La inflación no bajará de 3% en lo que resta del año

Según el INDEC, la inflación alcanzó el 3,8% en octubre, acelerándose 1,0 p.p. respecto al mes anterior y mostrando la evolución más alta del año. De esta manera, acumuló una suba de 26,9% en los primeros diez meses y de 37,2% respecto al mismo mes del año anterior.

Por su parte, la aceleración continuó en la primera parte de noviembre. En este sentido, el IPC GBA Ecolatina trepó 4,3% entre la primera quincena de noviembre y el mismo período de octubre. Cabe destacar que esta dinámica todavía contempla la autorización de incrementos en precios máximos, que impulsó al índice durante el transcurso del mes pasado. Además, el aporte de equipamiento del hogar, alquileres e indumentaria también fue significativo.

¿Qué esperamos?

En la segunda quincena de noviembre, el IPC GBA Ecolatina se ubicaría en la zona del 3%. En este sentido, el impacto de la autorización de precios máximos ya no estará del todo presente, a la par que determinados bienes no esenciales podrían mostrar una dinámica algo menor a la observada en la primera quincena producto de la menor turbulencia cambiaria. Con estos datos, prevemos que la inflación nacional se ubique en la zona de 3,5-4% en noviembre, en línea con lo ocurrido en octubre producto de una aceleración del IPC Core.

En los próximos meses, la inflación difícilmente se ubique por debajo del 3% mensual. Más en detalle, la eliminación de algunos precios máximos en alimentos no básicos se combinará con aumentos en el resto de los bienes no esenciales y con algunos servicios privados en lo que resta del año.

Además, la autorización de incrementos de determinados precios (prepagas, por ejemplo) dinamizarán a los precios regulados. En este sentido, es lógico que, tras un período de congelamiento, la inflación se acelere puesto que en el pasado la suba de precios fue menor gracias a dicha medida, pero mantener fijos los precios no se puede sostener por un periodo largo de tiempo. En este marco, esperamos que la inflación cierre el 2020 en 36% anual.

Hacia adelante la clave para que la inflación vuelva a desacelerarse pasa por estabilizar el frente cambiario: las escasas reservas netas y la elevada brecha muestran que la probabilidad de un salto cambiario no es despreciable. Por lo tanto, esperamos que la inflación de 2021 vuelva a los niveles pre-pandémicos y se ubique cómodamente por encima de lo observado en 2020.

Sube la temperatura: alimentos y bebidas trepó casi 5%

Según el INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) alcanzó el 3,8% en octubre, acelerándose 1,0 p.p. respecto al mes anterior y mostrando la evolución más alta desde noviembre de 2019. De esta manera, acumuló una suba de 26,9% en los primeros diez meses del año y de 37,2% respecto al mismo mes del año anterior.

En lo que respecta a los capítulos, Alimentos y bebidas no alcohólicas trepó 4,8%, ubicándose 1,0 p.p. por encima del Nivel general y acelerándose 1,8 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, alcanzó la variación más alta de los últimos doce meses y exhibió la mayor incidencia sobre el Nivel general en todas las regiones. Se destacaron subas de frutas y verduras, a la par que la autorización de subas de Precios Máximos en la segunda semana del mes traccionó al alza a los precios de los bienes de Consumo Masivo.

Por su parte, resaltó Prendas de vestir y calzado (+6,2%), ya que el capítulo acumula +48,9% en los primeros diez meses del año (22,1 p.p. por encima del Nivel general).  A su vez, Transporte creció 4,2% -dinamizado por la suba de combustibles-, mientras que Equipamiento y mantenimiento del hogar trepó 4,5% (0,7 p.p. por encima de la inflación). En este sentido, la turbulencia cambiaria -la brecha alcanzó los tres dígitos en la primera parte de octubre- junto a las mayores trabas a las importaciones alentaron la suba de precios de determinados bienes no esenciales.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Estacionales trepó 9,6%, exhibiendo la variación más alta de al menos los últimos tres años y alcanzando una variación del 74,3% i.a. (+59,0% acumulado). Por su parte, el IPC Core creció +3,5%, ubicándose levemente por encima del Nivel general en términos interanuales y acumulados (+37,9% y +27,9%, respectivamente). Por último, la menor variación continuó de la mano del IPC Regulados (+1,5%), exhibiendo un crecimiento del 20% i.a. y de solo +10,5% acumulado, producto principalmente del congelamiento de los Servicios Públicos.

¿Qué esperamos?

En los últimos dos meses del año difícilmente la inflación vuelva a ubicarse por debajo del 3% mensual. Por un lado, la autorización de incrementos de Precios Máximos continuará dinamizando a los bienes de Consumo Masivo en la primera parte de noviembre. Además, esta semana se anunció la eliminación de varios productos del listado, por lo cual es esperable que el capítulo de Alimentos y bebidas continúe mostrando una evolución elevada en el corto plazo.

A su vez, la autorización del incremento de Prepagas en noviembre incrementará la evolución de los Precios regulados. Como si fuera poco, es esperable que las mayores restricciones a las importaciones continúen impactando en los precios de determinados bienes no esenciales ante las crecientes expectativas de devaluación. Con estos datos, esperamos que la inflación cierre el 2020 en la zona del 36%.

En el año electoral, los tres principales drivers inflacionarios podrían despertarse. A las posibles actualizaciones de las tarifas de Servicios Públicos se les sumarán las presiones latentes sobre el tipo de cambio. A su vez, el levantamiento de la cuarentena dará lugar a la reanudación de las negociaciones paritarias y una recomposición de los salarios nominales. En este marco, en un escenario con los tres drivers encendidos, probablemente la inflación retornaría a los niveles de 2019, ubicándose cómodamente en la zona del 50% anual.

Cuando calienta el motor, inflacionario

En octubre, la inflación mensual superó el 3% por primera vez desde que empezó la cuarentena. A pesar de que el dólar oficial siguió moviéndose como en los meses anteriores y que las tarifas de servicios públicos no sufrieron grandes aumentos, la suba de algunos precios regulados -léase combustibles-, el cierre de las principales paritarias y la actualización de Precios Máximos impulsaron a una inflación que volvió a los niveles pre-pandemia.

En este marco, tiene sentido analizar cómo seguirá la suba de precios. Durante la cuarentena, los tres grandes motores que tiene la inflación en nuestro país estuvieron contenidos. El tipo de cambio oficial avanzó lentamente mes a mes, ayudado por un cepo que reprimió una parte de la demanda. Las negociaciones salariales entraron en pausa hasta la nueva normalidad y las tarifas de servicios públicos siguieron congeladas, en la búsqueda por evitar un mayor deterioro del poder adquisitivo y el entramado social.

Por esta razón, la suba de precios pasó de la zona del 40% en el acumulado enero-octubre de 2019 a poco más de 25% en 2020. Sin embargo, la calma lograda en los últimos meses habría llegado a su fin. Ahora bien, ¿hasta dónde escalará? Un análisis de la dinámica reciente de los distintos sets de precios relativos y de la fuerza con que se prendan los motores antes mencionados nos dará precisiones en este sentido: entenderemos qué presiones latentes hay y qué nuevos drivers podrían aparecer.

En los últimos meses, se generaron algunos atrasos de precios relativos. Por caso, en la búsqueda por atenuar el impacto regresivo de la cuarentena, el gobierno congeló los precios de varios alimentos y bebidas más algunos otros rubros de primera necesidad. En respuesta, aún luego de cierta actualización de Precios Máximos y Precios Cuidados, el IPC Consumo Masivo que elaboramos desde Ecolatina acumuló menos de 18% entre enero y octubre (diferencia de 8 p.p. en relación con el nivel general), concentrando una suba de casi 5% en los últimos tres meses. Por lo tanto, podrían advenir presiones adicionales por este lado en la búsqueda por recomponer el terreno cedido.

En un sentido similar, las tarifas de electricidad, gas y agua subieron menos de 10% en lo que va del 2020. Aunque el gasto en subsidios como porcentaje de PBI volvió a los niveles del 2015, atenuando parte del atraso, es probable que los servicios públicos sufran alguna actualización en el corto plazo, aun cuando esta decisión tenga un impacto negativo para el oficialismo en las elecciones del año próximo.

Por el contrario, los precios no regulados -ni acordados- escalaron cerca de 35% entre enero y octubre del 2020. Los avances en electrodomésticos, equipos electrónicos e indumentaria, entre otros, motorizaron esta suba. Como se observa, existe una importante heterogeneidad hacia el interior del set de precios relativos de la economía argentina. En consecuencia, aun cuando el dólar oficial y los salarios no se acelerasen en los próximos meses, habría algunas presiones sobre la inflación producto de las disparidades ya acumuladas.

Sin embargo, un escenario en donde el dólar y los salarios siguen calmos no es, necesariamente, el más probable. Respecto del primer punto, luego de varios meses de batalla cambiaria, las Reservas netas perforaron los USD 5.000 millones a comienzos de noviembre y se acercan peligrosa y rápidamente a los mínimos de los últimos largos años (2015-2016). Por lo tanto, un mayor ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial es un desenlace posible.

Alcanzado este punto, vale destacar que el impacto de los dólares paralelos y la brecha en el nivel de precios venía siendo marginal hasta septiembre. De hecho, las cotizaciones financieras o informales se dispararon en abril y mayo y la inflación perforó el 2% mensual por primera vez desde 2017 en esos meses, “ayudada” por las restricciones de la cuarentena. A la vez, tampoco se aceleró significativamente en los meses siguientes. Sin embargo, en octubre la brecha alcanzó los tres dígitos y habría empezado a impactar en la inflación, producto de problemas de abastecimiento de algunos bienes, sumado a la creciente incertidumbre que enfrentan las firmas a la hora de determinar sus costos de reposición.

En tanto, además del motor cambiario, es probable que se encienda el motor salarial en el corto plazo. Las menores restricciones a la producción de bienes y servicios están permitiendo reabrir las postergadas negociaciones colectivas, pautadas inicialmente para marzo, abril y mayo, pero suspendidas por la crisis sanitaria y su impacto negativo en la economía.

La importante pérdida de puestos de trabajo que provocó la cuarentena (-20% i.a. en el segundo trimestre) limita las demandas de recomposición. No obstante, los salarios nominales mostrarán crecimientos en los próximos meses. Por caso, acumularon una suba de 18% entre enero y agosto de 2020 (último dato disponible), donde 14 p.p. corresponden al primer trimestre y el resto al período abril-agosto. En consecuencia, hay espacio para reclamar actualizaciones nominales que aumentará el costo laboral de las empresas.

En último lugar, aparecen las tarifas de servicios públicos. Si bien el impacto directo de estos rubros es acotado -representan menos de un décimo del nivel general-, su efecto de segunda ronda es muy significativo: son servicios necesarios para los hogares y empresas y con una elevada inelasticidad, que hace muy difícil ajustar su consumo pese a que aumenten de precios. Aunque el gobierno anunció que no habría ajustes en el corto plazo, y el año que viene es electoral, no se puede descartar algún tipo de actualización en este capítulo.

Sus precios están virtualmente congelados desde mediados de 2019, a la par que sus costos vienen en aumento. Además, el Palacio de Hacienda está intentando endurecer su objetivo fiscal del año próximo, llevándolo de -4,5% del PBI a -3,5%, y el gasto en subsidio sería una de las primeras partidas a recortar.

En síntesis, la inflación se aceleró en octubre y probablemente se mantenga por encima del 3% mensual en noviembre y diciembre. De esta manera, la suba de precios acumularía cerca de 35% en 2020, ubicándose muy por debajo del cierre de 2018 y 2019, cuando orilló el 50%. Sin embargo, en el camino se habrían acumulado diversos desequilibrios y atrasos (precios relativos, dólar, salarios y tarifas) que posiblemente la “devuelvan” a la inflación a la zona del 50% en 2021, casualmente, el año electoral.

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación superó el 3% en octubre

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó el 3,2% en octubre, acelerándose 0,6 p.p. respecto al mes anterior y superando el 3% por primera vez luego de nueve meses consecutivos. De esta manera, acumuló 25,9% en los primeros diez meses del año, con una variación interanual que se ubicó en 36%.

En lo que respecta a los capítulos, Indumentaria fue el que mayor variación exhibió en el mes (+7,2%) y ya acumula 42,2% en los primeros diez meses del año, más de 15 p.p. por encima del Nivel General. Por su parte, Esparcimiento y Equipamiento y mantenimiento del hogar (+4,5% y +4,1%, respectivamente) se ubicaron por encima de la evolución de la inflación como consecuencia de subas marcadas en Muebles, Artefactos para el hogar, Juegos y juguetes y Equipos de audio, televisión y computación. En este sentido, las mayores restricciones cambiarias a mediados de septiembre alentaron la suba de determinados precios de bienes no esenciales ante costos de reposición inciertos.

Por otro lado, Alimentos y bebidas creció 2,8% en el mes, acelerándose 1 p.p. respecto al mes anterior. Cabe destacar que la autorización de subas de Precios Máximos a mediados del mes aceleró notablemente al capítulo en la segunda quincena de octubre.

Por su parte, el IPC Núcleo se ubicó en 3,2%, acelerándose 1 p.p. respecto al mes anterior, mientras que el IPC Estacionales creció notablemente por encima (+8,2%) como consecuencia de incrementos en frutas, verduras y ropa exterior. Por último, la menor variación continuó de la mano del IPC Regulados (+1,1%), únicamente dinamizado por la autorización de subas de combustibles.

Para los últimos dos meses de 2020, la dinámica inflacionaria continuaría similar a la de este mes, o hasta incluso podría acelerarse y ubicarse más cerca del 4%. Esperamos que la autorización de subas de Precios Máximos continúe dinamizando al capítulo de Alimentos y bebidas durante la primera parte de noviembre, a la par que el incremento de prepagas dinamizaría a los precios Regulados.

A su vez, el grado de incertidumbre actual y las crecientes expectativas de devaluación continuarán impactando en los precios de determinados bienes y servicios no esenciales, generando que la inflación cierre el 2020 en torno al 36% anual.

De cara al 2021, los tres principales drivers (tarifas, tipo de cambio y salarios) se mantendrán activos. A la posible corrección de tarifas de Servicios Públicos, se le sumará la reanudación de paritarias en el contexto de un año electoral en donde recomponer el poder adquisitivo estará como objetivo primordial. Como si fuera poco, la estabilidad nominal dependerá principalmente de la evolución del tipo de cambio oficial. En la medida que la brecha cambiaria no ceda y la recomposición de reservas no se reafirme, un deslizamiento de la cotización oficial sería inevitable, acelerando la suba de precios y generando que en 2021 la inflación se ubique cómodamente por encima de la variación anual de 2020.

Colombia | La inflación alcanzaría el 3,5% en 2021

Economía

El FMI, en la edición de octubre del World Economic Outlook (WEO) de octubre, ajustó su pronóstico de crecimiento económico para Colombia pasando de -2.4% (WEO de abril) a -8.1%. Este pronóstico es más cercano al de Econometría Consultores, el cual ha sido de -7% desde el mes de junio. Consideramos que existen motivos para creer que para Colombia la crisis no es tan profunda como en otros países latinoamericanos. Por un lado, la tasa de desempleo tuvo una recuperación importante y en el mes de agosto se ubicó en 16.8%, una caída de 3.4 puntos porcentuales con respecto a julio (20.2%). Por otro lado, la inflación sorprendió al alza en el mes de septiembre ubicándose en 1.97%. De esta forma, se actualizan los pronósticos de inflación y de crecimiento para 2021, con una tasa de crecimiento del PIB de 3.7% en 2021 y una inflación de 3.5% para 2021. Esta leve recuperación podría indicar que lo peor de la crisis ya pasó y que ciertos sectores de la economía estarían en la capacidad de retornar a una senda de crecimiento moderado en el mediano plazo.

Política

Desde el lado de la política económica se han dado varios eventos importantes. Por un lado, el Tribunal de Cundinamarca ordenó congelar el préstamo con recursos públicos a la aerolínea Avianca para evitar su quiebra, por lo cual la aerolínea no recibirá alivios del gobierno para su recuperación. Por otro lado, el Ministerio de vivienda está impulsando un plan de cobertura hipotecaria para estratos medios que busca lograr 200.000 viviendas nuevas con el fin de reactivar el sector y a la economía. En cuanto al COVID-19, si bien el pico de muertes y contagios presentado en agosto ha disminuido, se espera un rebrote en los últimos meses del año. No obstante, según declaraciones de la alcaldesa de Bogotá, es probable que en la ciudad capital no haya nuevas cuarentenas y que otros mandatarios regionales adopten la misma postura para no afectar las economías locales.

Venezuela | Según el BCV, la inflación acumuló casi 500% hasta julio

Economía

En la mayoría de los estados del país, el mes de agosto transcurrió bajo un marco de medidas de confinamiento parciales al COVID-19, donde se permitió la actividad de la mayoría de los sectores económicos en bandas horarias escalonadas, exceptuando a la ciudad capital y algunos estados que todavía presentan altas cifras de contagios. Además, el gobierno de Nicolás Maduro reafirmó que las medidas para aliviar a las pequeñas y medianas empresas (cuyos ingresos no superen los PTR 400 anuales) vigentes desde inicios de la pandemia se mantendrán. A su vez, la frecuencia del pago del Impuesto al Valor Agregado fue modificado a una periodicidad quincenal, en lugar de semanalmente como se venía realizando anteriormente. Por otro lado, el Banco Central de Venezuela (BCV) publicó las cifras de inflación hasta el mes de julio de este año. Los datos revelan que los precios crecieron 19,6% con respecto a junio, 2.358,49% con respecto a julio de 2019, acumulando un alza de 491,94% en lo que va de año. Los alimentos y los servicios de transporte siguen figurando como los rubros de mayor encarecimiento en el año.

Política

El Ejecutivo Nacional concedió indultos oficiales a cerca de 110 encarcelados, entre ellos se encuentran presos políticos o exiliados como Freddy Guevara, Miguel Pizarro, Henry Ramos Allup, entre otros. Sin embargo, según el Foro Penal Venezolano, aún existen 386 presos políticos en el país. Por su parte, el líder opositor Henrique Capriles Radonski sorprendió a la oposición venezolana luego de argumentar que esta debe participar en las próximas elecciones al parlamento pautadas para diciembre del presente año ya que se deben ocupar todos los espacios democráticos posibles y que se contará con observación internacional. Por último, Iván Duque, presidente de Colombia, denunció que Nicolás Maduro pretende adquirir misiles de mediano y largo alcance a través de Irán. El mandatario venezolano se pronunció al respecto y comentó que “no es mala idea”. A pesar de estas acusaciones, se desconoce la veracidad de las mismas.

Recuperación desestacionalizada en agosto, ¿podrá mantenerse en lo que resta del año?

En agosto 2020, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una contracción de 11,6% respecto al mismo mes el año anterior. De esta manera, la actividad se desplomó casi 12,5% i.a. en los primeros ocho meses del año, y peor aún, 16,5% i.a. entre abril y agosto, meses en los cuales impactó de lleno la pandemia/cuarentena.

En términos desestacionalizados la recuperación del nivel de actividad persistió en agosto acumulando cuatro meses consecutivos de avance. Sin embargo, la mejora (+1,1%) va perdiendo fuerza en un contexto de crecientes presiones cambiarias y todavía faltan recuperar más de 10 p.p. respecto los niveles de actividad previos a la pandemia.

¿Podrá la economía seguir mostrando signos de recuperación en el último cuatrimestre del año en un contexto de creciente deterioro de las expectativas? Tras el fuerte rebote observado en mayo-junio (+8,3% promedio por mes) la velocidad de la recuperación se moderó en el bimestre julio-agosto (+1,4% promedio por mes) y diversos factores pueden frenar la recuperación del nivel de actividad en los últimos meses del año.

En primer lugar, cabe destacar que el “shock de reapertura” casi no estará presente en la última parte del año. En este sentido, la mejora mensual que se observó a partir de mayo no correspondió tanto a un incremento genuino de la demanda, sino al restablecimiento de los procesos productivos que permitieron cumplir órdenes de compra pendientes y recomponer stocks. Además, si bien aún resta levantar algunas restricciones a la producción, estas cada vez son menores.

En segundo lugar, resalta que la situación sanitaria se complejizó en el interior del país, por lo que no hay que descartar que se observen algunos retrocesos en determinadas ramas de actividad que ya se encontraban cuasi normalizadas.

Por último, y más importante, la creciente tensión en el frente cambiario (caída de reservas y ampliación de la brecha) se tradujo en un endurecimiento de los controles a la demanda de divisas. Las mayores trabas a las importaciones podrían complicar a determinadas empresas para abastecerse de insumos para producir, a la par que algunas operaciones comerciales podrían postergarse ante costos de reposición inciertos producto de las crecientes expectativas de devaluación.

A su vez, el consumo tampoco se movilizaría en la última parte del año. A la pérdida de puestos de trabajo -principalmente en el plano informal y cuentapropista- y el deterioro de los ingresos reales, se le suma una creciente incertidumbre que pospone cualquier plan de inversión en el corto plazo, y si bien algunas exportaciones puntuales podrían mostrar buen desempeño ante la mayor demanda de China, tampoco alcanzarán para mover la balanza en un contexto en donde las fuertes restricciones cambiarias actúan como desincentivo a vender.

En síntesis, es probable que el rebote de la actividad iniciado tras el piso de abril siga perdiendo impulso y se frene durante el último trimestre del año. Por ello, proyectamos una caída del PBI no menor al 12% en promedio para 2020, lo que generaría que la actividad vuelva a niveles similares a los de 2009 y el PBI per cápita sea el menor desde el año 2004.

Las canastas crecieron por encima de la inflación en septiembre

La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que mide el ingreso necesario para que un individuo se ubique por encima de la línea de indigencia, creció 3,4% en septiembre y acumuló 24,7% en los primeros nueve meses del año, alcanzando un 39,6% i.a. Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT), mide el ingreso que debe tener un individuo para no ser pobre y creció 3,8% respecto a agosto, acumulando una suba del 21,2% hasta septiembre (+35,7% i.a.).

Analizando los primeros nueve meses del año, la CBT se ubicó en línea con la evolución de la inflación (el IPC GBA acumuló +21,2%), mientras que la CBA se mantuvo sistemáticamente por encima, acumulando hasta septiembre una cifra apenas por debajo de la depreciación del Peso (+25,9%). Cabe destacar que esta dinámica se dio a pesar de la implementación de Precios Máximos a partir de abril -que explicó por qué la CBA cayó 0,1% en mayo y creció solo 0,9% en junio-. Por su parte, la menor evolución de la CBT respecto a la CBA se dio en un contexto de congelamiento de tarifas de Servicios Públicos y combustibles.

Por otro lado, para evaluar el poder de compra de las canastas, sirve compararlas con los ingresos de los deciles más bajos. En este sentido, en septiembre una familia necesitó $19430 para comprar una canasta básica de alimentos (CBA) y $47215 para comprar una canasta básica de bienes y servicios (CBT). A contramano, el ingreso de una familia compuesto por un Salario Mínimo Vital y Móvil y dos AUH se ubicó en $25209, que alcanzó para cubrir únicamente un 53% de la CBT, dinámica que estuvo en línea con lo que sucedió en los meses anteriores.

Más aún, la pandemia impactó principalmente en las familias de menores recursos, que se encuentran en su mayoría dentro del mercado laboral informal. De modo ilustrativo, cabe analizar que sucedió con una familia que dejó de ganar la totalidad de sus ingresos por la imposibilidad de trabajar y percibió dos AUH y un IFE (teniendo en cuenta que este programa se cobró cada dos meses y el último pago fue implementado entre agosto y septiembre). En este sentido, haciendo el supuesto de que la familia cobró el IFE en septiembre, la cifra alcanzó $17080 y pudo cubrir únicamente un 36,2% de la CBT, a la par que tampoco alcanzó para cubrir la línea de indigencia (87,9% de la CBA).

¿Qué esperamos?

La evolución de las canastas dependerá en mayor medida de que suceda con la evolución del tipo de cambio oficial. Considerando que la brecha cambiaria ya supera notablemente el 100% y hay un nivel de reservas alarmante, en la medida que no se revierta esta dinámica existiría una depreciación en el mercado oficial, que aceleraría notablemente a las canastas en los próximos meses. Además, hay que tener en cuenta que nuevas autorizaciones de aumentos de Precios Máximos traccionarían al alza tanto a la CBA como a la CBT.

Por el lado de los ingresos, el gobierno autorizó un incremento del 28% para el salario Mínimo Vital y Móvil -dividido entre los meses de octubre, diciembre y marzo-, que de todas formas será insuficiente para evitar una caída real en 2020. Por su parte, analizando al mercado informal y cuentapropista, el levantamiento de la cuarentena permitirá que cada vez más familias puedan volver al mercado laboral y comiencen a recomponer sus ingresos. De todas maneras, una incógnita que aparece es a qué velocidad se dará la recuperación, a la par que habrá que seguir de cerca que sucederá con nuevos pagos del IFE.

Uruguay | El gobierno estima un crecimiento del 4,3% para 2021

Economía

El pasado 31 de agosto el Poder Ejecutivo presentó al Parlamento el proyecto de Ley de Presupuesto Nacional por el período 2020-2024 dentro del mandato constitucional de seis meses desde la asunción de Gobierno. El mismo puede definirse como optimista (presupone una rápida recuperación de la actividad económica en 2021; +4,3% del PBI), contractivo (reducen los gastos de funcionamiento del Estado y la inversión pública) y bien estructurado en lo referente a las políticas macroeconómicas (monetaria, fiscal y salarial). Dado que se mantendrá y profundizará en 2020 el déficit fiscal -producto de los recursos destinados para mitigar el impacto del COVID19- toma relevancia el manejo proyectado de la deuda. En tal sentido, se continuará accediendo al financiamiento en el mercado local e internacional en moneda local de manera de continuar con la desdolarización de la deuda. No se prevé una degradación de la calificación de la deuda (actualmente en grado inversor) aunque es uno de los riesgos inherentes dada la rigidez a la baja del déficit fiscal y de la relación deuda/PBI.

Política

Tanto la Cámara de Senadores como la de Representantes debe pronunciarse sobre el proyecto dentro del término de cuarenta y cinco días de recibido, en caso de no haber pronunciamiento en ese término se considerará rechazado y se prorroga el Presupuesto del período anterior. Lo mismo ocurriría en el caso de que el Poder Legislativo repruebe el Proyecto que le fuere remitido. Es de señalar que dentro de los veinte días a partir de la primera entrada del proyecto a cada Cámara, el Poder Ejecutivo podrá enviar mensajes complementarios o sustitutivos. El proyecto presenta un cambio de enfoque dejando la lógica anterior del presupuesto incremental, para pasar a otra en la cual se encomienda a cada organismo a un análisis de su funcionamiento para elaborar propuestas de cambio sobre su propia gestión, derivado de un mandato de reducción de gastos de funcionamiento e inversión. También incluye aspectos relevantes como la institucionalidad fiscal y la gobernanza de las empresas públicas.

Perú | El tipo de cambio mostró una dinámica mayor a la esperada

La pandemia y la economía

La cifra de fallecidos a causa de la pandemia continúa en descenso. El exceso de fallecidos diarios (medido a partir del registro administrativo de defunciones) ha pasado de más 600, a inicios de agosto, a menos de 100. Con el mismo tono positivo, los indicadores económicos de coyuntura muestran un mejor desempeño de lo esperado. Sobre todo, los relacionados al sector de construcción, donde el consumo interno de cemento regresó a terreno positivo en agosto (+1.3% de crecimiento interanual). En la misma línea, la confianza empresarial ya se encuentra cerca a la zona optimista en septiembre y la demanda eléctrica acumula un crecimiento de 1% en la primera semana de octubre. De otro lado, el tipo de cambio ha mostrado una mayor volatilidad de la esperada. Ello, a causa de una prolongada sobrerreacción de los agentes debido, principalmente, a la continuidad de la expansión monetaria del BCRP. En ese sentido, revisamos nuestro estimado de cierre de año a S/ 3.50 (desde S/ 3.40). Si bien elevamos el nivel de esta variable, mantenemos nuestra perspectiva de tendencia a la baja. Ello, en línea con sus fundamentos (mayores términos de intercambio y política monetaria hiperexpansiva por parte del Fed).

Política

Luego de que la vacancia presidencial no prosperara en el Congreso, las tensiones entre este poder y el Ejecutivo disminuyeron sensiblemente. No obstante, el activismo regulatorio del Congreso mediante medidas populistas que minarían el sistema económico se ha mantenido. De hecho, hace poco se aprobó un dictamen para un nuevo retiro de fondos de las AFP y un predictamen sobre control de tasas de interés. Si bien estos aún no poseen carácter de Ley, ya habrían iniciado la ruta hacia su promulgación. Con la llegada de octubre se inició la campaña electoral. Esta se distinguiría, además del contexto pandémico, por tener un amplio espacio para ofertas populistas (en respuesta a la crisis de la pandemia), ser más larga de lo habitual y presentar una elevada fragmentación de “minicandidatos”. Los últimos sin mucha claridad acerca de la dirección que tomarían en un eventual gobierno, salvo contadas excepciones.