IPC Ecolatina: la inflación continuaría por debajo del 7% en julio

El IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires mostró en la primera quincena de julio un crecimiento del 6,5% con relación al mismo lapso de junio. De esta manera, sostuvo la desaceleración registrada desde la segunda quincena de mayo.

La moderación responde a un menor crecimiento de alimentos frescos, sumado a que en julio coinciden una menor cantidad de aumentos de la categoría Regulados que en los dos meses previos.

En cuanto a las categorías, el alza estuvo liderada por los Estacionales, donde la aceleración en Turismo (+27,9%) producto de una suba estacional por el receso invernal fue moderada por la caída en Frutas y un menor crecimiento en Indumentaria exterior. La inflación Núcleo (+6,6%) desaceleró 0,6 p.p. con relación al avance que había mostrado en la primera quincena de junio, período en el cual había desacelerado 2,1 p.p.

El menor crecimiento se verificó en Regulados (+5,2%), donde aumentaron Prepagas (+8,5%), Educación formal (+9,8%), Cigarrillos (+12,9%), Telefonía (+6,1%) y Colectivos y trenes (+8,0%).

El capítulo de Alimentos y bebidas (+5,3%) desaceleró 1,6 p.p. respecto a la primera quincena de junio, principalmente por un menor crecimiento en Carnes (+1,6%) y una caída en Frutas (-0,5%). Los productos de Consumo Masivo -empaquetados- treparon 6,5%, mostrando una desaceleración de 0,4 p.p respecto a la 1Q de junio.

En cuanto a los capítulos, los que más crecieron fueron Esparcimiento (+11,8%), impulsado por los aumentos en turismo y servicios de esparcimiento ante el inicio de las vacaciones de invierno; Educación (+10,7%), traccionado por aumentos en colegios (tanto en PBA como en CABA) y artículos de librería y libros; y Salud (+9,4%), donde incidieron los aumentos en prepagas (+8,5%) y medicamentos (+10,0%).

Para la segunda quincena, esperamos una desaceleración marginal del índice, que lo dejaría para el promedio mensual en la zona del 6,2%.

La inflación cayó en junio: ¿alivio efímero o permanente?

Síntesis

● Gracias a una menor incidencia de Estacionales, la inflación desaceleró en junio por segundo mes consecutivo y estuvo por debajo de las expectativas.

● Fue clave la calma en los precios de alimentos frescos (carne, frutas y verduras), mientras que los empaquetados mantuvieron un registro más elevado

● Partiendo de una afianzada inercia, el segundo semestre no estará exento de riesgos que podrían presionar sobre los precios, dificultando la continuidad de un sendero de desaceleración de la inflación.

 

Tras la fuerte aceleración de principios de año, la inflación se desaceleró por segundo mes consecutivo, reduciendo temores sobre una espiralización del proceso inflacionario en el corto plazo.

En junio, el IPC Nacional reportado por INDEC trepó un 6% mensual, moderándose frente al 7,8% de mayo y al 8,4% de abril. La dinámica del mes estuvo mayormente explicada por lo ocurrido con los precios estacionales y, en particular, por una mayor parsimonia en los aumentos de alimentos frescos (carnes, verduras y frutas).

El registro se ubicó por segundo mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (la mediana del REM-BCRA proyectaba un 7,3%).

A pesar de la desaceleración mensual, la inflación del segundo trimestre promedió el 7,4%, trepando desde el 6,8% del primer trimestre, al tiempo que la inflación interanual trepó a 115,6%, volviendo a situarse en máximos desde 1991. En el primer semestre acumuló 50,7%, mientras que para el mismo período de 2022 el avance había sido de 36,2%.

¿Qué rubros explicaron la desaceleración?

El principal factor que motivó la moderación fue la abrupta desaceleración en la suba de la categoría Estacionales y, en particular, la mayor calma en los aumentos de alimentos frescos (carnes, verduras y frutas). Esta tendencia estaría revelando que los efectos de la sequía sobre la oferta de frutas, verduras y carne aviar parecieran haberse aplacado.

Los Estacionales treparon apenas 1,8% en el mes, el menor registro en 20 meses. Aun así, en la comparación interanual (+137,9%) se ubican 20 puntos porcentuales por encima del Nivel General.

Por su parte, dentro de Alimentos y bebidas -rubro que se moderó al 4,1% mensual (menor suba desde noviembre)- se destacó lo sucedido con los productos frescos, cuyo precio tendió a caer o a mantenerse relativamente estable: frutas (-3,1%); verduras (-1,8%); carnes (+1,3%). Aún con estas mermas, en los últimos 12 meses frutas y verduras trepan 154,7% y 168,0%, respectivamente, un número ampliamente superior al Nivel General.

Asimismo, el IPC sigue viéndose favorecido el abaratamiento que sigue mostrando la carne vacuna, cuyo precio hila tres meses consecutivos de caída en términos reales (-20,7% en los últimos 12 meses). Tomando el promedio de los últimos cinco años, la caída ya supera el 7%.

Esta tendencia responde a los impactos de la sequía: los productores anticipan la salida de animales de los campos por la menor disponibilidad de pasto para la alimentación y temores a la mortandad del ganado. En consecuencia, se adelanta el envío a faena o se “terminan” los animales en corrales, agregándole más rápidamente los últimos kilos a base de granos (engorde intensivo). En el primer semestre, la faena creció 13% i.a., marcando el mayor nivel el proceso de liquidación de vientres desde 2009. Este escenario deriva en mayor presión bajista sobre los precios de la hacienda que se absorbe en el mercado local frente a una demanda debilitada.

En contraste, los productos de Consumo Masivo (empaquetados) crecieron 8,1%. Dentro del rubro se destacaron los aumentos en Azúcar, dulces, chocolate y golosinas (14,3%), Café, té, yerba y cacao (+9,6%), Pan y Cereales (+8,6%) y Aguas y Gaseosas (+6,9%). El IPC Consumo Masivo -el más atravesado por el programa de Precios Justos– promedió 8,7% los últimos 3 meses, 1,3 p.p. por encima del promedio del nivel general, dinámica que da cuenta de la dificultad del programa a la hora de contener los aumentos del rubro.

Finalmente, los Regulados (+7,2%) lideraron el aumento. Luego de un mayo (+9,0%) en el que coincidieron aumentos en tarifas de electricidad y gas, cigarrillos, educación, transporte público, salud y comunicaciones, el menor registro de junio se debió a una menor incidencia de ajustes en tarifas energéticas. El 7,2% estuvo traccionado por aumentos en Electricidad (11% para ingresos altos, 24% para ingresos medios y 36% para ingresos bajos), transporte público (subtes 10,5%; colectivos y trenes 8,6%), Educación (colegios privados 11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires), Prepagas (+5,5%), combustibles (+4,5%) e Internet y telefonía (+4,5%).

La inercia se mantiene elevada

El IPC Núcleo (+6,5%) desaceleró por segundo mes consecutivo, ubicándose 1,3 p.p. por debajo del promedio de los últimos 3 meses. Se trata del menor registro para este indicador desde enero.

Al excluir precios con comportamiento estacional, sujetos a regulación o con un elevado componente impositivo, la inflación núcleo se utiliza como proxy de la tendencia del nivel general de precios, en tanto depende en mayor medida del ciclo económico.

En este sentido, como podemos ver en el siguiente gráfico la inflación núcleo se mantiene en niveles elevados, dando cuenta de una arraigada inercia, que se ve reflejada en una mayor velocidad de ajuste de los precios, en un contexto de acortamiento de los plazos contractuales formales e informales y un aumento en la cantidad de tramos de incrementos aplicados.

¿Qué podemos esperar en adelante?

Para julio estimamos un guarismo que no superaría el 7% el IPC GBA Ecolatina creció 6,5% mensual en la primera quincena-. En el mes habrá menos aumentos puntuales que en mayo y junio, donde se destacan prepagas (+8,5%); colectivos y trenes (+8%), servicio doméstico (+6%); internet, cable y telefonía (+4,5%); combustibles (+4,5%); y colegios privados. Estos ajustes explicarían entre 0,7 y 0,9 p.p. del IPC de julio.

Hacia adelante, partiendo de una inercia que se ha ido consolidando en pisos más altos, el proceso inflacionario seguirá siendo inestable frente a la ausencia de anclas, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre propia de la transición electoral.

A un mes de las PASO, y en el marco de la renegociación del acuerdo con el FMI, el Gobierno no dispone de margen para apelar a las tradicionales medidas desinflacionarias pre-electorales: congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar el tipo de cambio oficial. Por este motivo, seguirá apuntando a evitar nuevos shocks: mantener contenida la brecha cambiaria -incluyendo el sostenimiento de una tasa real positiva- destrabar los desembolsos con el FMI y maximizar la utilización del swap de monedas con China y el crédito comercial de importadores a fin de evitar disrupciones en el mercado cambiario.

Sumado a esto, seguirá apelando al programa Precios Justos para los productos de consumo masivo, sumado a su extensión para bienes durables y semi-durables (electrodomésticos, electrónica de consumo, calzado e indumentaria, motos y bicicletas acordaron mantener los precios que tenían al 31 de mayo congelados hasta el 15 de agosto). El programa, además, se amplió a comercios de cercanía, como almacenes y autoservicios, con el objetivo de mejorar su efectividad, teniendo en cuenta que se evidenció un mayor crecimiento de los precios en esos canales de venta.

A su vez, se acordó la renovación del programa Ahora 12 con el objetivo de estimular el consumo, vigente hasta enero de 2024, contemplando proveedores que hayan suscrito los convenios de Precios Justos.

No obstante, el segundo semestre no estará exento de riesgos: la volatilidad de los precios estacionales; un posible ajuste en los precios de la carne vacuna ante una potencial menor faena sobre fin de año; las reacciones de los agentes económicos ante el resultado de las elecciones y la incertidumbre cambiaria propia del año electoral -búsquedas de cobertura, expectativas de devaluación- podrían añadirle presión adicional a un proceso inflacionario con marcada inestabilidad.

Por estos motivos, no esperamos una continuación de un sendero de desaceleración de la inflación, y, de no mediar nuevos sobresaltos, el 2023 cerraría en torno al 130%.

El IPC Ecolatina desaceleró en junio, ¿cómo seguirá?

Síntesis

• La inflación mensual de junio desaceleró respecto al mes anterior, gracias a una menor incidencia de alimentos y regulados.

Con una inercia inflacionaria consolidada en un nivel más elevado, esperamos en julio un guarismo similar al de junio, que tendrá menos aumentos puntuales.

•  El segundo semestre no consolidaría un sendero de desaceleración inflacionaria.

 

El IPC GBA Ecolatina moderó su velocidad y se ubicó en 7,2% mensual en junio, 1,5 p.p por debajo del registro del mes anterior, que se trataba de un máximo en la serie. Así, sostuvo la desaceleración verificada tanto en la segunda quincena de mayo como en la primera de junio.

No obstante, dado que en junio 2022 el avance mensual había sido del 5,5%, en la comparación interanual el registro se aceleró del 117,3% al 120,7% i.a.

La moderación fue posibilitada por menores aumentos en Regulados y en Alimentos, que corresponde en parte a la desaceleración de 1,6 p.p. de la inflación Núcleo (+6,8%), que evidenció el menor incremento desde enero (+5,2%). La desaceleración de inflación Núcleo le daría argumentos al BCRA para mantener estable la tasa de interés en el corto plazo, la cual esperamos que se sostenga en terreno positivo por segundo mes consecutivo.

Los Regulados treparon 7,5% (+126,9% i.a.). Luego de mayo, donde coincidieron aumentos en tarifas de servicios públicos, cigarrillos, educación, salud y comunicaciones que llevaron al índice al 12,4%, junio estuvo impulsado “sólo” por aumentos en Electricidad, transporte público, Educación y Prepagas. Finalmente, los Estacionales crecieron 8,5% (+160,3 i.a.), traccionados por aumentos en Turismo y Verduras.

 

Rubros

Los Alimentos y Bebidas crecieron 6,7% (vs 7,2% en mayo), moderados por una menor evolución en los productos de Consumo Masivo (+6,4%), que tuvo el menor registro desde marzo.

El indicador de Consumo Masivo está compuesto principalmente por productos empaquetados de alimentos y bebidas y excluye productos frescos -que tienen un gran componente estacional- como carnes, frutas y verduras. Si bien dentro del Índice de Precios de Consumo Masivo se ubican también los bienes de cuidado personal y del hogar, excluyendo estos el índice ocupa la mayor parte del índice de alimentos y bebidas. Estos productos son los más posibles de verse atravesados por acuerdos de precios, en tanto su implementación es más sencilla que con los productos frescos.

En este marco, y teniendo en cuenta que en lo que va del año los Alimentos vienen creciendo por encima del Nivel General, el Gobierno sigue apostando al programa Precios Justos, y el acuerdo para Consumo Masivo vence el 15 de agosto y mantendrá el sendero de 3,8% de aumentos para una canasta de 2.000 productos y del 5% para el resto de los productos de las empresas que participan.

También se destacó un menor crecimiento en productos frescos como Carne Vacuna (2,6%), una caída en Pollo (-0,5%) y en Frutas, que desaceleraron al 2,5% mensual. Contrariamente, los mayores aumentos se vieron en Verduras (+16,3%), Comidas para llevar (+10,9%), Condimentos (+9,8%), Infusiones (+9,4%) y Azúcar, dulces y cacao (+8,2%).

Los capítulos que tuvieron una menor evolución fueron Transporte y Comunicaciones (+5,4%), Indumentaria (+6,1%) y Otros bienes y servicios (+4,5%), donde se incluyen cigarrillos y artículos y servicios para el cuidado personal.

Por último, que tuvieron un mayor crecimiento fueron Vivienda y servicios básicos (+11,8%), impulsado por aumentos en electricidad y alquileres, Educación (+8,0%), Salud (+8,0%), donde se destacó el crecimiento de productos medicinales (+9,8%) y en menor medida por prepagas (+5,5%) y Esparcimiento (+7,9%); traccionado principalmente por aumentos en transporte por turismo (+20,9%).

 

¿Continuará la desaceleración en los próximos meses?

Tras cinco meses en franca aceleración, el ritmo mensual de inflación logró frenar su escalada, corriendo de la escena el riesgo latente de una espiralización. No obstante, el aumento de la nominalidad se mantiene en niveles elevados: una inflación mensual del 7% durante 12 meses representaría un aumento en 12 meses del 125%.

Para julio estimamos un guarismo similar al de junio. En el mes impactarán puntualmente los aumentos en prepagas (+8,5%); servicio doméstico (+6%); internet, cable y telefonía (+4,5%); combustibles (+4%); y colegios privados.

Partiendo de una inercia que se ha ido consolidando en pisos más altos (creciente indexación, acortamiento en plazos de contratos), el proceso inflacionario sigue siendo inestable frente a la ausencia de anclas, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre propia de la transición electoral.

A poco más de un mes de las elecciones primarias, el Gobierno no dispone de margen para apelar a las tradicionales medidas desinflacionarias pre-electorales: congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar el tipo de cambio oficial.

Por este motivo, el Gobierno seguirá apuntando a mantener contenida la brecha cambiaria, destrabar los desembolsos con el FMI y maximizar la utilización del swap de monedas con China y el crédito comercial de importadores a fin de evitar disrupciones en el mercado cambiario.

Sumado a esto, seguirá apelando al programa Precios Justos para los productos de consumo masivo, sumado a una extensión del programa para bienes durables y semi-durables (los sectores de línea blanca, electro, celulares, calzado, indumentaria, motos y bicicletas mantendrán los precios que tenían al 31 de mayo congelados hasta el 15 de agosto). A su vez, se acordó la renovación del programa “Ahora 12” con el objetivo de “estimular el consumo y fomentar la industria nacional”, que tendrá vigencia hasta enero de 2024 y da facilidades de financiamiento a plazo para productos fabricados en el país, siempre y cuando los proveedores hayan suscrito los convenios de Precios Justos.

En este marco, de cara al segundo semestre difícilmente veamos una prolongación de este sendero descendente en la inflación, con un tercer trimestre que no perforaría el 7% mensual y un 2023 que tendría un piso de 130%.

El IPC Ecolatina mantiene la desaceleración de la segunda mitad de mayo

Durante la primera quincena de junio, el IPC GBA Ecolatina sostuvo la desaceleración verificada en la segunda quincena de mayo. El índice registró un crecimiento del 7,4% respecto a la primera quincena de mayo. La moderación responde principalmente a una menor dinámica de Alimentos y en Regulados.

Alimentos y bebidas crecieron 6,9%, marcando una desaceleración de 1,2 p.p. respecto al mismo período del mes anterior. El menor incremento del capítulo responde a una menor evolución de los productos de Consumo Masivo, que crecieron 6,9% luego del elevado registro de la primera quincena de mayo (+8,4%), en conjunto con una moderación en el crecimiento de Frutas (+2,8%) y de Carnes (+1,6%). Los mayores aumentos se vieron en Verduras (+16,4%), Condimentos (+9,1%), Comidas para llevar (+9,3%), Infusiones (+9,0%) y Azúcar, miel y dulces (+8,1%).

Por su parte, los Regulados treparon 7,7%, mostrando una desaceleración respecto a la primera quincena de mayo (+12,7%).

A nivel de rubros, los capítulos que más crecieron fueron Vivienda y servicios básicos (+11,8%), impulsada por los aumentos en electricidad (+29,7%) y alquileres (+10,5%); Educación (+9%), traccionado por aumentos en colegios (tanto en PBA como en CABA) y en artículos de librería y libros; y en Equipo y mantenimiento del hogar y Salud, ambos rubros con un crecimiento de 8,1%.

¿Continuará la desaceleración?

Para el resto de junio prevemos un comportamiento similar al visto en la primera quincena, con un mes que cerraría apenas por encima del 7%.

Más allá de la moderación respecto a los elevados registros de abril (8,4%) y mayo (7,8%), no prevemos que esta tendencia se sostenga el resto del año: el régimen inflacionario actual no sólo se consolida en pisos más elevados, sino que es inestable y carece de anclas, por lo cual las fluctuaciones son parte de la naturaleza del proceso.

En este sentido, la arraigada inercia inflacionaria se ve alimentada por la mayor indexación y acortamiento en el plazo de los contratos, un deslizamiento cambiario consolidado en niveles más similares a la tendencia de los precios y salarios que seguirán ejerciendo presión para recuperar el terreno perdido.

Sobre esa base, la falta de credibilidad en el equipo económico para coordinar expectativas, posibles tensiones sobre la brecha cambiaria en un marco de exiguas reservas internacionales y la elevada incertidumbre propia de la transición electoral mantendrán inestable el proceso inflacionario. Por estos motivos, no esperamos un registro menor al 135% para 2023.

La inflación desaceleró en mayo, ¿lo seguirá haciendo?

El IPC Nacional que mide INDEC desaceleró en su registro mensual por primera vez en lo que va del año. En mayo trepó 7,8% mensual, ubicándose 0,6 p.p. por debajo del registro de abril. Asimismo, tras 4 meses se subas por encima de las expectativas del mercado (REM-BCRA), el dato resultó más de 1 p.p. inferior a lo previsto por el consenso de los analistas (9%).

Sin embargo, no cesa el ascenso de la variación interanual, que alcanzó el 114,2%, la mayor velocidad en 32 años (en septiembre 1991 había sido de 115% i.a.). Por su parte, la inflación acumulada en el primer cuatrimestre fue del 42,2%.

La inflación Núcleo -al igual que en abril- evidenció el mismo registro que el Nivel General. Tomando la media móvil de los últimos 3 meses, el IPC Núcleo se ubica en máximos (+7,8%); mostrando la persistencia de una inercia inflacionaria en niveles elevados, incluso pese a la desaceleración observada en el dato de mayo. El IPC Núcleo se utiliza como una aproximación de la tendencia de la inflación, ya que excluye precios con comportamiento estacional o regulados por el gobierno.

En cuanto al resto de las categorías, los Regulados crecieron 9,0%, (+149,1% i.a.), impulsados por los aumentos en tarifas de servicios y transporte públicos. Los Estacionales, por su parte, registraron el menor incremento desde febrero (+6,0% m/m, +149,1% i.a.).

Alimentos y bebidas se ubicaron por debajo del promedio por primera vez en el año

El capítulo registró una variación mensual del 5,8%, 4,4 p.p. por debajo del registro de abril. Aún así, en los primeros cinco meses del año, los alimentos subieron 7 p.p. por encima del Nivel General. Influyó en la desaceleración la caída en Frutas (-3,2%) y un acotado crecimiento en Carnes (+1,5%). Por el contrario, los mayores aumentos se vieron en Azúcar y golosinas (+13,6%), Café, té, yerba y cacao (+10,6%), Pan y cereales (+9,9%), y Leche, productos lácteos y huevos (+9,8%).

A pesar de esta moderación en el rubro,  los productos de consumo masivo siguieron mostrando una velocidad en ascenso: treparon 9,2%, acelerándose por cuarto mes consecutivo y dando cuenta  nuevamente de la ineficacia del programa Precios Justos como política desinflacionaria.

Por último, los capítulos con mayor crecimiento fueron Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+11,9%) impulsado por la suba de tarifas en servicios de gas y electricidad. Le siguieron Restaurantes y hoteles (9,3%) y Salud (9,0%), traccionado por aumentos en medicamentos y en las cuotas de prepagas. Las divisiones con menor variación fueron Educación (+4,9%), Alimentos y Bebidas (+5,8%) y Comunicación (+6,7%).

Luego de tres meses en rojo, en mayo la tasa de interés real fue positiva

Restándole argumentos al BCRA para volver a subir la tasa en el corto plazo, si tomamos el nivel de la tasa de política monetaria de mediados de mayo (pasó de rendir 7,6% a rendir 8,1% mensual), la tasa real fue positiva en 0,3 p.p. De tomar la tasa al inicio de mayo (7,6%) perdió contra la inflación por 0,2 p.p.

¿Qué esperamos para el resto del año?

En junio impactarán puntualmente los aumentos en electricidad -el ENRE aprobó incrementos del 11% para el Nivel 1 (ingresos altos), 24% para el Nivel 3 (ingresos medios) y 36% para el Nivel 2 (ingresos bajos)-; subtes (+10,5%); colectivos y trenes (+8,6%); prepagas (+5,5%); colegios privados (+11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires); servicio doméstico (+6%); combustibles (+4%); internet, telefonía y cable (+4,5%) y, como viene sucediendo, alquileres (la actualización anual será de 100%).

Pese a todo esto, el cierre de mayo -el IPC Ecolatina desaceleró 1,5 p.p. en la segunda quincena del mes respecto a la primera- y el comienzo de junio indican que la desaceleración continuaría este mes, aunque se habría consolidado un nuevo piso en la zona del 7%.

Más allá de alguna desaceleración puntual, en adelante seguiremos viendo una elevada, persistente e inestable inflación, alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral y la falta de anclas, un crawling peg que no podrá despegarse demasiado de la tendencia de los precios y paritarias que ejercerán presión en un año electoral.

Por lo dicho, no esperamos una tendencia sostenida hacia la desaceleración, con un 2023 que tendría un piso de inflación en torno al 135%.

El IPC Ecolatina se aceleró por quinto mes consecutivo

En mayo, el IPC GBA Ecolatina trepó 8,9% mensual (+117,4% i.a.), acelerándose por 5° mes consecutivo. Así, acumuló en el año un alza del 42,2%, cuando en el mismo período de 2022 el aumento era del 28,1%. La inflación Núcleo creció 8,4%, mostrando la mayor variación desde abril de 2002 (+15,0%).

¿A qué respondió la aceleración? Principalmente al arrastre que dejaron los aumentos de la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron totalmente captados en el índice de abril, en conjunto con aumentos en tarifas de servicios públicos (electricidad, gas, entre otros).

El IPC Núcleo se elevó 8,4% (+108,5% i.a.), mostrando la mayor variación mensual desde abril de 2002 (+15,0%) y dando cuenta de una inercia consolidada en niveles cada vez más elevados. Esta persistencia se refleja en ajustes de precios que son mayores y más frecuentes, con una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos (tanto formales como informales).

El aumento estuvo impulsado principalmente por la categoría Vivienda y Servicios Básicos, que creció 17,1%, impulsada por los aumentos en electricidad, gas, expensas y alquileres. Por otra parte, se destacaron los aumentos en Esparcimiento (+11,0%), Educación (+9,9%) y en Equipo y mantenimiento del hogar (+9,4%).

Alimentos y Bebidas. El rubro trepó 1,7 p.p. por debajo del nivel general (+7,2%), y tuvo la menor incidencia en el total general en cinco meses. Al interior, los mayores aumentos se vieron en Fideos y pastas (+9,7%), Pescados y mariscos (+17,7%), Quesos (+9,7%), Leche (9,0%) y en Comidas listas para llevar (+17,2%).

¿Qué esperar en adelante?

Para junio estimamos una desaceleración del IPC GBA Ecolatina. En dicho mes, impactarán puntualmente aumentos en subtes (+10,5%); colectivos, subtes y trenes (+8,6%); prepagas (+5,5%), colegios privados (11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires); servicio doméstico (+6%), combustibles (+4%), internet, telefonía y cable (+4,5%) y, como viene sucediendo, alquileres (la actualización anual será de 100%).

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar para este Gobierno. Por un lado, la dinámica de la inflación actual no es sólo cuantitativamente distinta a la del pasado, sino cualitativamente disímil: la creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos han alimentado una arraigada inercia. Asimismo, la falta de credibilidad en el equipo económico para coordinar expectativas, la elevada incertidumbre imperante y la ausencia de un programa de estabilización contribuyen a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la velocidad de los precios.

A eso se le suma el impacto de las crecientes restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, la incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre el precio de algunos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

En este marco, el Gobierno tampoco puede apelar a las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que los salarios sólo podrán actuar como semi-ancla (esperamos que 2023 marque el sexto año consecutivo de merma del salario real).

Por estos motivos, más allá de poder observar una moderación puntual en algún mes, no esperamos una tendencia hacia la desaceleración para el resto del año, con el 2023 que tendría un piso en torno al 135%

Inflación: regresividad aumentada

Dada la composición de las canastas de consumo y la inserción en el mercado de trabajo, la incidencia de la inflación y de la evolución de los ingresos laborales varía a lo largo de la pirámide de ingresos, impactando en distinta medida sobre los distintos sectores socioeconómicos.

Por caso, los sectores de menores recursos económicos destinan una mayor proporción de su ingreso al consumo de alimentos y bebidas: dentro de la canasta del 40% de los hogares más pobres, los alimentos representan en promedio el 32% del consumo, mientras que para el otro 60% de las familias de mayores ingresos este rubro explica el 21% del gasto, donde los deciles de ingresos más altos consumen una mayor proporción de sus ingresos en artículos para el hogar, educación, esparcimiento o salud.

Por este motivo, el crecimiento dispar de algunos rubros del IPC respecto a otros puede profundizar la regresividad que tiene por definición la inflación (afecta en mayor medida a quienes destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo) o, por el contrario, o darle un carácter menos regresivo.

Lo mismo ocurre con los ingresos laborales: en los sectores más pobres hay una mayor proporción de asalariados informales y cuentapropistas (en el 10% de los hogares más pobres, 7 de cada 10 trabajadores corresponden a una de estas categorías), mientras que, en contraste, en los más ricos la mayor parte de los trabajadores son formales (75% para el 10% más rico). En este punto es relevante detenerse, toda vez que entre 2019 y 2022 más del 70% del nuevo empleo generado por la economía fue informal y cuentapropista.

 

Dicho esto, ¿cómo ha venido evolucionando la inflación entre los distintos sectores sociales? ¿y el poder adquisitivo de los salarios? ¿qué esperar para el resto del año? ¿qué márgenes de acción tiene el Gobierno en este contexto?

A fin de responder al primer interrogante planteado, utilizaremos la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) que publicó el INDEC para 2017-18 y el Índice de Precios al Consumidor, a fin de estimar la inflación que enfrentan los distintos sectores sociales según la canasta de consumo de bienes y servicios de cada uno de ellos. Dividiremos a las familias en deciles (10%) según su nivel de ingreso, siendo el Decil 1 correspondiente a las familias con menores ingresos y el Decil 10 el conformado por los hogares de mayores ingresos.

Así, vemos que mientras que el gasto en alimentos y bebidas e indumentaria representa casi la mitad (44%) del gasto del 10% de los hogares más pobres, en el 10% de los hogares más ricos estos dos rubros explican menos de un 20%, menos de la mitad.

El impacto heterogéneo de la inflación actual

Pese a la notable aceleración que tuvo la inflación en 2022 (pasó del 51% i.a. al 95% i.a.), el proceso inflacionario no profundizó su sesgo regresivo, presentando una dinámica homogénea para los distintos niveles de ingresos de los hogares: mientras que en el primer semestre del año impactó relativamente más sobre los más pobres (acumuló 36,8% para el decil 1, 1 p.p. por encima del decil 10), en la segunda mitad el efecto se revirtió, alcanzando 43,0% para el decil 1 y 44,1% para el decil 10. En el promedio del año la inflación fue del 95,3% para el decil 1 y apenas 0,2 p.p. menor para el decil 10.

No obstante, en lo que va de 2023 la dinámica se alteró: en cada uno de los primeros cuatro meses del año la inflación mensual para los deciles más bajos fue mayor que para los de mayores ingresos, acumulando un 33,1% para el decil 1 y 30,7% para el decil 10, una diferencia no menor.

De esta forma, el proceso inflacionario se volvió aún más regresivo en lo que va del año: la inflación de los hogares más pobres es mayor que la de aquellos hogares con mayores ingresos.

¿A qué responde esto? Principalmente una mayor dinámica relativa de los precios de los alimentos: mientras que el Nivel General del IPC trepó 32% en los primeros cuatro meses del año, los alimentos y bebidas aumentaron más de 41% (+9 p.p.).

Por esta razón, los alimentos y bebidas explicaron casi la mitad de la inflación de los hogares más pobres (48,3%) en lo que va del año, mientras que para el decil más rico la incidencia fue de 20,4%. En los sectores de mayores ingresos la inflación se explicó en mayor medida por los mayores aumentos en Educación y en Restaurantes y Hoteles (que se ubicaron 9,2 y 3,5 p.p. por encima del Nivel General respectivamente) que tienen un mayor peso en las canastas de los hogares más ricos.

En igual sentido, la actualización en las tarifas de servicios públicos (gas, electricidad, agua y transporte público) que se viene efectuando desde finales de 2022 tiene asimismo un componente regresivo en materia de precios: su consumo es ineludible y representa un porcentaje mayor del gasto de los hogares de menores recursos (explica 15% de la canasta del primer decil y 10% del décimo). Si bien la tarifa social está operativa, protegiendo a las familias de los primeros deciles, la “porosidad” de la segmentación (hogares que no se inscriben, fallas en la implementación) hace que este sea un problema adicional para algunos de los hogares de menor ingreso.

Los ingresos laborales profundizaron su disparidad

A fin de observar cómo se viene comportando el poder adquisitivo, el análisis sería incompleto si no contempláramos los ingresos laborales. Con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y el Índice de Salarios de INDEC construimos un indicador salarial en función de cómo se distribuyen las distintas modalidades de empleo a lo largo de la pirámide de ingresos. Para este análisis, nos limitaremos al primer trimestre del año, ya que el último dato del índice de salarios de INDEC corresponde a marzo.

En este marco, no sólo la inflación por decil se movió de manera dispar, sino que también lo hicieron los ingresos laborales: en el primer trimestre el salario nominal asociado a hogares de menores ingresos creció 1,1 p.p. por debajo de aquellos vinculados a los de mayores ingresos. Cuando miramos la variación interanual, la diferencia es de más de 13 puntos.

Asimismo, cuando se lo compara con la inflación del primer trimestre vemos que los ingresos laborales reales llevan una pérdida real para el 60% más pobre, mientras que los últimos 4 deciles crecieron en términos reales.

Cabe destacar que este resultado más favorable para las familias de mayores ingresos está explicado en gran medida por la dinámica de los trabajadores públicos -en marzo sus salarios crecieron 16,3% mensual según el INDEC-. Si su desempeño hubiese sido igual al de los trabajadores registrados ese mes (+7,9%), en el primer trimestre todos los deciles hubiesen sufrido una pérdida real de los ingresos laborales.

De esta forma, los hogares de menores ingresos no solo se vieron relativamente más golpeados producto de la aceleración de precios, sino que también fueron los que peor resultado tuvieron respecto al salario. El resultado empeora si consideramos la variación interanual. En este caso, todos los sectores menos el más rico presentan una pérdida real, que trepa a casi -5% en promedio para el estrato bajo – representado por los primeros cuatro deciles- y se ubica en la zona de -1,3% promedio para los más altos.

¿Qué esperamos para el resto del año?

En cuanto a los precios, la probabilidad de que los alimentos sigan aumentando a un mayor ritmo en los próximos meses no es menor, teniendo en cuenta la sequía que afecta la oferta de frutas y verduras, sumado a un acotado impacto del programa Precios Justos para mantener contenidos a los alimentos frescos, como mostramos previamente. Esta suba debería aminorarse durante el invierno, aunque no descartamos que el carácter regresivo de la inflación se siga acentuando en los próximos meses.

Por el lado de los ingresos, quienes disponen de mejores mecanismos para afrontar una eventual aceleración de la inflación son los trabajadores registrados, a través de los acuerdos paritarios. Esto favorecería comparativamente a los deciles de ingresos más altos, quienes podrían sostener más el salario real, lo que podría ampliar las diferencias del primer trimestre.

Esto profundiza la necesidad de aumentar los ingresos no laborales (asignaciones, jubilaciones y pensiones, etc.), que son determinantes en los presupuestos de los hogares más pobres: en el 20% de los hogares más ricos el 80% de los ingresos proviene del mercado de trabajo, mientras que en el 20% de las familias más pobres esta proporción cae al 65%.

Esta situación sumerge al Gobierno en una paradoja de cara a las elecciones: su mayor caudal de votos se concentra en hogares con menores ingresos, y no esperamos que puedan crecer las políticas de ingresos para dar una recuperación importante al mayor deterioro en el poder adquisitivo de esos sectores, teniendo en cuenta la necesidad de un ajuste real del Gasto frente a la escasez de financiamiento y al acuerdo con el FMI.

En mayo la inflación volvería a acelerarse

El IPC GBA Ecolatina creció 9,7% en la primera quincena de mayo respecto al mismo período de abril. La aceleración se debe principalmente al arrastre que dejaron los aumentos de la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron totalmente captados en el índice de abril, en conjunto con aumentos en tarifas de servicios públicos (gas, electricidad, subte, colectivos, trenes).

El IPC Núcleo se aceleró al 9,3% m/m, +1,6 p.p. respecto a la primera quincena de abril. Por su parte, los Regulados crecieron 12,7%, impulsados por los aumentos ya mencionados. Por último, los Estacionales (+6,9%) desaceleraron 5,2 p.p. respecto a la primera quincena de abril.

El desempeño por capítulos

El precio de los Alimentos y Bebidas trepó 8,1% m/m. El índice, a diferencia de meses anteriores, logró elevarse por debajo del promedio, favorecido por una menor evolución en Verduras (+1,6%) y Frutas (+4,4%). Por el contrario, los productos asociados al Consumo Masivo subieron 8,4%. Al interior del capítulo se destacaron los aumentos en Pescados y mariscos (+26,5%), Comidas listas para llevar (+24,6%), Facturas (+14,5%), Arroz (11,6%), Leche (+11,4%), Pan (+10,9%) y Huevos (+10,7%).

Además, se destacó el aumento en Vivienda y servicios básicos (+18,5%), impactado por los incrementos en Electricidad, Gas y Alquileres.

Por otra parte, resaltaron los crecimientos de los capítulos de Esparcimiento (+13,1%), impulsado por los aumentos en Transporte por Turismo (+33,4%) y en Alojamiento y Excursiones (+17,4%), y en Equipo y Mantenimiento del Hogar (+8,8%), traccionado por los aumentos en bienes durables luego del aumento de los dólares paralelos la última semana de abril.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Para la segunda quincena del mes esperamos una desaceleración en la comparación respecto al mismo lapso de abril, frente a una menor incidencia del alza en los dólares paralelos, ubicando al IPC GBA Ecolatina en torno al 9%. No obstante, este sería el mayor registro para nuestro IPC desde abril de 2002 (+10,9%).

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar, frente a expectativas que vuelven a desanclarse, falta de credibilidad en los hacedores de política económica para coordinar expectativas y la ausencia de un programa de estabilización, lo cual contribuye a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la velocidad de los precios.

La dinámica de la inflación actual no es sólo cuantitativamente distinta a la del pasado, sino cualitativamente disímil, cuya inercia se ve alimentada por una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, en un marco de creciente incertidumbre propia de la transición electoral y de ausencia de las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que las paritarias ejercerán presión en el año electoral.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

Por estos motivos, no esperamos una desaceleración para el resto del año, con el 2023 que tendría un piso superior al 130%.

La inflación continúa escalando, ¿hasta dónde puede llegar?

El IPC INDEC Nacional se aceleró por quinto mes consecutivo. En abril trepó 8,4% mensual, escalando respecto al 7,7% de marzo y marcando la mayor suba mensual desde abril de 2002 (10,4%). Así, el registro se ubicó por cuarto mes consecutivo por encima del consenso del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 7,5%. En la comparación interanual, los precios subieron 108,8%, el registro más elevado en 32 años (en septiembre 1991 había sido de 115% i.a.). De esta forma, la inflación acumulada en el primer cuatrimestre ascendió al 32%.

El registro de abril se vio impactado en particular por la corrida cambiaria de la última parte de abril, reflejada en un salto de los dólares paralelos en torno al 20%. La volatilidad en estas cotizaciones indujo aumentos de precios de carácter defensivo/precautorio como mecanismo de cobertura frente a una elevada incertidumbre sobre los costos de reposición.

La inercia inflacionaria cada vez más fortalecida

La inflación núcleo se aceleró al 8,4% mensual (vs. 7,2% en marzo), dando cuenta que la dinámica inflacionaria se va consolidando en pisos cada vez más elevados. Esta inercia se ve reflejada en ajustes de precios que no son sólo mayores, sino más frecuentes, con una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos (tanto formales como informales). Todo esto en un marco de creciente incertidumbre sobre los futuros costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones, la volatilidad en la brecha cambiaria y la incertidumbre propia del proceso electoral.

Tasa real negativa

Como resultado, aún con la abrupta suba de la tasa de política monetaria en abril (pasó de rendir 6,5% mensual a 7,6% mensual), la tasa de interés real ex post fue negativa (menor a la inflación) por tercer mes consecutivo en abril (-0,7 p.p.), volviendo a presionar al BCRA para ajustar nuevamente las tasas al alza (ver Monitor Cambiario para más detalles).

Los Alimentos nuevamente traccionaron la inflación

Lo más preocupante es que el crecimiento nuevamente sea impulsado por el índice de Alimentos y Bebidas, que registró una variación del 10,2% mensual en abril (+1,8 p.p. por encima del Nivel General) y se ubicó por cuarto mes consecutivo por encima del promedio. En el primer cuatrimestre, los alimentos subieron 9 p.p. más xque el nivel general. Por su parte, los productos de consumo masivo crecieron 7,7%, dando cuenta, una vez más, de la ineficacia del programa Precios Justos a la hora de contener la evolución de estos precios.

El mayor incremento de los precios de alimentos y bebidas afecta relativamente más a los que menos tienen, en tanto utilizan una mayor proporción de sus gastos en satisfacer estas necesidades básicas, así como en indumentaria. En este sentido, tomando datos de INDEC, encontramos que mientras que la inflación del primer cuatrimestre fue de 30,7% para el 10% más rico de la sociedad, el guarismo fue de 33,1% para el decil más pobre.

Los mayores aumentos del rubro se vieron en Verduras (+20,4%), impulsado principalmente por el tomate (+63,4%) y moderado por la caída en papa y cebolla (-2,5% y -12,0% respectivamente); Leches, productos lácteos y huevos (+11,2%) y Azúcar, dulces y chocolates (+10,6%), mientras que Carnes y derivados trepó +9,1%, traccionado por aumentos en pollo (+26,4%).

En cuanto al resto de los capítulos, Prendas de vestir y calzado exhibió el mayor aumento (+10,8%), registrando una variación interanual de 120,7%, casi 12 p.p. por encima del nivel general. También se destacaron los aumentos en Restaurantes y Hoteles (+9,9%) y Equipamiento y Mantenimiento del hogar (+8,6%). Las divisiones con menor variación en abril fueron Educación (5,0%) y Bebidas alcohólicas y tabaco (3,8%).

¿Podremos ver una moderación en mayo?

Para mayo probablemente la inflación se encuentre más cerca del 9% que del 8%. En el mes impactarán puntualmente los ajustes en las tarifas de electricidad y gas, transporte público en AMBA (colectivos y trenes subiendo +7,8%, subtes +16%), taxis (+20%), combustibles (+4%), peajes (entre 40 y 50%), prepagas (+3,6% en promedio), servicio doméstico (+7%), encargados de edificio (+6%) y colegios.

A lo mencionado se le sumará el arrastre que dejaron los aumentos en la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron captados plenamente en el índice de abril.

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar, frente a expectativas que vuelven a desanclarse, la falta de credibilidad en los hacedores de política económica para coordinar expectativas y la ausencia de un programa de estabilización, lo cual contribuye a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la inflación.

La dinámica de la inflación actual se ve alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral y la ausencia de las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que las paritarias ejercerán presión en el año electoral.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

Por estos motivos, no esperamos una desaceleración de la inflación en los próximos meses, con un 2023 que, en el mejor de los casos, cerraría con una inflación del 130%. ¿Podría ser mayor? Probablemente.

IPC Ecolatina | La inflación se consolida en niveles más elevados

El IPC GBA Ecolatina registró un crecimiento del 7,2% en abril, en línea con lo previsto. Aunque desaceleró respecto a marzo, principalmente por una menor incidencia de Regulados (+3,2%), el promedio del segundo bimestre de 2023 se ubicó 0,8 p.p. por encima de enero-febrero. En la comparación interanual, la inflación ascendió a 109,9%, la medición más elevada desde septiembre 1991. Así, acumuló en el año un alza del 30,7%, cuando en el primer cuatrimestre de 2022 el aumento era del 21,8%.

¿Impactó en el IPC la suba en los dólares paralelos en los últimos días del mes?

Producto del momento en que se capturaron la mayor cantidad de los precios en nuestro relevamiento, el traslado a precios del estrés cambiario de la última semana de abril no tuvo un impacto relevante en nuestra medición para el promedio del mes. Por esta razón, es posible que INDEC entregue un registro superior al de nuestro IPC.

No obstante, esperamos que el impacto se vea en mayor medida en mayo, teniendo en cuenta que la medición del IPC compara el promedio de precios de distintos momentos del mes con el promedio de los distintos precios del mes anterior (para la inflación mensual). Por este motivo, mayo contemplaría en su totalidad los aumentos de los últimos días de abril.

Para ilustrar de la incidencia suba en los dólares libres en los últimos días de abril, calculamos el aumento de precios de 6.000 bienes durables en la última semana de abril. La inflación de estas categorías fue, en promedio, 6%. En el análisis, los aumentos de 10, 15 y 25% fueron más frecuentes que aumentos en números no “redondos”. Y esas agrupaciones fueron más probables en comercios chicos que en grandes. Esto muestra que hay aumentos defensivos, reacciones apuradas a lo que se asume será el costo de reposición futuro en un contexto de inestabilidad cambiaria e incertidumbre política, un comportamiento muy lejano a estrategias óptimas de priceo, lo que genera múltiples ineficiencias en el camino y una mala asignación de recursos.

El IPC Núcleo se aceleró al 8% mensual (+1,5 p.p. por encima del promedio del 1T). Al proveer una aproximación del comportamiento tendencial del nivel general de precios – dado que excluye precios regulados y estacionales – este comportamiento da cuenta de la fuerte inercia que arrastra el proceso inflacionario. La mayor persistencia se ve alimentada por una mayor velocidad a la que ajustan los precios, una creciente indexación y plazos de renegociación más cortos en los contratos formales e informales (paritarias, alquileres, etc.). Todo esto en un marco de incertidumbre sobre los costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones, la volatilidad en la brecha cambiaria y el proceso electoral.

Desempeño por capítulos

Lo más preocupante -en el marco de una tendencia creciente de la pobreza- es que el crecimiento nuevamente sea impulsado por el índice de Alimentos y Bebidas, que registró una variación del 8,9% (+1,9 p.p. por encima del Nivel General). De excluir a este capítulo, el IPC hubiese trepado 5,9%. Al interior, los mayores aumentos se vieron en Pollo (+27,3%), Huevos (+23,9%), Verduras (+14,1%), Pescados y mariscos (+15,0%), Arroz (+10,1%), Frutas (9,0%) y Quesos (+7,9%).

¿Y Precios Justos? El IPC Consumo Masivo -atravesado en mayor medida por el programa- registró un aumento mensual del 6,8%, 2 p.p. por encima del promedio noviembre-febrero, consolidando el rebote de marzo (+6,2%). Esto no hace más que evidenciar la ineficacia del programa Precios Justos como política desinflacionaria, que intenta congelar cerca de 2.000 productos y pautar en 3,2% el aumento mensual de otros casi 50.000 hasta junio inclusive.

En este marco, el Gobierno se reúne con firmas de consumo masivo y supermercados para renegociar los acuerdos contemplando un sendero de mayores aumentos, lo cual, si bien luce razonable -no sólo para favorecer el cumplimiento de los acuerdos sino tambien para evitar un atraso mayor que termine en una gran actualización al finalizar el periodo de vigencia – seguirá siendo inefectivo al no formar parte de un plan integral.

También se destacaron los aumentos en Indumentaria, que creció 7,9%, marcando 124% en la comparación interanual, casi 15 p.p. por encima del Nivel General. Sobresalieron asimismo los incrementos en Esparcimiento (+7,0%), Vivienda y servicios Básicos (+7,0%).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

En principio, en mayo coincidirán una mayor cantidad de aumentos puntuales que los vistos que en abril, estimando que la inflación del mes supere el 8%.

En el mes impactarán puntualmente los ajustes en las tarifas de electricidad y gas, transporte público en AMBA (colectivos y trenes subiendo +7,8%, en base al aumento del IPC GBA INDEC de marzo, subtes +16%), taxis (+20%), combustibles (+4%), peajes (entre 40 y 50%), prepagas (+3,6% en promedio), servicio doméstico (+7%), encargados de edificio (+6%) y colegios. A lo mencionado se le sumará el arrastre que dejaron los aumentos en la última semana de abril, motivados por la volatilidad en los dólares libres.

Saliendo de mayo, en los próximos meses seguiremos viendo una inestable inflación consolidándose en escalones cada vez mayores, dejando como resultado una inflación superando el 115% en 2023. El proceso se ve alimentado por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral, la falta de credibilidad para coordinar expectativas y la ausencia de anclas: nuevas subas en tarifas de servicios públicos, un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.