviembre alcanzó USD 132,5 por tonelada, ubicándose 26,9% i.a. por encima del mismo mes del 2023.

Al interior de las importaciones se observó un desempeño disímil. Por un lado, los Bienes de capital (USD 937 M, +10,0% i.a.), Bienes de consumo (USD 740 M, +11,1% i.a.) y Vehículos automotores (USD 303 M, +393,5% i.a.) mostraron un crecimiento en el mes, dejando en evidencia de que las compras externas fueron impulsadas por bienes finales. A contramano, Bienes intermedios (USD 1.865 M, -13,4% i.a.) y Piezas y accesorios (USD 1.243 M, -5,3% i.a.) exhibieron caídas, dos rubros estrechamente vinculados a la producción, que pudieron estar influenciados por la expectativa de reducción del Impuesto PAÍS. 

Por otro lado, las exportaciones fueron USD 6.479 M en el mes (+31,6% i.a.), acumulando USD 72.633 M hasta noviembre (+18,1% i.a.). Al igual que en los meses anteriores, los precios jugaron en contra (-2,8% i.a), pero el efecto fue más que compensado por un repunte en las cantidades (+35,5% i.a. en noviembre). Por su parte, en términos desestacionalizados mostraron un avance de 0,8% en el mes.

Todos los grandes rubros de las ventas externas tuvieron subas interanuales en el mes. Los rubros con el crecimiento más grande fue Productos Primarios (USD 1.079 M, +56,9% i.a.) y Manufacturas de origen agropecuario (USD 2.738 M, +55,1% i.a.). Luego, le siguió Manufacturas de Origen Industrial (MOI) con un saldo de USD 2.021 M (+15,0% i.a.).

Nuevo superávit comercial energético

La balanza comercial energética tuvo un nuevo superávit en noviembre: las exportaciones fueron USD 641 M y las importaciones alcanzaron USD 128 M, dando lugar a un saldo comercial fue de USD 513 M en el mes. De esta manera, la balanza acumuló USD 4.980 M hasta el onceavo mes del año: las exportaciones treparon a USD 8.542 M, mientras que las importaciones fueron de USD 3.562 M. 

 ¿Qué esperamos en el último mes del año?

Para el último mes del año estimamos que se mantendrá el superávit comercial, para alcanzar un superávit en torno a los USD 18.000 M, récord de al menos las últimas tres décadas.

Los factores que incentivan a las importaciones seguirán presentes (apreciación del tipo de cambio real, leve recuperación de la actividad económica y reducción del Impuesto PAÍS). Respecto a las exportaciones, el efecto cantidades es el que seguirá generando un buen desempeño de las ventas externas en el cierre del año.

De cara a 2025, estimamos que producto de una cosecha promedio, la mejora en la balanza energética y ciertos sectores exportadores con dinamismo (como el minero), se podría mantener el superávit comercial devengado, aunque en menor magnitud que en 2024. La reducción del saldo se explicaría por una recuperación más pronunciada de las importaciones, en línea al crecimiento de la actividad económica, incremento de los ingresos en dólares, en un contexto de flexibilización de las restricciones a importar.

 

Un pantallazo estructural a las exportaciones argentinas

Las exportaciones se suelen situar como una variable clave a la hora de contar con una macroeconomía estable. En el caso argentino, podemos observar cómo los valores de las ventas externas mostraron un crecimiento sostenido durante el boom de precios de commodities, para luego mostrar un estancamiento y desempeño errático desde el año 2008.

Este desempeño no fue la regla en el resto de los países de la región: teniendo en cuenta las últimas dos décadas, Argentina se ubicó como uno de los países con la peor performance en términos de cantidades exportadas, solo por detrás de Venezuela.

De cara a 2025, estimamos que existirá una mejora en los valores exportados y se mantendrá el superávit comercial, aunque en menor magnitud que en 2024. Además, a la hora de pensar en las exportaciones de los próximos años, aparecen sectores clave (oil & gas, litio, biocombustibles y servicios basados en conocimiento) que podrían revertir el estancamiento observado en los últimos años en las cantidades exportadas.

Las exportaciones se sitúan como una variable clave a la hora de contar con una macroeconomía estable: contar con una fuente robusta de ingreso de dólares puede garantizar cierta estabilidad en el frente externo, allanando el camino para obtener un superávit en la balanza comercial de bienes de manera sostenida. Justamente, el superávit comercial en bienes que suele tener Argentina es lo que le permite financiar al resto de los componentes de la cuenta corriente (balanza comercial de servicios e intereses).

En este marco, surgen los siguientes interrogantes: (i) ¿Cómo se encuentran nuestras exportaciones en comparación histórica y con respecto a las de nuestros vecinos?; (ii) ¿Qué tan heterogéneas son las exportaciones en la actualidad? y, (iii) ¿Qué esperamos para el futuro próximo?

Una radiografía histórica y regional

Los valores exportados del país mostraron un crecimiento sostenido durante el periodo del boom de precios de commodities, para luego mostrar un estancamiento y desempeño errático desde el año 2008. Además, en términos de exportaciones energéticas se puede observar una evolución constante hasta el año 2014, y a partir de allí un deterioro que comenzó a revertirse a partir del 2021.

Como consecuencia, la economía comenzó a mostrar un resultado de la balanza comercial sensible ante diversos factores. Así, existieron varias razones que pudieron llevar a cabo a un resultado deficitario en términos de balanza de bienes en determinados años: (i) sequías, que afectaron directamente en volumen exportado (como en el año 2023); (ii) shocks sobre el precio de commodities, impactando directamente sobre los valores de las exportaciones; y, además, (iii) una evolución de la actividad económica favorable, que incremente los valores importados. A su vez, otro factor determinante para el frente externo fue que la economía comenzó a mostrar un déficit energético de carácter estructural durante la última década.

Sin embargo, en 2024 la economía revirtió buena parte de este resultado: el año cerrará con un superávit comercial récord de las últimas décadas, en conjunto con un superávit comercial energético por primera vez en los últimos diez años. En este sentido, jugaron varios factores: la recesión de la economía llevo a compras externas que se ubicaron en niveles mínimos, pero también se observó una recuperación de los valores de la cosecha gruesa tras la sequía y comenzó a cobrar mayor relevancia el rol de determinados sectores (como Oil & gas), que permitieron recomponer el saldo estructural deficitario de la balanza energética.

Volviendo al análisis de los últimos años, también es posible observar que al tener en cuenta únicamente las cantidades exportadas, el estancamiento fue la norma en las últimas dos décadas. Así, aparecen al menos dos grandes características: (i) Las cantidades exportadas de bienes argentinas se encontraron estancadas desde el año 2007; y, (ii) Argentina cuenta con la peor performance de los últimos años entre los países de la región (donde solo Venezuela mostró una peor evolución). Además, teniendo en cuenta la fuente de INDEC para los datos más actualizados (2022-2024), se observa que las cantidades exportadas de Argentina mostraron una caída en 2022 y 2023, para recién en el año actual mostrar una recuperación. En esta línea, las cantidades de 2024 (acumulado hasta octubre) se ubicaron solo 3% por encima del dato del acumulado de 2007 (año en el que comenzó el estancamiento).

Además, el ratio de Exportaciones/PIB también se ubicó por debajo del ratio del resto de los países de la región. Argentina mostró un ratio en torno al 16% en el año 2022 (año previo a la sequía), ubicándose por debajo del promedio de América Latina y el caribe (con un promedio de 25%) y el mundial (29%). Sin embargo, es posible observar como Argentina se ubicó levemente por debajo del ratio de Brasil (que en aquel año mostró un ratio de 20%), lo cual responde a que ambas economías se ubican como una de las más cerradas de la región -no solo tienen un bajo ratio de Exportaciones/PIB, sino que también tienen un bajo ratio de Importaciones/PIB-. A diferencia, resalta el caso de Chile, que mostró un ratio de 35% en el mismo año.

Como consecuencia de esto, las exportaciones argentinas fueron perdiendo lugar en el comercio internacional. La participación de las exportaciones de bienes y servicios de Argentina en el total mundial cayó notablemente, desde ubicarse en torno al 1% en 1960 hasta representar un 0,3% según el último dato disponible de 2022. Cabe destacar que este comportamiento no fue la regla entre los países de la región, donde incluso algunas economías mejoraron su participación en el comercio mundial.

En esta línea, la importancia del sector primario es crucial en las ventas externas del país. Teniendo en cuenta los complejos exportadores publicados por el INDEC, se observa como los complejos oleaginosos, de cereales, bovino, minero y de petróleo y gas representaron en torno al 70% de las exportaciones en el promedio de los últimos tres años. Por otro lado, el país se destaca en ventas externas con mayor nivel de complejidad gracias a las exportaciones del complejo automotriz, petroquímico y siderúrgico, que en conjunto representaron en torno al 15% del total.

Futuro próximo en sectores clave

Según nuestras estimaciones, las ventas externas en 2025 podrían situarse levemente por encima de los USD 80.000 M medidas en valores, representando una pequeña suba respecto al año actual y ubicándose por encima del promedio de las últimas dos décadas. Si bien la recuperación de la actividad económica y la normalización de la operatoria en torno al comercio exterior traerán una mejora en las importaciones, se observaría un superávit en la balanza comercial, aunque en menor cuantía que en 2024 (que superará los USD 10.000 M).

Al interior, un factor a tener en cuenta será la evolución del sector agropecuario. En términos de volumen, la BCR publicó las primeras estimaciones para la campaña 2024/25, que mostraría una suba un 9% por encima del año pasado (en torno a las 143 M de tn). Pese a esto, las noticias no son tan favorables por el lado de los precios: por caso, las estimaciones de la BCR esperan para la Cosecha 2024/25 un precio de referencia más bajo para la soja, que se situaría en USD 260 la tonelada (vs en torno a los casi USD 280 de la campaña anterior). En este sentido, la producción del sector agropecuario récord de Brasil y Estados Unidos está presionando los precios internacionales al alza, sumado a que el contexto internacional actual trae como resultado un dólar fortalecido (teniendo su correlato negativo sobre el precio de commodities).

Además, ante la asunción de Trump y los anuncios que generaron expectativas de una economía estadunidense más protegida, los efectos finales sobre las exportaciones del país tendrían efectos contrapuestos. Si bien aún el escenario es incipiente para saber que sucederá con la política comercial, podemos mencionar que, si bien existe un correlato negativo sobre los precios de materias primas, un escenario de intensificación de las barreras de comercio bilateral con China podría tener efectos positivos sobre las exportaciones argentinas.

Por otro lado, el sector de Oil & Gas marcará la diferencia a la hora de medir la evolución de las exportaciones de los próximos años. Como fuimos mencionando, en el presente 2024 fue el primer año en el cual se observó un superávit comercial energético, que cerraría en torno a los USD 5000 M en el acumulado del año y se mantendrá durante 2025. Este resultado se observó producto de una mejora en las ventas externas de petróleo, pero también por una caída en las importaciones gas como consecuencia de las menores necesidades de abastecimiento con el exterior. Detrás de este fenómeno se encuentra la importante suba en la producción de petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta, en conjunto a la realización de obras clave de infraestructura para la transportación -como el gasoducto NK-.

El resultado favorable en materia energética irá mejorando año a año: la proyección es que la balanza comercial energética pueda alcanzar los USD 30.000 M dentro de cinco años, lo cual se explicaría por exportaciones que podrían estar cerca de los USD 35.000 M, principalmente compuestas de petróleo. Además, existen otros sectores pujantes que también tienen espacio para crecer, como lo son los Servicios Basados en Conocimiento (SBC), el litio y biocombustibles. De todas formas, cabe mencionar que, si bien Argentina podría ir acoplándose al resto de los países de la región en el frente externo, la composición de la canasta exportadora -al menos en los próximos años- seguirá siendo principalmente compuesta por rubros primarios, imprimiendo cierta volatilidad como consecuencia de los vaivenes provenientes de shocks internacionales.

Octubre con un crecimiento en las importaciones

El saldo comercial alcanzó USD 888 M en octubre, ubicándose como uno de los saldos más bajos del año. No obstante, el resultado acumuló un superávit de USD 15.995 M hasta el décimo mes del año, lo cual siguió representando niveles récord en la serie.

Más allá del superávit, la principal noticia del mes vino de la mano de las importaciones: las compras externas mostraron un nivel de USD 6.128 M en octubre, lo cual representó una suba de 4,9% i.a. y marcó la primera variación interanual positiva luego de 20 meses consecutivos de caídas. A su vez, las cantidades importadas alcanzaron su nivel más elevado desde septiembre del 2023 (+5% i.a.). De esta manera, las importaciones acumularon USD 50.199 M hasta octubre, una cifra -21,5% i.a. más baja al acumulado del mismo periodo del año anterior.

De cara a 2025, estimamos que producto de una cosecha promedio, la mejora en la balanza energética y ciertos sectores exportadores con dinamismo (como el minero), se podría mantener el superávit comercial, aunque en menor magnitud que en 2024. La reducción del saldo se explicaría por una recuperación más pronunciada de las importaciones, en línea al crecimiento de la actividad económica y la flexibilización de las restricciones a importar. Ahora bien, un punto no menor es que el sostenimiento del superávit comercial devengado podría no traducirse en un superávit de Cuenta Corriente cambiaria para el BCRA, dado que el esquema del dólar blend envía un 20% de las exportaciones al CCL.

El saldo comercial alcanzó USD 888 M en octubre, ubicándose como uno de los saldos más bajos del año. No obstante, el resultado acumuló un superávit de USD 15.995 M hasta el décimo mes del año, lo cual siguió representando niveles récord en la serie.

Más allá del superávit, la principal noticia del mes vino de la mano de las importaciones: las compras externas mostraron un nivel de USD 6.128 M en octubre, lo cual representó una suba de 4,9% i.a. y marcó la primera variación interanual positiva luego de 20 meses consecutivos de caídas. A su vez, las cantidades importadas alcanzaron su nivel más elevado desde septiembre del 2023 (+5% i.a.). De esta manera, las importaciones acumularon USD 50.199 M hasta octubre, una cifra -21,5% i.a. más baja al acumulado del mismo periodo del año anterior.

El marcado incremento reciente de las importaciones se explica por diversos factores. Por un lado, la evolución de las importaciones suele moverse en línea a la recuperación de la actividad económica, donde se pudo observar que en octubre buena parte de los indicadores adelantados de economía real mostraron cifras positivas (ventas minoristas, producción de autos, patentamientos, consumo masivo, entre otros). En este sentido, resulta lógico que luego de un periodo de caída en la actividad, las importaciones sean una de las variables que primero comienzan a recuperar.

Por otro lado, la flexibilización de los plazos para el pago de importaciones (de 60 a 30 días) también fue un factor que jugo a favor de las compras externas, en conjunto a una reducción de los aranceles de determinados bienes.

Sin embargo, el factor más relevante pareciera provenir de la reducción de la alícuota del Impuesto PAÍS: en septiembre se llevó a cabo la disminución del impuesto, lo cual trajo el incentivo de concretar las importaciones una vez reducida la alícuota (sumado a la apreciación real acumulada). Su impacto se puede visualizar con el dato de importaciones desestacionalizadas: en septiembre (primer mes sin alícuota) las compras externas treparon 27% mensual, mientras que en octubre mostraron una leve caída de -1,5% desestacionalizado (exhibiendo que la recuperación de magnitud más fuerte ya ocurrió apenas impactó la reducción del impuesto).

Al interior de las importaciones, la suba interanual se explicó por prácticamente todos los rubros. Por un lado, Vehículos automotores de pasajeros mostraron una suba de USD 322 M (+49,3% i.a.). Además, los Bienes de consumo fueron USD 803 M (+13,1% i.a.), mientras que los Bienes intermedios treparon 8,4% i.a. (USD 2.250 M). Por último, los Bienes de capital mostraron una mejora de 16,1% i.a. (USD 1.117 M) y las Piezas y accesorios para bienes de capital subieron USD 1.409 M (y 3,5% i.a.). A contramano, el Resto de las importaciones fue el rubro con caída interanual (USD 29 M, -32,7% i.a.). Exceptuando este último rubro, todas las categorías mostraron subas tanto de cantidades como de precios, siendo el primer factor el más relevante.

Por otro lado, las exportaciones fueron USD 7.016 M en el mes (+30,0% i.a.), acumulando USD 66.154 M hasta octubre (+16,9% i.a.). Al igual que en los meses anteriores, los precios jugaron levemente en contra (-0,7% i.a), pero el efecto fue más que compensado por un repunte en las cantidades (+31,0% i.a. en el mes).

Todos los grandes rubros de las ventas externas tuvieron subas interanuales en el mes. El rubro con el crecimiento más grande fue Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) con una suba de 69,7% i.a. (USD 2.867 M). Por su parte, le siguió Manufacturas de Origen Industrial (MOI) con un saldo de USD 2.172 M (+22,4% i.a.). Por último, los Productos Primarios (PP) subieron 1,8% i.a. con un saldo de USD 1.159 M, donde primo el efecto de las cantidades (+5,7% i.a. en contraste a una caída en los precios de -3,6% i.a.).

Nuevo superávit comercial energético

La balanza comercial energética tuvo un nuevo superávit en octubre: las exportaciones fueron USD 817 M, mientras que las importaciones fueron de USD 199 M. De esta manera, el saldo comercial fue de USD 618 M en el mes, el más elevado desde abril. En tal sentido, el saldo comercial acumuló USD 4.467 M hasta el décimo mes del año: las exportaciones treparon a USD 7.901 M, mientras que las importaciones fueron de USD 3.434 M. 

 ¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Para los últimos dos meses del año, estimamos que se mantendrá el superávit comercial, aunque será de menor magnitud que las cifras observadas durante el resto del año.

Los factores que incentivan a las importaciones seguirán presentes (apreciación del tipo de cambio real, leve recuperación de la actividad económica y reducción del Impuesto PAÍS), aunque este último factor podría traer el incentivo de postergar compras externas durante el mes de diciembre (al igual que en el mes de agosto) dada la expectativa de la eliminación total de la alícuota a partir de 2025. Respecto a las exportaciones, el efecto cantidades es el que seguirá generando un buen desempeño de las ventas externas en el cierre del año.

Con todo, estimamos que el superávit comercial ronde los USD 18.000 M en el año. Esto sigue siendo clave para la estrategia del Gobierno, donde las compras de divisas se utilizaron en una primera instancia para acumular reservas y luego en intervención en la brecha cambiaria para disipar expectativas de devaluación y contener a los dólares paralelos.

De cara a 2025, estimamos que producto de una cosecha promedio, la mejora en la balanza energética y ciertos sectores exportadores con dinamismo (como el minero), se podría mantener el superávit comercial devengado, aunque en menor magnitud que en 2024. La reducción del saldo se explicaría por una recuperación más pronunciada de las importaciones, en línea al crecimiento de la actividad económica y la flexibilización de las restricciones a importar.

Ahora bien, un punto no menor es que el sostenimiento del superávit comercial devengado podría no traducirse en un superávit de Cuenta Corriente cambiaria para el BCRA, dado que el esquema del dólar blend envía un 20% de las exportaciones al CCL. Por tal motivo, habrá que estar atentos a las novedades con respecto a dicho factor: una eliminación o reducción del dólar blend pondría en riesgo la estabilidad de la brecha cambiaria, pero dotaría de mayor oferta al MULC y le permitiría al BCRA recuperar Reservas (factor clave a la hora de evaluar un desarme del CEPO).

 

Septiembre: tras la reducción del Impuesto PAÍS, una marcada recuperación en las importaciones

El saldo comercial fue de USD 981 M en septiembre, mostrando el saldo superavitario prácticamente más bajo del año (a excepción de enero) y desacelerando por casi USD 1000 M respecto al resultado de agosto. Sin embargo, se acumuló un superávit de USD 15.205 M hasta el noveno mes el año.

La novedad vino este mes por el lado de las importaciones. Como consecuencia de la reducción de la alícuota del Impuesto PAÍS del 17,5% al 7,5% -política que había sido preanunciada-, se postergaron importaciones para llevarlas a cabo una vez reducido el impuesto durante el mes anterior, generando un incentivo a incrementar las compras externas durante el noveno mes del año. Como consecuencia, las importaciones en septiembre fueron de USD 5.954 M (-13,4% i.a.), pero mostrando una recuperación de 27% en términos desestacionalizados.

Con todo, estimamos que el superávit comercial podría ubicarse en torno a los USD 18.000 M en el año. En este sentido, esta cifra sigue siendo clave para la estrategia del Gobierno, donde las compras de divisas se utilizan para intervenir en la brecha cambiaria con el objetivo de contener a los dólares paralelos y preparar el terreno para un eventual levantamiento paulatino de las restricciones cambiarias.

 El saldo comercial fue de USD 981 M en septiembre, mostrando el segundo superávit más bajo del año y desacelerando por casi USD 1000 M respecto al resultado de agosto. Pese a esto, se acumuló un superávit de USD 15.205 M hasta el noveno mes el año, marcando la cifra más elevada para un acumulado hasta septiembre desde inicios de la serie (1992).

La novedad vino este mes por el lado de las importaciones. Como consecuencia de la reducción de la alícuota del Impuesto PAÍS del 17,5% al 7,5% -política que había sido preanunciada-, se postergaron importaciones para llevarlas a cabo una vez reducido el impuesto. Como consecuencia, luego de unas bajas importaciones en agosto, las importaciones en septiembre fueron de USD 5.954 M, marcando la cifra más elevada del año, pero aún un -13,4% i.a. por debajo en la comparación interanual. En línea con este avance, las compras externas aumentaron 27% en la serie desestacionalizada respecto a agosto, marcando la variación mensual más alta de los últimos años -e incluso mayor a las de los meses pos-recuperación de la pandemia-. Además, cabe destacar que esta desaceleración en la caída se observó incluso pese a que los indicadores adelantados de actividad económica estén mostrando resultados negativos en el noveno mes del año. De este modo, las importaciones acumularon USD 43.920 M hasta septiembre, una cifra -24,5% i.a. menor al acumulado del mismo periodo del año anterior.

Al interior, lo más relevante es que la mayor parte de los grandes rubros mostró una desaceleración en la caída, e incluso los Bienes de consumo (USD 794 M, +15,0% i.a.) mostraron un crecimiento interanual por primera vez en 16 meses, evidenciando el impacto de la reducción de la alícuota. Cabe destacar que la mejora se debió tanto a los precios (+7,5%) como las cantidades (+7,3%). Por su parte, los Bienes de capital (USD 1067 M, -2,3% i.a.) y Bienes intermedios (USD 2.218 M, -2,5% i.a.), se ubicaron levemente en rojo y mostraron una desaceleración en la caída en torno a los 35 p.p. para ambos casos respecto a agosto. Por otro lado, los Vehículos automotores de pasajeros exhibieron compras por USD 366 M (-2,8% i.a.) y las Piezas y accesorios para bienes de capital mostraron una caída de -13,6% i.a. (USD 1.319 M).

Por otro lado, las exportaciones fueron USD 6.934 M en el mes (+20,6% i.a.), acumulando USD 59.124 M hasta septiembre (+15,5% i.a.). Tanto en septiembre como en el acumulado del año los precios jugaron levemente en contra (-4,2% i.a. en septiembre y –6,7% i.a. en el acumulado), pero el efecto fue más que compensado por un repunte en las cantidades, dado principalmente con la comparación respecto a la sequía en 2023 (+25,9% i.a. en el mes y +23,8% i.a. en el acumulado).

Todos los grandes rubros de las ventas externas tuvieron subas interanuales en el mes, exceptuando productos primarios. El rubro con la mejora más pronunciada fue Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) con un crecimiento de 47,8% i.a. medido en valores (USD 2.672 M), mostrando la mayor variación positiva para el rubro desde diciembre de 2021. Por su parte, le siguió Manufacturas de Origen Industrial (MOI) con un saldo de USD 2.073 M (+7,2% i.a.). Por último, los Productos Primarios (PP) cayeron -1,0% i.a. con un saldo de USD 1.413 M, con una contracción que se explicó por los precios (-9,8%), pero con cantidades que jugaron al alza (+10,1%). Al interior, la mayor caída se observó en las ventas externas de cereales (-13,5% i.a. medido en valores).

Superávit comercial energético en septiembre

La balanza comercial energética tuvo un nuevo superávit en septiembre: las exportaciones fueron USD 776 M, mientras que las importaciones fueron de USD 166 M. De esta manera, el saldo comercial fue de USD 610 M en el mes, el más elevado desde abril. En tal sentido, el saldo comercial acumuló USD 3.849 M hasta el noveno mes del año: las exportaciones treparon a USD 7.084 M, mientras que las importaciones fueron de USD 3.235 M. 

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

En el último trimestre del año, estimamos que se mantendrá el superávit comercial, aunque consideramos que pueda ubicarse por debajo de los USD 1000 M mensuales.

En este sentido, tres factores están jugando a favor de un repunte en las importaciones en lo que resta del año. Por un lado, el mencionado efecto de la baja del impuesto PAÍS del 17,5% hacia el 7,5% en septiembre se mantendría durante el segundo semestre, aunque la perspectiva de la eliminación total del impuesto a partir del inicio de 2025 podría generar el incentivo a postergar compras externas durante el mes de diciembre, al igual de lo ocurrido en agosto.

Por otro lado, pese a sus heterogeneidades y con vaivenes, poco a poco la actividad económica continuará recuperándose durante el último trimestre del año, alentando de esta manera las importaciones (dado su componente procíclico). Además, en la medida que se sostenga la lenta pero constante apreciación del tipo de cambio real el incentivo a importar seguirá creciendo, incluso disipadas las expectativas de devaluación del tipo de cambio oficial en el corto plazo. Este último aspecto podría potenciarse en tanto sea extensiva una baja en los aranceles de bienes externos.

Respecto a las exportaciones, la recuperación mantendrá las cantidades exportadas al alza en la comparación interanual, con un buen desempeño en los productos primarios y MOA. Además, las ventas externas energéticas y mineras seguirán mostrando una evolución positiva. Sin embargo, la evolución de los precios continuará jugando en contra en el caso del sector agropecuario, generando el riesgo que determinados rubros medidos en valores muestren una caída interanual.

Con todo, estimamos que el superávit comercial ronde los USD 18.000 M en el año. Esto sigue siendo clave para la estrategia del Gobierno, donde las compras de divisas se utilizan en intervención en la brecha cambiaria para contener a los dólares paralelos, determinante para preparar el terreno para una eventual salida paulatina del cepo cambiario y mantener el esquema actual del crawling peg del tipo de cambio oficial al 2%. En tal sentido, seguiremos de cerca cómo evolucionarán las compras en el MULC, la recomposición de reservas y la brecha cambiaria, que se ubican como variables claves para determinar si existe algún riesgo actual en el programa económico.

En este marco, recientemente el BCRA flexibilizó los plazos para el pago de importaciones. La autoridad monetaria estableció que desde el 21 de octubre el plazo de acceso al mercado de cambios para las importaciones de bienes pasará de 60 a los 30 días. De esta forma, la medida apunta a dos objetivos en simultáneo: se busca continuar atrayendo una demanda de divisas desde los dólares financieros al mercado oficial, apuntando a darle mayor sostenibilidad en el tiempo a la pax cambiaria de las últimas semanas y se abona al objetivo de reducir los precios locales al flexibilizar y abaratar las importaciones (mediante bajas de aranceles y mayor certidumbre al costo de reposición), al tiempo que imprimiría mejores condiciones a la recuperación de la actividad económica.

 

El ciclo de bajas ya llegó

El rebrote inflacionario en la economía norteamericana condujo a una
respuesta sin precedentes por parte de las autoridades. Luego de una
reacción a destiempo, la FED instrumentó una suba de tasas a una
velocidad y magnitud inédita, pasando del rango 0%-0,25% al 5%-5,5%
entre febrero del 2022 y julio del 2023. Asimismo, sostuvo este nivel
elevado por un tiempo prolongado, que le valió ubicarse en el tercer
puesto en orden de importancia desde la década de los 80’.

Durante 2024, luego de un breve deterioro durante el primer trimestre, la
inflación se moderó hacia el target de la FED y la actividad sostuvo una
performance positiva, abonando al objetivo de la Reserva Federal de
alcanzar un soft-landing. No obstante, las malas noticias llegaron desde el
mercado de trabajo, con una tasa de desempleo adoptando una dinámica
creciente desde abril y marcando unos de los menores ritmo de creación
en términos trimestrales desde al menos mediados de 2019. En este
marco, la FED decidió el 18 de septiembre reducir la tasa de interés en 50
p.b. al colocarla en el rango del 4,75%-5%, una baja esperada y
descontada por el mercado, pero que no dejó de sorprender por su
magnitud. Esta decisión, al compás de proyecciones en la tasa de
desempleo revisadas al alza por parte del organismo, introdujo la
incertidumbre en torno a si la economía norteamericana ingresaría a una
recesión en el corto plazo. En todo caso, las estimaciones de la actividad se
mantuvieron invariantes y el ritmo de recortes esperado así lo reflejan,
dejando entrever una FED aun apostando por un soft-landing.

El inicio del ciclo de bajas de tasas y la eventual efectivización del soft
landing traerían buenas noticias para la economía local. En concreto, se
reduciría el riesgo país y aumentaría el apetito por la deuda emergente,
ofreciendo mayores posibilidades para el manejo de un desafiante perfil
de vencimientos en USD hacia 2025. Asimismo, un debilitamiento del
dólar, históricamente asociado con precios de commodities más elevados,
ayudaría a poner un piso más “alto” a los principales productos de
exportación de nuestra economía.

En los últimos años, la economía global sufrió una serie de shocks que la llevaron a reencontrarse con un viejo amigo: la inflación. Un amigo conocido por nosotros, pero olvidado para aquellos países más estables, que gozaban con al menos una generación nacida en entornos inflacionarios estables y por lo tanto con un comportamiento menos versado en el arte de enfrentar alzas sostenidas de precios.

Detrás de ello, a comienzos de 2021 los precios comenzaron a reaccionar como consecuencia de políticas monetarias y fiscales expansivas que se llevaron a cabo para paliar los efectos nocivos de la pandemia. Más tarde, se le sumarían los cuellos de botella de oferta a nivel internacional, que se agudizaron con el estallido de Rusia y Ucrania y el incremento de precios de las commodities a nivel global.

En este marco, Estados Unidos no fue la excepción y la tasa de inflación se aceleró considerablemente hasta alcanzar un pico de 9% en términos anuales en la mitad de 2022, la cifra más elevada desde la década del 80’. Como consecuencia, el crecimiento anual de los precios se alejó notoriamente del target del 2% que tiene la FED, ritmo bajo el cual se considera que no introduce distorsiones a la economía real.

Ya para ese entonces, la FED se vio obligada a accionar para evitar que las expectativas inflacionarias de largo plazo se desanclen y los precios acentúen su dinámica creciente. Así, pasaría a un segundo plano el debate en torno a si la inflación que experimentaba la economía norteamericana correspondía a un fenómeno transitorio o permanente, quedando entonces por resolver un costo reputacional para el organismo por la demora en la toma de decisiones.

En parte debido a ello, es que la FED sobrereaccionó e inició un proceso de suba de tasas a una velocidad y magnitud inédita. Más en detalle, la política consistió en incrementar la tasa 11 veces en un lapso menor a dos años, para situarla desde 0%-0,25% en febrero de 2022 hacia 5,25%-5,50% en julio de 2023. Sumado a ello, inició un proceso de retiro de los estímulos monetarios introducidos en la pandemia y comenzó a reducir la hoja de balance (venta de activos y retiro de circulante monetario).

Además, a partir de ese periodo la Reserva Federal mantuvo una postura higher for longer, la cual consiste en mantener una tasa de interés elevada por un tiempo prolongado. También, en un intento por evitar dar un paso en falso, la autoridad monetaria sometió el sendero de decisión de tasas a la evolución de los datos económicos, pero con el costo de sembrar entusiasmo o pesimismo en los mercados ante la falta de una regla clara respecto a la toma de decisiones.

Con todo, el objetivo final del organismo consiste en alcanzar un soft landing. Esto es, reducir la inflación, pero evitando que la actividad ingrese a una recesión, dando cuenta del mandato dual que posee las autoridades (bregar por una tasa de inflación y nivel de desempleo reducido).

Justamente, en los últimos tiempos la incertidumbre se centra en si se logrará llegar a buen puerto en el objetivo de soft-landing. En particular, durante el primer trimestre del 2024 los datos no fueron muy auspiciosos, debido a una inflación acelerando en el margen y una actividad desacelerando por debajo de la tendencia de largo plazo que estima la FED.

En cualquier caso, la inflación se moderó desde mediados de año, con la tasa de inflación de núcleo creciendo a un ritmo por debajo del target de la FED. No obstante, el desafío continúa en la evolución de los precios core de servicios (excluyendo servicios energéticos), los cuales ponderan en más de 60 p.p. en el IPC, que vienen creciendo a un ritmo del 5% anual y acelerando durante en los últimos meses.

Asimismo, el PIB durante el segundo trimestre aceleró al crecer a una tasa del 3% trimestral anualizada y mantendría el mismo ritmo durante el tercer trimestre según las últimas estimaciones de la FED de Atlanta. En esta línea, el consumo (que representa cerca del 70% del PIB) sigue mostrando un buen desempeño, con una firme recuperación luego de un moderado primer trimestre.

Nuevos aires: comienza la baja de tasas

Sin embargo, los buenos resultados en materia de precios y actividad se vieron opacados por una creciente tensión en el mercado de trabajo. En agosto, la tasa de desempleo marcó 4,2% al calor de la creación de nuevos puestos de trabajo no agrícolas desacelerándose y redondeando en el último trimestre una creación promedio de 116 mil personas, la más reducida desde al menos el 2019. 

Para dimensionar, el promedio de la tasa de desempleo desde 2018 a la actualidad (descontando los dos años afectados por la pandemia) fue de 3,7%. Incluso, esta tendencia produjo la activación de la “Sahm Rule” (métrica utilizada para evaluar principios de recesión a través de indicadores de desempleo) e introdujo temores en los mercados financieros respecto a la salud de la economía norteamericana.

De todas formas, la tasa de desempleo está influida por una tasa de participación recuperando paulatinamente. Tras la pandemia, los individuos en edad laboral que participan activamente en el mercado de trabajo no retornaron al mismo nivel e incluso agudizaron una problemática de la economía norteamericana que data de hace décadas. Asimismo, con una demanda por empleo moderándose, la tasa de desempleo estuvo fuertemente influida por el comportamiento del sector agrícola. Para dimensionar, mientras el sector no agrícola incorporó 1,5 millones de personas, sólo durante 2024 el sector agrícola restó 1,2 M de puestos de trabajo y alcanzó un piso histórico.

En este marco, en la tercera semana del mes la FED decidió dar inicio al ciclo de bajas de tasas de interés al colocar la misma en el rango del 4,75% 5%, un recorte de 50 p.b. De esta forma, la Reserva Federal dio por finalizado al ciclo de tasas elevadas más prolongado desde el 2006 y el tercero en orden de importancia desde la década de los 80’ a la actualidad.

No obstante, este fuerte movimiento sembró la incógnita acerca de la asequibilidad del soft-landing. Dado el rezago con el que actúa la tasa de interés sobre la economía real, los movimientos de los bancos centrales son leídos en los mercados como indicios del escenario que tienen los policy maker respecto al futuro de la economía. Entonces, con una tasa de desempleo creciente, un recorte tan pronunciado corre el riesgo de ser leído como una recesión en puerta. 

Dando cuenta de ello, el organismo modificó el escenario base en términos de proyecciones del comité. Puntualmente, se moderaron las proyecciones en términos inflacionarios, sosteniendo la convergencia hacia el target durante el 2026, y desmejoraron las estimaciones respecto a la tasa de desempleo, que pasaron a crecer 0,2 p.p. respecto a las estimaciones de junio para finalizar en 4,4% en 2024. No obstante, la actividad se mantuvo sin cambios (apenas 0,1% debajo para 2024) creciendo a un ritmo del 2%, levemente por encima de las estimaciones del crecimiento tendencial del 1,8%.

Respecto al sendero de tasas, en base al Dot Plot, que muestra la mediana de la perspectiva de cada miembro del comité, se descuenta que a finales del 2024 la tasa se ubicaría en el rango de 4,25%-4,5%. Además, se estima que existirán un total de ocho bajas de tasas (todas de 25 p.b.) hasta diciembre de 2025, ubicando la misma en un rango de 3,25%-3,5% para final del periodo. A su vez, la tasa neutral de largo plazo, hoy ubicada entre 2,75%-3%, se alcanzaría a finales de 2026 según la misma estimación.

No obstante, el mercado espera más recortes. A pesar de encontrarse descontado los 50 p.b., la situación del mercado de trabajo parece estar inclinando al mercado a hacerse la idea de una economía norteamericana ingresando a una recesión, situación que obligaría a la FED a un mayor ritmo de recortes. Por ende, se esperan un total de 6 recortes hacia finales de 2025, con una tasa situándose en 2,75%-3%, es decir, la tasa de largo plazo estimada por la FED. 

En suma, los últimos movimientos dejan entrever que el soft-landing no está garantizado. La salida de la pandemia estuvo caracterizada por una fuerte recuperación de la actividad y el empleo, pero con salarios reales decrecientes producto del rebrote inflacionario. Durante 2024, si bien la creación de nuevos puestos de trabajo detuvo su marcha, la ralentización de los precios permitió una mejora de los salarios reales y el consumo. Justamente, el riesgo se centrará en la fortaleza de una actividad en el marco de un desempleo mayor.

Pasado el efecto positivo sobre los salarios de una inflación moderándose, quedará el interrogante en torno a si el balance “precios-desempleo” esperado por la FED no tendrá consecuencias negativas sobre el nivel de actividad de la economía norteamericana y el objetivo del soft-landing.

¿Hacia un mundo más benévolo?

Con la baja introducida por la FED, el organismo se acopló al ciclo de bajas de tasas iniciadas por sus homólogos (BCE, BoE, BoC). Luego del shock inflacionario post pandemia, los bancos centrales actuaron de forma sincronizada en el inicio de subas de tasas de interés, tanto en los países desarrollados como los emergentes (que incluso iniciaron antes).

No obstante, los recortes llegaron de forma desincronizada. Por caso, la FED demoró su decisión respecto a sus pares, contribuyendo a una apreciación del dólar norteamericano (asociado a una reducción del precio de las commodities); mientras que, a contramano, otros bancos como el de Japón (que mantenía inalterada la tasa desde 2016) o Brasil (que inició las bajas a la par de los BC de la región) por mencionar un caso cercano y reciente, decidieron subir la tasa.

Como consecuencia, estos movimientos recientes introducen una serie de volatilidad en los mercados financieros internacionales, con diferentes repercusiones para las economías emergentes y Argentina.

Canal financiero: En lo inmediato, el inicio de bajas de tasas de interés por parte de la FED contribuye a una necesaria reducción del riesgo país y un mayor apetito de los inversores internacionales por deuda emergente. Con una economía local enfrentando vencimientos que alcanzarán los USD 11.000 M en 2025, la reducción del riesgo país es condición necesaria para una eventual renegociación de deuda en moneda dura, al tiempo que un escenario internacional más benévolo da mayores posibilidades de recibir ingreso de capitales.

Canal cambiario y comercial: Al mismo tiempo, una FED bajando la tasa y un Banco Central de Brasil subiéndola, permitieron aliviar las presiones devaluatorias que venía sufriendo el Real y restar presión a la dinámica apreciadora que muestra nuestro tipo de cambio respecto a nuestro principal socio comercial (una apreciación del 50% desde el 13 de diciembre). Asimismo, un mayor debilitamiento del dólar a nivel global pone un piso más “alto” a los precios de las commodities.

Cabe destacar que, así descriptos, estos escenarios positivos para la economía local dependerán de que Estados Unidos logré el tan ansiado soft landing. Y es que, una eventual recesión en USA revertiría los efectos vía un comercio global más deprimido, una mayor probabilidad de eventos de “flight to quality” y un fortalecimiento del dólar. 

Una de cal y una de arena: se recupera la construcción, pero cae la industria

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI Manufacturero) exhibió una caída mensual desestacionalizada del 1,6% en junio. De esta manera, el indicador hiló 4 caídas mensuales consecutivas, ubicándose en niveles comparables con la salida de la pandemia (junio del 2020) y un 15,8% por debajo de su nivel promedio en 2023. Del mismo modo, la producción industrial profundizó su contracción en la medición interanual (-20% i.a. en junio luego de caer un 15% i.a. en mayo) y acumuló una caída del 16,1% i.a. en el primer semestre.

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró una suba mensual desestacionalizada del 2,7% en junio, acumulando tres meses consecutivos al alza y un crecimiento del 12,3% desde el piso de marzo. Pese a la paulatina recuperación, el ISAC no sólo mostró una caída del 35,2% en la comparación interanual contra junio del 2023, sino que aún se ubica un 29,5% por debajo de su nivel promedio durante todo 2023. De esta forma, el indicador acumuló una contracción del 32,7% i.a. en el primer semestre del año.

Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia para la actividad económica desde abril, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión. En tal sentido, dado que durante el primer semestre la industria no evidenció señales claras de recuperación, se abre la incógnita de cara a la segunda parte del año en torno a cuándo llegaría un eventual cambio de tendencia, lo cual dependerá mayormente de lo que suceda con la demanda interna. En cuanto a la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública (frenada por el Gobierno) y la obra privada (podrían jugar a favor factores como el blanqueo y el crédito hipotecario).

 La producción industrial profundizó su caída

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI Manufacturero) exhibió una caída mensual desestacionalizada del 1,6% en junio. De esta manera, el indicador hiló 4 caídas mensuales consecutivas, ubicándose en niveles comparables con la salida de la pandemia (junio del 2020) y un 15,8% por debajo de su nivel promedio en 2023.

Del mismo modo, la producción industrial profundizó su contracción en la medición interanual (-20% i.a. en junio luego de caer un 15% i.a. en mayo) y acumuló una caída del 16,1% i.a. en el primer semestre.

A nivel desagregado, todas las ramas exhibieron reducciones tanto en la comparación interanual de junio como en el acumulado del primer semestre del año. En cuanto a la incidencia sectorial, se destacaron las caídas en “Alimentos y Bebidas”; “Refinación de petróleo, químicos, etc.”; “Minerales metálicos y no metálicos” y “Maquinaría y equipo”.

Al dividir a las grandes ramas industriales en tres grandes grupos, también podemos observar que la caída es generalizada: Bienes de capital se lleva la mayor contracción (-32,9% i.a. en junio y -28,9% i.a. en el acumulado del primer semestre) en un contexto de parálisis de la inversión productiva (y pese al levantamiento de las restricciones a importar), seguido de Bienes de uso intermedio (-21,9% i.a. en junio y -17,0% i.a. en el primer semestre) y Bienes de consumo no durable (-14,7% i.a. y -11,0% i.a. en los primeros seis meses) en un contexto de fuerte deterioro del consumo privado.

La construcción sostiene su recuperación

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró una suba mensual desestacionalizada del 2,7% en junio, acumulando tres meses consecutivos al alza y un crecimiento del 12,3% desde el piso de marzo. Ahora bien, cabe destacar que la recesión de la construcción fue de carácter notablemente más profundo al de la industria manufacturera (en línea a la magnitud de la caída de la inversión productiva), y, dado el carácter procíclico del sector, resulta lógico que ya haya empezado a recuperarse levemente (es decir, suele mostrar signos positivos antes que la actividad económica).

Continuando con la medición mensual, los principales insumos que jugaron a favor del indicador en junio fueron los artículos sanitarios de cerámica, las placas de yeso, los ladrillos huecos y el asfalto. Contrariamente, los mosaicos junto con los pisos y revestimientos mostraron caídas intermensuales considerables.

Pese a la paulatina recuperación, el ISAC no sólo mostró una caída del 35,2% en la comparación interanual contra junio del 2023, sino que aún se ubica un 29,5% por debajo de su nivel promedio durante todo 2023. De esta forma, el indicador acumuló una contracción del 32,7% i.a. en el primer semestre del año. Al interior del indicador, todos los rubros asociados presentan caídas interanuales considerables.

¿Qué esperamos para el segundo semestre?

Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia para la actividad económica desde abril, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión. En tal sentido, dado que durante el primer semestre la industria no evidenció señales claras de recuperación, se abre la incógnita de cara a la segunda parte del año en torno a cuándo llegaría un eventual cambio de tendencia.

A nivel sectorial, prevemos que únicamente las ramas asociadas a los sectores energético, minero y agropecuario (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, refinación del petróleo, etc.) tendrán un mejor desempeño en los próximos meses y serán los que traccionen la industria durante el año. Sin embargo, en su conjunto representan menos del 10% de la industria, por lo que la performance agregada del sector fabril dependerá más de lo que ocurra con el resto de las ramas.

Justamente, las industrias más vinculadas a la demanda interna son las más afectadas y las que más demorarán en reactivarse, motivo por el cual creemos que la industria caerá en torno a los dos dígitos en 2024, contrayéndose mucho más que el nivel de actividad.

En cuanto a la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública y la obra privada. Por el lado de la obra pública, difícilmente se vea una recuperación significativa dado el freno al gasto de capital llevado adelante por el Gobierno. Con respecto a la obra privada, la reaparición del crédito hipotecario, el blanqueo y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor, pero su efecto pleno creemos que recién podrían verse el año entrante.

Más allá de la magnitud de la caída es relevante seguir de cerca la extensión de la recesión: en tanto esta se sostenga en el tiempo, el enfriamiento de la actividad puede comenzar a afectar el nivel de empleo. Si bien esto se verificó fuertemente en el primer trimestre en la construcción, todavía no se avizora en la industria; pero dada su relevancia en la economía, vale la pena seguir de cerca, ya que podría ser un escollo creciente al que se enfrente la actual administración.

 

Nuevo superávit comercial en abril

Nuevo superávit comercial en abril

El saldo comercial fue de USD 1.819 M en abril, marcando una leve baja respecto al resultado observado en febrero y marzo. Así, el acumulado alcanzó USD 6.072 M en el primer cuatrimestre del año, alcanzando cinco meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Las mayores ventas externas se explican por una mejora en las cantidades en comparación contra la sequía en 2023, pero con precios que juegan en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo en un contexto de recesión económica.

De esta forma, esperamos que ambos factores que jueguen a favor del saldo comercial: ventas externas seguirán recuperándose en conjunto a importaciones con caídas pronunciadas por el deterioro de la demanda interna. Consecuentemente, el superávit comercial para este año podría superar los USD 16.000 M.

El saldo comercial fue de USD 1.819 M en abril, marcando una leve baja respecto a lo observado en febrero y marzo. Este dato explica un incremento de USD 2.012 M respecto al saldo deficitario observado en abril del año pasado, a comienzos del impacto de la sequía sobre la cosecha gruesa. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 6.072 M en el primer cuatrimestre del año, a la par que se llegó a cinco meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Este resultado se explicó tanto por una mejora en las ventas externas como por un deterioro en las compras externas. Las exportaciones fueron de USD 6.527 M (+10,7% i.a.) en abril. Al interior, las cantidades exportadas se mantuvieron al alza (+21,6%), mientras que los precios jugaron en contra (-9,0%). De esta manera, se acumularon ventas externas por USD 23.850 (+9,4% i.a.) en el primer cuatrimestre. Por otro lado, las importaciones fueron de USD 4.708 M (-22,7% i.a.), donde tanto precios (-7,7% i.a.) como cantidades (-16,4% i.a.) se mantuvieron en rojo. Así, se acumularon compras externas por USD 17.778 M (-23,8% i.a.) en los primeros cuatro meses del año.

En pocas palabras, las mayores ventas externas se explican por una mejora en las cantidades en comparación contra la sequía en 2023, pero con precios que juegan en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo en un contexto de recesión económica.

Zoom a los diferentes rubros

Por el lado de las exportaciones, se destaca el crecimiento del rubro de Productos Primarios (PP) con una suba de USD 1.557 M (+54% i.a.). Al interior, las cantidades treparon considerablemente (+81% i.a.) con precios en caída (-15% i.a.). La recuperación de este rubro fue explicada principalmente por el valor de las ventas de cereales (fueron USD 390 superiores al mismo mes del año anterior, con un crecimiento de 58% i.a.).

Del mismo modo, el alto repunte de las cantidades exportadas de este rubro se debe a una baja base de comparación de 2023, pero también a nuevos máximos per se de algunos rubros puntuales: por caso, las cantidades exportadas de maíz alcanzaron casi 12 M tn en el primer cuatrimestre del año (casi 10 M tn más que el mismo periodo del año anterior), mientras que las ventas externas en cantidades de harinas y pellets de soja fueron más de 7 M tn (+4,7 M tn más).

Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 2.391 M, reflejando un crecimiento de 4% i.a. impulsado por una mejora en las cantidades (+43% i.a. en cantidades y precios estables).

Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.635 M con una caída del 16% i.a. Tanto los precios (-3% i.a.) como las cantidades (-13% i.a.) explicaron la caída. En este sentido, cabe destacar que las exportaciones hacia Brasil cayeron -2,8% i.a. medida en valores, lo cual fue mayormente explicado por la caída de este rubro (-26,7% i.a.) dado que tiene un alto peso en el comercio bilateral con este país (con contracciones pronunciadas en sectores como material de transporte terrestre, metalmecánica, productos químicos, entre otros).

Al igual que en el mes anterior, a excepción de vehículos automotores de pasajeros, existió una contracción generalizada en los rubros de importaciones. Con una recesión que sigue su curso, los usos vinculados a la producción mantuvieron la caída en abril: las cantidades importadas de Piezas y Accesorios de Bienes de Capital descendieron -28,5% i.a., Bienes de Capital -15,5% i.a. y Bienes Intermedios -6,8% i.a. Además, los Bienes de Consumo retrocedieron -16,7% i.a. en un contexto de fuerte deterioro de la demanda interna.

La balanza comercial energética sigue al alza

En el cuarto mes del año, nuevamente ocurrió el mayor superávit comercial en los últimos 20 años (USD 703 M en abril). De esta manera, se acumuló un superávit energético de USD 2.344 M en el primer cuatrimestre del año.

En su composición, las exportaciones de combustibles y energía (CyE) fueron de USD 945 M (USD 3.165 M acumulado), lo cual representó una suba de 44,4% i.a: los precios se mantuvieron estables (+0,8%), mientras que las cantidades exportadas del rubro treparon 43,2% i.a. Por su parte, las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) fueron de USD 242 M (USD 821 M acumulado), reflejando así una marcada caída del -58,9% i.a. La reducción se explica por una contracción de las cantidades (-66,8% i.a.), con precios al alza (+21,8% i.a.).

Perspectivas 2024

Durante el segundo trimestre, el transcurso de la cosecha gruesa mantendrá las cantidades exportadas al alza, con un buen desempeño en los productos primarios y MOA, a lo que se le sumará el impacto de la cosecha que venía siendo postergada por cuestiones climáticas.

Además, las ventas externas energéticas y mineras seguirán mostrando un desempeño positivo. A diferencia, en el marco de un mayor tipo de cambio efectivo para importar insumos y pérdida de competitividad cambiaria, las manufacturas industriales se mantendrán en terreno negativo.

Las importaciones seguirán en rojo producto de una fuerte caída en las cantidades: las compras externas suelen ser más sensibles en periodos de recesión económica (se contraen en mayor medida que el PIB), una relación que probablemente se repita en este año dado el desplome de la demanda interna como consecuencia del deterioro en los ingresos reales. Sumado a ello, el esquema cambiario de la gestión anterior implicó un fuerte incentivo al adelantamiento y sobre abastecimiento de importaciones, lo cual actúa como factor extra a la baja en las importaciones.

De esta forma, esperamos que ambos factores que jueguen a favor del saldo comercial: ventas externas seguirán recuperándose en conjunto a importaciones con caídas pronunciadas por el deterioro de la demanda interna. Consecuentemente, el superávit comercial para este año podría superar los USD 16.000 M, en conjunto a un superávit de Cuenta Corriente (CC) y un fuerte deterioro del PIB.

En el corto plazo, el éxito de la estrategia del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa (siendo ella uno de sus objetivos). Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

Detrás de esta estrategia radican al menos tres aristas: (1) Acotar las expectativas de devaluación de corto plazo (que actuaría como fuerte desincentivo a la liquidación), dejando en evidencia que el tipo de cambio real no se encuentra atrasado y que la política de crawling peg se mantendrá en los próximos meses; (2) Mantener licitaciones favorables del instrumento BOPREAL y acumular reservas para poder saldar la postergación de pagos de importaciones acumuladas en los últimos meses bajo el esquema de acceso escalonado; y (3) Mantener una brecha cambiaria contenida que ayude a disipar las expectativas de devaluación, hoy en día contenida en parte por el régimen vigente con la oferta de exportaciones de liquidación del 20% al CCL.

 

Persistencia inflacionaria en USA

Persistencia inflacionaria en USA

La economía norteamericana se encuentra luchando contra la inflación desde hace más de tres años, con picos que han tocado máximos que no se registraban desde la década de los ´80.

Luego de llevar adelante un mix de política monetaria para reducir la inflación (logró reducirla transitoriamente), la misma registró una aceleración iniciando 2024. Este hecho derivó en un nerviosismo generalizado en el mercado financiero, que esperaba que buenos resultados en materia de precios se traduzcan en el inicio de reducción de tasas de interés por parte de la FED.

La trayectoria de tasas que lleve adelante USA impacta en la economía local por días vías: 1) en el corto plazo, la comercial, dado que la volatilidad en los mercados financieros internacionales presiona a la baja el precio de las commodities; 2) en el mediano plazo, la financiera, debido a las abultadas obligaciones de deuda soberana en USD que se deberá afrontar en 2025 y que será necesario rollear, en un mundo que ahora espera operen tasas de interés mayores a las esperadas.

Desde comienzo de 2021, la economía global viene transitando una extendida lucha contra la inflación, fenómeno que despertó luego de un 2020 marcado por la pandemia del COVID. La paulatina liberalización de la pandemia trajo como consecuencia cuellos de botellas en la oferta a nivel internacional, lo que indujo un rebrote inflacionario que luego adquiriría un tono más agudo tras la invasión de Rusia a Ucrania y el aumento exponencial de los precios de las commodities a nivel internacional.

En este proceso inflacionario global, la economía norteamericana no fue la excepción. La autoridad monetaria creía, en ese entonces, que el proceso inflacionario se trataba de un fenómeno transitorio producto de los shocks internacionales. Lejos de ello, los precios cobrarían una notoria persistencia y velocidad, alcanzando la cifra de 9% anual a mediados de 2022, el registro más elevado desde la década de los ’80.

 En este marco, la FED (Banco Central de USA), obligada a sobreactuar una postura más hawkish (estricta), dio inició a un ciclo de suba de tasas de magnitud y velocidad inéditas, fijando la misma en la zona de 5,25%-5,50% en julio de 2023 desde un 0%-0,25% en febrero de 2022. Adicional a ello, desde abril del 2022 el organismo instrumentó una contracción monetaria vía una política de quantitative tightening -venta de activos y absorción de dólares circulantes-, reduciendo de esta forma el balance de la FED en un 17% hasta la fecha.

Como resultado, la tasa de inflación se desaceleró a la zona del 3% anual (4% en su medición núcleo) hacia finales de 2023. Dadas las señales de ralentización de los precios, ahora más próxima a la zona objetivo de la FED (2%), en dicho julio de 2023 el organismo decidió interrumpir el ciclo de suba de tasas y mantener la misma en la zona del 5,25%-5,50%. Asimismo, despejadas las tensiones que introdujo este mix de políticas monetarias (en marzo de 2023 se produjo una serie de quiebras de instituciones financieras de anclaje regional), y contra todos los pronósticos (se esperaba que tenga lugar una recesión en algún momento de finales de 2022 y 2023), la actividad económica mostró un gran desempeño: el empleo dio señales de robustez, impulsando al consumo y al crecimiento del PIB, que cerró un 4T 2023 con un crecimiento anualizado del 3,4%.

De esta forma, los resultados se encaminaban hacia el objetivo de la FED de lograr un “soft landing (reducir la inflación sin ingresar a una recesión), lo que fue bienvenido por el mercado, interpretando que el ciclo de higher for longer (tasas elevadas por un tiempo prolongado) duraría menos de lo esperado. Convalidando en parte esta visión, en la reunión de directores que tuvo lugar en diciembre de 2023 la FED migró a una postura más dovish (laxa) tanto discursivamente, como en las estimaciones de tasa de interés para 2024 (4,6% vs 5,1% previo), lo que implicaría llevar adelante 3 recortes durante el presente año.

¿Del soft-landing al no-landing?

No obstante, entrado 2024 la preocupación fue dejando de lado al entusiasmo. Desde noviembre de 2023 e inicios de 2024, la inflación se ubicó sistemáticamente por encima de lo esperado. La tasa de inflación arribó a marzo con un crecimiento promedio del 0,4% mensual, acelerando 0,2p.p. respecto a los registros previos, y la inflación anual del índice general anotó en marzo 3,5% (3,8% en su medición núcleo).

Al interior, se observa que el impulso proviene principalmente de las ramas de servicios en contraste a los bienes (al igual que en el último año). En este sentido, crecieron 0,5% y 0,1% respectivamente en marzo, mientras que en términos interanuales los primeros se ubicaron casi 5 p.p. por encima. No obstante, durante el tercer mes del año se observó un crecimiento generalizado de todas las categorías del índice de precios (Transporte, Medicina, Indumentaria), encendiendo las alarmas en torno a la dinámica que estaría cobrando la inflación.

Por otro lado, la actividad muestra un desempeño robusto. Según el último dato disponible, el PIB creció a un ritmo anualizado de 3,4% en el cuarto trimestre del 2023 y la FED de Atlanta estima un crecimiento del 2,7% para el 1T 2024. En la misma línea, la creación de empleos no agrícolas creció por tercer trimestre consecutivo. Puntualmente, en marzo la creación de empleos fue la mayor de los últimos diez meses, redondeando un primer trimestre del 2024 en donde la economía norteamericana creó 829 mil nuevos puestos de trabajo no agrícolas.

Asimismo, con una inflación bien por debajo de los máximos de 2022, el salario real, si bien moderándose tras la reciente aceleración de precios, se encuentra recuperando su poder de compra desde hace cerca de un año. Como consecuencia, el consumo (que representa cerca del 70% del PIB) dinamizó la economía norteamericana: aportó 2,2 p.p. al crecimiento del último trimestre del 2023 y siendo especialmente importante el consumo volcado a servicios (1,5 p.p.), justamente sector que muestra mayores rigideces a la baja en sus precios.

En suma, la situación actual presenta una inflación con rigideces a la baja y acelerándose en el margen (la FED de Cleveland ahora espera una inflación mayor para abril) y una actividad con un desempeño robusto. Como resultado, se combina una inflación corriendo más de un punto por encima del objetivo de la FED (cerca de 2 en su medición núcleo), junto con una actividad que, lejos de aflojar, demuestra una resiliencia inesperada (los datos de consumo a febrero muestran la continuidad del buen desempeño) y que se espera continue creciendo por encima del 2%. Para dimensionar, el crecimiento de largo plazo para USA estimado por el organismo es del 1,8%, siendo ésta la tasa de crecimiento bajo la cual no habría presiones inflacionarias.

Este marco produce una serie de interrogantes en torno a cuál será el accionar de la FED en las próximas reuniones de política monetaria. Hasta el momento, en la última reunión (marzo) el anuncio se ubicó en línea a mantener tres recortes de tasa de interés durante el año, pese a cifras de inflación de los primeros dos meses que comenzaban a mostrar señales de persistencia.

Conocida la cifra de inflación de marzo, en conjunto a cifras de empleo que se mantienen al alza, se abrieron los siguientes interrogantes: ¿se sostendrá el escenario de tres recortes en 2024? ¿podrían detenerse los recortes o, incluso peor, existir una suba?

En lo inmediato, los mercados financieros comenzaron a ajustar expectativas. Un primer movimiento fue postergar la baja de tasas esperadas. Hace un mes el 70% del mercado esperaba el primer recorte de tasa en junio, mientras que, a partir del dato de inflación de marzo, esta proporción bajó a un 30%. Además, la expectativa de cantidad de bajas de tasas también se redujo en el año: mientras que anteriormente el mercado descontaba en su mayoría tres bajas de tasas durante el año, en la actualidad esta cifra se redujo a dos. Más aún, se le asigna 20% de probabilidad a la posibilidad de que este año exista una suba de tasas.

En todo caso, el sendero de decisiones que adopte la FED seguirá anclado en la misma metodología, esto es, ir viendo que arrojan los resultados de los datos económicos y tomar decisiones en función de ello. Por lo pronto, todo parece indicar que la política de higher for longer durará más de lo que esperaba el mercado.

Impactos en la economía argentina

Si bien los principales factores que se encuentran impactando en la economía local son idiosincráticos y nos encontramos aislados de los mercados financieros internacionales, el canal comercial opera como una vía de contagio. Además, hacia adelante, la abultada carga de pagos en concepto de interés y capital de la deuda externa tornará al canal financiero como un factor sumamente relevante.

  1. Presión en el precio de las commodities. En el corto plazo, un ciclo de suba de tasas menor al esperado imprime volatilidad en los mercados financieros, generando comportamientos como los registrados tras los datos de inflación de marzo en USA: cae el apetito por deuda soberana de emergentes y aumenta la demanda por bonos del tesoro de USA (flight to quality), lo que a la postre fortalece el dólar respecto a otras monedas, hecho que correlaciona negativamente con una caída del precio de las commodities (desde entonces, el dólar se fortaleció un 1,5% y la soja en chicago cayó 0,5%). Asimismo, esto suele inducir devaluaciones de las monedas emergentes, lo que pone mayores presiones a un tipo de cambio oficial que se aprecia de forma acelerada (42% desde el 13 de diciembre a la fecha).
  2. Mayores tasas mundiales. En el mediano plazo, el gobierno deberá enfrentar pagos de intereses y capital de la deuda externa por más de USD 9.000 M en 2025, para lo que necesitará como condición necesaria reingresar a los mercados de capitales. Este escenario internacional imprime mayor inestabilidad en términos de necesidad de rollover de deuda: no solo se negociará con una tasa mayor, sino que la velocidad de reducción será menor a la esperada.

 

Cuarto superávit comercial consecutivo

El saldo comercial fue de USD 2.059 M en marzo, marcando un récord en los últimos 18 meses. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 4.253 M en el primer trimestre del año, mientras que se alcanzaron cuatro meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Las ventas externas continúan en crecimiento gracias a una mejora en las cantidades impulsadas por la recuperación de la producción de los principales cultivos, en contraste a precios internacionales que jugaron en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo, en un contexto de menor actividad económica.

Con todo, para este año esperamos que las exportaciones muestren una marcada recuperación, lo cual se daría en paralelo a unas importaciones con caídas pronunciadas en línea a la recesión económica. Como resultado, el superávit comercial para este año podría superar los USD 13.000 M en 2024.

Cuarto superávit comercial consecutivo

El saldo comercial fue de USD 2.059 M en marzo, marcando un récord en los últimos 18 meses. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 4.253 M en el primer trimestre del año, mientras que se alcanzaron cuatro meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Este resultado se explicó tanto por una mejora en las ventas externas como por un desplome en las importaciones. Las exportaciones fueron de USD 6.394 M (+11,5% i.a.) en marzo, explicadas por cantidades que se mantuvieron al alza (+21,3% i.a.), pero precios que siguieron a la baja (-8,0% i.a.). Así, se acumularon ventas externas por USD 17.322 (+9,0% i.a.) en el primer trimestre. En paralelo, las importaciones fueron de USD 4.335 M (-36,7% i.a.), donde tanto precios (-6,9% i.a.) como cantidades (-32,1% i.a.) jugaron a la baja. De esta manera, se acumularon compras externas por USD 13.070 M (-24,2% i.a.) en los primeros tres meses del 2024.

¿Qué sucedió en los diferentes rubros?

Las ventas externas continuaron en crecimiento gracias a una mejora en las cantidades, que se vieron impulsadas por una recuperación en la producción de los principales cultivos, en contraste a precios internacionales que jugaron en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo, en un contexto de menor actividad económica.

Al interior de las exportaciones, se destaca el crecimiento del rubro de Productos Primarios (PP) con una suba de USD 1.749 M (+27% i.a.), explicada por cantidades que mostraron un elevado repunte (+41% i.a.) con precios en caída (-10% i.a.). Al igual que en los meses anteriores, la recuperación de este rubro fue explicado principalmente por las ventas de cereales (fueron USD 321 más que hace un año, +34% i.a.). Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 2.176 M, reflejando un crecimiento de 16% i.a. impulsado por una mejora en las cantidades (+40% i.a. en cantidades, con precios cayendo -17% i.a.).

Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.645 M con una caída del 8% i.a. (USD -295 M). Al interior, tanto los precios (-2% i.a.) como las cantidades (-6% i.a.) se ubicaron en rojo. En este sentido, la disminución de la competitividad cambiaria desde el salto cambiario de diciembre actúa como desincentivo, en conjunto a un mayor tipo de cambio efectivo para el importador que encarece las compras de insumos para producir.

Por otro lado, a excepción de vehículos automotores de pasajeros, existió una caída generalizada en los rubros de importaciones. Con una actividad fuertemente reprimida, los usos vinculados a la producción acentuaron su caída durante marzo: las cantidades importadas de Piezas y Accesorios de Bienes de Capital descendieron -36,2% i.a. (-29,3% i.a. acumulado en el trimestre), Bienes de Capital -32,3% i.a. (-15,4% i.a.) y Bienes Intermedios -23,5% i.a. (-10% i.a.). Asimismo, y a pesar de las recientes medidas de liberalización para determinados bienes de la canasta básica, los Bienes de Consumo retrocedieron -31% i.a. y anotaron su mayor caída en 2024.

Continuó la mejora en la balanza energética

Sección aparte merece el desempeño de la balanza comercial energética. En el tercer mes del año ocurrió el mayor superávit comercial para marzo en los últimos 20 años (USD 693 M). De esta manera, se acumuló un superávit energético de USD 1.641 M en el primer trimestre del año.

En su composición, las exportaciones de combustibles y energía (CyE) fueron de USD 825 M (USD 2.289 M acumulado), lo cual representó una suba de 19,2% i.a. explicada por el incremento de las cantidades: los precios se mantuvieron estables (+0,3%) contra un crecimiento de 19,5% en las cantidades exportadas.

Por su parte, las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) fueron de USD 132 M (USD 579 M acumulado), reflejando así una marcada caída del -76,6% i.a. La reducción se explica por menores cantidades (-77,8% i.a.), al contraste de precios al alza (+5,3% i.a.). Al interior, se puede observar como la importación de energía eléctrica mostró una reducción de USD -136 M en el primer trimestre del año.

¿Qué esperamos para el segundo trimestre?

Entrado el segundo trimestre, la recuperación de la cosecha gruesa seguirá impulsando las cantidades exportadas al alza (principalmente por una fuerte recuperación de productos primarios y MOA) en conjunto a ventas externas energéticas y mineras que podrían mostrar una buena performance, en contraste a otros segmentos que mantendrán un desempeño más acotado, como las manufacturas industriales.

A diferencia, las importaciones se mantendrán en terreno negativo, principalmente por una caída en las cantidades: la caída en la demanda doméstica y la actividad económica explicarán este desempeño. Sumado a esto, el esquema cambiario-comercial vigente en los últimos años implicó un fuerte incentivo a la sobre acumulación de stocks, lo cual actúa como otro factor extra a la baja en las importaciones.

En el corto plazo, el éxito de la estrategia del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa (siendo ella uno de sus objetivos). Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

Si bien los incentivos son claves para la liquidación, la cuestión pasa por las expectativas: el esquema se considerará sostenible siempre y cuando los tenedores de los granos no perciban que puede ocurrir un nuevo salto discreto del TC oficial en el corto plazo. Así, resultará imprescindible seguir implementando medidas que disipen la expectativa de un salto cambiario.

En este marco, la mayor oferta de divisas proveniente de la cosecha será crucial para empalmar el incremento en la demanda generado por los pagos postergados de importaciones en los últimos meses.

Con todo, para este año esperamos que las exportaciones muestren una importante recuperación, lo cual se daría en paralelo a un deterioro en las importaciones en línea a la recesión económica. Como resultado, el superávit comercial para este año podría superar los USD 13.000 M en 2024.

 

Recesión en puerta ¿qué sectores jugarán como amortiguadores en 2024?

La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de diversas medidas orientadas a normalizar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. La corrección de precios relativos, el ajuste sobre el gasto primario y la reducción real de los stocks monetarios están generando una profundización del proceso de estanflación, lo cual impacta negativamente en los sectores vinculados a la demanda interna y agrava una situación social ya deteriorada previamente.

Sin embargo, existen diversos sectores estratégicos (vinculados principalmente al sector primario) que mostrarán un desempeño positivo a lo largo del 2024 pese al contexto recesivo, donde se destacan el sector agropecuario (recuperando lo perdido por la sequía en 2023) junto con el sector energético y de combustibles (impulsado por la producción no convencional de petróleo y gas).

Con una mirada a mediano plazo, si bien el país cuenta con un gran potencial para aprovechar estos sectores estratégicos, primero será condición necesaria que se logre estabilizar la macroeconomía y recrear así un contexto favorable para la llegada de nuevas inversiones.

Camino a una recesión: 2024 en rojo

La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de diversas medidas orientadas a normalizar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. La corrección de precios relativos (tarifas de servicios públicos, servicios regulados, tipo de cambio oficial), el ajuste sobre el gasto primario y la reducción real de los stocks monetarios están generando una profundización del proceso de estanflación, lo cual impacta negativamente en los sectores vinculados a la demanda interna y agrava una situación social ya deteriorada (caída del salario real, aumento del desempleo y de la pobreza).

Justamente, dentro de las ramas más afectadas se destacan la industria y la construcción. Los primeros datos de 2024 muestran una marcada recesión, que supera los dos dígitos (el indicador sintético de la actividad de la construcción -ISAC- cayó -21,7% i.a. en enero y el índice de producción industrial -IPI- un -12,4% i.a. en el mismo mes), mientras que para febrero los indicadores adelantados muestran una continuidad del desempeño negativo (el índice construya cayó -26,6% i.a. en febrero y la producción de vehículos -19,0% i.a.).

Específicamente, dado que la construcción encuentra muy asociada a la inversión productiva y la obra pública (suele ser un sector procíclico), estimamos que el sector mostrará una recesión más pronunciada que el PIB agregado, en un contexto de incertidumbre para llevar a cabo nuevas obras privadas y un fuerte recorte en los gastos de capital del Gobierno Nacional.

Distinta es la historia para la industria, donde entrarán en juego tendencias contrapuestas. Por un lado, determinadas ramas asociadas al sector primario (por caso, molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos y maquinaria agropecuaria, entre otros) podrían exhibir un desempeño positivo (en parte gracias a una baja base de comparación). Sin embargo, estimamos que el efecto predominante radicará en una contracción del consumo privado generada por el deterioro en los ingresos.

Del mismo modo, los sectores de Servicios también mostrarían una tendencia recesiva en un contexto de menor demanda interna: las ramas “elásticas” reflejarían las caídas más pronunciadas (se incluyen sectores como comercio minorista y mayorista, hoteles y restaurantes, otras actividades de servicios comunitarias y personales, entre otras), mientras que, las ramas “inelásticas” mostrarían una relativa estabilidad (o al menos contracciones menores al nivel de actividad), dado que se muestran menos expuestas a cambios en la coyuntura económica.

Por el contrario, las ramas vinculadas al sector primario son las que mantendrían la actividad en 2024 pese a la recesión.

El potencial de la energía y los combustibles

El sector de Oil & Gas se mantendría pujante durante 2024. En la actualidad, la producción de recursos no convencionales de petróleo y gas es lo que está permitiendo mantener la performance positiva del sector, que ya acumula 12 años consecutivos con crecimiento en la producción.

En términos estructurales, el sector de Explotación de minas y canteras representa cerca de 5% del PIB -con la producción de petróleo y gas como la actividad de mayor relevancia al interior-. Dentro de la producción de Oil & Gas, los recursos no convencionales (concentrados en Vaca Muerta) son los que explican más de la mitad de la producción en la actualidad (cerca de 50% la producción de petróleo y 60% de gas). En este sentido, Vaca Muerta se ubica segundo en el ranking mundial de recursos no-convencionales de gas del mundo, mientras que se ubica cuarto para la producción de petróleo no convencional. Frente a este panorama, las proyecciones para este año son favorables para la producción de petróleo no convencional, mientras que la producción de gas no convencional se mantendría estable respecto al año anterior.

Teniendo en cuenta los últimos datos disponibles, la producción de petróleo no convencional mostró un crecimiento de 22% i.a. en enero de 2024, mientras que la producción de gas no convencional (shale) creció 11% i.a. en el mismo mes, aunque con la producción de tight no convencional con contracción (-12% i.a.). En términos generales, el crecimiento de los no convencionales es lo que incentiva a la producción total (por caso, la producción de petróleo convencional cayó -3% i.a. en enero y la de gas convencional se contrajo un -16% i.a.).

Adicionalmente, el buen desempeño de la producción de petróleo no convencional se dará en un contexto de mayor la demanda global del crudo (según estimaciones de la OCDE, la demanda mostrará una desaceleración en el crecimiento, pero un récord de 102,9 mb/d anuales), en conjunto a precios internacionales que se mantendrían elevados. Paralelamente, en el mercado local funcionará como driver adicional la liberación del precio de los combustibles. En la misma línea, las estimaciones privadas esperan USD 9.000 M de inversiones en 2024 (en base a los planes de inversión presentados por las empresas petroleras), lo cual representaría un desempeño máximo y un 13% por encima de 2023.

En cuanto a la producción de gas, hay que seguir de cerca como seguirá la construcción del Gasoducto Norte, que es crucial para abastecer a la región norte de gas en invierno. En este sentido, los atrasos en las obras generarían que el Gobierno tenga que negociar con países limítrofes (Bolivia, Brasil y Chile) para abastecer la región, con consecuencias negativas en términos de balanza comercial.

Recuperando la cosecha del agro

La recuperación en los valores de la cosecha gruesa permitirá un crecimiento del sector agropecuario en 2024. En este sentido, el sector de Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (pesa aproximadamente 8% del PIB), podría mostrar una recuperación en torno al 15% i.a. en el promedio de 2024 tras caer cerca de -20% i.a. en el promedio de 2023 como consecuencia de una de las peores sequías de la historia.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el Valor Agregado Bruto (VAB) para 2024 se proyectó en febrero de este año en USD 10.453 M para la campaña 2023/24, representando un crecimiento de 115% i.a. respecto al valor de la cosecha anterior (valuada en USD 4.846 M para la campaña 2022/23). A finales de 2023, la aparición de lluvias durante el último trimestre permitió darle fin a una de las peores sequías de la historia argentina reciente.   

Sin embargo, existieron importantes recortes en los últimos meses que será necesario seguir monitoreando en el corto plazo. Por caso, la estimación del VAB (Valor Agregado Bruto) en diciembre era de USD 15.149 M, lo cual representa un empeoramiento del 31% en comparación a la estimación actual. En este sentido, las olas de calor durante el verano, la fuerte caída en la cotización internacional de precios de commodities y un aumento de los costos fueron los principales factores que explicaron el recorte en las estimaciones. Con estos datos, el VAB de granos mostraría una importante recuperación luego de la sequía, aunque se ubicaría como el más bajo desde la campaña 2018/19, según la BCR.

Perspectivas y una mirada al mediano plazo

Con este panorama, estimamos que el sector primario (petróleo, gas y el sector agropecuario, ganadero y pesquero; que en conjunto representa cerca de 15% del PIB) podría mostrar un crecimiento cercano al 10% i.a. en el promedio de 2024 (tras caer -11% i.a. en 2023). En este sentido, el aporte positivo sobre la actividad económica sería en torno a 1 p.p. Sin embargo, la caída más pronunciada vinculada al resto de los sectores de bienes y servicios hará que la caída del PIB sea superior al 3% i.a. en el promedio de 2023.

Con una mirada a mediano plazo, si bien el país cuenta con un gran potencial para aprovechar estos sectores estratégicos, primero será condición necesaria que se logre estabilizar la macroeconomía y recrear así un contexto favorable para la llegada de nuevas inversiones. En este sentido, una economía estable permitiría reducir el costo de financiamiento, normalizar las operaciones financieras (giro de dividendos), cambiarias (reducción de la brecha) y comerciales (importación de maquinaria y equipo), acompañado de un marco regulatorio que permita alargar la planificación de planes de inversión.