La actividad se recuperó en junio tras cuatro meses de caída

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 10,8% i.a. en junio. No obstante, hay que tener en cuenta que la base de comparación que dejó el 2020 es baja: al contrastar con el mismo mes de 2019, se observa que la economía aún se encontró un 2,1% por debajo.

Con este dato, la actividad habría exhibido un crecimiento de 17,3% i.a. en el segundo trimestre del año. Pese a esto, cayó 1,6% en términos desestacionalizados en este período, afectado por las restricciones impuestas por la segunda ola de Covid-19 y una inflación crucero superior al 3% mensual que condicionó la recuperación del poder adquisitivo.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que en el segundo trimestre habría sido el piso de la actividad del 2021. Considerando que en junio la actividad económica creció un 2,5% respecto a mayo, esperamos que el impacto de la segunda ola haya quedado atrás, que se encadenará con un segundo semestre positivo para la actividad, de no mediar eventos -cambiarios o sanitarios- disruptivos. De este modo, esperamos que los niveles actuales al menos se mantengan durante la segunda mitad del año.

Una mirada por los sectores

A nivel sectorial, el desempeño continuó siendo heterogéneo. En primer lugar, tanto los Bienes (+2,7%) como los Servicios (+1,1%) crecieron respecto a mayo, ya que las restricciones fueron acotadas y permitieron un mayor despliegue de actividades. Aun así, mientras que los Bienes siguen por encima de los niveles pre-pandemia (+4,6% por encima del primer bimestre del 2020), los Servicios no logran recuperar lo perdido (-3,7%).

A su vez, la Industria (+9,7% de la pre-pandemia) y el Comercio (+9,0%) son los sectores que siguen liderando la recuperación, lo cual representa una buena noticia en términos de generación de empleo y el importante peso que tienen sobre la actividad económica -conjuntamente representan más de un tercio del PBI-. A contramano y con caídas de dos dígitos respecto a la pre-pandemia se ubicaron los sectores de servicios que siguen con complicaciones para operar, como Hoteles y restaurantes y Transporte y comunicaciones.

¿Qué esperamos para el segundo semestre?

Mirando hacia adelante, prevemos una recuperación del orden del 2% desestacionalizado en el tercer trimestre. Esto será consecuencia de una economía más “normal” producto de menores restricciones y el avance de la campaña de vacunación, que se combinará el push electoral y la apuesta a planchar el dólar y continuar el congelamiento tarifario para desacelerar la inflación por debajo del 3% mensual. Así, habrá unos meses de tregua al poder adquisitivo, a la que se le sumarán diversos estímulos asociados al financiamiento – Ahora 12-, favorables condiciones crediticias para determinados grupos, como los monotributistas, y bonos para jubilados y perceptores de asignaciones.

A su vez, la inversión, que fue el componente de la demanda que más rápido recuperó el terreno perdido, mantendrá esta tendencia. En este sentido, la construcción y la compra de maquinaria y equipo se ubican como una opción atractiva de ahorro, ante las restricciones cambiarias y una brecha que podría acentuarse en la previa a las elecciones.

La mejora de la actividad tendría un ritmo menor en el cuarto trimestre por dos motivos. Por un lado, el impacto del levantamiento de las restricciones será cada vez más acotado; mientras que por el otro, es posible una leve aceleración de la inflación al cierre del año, ligada al inicio de posibles correcciones cambiaras/tarifarias en este momento.

De esta manera, el crecimiento de la economía rozará 7% en el promedio anual de 2021. Con un acuerdo con el FMI que llegaría pasada las elecciones y correcciones de algunos precios relativos que estarán pendientes -tipo de cambio y tarifas-, el desafío pasa por lograr las condiciones para que la recuperación del segundo semestre sea sostenible en la primera parte del 2022.

El IPC GBA Ecolatina continúa por debajo del 3%

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue 2,5% entre la primera quincena de agosto y el mismo periodo de julio. La menor evolución del tipo de cambio oficial (+1,0% en julio) junto a las escasas subas de precios regulados ayudaron a dicha evolución.

A su vez, el IPC Core creció 2,9% en el mismo periodo: la suba de estos precios, que no incluyen a los estacionales ni regulados por el gobierno, se está desacelerando a un ritmo mucho más lento que el Nivel General. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a pesar de esta rigidez, al analizar al interior de este IPC se observa que la dinámica fue heterogénea.

Los que están creciendo a un ritmo cercano al 4% hace tres meses consecutivos son los bienes de consumo masivo, mientras que el resto de los precios que componen a la inflación núcleo se ubicaron en línea con el Nivel General (+2,5%) ayudados en gran medida por la fuerte desaceleración del precio de la carne vacuna.

Por su parte, la suba de prepagas (+9%) explicó por qué los precios regulados se aceleraron levemente en la primera quincena (+0,7% en la primera quincena de julio vs +1,7% en la primera quincena de agosto), pero que, de todas maneras, siguieron funcionando como ancla para el nivel general. Por otro lado, los precios estacionales actuaron en la misma dirección, considerando que solo subieron 0,6% en el periodo como consecuencia de la baja en frutas y turismo.

Estimamos que el IPC GBA Ecolatina se ubicará en la zona del 2,6% para agosto, algo por debajo de la inflación nacional. Los regulados seguirán funcionando como atenuadores de la inflación, mientras que los precios de consumo masivo seguirán recuperando el terreno perdido y algunos servicios privados mantendrán una dinámica algo más elevada como resultado de la reapertura de paritarias.

Para el resto del año, esperamos que la inflación se ubique, con altibajos, en la zona del 3%. De esta manera, la suba de precios acumularía en torno al 18,5% en el segundo semestre, lo cual implicará una desaceleración respecto al semestre anterior (+25,3%). Teniendo en cuenta estos números, desde Ecolatina proyectamos que la inflación anual volverá a la zona de 2018 y 2019, cerrando el 2021 en torno al 48,5%.

Cerca de 2018 y 2019: en 2021, la inflación estará por encima del 48%

En julio, la inflación nacional fue de 3% según informó el INDEC. De este modo, se registró la variación más baja desde septiembre del año pasado, cuando había comenzado a acelerar impulsada por la flexibilización de la cuarentena. En sentido inverso, la suba de precios acumuló 51,8% en los últimos doce meses, alcanzando el mayor valor desde enero de 2020.

 

Con estos números, la inflación acumuló 29,1% entre enero y julio, casualmente el objetivo que se había propuesto el gobierno para todo el año. Esta aceleración “imprevista” -al menos, para el Poder Ejecutivo- forzó la reapertura de paritarias y las consecuentes actualizaciones salariales, algo que ya se refleja en el índice: los Servicios (+3,1%, +38,2% i.a.) se ubicaron por encima de los Bienes (+2,9%, +57,9% i.a.), por primera vez en ocho meses, motivados por la mayor incidencia del costo salarial en sus precios finales.

Considerando que los servicios públicos se mantuvieron congelados, la diferencia se explicó íntegramente por la mayor evolución de los servicios privados. En un contexto de baja evolución del tipo de cambio oficial y una continuidad en la mejora de salarios nominales, este comportamiento se mantendría durante el segundo semestre, achicando las diferencias acumuladas en el último tiempo.

Una cuestión para destacar es que el capítulo de Alimentos y bebidas (+3,4%, +56,4% i.a.) se ubicó por encima de la inflación en julio. En este sentido, impactaron las subas de varios productos de Consumo Masivo -como aceites, lácteos e infusiones- que siguen recuperando el terreno perdido tras el desarme de los controles de precios, así como la suba en las verduras.

Por su parte, el IPC Núcleo (+3,1%) se ubicó levemente por encima de la inflación agregada, evidenciando las dificultades para romper el piso de 3% del Nivel General. Además, cerca de 0,5 p.p. de la inflación del mes fue explicada por los Estacionales (+4,9%) mientras que los precios regulados continuaron funcionando como ancla (+1,4%) y ayudando a la desaceleración del Nivel General.

Esperamos que esta dinámica se mantenga en el segundo semestre y, en consecuencia, la inflación pase de la zona del 4% mensual en la primera mitad del 2021 a la del 3% en la segunda. La menor depreciación del tipo de cambio oficial y tarifas pisadas ayudarán a que en la previa electoral estos números sean inferiores, incluso contando reapertura de paritarias. En respuesta, desde Ecolatina proyectamos una inflación anual de 48,5% en 2021.

A diferencia de lo ocurrido durante buena parte del gobierno de Cambiemos, la marcada aceleración de la inflación -será más de 10 p.p. superior a la de 2020- no responderá a una corrección en los precios relativos. Parte de estos desequilibrios deberán ser corregidos en el marco del pronto acuerdo con el FMI, por lo que el año entrante también será agitado en materia inflacionaria, dejando un piso del 40% para 2022.

Luego de cuatro meses, la construcción volvió a crecer en junio

¿Cómo le fue a la construcción en junio?

En junio, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) creció 28,6% respecto al mismo mes del año anterior, acumulando una mejora de 61,6% en el primer semestre del año. Se debe notar que las variaciones se vieron afectadas por las bajas bases de comparación, ya que se correspondieron a los meses de cuarentena más estricta. De todas maneras, al comparar con el mismo mes de 2019, el sector se encontró también un 9,7% por encima.

Además, la construcción creció (+6,8% respecto a mayo) tras cuatro meses consecutivos de caída. De todas formas, aún no recuperó lo perdido en los últimos meses, ubicándose todavía un 3,7% por debajo de enero de 2021 -último mes que el sector había crecido de forma mensual-, pero manteniéndose firme en niveles superiores a la pre-pandemia (+23,2% por encima del primer bimestre de 2020).

En primer lugar, hay que tener en cuenta que en abril-mayo se concentró el impacto de la segunda ola. Si bien las medidas implementadas para contenerla fueron significativamente menores a las del año anterior, las restricciones en la primera quincena de mayo en la Ciudad de Buenos Aires y la vuelta a “fase 1” en el cierre del mes tuvieron un efecto sobre el sector, impactando principalmente en las obras privadas de magnitud. De esta forma, como junio fue un mes con menores restricciones y menor ritmo de contagios, era de esperar un “efecto rebote” al reanudarse determinadas obras que habían sido suspendidas por fuerza mayor.

En este sentido, 11 de los 13 insumos que compone el indicador mostraron un crecimiento respecto a mayo. Resaltó la evolución de ladrillos huecos (+10,4%) y hormigón elaborado (7,8%), que se encuentran asociados en gran medida a las obras privadas de mayor magnitud y al impacto de las menores restricciones antes mencionado.

Por su parte, la reanudación de la obra pública también va dinamizando al sector, tras la caída acumulada entre 2018 y 2020. Por un lado, los despachos de asfalto -el insumo que está más asociado a la obra pública- exhibió una caída desestacionalizada en junio (-3,5%), pero tras crecer de manera significativa en los dos meses anteriores (+16,6% en abril y +26,5% en mayo). A su vez, los gastos de capital del Gobierno Nacional treparon 61,8% i.a. en términos reales en el primer semestre, ayudados por la baja base de comparación.

¿Qué esperamos?

En julio, el indicador volvería a mostrar un crecimiento desestacionalizado, consolidando el rebote como consecuencia de las menores restricciones. En este sentido, el Índice Construya, que se encuentra asociado en mayor medida a la obra privada, creció 1,1% respecto a junio, mientras que los despachos de cemento crecieron 8,5% en comparación al mes anterior, ubicándose en niveles superiores a los del acumulado del mismo periodo de 2019.

Dejando detrás al impacto de la segunda ola, el sector tendría margen para seguir recuperándose en el segundo semestre, aunque a tasas menores que las que se vieron luego del piso de abril de 2020. En este sentido, un incremento de la brecha cambiaria en la previa electoral junto a tasas reales que se mantendrían en terreno negativo actuarían como drivers adicionales para el sector, debido a que incentivan el ahorro en ladrillo. Además, al tratarse de un año electoral, la obra pública también dinamiza la actividad en tanto el sector es de carácter esencial para dinamizar la creación de empleo informal, y con ello la demanda y el nivel general de actividad.

En síntesis, esperamos que el sector se mantenga en el resto del año por encima de la pre-pandemia, manteniendo la mejora en el segundo semestre del año. En este sentido, tras haber caído casi 20% en el 2020, esperamos que la construcción crezca en la zona del 25% en el 2021.

Julio, con inflación por debajo de 3%

En julio, la inflación fue de 2,6% mensual según el IPC GBA Ecolatina, acumulando 28% en los primeros siete meses del 2021. Con esta variación, tuvimos el avance más bajo desde septiembre de 2020, lo que representa una buena noticia: a pesar del arranque de año agitado, la suba de precios empezó a desacelerar en los últimos meses, ayudada por las anclas cambiarias y tarifarias.

Por su parte, alimentos y bebidas también estuvo por debajo del 3% por primera vez en el año. La mayor estabilidad obedeció al aumento moderado de carne vacuna (+1,0%, en comparación con 7,0% promedio mensual en el primer semestre), a la vez que la baja estacional de frutas también ayudó a este resultado. Por otro lado, los alimentos de consumo masivo siguieron creciendo por encima del 4% mensual en promedio, consecuencia del desarme de Precios Máximos.

A contramano de los últimos meses, los servicios les ganaron la carrera nominal a los bienes, algo que había ocurrido solo dos veces desde que empezó el congelamiento tarifario en abril de 2019. Si bien los servicios públicos siguieron congelados, los privados mostraron una aceleración relevante (+4,0%) y crecieron muy por encima de los bienes (+2,6%). En un contexto de reapertura de paritarias y dólar oficial planchado, esta dinámica podría repetirse en los próximos meses, achicando las diferencias acumuladas en los últimos años.

Más allá de la baja del Nivel General, vale destacar que la inflación núcleo siguió por encima del 3% en julio: los precios regulados contuvieron otra vez a la variación agregada, marcando que los atrasos siguen profundizándose. En agosto, las subas ya anunciadas de prepagas y GNC (+9% y +5%, respectivamente) impulsarían a este componente, pudiendo generar que la inflación de este mes se ubique levemente por encima de la de julio.

Aún con una aceleración puntual en este mes, la inflación bajaría en la segunda mitad del año, y pasaría de la zona del 4% mensual en el primer semestre (60% anualizado) a la del 3% (40% anualizado). Un menor efecto de la emisión récord de 2020, sumado al ancla tarifaria y una moderada suba del tipo de cambio oficial ayudarán a controlar la suba de precios, incluso en un escenario de suba nominal de los salarios.

Antes de cerrar, vale destacar que Ecolatina proyecta una inflación de 48,5% para 2021 (para los números del IPC Nacional de INDEC, no los del IPC GBA Ecolatina que sirven de base para este informe). El gran problema no será solo la suba de precios de este año: con un dólar y tarifas congelados, y un acuerdo con el FMI pronto a firmarse, la primera mitad de 2022 también podría ser agitada en materia inflacionaria, dejando un piso de 40% para el año que viene.

La Canasta Alimentaria crece por encima de la inflación, ¿hasta cuándo?

¿Cómo evolucionaron las canastas en junio?

La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que muestra el ingreso necesario para que debe tener un individuo para comprar una canasta de alimentos y ubicarse por encima de la línea de indigencia, creció 3,6% en junio (+57,6% i.a.), acelerándose 0,8 p.p. respecto al mes anterior. Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT), muestra el ingreso necesario que debe tener un individuo para comprar una canasta de bienes y servicios y ubicarse por encima de la línea de pobreza, y trepó 3,2% en junio (+51,8% i.a., +0,8 p.p. respecto a mayo).

Hay que tener en cuenta que las canastas crecieron por encima de la evolución de la inflación en junio (+3,1% para GBA, que es para donde se realiza el cálculo de las canastas). Si bien este comportamiento no fue la regla en lo que va del año, la CBA (+25,3%) acumuló en el primer semestre una suba mayor a la de la CBT (22,7%) y la inflación se ubicó en el medio de ambas (+24,9%). Detrás de esto se encuentra el hecho de que los alimentos evolucionaron por encima del resto de los precios, tras un 2020 con importantes congelamientos. En este sentido, los alimentos que tienen especial importancia en el armado de las canastas se aceleraron: según el IPC GBA Ecolatina, la leche subió 29% en el primer semestre, mientras que el pan fresco creció 36%.

Dos Salarios Mínimos y dos AUH no alcanzan para cubrir la CBT

En junio, una familia compuesta por cuatro integrantes necesitó $28413 para comprar la canasta de alimentos y $66478 para adquirir la canasta básica total. Por otro lado, el Salario Mínimo Vital y Móvil se ubicó en $25272 con la actualización de este mes, mientras que la Asignación Universal por Hijo fue de $4503 gracias al último incremento. Por lo tanto, el ingreso de una familia compuesto por dos salarios mínimos y dos AUH se ubicó en $59552.

Así, el ingreso de una familia cubrió la totalidad de la CBA -algo que venía sucediendo en los meses anteriores- pero no alcanzó para cubrir la totalidad de la canasta de bienes y servicios (cubrió casi el 90% de la misma). En este sentido, hay que remarcar que estos ingresos no alcanzaron a cubrir la CBT desde que se irrumpió la pandemia, pero no fue la regla en los últimos años: a lo largo de 2016, 2017 y parte de 2018 y 2019 una familia con estos ingresos lograba ubicarse por encima de la línea de pobreza.

¿Qué esperamos?

Como vimos, producto de un primer semestre agitado en materia inflacionaria, las canastas se aceleraron y los ingresos reales continuaron deteriorándose luego de tres años consecutivos de contracción. Sin embargo, para el segundo semestre podría advenir un panorama levemente más favorable.

Por el lado de los precios, esperamos que la inflación se desacelere gracias al menor ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial y las escasas subas de los precios regulados, y se ubique levemente por debajo del 3% promedio en el periodo julio-diciembre. De la mano de esta evolución, las canastas también se desacelerarían. De todas maneras, como algunos precios de consumo masivo se mantendrían por encima de la evolución de la inflación, dado que aún no recuperaron todo el terreno perdido -especialmente durante 2020-, no esperamos un cambio rotundo en la tendencia actual.

Por otro lado, desde el lado de los ingresos vendrán nuevos aumentos. En línea con la reapertura de paritarias (tras una pauta de 29% que quedó vieja), el Salario Mínimo Vital y Móvil podría verse redefinido: si bien resta confirmar, la suba acordada del 35% en cuotas podría terminar siendo una cifra algo mayor, o se adelantarían algunos de los aumentos ya pactados. A su vez, los jubilados que cobran la mínima y los beneficiarios de la AUH obtendrán bonos compensatorios, que de todas maneras no alcanzarán para terminar con el deterioro. En este sentido, estos factores tendrían un efecto inmediato sobre el poder adquisitivo en la previa electoral: habrá que ver si la menor evolución de las canastas y una suba nominal mayor a la esperada de los ingresos de los sectores de menores recursos alcanzarán para llegar a cubrir la línea de pobreza en el cierre del año.

Caída desestacionalizada de la actividad en mayo, ¿la última del año?

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 13,6% en la comparación interanual de mayo, acumulando una mejora de 9,5% en los primeros cinco meses del 2021. Más allá de este salto, vale destacar que el avance se explicó por las bajas bases de comparación que dejó el 2020: al comparar con la pre-pandemia, la actividad todavía se encontró un 9,2% por debajo de igual mes de 2019.

Por su parte, la economía cayó 2,0% respecto a abril pasado, perdiendo la mejora que se había observado en el primer cuatrimestre de 2021. Con este deterioro, el nivel de actividad retrocedió 0,6% en relación con diciembre del año pasado, marcando una caída en los primeros cinco meses del año. A la vez, se verifica una pérdida de 4% en relación con el primer bimestre de 2020; por lo tanto, si en enero-febrero nos habíamos acercado a los niveles pre-pandemia, al momento, volvimos a quedar lejos.

A nivel desagregado, la dinámica fue similar. Si bien los bienes y servicios mostraron avances importantes en la comparación interanual (+12,4% y +14,8%, respectivamente), cayeron 0,1% y 2,6% respecto de abril. Como resultado, mientras que los primeros siguieron por encima de la pre-pandemia (+1,4%), los segundos se hundieron 5,1% respecto de enero y febrero del 2020. Así como la caída del nivel de actividad fue heterogénea, el rebote también lo está siendo.

En términos de sectores, se reforzaron los patrones de los meses anteriores. Aunque la industria y el comercio cayeron en mayo (-0,6% y -0,9%, respectivamente), producto esencialmente del endurecimiento de las restricciones, siguen por encima de los valores pre-pandemia (+1,9% y +5,8%, respectivamente). En el otro extremo, hoteles y restaurantes, transporte y comunicaciones y servicios sociales y de salud siguen con caídas de dos dígitos respecto de los valores del comienzo de 2020.

De esta forma, se verifica que la crisis actual tiene un patrón opuesto a la de 2018-2019. Mientras que en ese entonces los bienes, encabezados por la industria, lideraban la caída, en la actualidad estos sectores llevan adelante la recuperación. Por el contrario, los servicios, menos golpeados por el retroceso 2018-2019, muestran los peores desempeños en 2020-2021.

De cara al futuro, sobresale que en mayo-junio de 2021 habría estado el piso del nivel de actividad de 2021. En estos meses se conjugaron los problemas de la primera parte del año -alta inflación- con los peores niveles en materia de contagios de Coronavirus y, en respuesta, las mayores restricciones. Por lo tanto, podemos afirmar que, en el escenario más probable, lo peor ya habría pasado.

En el segundo trimestre, la actividad habría marcado una caída desestacionalizada en torno al 2%, un valor relevante, pero lejos de los desplomes espectaculares del 2020. Con estos números, el nivel de actividad de junio 2021 habría sido menor al de diciembre 2020, de modo que la actividad retrocedió en la primera parte del año.

Por el contrario, la demanda y la producción se recuperarían a partir de julio. La celeridad del proceso de vacunación y las menores restricciones operativas, en un escenario de baja -lenta- de la inflación y recuperación -moderada- de los salarios reales, impulsarían al nivel de actividad en la segunda mitad del año.

Si el nivel de actividad de mayo se mantuviera inalterado hasta el cierre de 2021, el PBI crecería 6% este año. Empero, desde Ecolatina proyectamos un crecimiento apenas menor al 7%, en línea con algunas estimaciones del Ministerio de Economía. Por lo tanto, la economía debería avanzar en los próximos meses para lograr este objetivo, algo que, efectivamente, proyectamos que pasará.

Antes de cerrar, es importante destacar que las buenas noticias tendrían corto alcance. A comienzos del año que viene, tanto el dólar oficial como las tarifas de servicios públicos demandarían algunas correcciones, en línea con las recomendaciones del FMI -con quien esperamos un acuerdo en el arranque de 2022-. En este marco, el crecimiento de la segunda parte del 2021 se interrumpiría apenas superado el año electoral.

La inflación no logra romper el piso del 3%

En junio, la inflación nacional fue de 3,2%, desacelerándose 0,1 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, el primer semestre del año cerró con una suba de precios de 25,3% (equivalente a 57% anualizado) y de 50,2% en la comparación interanual.

En lo que respecta a los capítulos, 8 de 12 se ubicaron por encima del 3%, mientras que en mayo solo habían sido 5. Dentro de las mayores evoluciones se ubicó Comunicación (+7,0%), como consecuencia de los aumentos en telefonía e internet, y Bebidas alcohólicas y tabaco (+5,0%) por el aumento de cigarrillos. Por su parte, se destacó la dinámica de Alimentos y bebidas no alcohólicas (+3,2%), que por segundo mes consecutivo se ubicó cerca de 3%, mostrando una marcada desaceleración respecto al 4,4% promedio que había mostrado en el primer cuatrimestre del año. De todas maneras, el desarme de precios máximos y las subas del precio de la carne otorgaron presiones al capítulo.

Por otro lado, el IPC Núcleo -que excluye bienes y servicios Regulados o con componente estacional- trepó 3,6% (+27% acumulado), por encima del IPC Regulados (+3,2% en junio, +24% en el acumulado) y del IPC Estacionales (+0,5% en el mes, +18% en el primer semestre). La referida dinámica de la inflación núcleo, que capta con mayor precisión la inercia, viene ubicándose por encima del 3,5% desde octubre del año pasado, dando cuenta la importante rigidez presente en el proceso inflacionario, especialmente considerando que no hubo un salto importante del tipo de cambio oficial.

Por su parte, una vez más los Bienes (+3,4%) se ubicaron por encima de los Servicios (+2,7%), acumulando subas de 27,6% y 20,2% respectivamente hasta junio. En este sentido, la menor evolución mensual de los Servicios se mantuvo durante todo el primer semestre, gracias a la reducida dinámica de los servicios públicos. En los próximos meses, la reapertura de paritarias, en un contexto en el cual perdió relevancia la pauta del 29%, podría reavivar nuevas presiones (principalmente) para los servicios privados, achicando la diferencia entre ambos grupos.

Además, hay que tener en cuenta que el menor alcance de los controles de precios tras el desarme de los precios máximos generará que los bienes de consumo masivo no muestren una desaceleración importante. A pesar de estos factores, el menor ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial y reducidas autorizaciones de subas de los precios regulados en la previa electoral ayudarían a que la desaceleración mensual del Nivel General se reafirme en el segundo semestre del año.

De esta manera, luego de observar una inflación promedio del 3,8% en el lapso enero-junio, esperamos que esta se ubique en torno al 2,8% mensual promedio en el segundo semestre. Con estos números, la interanual se mantendrá en la zona del 50% durante los meses del segundo semestre y cerraría con una suba aproximada de 48% en 2021, dejando atrasos pendientes para el año entrante: difícilmente la inflación pueda perforar el 40% en el 2022.

La inflación siguió arriba del 3% en junio

¿Cómo evolucionó la inflación?

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó 3,6% en junio. De esta forma, acumuló 24,7% en el primer semestre de 2021, representando la cifra más alta desde 2016. Además, se ubicó en 48,7% i.a. para los últimos doce meses del año.

¿Qué sucedió al interior del IPC?

El capítulo que mayor incidencia tuvo sobre el índice fue Alimentos y bebidas (+4,1%), que acumuló una suba de 28,5% en el primer semestre y de 57,3% i.a. Al interior, la suba fue generalizada en junio: de las 65 categorías que componen al capítulo, 46 se ubicaron por encima del 3%. Por un lado, el desarme de precios máximos impactó sobre los productos de consumo masivo, donde se destacaron las subas de panes, lácteos y aceites. Por el otro, la evolución de carnes también se mantuvo elevada -por encima del 4%-, y ya acumula una suba de 51% en lo que va del 2021.

En lo que respecta al resto de los capítulos, solo 2 de 9 mostraron una evolución menor al 3%. En este sentido, resaltó la evolución de Indumentaria (+4,3%) y Transporte y comunicaciones (+3,9%), considerando que ambos se ubicaron por encima del Nivel General.

Un análisis complementario se observa con las categorías que componen al IPC. El IPC Core, que está compuesto por los precios que se encuentran más “expuestos” a la coyuntura económica, creció 4,1% en el mes (+26,9% acumulado y +52,2% i.a.). Al interior, tanto los precios de consumo masivo (+3,7%) como el resto (+4,2%) exhibieron dinámicas elevadas: los primeros, comenzaron a recuperar el terreno perdido tras varios meses de congelamiento, mientras que los segundos vienen ubicándose por encima de 3,8% luego de nueve meses consecutivos, dejando en evidencia que el proceso inflacionario actual cobró una importante inercia y es difícil de desarmar.

Por otra parte, el IPC Regulados subió 3,2% en el mes, como consecuencia de subas en cigarrillos, teléfono, mantenimiento de los vehículos y combustibles. De esta manera, acumuló una suba de 20,8% en los primeros seis meses y de 31,8% i.a.: la pequeña diferencia entre estas variaciones corresponde a que la corrección de regulados se concentró en los primeros meses del 2021. A contramano, el IPC Estacionales creció solo 1,5% (+18,8% acumulado y +69,9% i.a.), principalmente por la baja suba de frutas.

¿Qué esperamos?

Como consecuencia de una suba de precios que se desacelera más lento de lo proyectado al principio del año, desde Ecolatina modificamos nuestra estimación y esperamos que la inflación ronde el 48% en 2021. Sin embargo, para que esta cifra se cumpla, seguimos pensando que habría una paulatina desaceleración en la segunda parte del año. Luego de una inflación promedio de 4% en los primeros seis meses, la suba de precios debería ser levemente menor al 3% en el periodo julio-diciembre para que se concrete nuestra proyección anual.

Detrás de estos números, se encuentra el hecho de que el impacto del alza de precio de los commodities, las presiones del Mercado de Liniers sobre el precio de la carne minorista y la autorización de subas de combustibles (que poseen fuertes efectos de segunda ronda) serían factores que ya no estarán presentes en la segunda parte del año. A su vez, el atraso tarifario y un menor deslizamiento del tipo de cambio oficial también ayudarán a este fin, pero dejarán correcciones pendientes para el 2022.

Recuperación interanual, pero caída desestacionalizada: la segunda ola impactó sobre la actividad en abril

¿Cómo le fue a la economía en el cuarto mes del año?

En abril, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 28,3% respecto al mismo mes del año pasado, acumulando una suba de 8,2% i.a. en el primer cuatrimestre del 2021. En este sentido, hay que tener en cuenta que en abril de 2020 la economía se había deteriorado un 25% i.a., producto de la primera respuesta de gobierno a la pandemia. De esta forma, había marcado el piso de la crisis y dejado una base de comparación excesivamente baja. En consecuencia, sus números son poco representativos: al comparar con abril de 2019, se observa que el nivel de actividad se encontró un 4,4% por debajo.

Por otro lado, la economía cayó un 1,2% respecto de marzo 2021, acumulando tres meses consecutivos de contracción desestacionalizada. Como resultado, la actividad avanzó solo 0,5% en el primer cuatrimestre de 2021 -y todo concentrado en enero-. De esta manera, se verifica cómo el crecimiento de este año será más efecto de arrastre estadístico (+6%) que una mejora genuina, explicada por un buen desempeño económico.

¿Qué sucedió al interior de la economía real?

A nivel sectorial, tanto los Bienes (+28,5% i.a.) como los Servicios (+25,8% i.a.) mostraron un avance importante en términos interanuales, al ser contrastados con el piso de la crisis. De todas maneras, al comparar con meses anteriores a la pandemia los números dejan de ser tan alentadores: la producción de Bienes se mantuvo en niveles similares a la pre-pandemia (+0,3%), pero un 5,2% por debajo que abril de 2019. Por su parte, los Servicios se ubicaron por debajo de ambos periodos (-11,7% y -5,4%, respectivamente), marcando que el rebote no sólo tiene vaivenes, sino que también es heterogéneo.

Hoteles y restaurantes siguen siendo una de las ramas de actividad más afectadas respecto de 2019, marcando una caída mayor al 50% desde entonces. En la misma línea, Servicios y sociales y de salud retrocedió 30%, y transporte, 9%. Las restricciones directas a la oferta explican esta dinámica dispar.

Del otro lado, la Industria manufacturera marca un avance de 2,2% respecto de 2019, en tanto el Comercio mayorista y minorista saltó 5,1% en relación con el último año de la gestión Cambiemos. Estas ramas, creadoras de empleo formal y de alta incidencia sobre el PBI, están liderando la mejora.

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Durante mayo y junio, la actividad económica habría seguido condicionada por el incremento de contagios y las restricciones sanitarias. Si bien éstas fueron más focalizadas que en 2020, inevitablemente impactaron sobre la producción. En este sentido, las ramas de mayor trabajo nocturno -Hoteles, restaurantes y esparcimiento-, se mantuvieron en niveles muy inferiores a los de la pre-pandemia. Por otro lado, la producción de bienes estuvo menos afectada, pero no exenta: en la medida que hubo contagio de personal, muchas industrias se vieron obligadas a cerrar sus plantas temporalmente y determinadas obras se vieron pospuestas. Las limitaciones a la oferta, en estos casos, llegaron más por decisión de las empresas que del Poder Ejecutivo.

En este sentido, esperamos que el impacto de la segunda ola se haya traducido en un retroceso desestacionalizado de la actividad en el periodo abril-junio. Sin embargo, en la segunda parte del año, la economía se recuperaría tanto de manera desestacionalizada como interanual: el mayor ritmo de vacunación y la baja de contagios por el calor permitirían menores restricciones en comparación a los meses previos. Además, la desaceleración de la inflación en un contexto de reapertura de paritarias sería el principal mecanismo para que el consumo muestre un crecimiento en la previa electoral.

La mejora del poder adquisitivo de los hogares, en el margen, y la recuperación del nivel de empleo ayudaría a impulsar a determinadas ramas industriales y de comercio. A su vez, el incremento de la obra pública y la falta de alternativas de ahorro que deja el cepo serán un motor para el rebote de la construcción y la inversión.

Para cerrar, hay que tener en cuenta que, si la actividad se mantuviera inalterada en lo que resta del año, el PBI crecería poco menos de 7% en el promedio de 2021. Teniendo en cuenta que en mayo-junio se podrían observar nuevas caídas desestacionalizadas, producto de la segunda ola de Coronavirus y sus mayores restricciones, es probable que el número final termine por debajo de este “arrastre” actualizado. No obstante, dado que a partir de la segunda parte del año se recuperaría el terreno cedido, estimamos que el crecimiento para 2021 se ubicará por encima del 6%. El desafío quedará para 2022: habrá que ver si será posible extender la recuperación de los últimos meses de este año con presiones cambiarias e inflacionarias que podrían reavivarse luego de las elecciones.