La inflación mensual de agosto fue la más alta en 32 años

Luego de una moderación transitoria en junio y julio, la inflación saltó con fuerza en agosto (+12,4% mensual), el registro mensual más elevado desde febrero de 1991.

El resultado de las PASO implicó un shock, que, en combinación con un elevado pass-through del salto del tipo de cambio oficial el día posterior y la incertidumbre que trajo aparejada el renovado escenario volvieron a desanclar las expectativas inflacionarias.

Hacia adelante, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada e inestable frente a la fragilidad macroeconómica, la ausencia de anclas y la incertidumbre electoral, con una inflación que cerraría 2023 en la zona del 170%, de no mediar nuevos shocks.

 

El IPC Nacional medido por INDEC trepó 12,4% mensual en agosto, casi duplicándose respecto al registro de julio (6,3%) y marcando la primera variación mensual de dos dígitos desde abril 2002 (10,4%), a la salida de la Convertibilidad. Asimismo, es el resultado más alto desde febrero de 1991 (+27%).

El dato estuvo por encima de las proyecciones del mercado (REM-BCRA), cuya mediana se posaba en el 11,8%.

De esta forma, la variación interanual (+124,4%) fue la más alta desde agosto de 1991, a la salida de la última hiperinflación que vivió el país y previo a la implementación de la Convertibilidad.

El IPC Núcleo presentó un panorama más preocupante aún, al saltar a 13,8% en agosto desde 6,5% en julio. Al excluir precios con comportamiento estacional (+10,7%), sujetos a regulación (+8,7%) o con un elevado componente impositivo, la inflación núcleo se utiliza como proxy de la tendencia del nivel general de precios. En este sentido, el proceso inflacionario sigue revelando una arraigada inercia, que se ve reflejada en una mayor velocidad de ajuste de los precios, en un contexto de acortamiento de los plazos contractuales formales e informales y un notable aumento en la cantidad de tramos de incrementos aplicados.

Así, la tasa de interés real volvió a ser (muy) negativa. Con el anuncio del salto discreto del tipo de cambio oficial el día siguiente de las PASO, se elevó la tasa de política monetaria en 21 p.p.: la TNA de las LELIQ a 28 días pasó de 97% a 118% (209% de TEA). A pesar del gran salto, en agosto la tasa real ex post fue 2,3% negativa en TEM.

Agostó marcó un nuevo shock sobre el proceso inflacionario

En las semanas previas a las elecciones primarias (PASO), y tras dos meses de desaceleración puntual en junio y julio (a la zona del 6%), la inflación ya había vuelto a acelerarse en la primera quincena de agosto.

¿Qué factores propiciaron esta primera aceleración? El impacto de la devaluación fiscal de finales de julio (suba del Impuesto País a las importaciones, inclusión del maíz en el “dólar agro”); la aceleración del crawling peg del tipo de cambio oficial (pasó del 7% mensual a la zona del 12%); la escalada de los tipos de cambio paralelos (+10%) y el despertar del precio de la carne vacuna (los precios en Cañuelas ya habían trepado 30%).

Posteriormente, el resultado de las elecciones primarias y la devaluación del 22% implicaron un shock que arrojó mayor incertidumbre a la ya vulnerable situación previa. Por un lado, el hecho de no formar parte de un plan integral (no vino acompañado de ninguna señal fiscal/monetaria en ese momento), y ante la falta de confianza/credibilidad en el marco de una aguda escasez de reservas hace que la devaluación, más que despejar el panorama, constituya un elemento más que adiciona incertidumbre al escenario macroeconómico, volviendo a desanclar las expectativas inflacionarias.

Asimismo, tanto la fragilidad del contexto macroeconómico como la debilidad política con la que emergió de las PASO el ministro y candidato Sergio Massa (no hay incentivos para la cooperación política en la transición), acrecentaron las tensiones en el frente financiero, reflejándose en una mayor volatilidad en los dólares paralelos.

Además, el precio de la carne vacuna al consumidor (+30,2% en agosto, según el IPCVA) tuvo un nuevo impulso tras las PASO, con marcados aumentos en el precio del ganado vacuno: finalmente, durante agosto los precios de la hacienda en pie en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (ex Liniers) treparon en promedio cerca del 50% frente a julio, moderándose los últimos días. Recordemos que el IPC se venía viendo favorecido por el abaratamiento real que mostró la carne vacuna en 2022 y principios de 2023 (en julio la carne vacuna subía 75% i.a. vs una inflación en 113% i.a.). Sin embargo, tras este salto, según el IPCVA, los precios promedio de la carne vacuna ya trepan casi 125% en los últimos doce meses, acoplándose a la dinámica inflacionaria.

Los capítulos que lideraron el crecimiento

La inflación del mes estuvo encabezada por el aumento en el capítulo de Alimentos y Bebidas (15,6%). De excluir este capítulo, la inflación habría sido de 11,1%. Los alimentos y bebidas estuvieron traccionados por Carnes (+24,6%), Verduras (+18,3%), Infusiones (+12,2%), Azúcar, dulces y golosinas (+11,9%), y Frutas (+11,1%). Asimismo, se destacaron aumentos en Equipo y mantenimiento del hogar (+14,1%), Salud (+15,3%), traccionada por aumentos en medicamentos (+18,4%) y prepagas (+8,6%); Restaurantes y Hoteles (+12,4%), Recreación y cultura (+11,6%), y Transporte (10,5%), donde incidieron aumentos en combustibles y lubricantes (+11,1%) y adquisición de vehículos (+11,1%). Por su parte, Prendas de Vestir y calzado (+9,2%) se ubicó por cuarto mes consecutivo por debajo del nivel general.

¿Qué podemos esperar en adelante?

Para septiembre esperamos un segundo mes con inflación de dos dígitos. El fuerte arrastre de la segunda quincena resultante del shock que significó el sorpresivo resultado de las PASO, junto con un elevado pass-through del salto discreto del tipo de cambio oficial y la agudización de la incertidumbre que trajo aparejada el cambio de escenario implicarán que la dinámica de aumentos de precios se mantenga elevada e inestable.

En este sentido, el Nivel General del IPC GBA Ecolatina marcó en la primera quincena de septiembre una suba del 15,3% respecto al mismo período de agosto, registrando el máximo nivel desde que inicia la serie y dando cuenta del arrastre que dejó la segunda mitad de agosto.

Los diversos congelamientos aplicados en las últimas semanas (tipo de cambio oficial, tarifas de transporte, luz, gas, medicamentos, parcialmente en prepagas, combustibles), sumado a acuerdos de precios y una mayor tranquilidad de la brecha en el marco del “dólar soja 4.0” y precios de la carne vacuna más estabilizados tras el fuerte salto deberían contribuir transitoriamente a una moderación inflacionaria en lo que queda de septiembre y al menos una parte de octubre.

Sin embargo, los riesgos al alza son muchos, teniendo en cuenta una inercia que se consolida en pisos más altos, la inestabilidad que genera la ausencia de anclas, la escasez de divisas, la inexistencia de un plan integral para bajar la inflación, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza del Gobierno para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre que genera el panorama electoral actual.

En este sentido, una vez finalizado el “dólar soja 4.0” a finales de mes, las presiones sobre los dólares paralelos podrían volver a acentuarse, en un marco en que coincidirían la menor oferta de divisas del agro en el CCL con una mayor dolarización de carteras ante la incertidumbre electoral. Asimismo, la mejora del tipo de cambio real proveniente de la devaluación post-PASO se agotaría hacia finales de octubre, regenerando las expectativas devaluatorias, lo cual podría ejercer presión sobre la oferta neta de divisas en el MULC. Estas dinámicas generarían combustible para una nueva aceleración de los precios en las últimas semanas del año.

Por esto motivos, más allá de alguna moderación en el margen en corto plazo, estimamos para 2023 una inflación acercándose al 170%, aunque con cimientos débiles que estarán sujetos al devenir de los acontecimientos políticos y económicos de las próximas semanas.

Segmentación Tarifaria: ¿medida suficiente?

La magnitud de los subsidios energéticos se ha venido recortando este año frente a los últimos dos años, siendo uno de los rubros que más contribuyó a la reducción reciente del gasto público. Aun así, sigue siendo superior a la de los años previos.

A pesar de que el Programa de Segmentación evitó que el atraso real tarifario siguiera profundizándose, este resulta insuficiente para cumplir los objetivos de reducción del gasto público y, consecuentemente, para la necesaria consolidación fiscal acordada con el FMI.

A costa de los incentivos políticos en el marco de las elecciones, nuevos ajustes en las tarifas se tornan necesarios, ante la necesidad del Gobierno de profundizar el ajuste real del gasto en la segunda mitad del año y el aumento en los costos luego del salto discreto del tipo de cambio oficial.

 

La reducción de la cuenta de subsidios energéticos constituye una de las claves para alcanzar la consolidación fiscal y cumplir con las metas acordadas con el FMI. Además de representar un elevado costo fiscal (2% del PIB en 2022), el actual esquema de subsidios continúa generando un gasto ineficiente, que no sólo es costoso en pesos, sino también en dólares, explicando el fuerte incremento en las importaciones de energía de los años recientes. Además, fortalece la distorsión de precios relativos y desincentiva un consumo racional de la energía.

A partir de los recientes aumentos, la magnitud de los subsidios energéticos (75% del total de los subsidios económicos) se ha venido recortando este año frente a los últimos dos años (-20% i.a. real acumulado hasta julio), siendo uno de los rubros que más contribuyó a la reducción reciente del gasto.

No obstante, la cuenta de subsidios energéticos sigue siendo bastante superior a la de los años previos (en julio fue +22% vs 2020 en términos reales).

En este marco, hasta julio el precio pagado por la demanda cubrió en promedio sólo el 45% del costo de generación eléctrica, por encima del 35% en 2021 y 2022, pero inferior al 55% de 2020, según datos de CAMMESA. Además, el guarismo de este año se ubica aún más lejos del de 2019, cuando, luego de sucesivas actualizaciones, se llegó a cubrir cerca del 70% del costo.

Asimismo, cabe destacar que en esta reciente mejora fue determinante la caída real en el costo de generación (-17% i.a. en promedio), ya que, de haberse mantenido constante el costo respecto al año pasado, la tasa de cobertura habría ascendido a apenas el 37%.

La Segmentación resulta insuficiente

Parte de la explicación de la aún abultada cuenta de subsidios energéticos se encuentra en los impactos de la lógica detrás de la segmentación tarifaria iniciada en septiembre 2022. Analizaremos el caso de las tarifas a la energía eléctrica (75% de los subsidios energéticos), tomando, para simplificar el análisis, la tarifa de EDENOR, prácticamente idéntica a la de EDESUR.

Hasta septiembre del año pasado, los aumentos tarifarios habían sido acotados y prácticamente idénticos para todos los niveles de consumo e ingreso. Esta decisión convalidaba un atraso vigente desde abril de 2019. En ese momento, los mandatarios salientes decidieron interrumpir el proceso de aumentos y congelar el precio de estos servicios, que luego fue profundizada con la irrupción de la pandemia y consideraciones electorales a lo largo de 2021.

Así, entre marzo de 2019 y agosto de 2022, el valor real (descontada la inflación) de la factura de electricidad de los hogares en el AMBA para un consumo promedio cayó cerca del 65% (se abarató).

En el marco del acuerdo con el FMI, y con el objetivo de comenzar un sendero de reducción del déficit fiscal, el Gobierno comenzó a aplicar desde septiembre de 2022 el Plan de Segmentación, buscando “ordenar los subsidios a la electricidad y el gas según los aspectos socio-económicos de cada hogar”.

El esquema apunta a ir retirando y acotando los elevados subsidios fiscales a los usuarios residenciales según su nivel de ingresos (N1 ingresos altos, N2 bajos y N3 ingresos medios), atenuando el deterioro real de los márgenes de transporte y distribución de electricidad y gas natural.

¿Qué ha sucedido desde entonces? Las únicas facturas de energía eléctrica que se recomponen en términos reales son las del segmento de mayores ingresos (N1)[1], que representan sólo el 30% de los usuarios. Desde septiembre del año pasado estos usuarios fueron perdiendo los subsidios de manera gradual hasta que se llegó a pagar casi la totalidad del costo desde mediados de este año, experimentando aumentos nominales mayores al 500% y retomando valores reales de principios de 2019.

Ahora bien, pese a sufrir incrementos nominalmente elevados, la factura del resto de los segmentos (el 70% de los hogares) tuvo ajustes que se encontraron bien por debajo de la inflación, sin siquiera lograr evitar que el retraso real acumulado hasta septiembre del año pasado sea aminorado. De hecho, la factura promedio para los usuarios N2 y N3 cayó en términos reales un 25% y 20%, respectivamente, respecto de la factura pre-segmentación[2].

Ampliando la mirada, frente a marzo de 2019 las tarifas del segmento N1 caen 5,4% en términos reales, mientras que el atraso real del grupo de ingresos bajos es del 74%, y el de ingresos medios, 71%.

Por consiguiente, mientras que la tarifa de los usuarios del segmento N1 cubre actualmente casi 100% del costo de generación eléctrica, los usuarios de ingresos medios (N3)[3] y bajos (N2) pagan apenas el 17% y el 13%, respectivamente (IIEP-UBA).

Perspectivas

Por lo dicho, se evidencia la necesidad de continuar con el sendero de reducción de los subsidios a la energía, a costa de los incentivos políticos en el marco de las elecciones. En esta línea, en su reciente Staff Report, el FMI señaló que aún se requieren esfuerzos adicionales para alinear el precio de las tarifas energéticas a los mayores costos de producción (más aún luego del incremento derivado de la reciente devaluación) y alcanzar la meta de reducción de los subsidios energéticos prevista para 2023 en 0,5% del PIB (de 2% a 1,5%). Según el Fondo, estos ajustes deberían aplicarse a todos los sectores, tanto hogares como comercios e industrias (sin importar el nivel de ingresos), comenzando en septiembre.

De hecho, al ratificar la meta del 1,9% de déficit fiscal primario para 2023, el Gobierno estará forzado a profundizar el ajuste sobre el gasto en la segunda mitad del año para corregir el desvío acumulado en el primer semestre. Esta necesidad evidencia que próximos ajustes en tarifas serán necesarios.

Esta necesidad se refuerza a partir del salto discreto de 22% del tipo de cambio oficial el pasado 14 de agosto: la devaluación tiene efectos sobre la cobertura de costos de generación eléctrica, así como en el costo de abastecimiento de gas natural por redes. En el caso eléctrico, los costos de generación se encuentran dolarizados en un 80%[4].

Al respecto, Flavia Royón, Secretaria de Energía había anticipado que tras la reciente devaluación habría una actualización de las tarifas de electricidad, luego de que “se realice un estudio de cómo la devaluación afecta el costo de la generación”. Por lo pronto, el Ente Regulador de Energía Eléctrica publicó el Cuadro Tarifario para Septiembre 2023 y no incluyó aumentos para ningún segmento.

Ahora bien, un nuevo ajuste tarifario tendrá impactos inflacionarios y sobre el ingreso disponible de las familias: el aumento necesariamente tendrá que recaer en los segmentos de ingresos medios y bajos -que suman el 70% de los hogares-, ya que son los que tienen un mayor atraso real, por lo que no sólo aumentaría la inflación, si no también podría añadirle un componente regresivo adicional.  Por caso, en la canasta del 10% de los hogares de menores ingresos, las tarifas energéticas pesan 11%; mientras que en el 10% más rico pesan cerca del 7%, por lo que una tarifa mayor implicaría que un porcentaje de gasto en consumo deba trasladarse al pago del servicio.

Hacia adelante, el desafío continuará siendo restablecer la tarifa plena para la mayor parte de los usuarios, que se combine con una tarifa social que garantice el acceso a los usuarios de menores ingresos sin generar mayores distorsiones.

Esto será fundamental a la hora de realinear incentivos, de manera que se haga un uso eficiente de los servicios y se allane el terreno para fomentar inversiones que reduzcan los costos.

Un recorte en los costos de generación de la energía se posiciona como la manera más sostenible de garantizar una tarifa más económica. En este punto, se prevé que la puesta en marcha del Gasoducto Néstor Kirchner reduzca la necesidad de importar gas natural costoso.

 

[1] En este segmento ingresan tanto los usuarios residenciales que tienen ingresos de $813.494 o más, y también quienes no se inscribieron para recibir el subsidio, ya sea por decisión propia o por desconocimiento.

[2] Para el caso del gas, la dinámica viene siendo similar: desde 2019 y hasta febrero de 2023, donde inicia la Segmentación, el atraso real era del 50%. Luego, hasta agosto de 2023, hubo una reducción real adicional del 5% para los hogares de altos ingresos, mientras para los niveles N2 y N3 se produjo un recorte adicional de un 2% y 5% respectivamente, según el IIEP-UBA.

[3] Si bien para los hogares de ingresos medios (N3) se fijó un límite de consumo subsidiado (400 kWh), abonando el excedente bajo la tarifa plena, según datos de la Secretaría de Energía de los 3 millones de usuarios N3 menos del 30% supera ese nivel de consumo.

[4] El costo de abastecimiento del gas natural se encuentra dolarizado en un 100%, debido a los contratos del Plan Gas.Ar nominados en USD.

Agosto con dos dígitos: se consolida la aceleración inflacionaria

Luego de una moderación transitoria en junio y julio, la inflación volvió a trepar durante la primera quincena de agosto y se aceleró notablemente en la segunda parte del mes, ubicando a nuestro IPC GBA Ecolatina por encima del 11% en el mes.

El resultado de las PASO implicó un shock, que, en combinación con un elevado pass-through del salto del tipo de cambio oficial el día posterior y la incertidumbre que trajo aparejada el escenario alternativo resultaron en un nuevo salto inflacionario.

Hacia adelante, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada e inestable frente a la fragilidad macroeconómica, la ausencia de anclas y la incertidumbre electoral, con una inflación que cerraría 2023 con un piso del 160%.

 

En julio y junio, la inflación se había moderado a la zona del 6% mensual, por debajo de las expectativas del mercado y con Alimentos corriendo por debajo del Nivel General, dejando atrás los peores impactos de la sequía sobre el precio de ciertos alimentos frescos.

No obstante, en aquel momento advertíamos que probablemente esa fuera una desaceleración puntual y transitoria, influenciada por una moderación en el precio de productos estacionales (en particular, de alimentos, como frutas y verduras) y la pasividad en el precio de la carne vacuna.

Por otro lado, el IPC Núcleo se había mantenido en el 6,5%, dando cuenta de un proceso inflacionario con una arraigada y elevada inercia, reflejada en una cada vez mayor velocidad de ajuste de los precios, acortamiento en los plazos de los contratos (formales e informales), incluyendo los salarios; y un aumento en la cantidad de tramos de incrementos aplicados. Al excluir precios con comportamiento estacional, sujetos a regulación o con un elevado componente impositivo, la inflación núcleo se utiliza como proxy de la tendencia del nivel general de precios.

Ahora bien, previo a las elecciones primarias (PASO), la inflación había vuelto a acelerarse. En la primera quincena de agosto nuestro IPC GBA Ecolatina había trepado 8% respecto al mismo periodo de julio, consolidando la aceleración inflacionaria registrada en la segunda quincena de julio.

¿Qué factores propiciaron esta primera aceleración? El impacto de la devaluación fiscal de finales de julio (suba del Impuesto País a las importaciones, inclusión del maíz en el “dólar agro”); la aceleración del crawling peg del tipo de cambio oficial (pasó del 7% mensual a la zona del 12%); la escalada de los tipos de cambio paralelos (+10%) y el despertar del precio de la carne vacuna.

Posteriormente, el resultado de las elecciones primarias y la devaluación del 22% implicaron un shock que arrojó mayor incertidumbre a la ya vulnerable situación previa. Por un lado, el hecho de no formar parte de un plan integral (no hubo tampoco una señal fiscal/monetaria en ese momento), y ante la falta de confianza/credibilidad en el marco de una la aguda escasez de reservas hace que la devaluación, más que despejar el panorama, constituya un elemento más que adiciona incertidumbre al escenario macroeconómico, volviendo a desanclar las expectativas inflacionarias.

Asimismo, tanto la fragilidad del contexto macroeconómico como la debilidad con la que emergió de las PASO el ministro y candidato Sergio Massa (no hay incentivos para la cooperación política en la transición), acrecentaron las tensiones en el frente financiero, reflejándose en una mayor volatilidad en los dólares paralelos. Como corolario, pese al salto discreto en el tipo de cambio oficial, la brecha cambiaria ya retornó a los niveles pre-PASO: los dólares paralelos acumulan un alza promedio superior al 20% desde el viernes previo a los comicios.

Este nuevo escenario resultó en un nuevo shock inflacionario: en agosto el IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires trepó 11,2% mensual.

Asimismo, la inflación núcleo se aceleró al +13,1%, influida adicionalmente por un nuevo ajuste en los precios de la carne vacuna (+23,5%), tras los marcados aumentos en el precio del ganado: durante agosto, los precios de la hacienda en pie en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (ex Liniers) treparon en promedio cerca del 50% frente a julio, moderándose los últimos días. Recordemos que el IPC se venía viendo favorecido por el abaratamiento real que mostró la carne vacuna en 2022 y 2023, que rondó al 20% de caída real interanual en julio.

Los capítulos que lideraron el alza de agosto fueron Equipo y mantenimiento del hogar (+16,8%), donde se registró un elevado crecimiento en bienes durables y semidurables y Salud (+13,6%), traccionado por los aumentos en Prepagas (+8,7%) y medicamentos (+16,8%).

A estos se le sumó Alimentos y Bebidas (+13,5%), que venía de hilar tres meses de desaceleración. Al interior, se destacó el alza en Carnes (+18,8%), Verduras (+15,8%), Pan fresco (+12,2%), Comidas para llevar (+10,6%) y Huevos (+10,5%).

Por su parte, los productos de Consumo Masivo -los más atravesados por programas de control de precios, como Precios Justos- treparon +9,7%, 2,3 puntos porcentuales por encima del promedio de los tres meses previos.

Los Regulados crecieron 7,1%, donde incidieron principalmente aumentos en telefonía (+11%), Prepagas (+8,7%), Educación (+6%), Transporte Público (+4,3%), y Electricidad (+2,7%). Finalmente, los Estacionales crecieron +7,2%, con aumentos en Verduras (+15,8%) y Frutas (+9,2%) que fueron moderados por la caída en Turismo (-1%) y un menor crecimiento en indumentaria exterior (+2,2%).

Más allá de agosto: ¿qué podemos esperar?

Para septiembre esperamos un segundo mes con inflación mensual de dos dígitos. El arrastre de la segunda quincena resultante del shock que significó el sorpresivo resultado de las PASO, junto con un elevado pass-through del reciente salto discreto del tipo de cambio oficial y la agudización de la incertidumbre que trajo aparejada este cambio de escenario implicarán que la dinámica de aumentos de precios se mantenga elevada e inestable.

Los riesgos al alza son muchos, teniendo en cuenta una inercia que se consolida en pisos más altos, la inestabilidad que genera la ausencia de anclas, la escasez de divisas, la inexistencia de un plan integral para bajar la inflación, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza del Gobierno para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre que genera el panorama electoral actual.

Por esto motivos, más allá de alguna moderación en los registros de la segunda quincena de septiembre, estimamos para 2023 un piso de inflación del 160%, sujeto al devenir de los acontecimientos políticos y económicos de las próximas semanas.

El IPC GBA Ecolatina se acercó al 7% en julio

Síntesis

• El IPC Ecolatina de julio desaceleró respecto al mes anterior, gracias a un menor registro en Alimentos y bebidas, donde incidió la caída en frutas y la moderación de la carne.

• Para el registro de INDEC esperamos un número más cercano al 7%, donde se cortaría con dos meses en desaceleración.

• Entrado el segundo semestre, no esperamos que se mantenga el sendero de desaceleración inflacionaria visto durante mayo y junio.

 

El IPC GBA Ecolatina desaceleró su ritmo por segundo mes consecutivo, trepando 6,7% mensual en julio, 0,5 p.p. por debajo del registro de junio.

La moderación responde a un menor crecimiento en los precios de alimentos frescos, sumado a que en el mes coincidieron una menor cantidad de aumentos de la categoría Regulados que en los dos meses previos.

El alza estuvo liderada por Estacionales (+7,3%), donde la aceleración verificada en Turismo (+17,3%) – por el receso invernal- y el registro elevado de Verduras (+13,9%) fueron moderados por la caída en Frutas (-1,7%) y un menor crecimiento en Indumentaria exterior. La Inflación Núcleo (+7,0%) aceleró 0,2 p.p. con relación a junio, y en el acumulado anual se mostró en línea con el Nivel General (61,8% y 62,6% respectivamente).

El menor crecimiento se verificó en Regulados (+5,2%), donde aumentaron Prepagas (+8,5%), Educación formal (+9,8%), Cigarrillos (+12,9%), Telefonía (+8,2%) y Colectivos y trenes (+8,0%).

En cuanto a los capítulos, los menores registros fueron en Alimentos y Bebidas, Vivienda y Servicios Básicos (+5,6%), impulsada principalmente por aumentos en alquileres (+11,0%), e Indumentaria (+6,0%).

Por el contrario, las mayores subas se vieron en Educación (+11,0%), traccionada por aumentos en educación formal y en textos y útiles escolares; Esparcimiento (+10,3%), donde incidieron los ya mencionados aumentos estacionales ante las vacaciones de invierno; y Salud (+9,0%), donde las prepagas aumentaron 8,5% y los productos medicinales lo hicieron un 9,4%.

Alimentos y Bebidas desaceleraron nuevamente

Alimentos y bebidas. El capítulo de Alimentos y Bebidas (+5,6%) hiló el tercer mes consecutivo de desaceleración, y se ubicó 1,1 p.p. por debajo del nivel general. Al interior, los productos frescos -exceptuando las verduras- desaceleraron, y los empaquetados, en líneas generales, se aceleraron.

Las Carnes (+2,4%) se mantuvieron contenidas. Al interior, el pollo creció 0,7% y la carne vacuna 2,4%.

No obstante, en las últimas jornadas se disparó el precio de la carne bovina en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (+20% en tres ruedas). Esperamos que estas subas impacten en el IPC de agosto, cuando se trasladen los nuevos valores del ganado a las carnicerías. Vale recordar que el IPC se venía viendo favorecido por el abaratamiento real que mostró la carne vacuna en 2022 y 2023, que llegó a 20,7% de caída real interanual en junio.

Los mayores aumentos dentro del rubro se vieron en Verduras (+13,9%), donde incidió un fuerte aumento de la papa, Yerba (+9,9%), Comidas para llevar (+9,7%) y Azúcar, miel y dulces (+11,2%). Por otro lado, los productos de Consumo Masivo crecieron 7,2%, mostrando una aceleración de 0,9 p.p. respecto a junio.

 

IPC Ecolatina: la inflación continuaría por debajo del 7% en julio

El IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires mostró en la primera quincena de julio un crecimiento del 6,5% con relación al mismo lapso de junio. De esta manera, sostuvo la desaceleración registrada desde la segunda quincena de mayo.

La moderación responde a un menor crecimiento de alimentos frescos, sumado a que en julio coinciden una menor cantidad de aumentos de la categoría Regulados que en los dos meses previos.

En cuanto a las categorías, el alza estuvo liderada por los Estacionales, donde la aceleración en Turismo (+27,9%) producto de una suba estacional por el receso invernal fue moderada por la caída en Frutas y un menor crecimiento en Indumentaria exterior. La inflación Núcleo (+6,6%) desaceleró 0,6 p.p. con relación al avance que había mostrado en la primera quincena de junio, período en el cual había desacelerado 2,1 p.p.

El menor crecimiento se verificó en Regulados (+5,2%), donde aumentaron Prepagas (+8,5%), Educación formal (+9,8%), Cigarrillos (+12,9%), Telefonía (+6,1%) y Colectivos y trenes (+8,0%).

El capítulo de Alimentos y bebidas (+5,3%) desaceleró 1,6 p.p. respecto a la primera quincena de junio, principalmente por un menor crecimiento en Carnes (+1,6%) y una caída en Frutas (-0,5%). Los productos de Consumo Masivo -empaquetados- treparon 6,5%, mostrando una desaceleración de 0,4 p.p respecto a la 1Q de junio.

En cuanto a los capítulos, los que más crecieron fueron Esparcimiento (+11,8%), impulsado por los aumentos en turismo y servicios de esparcimiento ante el inicio de las vacaciones de invierno; Educación (+10,7%), traccionado por aumentos en colegios (tanto en PBA como en CABA) y artículos de librería y libros; y Salud (+9,4%), donde incidieron los aumentos en prepagas (+8,5%) y medicamentos (+10,0%).

Para la segunda quincena, esperamos una desaceleración marginal del índice, que lo dejaría para el promedio mensual en la zona del 6,2%.

La inflación cayó en junio: ¿alivio efímero o permanente?

Síntesis

● Gracias a una menor incidencia de Estacionales, la inflación desaceleró en junio por segundo mes consecutivo y estuvo por debajo de las expectativas.

● Fue clave la calma en los precios de alimentos frescos (carne, frutas y verduras), mientras que los empaquetados mantuvieron un registro más elevado

● Partiendo de una afianzada inercia, el segundo semestre no estará exento de riesgos que podrían presionar sobre los precios, dificultando la continuidad de un sendero de desaceleración de la inflación.

 

Tras la fuerte aceleración de principios de año, la inflación se desaceleró por segundo mes consecutivo, reduciendo temores sobre una espiralización del proceso inflacionario en el corto plazo.

En junio, el IPC Nacional reportado por INDEC trepó un 6% mensual, moderándose frente al 7,8% de mayo y al 8,4% de abril. La dinámica del mes estuvo mayormente explicada por lo ocurrido con los precios estacionales y, en particular, por una mayor parsimonia en los aumentos de alimentos frescos (carnes, verduras y frutas).

El registro se ubicó por segundo mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (la mediana del REM-BCRA proyectaba un 7,3%).

A pesar de la desaceleración mensual, la inflación del segundo trimestre promedió el 7,4%, trepando desde el 6,8% del primer trimestre, al tiempo que la inflación interanual trepó a 115,6%, volviendo a situarse en máximos desde 1991. En el primer semestre acumuló 50,7%, mientras que para el mismo período de 2022 el avance había sido de 36,2%.

¿Qué rubros explicaron la desaceleración?

El principal factor que motivó la moderación fue la abrupta desaceleración en la suba de la categoría Estacionales y, en particular, la mayor calma en los aumentos de alimentos frescos (carnes, verduras y frutas). Esta tendencia estaría revelando que los efectos de la sequía sobre la oferta de frutas, verduras y carne aviar parecieran haberse aplacado.

Los Estacionales treparon apenas 1,8% en el mes, el menor registro en 20 meses. Aun así, en la comparación interanual (+137,9%) se ubican 20 puntos porcentuales por encima del Nivel General.

Por su parte, dentro de Alimentos y bebidas -rubro que se moderó al 4,1% mensual (menor suba desde noviembre)- se destacó lo sucedido con los productos frescos, cuyo precio tendió a caer o a mantenerse relativamente estable: frutas (-3,1%); verduras (-1,8%); carnes (+1,3%). Aún con estas mermas, en los últimos 12 meses frutas y verduras trepan 154,7% y 168,0%, respectivamente, un número ampliamente superior al Nivel General.

Asimismo, el IPC sigue viéndose favorecido el abaratamiento que sigue mostrando la carne vacuna, cuyo precio hila tres meses consecutivos de caída en términos reales (-20,7% en los últimos 12 meses). Tomando el promedio de los últimos cinco años, la caída ya supera el 7%.

Esta tendencia responde a los impactos de la sequía: los productores anticipan la salida de animales de los campos por la menor disponibilidad de pasto para la alimentación y temores a la mortandad del ganado. En consecuencia, se adelanta el envío a faena o se “terminan” los animales en corrales, agregándole más rápidamente los últimos kilos a base de granos (engorde intensivo). En el primer semestre, la faena creció 13% i.a., marcando el mayor nivel el proceso de liquidación de vientres desde 2009. Este escenario deriva en mayor presión bajista sobre los precios de la hacienda que se absorbe en el mercado local frente a una demanda debilitada.

En contraste, los productos de Consumo Masivo (empaquetados) crecieron 8,1%. Dentro del rubro se destacaron los aumentos en Azúcar, dulces, chocolate y golosinas (14,3%), Café, té, yerba y cacao (+9,6%), Pan y Cereales (+8,6%) y Aguas y Gaseosas (+6,9%). El IPC Consumo Masivo -el más atravesado por el programa de Precios Justos– promedió 8,7% los últimos 3 meses, 1,3 p.p. por encima del promedio del nivel general, dinámica que da cuenta de la dificultad del programa a la hora de contener los aumentos del rubro.

Finalmente, los Regulados (+7,2%) lideraron el aumento. Luego de un mayo (+9,0%) en el que coincidieron aumentos en tarifas de electricidad y gas, cigarrillos, educación, transporte público, salud y comunicaciones, el menor registro de junio se debió a una menor incidencia de ajustes en tarifas energéticas. El 7,2% estuvo traccionado por aumentos en Electricidad (11% para ingresos altos, 24% para ingresos medios y 36% para ingresos bajos), transporte público (subtes 10,5%; colectivos y trenes 8,6%), Educación (colegios privados 11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires), Prepagas (+5,5%), combustibles (+4,5%) e Internet y telefonía (+4,5%).

La inercia se mantiene elevada

El IPC Núcleo (+6,5%) desaceleró por segundo mes consecutivo, ubicándose 1,3 p.p. por debajo del promedio de los últimos 3 meses. Se trata del menor registro para este indicador desde enero.

Al excluir precios con comportamiento estacional, sujetos a regulación o con un elevado componente impositivo, la inflación núcleo se utiliza como proxy de la tendencia del nivel general de precios, en tanto depende en mayor medida del ciclo económico.

En este sentido, como podemos ver en el siguiente gráfico la inflación núcleo se mantiene en niveles elevados, dando cuenta de una arraigada inercia, que se ve reflejada en una mayor velocidad de ajuste de los precios, en un contexto de acortamiento de los plazos contractuales formales e informales y un aumento en la cantidad de tramos de incrementos aplicados.

¿Qué podemos esperar en adelante?

Para julio estimamos un guarismo que no superaría el 7% el IPC GBA Ecolatina creció 6,5% mensual en la primera quincena-. En el mes habrá menos aumentos puntuales que en mayo y junio, donde se destacan prepagas (+8,5%); colectivos y trenes (+8%), servicio doméstico (+6%); internet, cable y telefonía (+4,5%); combustibles (+4,5%); y colegios privados. Estos ajustes explicarían entre 0,7 y 0,9 p.p. del IPC de julio.

Hacia adelante, partiendo de una inercia que se ha ido consolidando en pisos más altos, el proceso inflacionario seguirá siendo inestable frente a la ausencia de anclas, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre propia de la transición electoral.

A un mes de las PASO, y en el marco de la renegociación del acuerdo con el FMI, el Gobierno no dispone de margen para apelar a las tradicionales medidas desinflacionarias pre-electorales: congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar el tipo de cambio oficial. Por este motivo, seguirá apuntando a evitar nuevos shocks: mantener contenida la brecha cambiaria -incluyendo el sostenimiento de una tasa real positiva- destrabar los desembolsos con el FMI y maximizar la utilización del swap de monedas con China y el crédito comercial de importadores a fin de evitar disrupciones en el mercado cambiario.

Sumado a esto, seguirá apelando al programa Precios Justos para los productos de consumo masivo, sumado a su extensión para bienes durables y semi-durables (electrodomésticos, electrónica de consumo, calzado e indumentaria, motos y bicicletas acordaron mantener los precios que tenían al 31 de mayo congelados hasta el 15 de agosto). El programa, además, se amplió a comercios de cercanía, como almacenes y autoservicios, con el objetivo de mejorar su efectividad, teniendo en cuenta que se evidenció un mayor crecimiento de los precios en esos canales de venta.

A su vez, se acordó la renovación del programa Ahora 12 con el objetivo de estimular el consumo, vigente hasta enero de 2024, contemplando proveedores que hayan suscrito los convenios de Precios Justos.

No obstante, el segundo semestre no estará exento de riesgos: la volatilidad de los precios estacionales; un posible ajuste en los precios de la carne vacuna ante una potencial menor faena sobre fin de año; las reacciones de los agentes económicos ante el resultado de las elecciones y la incertidumbre cambiaria propia del año electoral -búsquedas de cobertura, expectativas de devaluación- podrían añadirle presión adicional a un proceso inflacionario con marcada inestabilidad.

Por estos motivos, no esperamos una continuación de un sendero de desaceleración de la inflación, y, de no mediar nuevos sobresaltos, el 2023 cerraría en torno al 130%.

El IPC Ecolatina desaceleró en junio, ¿cómo seguirá?

Síntesis

• La inflación mensual de junio desaceleró respecto al mes anterior, gracias a una menor incidencia de alimentos y regulados.

Con una inercia inflacionaria consolidada en un nivel más elevado, esperamos en julio un guarismo similar al de junio, que tendrá menos aumentos puntuales.

•  El segundo semestre no consolidaría un sendero de desaceleración inflacionaria.

 

El IPC GBA Ecolatina moderó su velocidad y se ubicó en 7,2% mensual en junio, 1,5 p.p por debajo del registro del mes anterior, que se trataba de un máximo en la serie. Así, sostuvo la desaceleración verificada tanto en la segunda quincena de mayo como en la primera de junio.

No obstante, dado que en junio 2022 el avance mensual había sido del 5,5%, en la comparación interanual el registro se aceleró del 117,3% al 120,7% i.a.

La moderación fue posibilitada por menores aumentos en Regulados y en Alimentos, que corresponde en parte a la desaceleración de 1,6 p.p. de la inflación Núcleo (+6,8%), que evidenció el menor incremento desde enero (+5,2%). La desaceleración de inflación Núcleo le daría argumentos al BCRA para mantener estable la tasa de interés en el corto plazo, la cual esperamos que se sostenga en terreno positivo por segundo mes consecutivo.

Los Regulados treparon 7,5% (+126,9% i.a.). Luego de mayo, donde coincidieron aumentos en tarifas de servicios públicos, cigarrillos, educación, salud y comunicaciones que llevaron al índice al 12,4%, junio estuvo impulsado “sólo” por aumentos en Electricidad, transporte público, Educación y Prepagas. Finalmente, los Estacionales crecieron 8,5% (+160,3 i.a.), traccionados por aumentos en Turismo y Verduras.

 

Rubros

Los Alimentos y Bebidas crecieron 6,7% (vs 7,2% en mayo), moderados por una menor evolución en los productos de Consumo Masivo (+6,4%), que tuvo el menor registro desde marzo.

El indicador de Consumo Masivo está compuesto principalmente por productos empaquetados de alimentos y bebidas y excluye productos frescos -que tienen un gran componente estacional- como carnes, frutas y verduras. Si bien dentro del Índice de Precios de Consumo Masivo se ubican también los bienes de cuidado personal y del hogar, excluyendo estos el índice ocupa la mayor parte del índice de alimentos y bebidas. Estos productos son los más posibles de verse atravesados por acuerdos de precios, en tanto su implementación es más sencilla que con los productos frescos.

En este marco, y teniendo en cuenta que en lo que va del año los Alimentos vienen creciendo por encima del Nivel General, el Gobierno sigue apostando al programa Precios Justos, y el acuerdo para Consumo Masivo vence el 15 de agosto y mantendrá el sendero de 3,8% de aumentos para una canasta de 2.000 productos y del 5% para el resto de los productos de las empresas que participan.

También se destacó un menor crecimiento en productos frescos como Carne Vacuna (2,6%), una caída en Pollo (-0,5%) y en Frutas, que desaceleraron al 2,5% mensual. Contrariamente, los mayores aumentos se vieron en Verduras (+16,3%), Comidas para llevar (+10,9%), Condimentos (+9,8%), Infusiones (+9,4%) y Azúcar, dulces y cacao (+8,2%).

Los capítulos que tuvieron una menor evolución fueron Transporte y Comunicaciones (+5,4%), Indumentaria (+6,1%) y Otros bienes y servicios (+4,5%), donde se incluyen cigarrillos y artículos y servicios para el cuidado personal.

Por último, que tuvieron un mayor crecimiento fueron Vivienda y servicios básicos (+11,8%), impulsado por aumentos en electricidad y alquileres, Educación (+8,0%), Salud (+8,0%), donde se destacó el crecimiento de productos medicinales (+9,8%) y en menor medida por prepagas (+5,5%) y Esparcimiento (+7,9%); traccionado principalmente por aumentos en transporte por turismo (+20,9%).

 

¿Continuará la desaceleración en los próximos meses?

Tras cinco meses en franca aceleración, el ritmo mensual de inflación logró frenar su escalada, corriendo de la escena el riesgo latente de una espiralización. No obstante, el aumento de la nominalidad se mantiene en niveles elevados: una inflación mensual del 7% durante 12 meses representaría un aumento en 12 meses del 125%.

Para julio estimamos un guarismo similar al de junio. En el mes impactarán puntualmente los aumentos en prepagas (+8,5%); servicio doméstico (+6%); internet, cable y telefonía (+4,5%); combustibles (+4%); y colegios privados.

Partiendo de una inercia que se ha ido consolidando en pisos más altos (creciente indexación, acortamiento en plazos de contratos), el proceso inflacionario sigue siendo inestable frente a la ausencia de anclas, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre propia de la transición electoral.

A poco más de un mes de las elecciones primarias, el Gobierno no dispone de margen para apelar a las tradicionales medidas desinflacionarias pre-electorales: congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar el tipo de cambio oficial.

Por este motivo, el Gobierno seguirá apuntando a mantener contenida la brecha cambiaria, destrabar los desembolsos con el FMI y maximizar la utilización del swap de monedas con China y el crédito comercial de importadores a fin de evitar disrupciones en el mercado cambiario.

Sumado a esto, seguirá apelando al programa Precios Justos para los productos de consumo masivo, sumado a una extensión del programa para bienes durables y semi-durables (los sectores de línea blanca, electro, celulares, calzado, indumentaria, motos y bicicletas mantendrán los precios que tenían al 31 de mayo congelados hasta el 15 de agosto). A su vez, se acordó la renovación del programa “Ahora 12” con el objetivo de “estimular el consumo y fomentar la industria nacional”, que tendrá vigencia hasta enero de 2024 y da facilidades de financiamiento a plazo para productos fabricados en el país, siempre y cuando los proveedores hayan suscrito los convenios de Precios Justos.

En este marco, de cara al segundo semestre difícilmente veamos una prolongación de este sendero descendente en la inflación, con un tercer trimestre que no perforaría el 7% mensual y un 2023 que tendría un piso de 130%.

El IPC Ecolatina mantiene la desaceleración de la segunda mitad de mayo

Durante la primera quincena de junio, el IPC GBA Ecolatina sostuvo la desaceleración verificada en la segunda quincena de mayo. El índice registró un crecimiento del 7,4% respecto a la primera quincena de mayo. La moderación responde principalmente a una menor dinámica de Alimentos y en Regulados.

Alimentos y bebidas crecieron 6,9%, marcando una desaceleración de 1,2 p.p. respecto al mismo período del mes anterior. El menor incremento del capítulo responde a una menor evolución de los productos de Consumo Masivo, que crecieron 6,9% luego del elevado registro de la primera quincena de mayo (+8,4%), en conjunto con una moderación en el crecimiento de Frutas (+2,8%) y de Carnes (+1,6%). Los mayores aumentos se vieron en Verduras (+16,4%), Condimentos (+9,1%), Comidas para llevar (+9,3%), Infusiones (+9,0%) y Azúcar, miel y dulces (+8,1%).

Por su parte, los Regulados treparon 7,7%, mostrando una desaceleración respecto a la primera quincena de mayo (+12,7%).

A nivel de rubros, los capítulos que más crecieron fueron Vivienda y servicios básicos (+11,8%), impulsada por los aumentos en electricidad (+29,7%) y alquileres (+10,5%); Educación (+9%), traccionado por aumentos en colegios (tanto en PBA como en CABA) y en artículos de librería y libros; y en Equipo y mantenimiento del hogar y Salud, ambos rubros con un crecimiento de 8,1%.

¿Continuará la desaceleración?

Para el resto de junio prevemos un comportamiento similar al visto en la primera quincena, con un mes que cerraría apenas por encima del 7%.

Más allá de la moderación respecto a los elevados registros de abril (8,4%) y mayo (7,8%), no prevemos que esta tendencia se sostenga el resto del año: el régimen inflacionario actual no sólo se consolida en pisos más elevados, sino que es inestable y carece de anclas, por lo cual las fluctuaciones son parte de la naturaleza del proceso.

En este sentido, la arraigada inercia inflacionaria se ve alimentada por la mayor indexación y acortamiento en el plazo de los contratos, un deslizamiento cambiario consolidado en niveles más similares a la tendencia de los precios y salarios que seguirán ejerciendo presión para recuperar el terreno perdido.

Sobre esa base, la falta de credibilidad en el equipo económico para coordinar expectativas, posibles tensiones sobre la brecha cambiaria en un marco de exiguas reservas internacionales y la elevada incertidumbre propia de la transición electoral mantendrán inestable el proceso inflacionario. Por estos motivos, no esperamos un registro menor al 135% para 2023.

La inflación desaceleró en mayo, ¿lo seguirá haciendo?

El IPC Nacional que mide INDEC desaceleró en su registro mensual por primera vez en lo que va del año. En mayo trepó 7,8% mensual, ubicándose 0,6 p.p. por debajo del registro de abril. Asimismo, tras 4 meses se subas por encima de las expectativas del mercado (REM-BCRA), el dato resultó más de 1 p.p. inferior a lo previsto por el consenso de los analistas (9%).

Sin embargo, no cesa el ascenso de la variación interanual, que alcanzó el 114,2%, la mayor velocidad en 32 años (en septiembre 1991 había sido de 115% i.a.). Por su parte, la inflación acumulada en el primer cuatrimestre fue del 42,2%.

La inflación Núcleo -al igual que en abril- evidenció el mismo registro que el Nivel General. Tomando la media móvil de los últimos 3 meses, el IPC Núcleo se ubica en máximos (+7,8%); mostrando la persistencia de una inercia inflacionaria en niveles elevados, incluso pese a la desaceleración observada en el dato de mayo. El IPC Núcleo se utiliza como una aproximación de la tendencia de la inflación, ya que excluye precios con comportamiento estacional o regulados por el gobierno.

En cuanto al resto de las categorías, los Regulados crecieron 9,0%, (+149,1% i.a.), impulsados por los aumentos en tarifas de servicios y transporte públicos. Los Estacionales, por su parte, registraron el menor incremento desde febrero (+6,0% m/m, +149,1% i.a.).

Alimentos y bebidas se ubicaron por debajo del promedio por primera vez en el año

El capítulo registró una variación mensual del 5,8%, 4,4 p.p. por debajo del registro de abril. Aún así, en los primeros cinco meses del año, los alimentos subieron 7 p.p. por encima del Nivel General. Influyó en la desaceleración la caída en Frutas (-3,2%) y un acotado crecimiento en Carnes (+1,5%). Por el contrario, los mayores aumentos se vieron en Azúcar y golosinas (+13,6%), Café, té, yerba y cacao (+10,6%), Pan y cereales (+9,9%), y Leche, productos lácteos y huevos (+9,8%).

A pesar de esta moderación en el rubro,  los productos de consumo masivo siguieron mostrando una velocidad en ascenso: treparon 9,2%, acelerándose por cuarto mes consecutivo y dando cuenta  nuevamente de la ineficacia del programa Precios Justos como política desinflacionaria.

Por último, los capítulos con mayor crecimiento fueron Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+11,9%) impulsado por la suba de tarifas en servicios de gas y electricidad. Le siguieron Restaurantes y hoteles (9,3%) y Salud (9,0%), traccionado por aumentos en medicamentos y en las cuotas de prepagas. Las divisiones con menor variación fueron Educación (+4,9%), Alimentos y Bebidas (+5,8%) y Comunicación (+6,7%).

Luego de tres meses en rojo, en mayo la tasa de interés real fue positiva

Restándole argumentos al BCRA para volver a subir la tasa en el corto plazo, si tomamos el nivel de la tasa de política monetaria de mediados de mayo (pasó de rendir 7,6% a rendir 8,1% mensual), la tasa real fue positiva en 0,3 p.p. De tomar la tasa al inicio de mayo (7,6%) perdió contra la inflación por 0,2 p.p.

¿Qué esperamos para el resto del año?

En junio impactarán puntualmente los aumentos en electricidad -el ENRE aprobó incrementos del 11% para el Nivel 1 (ingresos altos), 24% para el Nivel 3 (ingresos medios) y 36% para el Nivel 2 (ingresos bajos)-; subtes (+10,5%); colectivos y trenes (+8,6%); prepagas (+5,5%); colegios privados (+11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires); servicio doméstico (+6%); combustibles (+4%); internet, telefonía y cable (+4,5%) y, como viene sucediendo, alquileres (la actualización anual será de 100%).

Pese a todo esto, el cierre de mayo -el IPC Ecolatina desaceleró 1,5 p.p. en la segunda quincena del mes respecto a la primera- y el comienzo de junio indican que la desaceleración continuaría este mes, aunque se habría consolidado un nuevo piso en la zona del 7%.

Más allá de alguna desaceleración puntual, en adelante seguiremos viendo una elevada, persistente e inestable inflación, alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral y la falta de anclas, un crawling peg que no podrá despegarse demasiado de la tendencia de los precios y paritarias que ejercerán presión en un año electoral.

Por lo dicho, no esperamos una tendencia sostenida hacia la desaceleración, con un 2023 que tendría un piso de inflación en torno al 135%.

El IPC Ecolatina se aceleró por quinto mes consecutivo

En mayo, el IPC GBA Ecolatina trepó 8,9% mensual (+117,4% i.a.), acelerándose por 5° mes consecutivo. Así, acumuló en el año un alza del 42,2%, cuando en el mismo período de 2022 el aumento era del 28,1%. La inflación Núcleo creció 8,4%, mostrando la mayor variación desde abril de 2002 (+15,0%).

¿A qué respondió la aceleración? Principalmente al arrastre que dejaron los aumentos de la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron totalmente captados en el índice de abril, en conjunto con aumentos en tarifas de servicios públicos (electricidad, gas, entre otros).

El IPC Núcleo se elevó 8,4% (+108,5% i.a.), mostrando la mayor variación mensual desde abril de 2002 (+15,0%) y dando cuenta de una inercia consolidada en niveles cada vez más elevados. Esta persistencia se refleja en ajustes de precios que son mayores y más frecuentes, con una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos (tanto formales como informales).

El aumento estuvo impulsado principalmente por la categoría Vivienda y Servicios Básicos, que creció 17,1%, impulsada por los aumentos en electricidad, gas, expensas y alquileres. Por otra parte, se destacaron los aumentos en Esparcimiento (+11,0%), Educación (+9,9%) y en Equipo y mantenimiento del hogar (+9,4%).

Alimentos y Bebidas. El rubro trepó 1,7 p.p. por debajo del nivel general (+7,2%), y tuvo la menor incidencia en el total general en cinco meses. Al interior, los mayores aumentos se vieron en Fideos y pastas (+9,7%), Pescados y mariscos (+17,7%), Quesos (+9,7%), Leche (9,0%) y en Comidas listas para llevar (+17,2%).

¿Qué esperar en adelante?

Para junio estimamos una desaceleración del IPC GBA Ecolatina. En dicho mes, impactarán puntualmente aumentos en subtes (+10,5%); colectivos, subtes y trenes (+8,6%); prepagas (+5,5%), colegios privados (11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires); servicio doméstico (+6%), combustibles (+4%), internet, telefonía y cable (+4,5%) y, como viene sucediendo, alquileres (la actualización anual será de 100%).

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar para este Gobierno. Por un lado, la dinámica de la inflación actual no es sólo cuantitativamente distinta a la del pasado, sino cualitativamente disímil: la creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos han alimentado una arraigada inercia. Asimismo, la falta de credibilidad en el equipo económico para coordinar expectativas, la elevada incertidumbre imperante y la ausencia de un programa de estabilización contribuyen a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la velocidad de los precios.

A eso se le suma el impacto de las crecientes restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, la incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre el precio de algunos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

En este marco, el Gobierno tampoco puede apelar a las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que los salarios sólo podrán actuar como semi-ancla (esperamos que 2023 marque el sexto año consecutivo de merma del salario real).

Por estos motivos, más allá de poder observar una moderación puntual en algún mes, no esperamos una tendencia hacia la desaceleración para el resto del año, con el 2023 que tendría un piso en torno al 135%