La inflación del primer semestre será cercana a 25%

En mayo, la inflación nacional fue de 3,3%. De esta forma, aumentó 48,8% en la comparación interanual y acumuló 21,5% en los primeros cinco meses del año, la mayor para este período desde 2016.

El capítulo que mayor incidencia tuvo sobre el índice continuó siendo Alimentos y bebidas (+3,1%), que acumula 22,4% en lo que va del año y casi 50% interanual. Vale destacar que, a diferencia de meses previos, cuando la variación del capítulo era impulsada por algunos productos puntuales, este mes la suba fue generalizada: se destacó la evolución de carnes, lácteos, aceites, café, panes, verduras, entre otros.

En otro orden, sobresale que los Bienes (+3,5%) volvieron a ubicarse por encima de los Servicios (+2,7%). Esta dinámica recurrente durante 2021 implica que los primeros acumulen una suba de 23,4%, +6,4 p.p. que los segundos, que corren detrás como consecuencia del fuerte atraso relativo que presentan los servicios públicos, configurando un nuevo set de precios relativos durante los últimos meses.

En este sentido, pese a que el IPC Regulados trepó 3,8% en mayo, por encima del IPC Núcleo (+3,5%) y de los Estacionales (+1,5%), la tendencia es preocupante: la inflación nacional crece por encima del 3% mensual desde octubre de 2020 -ocho meses consecutivos-, algo que no había ocurrido tras los saltos cambiarios durante el gobierno de Cambiemos. Más aún, el IPC Núcleo, que muestra con mayor precisión la inercia del proceso inflacionario, crece a un ritmo mensual promedio superior al 4%. Esta dinámica, a la que probablemente se le sumen reclamos salariales cada vez más elevados -considerando la imposibilidad del cumplimiento de la meta oficial de inflación del 29%-, complicarán la desaceleración en la previa electoral.

Teniendo en cuenta que la suba de precios de mayo fue la más baja en lo que va del año, el cierre del semestre podría ser el inicio de la desaceleración, que se combinará en los próximos meses con una depreciación muy lenta del tipo de cambio oficial y un freno a las autorizaciones de incrementos en distintos precios Regulados. Sin embargo, el relevamiento quincenal del IPC GBA Ecolatina da indicios de la rigidez de este proceso: durante la primera mitad de junio el índice subió 3,8% respecto al mismo periodo de mayo, destacándose nuevamente el avance de casi 4% de Alimentos y bebidas (+3,9%), posiblemente afectado por el desarme de precios máximos hace unos días. De todos modos, prevemos que la inflación cierre por encima del 3% en el sexto mes del año, sin una considerable desaceleración respecto a mayo.

Proyectamos que la inflación rondará el 47,0% en 2021. Teniendo en cuenta que la inflación acumularía una suba en torno al 25% en el primer semestre, la suba de precios debería promediar alrededor de 2,7% entre julio y diciembre para alcanzar nuestra proyección, algo que podría lograrse utilizando el tipo de cambio y las tarifas como ancla, a costa de postergar ajustes para el año entrante. Por este motivo, es difícil que también en 2022 la inflación esté por debajo del 40%.

Pese a la segunda ola, la industria se mantuvo a flote en abril

¿Cómo le fue a la industria en abril?

En abril, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 55,9% respecto a abril 2020 y acumuló una suba de 21,3% i.a. en el primer cuatrimestre del año. Hay que tener en cuenta que la mejora se vio afectada por las bajas bases de comparación, en tanto abril del año anterior fue el mes con las restricciones a la producción más severas. Por lo tanto, también es útil hacer la comparación respecto a 2018 y 2019. En este sentido, si bien la producción también se ubicó por encima de abril de 2019 (+4,0%), aún está 5,2% por debajo de abril de 2018.

Dejando de lado la comparación con años previos, se observó un crecimiento de 0,3% en términos desestacionalizados, acumulando una suba de 1,4% respecto a diciembre de 2020 y manteniéndose a flote a pesar de las mayores restricciones producto del incremento de contagios.

¿Qué sucedió al interior de los sectores?

Teniendo en cuenta que abril de 2020 no es del todo representativo, haremos el análisis sectorial comparando principalmente respecto a 2019. En este sentido, 9 de 16 ramas industriales se ubicaron en niveles superiores al cuarto mes de dicho año.

La mejora más significativa se observó en maquinaria y equipo (+41,6% por encima de abril de 2019, +43,2% acumulado vs 2019). Al interior, resalta el buen desempeño de maquinaria agrícola (+106,7% en comparación a abril 2019) dado que hace dos años el sector se vio afectado por la sequía. A su vez, ayudó la mejora de aparatos de uso doméstico (+25,7%), donde hubo mejoras en la producción de lavarropas, cocinas y heladeras, que se vieron dinamizados por una mayor demanda interna ante programas de financiamiento en cuotas fijas.

Además, Productos minerales no metálicos (+7,2%), Sustancias y productos químicos (+3,8%) y Productos de caucho y plástico (+3,1%) también mostraron mejoras en comparación a abril de 2019. En el caso del primero, resaltó la mejora de productos de vidrio y arcilla, en el segundo de agroquímicos y productos farmacéuticos y en el último de manufacturas de plástico.

A contramano, Prendas de vestir, calzado y cuero se ubicó un 6,6% por debajo de abril 2019 (-9,7% en el acumulado respecto al mismo año). Refinación de petróleo, coque y combustible nuclear cayó -1,1% (-3,3% acumulado) y Productos de metal -5,8% (-10,3% acumulado). Por último, el golpe mayor se lo llevó Otro equipo de transporte (-31,6% respecto a abril 2019) como consecuencia del magro desempeño de producción de locomotoras, aeronaves y embarcaciones.

Al tratarse de un sector esencial, párrafo aparte merece la producción de alimentos y bebidas. Creció 6,6% respecto a abril de 2019, pero incluso también aumentó 7,2% respecto al mismo mes de 2020, a pesar de que haya sido una rama que prácticamente no tuvo restricciones para operar el año anterior. Al interior la mejora fue casi generalizada tanto respecto a 2020 como a 2019: resaltaron las subas de producción de fiambres, molienda de oleaginosas y cereales, gaseosas, vino y otros productos alimenticios.

¿Qué esperamos?

En mayo se implementaron nuevas restricciones para frenar los contagios, donde las más severas se concentraron durante la última semana del mes. A pesar de que las mismas distaron de ser igual de estrictas que las del año anterior e intentan impactar lo menos posible sobre la producción, existió un inevitable golpe sobre el sector: además de las restricciones ya mencionadas, la alta circulación del virus genera contagio de personal, obligando a determinadas industrias a cerrar temporalmente sus puertas.

De todas maneras, los datos disponibles a la fecha son ambiguos: el índice construya -que sirve como proxy de la construcción privada- exhibió un retroceso de 0,4% respecto a abril y los despachos de cemento cayeron 1,6%, mientras que, por otro lado, la producción de automóviles creció 19,2% respecto al mes anterior como consecuencia de las menores paradas técnicas.

Esperamos que el impacto de la pandemia sobre la industria a lo largo del segundo trimestre sea leve con relación al resto de la economía, pero esto no alcanzará para que exhiba una mejora significativa en términos desestacionalizados. Luego, en la medida que el ritmo de vacunación se mantenga y la pandemia se controle, sumado a políticas destinadas a dinamizar la demanda interna -con principal impacto sobre la producción de durables- y la mejora del poder adquisitivo durante la última parte del año, la industria podría acelerar el ritmo de recuperación en la segunda parte del año.

Hay que tener en cuenta que, si la industria mantiene el mismo nivel de producción en lo que resta del año, exhibiría un crecimiento de 14,0% en el promedio anual de 2021. Considerando que la mejora en la segunda parte del año más que compensaría el magro desempeño del segundo trimestre, esperamos que la producción industrial exhiba un crecimiento mayor al actual arrastre, superior al 15% en 2021.

La inflación se desaceleró levemente en mayo: según el IPC GBA Ecolatina, perforó el 3,5%

¿Cómo fue la inflación en mayo?

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 3,4% en mayo, desacelerándose 1 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, subió 20,4% en los primeros cinco meses del año, representando la variación acumulada más alta desde 2016, y exhibió un aumento de 45,9% en la comparación interanual.

En lo que respecta a los capítulos, solo 3 de 9 se ubicaron por debajo del 3%. Si bien esta proporción representa una cifra menor en comparación al mes anterior, cuando solo 2 capítulos se habían ubicado por debajo del 4%, no deja de resultar llamativo: como consecuencia de la elevada inercia que está teniendo el proceso inflacionario, la inflación se volvió más homogénea y la mayor proporción de los precios crece a un ritmo entre el 2,5% y 4%.

Esto mismo puede visualizarse con el IPC Core, que creció 3,5% en el mes (-1,1 p.p. respecto al mes anterior) y muestra con mayor precisión la inercia de los precios. Trepó 49,4% en la comparación interanual y 21,9% en el acumulado en el año, exhibiendo la mayor variación para los primeros cinco meses desde el 2002. Al interior, la diferencia entre la evolución de precios se achicó: los precios de consumo masivo crecieron 3%, mientras que el resto subió 3,8%.

Por su parte, el IPC Regulados subió 3,7%, tras la suba de la electricidad, combustibles, prepagas y educación. De esta manera, acumuló una suba de 17,1% en lo que va del año y de 28,5% en los últimos doce meses. Por último, el IPC Estacionales creció solo 1,3%, lo cual ayudó a la desaceleración en el nivel general, como consecuencia de la menor evolución de frutas y verduras, principalmente (+17,1% acumulado y +69,6% i.a.).

El capítulo que mayor variación mostró fue Atención médica y gastos para la salud (+4,8%), como consecuencia del incremento de prepagas y aumentos en medicamentos. Por su parte, Educación (+4,4%), Indumentaria (+3,9%) y Transporte y comunicaciones (+3,8%) fueron otros de los capítulos que se ubicaron por encima del nivel general.

Párrafo aparte merecen los precios de alimentos y bebidas (+3,3%). El capítulo perforó el 4% por primera vez después de 6 meses consecutivos, ubicándose 0,1 p.p. por debajo de la inflación y desacelerándose 0,8 p.p. respecto al mes anterior.

La menor evolución se concentró en la segunda quincena del mes (+2,9% en la segunda vs +3,8% en la primera), como consecuencia de la moderación en la dinámica de frutas (manzana y cítricos, fundamentalmente), verduras y determinados bienes de consumo masivo. A contramano, la variación de carnes continuó elevada (en torno al 6%) y se aceleró en la segunda parte de mayo, mientras que otros bienes de consumo masivo, como lácteos, mostraron una dinámica elevada en ambas quincenas.

¿Qué esperamos?

Para los primeros seis meses del año, esperamos que la inflación acumule una suba en torno al 25%, lo cual representa una inflación mensual promedio de casi 4% entre enero y junio. Con estos números, y como consecuencia de una inflación que se desarmó más lento de lo esperado en el primer semestre, proyectamos que la suba de precios rondará el 47% anual en 2021.

Esta cifra implica que habría una paulatina desaceleración en los últimos seis meses del 2021: la suba de precios debería ser de 2,7% promedio mensual entre julio y diciembre para alcanzar el 47% anual. El ancla del tipo de cambio y mínimos movimientos en precios regulados ayudarán en este fin pero postergará ajustes pendientes para 2022.

Precios mayoristas: acumularon en el primer cuatrimestre la mayor suba desde el 2002

¿Cómo evolucionaron los precios mayoristas en abril?

En abril, el Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) creció 4,8%, acelerándose 0,9 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, aumentó 61,3% en términos interanuales, representando la cifra más alta desde agosto de 2019, periodo en el cual impactó el salto cambiario pos-PASO.

A su vez, analizando el acumulado del año, crecieron 21,9% en el primer cuatrimestre (más de 5% promedio mensual). Este número implica una importante aceleración en comparación a 2020, dado que los precios habían trepado solamente 2,3% hasta abril, y, a su vez, representa la variación más alta desde el 2002 (+61,3% en el primer cuatrimestre), cuando los precios mayoristas habían sido impulsados por la salida de la convertibilidad.

Al desagregar al índice, se observa que la suba fue generalizada: los importados crecieron 20,8% en el primer cuatrimestre, mientras que los nacionales treparon 22,0%. Al interior de los segundos, los primarios saltaron 24,8%, los productos manufacturados 20,9% y la energía eléctrica 35,6% en el mismo periodo.

¿Qué explicó esta dinámica?

A diferencia de otros periodos, hay que tener en cuenta que la aceleración sucedió sin que hubiera un salto cambiario de magnitud. De hecho, el tipo de cambio oficial trepó 12,4% en el primer cuatrimestre, casi la mitad que la variación acumulada de los precios mayoristas. A su vez, el CCL creció menos de 10% y el dólar MEP por debajo del 5%, por lo que tampoco se explicó por el alza de las cotizaciones paralelas.

En este marco, el proceso inflacionario se volvió más complejo de explicar: en otros periodos la aceleración venía de la mano de la suba de algún driver claro -como el tipo de cambio-, mientras que en el actual no existe un importante acelerador. En este sentido, cobra mayor relevancia la inercia que están teniendo todos los precios de la economía (tanto los mayoristas, como el costo de la construcción y el índice de precios al consumidor) y las explicaciones no son tan sencillas ni lineales, sino una mezcla de factores.

Un primer motivo que pudo haber influido en la aceleración es que los dólares paralelos hayan cobrado mayor relevancia para determinar el tipo de cambio efectivo importador. En otras palabras, mayores trabas a las importaciones, dificultades de algunas empresas para conseguir dólares propios o cierta incertidumbre sobre los costos de reposición generaron que determinadas empresas valuaran sus compras externas a un dólar “de 150”, incrementando el tipo de cambio efectivo para la importación. Si bien es difícil determinar en qué momento predominó este efecto, es uno de los factores por los que los precios manufacturados alcanzaron un 56,6% i.a. en abril y los importados un 63,8% i.a.

Por otro lado, otra de las razones se encuentra en las presiones que generó el alza de los precios de los commodities. Para poner un ejemplo, el repunte del crudo presionó directamente sobre los productos minerales (que forman parte de los precios primarios), ya que acumularon una suba de 33,8% en el primer cuatrimestre (+5,5% en abril). A su vez, también existió un impacto sobre algunos precios manufacturados: los bienes refinados en petróleo crecieron 34,4% en el periodo (+9,5% en el último mes) y las sustancias químicas básicas 40,9% (+13,1%).

Además, las autorizaciones de subas de precios regulados, que habían acumulado importantes atrasos durante el año anterior, también impactaron sobre el índice. En este sentido, la suba de combustibles ya acumuló poco menos de 30% en el primer cuatrimestre, otorgando presiones sobre varios precios que componen al indicador: un ejemplo es el de vehículos automotores, carrocerías y repuestos, que acumuló una suba de casi 20% entre enero y abril. A su vez, la autorización de incrementos de tarifas para usuarios no residentes del 9% impactó directamente sobre la energía eléctrica (+8,9% en abril), que ya acumuló una suba de 35,6% en lo que va del año. Teniendo en cuenta que la suba de este índice durante todo el 2020 había sido solamente del 1,2%, queda en evidencia como la corrección de los regulados está tensando al nivel de precios.

Para finalizar, resta remarcar que los precios mayoristas no son necesariamente un “adelanto” de lo que sucederá con los minoristas. En este sentido, los bienes ponderan más en esta canasta (dado que está compuesto en su mayoría por transables) que en el índice de precios al consumidor. De todas formas, la aceleración es preocupante: que el IPIM haya promediado más de 5% en el primer cuatrimestre y el IPC más de 4% forma todo parte del mismo proceso inflacionario.

¿Qué esperamos?  

En los próximos meses, se podría visualizar una desaceleración de los precios mayoristas. En este sentido, el efecto del alza de los precios de los commodities se irá diluyendo en el corto plazo, a la par que el menor ritmo de depreciación de la cotización oficial ayudará a contener la suba de precios. A su vez, hay que tener en cuenta que, descontando la nueva alza de combustibles de mayo, no habrá otro incremento en lo que resta del año. De todas maneras, a pesar de la posible menor evolución de los próximos meses, el alza en lo que va del año condicionará a la variación anual: difícilmente la evolución de los mayoristas se ubique por debajo de 45% en 2021.

La economía cayó por segundo mes consecutivo en marzo, ¿fin de la recuperación?

¿Qué pasó con la economía en marzo?

En marzo, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 11,4% en términos interanuales, acumulando un avance de 2,4% en el primer trimestre del año. Dicho esto, vale remarcar que la economía se había derrumbado 9,9% en 2020, producto del inicio de la pandemia y la cuarentena, de modo que la base de comparación es particularmente baja: al contrastar con marzo de 2019 se observa un retroceso de casi 1%.

Por otra parte, en marzo de 2021 la actividad se contrajo 0,2% en términos desestacionalizados, marcando el segundo mes al hilo en terreno negativo. Como resultado, la economía se ubicó casi 2% por debajo de los niveles pre-pandemia.

¿Cómo fue la dinámica sectorial?

A nivel rama de actividad, tanto los Bienes como los Servicios mostraron un avance importante en relación con marzo del año pasado, influidos, una vez más, por la baja base de comparación: mientras que los primeros saltaron 17,8%, los segundos treparon “solo” 6,3%. Más allá de estos números, sobresale que los bienes están trabajando por encima de los niveles pre-pandemia (+2,5%) e incluso de 2019 (+2,6%), mientras que los servicios están por debajo de ambas fechas (-5,0% y -3,9%, respectivamente). En este sentido, las menores opciones de gasto que deja la pandemia y las mayores limitaciones a las ramas de servicios explicaron parte de la recuperación de los bienes en un contexto de caída del salario real -y de recuperación de los puestos de trabajo-.

En términos sectoriales, la Industria Manufacturera creció casi 29% respecto de marzo 2020 y 9,2% en relación con 2019. Por su parte, la Construcción se estancó de manera desestacionalizada, pero siguió por encima de la pre-pandemia y 45% arriba del tercer mes del año pasado. Por su parte, el Comercio mayorista y minorista también continúa en terreno positivo, marcando un avance de 23,3% i.a. y de 7,3% respecto de marzo 2019. Del lado de los perdedores, la lista la encabezan los servicios: Hoteles y restaurantes cayó 22,3% i.a., en tanto Transporte y comunicaciones se redujo 1,7% i.a.

Por lo tanto, podemos afirmar que se repitió el patrón de crecimiento de los últimos meses: industria, construcción y comercio lideran, lo que representa una buena noticia para el empleo, mientras que los servicios asociados al esparcimiento son los grandes perdedores de esta crisis.

¿Cómo seguirá la actividad?

Hasta el momento, las restricciones a la circulación buscar golpear lo mínimo indispensable a la actividad económica. En este marco, aunque podrían seguir las caídas desestacionalizadas en abril y mayo, especialmente en los rubros afectados o de mayor trabajo nocturno, las mismas no serían tan relevantes como lo fueron el año pasado. Habrá que ver cómo siguen las medidas en las próximas horas para conocer qué pasará en el cierre de este mes, y también en junio.

En cambio, durante el segundo semestre podrían advenir mejores noticias. En un contexto de inflación descendente -por caso, el REM proyecta un 47,3% de inflación para 2021, por debajo del 62,5% anualizado del primer cuatrimestre- y actualización salarial, el consumo podría recuperarse impulsado por la llegada de vacunas y el calor que traería la baja de los contagios. A la vez, la apreciación del tipo de cambio oficial podría sumar buenas nuevas, transitorias, a la dinámica general.

En este marco, la economía volvería a crecer de manera desestacionalizada en la segunda parte del año. Al igual que la recuperación pos-cuarentena anterior, el rebote cercano a las elecciones estaría liderado por los Bienes: la industria y la construcción son los grandes ganadores del nuevo patrón de crecimiento. Por el contrario, los Servicios seguirían más rezagados, esperando el final de las restricciones por un lado y la recuperación del empleo y con él de la demanda, por el otro. Las expectativas de devaluación que podrían arreciar cerca de la votación configurarían un patrón de crecimiento similar al del cierre de 2020: compra de bienes dolarizados y adelanto de producción, en virtud de cubrirse de los potenciales efectos de un ajuste cambiario pos-electoral.

Antes de cerrar, vale destacar que, si se mantuviera el valor de marzo, la economía avanzaría alrededor de 7% este año. Dado que desde Ecolatina proyectamos un 6% de crecimiento para el PBI en 2021, también estamos asumiendo una caída desestacionalizada de la actividad en el corto plazo, que se transformará en rebote más cerca del cierre del año. Como resultado, la actividad recuperaría este año poco más de la mitad de lo perdido en 2020. Habrá que ver si las correcciones que advendrían después de las elecciones y el nuevo acuerdo con el FMI permitirán que esta tendencia continúe en el 2022.

Dos salarios mínimos no alcanzaron a cubrir la canasta total de una familia

¿Cómo evolucionaron las canastas en abril?

La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que muestra el ingreso necesario que debe tener una persona para ubicarse sobre la línea de indigencia, creció 3,9% en abril, desacelerándose 0,7 p.p. respecto al mes anterior y exhibiendo un incremento de 49,1% en la comparación interanual. Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT), que señala el ingreso necesario para que un individuo se ubique en la línea de pobreza, aumentó 3,4% en el mes (-1,5 p.p. respecto a marzo) y 47,8% en los últimos doce meses.

En este marco, la inflación abril (+4,1%) se ubicó por encima de la variación de las canastas. De todas maneras, analizando el acumulado del año, la CBA se ubicaba por encima de la de la inflación (17,6% vs. 17,2%, según el IPC GBA, radio de análisis de las canastas), mientras que la CBT se mantuvo por debajo (+16,1%).

Estas cifras se dieron en un contexto de fuertes aceleraciones en los precios de los alimentos: este capítulo creció 18,8% en lo que va del año en GBA, otorgándole un piso importante a la evolución de las canastas. En este marco, resaltó la evolución acumulada de panes y cereales (+16,0%), carnes y derivados (+22,2%) y lácteos (23,7%), donde la aceleración se dio en un escenario de controles de precios que ya no tienen completa efectividad, resultado de los atrasos acumulados en el año anterior. Para poner un ejemplo, la suba de lácteos en los primeros cuatro meses del 2021 (+23,7%) ya superó al incremento de todo el 2020 (+20,2% i.a.), dejando en evidencia que, a pesar de que el programa de Precios Máximos continúa, las correcciones de precios son inevitables.

Los ingresos, nuevamente rezagados

Como viene sucediendo en meses anteriores, la compensación otorgada por el incremento de los ingresos no es suficiente para cubrir las necesidades básicas. En este sentido, en abril una familia compuesta por cuatro integrantes (dos adultos y dos niños) necesitó $62.957 para cubrir la Canasta Básica Total (CBT) y no ser pobre, a la vez que precisó de $20.374 para cubrir la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y ubicarse por encima de la línea de indigencia.

Con las actualizaciones del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVyM) de marzo y abril, la variación acumulada del salario mínimo fue de 14,4% en los primeros cuatro meses del año (ubicándose por debajo de la inflación, las canastas y los alimentos) y alcanzó los $23544. Por su parte, con la actualización del mes de marzo la Asignación Universal por Hijo se ubicó en $4016 en abril (+8,1% acumulado en el año).

De esta manera, el ingreso de una familia tipo compuesto por un salario mínimo y dos AUH se ubicó en $31.577, alcanzando a cubrir la totalidad de la CBA (casi un 120%), pero solo la mitad de la CBT. Si a este monto le agregamos el cobro de la Tarjeta Alimentar (que en abril se ubicó en $9.000 para las familias que tienen hijos menores a 6 años), los ingresos alcanzaron a cubrir un 64% de la CBT, dejando en evidencia que siguió sin alcanzar para que superen el umbral de pobreza.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

En mayo, la evolución de las canastas difícilmente perfore el 3%: según nuestros relevamientos, los precios de los alimentos se ubicaron cerca del 4% en la primera quincena (resaltando algunos productos de consumo masivo y carnes), lo cual no permitiría que las canastas se desaceleren considerablemente. Por el lado de los ingresos, en mayo hubo un nuevo incremento del salario mínimo ($24408), a la par que se reforzó la tarjeta alimentar (podrá ser cobrada con hijos menores de 14 años) y se implementó un bono de $15000 a beneficiarios de la AUH y monotributistas de las categorías más bajas residentes en AMBA, con el objetivo de apaliar los efectos de las mayores restricciones. En este marco, el ingreso de los sectores más bajos se vería reforzado en el corto plazo, pero no será de igual alcance que el del año pasado (con el pago del IFE) en un contexto de escaso margen fiscal.

A partir del segundo semestre podría materializarse una desaceleración inflacionaria, pero que no alcanzará para mejorar notablemente los ingresos reales. El endurecimiento de los controles de precios, la prohibición de las exportaciones de carne durante un mes (que podría tener un efecto sobre estos precios en el muy corto plazo, pero con una importante aceleración en el mediano) y el menor ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial serían factores que ayudarían a reducir la dinámica nominal en los meses previos a las elecciones. De todas maneras, esta desaceleración no alcanzará para que los salarios le ganen a la inflación, desencadenando cuatro años consecutivos de caída del salario real en el promedio anual y ralentizando la reducción de la pobreza.

En mayo, la inflación perforará el 4%

  • Entre la primera quincena de abril e igual período de mayo, el IPC GBA Ecolatina avanzó 3,4%. De esta forma, marcó una desaceleración importante en relación con el último mes, cuando había escalado 4,4%.
  • Las restricciones a la circulación nocturna, a la vez que algunas ofertas en indumentaria y electrodomésticos, ayudaron a esta desaceleración. En este marco, todavía falta para decir que la desaceleración se mantendrá más allá de algunas semanas: los primeros rasgos son más transitorios que permanentes.
  • Alimentos y bebidas seguirá por encima del nivel general en mayo. Aumentos generalizados en carnes, lácteos y bebidas provocarán que este capítulo de suma relevancia esté alrededor del 4% en este mes, agravando el carácter regresivo de la suba de precios.
  • La actualización de 9% en la tarifa eléctrica para los hogares del Gran Buenos Aires -con mayor impacto en el IPC GBA Ecolatina que en el IPC Nacional de INDEC- y la suba de combustibles, prepagas y comunicaciones generarán que los precios regulados sigan en alza. Aunque este último ajuste todavía no fue avalado oficialmente, ya está impactando en el IPC -y podría hacerlo posteriormente a la baja si se revirtiera-.
  • Por último, Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, afirmó: “en los primeros cinco meses del año, la inflación acumulará más de 20%, dando por tierra no solo con la meta oficial del Presupuesto (29%), sino también con las posibilidades de lograr una desaceleración este año (en 2020, el índice de precios avanzó 36%, un piso claro para este año). En este marco, desde Ecolatina proyectamos que la inflación rondará el 45% en 2021, y que recién podría perforar el 3% en el segundo semestre del año”.

La industria se mantiene en niveles superiores a los de 2019

En marzo, el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) creció 32,8% en comparación a marzo de 2020. Hay que tener en cuenta que la base de comparación fue baja, dado que en ese mes el nivel de actividad ya había sido perjudicado por la pandemia y las restricciones sanitarias. De todas maneras, la industria a su vez mostró un crecimiento de 10,2% en comparación al mismo mes de 2019, dejando en evidencia que la recuperación continuó reafirmándose. En este sentido, hay que tener en cuenta que marzo de 2019 tuvo 3 días hábiles menos que 2021, lo cual también influyó al alza la variación del mes.

Luego de la caída de febrero (-1,5%) donde el número se vio afectado por tomas de vacaciones en las plantas, el índice retomó la recuperación creciendo 0,7% en términos desestacionalizados. En este sentido, si bien todavía no se recuperaron los niveles de enero 2021, la producción en marzo se ubicó en niveles más altos que los de todo 2019 y 2020.

Teniendo en cuenta que las variaciones interanuales dan números muy altos debido a la baja base de comparación, analizaremos el desempeño de los distintos sectores productivos comparándolos con los niveles de 2019. En este sentido, 11 de los 16 sectores aumentaron en comparación a marzo de 2019.

El sector que mayor variación tuvo fue Maquinaria y equipo (+41,8% respecto a marzo de 2019), donde la mejora estuvo liderada ampliamente por maquinaria agropecuaria (+83,7% respecto a igual período) y aparatos de equipo domestico (+53,1%). En el primer caso, impactó el alza en el precio internacional de los granos y el lanzamiento de líneas de créditos que dinamizaron al sector, mientras que en el segundo resaltó la mejora de producción de heladeras, lavarropas y cocinas. En este sentido, la demanda se vio dinamizada gracias a los programas de Ahora 12 y Ahora 18, en un contexto donde la inflación se aceleró y al que se le sumo un mayor tiempo en el hogar producto de la pandemia.

Por su parte, le siguió el desempeño de Vehículos automotores y otros (+28,2% vs marzo 2019) donde resaltó el desempeño de remolques (+85,8% i.a.) y vehículos automotores (+43,3% i.a.). Además, Otros equipos de informática creció 22,8% i.a. en comparación al mismo mes de 2019, donde influyó la variación de aparatos de informática (+69,5% en comparación a marzo de 2019) impulsado por la mayor producción de teléfonos celulares.

Alimentos y bebidas creció 14,5% en comparación a marzo de 2019, donde hubo una mejora de la mayor parte de la producción (carnes, molienda de oleaginosas, gaseosas, vino y otros productos alimenticios, entre otros). A su vez, Sustancias y productos químicos (+9,0%) y Productos minerales no metálicos (+8,9%) también exhibieron una mejora respecto a marzo de 2019. En el caso del primero, resaltó la evolución de la producción de plástico (por la mayor demanda de la construcción), caucho, neumáticos y agroquímicos. En el segundo, el dinamismo del sector de la construcción permitió que los productos de arcilla (ladrillos, entre otros) crezcan 40,3% i.a. y vidrios 20,0% en comparación a marzo de 2019.

Además, otros sectores que exhibieron una mejora en comparación al tercer mes de 2019 fueron Muebles y colchones (+10,2% i.a.), Productos textiles (+5,1% i.a.), Productos de tabaco (+5,0% i.a.), Madera y papel (+4,5% i.a.) e Industrias metales básicas (+1,7% i.a.). A contramano, los sectores que aún se ubicaron por debajo fueron Prendas de vestir (-0,1% i.a.), Refinación del petróleo (-4,4% i.a.) donde la producción se ve afectada por las restricciones a la circulación y el magro desempeño del sector de Transporte, Productos de metal (-6,4% i.a.) y Otro equipo de transporte (-18,1% i.a.).

Para finalizar, hay que resaltar que el sector industrial ya se encontraba en recesión antes de la pandemia, dado que cayó 6,3% en el promedio anual de 2019. En este marco, al comparar con los niveles de marzo de 2018 (año en el cual el sector también se contrajo en el promedio anual), solo 4 de los 16 sectores productivos mostraron crecimiento. Por lo tanto, si bien la producción manufacturera ya superó los niveles pre-pandemia y también se ubicó por encima de los niveles de 2019, aún resta un camino importante de recuperación que recorrer.

¿Qué esperamos?

Los datos disponibles de abril 2021 muestran que el impacto de la segunda ola se hizo sentir sobre la producción industrial. Pese a esto, la variación interanual será elevada porque se comparará con el mes de cuarentena más estricta del año anterior, pero el índice exhibiría un retroceso en términos desestacionalizados, recortando la recuperación que se vio en el primer trimestre de 2021. Si bien las nuevas restricciones implementadas no impactan directamente a la producción, la alta circulación del virus generó que muchas industrias se vieran obligadas a cerrar temporalmente sus puertas en la medida que hubo contagio de personal.

En este sentido, esperamos que la recuperación de la industria se ralentice durante el segundo trimestre, mientras que la segunda parte del año, y en la medida que la pandemia lo permita, el desempeño industrial será más favorable, ayudado por la recuperación de la construcción (que dinamiza a muchos sectores asociados), las políticas destinadas a dinamizar la demanda en la previa electoral (como el mencionado Ahora 12) y menores restricciones a la circulación en general.

Teniendo en cuenta que la recuperación del sector en los últimos meses del 2020 fue elevada, el arrastre estadístico supera los 10 p.p. para 2021. En otras palabras, si el nivel de actividad industrial se mantendría sin modificaciones durante todo el año, el sector crecería en torno al 10% en el promedio anual de 2021. Por lo tanto, si bien la alta circulación del virus podría afectar al sector durante determinados meses de la pandemia, esperamos que la industria crezca dos dígitos en el promedio anual de este año.

La inflación no afloja: trepó más de 4% en abril

El IPC GBA Ecolatina subió 4,4% en abril, acelerándose 0,5 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, la inflación acumuló 16,4% en el primer cuatrimestre del año, el mayor registro desde los primeros cuatro meses de 2016, cuando la salida del cepo se combinó con fuertes aumentos tarifarios, y se ubicó en 43,3% en la comparación interanual.

Lo más destacable es que 7 de los 9 capítulos se ubicaron por encima del 4%, algo que no sucedía desde octubre de 2019, tras el salto cambiario luego de las PASO. La mayor variación la exhibió Indumentaria (+7,2%) que trepó 66,3% en los últimos doce meses, muy por encima del nivel general y del resto de los capítulos. Además, Transporte y comunicaciones creció 5,6%, donde impactó la suba de subtes y taxis (en CABA) y el nuevo incremento de combustibles, los cuales acumulan 21,5% en el año.

Por su parte, Atención médica para la salud y Educación crecieron 5,1% en el mes, donde impactó el incremento de prepagas y el inicio de clases, respectivamente. Misma variación registró Esparcimiento, donde se destacó las subas de equipos tecnológicos, clubes, parques, entre otros. En este último caso, la aceleración tuvo lugar en la segunda mitad del mes.

De todas maneras, debido a su peso en el índice, el capítulo que mayor incidencia tuvo fue Alimentos y bebidas (+4,1%). Si bien se ubicó por debajo del Nivel general, ya acumula 6 meses consecutivos por encima del 4%, subiendo 19,4% en el primer cuatrimestre del año y 49,8% en los últimos doce meses. Vale destacar que en abril se observó un incremento generalizado de la mayor parte de los productos, particularmente dinamizado en la segunda mitad del mes, destacándose las subas de carnes, lácteos, panificados e infusiones.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Núcleo creció 4,7% en el mes (+17,7% acumulado), exhibiendo la variación más alta desde octubre 2019 y dejando en evidencia la fuerte inercia que vienen mostrando los precios, dado que no tiene en cuenta los factores estacionales o subas de precios regulados. En este sentido, el IPC Estacionales creció 4,5% (+15,6% acumulado) y el IPC Regulados trepó 3,7% (+12,9% acumulado).

¿Qué esperamos?

Para mayo difícilmente la inflación perfore el 3%. Además de la elevada inercia, que genera que el IPC Núcleo no se desacelere, existirán nuevas subas de combustibles (con los efectos de segunda ronda que trae aparejados), prepagas y telecomunicaciones. A su vez, existiría un incremento en la tarifas de electricidad, que llevan casi dos años congeladas. De todas maneras, la magnitud del mismo, 9%, distará de ser suficiente para terminar con el atraso de precios relativos.

Si bien la inflación de junio se mantendría en torno al 3%, en el tercer trimestre del año la inflación podría exhibir una desaceleración en comparación a la primera parte del año. Esto se debe a que el Ejecutivo mantendrá la política de reducción del ritmo de depreciación de la cotización oficial, acentuándolo en la previa electoral para apuntalar el salario real e intentar dinamizar al consumo, muy golpeado con la pandemia y las diversas restricciones. A su vez, los controles a los precios de los bienes de consumo masivo serán extendidos a productos de electrónica y electrodomésticos.

Si bien podría haber autorizaciones de incrementos puntuales, el gobierno insistirá con esta estrategia en los meses más cercanos a las elecciones por lo que prevemos una continuidad en la desaceleración de la inflación en el segundo semestre. En este marco, la inflación anual rondaría el 44,0% para 2021, ubicándose casi 10 p.p. por encima del 2020.

Freno a la recuperación: luego de 9 meses, la actividad se contrajo en febrero

En febrero, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 2,6% en la comparación interanual, acumulando una caída de -2,4% i.a. en los primeros dos meses del 2021. A su vez, retrocedió 1,0% en términos desestacionalizados, terminando con la tendencia de nueve meses consecutivos de recuperación, desde mayo de año pasado. De esta forma, el nivel de actividad se encontró en febrero aún un 2,4% por debajo del primer bimestre de 2020.

A nivel sectorial, 6 de 15 ramas mostraron un crecimiento interanual en el mes, con los Bienes registrando una mejor performance que los Servicios. En este sentido, la producción del primero se mantuvo estable en febrero (+0,3% i.a.), desacelerando su mejora en comparación a los dos meses anteriores (cuando habían avanzado cerca de +2% i.a.) y generando que su producción volviera a ubicarse por debajo de los niveles pre-pandemia.

Al interior, la ralentización se explicó principalmente por el desempeño de la Industria manufacturera pese a que subió 1,6% i.a., dado que desaceleró su mejora producto de los parátes de planta para limpieza y la toma de vacaciones. Además, impactó el magro desempeño de Electricidad, gas y agua (-8,7% i.a.) y Explotación de minas y canteras (-9,8% i.a.). A contramano, sobresalió la evolución de la Construcción (+11,7% i.a.), que ya encadenó cuatro meses consecutivos de crecimiento interanual gracias a la reanudación de obras de mayor magnitud y la elevada demanda de insumos.

Por su parte, los Servicios volvieron a contraerse (-4,3% i.a.) y se mantienen en niveles inferiores a la pre-pandemia. Los sectores más golpeados continúan siendo los que tuvieron las mayores restricciones para operar: Hoteles y restaurantes (-38,2% i.a.), Otras actividades de servicios (-17,7% i.a.) y Transporte y comunicaciones (-15,6% i.a.). Por su parte, los dos sectores que se mantuvieron en niveles superiores a la pre-pandemia fueron Comercio (+3,4% i.a.) e Intermediación financiera (+3,5% i.a.).

¿Qué esperamos? 

Desde marzo, el nivel de actividad comenzará a mostrar un crecimiento en términos interanuales, dado que se comparará con los meses pandémicos, donde los puntos de partida son muy bajos. Por otra parte, la actividad retornaría al crecimiento desestacionalizado en marzo: los datos de producción automotriz, acero y materiales para la construcción mostraron un buen desempeño el mes pasado, marcando que la segunda ola de COVID todavía no había impactado en la producción.

Más adelante, entrado el segundo trimestre, el nivel de actividad se verá afectado por las mayores restricciones que traerá la aceleración de contagios de COVID. Hay que tener en cuenta que las nuevas limitaciones implementadas hace unos días son más focalizadas y orientadas a la circulación, y no afectan sensiblemente la producción de bienes y servicios a nivel agregado. De todas maneras, esto no alcanzaría para evitar que haya un retroceso sobre el nivel de actividad: los comercios achicaron sus horarios de venta al público, las personas comenzaron a resguardarse más en los hogares por la alta circulación del virus y algunas industrias y/o comercios podrían verse obligados a cerrar temporalmente en la medida que haya contagios del personal.

En este sentido, el impacto final sobre la economía estará determinado principalmente por la duración de la nueva ola de contagios, las nuevas restricciones y el ritmo de vacunación. A su vez, teniendo en cuenta que el contexto social es delicado, el Gobierno podría incrementar nuevamente su déficit para apaliar la crisis. En este sentido, ya se anunció el cobro de un bono para beneficiarios de AUH y monotributistas de las dos categorías más bajas, con un impacto fiscal acotado (representa un 0,1% del PBI, en tanto el paquete del año pasado rozó 3% del producto).

Además, al tratarse de un año electoral, el Ejecutivo se enfocará en mejorar rápidamente el poder adquisitivo de los hogares y bajar la inflación, y para lograrlo ya redujo la tasa de la depreciación del tipo de cambio oficial. Si bien nuestro escenario más probable no contempla una restricción generalizada a las importaciones, si se endurecen las trabas para acceder al mercado oficial de cambios, la actividad podría verse afectada, ralentizando la recuperación.

Si el nivel de actividad del primer bimestre se mantuviera sin variaciones en lo que resta del año, la economía crecería un 7,5% en 2021. Partiendo de este elevado arrastre estadístico, entonces, la actividad se recuperará en 2021, aunque más ayudada por bajas bases de comparación que por una recuperación genuina. Más allá de la dinámica económica, y de la misma forma que en 2020, el resultado estará muy determinado por la evolución del frente sanitario: es probable que la actividad retroceda de manera desestacionalizada en el segundo trimestre de 2021 (el propio gobierno espera un 7% de crecimiento, por debajo del arrastre estadístico actual), más explicado por un aumento de los contagios y una vuelta de las restricciones que por problemas en la recuperación. De esta forma, proyectamos un crecimiento de 6% en el promedio anual, siempre que los contagios no se disparen: en ese caso, el rebote podría ser menor.