Legislativas 2025: LLA sigue liderando la intención de voto con más del 40%

La escena electoral nos sigue mostrando a la Libertad Avanza liderando la intención de voto de cara a las legislativas de este año, con más del 40% de intención de voto. En un escenario donde su principal rival sigue siendo el kirchnerismo, que se mantiene en torno al 30%. Ese 40,3% de intención de voto de LLA no captura toda la intención de voto al oficialismo que se registra cuando se le pregunta a la gente si votaría por el oficialismo o por la oposición. En ese escenario, la intención de voto al oficialismo baja un punto en relación a junio, pero se mantiene por encima de la intención de voto a La Libertad Avanza en el 43,5%. 

 

El grueso de lo que se filtra hacia otros espacios de la intención de voto al oficialismo se filtra hacia el PRO (6,1% de ese 43,5%), algo hacia la UCR y otro poco a la opción otros (Provinciales). Es decir, hay sectores que si les ofrecen dos opciones (oficialismo vs oposición) se inclinan por el oficialismo, pero si les ofrecen varios opciones (espacios) eligen otros espacios antes que La Libertad Avanza. Un dato que puede advertir el riesgo de que alguna parte del apoyo potencial que muestra LLA en las encuestas se pueda filtrar hacia opciones alternativas en el cuarto oscuro. 

 

Milei lidera un ranking de imagen sin dirigentes que tengan diferencial positivo

Javier Milei sigue liderando el ranking de imagen de principales dirigentes nacionales, teniendo el mayor porcentaje de imagen positiva (43%), con un 50% de imagen negativa. Se trata de un ranking que muestra un listado de dirigentes nacionales con diferencial de imagen negativo: en todos los casos, las valoraciones negativas superan a las positivas. El otro rasgo que destaca es que los 4 dirigentes con mayor imagen positiva son todos dirigentes del oficialismo: Milei, Adorni, Bullrich y Espert. 

Si se analizan todos estos datos de imagen juntos y relacionados, a través de un diagrama de grafo (ver abajo), se observa que en términos de compatibilidades la imagen de los dirigentes se agrupa en dos grandes bloques, con algunas fisuras que orbitan alrededor de esos bloques (Rodrigo de Loredo del bloque oficialista y Martín Lousteau del bloque peronista) y con Victoria Villarruel empezando a despegarse del bloque de dirigentes del oficialismo. Esto significa que, desde la perspectiva de la opinión pública, los dirigentes son valorados o reprobados dependiendo desde dónde se lo mire.

Superávit con ayuda del agro

¿Cómo le fue al fisco en junio?


El Sector Público Nacional No Financiero (SPNF) cerró junio con un superávit primario de $0,79 billones. Al sumar intereses por $0,24 billones, el superávit financiero alcanzó los $0,55 billones. En esta ocasión, tanto los ingresos totales, impulsados por un buen desempeño del agro, como los gastos primarios, marcados por la estacionalidad del mes, crecieron por encima de la inflación en la comparación interanual con una suba de 1,6% y 0,6% respecto a junio de 2024.



A diferencia de los meses anteriores, que venían marcados por una trayectoria mensual ascendente de los ingresos y gastos, en junio, ambas partidas cayeron 3% y 7% respecto a mayo en la serie desestacionalizada. Al interior de los ingresos, el único componente con un crecimiento mensual notable fue el comercio exterior. Tal como había anticipado el dato de la Recaudación, el agro aceleró el ritmo de liquidación en el último mes de vigencia de la reducción arancelaria (que se mantiene solo para trigo y cebada hasta marzo de 2026). Por el lado del gasto, todas las partidas registraron un retroceso mensual.

De ese modo, el SPN acumula en el primer semestre un superávit primario equivalente al 0,9% del PIB y un superávit financiero del 0,4%, con una dinámica heterogénea entre ingresos y gastos. En concreto, los ingresos totales registraron una contracción real del 1,6% interanual, afectada por la eliminación del impuesto PAIS y una performance menos favorable del impuesto a las Ganancias y de los Derechos de Exportación. En contraste, el gasto primario creció por encima de la inflación, con un aumento real cercano al 5% interanual. Esta expansión se explica principalmente por una mejora en las prestaciones sociales y en las transferencias a provincias. Mientras que los subsidios económicos, la inversión pública y otros gastos operativos profundizaron su ajuste.

Un vistazo al interior de las cuentas públicas


En junio, el crecimiento real de los ingresos totales fue sostenido principalmente por el Comercio Exterior, Bienes Personales, y otros vinculados a la actividad.

En detalle, tanto los Derechos de Exportación como los Derechos de Importación crecieron de forma significativa en términos reales, con subas interanuales de 93,5% y 72,6%, respectivamente. Sin embargo, estas variaciones deben leerse teniendo presente la baja de comparación de junio pasado ya que, gran parte del aporte del comercio exterior se concentró en mayo -y que por lo tanto afectó a la comparación interanual de mayo-. Más allá de esa distorsión, los derechos de exportación marcaron un récord en junio, incluso por encima del nivel de mayo de este año, por los incentivos a liquidar ante la perspectiva de aumento de alícuota (que se efectivizó en julio). En concreto, se liquidaron USD 3.700 millones en el mes, lo que representa un crecimiento real del 75% interanual. En contraste, en mayo 2024 el volumen liquidado -a valores constantes- fue de USD 2.400 millones.

En sintonía, el impuesto a los Bienes Personales evidenció un notable incremento interanual (160% real) pero esta magnitud también se encuentra condicionada por la base de comparación producto de la postergación de los vencimientos de personas humanas para agosto y septiembre de 2024.

Mirando el resto de los recursos tributarios: Ganancias y el Impuesto a los Débitos y Créditos se mantuvieron en terreno negativo, cayendo 29% y 13%, respectivamente, mientras los ingresos por Seguridad Social avanzaron 12,9% interanual y el IVA, que en mayo había alcanzado su mínimo valor desde mayo del 2021, creció 7,6% i.a., impulsado tanto por el consumo interno como por el IVA aduanero.

Por el lado de las erogaciones, este mes se observó una reversión en la tendencia mensual alcista que venía acumulando el gasto primario, tras caer casi 7% respecto a mayo en la serie sin estacionalidad.

Como ya mencionamos, el gasto primario registró en junio una suba de 0,6% i.a. consistente con un incremento de 1,6% i.a. del Gasto corriente y un retroceso de casi 30% real para el Gasto de Capital que acumula quince meses de caídas. Recordemos que para acumulado del primer semestre, el peso de esta partida en términos del producto promediaba en años anteriores el 0,6%, mientras que en la primera mitad de 2024 y en lo que va de 2025 este ratio se redujo a 0,1% del PIB.

Dentro del gasto primario, las Prestaciones Sociales continuaron en ascenso y acumulan siete meses de crecimiento real. Desglosando, las Jubilaciones y Pensiones (incluyendo las Pensiones No Contributivas) que explicaron en junio más del 70% del gasto social, le ganaron 5,8% a la inflación en la comparación interanual. En la misma línea, la AUH se mantuvo al alza (+13,6% i.a. real). Por el contrario, el ítem Otros Programas profundizó su recorte y tocó el mínimo valor desde febrero del 2020.

En tanto, los Subsidios Económicos que en mayo habían alcanzado su valor más alto del año en términos reales influenciado por la estacionalidad, cayeron en junio 28% i.a. pese a estar influido por un nivel de referencia bajo.

En la misma línea, al interior de los Gastos de Funcionamiento, los Salarios públicos, que explican el 80% de este rubro, se mantuvieron por debajo de la inflación (-7,5% i.a.). La performance de esta partida no sorprende si tenemos en cuenta que los salarios públicos relevados por UPCN vienen creciendo a un ritmo de 1% mensual, bien por debajo de la inflación, incluso teniendo en cuenta la desaceleración.

Por último, a pesar de haber más que duplicado su valor respecto a 2024, las Transferencias a Provincias representan hoy la mitad de lo que históricamente representaban. Esto se debe principalmente a una medida cautelar de la Corte Suprema que establece en 2,95% el índice de Coparticipación de CABA.

Perspectivas

Con los logros fiscales obtenidos, no caben dudas sobre el compromiso fiscal asumido por el Gobierno Nacional. No obstante, de cara a la segunda parte del año surgen múltiples interrogantes que la administración deberá despejar si pretende alcanzar su ambiciosa meta fiscal (superávit primario de 1,6% del PIB).

En las últimas semanas, la oposición logró aprobar en el Senado -con más de dos tercios- una Ley que contempla: un aumento del 7,2% para las jubilaciones y pensiones, un bono de $110.000 indexado y reincorpora la moratoria previsional. Paralelamente, también se aprobó la Ley de Emergencia en discapacidad.

Sumado a ello, los gobernadores impulsaron un proyecto -que tuvo media sanción en el Senado- en la búsqueda por resguardar las finanzas provinciales. La iniciativa propone, por un lado, una distribución automática a las Provincias del Fondo de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) de acuerdo con la Ley de Coparticipación, evitando así su asignación discrecional. Por otro lado, cambia el esquema de distribución de la recaudación del impuesto a los combustibles. En detalle, el actual reparto le otorga un 10,4% a las provincias, otro 10,4% al Tesoro Nacional, y el resto a Seguridad Social, Transporte y Fideicomisos de Infraestructura. El proyecto propone que esos fondos correspondientes a dichos fideicomisos (equivalentes al 58,36% del impuesto) se redirijan directamente a las provincias.

El impacto fiscal combinado de estas iniciativas se estima en un 0,7% del PIB para 2025 y en un 1,5% para 2026. Frente a este escenario, el Poder Ejecutivo anticipó su intención de vetar o judicializar cualquier proyecto que ponga en riesgo las cuentas públicas. No obstante, si las iniciativas avanzan por insistencia legislativa y el Gobierno decide sostener su meta fiscal, el ajuste deberá recaer en una mejora de los ingresos, ya que el margen para seguir reduciendo el gasto es cada vez más limitado.

En este contexto, la reimplantación desde julio de alícuotas más altas para las exportaciones de soja, maíz y sus derivados podría contribuir a fortalecer los recursos en los próximos meses. No obstante, las liquidaciones récord observadas recientemente obedecen, en parte, a un adelantamiento de operaciones por parte de los exportadores que aprovecharon los beneficios fiscales por lo que se espera que compriman las cantidades de cara a los meses venideros.

En paralelo, la estrategia financiera del Gobierno sigue teniendo un rol clave en la discusión sobre el superávit financiero. Como se ha señalado en análisis anteriores, la emisión de títulos que capitalizan sus intereses forma parte de una práctica deliberada que permite “ocultar” el costo del financiamiento por debajo de la línea, favoreciendo así la presentación de mejores resultados fiscales.

De hecho, el resultado financiero acumulado de 0,5% del PIB se convertiría en un déficit de 1,6% si los intereses capitalizados se contabilizaran como intereses pagados, dado que el costo de estos títulos registrados debajo de la línea como amortización representó el 1,9% del PIB en la primera parte del año.

Habrá que seguir de cerca la evolución del stock de la deuda capitalizable ya que esta práctica se profundizó en las últimas jornadas con el desarme de las LEFIs y la licitación fuera del calendario que esconde el costo financiero debajo de la línea. En detalle, en una primera instancia estos títulos fueron absorbidos por el BCRA y canjeados por instrumentos de deuda del Tesoro capitalizables. Parte de esa operación se transformó en liquidez y Finanzas tuvo que salir con una licitación extra para absorber pesos ($ 5 billones de valor efectivo) con un menú compuesto de títulos que capitalizan los intereses, a muy corto plazo y con tasas elevadas.

Sin más, con la mirada puesta en julio, la historia reciente sugiere que podríamos enfrentar el primer déficit financiero del año, impulsado por el peso de los pagos de intereses de los bonos soberanos. No obstante, ciertos indicadores invitan a no anticipar un escenario del todo negativo: una actividad económica en recuperación, un consumo que muestra señales de repunte y un agro que aún sostiene un buen ritmo podrían inclinar la balanza y dejar espacio para una nueva sorpresa fiscal.

 

 

Cruje la gobernabilidad de excepción de Milei, y diciembre aún le queda lejos

Javier Milei ha gozado de condiciones de gobernabilidad de excepción, que entre varias cosas le permitieron gozar de plena discrecionalidad en la administración del gasto público (por primera vez en la historia un presidente atraviesa dos períodos sin presupuesto aprobado). Esas condiciones parecen languidecer, de la mano de la reacción de los 24 gobernadores que impulsan leyes para reasignar flujos de fondos entre Nación y Provincia.

Esta reacción de los Gobernadores se suma a otra avanzada de los bloques opositores que nuevamente (ya había sucedido el año pasado) han venido impulsando otras iniciativas que intentan determinar prioridades en la ejecución del gasto público, sobre todo atendiendo necesidades de sectores más vulnerables (gasto en jubilaciones, gasto en salud y en discapacidad). No todas las iniciativas caminan a la misma velocidad, ni tienen el mismo grado de avance, pero algunas han sido sancionadas esta semana, y otras tienen destino de sanción, con mayorías con voluntad de impulsar este tipo de iniciativas.
Al Ejecutivo le queda la facultad del veto para defenderse de estas iniciativas, pero la capacidad de evitar insistencias legislativas (la capacidad de sostener los vetos) estuvo siempre asociado a la voluntad de algunos gobernadores de colaborar con esa capacidad de bloqueo. Ahora, si todos los gobernadores se ponen de acuerdo en impulsar estas iniciativas, aun siendo vetadas por el Ejecutivo, habría en ambas cámaras mayorías suficientes para imponer la inasistencia legislativa y doblegar la voluntad del Presidente.

Lo que cambió en estas últimas semanas es que a los agrupamientos opositores en ambas cámaras (116 diputados y 34 Senadores), se sumaron los bloques dialoguistas que han adoptado una postura opositora. De esta forma, en ambas cámaras se pueden juntar 2/3 de diputados y senadores con capacidad de imponer las decisiones que sean. Un panorama que se desprende del acuerdo generado entre los 24 gobernadores.

Esta situación puede cambiar en diciembre cuando el oficialismo tenga la chance de lograr en la renovación legislativa, un tercio de la cámara baja (86 diputados) que le asegure bloquear cualquier insistencia legislativa. Pero para ello faltan 5 meses. Por ello, si el oficialismo quiere evitar zozobras en la economía ante de las elecciones, no le quedará otra que sentarse a negociar con los gobernadores.

Creció la industria y cayó la construcción en mayo

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una suba desestacionalizada del 2,2% en mayo (+8,5% i.a.), hilando dos aumentos consecutivos y se situó 10% por encima del piso de la recesión. De este modo, el indicador llegó a su máximo en lo que va del año.

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) cayó en mayo un 2,2% (+8,6% i.a.), luego de haber subido en abril. De este modo, la construcción se recupera lentamente alternando meses de subas y bajas. Desde el piso de la recesión acumula una mejora cercana al 22% y, en el acumulado de los primeros cinco meses del año, se ubica un 10,5% por encima del mismo período de 2024.

Los indicadores adelantados de actividad de junio continúan con señales mixtas. En cuanto a la construcción, el sector tiene mucho más para recuperar que la industria producto de la profunda caída inicial dado su componente procíclico con la actividad económica. En junio, el Índice Construya registró una suba desestacionalizada del 15,5% (+14,3% i.a.), luego de haber caído 12,1% en mayo. Los despachos de cemento profundizaron su caída en junio (-7,3%), sumando dos meses de bajas consecutivas, aunque se posiciona 11,6% de junio del 2024. Respecto a la industria, la producción de automóviles cortó una racha de dos meses en verde al caer 4,4% s.e. en junio, ubicándose 33,8% i.a.

La industria sostiene la mejora

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una suba desestacionalizada del 2,2% en mayo (+8,5% i.a.), hilando dos aumentos consecutivos y se situó 10% por encima del piso de la recesión. De este modo, el indicador llegó a su máximo en lo que va del año.

A nivel sectorial, solo cinco de los dieciséis sectores cerraron en rojo en la serie desestacionalizada: la caída mensual más pronunciada se observó en Refinación del petróleo (-9,6%), seguido por Otros equipos, aparatos e instrumentos (-3,4%) e Industria textil (-1,9%). Esta última acumuló cuatro meses de caídas, y se posicionó 15% por debajo del promedio del 2023. Por el lado de las mejoras, se destacaron Vehículos (+11,8%), Sustancias y productos químicos (+6,9%) e Industrias metálicas básicas (+6,2%).

A su vez, se observa una mejora en comparación a mayo del 2024 en las categorías más generales: se destaca la suba los bienes de capital (+10,4% i.a.) y los bienes de consumo no durable (+4,9% i.a.). Por su parte, los bienes de uso intermedio también lograron superar los niveles del año pasado (+2,6% i.a.). De este modo, se evidencia una cierta recuperación de estas categorías desde los mínimos de la recesión.

La construcción continúa con vaivenes

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) cayó en mayo un 2,2% (+8,6% i.a.), luego de haber subido +5,2% en abril. De este modo, la construcción se recupera lentamente alternando meses de subas y bajas. Desde el piso de la recesión, la construcción acumula una mejora cercana al 22% y, en el acumulado de los primeros cinco meses del año, se ubica un 10,5% por encima del mismo período de 2024. Sin embargo, aún queda mucho terreno por recuperar: se encuentra alrededor de un 23% por debajo de 2023, un año casi completo sin recesión y con obra pública en marcha. En comparación con 2022, la brecha supera el 25%. En síntesis, la recuperación del sector no podrá alcanzar esos niveles sin el regreso de la obra pública.

En cuanto a los insumos para la construcción, cinco de los doce insumos presentaron caídas mensuales en la serie desestacionalizada. La principal caída fue Mosaicos una caída del 23,9% (tras haber subido 41,5% en abril), explicando 1,4 p.p. del índice general. Le siguió Yeso (-12,9%), Hormigón (-4,9%) y Cemento (-4,8%).

La recuperación de la construcción se ve obstaculizada, en parte, por los altos costos en dólares. En ese sentido, entre las empresas privadas relevadas por el INDEC que esperan una caída en la actividad del sector en los próximos meses, el 35% atribuye esta perspectiva a una menor actividad económica, mientras que el 24,6% señala justamente como principal causa el elevado costo de la construcción.

En cuanto al empleo, el 76,2% de las empresas dedicadas a la obra privada estima que no habrá cambios en la dotación de personal, mientras que el 18,1% prevé una disminución. No obstante, gran parte del ajuste ya se produjo: desde el cambio de Gobierno, el empleo en la construcción cayó más de un 10% y actualmente se ubica un 18% por debajo del promedio de 2023.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad económica retomó su sendero de crecimiento tras las fuertes caídas de marzo. La industria muestra una recuperación más sostenida, mientras que la construcción aún presenta una dinámica ambivalente en la que no logra encadenar dos meses consecutivos de subas. En este contexto, los indicadores adelantados de actividad para junio siguen con señales mixtas.

En cuanto a la construcción, el sector tiene mucho más para recuperar que la industria producto de la profunda caída inicial dado su componente procíclico con la actividad económica. En junio, el Índice Construya registró una suba desestacionalizada del 15,5% (+14,3% i.a.), luego de haber caído 12,1% en mayo. Los despachos de cemento profundizaron su caída en junio (-7,3%), sumando dos meses de bajas consecutivas, aunque se posiciona 11,6% de junio del 2024. En línea con las caídas de junio en el sector, las encuestas cualitativas realizadas por el INDEC reflejan la percepción de una continuidad en el estancamiento del sector para los próximos meses. En números, el 73,3% de las empresas de obras privadas encuestadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará en los próximos tres meses, mientras que el 18,1% estima que disminuirá.

Respecto a la industria, la producción de automóviles cortó una racha de dos meses en verde al caer 4,4% s.e. en junio, ubicándose 33,8% i.a. En la misma línea, el patentamiento de autos creció 0,5% respecto a mayo en la serie desestacionalizada (+76,4% i.a.). En este contexto, el crédito al consumo desacelera su crecimiento mes a mes, al cerrar junio con una suba del 2,4% s.e., y se posiciona 129% por encima de junio del 2024.

Más en general, creemos que el cambio de esquema económico no será tan determinante para cambiar el sendero de recuperación. Sin embargo, en el caso de la construcción, no proyectamos un crecimiento suficiente como para compensar completamente la contracción del año anterior. En cuanto a la industria, se prevé que la industria evolucione de manera heterogénea entre sectores. Mientras algunas ramas lograrán recuperar lo perdido en 2024, otras podrían verse afectadas por una posible apertura de importaciones y cambios en los precios relativos. Esto podría tener un impacto negativo en el empleo, especialmente en industrias sensibles como la textil o la tecnológica.

Doble click en la recuperación de la actividad

La actividad económica muestra señales claras de recuperación, con un crecimiento sostenido que ha llevado al EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) a alcanzar niveles máximos en su serie desestacionalizada. Estos registros no se observaban desde junio de 2022 e incluso desde diciembre de 2017. Sin embargo, al hacerle un zoom al interior de cada sector de la economía, vemos que esta recuperación es divergente y tiene características particulares.

 En cuanto a la industria, desde el piso de la recesión en marzo de 2024, se destacan subas en Productos minerales no metálicos (+20,9%), con incidencias positivas en la producción de yeso y cemento, asociadas a la mejora gradual en la construcción. También crecieron la industria de Metales básicos (+27,3%) y la de Maquinaria y equipo (+30,1%). Sin embargo, la mayoría de los sectores industriales todavía se encuentran por debajo de los niveles de 2023, con excepción de aquellos vinculados a bienes durables y al petróleo.

Es poco probable que los salarios reales mantengan su ritmo de expansión, por lo que la apertura comercial podría convertirse en un factor clave para sostener el crecimiento de la actividad. Si bien esta medida podría impulsar el consumo a través de una baja de precios y una mayor variedad de bienes, sus efectos son inciertos, dado que representa un cambio profundo en la política económica, inédito en las últimas dos décadas.

La actividad económica muestra señales claras de recuperación, con un crecimiento sostenido que ha llevado al EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) a alcanzar niveles máximos. Estos registros no se observaban desde junio de 2022 e incluso desde diciembre de 2017.

Sin embargo, un zoom al interior de cada sector de la economía muestra que esta recuperación es divergente y tiene características particulares. ¿Qué sectores de la industria impulsaron la recuperación? ¿Cuánto crecieron desde el piso de la recesión? ¿Son los mismos sectores que impulsaron las subas de las recesiones anteriores?

Durante la recesión pasada, los únicos sectores que lograron crecer fueron los primarios, principalmente el agro y el petróleo, que en conjunto acumularon una suba de alrededor del 9% en los meses recesivos (entre agosto de 2023 y mayo de 2024). Sin el aporte de los sectores primarios, la actividad económica habría registrado una caída cercana al 8% durante ese período.

La refinación del petróleo es un sector que viene creciendo por el boom de vaca muerta, siendo un sector clave en la recuperación de la actividad. En tanto, los bienes durables crecen por mayor producción de maquinaria agrícola, electrodomésticos y automóviles, con buenas perspectivas para la industria automotriz por nuevas inversiones y desarrollo de modelos, especialmente pick-ups.

En contraste, la construcción y la industria registraron una caída conjunta del 16% en el mismo período. La primera muestra una recuperación moderada, impulsada principalmente por el segmento privado, pero aún limitada por el contexto recesivo y el freno de la obra pública. En cuanto a la industria, desde el piso de la recesión en marzo de 2024, se destacan subas en Productos minerales no metálicos (+20,9%), con incidencias positivas en la producción de yeso y cemento, asociadas a la mejora gradual en la construcción. También crecieron la industria de Metales básicos (+27,3%) y la de Maquinaria y equipo (+30,1%). Sin embargo, la mayoría de los sectores industriales todavía se encuentran por debajo de los niveles de 2023, con excepción de aquellos vinculados a bienes durables y al petróleo.

Otra característica particular de esta recuperación es el buen desempeño de algunos servicios. Se destaca el crecimiento de la intermediación financiera en los últimos años, ubicándose un 15,4% por encima del promedio del 2023. De esta forma, se posiciona como casi el único sector que ya supera los niveles de actividad del 2023, un año sin recesión ni otras particularidades. Le siguen la actividad inmobiliaria (+4,4%) y la educación (+1,8%). Por su parte, el comercio logró recuperar los niveles de 2023 (+1,0%), y acumula una suba del 15,6% desde el piso de la recesión en abril del 2024.

El agotamiento del modelo…¿y uno en construcción?

El hecho de que los sectores primarios y con sesgo exportador sean los motores de la recuperación luce más como la excepción que la regla durante la última década y media. La similitud emerge al comparar la reciente recesión con la de 2016, caracterizada también por un importante cambio en precios relativos -salida del cepo con devaluación y aumento de tarifas-, donde el repunte vino dado por las exportaciones. Sin embargo, mientras el actual impulso exportador se explica en gran parte por el aporte de Vaca Muerta, en 2016 vino de la mano de una cosecha récord -eliminación de las retenciones mediante- que potenció las exportaciones agropecuarias.

Esto es esperable en una economía que se caracterizó por un modelo orientado al mercado interno, que permitió que sectores como construcción e industria (ambos intensivos en empleo) siguieran creciendo tras, por ejemplo, la crisis internacional de 2008, compensado los shocks externos.

Sin embargo, podemos ir más allá y no pensar que el colapso del modelo -especialmente con el inédito recorte al gasto público- fue una simple casualidad sino la búsqueda de un modelo de crecimiento diferente, que reemplace el ya agotado modelo previo, donde el rol y gasto del Estado tenía una función mucho más preponderante. En este sentido, la paulatina caída -y también eficiencia- del gasto público, herramienta que fue quedando obsoleta debido a la constante emisión monetaria para financiarla, se combinó con una de sus principales consecuencias: la creciente y persistente inflación, que se encargó de ir erosionando el poder de compra del salario.

Por otra parte, en la sección anterior también mencionamos que la dinámica de los servicios también está teniendo una buena performance. De hecho, excluyendo los sectores asociados a los servicios públicos, el crecimiento desde el piso de la recesión acumula 16,5%.

Pese a que los salarios recuperaron fuertemente el poder adquisitivo desde el piso del año pasado, su mejora se frenó -y no deberíamos esperar grandes cambios en lo que queda del año- este 2025 mucho antes de recuperar los niveles de mediados de 2023. Por este motivo, la expansión de los servicios no encuentra tanto su origen en la recuperación del salario real sino en la desaceleración de la inflación y la mayor estabilidad nominal, que permitió la reducción de las tasas de interés y comenzó a reactivar el crédito hipotecario.

Ahora, una economía con una menor nominalidad y mayor crédito apunta a un nuevo modelo en el que cambien los patrones de consumo de la población, tal como viene pasando desde principios del año pasado. Así como antes el consumo más impulsivo se “beneficiaba” de una alta nominalidad que encarecía el crédito y el acceso a bienes durables -con salario en dólares más golpeados que en pesos-, el incipiente cambio de esquema muestra un consumo masivo más retraído y un consumo de bienes durables en franca expansión.

Si “exportadora” y “dependiente del crédito doméstico” no han sido los principales adjetivos de la economía argentina los últimos 15 años, el tercer pilar sobre el que se busca construir un nuevo modelo es todavía menos habitual.

Frente a los desafíos y beneficios de la apertura comercial

En octubre del año pasado continuó con esta lógica al reducirse los aranceles de 89 productos importados, en los que se incluyen neumáticos, motos, electrodomésticos, plásticos PET, tubos de cobre e insumos textiles, entre otros.  A esto se sumó que, en marzo, el Gobierno redujo los aranceles de ropa y calzado del 35% al 20%, de telas del 26% al 18% y de hilados del 18% alrededor de 14%. En el mismo sentido, se simplificó la importación de bienes de capital usados en abril y los efectos de esta medida aún son inciertos. Las ultimas medidas anunciadas en mayo, apuntan a reducir los aranceles en tecnología: la alícuota del impuesto interno para los celulares se reduce del 8% al 0%. En el caso de los electrodomésticos, baja al 9,5%, y al 0% para aquellos fabricados en Tierra del Fuego. En esta línea, la reducción de impuestos para las operaciones “puerta a puerta” dispuesta ya en el pasado diciembre también es una declaración de principios por parte del Gobierno, pero su impacto económico es acotado.

El caso de la industria textil es también un ejemplo del rápido efecto que puede tener la apertura: desde el sector indican que las importaciones de prendas de vestir crecieron un 87 durante el periodo enero-mayo del 2025, superando los USD 264 M, alcanzando su nivel más alto desde 2018. Si bien el impacto sobre los precios de la ropa aún no se percibe con nitidez, debería ser más claro en la temporada de invierno, cuyos envíos se pagaron bajo este nuevo esquema durante los meses estivales. En el mediano plazo, la llegada de marcas que ofrezcan precios más competitivos que los locales debería ser el objetivo para que aumente la competencia dentro del sector. 

La otra cara de la moneda de la apertura comercial es el potencial impacto negativo en la actividad y empleo. Siguiendo el caso de la industria textil, la actividad del sector cayó 7% desde la apertura comercial y el empleo formal cayó alrededor del 6%. La profundización del proceso podría reconfigurar el entramado industrial, generando oportunidades para algunos sectores, pero también riesgos para otros.

Por lo tanto, este proceso inédito en las últimas dos décadas no estará exento de lidiar con rispideces internas e intereses diversos, así como con cierta resistencia social -por su impacto en el empleo-. Por caso, el Régimen de Tierra del Fuego y su vínculo con la electrónica -y los gobiernos de todos los colores políticos- es el ejemplo más paradigmático de las dificultades que existen para una apertura comercial real.

Más allá de los matices, la transición hacia una economía más abierta es deseable, especialmente si comparamos la relevancia de las importaciones en la economía de nuestro país contra otros países de la región, y también necesaria para la inversión y productividad, cuanto menos estancada en los últimos años, de las industrias que el nuevo esquema económico incentiva.

Conclusiones finales

Podemos resumir que la recuperación de la economía está siendo traccionada por dos elementos. El primero es el crédito doméstico, que floreció tras la importante baja de la nominalidad y “que los bancos hagan de bancos”. Sin embargo, para que el motor siga encendido no solamente tiene que haber en qué gastar, sino que el costo del financiamiento tiene que seguir bajando, máxime si continúa el proceso de desinflación. Esto puede ser una dificultad dado que entra en conflicto con la estrategia cambiaria y la necesidad de recrear una tasa en pesos atractiva para fomentar (reducir) la oferta (demanda) de dólares. En este contexto, si bien el crédito como % del PBI se encuentra en niveles bajos, es que se entiende la relativa urgencia con que el gobierno necesita de los “dólares del colchón” también para dinamizar la economía.

Estamos algo más habituados al segundo pilar: los sectores orientados a la exportación. Aquí el desafío será no solo seguir lidiando con cambios en los precios internacionales, sino también con lo que pueda ocurrir en un mundo agitado desde la salida de la pandemia, algo desafiante en un país con la fragilidad externa como el nuestro.

Sin embargo, la consolidación de este proceso requerirá que la apertura comercial sea más un hecho que una promesa y efectivamente impacte en el nivel de vida. Este viraje en la política económica requerirá de la consecución de reformas impositivas y laborales que cambien las reglas de juego. En definitiva, esto determinará si la recuperación de la economía podrá sostenerse en el tiempo bajo estas nuevas condiciones.

Suba del consumo privado en el primer trimestre del 2025

En el primer trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) creció 0,8% en términos desestacionalizados respecto al cuarto trimestre del año, presentando una variación positiva por tercer trimestre al hilo. En comparación con el primer trimestre del 2024, el crecimiento fue de 5,8%.

Entre los sectores de actividad, se observaron subas en la mayoría de los sectores. Por un lado, se encuentran los sectores que vienen creciendo vigorosamente como la Intermediación financiera (27,2% ia, aportando 0,9 p.p. a la variación interanual) y la Explotación de minas y canteras (+6,6% i.a.).  Por otro lado, están aquellos sectores que tocaron fondo en el primer trimestre del 2024: el Comercio creció 7,3% i.a. (con una incidencia de 0,9 p.p.), Industria manufacturera 5,1% i.a. (aportando 0,7 p.p.) y Construcción avanzó 6,1% i.a.

En resumen, el 2025 cerrará con una suba promedio de la zona del 5%. Sin embargo, esta expansión no dejará exenta a la economía de vaivenes y de trayectorias disímiles a su interior.

¿Cómo cerró el PBI en el primer trimestre del año?

En el primer trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) creció 0,8% en términos desestacionalizados respecto al cuarto trimestre del año, presentando una variación positiva por tercer trimestre al hilo. En comparación con el primer trimestre del 2024, el crecimiento fue de 5,8%. Si bien la estadística mostró un crecimiento menor al adelantado por el EMAE (mostraba una suba desestacionalizada del 1,5% t/t), la serie también se corrigió al alza hacia atrás: la caída del PIB en 2024 no fue del 1,7%, sino del 1,3%.

Volviendo al 2025, la sorpresa vino dada por el crecimiento del consumo privado del 2,9% en términos desestacionalizados, y la Formación bruta de capital fijo, con 9,8%. En contraste, las bajas trimestrales fueron Exportaciones que descendieron 1,5% y el Consumo público que cayó 0,1%, en línea con la disminución del gasto público de la gestión actual. A su vez, Formación bruta de capital fijo también fue el mayor incremento interanual creciendo 31,8%, seguido por consumo privado con una suba del 11,6%.

Entre los sectores de actividad, se observaron subas en la mayoría de ellos. Por un lado, se encuentran los sectores que vienen creciendo vigorosamente como la Intermediación financiera (27,2% ia, aportando 0,9 p.p. a la variación interanual) y la Explotación de minas y canteras (+6,6% i.a.).  Por otro lado, están aquellos sectores que tocaron fondo en el primer trimestre del 2024: el Comercio creció 7,3% i.a. (con una incidencia de 0,9 p.p.), Industria manufacturera 5,1% i.a. (aportando 0,7 p.p.) y Construcción avanzó 6,1% i.a.

En contraste, cuatro sectores se ubicaron por debajo del primer trimestre del 2024, entre los cuales se encuentran Administración pública (-1,2% i.a.) y el sector de Hogares privados con servicio doméstico (-2,2% ia), siendo la baja más pronunciada.

Doble click en el crecimiento del consumo privado

El dato de consumo privado sorprendió al alza, alcanzando el nivel más alto de la serie desestacionalizada desde 2004. Tras un 2024 muy negativo en términos de actividad económica, existía cierto margen para una recuperación. No obstante, al interior del consumo hay algunos matices.

La recuperación del consumo privado puede explicarse tanto por el impulso del crédito como por la mejora del salario real en los últimos trimestres, producto de la desaceleración progresiva de la inflación (recuperación frenada desde marzo). Este alivio en los precios permitió a las familias disponer de una mayor proporción de sus ingresos para destinar al consumo.

No obstante, el patrón de gasto muestra particularidades. Aunque tradicionalmente un repunte del consumo privado suele estar vinculado a un aumento en las compras de bienes de consumo masivo, los datos actuales reflejan una dinámica diferente. Las ventas en supermercados se mantienen en mínimos históricos, incluso por debajo de los niveles registrados durante la pandemia. La principal explicación radica en el mayor protagonismo que han adquirido los bienes durables dentro de la canasta de consumo. Si bien estos representan apenas un cuarto del gasto total de los hogares, su demanda creció de la mano de una mayor estabilidad macroeconómica, expectativas más favorables y el regreso del crédito, que facilitó su financiamiento.

Sumado a esto, se conjugan la baja cotización del tipo de cambio y la mayor facilidad para hacer compras en el exterior, generando mayor consumo de bienes de las plataformas “puerta a puerta”. La baja cotización del dólar también favoreció un crecimiento récord de los viajes al exterior, alcanzando máximos históricos. Según datos del INDEC, el turismo fue el principal factor detrás del deterioro de la cuenta corriente en el primer trimestre, con egresos netos récord por más de USD 3.400 millones. En solo tres meses, el déficit por turismo superó el saldo anual de cada uno de los años del período 2019-2024.

Por otro lado, está el efecto del relativo encarecimiento de muchos servicios inelásticos, que son difíciles de eludir para las familias, tales como el alquiler, las tarifas, salud y educación “obligó” a que parte del gasto de las familias engrose el consumo privado de esta manera. La canasta de servicios del AMBA registró un incremento interanual en línea con la inflación general. A esto se sumó el impacto de la reducción de los subsidios, que obligó a los hogares a destinar una porción cada vez mayor de su ingreso al pago de tarifas.

De cara al futuro, estimamos que el consumo privado mantendrá este patrón, favorecido por la creciente apertura de las importaciones y un tipo de cambio apreciado. La evolución del salario real será un factor clave a monitorear: si bien ha contribuido a la reciente mejora del consumo, aún no refleja una recuperación plena respecto a niveles previos.

Comentarios finales

Hasta el momento, la actividad presentó un crecimiento constante, impulsado en un principio por los sectores primarios. Esta tendencia empezó a cambiar, a medida que los sectores que más empleo demandan empezaron a recuperarse -Comercio, Construcción e industria-. A la par de esta recuperación, aparecieron los rasgos del nuevo de modelo económico, entrelazando estabilidad macroeconómica, dólar barato y mayor apertura de importaciones. Resta por ver la sostenibilidad de este esquema, especialmente en un año electoral y en un contexto internacional tenso.

Algunos indicadores muestran que la recuperación del segundo trimestre del año se mantendrá. En resumen, el 2025 cerrará con una suba promedio de la zona del 5%. Sin embargo, esta expansión no dejará exenta a la economía de vaivenes y de trayectorias disímiles a su interior.

 

La actividad recupera terreno perdido

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) mostró una suba mensual de 1,9% s.e. en abril y recuperó parte de lo perdido en marzo. De esta manera, se cumple un año desde el piso de la recesión pasada, con un crecimiento del 7,7% interanual desde entonces. A su vez, el acumulado del primer cuatrimestre del año marca una suba del 6,6% respecto a igual periodo del año anterior.

A nivel sectorial, abril tuvo un gran desempeño: trece de los quince sectores registraron un crecimiento mensual en la serie desestacionalizada. Los sectores con mayores subas en abril fueron Construcción (+5,1%, aportando 0,2 p.p. al índice general), el sector agropecuario (+4,3% s.e.), Comercio (+2,7%) e Intermediación financiera (+1,8%). Entre las bajas mensuales, se encuentra Hoteles y restaurantes (-2,5%) y Pesca (-14,0%), siendo un sector caracterizado por una fuerte volatilidad.

Los indicadores adelantados en mayo fueron mixtos: mientras que la industria presentó mejoras, la construcción no tuvo un buen desempeño. La construcción presentó bajas en todos sus indicadores adelantados: el Índice Construya cayó 12,1% s.e. (tras haber subido 10,5% en abril), mientras que los despachos de cemento se desplomaron 8,9% s.e. (tras haber subido 8,2% en abril). De esta forma, los indicadores de la construcción perdieron en mayo las subas de abril. Por su parte, la industria registró mejoras: la producción de automóviles creció 3,6% en mayo y suma dos meses de crecimiento.

¿Qué pasó con la actividad tras la fuerte caída de marzo?


El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) mostró una suba mensual de 1,9% s.e. en abril. De esta manera, se cumple un año desde el piso de la recesión pasada, con un crecimiento del 7,7% interanual desde entonces. A su vez, el acumulado del primer cuatrimestre del año marca una suba del 6,6% respecto a igual periodo del año anterior.

Con el desempeño de abril, la actividad recupera lo perdido con la caída de marzo, generada por la fuerte incertidumbre con relación al esquema cambiario. De este modo, la actividad se vuelve a posicionar en los máximos históricos alcanzados en febrero. No obstante, al considerar el crecimiento poblacional acumulado, el nivel de actividad per cápita está casi 10% abajo.

A nivel sectorial, abril tuvo un gran desempeño: trece de los quince sectores registraron un crecimiento mensual en la serie desestacionalizada. Los sectores con mayores subas en abril fueron Construcción (+5,1%, aportando 0,2 p.p. al indice general), el sector agropecuario (+4,3% s.e.), Comercio (+2,7%) e Intermediación financiera (+1,8%). Entre las bajas mensuales, se encuentra Hoteles y restaurantes (-2,5%) y Pesca (-14,0%), siendo un sector caracterizado por una fuerte volatilidad.

En comparación con el promedio de 2023 (un año casi completo sin recesión) se observa una recuperación en la mayoría de los sectores de actividad. Sin embargo, aquellos que concentran gran parte del empleo, como Construcción e Industria, todavia se encuentra muy por debajo de los niveles de 2023.

La Construcción se encuentra 21,1% por debajo de los niveles de 2023, afectada principalmente por el freno en la obra pública, la recesión y por el aumento de los costos que enfrenta el sector. Este incremento responde en gran medida a la apreciación cambiaria. Por su parte, a pesar de la recuperación reciente, la Industria presenta un nivel de actividad 8,0% inferior al de 2023.

En contraste, los sectores que se ubican por encima del nivel de 2023 son principalmente los primarios, como el agro, petróleo y gas. Aunque el agro mostró un buen desempeño en 2025, el incremento del casi 30% sobre el promedio del 2023 se debe a una baja base de comparación, considerando que el 2023 estuvo atravesado por la sequía. Por su parte, el sector de extracción de petróleo y gas ha experimentado un crecimiento genuino, al igual que la Intermediación financiera.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad retomó su sendero de crecimiento una vez pasadas las dudas sobre el esquema cambiario en marzo y se espera que continúe su rumbo. Sin embargo, este crecimiento no está exento de vaivenes y heterogeneidades.

Los indicadores adelantados en mayo fueron mixtos, mientras que la industria presentó mejoras, la construcción no tuvo un buen desempeño. La construcción presentó bajas en todos sus indicadores adelantados: el Índice Construya cayó 12,1% s.e. (tras haber subido 10,5% en abril), mientras que los despachos de cemento se desplomaron 8,9% s.e. (tras haber subido 8,2% en abril). De esta forma, los indicadores de la construcción perdieron en mayo las subas de abril. Por su parte, la industria registró mejoras: la producción de automóviles creció 3,6% en mayo y suma dos meses de crecimiento. En la misma línea, y el patentamiento de vehículos 0 km aceleró su crecimiento con un alza del 2,2% acumulando siete meses de crecimiento. Por último, la producción de acero repuntó 4,6%, luego de dos meses de caídas.  

Por su parte, las ventas minoristas PYME cayeron por segundo mes consecutivo en 0,7% s.e. y continúan con su sendero de oscilaciones, sin terminar de presentar un crecimiento sostenido. Por último, el crédito al consumo sostiene su racha en verde al crecer un 4,6% en mayo.

De todos modos, algunos factores aún representan desafíos para la sostenibilidad del crecimiento económico. En un contexto internacional aún tenso, las elecciones podrían generar mayor volatilidad y ruido en las decisiones económicas en los próximos meses. A su vez, si bien la apertura comercial puede contribuir a sostener el crecimiento de la actividad económica, también conlleva el riesgo de un aumento del desempleo, especialmente en industrias como la textil y tecnológica.

Volviendo al análisis sectorial, la construcción difícilmente logre recuperar lo perdido en 2024, y la industria va en camino de compensar la caída. En contraste, otros sectores que también sufrieron caídas el año pasado ya lograron superar las bajas y se espera que sigan creciendo (como el comercio, la actividad inmobiliaria y la intermediación financiera).

En conclusión, la corrección de la actividad del año pasado nos permite pensar en un crecimiento del orden del 5% para el 2025, acompañado por importantes mejoras en la inversión y el consumo privado. De esta forma, el 2025 revertirá la caída del 2024 en términos de actividad. Sin embargo, el crecimiento punta a punta de la actividad en 2025 será mucho menor de lo que ocurra con el promedio (ya en los últimos meses se evidenció cierta desaceleración.

El promedio mensual de cuotas de aumento se mantiene estable en torno a 2,3%

La media de aumento salarial mensual se ubicó en junio en torno al 2,3%, bien parada frente a la inflación esperada para este período y habiendo superado ampliamente a la inflación de mayo. De todos los acuerdos relevados, hubo 10 paritarias menores al 2% mensual, pero como viene sucediendo de manera habitual, son las paritarias de los gremios más importantes por sus actividades y la cantidad de afiliados a los que representan. 

DETALLE DE LOS ACUERDOS SALARIALES REGISTRADOS EN LOS ÚLTIMOS 30 DÍAS
A continuación se describen los detalles de los principales acuerdos salariales alcanzados en los últimos 30 días:

Aumento del desempleo en el primer trimestre del año

En base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el INDEC informó que la tasa de desempleo alcanzó al 7,9% de la Población Económicamente Activa (PEA) durante el primer trimestre del año. De esta forma, el desempleo aumentó +0,2 puntos en comparación con el primer trimestre de 2024, cuando alcanzó 7,7%.

La tasa de actividad se continúa elevada, alcanzando el 48,2% de la población económicamente activa de los 31 aglomerados urbanos. De este modo, la participación en el mercado laboral creció 1,1% respecto al primer trimestre del 2024. Por un lado, puede estar relacionado al crecimiento de la actividad. Por otro lado, puede deberse a que cada vez más integrantes de los hogares deben incorporarse al mercado laboral para sostener los ingresos familiares.

Las expectativas empresariales relevadas por el INDEC no son alentadoras. Según la encuesta del IPI manufacturero para el segundo trimestre, el 62,5% de las empresas industriales estima que la dotación de personal se mantendrá sin cambios, mientras que un 29,0% prevé una reducción.

¿Que sucedió en el mercado laboral en el primer trimestre del año?

En base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el INDEC informó que la tasa de desempleo alcanzó al 7,9% de la Población Económicamente Activa (PEA) durante el primer trimestre del año. De esta forma, el desempleo aumentó +0,2 puntos en comparación con el primer trimestre de 2024, cuando alcanzó 7,7%.

La tasa de actividad se continúa elevada, alcanzando el 48,2% de la población económicamente activa de los 31 aglomerados urbanos. De este modo, la participación en el mercado laboral creció 1,1% respecto al primer trimestre del 2024. Por un lado, puede estar relacionado al crecimiento de la actividad. Por otro lado, puede deberse a que cada vez más integrantes de los hogares deben incorporarse al mercado laboral para sostener los ingresos familiares.

El nivel de empleo alcanzó el 44,4%, ubicándose apenas 0,1 puntos por encima del primer trimestre de 2024. Al interior, se observó una fuerte caída del empleo público que pasó de representar el 7,9% en el 1T del 2024 al 6,9% en el 1T del 2025. En sentido opuesto, el empleo privado creció, pasando del 35,9% al 36,9% en la comparación interanual. El crecimiento del empleo fue impulsado principalmente por un aumento 9% i.a. del cuentapropismo, mientras que el empleo asalariado formal se redujo un 2,5%.

Este cambio en la composición del empleo se evidencia en el aumento de la informalidad laboral: la tasa de informalidad pasó del 40,8% de la PEA en el primer trimestre de 2024 al 42% en igual período de 2025. De este modo, se observa un mercado de trabajo que, si bien logró mantener el nivel de ocupación, lo hizo a costa de un crecimiento del empleo no registrado y de menor calidad.

A pesar de que el empleo creció, el aumento en la desocupación, la subocupación y la ocupación demandante (que avanzó 0,1 p.p. desde el 1T del 2024) elevaron la presión sobre el mercado laboral, que representó el 29,7% de la PEA. Esto da cuenta tanto de una mayor necesidad de complementar y/o mejorar los ingresos laborales y de las condiciones poco deseables que muchos trabajadores enfrentan actualmente en sus empleos. Este escenario sugiere que la búsqueda de empleo no se ha desalentado y que incluso una mayor actividad económica podría generar mayor demanda de empleo.

Por otra parte, los datos de empleo mostraron un desempeño heterogéneo entre regiones, lo que podría reflejar el impacto del cambio de modelo económico. En primer lugar, CABA fue la más afectada: el empleo cayó un 2,2% interanual y el desempleo creció 30,7% i.a., explicando más de la mitad del aumento registrado a nivel nacional. La región Pampeana y Cuyo también presentaron resultados negativos. En ambos casos, el crecimiento de la población económicamente activa (PEA) no se tradujo en mayor empleo, sino en un aumento del desempleo: +8,8% i.a. en la región Pampeana y +2,8% i.a. en Cuyo.

En contraste, los partidos del Gran Buenos Aires y el Noroeste compensaron parcialmente el deterioro. Si bien en el GBA la tasa de desempleo sigue elevada (9,7%), hubo creación de empleo (+3,9% i.a.). Por su parte, el Noroeste fue la única región que mostró una reducción significativa de desocupados, con una caída del 15,3% i.a.

En resumen, el primer trimestre del año mostró una tasa de desempleo superior a la esperada, considerando que el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA proyectaba una desocupación del 7% de la Población Económicamente Activa. Este desvío podría explicarse por el fuerte impacto que tuvo marzo en la actividad económica en el marco de la incertidumbre cambiaria, lo que podría haber afectado negativamente al empleo. A esto se suma la mayor apertura de importaciones, que suele traducirse en una pérdida de puestos de trabajo, especialmente en ciertas ramas industriales sensibles como la textil y la tecnológica. En este sentido, la participación de la industria en el empleo total descendió del 11,4% en el primer trimestre de 2024 al 11,0% en el mismo período de 2025.

¿Qué esperamos hacia adelante?

En general, la mejora en los distintos indicadores laborales suele estar estrechamente vinculada a la trayectoria de la actividad económica. Sin embargo, lo observado hasta el momento muestra una recuperación significativa de la actividad acompañada, de manera atípica, por un deterioro en el desempleo. Es probable que este desfasaje responda a un efecto rezagado de la recesión: durante el período de mayor incertidumbre, muchas empresas postergaron decisiones vinculadas a la dotación de personal y recién comenzaron a ajustarla una vez que el panorama económico se tornó más claro.

Por otro lado, la creciente apertura de importaciones podría estar generando una disociación entre el mayor nivel de actividad y la evolución del empleo. Esto implica que, aun en un contexto de recuperación, el mercado laboral podría seguir enfrentando desafíos. La mayor competencia externa, particularmente en sectores sensibles como la industria textil y el tecnológico, sumada a un contexto internacional turbulento, podría limitar la capacidad de generación de empleo.

De hecho, las expectativas empresariales relevadas por el INDEC no son alentadoras. Según la encuesta del IPI manufacturero para el segundo trimestre, el 62,5% de las empresas industriales estima que la dotación de personal se mantendrá sin cambios, mientras que un 29,0% prevé una reducción. En la misma línea, el informe de expectativas empresariales muestra que el 78,2% de las firmas no espera modificaciones en su plantel de trabajadores, pero un 20,3% anticipa una disminución.

A su vez, será clave considerar la heterogeneidad sectorial en la recuperación de la actividad. Si bien proyectamos que dos de los sectores más intensivos en empleo—industria y construcción—volverán a crecer en 2025, no prevemos que esa expansión sea suficiente para compensar la caída registrada durante 2024.

 

La inflación preocupa menos, pero hay una sensación de inflación más elevada

Hay una curiosidad en materia de opinión pública y es que a pesar de la baja de la preocupación por la inflación, la mirada que se tiene sobre la dinámica de los precios es divergente de la información oficial que el INDEC difunde sobre esa dinámica. El 72% de los consultados cree que los precios de los bienes aumentan mucho más o más que la inflación dada a conocer oficialmente todos los meses por el INDEC.
Una percepción que no solo es dominante en los votantes más opositores (lógico), sino que también es una percepción extendida entre los votantes de Bullrich (60%) y los del propio Milei (50%).