Se desordenaba la política, pero el ordenamiento económico dio buenas noticias

A Milei le va a ir como le vaya a la economía. Esa suerte de mantra sigue siendo el eje central sobre el cual transita la naturaleza del proceso político. Pero el resultado electoral de 2023 produjo la peor configuración del sistema político posible para enfrentar el desafío económico que había por delante. Las condiciones de gobernabilidad eran las peores para tomar con rapidez y agilidad las decisiones que había que tomar. Pero la demanda ciudadana de cambio (la mayoría que eligió al presidente) operó para forzar de parte del sistema una adaptación ad hoc a la circunstancia de excepción que rodeaba al proceso y facilitar la acción inicial de gobierno.

Esa condición de gobernabilidad de excepción, impulsada por la demanda ciudadana de cambio, puede ir desapareciendo con el paso del tiempo y liberar la acción obstaculizadora de la oposición política. Pero para que ello ocurra, los apoyos sociales al gobierno deberían reducirse y transformarse en malestar social por falta de resultados. Por ello, el desafío para Javier Milei sigue siendo ordenar la economía (lograr resultados) antes que se desordene la política, porque este estado de excepción que le permitió avanzar al inicio puede ir desapareciendo.

Tras un septiembre conflictivo para Javier Milei, marcado por el debate sobre la Ley de Movilidad Jubilatoria y la Ley de Financiamiento Universitario -ambas vetadas por el presidente-, y donde se había instalado una agenda negativa para el oficialismo, octubre trajo consigo buenas noticias en materia económica. No solo desde el lado financiero (baja del riesgo país y compresión de la brecha cambiaria), sino también con buenos datos en indicadores de la economía real, que son los que siente el público en su metro cuadrado.

Esta mejora en algunos indicadores económicos políticamente sensibles se da justo cuando el gobierno atravesaba una etapa de desordenamiento político, con la oposición volviéndose más hostil en el Congreso. Y puede ser vital para detener el proceso de deterioro en los niveles de apoyo del gobierno que veíamos desde junio. Y se dieron en la previa de un comienzo de mes de noviembre que trajo al gobierno las dos mejores noticias políticas del año: el triunfo de Donald Trump en EEUU, el candidato preferido por el presidente y por el que había apostado enviando señales, y la coronación de Cristina Kirchner como presidente del PJ, una novedad positiva para Milei porque nadie como ella le puede ahuyentar los apoyos hacia siendo la líder del principal partido opositor en argentina.

En definitiva, todavía desconocemos con precisión que tipo de desempeño económico ofrecerá este orden macroeconómico al que parece haber arribado el programa del gobierno luego del esfuerzo inicial, y que pareciera pretender mantener estable de aquí a la elección. Pero la lógica sigue siendo la misma: si observamos una recuperación económica vigorosa podremos ver una trayectoria política que lleve al gobierno a un triunfo de consolidación del ciclo en 2025, pero si no la observamos la consolidación podría entrar en duda.

El resultado de esa trayectoria definirá si el oficialismo seguirá conduciendo la acción de gobierno con márgenes de acción acotados (condiciones de gobernabilidad reducidas), o si podrá mejorar esos márgenes de acción para poder avanzar más rápido con reformas que mejoren las chances de que la tarea de ordenamiento económico culmine de la mejor forma de cara al intento reeleccionario del oficialismo en 2027.

En definitiva, el desempeño económico (sobre todo en los indicadores vinculados al metro cuadrado de la gente) será el criterio central que utilizarán los votantes para decidir si le dan un nuevo voto de confianza al gobierno en 2025, o si envían señales de que el rumbo elegido por el presidente no satisface la demanda de cambio expresada en la elección presidencial de 2023.

Un septiembre positivo para industria y la construcción

El Índice de la Producción Manufacturero (IPI Manufacturero) marcó una suba mensual desestacionalizada del 2,6% en septiembre (-6,1% i.a.), hilando así tres meses consecutivos al alza por primera vez desde junio 2022. De este modo, luego del piso de junio de este año, el IPI subió 12,2% en sólo tres meses.

El Indicador Sintético de la Construcción (ISAC) marcó una suba mensual desestacionalizada del 2,4% para septiembre, recuperando parcialmente tras la caída de 3,3% del mes de agosto. De esta manera, el indicador se encuentra un 24,2% por debajo de su nivel en el mismo mes del 2023, mientras que en los primeros 8 meses del año acumula una caída del 29,5% interanual.

Septiembre fue un mes positivo tanto para la industria y la construcción. Sin embargo, esta última tiene todavía mucho más terreno para recuperar que la industria, teniendo en cuenta la fuerte caída inicial del sector dado su componente procíclico con la actividad económica y la marcada caída en la inversión productiva y la obra pública.  

La industria mantuvo su recuperación

El Índice de la Producción Manufacturero (IPI Manufacturero) marcó una suba mensual desestacionalizada del 2,6% en septiembre (-6,1% i.a.), hilando así tres meses consecutivos al alza por primera vez desde junio 2022. De este modo, luego del piso de junio de este año, el IPI subió 12,2% en sólo tres meses.

Si bien el indicador desestacionalizado se recuperó un 4,8% contra diciembre, aún se ubica un 5,1% por debajo de su nivel promedio en 2023. En este sentido, el acumulado de enero-septiembre de 2024 presenta una disminución de 12,7% respecto a igual período de 2023. Respecto a septiembre del año pasado, el indicador exhibió una caída del 6,1%. Esta dinámica es generalizada, ya que trece de las dieciséis ramas se mantienen en rojo.

Los sectores con mayores caídas fueron Minerales no metálicos (-16,6%), Productos de metal, maquinaria y equipo (-14,2%), y Madera, papel, edición e impresión (-11,3%),

Por su parte, los sectores que aportaron positivamente fueron Alimentos y bebidas (+7,0%), Muebles y colchones, y otras (0,9%) y Refinación del petróleo, coque y combustible nuclear (+0,5%). En cuanto a los Alimentos y Bebidas, se destaca el buen desempeño en la molienda de oleaginosas, que experimentó un aumento del 94,1% interanual, contribuyendo con 2,4 puntos porcentuales al +2,6% del total interanual.

En términos más generales, registran contracciones en dos dígitos los bienes de capital (-11,0% i.a.) y los bienes de uso intermedio (-14,1% i.a.), mientras que los bienes de consumo no durables se ubicaron un 0,2% por debajo del nivel alcanzado en el mismo mes del año anterior, apuntalados por la buena performance de la molienda.

Construcción al alza, pero en modo serrucho

El Indicador Sintético de la Construcción (ISAC) marcó una suba mensual desestacionalizada del 2,4% para septiembre, recuperando parcialmente tras la caída de 3,3% del mes de agosto. De esta manera, el indicador se encuentra un 24,2% por debajo de su nivel en el mismo mes del 2023, mientras que en los primeros 8 meses del año acumula una caída del 29,5% interanual.

En adelante, según la encuesta cualitativa de la construcción elaborada en el marco del indicador, el panorama no es alentador para los encuestados. En este sentido, 69,7% de las empresas de obras privadas encuestadas prevé que el nivel de actividad del sector se estanque (+3,3 p.p. respecto a agosto) durante los próximos tres meses, 16,5% estima que aumentará (-8,3 p.p.) y 13,8% que disminuirá (+5 p.p.).

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Septiembre fue un mes positivo tanto para la industria y la construcción. Sin embargo, esta última tiene todavía mucho más terreno para recuperar que la industria, teniendo en cuenta la fuerte caída inicial del sector dado su componente procíclico con la actividad económica y la marcada caída en la inversión productiva y la obra pública.

Por el lado de la industria, la desaceleración de la caída de los últimos meses está explicada por los mismos factores que moderaron la caída de la actividad en primer lugar (sector agropecuario, minería, oil & gas). En este sentido, prevemos que las ramas asociadas a estos sectores (energético, minero y agropecuario) seguirán con este buen desempeño en los próximos meses y sean los que traccionen la actividad industrial durante lo que queda del año.

Sin embargo, si bien las ramas que están más vinculadas a la demanda interna (que se vio gravemente deteriorada por la caída del ingreso disponible) comenzaron a recuperar, vienen más rezagadas y no volverían a niveles previos a la recesión a menos hasta mediados del próximo año.

Por el lado de la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública y la obra privada. Por el lado de la obra pública, difícilmente se vea una recuperación significativa dado el freno al gasto de capital llevado adelante por el Gobierno. Con respecto a la obra privada, la reaparición del crédito hipotecario, el blanqueo y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor en adelante.

En este sentido, la baja en los dólares paralelos resulta en un aumento de los costos de construcción en pesos. Entonces, mientras se mantenga el elevado costo relativo, la recuperación del sector va a depender de que los precios de las propiedades suban para que se vuelva rentable (el precio promedio del m2 en CABA subió 7,2% en dólares los últimos 12 meses). Esto último dependerá de que termine pasando con la demanda (las escrituras de CABA subieron 30,4% i.a en septiembre), que viene siendo traccionada por el blanqueo y la reaparición del crédito hipotecario, aunque todavía con un stock de oferta previo elevado.

Por último, en cuanto a octubre los indicadores temprano de la actividad son mixtos: el índice Construya, que mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado para la construcción) registró una contracción mensual de 2,8%, y los despachos de cemento cayeron 6,7% mensual sin estacionalidad. Sin embargo, por el lado de la industria, el verde se mantiene: la producción automotriz (ADEFA) mostró un incremento mensual del 2,7% s.e.

Diferencias en la CGT por la presidencia del PJ

La lucha por la designación de autoridades del Partido Justicialista que hoy protagonizan Cristina Kirchner y el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se ha transformado en una pelea que ha atravesado al sindicalismo, provocando una división dentro del movimiento sindical entre los que se alinean con una o con el otro.

Estas diferencias no solo se presentan en relación a la definición de las autoridades del PJ. También sigue habiendo diferencias en relación a la posición a adoptar de cara al gobierno de Javier Milei. El sector dialoguista sigue tendiendo puentes con el gobierno, no por afinidad sino por necesidad estratégica (buscan mitigar la capacidad de daño del gobierno sobre los intereses sindicales), mientras el sector combativo avanza en un plan de lucha.

Agosto mantuvo el rebote de julio en la actividad

En agosto, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 0,2% mensual desestacionalizado, y acumula una contracción de 0,1% en lo que va del año y de 3,3% desde el inicio de la recesión en noviembre pasado. De este modo, alcanzó niveles comparables con febrero de 2024, previo al piso de la recesión.

La demanda interna cayó más de 16% i.a. en agosto y acumula nueve meses consecutivos en rojo. Este resultado se explica por un contexto de fuerte deterioro de la demanda interna producto de la caída de los ingresos reales

Más allá de haber pasado el piso en el nivel de la actividad, la recuperación viene siendo muy heterogénea, más lenta de lo esperado y con un patrón bastante irregular, escenario que esperamos se mantenga para el resto del 2024, con una caída en el orden de 3,5% en el promedio anual.

En agosto se mantuvo el rebote de julio

En agosto, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 0,2% mensual desestacionalizado y tras acumular una mejora de 2,3% en los últimos dos meses retornó a los niveles de actividad similares a los de diciembre.

Cabe destacar el sector primario continúa compensando la caída del resto de la actividad: en conjunto, el sector agropecuario (+4,5% i.a.) y la explotación de minas y canteras (+6,0%) y la pesca (+17,1%) añadieron 0,5 p.p. a la variación interanual.

De las quince ramas de la actividad, diez se mantienen con caídas interanuales, mostrando lo generalizado de la recesión. En particular, las ramas vinculadas a la demanda interna todavía no se recuperan, destacándose la Construcción (-18,0% interanual), el Comercio (-7,9%) y la Industria Manufacturera (-5,6%). Sólo estas tres ramas incidieron negativamente en 3,1 p.p.

¿Qué esperamos?

Pese a que al EMAE de julio ya había registrado cambio en la tendencia negativa que tuvo a abril como piso, este repunte todavía está lejos de llevar a la economía a niveles previos a la recesión. En este sentido, no sólo las señales de recuperación muestran un desempeño heterogéneo e irregular por parte de los distintos sectores, sino que, como muestra el EMAE, se debilitó en agosto.

En este sentido, sectores más asociados a los sectores energético, minero y agropecuario serán los que más crecerán y traccionarán las exportaciones, que crecerían cerca de 20% en el promedio del año.

En contraposición, las importaciones, que tienen un componente usualmente procíclico (es decir, varían en igual sentido pero mayor cuantía que la actividad total), colaborarán con un abultado superávit comercial, manteniéndose en rojo (-14% i.a.) dada la caída de la demanda interna.

Por el lado de la inversión, cierto impulso podría provenir por parte del RIGI y del blanqueo (que podría traccionar el alicaído sector de la construcción). Sin embargo, mientras se mantenga el cepo cambiario no pareciera ser un factor determinante a la hora de la recuperación en lo inmediato, sino que será una variable clave para el devenir del esquema cambiario-monetario del gobierno. Por este motivo, esperamos que la inversión tenga el peor desempeño del total de componentes de la demanda a lo largo de este año.

¿Qué puede pasar con el consumo? En cuanto al consumo privado, que representa hasta un 70% del total del PIB, no pareciera haber muchos drivers que podrían jugarle a favor, en tanto para una recuperación necesita una recuperación del salario real y el ingreso disponible. Las mejoras de los ingresos reales en los últimos meses podrán mitigar la caída, pero lejos estarán de ser un factor clave para la recuperación.

De hecho, la recuperación del consumo en bienes durables está siendo favorecida por una caída en el valor real de dichos artículos (el poder adquisitivo creció más en relación con ellos), en un contexto de consumo postergado y a expensas de una mejora en el crédito a tasas reales elevadas, lo que también podría condicionar el consumo en el futuro.

Por el lado de los bienes de consumo masivo, su encarecimiento real (comparando con los últimos doce meses, el nivel general del IPC creció 20 p.p. menos que la inflación de consumo masivo en septiembre), junto a un mayor consumo en bienes durables y servicios inelásticos (tarifas) se combinaron para que el consumo de este tipo de bienes no encuentre piso (los datos de Scentia indican que, hasta septiembre, la caída es de 22,3% interanual).

Por último, el consumo de servicios (recreación, restaurantes, hoteles) también tendrá una recuperación más lenta, teniendo en cuenta que son el consumo que primero se suele recortar en contextos de deterioro del ingreso disponible, agudizado por un encarecimiento de estos servicios y la ausencia del efecto “pesos que queman” vigente durante el año pasado, que impulsó el consumo de servicios asociados a la recreación.

En resumen, los datos muestran que más allá de haber pasado el piso en el nivel de la actividad, la recuperación viene siendo muy heterogénea, más lenta de lo esperado y con un patrón bastante irregular. Considerando que será un escenario que esperamos se mantenga para el resto del 2024, la caída de la actividad estimamos ronde 3,5% en promedio, sin volver a niveles previos a la recesión hasta mediados del año que viene.

Quinta caída en fila en los niveles de valoración de desempeño del Gobierno

En su perspectiva histórica, la valoración positiva del gobierno se ubica por encima del valor que observábamos en octubre de 2020 durante el mandato de Alberto Fernández, pero 3 p.p. por debajo de los niveles de aprobación registrados en octubre de 2016 durante el mandato de Mauricio Macri.

Una evolución que parece responder al natural proceso de desgaste de todo gobierno, más aún para un gobierno que está atravesando un proceso de correcciones económicas que produjo caída en el poder adquisitivo, retracción del consumo y aumento del peso de los servicios en el ingreso de los hogares. Habrá que ver si los próximos meses muestran una estabilización de estos valores o continuará con la tendencia declinante que venimos observando en los últimos 5 meses.

La preocupación por la inflación iguala el nivel más bajo de los últimos 8 años. 

No cabe duda que la principal batalla que enfrentaba el oficialismo al inicio de este ciclo era responder a la principal demanda ciudadana que era bajar la inflación. Y si lo observamos en términos de la evolución de la preocupación por esta problemática, la batalla el gobierno la viene ganando. La preocupación por la inflación llega en octubre al segundo nivel más bajo de los últimos 8 años. Pero podríamos considerar que es el nivel más bajo registrado en nuestra serie, porque el único inferior es el de agosto de 2020, donde la pandemia había desplazado coyunturalmente la preocupación por los precios por otras preocupaciones más urgentes en el contexto sanitario extremo que se vivió durante esa época.

En octubre cae la preocupación por el desempleo y de esta manera las preocupaciones económicas combinadas caen por debajo del 50% de menciones por primera vez en más de 3 años.

La curiosidad del registro de octubre es el liderazgo de la preocupación por la corrupción, una problemática que está presente en los principales segmentos de votantes, pero que es dominante entre los votantes de Javier Milei (casi el 50%). Una particularidad que quizá se entiende a la luz de las denuncias permanentes que el propio presidente hace de la existencia de curros en el estado.

Se mantiene firme el superávit fiscal

¿Cómo le fue al fisco en septiembre?

El Sector Público Nacional No Financiero registró en septiembre el noveno mes consecutivo con superávit primario y marcó un nuevo mes con superávit financiero. En números, el resultado primario ascendió a $0,82 billones y, con intereses que se ubicaron en $0,35 b, el resultado financiero fue de $ 0,47 billones. 

¿Qué explicó el resultado fiscal de septiembre? El verde fiscal estuvo explicado por una moderación en la caída real de los recursos (-8% i.a) que se vio más que compensada por una contundente contracción del gasto (-25% i.a). En esta oportunidad, la clave del superávit estuvo en el aporte del blanqueo, el adelanto de Bienes Personales y la moratoria, que ayudaron a compensar la caída en el resto de los ingresos. Por su parte, el impuesto PAIS, que supo ser el pilar de la recaudación, se corrió de la escena luego de la reducción de la alícuota de principios de mes.

Con todo, el sector público acumula en lo que va del año un superávit primario del 1,6% del PIB y un superávit financiero del 0,4% del PIB. En resumen, los primeros nueve meses del año estuvieron caracterizados por un marcado recorte sobre el gasto público (-29% i.a) y una caída sostenida en los ingresos (-6%), principalmente en los vinculados al nivel de actividad. En este marco, jugaron a favor el aporte extraordinario del impuesto a las Ganancias en mayo, los recursos provenientes del comercio exterior, lo aportado por el impuesto PAIS, el blanqueo y la moratoria.

Un zoom al interior de las cuentas públicas

Por el lado de los recursos, la novedad vino de la mano de Bienes Personales, que recaudó en términos reales cinco veces más que lo recaudado en septiembre 2023 gracias al éxitos del blanqueo y los pagos adelantados. Por el lado de los recursos provenientes del comercio exterior, los derechos de exportación crecieron 55% i.a, mientras que Impuesto PAIS, acumuló una nueva caída real como consecuencia de la reducción de su alícuota.

Además, las Contribuciones a la Seguridad Social, si bien cayeron respecto al mes anterior, marcaron el primer verde real creciendo 3,5% i.a, luego de doce meses de caídas consecutivas. Dicho cambio de tendencia puede explicarse tanto por el impacto de la moratoria como por una baja base de comparación en septiembre 2023.

Por su parte, el Gasto Primario registró una contracción real de -25% i.a (en línea con los meses previos) producto de un recorte transversal sobre las principales partidas. De esta manera, acumula catorce meses de caídas reales interanuales consecutivas.

Haciendo foco, las Prestaciones Sociales explicaron más de un cuarto de la disminución del gasto: cayendo 11% i.a real, en línea con la caída de los meses previos, pero evidenciando una dinámica heterogénea en su interior. Por un lado, las Jubilaciones y Pensiones (incluyendo Pensiones No Contributivas) experimentaron una merma de 11% i.a (en términos reales), al tiempo que las Asignaciones Familiares crecieron 9% i.a. real. En su interior, mientras las Asignaciones Familiares recortaron un 18% i.a., la AUH sostuvo su crecimiento (+32% i.a real) y acumula siete meses en verde explicado en gran parte por el aumento discrecional otorgado al inicio de la gestión. Por su parte, las prestaciones del PAMI perdieron levemente contra la inflación (-2% i.a).

Por otro lado, los Subsidios Económicos cayeron en términos reales un 13% con respecto a septiembre 2023, imitando la caída de los meses previos, pero explicando menos de un 5% de la contracción del gasto. A su interior, los subsidios energéticos moderaron la caída, mientas que los subsidios al transporte que en agosto habían mostrado un crecimiento real, recortaron este mes 26%i.a.

Los Gastos de Capital continuaron mostrando una marcada caída real (-73% i.a.) y explicaron más de un cuarto del recorte ejecutado, ganando terreno en el ajuste con el correr de los meses. Por su parte, las Transferencias Corrientes a Provincias retomaron el ritmo de caída de 70% real.

Con respecto al resto de las partidas, las Transferencias a Universidades tuvieron un juste real del 20% i.a., y los Gastos en Funcionamiento (donde se incluyen salarios públicos) cayeron un 22% i.a. De este modo, ambas partidas anotaron el octavo mes consecutivo en baja.

¿Qué pasa con los intereses?

Desde inicio de la gestión el gobierno llevo a cabo una estrategia monetaria y financiera de saneamiento del balance del BCRA que le permitió migrar deuda desde la autoridad monetaria hacia el Tesoro (Pasivos Remunerados – LEFI) acompañado en una baja de la tasa de interés de la economía.

En sintonía, para hacer frente a los compromisos de la deuda en pesos, la Secretaría de Finanzas viró la estrategia de financiamiento desde la emisión de títulos indexados y de corto plazo, hacia títulos nominales con un horizonte de vencimiento mayor. De esta manera, ofreció en las distintas licitaciones títulos capitalizables a tasa fija. Estos instrumentos tienen la particularidad de que capitalizan los intereses y se transforman en amortización al vencimiento. Esta cuestión es central, ya que en el resultado financiero los pagos de capital se registran por debajo de la línea, aminorando la carga de intereses.

En tal sentido, si suponemos que al vencimiento de cada instrumento emitido lo capitalizado se paga como interés y no como amortización, los últimos tres meses el resultado financiero hubiera sido deficitario. De hecho, si replicamos el ejercicio para los primeros nueve meses del año, el resultado financiero sería levemente deficitario. Por ende, si incorporamos el costo financiero asociado a las LECAP a las cuentas fiscales, se desvanecería el superávit financiero acumulado en lo que va del 2024.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Desde el inicio de la gestión, el Poder Ejecutivo enfatizó la necesidad del ordenamiento de las cuentas públicas, estableciendo el ancla fiscal como driver y pilar de la política económica. En este sentido, el contundente resultado financiero acumulado sugiere que el gobierno cuenta con un margen suficiente para cumplir con la meta fiscal asumida (superávit de 1,5% del PIB para 2024).

En la recta final del año, ya comenzamos a observar el impacto de la Ley Bases y el Paquete Fiscal en la recaudación con el adelanto de Bienes Personales, Moratoria Previsional y lo procedente del Blanqueo. Mientras tanto, esperamos de cara al último trimestre que se active Ganancias, de la mano de la recomposición de la cuarta categoría. No obstante, el gobierno se enfrentará a una estacionalidad menos favorable, por lo que no nos sorprendería un diciembre con resultados deficitarios.

En materia legislativa, luego del veto a la reciente Ley de Movilidad Jubilatoria que había sido impulsada por la UCR, el Congreso también ratificó el veto del presidente respecto a la Ley de Financiamiento Universitario, demostrando la solidez del tercio oficialista necesario para frenar las iniciativas legislativas. En este contexto, esperamos que los próximos días el Congreso trate el Proyecto de Ley de Presupuesto Nacional para el próximo año, que contempla un superávit primario de 1,3% del PIB para 2025 con equilibrio financiero.

Claramente, la aprobación del Presupuesto sería una noticia más que positiva para el Gobierno, no sólo porque le brinda el marco formal para ejecutar su política fiscal, sino también porque daría una señal de apoyo a la disciplina fiscal por parte del arco político y puede contribuir en una potencial negociación con el FMI.

Sin embargo, una eventual no aprobación del Presupuesto tampoco le impediría al Gobierno implementar su estrategia fiscal del mismo modo que la viene implementando hasta el momento. En tal caso, se prorrogará el presupuesto anterior habilitando una mayor discrecionalidad para el ajuste de un gasto que ya no sería tan flexible como lo era en 2023. Con o sin presupuesto, de cara a 2025 el gobierno enfrentará la dificultad de sostener su compromiso fiscal en un año electoral, cuando históricamente aparecen mayores presiones sobre la obra pública y las transferencias a las provincias.

 

 

El oficialismo va por un nuevo intento para privatizar Aerolíneas Argentinas

Luego de la sanción del a Ley Bases, y de un intento privatizador que fue reducido en la discusión de la ley, el oficialismo retoma impulso en la búsqueda de avanzar con la privatización de algunas empresas del estado. En ese marco, promovió el inicio de la discusión sobre proyectos de privatización de Aerolíneas Argentinas. Se trata de dos propuestas legislativas, una presentada por Hernán Lombardi del PRO y la otra por Juan Manuel López de la Coalición Cívica, que se fundamentan en la necesidad de transferir la aerolínea a manos privadas, apoyándose en consideraciones económicas que buscan incrementar la competitividad en el sector aéreo.

Entre las justificaciones para la privatización se mencionan especialmente dos: 1) los déficits financieros acumulados por la empresa y 2) su incapacidad para competir con aerolíneas de bajo costo, lo que ha generado un impacto adverso en la oferta y en los precios de los boletos aéreos. También se abordan las acciones del gobierno para desregular el sector y facilitar la entrada de nuevas aerolíneas, un cambio significativo en la política aeronáutica del país.

La inflación perforó el 4% en septiembre

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 3,5% en septiembre, mostrando una desaceleración de 0,7 puntos porcentuales con respecto al dato de agosto y marcando su menor registro desde noviembre de 2021 (+2,5%). Con este dato, el IPC Nacional acumula una suba del 101,6% lo que va del año y un incremento interanual del 209,0% (-27,7 p.p.). Además, se ubicó por tercer mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 3,7%.

Los Regulados impulsaron el índice al alza. Las subas en las tarifas de servicios públicos traccionaron a la categoría (transporte público, agua, electricidad, gas y combustibles). Sólo el capítulo de Vivienda (+7,3%) explicó 0,7 puntos porcentuales del total general. También incidieron aumentos en prepagas, telefonía y educación.   

El veranito cambiario que se está transitando hace varias semanas quita presión sobre el resto de los precios, en un contexto de brecha cambiaria en mínimos desde mayo, y de sostenimiento de compras por parte del BCRA. En este sentido, al ancla del tipo de cambio oficial se le suma la baja brecha con las cotizaciones paralelas, por lo que la inflación mensual, de no mediar ningún evento disruptivo, posiblemente continúe en la zona de 3-3,5% hasta fin de año.

 

 La inflación tuvo su menor registro en 3 años

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 3,5% en septiembre, mostrando una desaceleración de 0,7 puntos porcentuales con respecto a agosto y marcando su menor registro desde noviembre de 2021 (+2,5%). Con este dato, el IPC Nacional acumula una suba del 101,6% lo que va del año y un incremento interanual del 209%. Además, se ubicó por tercer mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 3,7%.

Se destaca desaceleración de la inflación Núcleo, que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados: registró un 3,3% mensual luego de promediar 3,9% los tres meses previos. De este modo, se ubicó por debajo del nivel general los nueve meses del año, al revés de lo que sucedía el año pasado, cuando traccionaba al nivel general -por el congelamiento de precios regulados-.

Por su parte, si bien los Estacionales mostraron un avance respecto a agosto (2,9% vs. 1,5%), jugaron a favor de la baja de la inflación. Ocurrió lo opuesto con los Regulados: bajaron el ritmo de crecimiento (4,5% luego de subir 5,9% en agosto) pero impulsaron el índice al alza. Las subas en las tarifas de servicios públicos traccionaron a la categoría (transporte público, agua, electricidad, gas y combustibles). También incidieron aumentos en prepagas, telefonía y educación.

Por su parte, los Alimentos y bebidas (+2,3%) cortaron con la aceleración de los dos meses previos. El capítulo fue vital para el registro del nivel general: de excluirlo, la inflación hubiera sido del 4,0%. A su interior, se destaca la caída en los precios de las Verduras (-0,6%), aunque en lo que va del año crecieron 70% más que Alimentos y Bebidas; y un menor avance en infusiones (1,1%), y Aceites, grasas y manteca (+2,1%). Por el contrario, los alimentos que registraron los mayores aumentos fueron Frutas (+4,2%), Carnes y derivados (+3,0%), y Azúcar y dulces (+2,8%).

En esta misma línea, por octavo mes consecutivo los precios de los Bienes (+3,0% mensual, -0,2 p.p.) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+4,6%, -1,9 p.p.). Esta situación es contraria a la de 2023, donde los bienes (+223% durante el año pasado) corrían bien por encima de los servicios (+154%),

En otro orden, las canastas que determinan la línea de pobreza e indigencia también se aceleraron en septiembre. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció un 1,7% mensual, desacelerando 2,2 puntos porcentuales con respecto a agosto.  Del mismo modo, la Canasta Básica Total (CBT) se incrementó un 2,6% en el octavo mes del año, 1,8 puntos porcentuales por debajo de la variación mensual de agosto. La CBA y la CBT acumulan en el año incrementos del 78,1% y 94,6% y variaciones interanuales del 189,9% y 202,0% respectivamente.

¿Desaceleración sostenible?

Cabe destacar que, la baja del Impuesto PAIS vigente desde el 2 de septiembre (se redujo del 17,5% al 7,5% para las importaciones de bienes y fletes) puede haber sido un factor que ayudó a romper el piso inercial del 4%, y que podría colaborar en los meses venideros. Aún así, para ver su impacto total hay que esperar al indicador de precios mayoristas, ya que el traslado al índice minorista puede ser más rezagado. De todos modos, en conjunto el total de bienes afectados por la baja es de aproximadamente 10% del IPC.  

A priori, en octubre impactarán nuevamente aumentos en tarifas de regulados: el suministro de agua subirá 4,9%, la electricidad 3% por el incremento en los tres componentes que conforman la factura (generación, distribución y transporte) pero el gas tendrá una reducción del 10,3% en el PIST, que se traducirá en una caída de entre 3% y 6% en la tarifa total. Además, las tarifas de subte subieron 16,5% el 1 de octubre, las Prepagas en promedio 4,5% y las cuotas de colegios privados subirían 4% en la PBA y 3% en CABA. Por último, se e espera que las empresas de telecomunicaciones vuelvan a aplicar nuevos aumentos en octubre, que se acercarán al 4%.

Pese a esto, el veranito cambiario que se está transitando hace varias semanas quita presión sobre el resto de los precios, en un contexto de brecha cambiaria en mínimos desde mayo, y de sostenimiento de compras por parte del BCRA. En este sentido, al ancla del tipo de cambio oficial se le suma la baja brecha con las cotizaciones paralelas, por lo que la inflación mensual, de no mediar ningún evento disruptivo, posiblemente continúe en la zona de 3-3,5% hasta fin de año.

De todos modos, la trayectoria de la inflación en los últimos meses muestra que es cada vez más difícil (o costoso) mostrar sucesivas bajas de la inflación. La paulatina recuperación de la economía, de la mano de mejores ingresos reales y el crédito, comenzará a presionar los precios vía una mayor demanda.

La industria se recupera, pero la construcción se frena

El Índice de la Producción Manufacturero (IPI Manufacturero) marcó una suba mensual desestacionalizada del 1,5% en agosto, hilando así el segundo mes consecutivo al alza (+8,8% entre julio y agosto). Si bien el indicador desestacionalizado se recuperó un 1,3% contra diciembre, aún se ubica un 8,2% por debajo de su nivel promedio en 2023.

El Indicador Sintético de la Construcción (ISAC) marcó una caída mensual desestacionalizada del -2,9% para agosto, rompiendo así una racha de 4 meses consecutivos con variaciones mensuales positivas. De esta manera, el indicador se encuentra un 26,4% por debajo de su nivel en el mismo mes del 2023, mientras que en los primeros 8 meses del año acumula una caída del 30,3% i.a.

Más allá del freno en el último mes, la recuperación desde los mínimos fue mucho mayor en la construcción que en la industria. Sin embargo, parte de ello se explica por la fuerte caída inicial de la construcción dado su componente procíclico con la actividad económica y la marcada caída en la inversión productiva. De cara a septiembre, tanto para la industria como para la construcción los indicadores tempranos de actividad no son tan alentadores: la producción automotriz (ADEFA) mostró una caída mensual del 2,6% s.e., mientras que el Índice Construya (mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado para la construcción) registró una contracción mensual del 5,4% s.e.

 

La industria continuó recuperándose en agosto

El Índice de la Producción Manufacturero (IPI Manufacturero) marcó una suba mensual desestacionalizada del 1,5% en agosto, hilando así el segundo mes consecutivo al alza (+8,8% entre julio y agosto). Si bien el indicador desestacionalizado se recuperó un 1,3% contra diciembre, aún se ubica un 8,2% por debajo de su nivel promedio en 2023.

Con respecto a la comparación interanual, el índice mostró en agosto una caída del 6,9%. A nivel sectorial, los sectores con mayor incidencia negativa fueron Madera, papel, edición e impresión (-17,8% i.a), Productos de metal, maquinaria y equipo (-15,7% i.a.), Maquinaria y equipo (-19,2% i.a.), Productos minerales no metálicos (-22,2%); Industrias metálicas básicas (-11,0% i.a.), Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes (-12,5% i.a.) y Productos de caucho y plástico (-13,9% i.a.).

Por su parte, los sectores que aportaron positivamente fueron Refinación del petróleo, coque y combustible nuclear (12,4% i.a.); y Alimentos y bebidas (1,5% i.a.). En cuanto a esta última rama, el desempeño estuvo impulsado principalmente por la molienda de oleaginosas, que experimentó un aumento del 43,1% interanual, contribuyendo con 3,2 puntos porcentuales al +1,5% del total.

En términos más generales, los bienes de capital registraron una caída de 13,5%, y los bienes de uso intermedio una caída del 10,2% en comparación con agosto de 2023, mientras que los bienes de consumo no durables se ubicaron un 2,9% por debajo del nivel alcanzado en el mismo mes del año anterior.

La construcción cortó su racha positiva en agosto

El Indicador Sintético de la Construcción (ISAC) marcó una caída mensual desestacionalizada del -2,9% para agosto, rompiendo así una racha de 4 meses consecutivos con variaciones mensuales positivas. De esta manera, el indicador se encuentra un 26,4% por debajo de su nivel en el mismo mes del 2023, mientras que en los primeros 8 meses del año acumula una caída del 30,3% i.a.

Volviendo a la comparación intermensual, la caída se explicaría principalmente por Asfalto (-15% m/m); Yeso (-17% m/m); Hormigón (-11% m/m); Cemento (-8% m/m); y Mosaicos (-7% m/m). Por su parte, jugaron a favor del Indicador los Artículos Sanitarios de Cerámica (+9% m/m); los Pisos y Revestimientos Cerámicos (+14% m/m); el Hierro (+8,4% m/m); las Cales (+2% m/m); los Ladrillos Huecos (+2% m/m); y las Placas de Yeso (+3,5% m/m).

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Más allá del freno en el último mes, la recuperación desde los mínimos fue mucho mayor en la construcción que en la industria. Sin embargo, parte de ello se explica por la fuerte caída inicial de la construcción dado su componente procíclico con la actividad económica y la marcada caída en la inversión productiva.

De cara a septiembre, tanto para la industria como para la construcción los indicadores tempranos de actividad no son tan alentadores: la producción automotriz (ADEFA) mostró una caída mensual del 2,6% s.e., mientras que el Índice Construya (mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado para la construcción) registró una contracción mensual del 5,4% s.e.

Por el lado de la industria, a nivel sectorial prevemos que las ramas asociadas a los sectores energético, minero y agropecuario (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, refinación del petróleo, etc.) mantengan un buen desempeño en los próximos meses y sean los que traccionen la industria durante el año. Sin embargo, en su conjunto representan menos del 10% de la industria, por lo que la performance agregada del sector fabril dependerá más de lo que ocurra con el resto de las ramas. Justamente, las ramas más vinculadas a la demanda interna son las que más se deterioraron en lo que va del año, lo cual explicaría una caída de la industria en 2024 aún mayor a la que sufriría la actividad económica en el agregado.

Por el lado de la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública y la obra privada. Por el lado de la obra pública, difícilmente se vea una recuperación significativa dado el freno al gasto de capital llevado adelante por el Gobierno. Con respecto a la obra privada, la reaparición del crédito hipotecario, el blanqueo y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor, pero su efecto pleno creemos que recién podría verse el año entrante.

De hecho, la encuesta cualitativa de la construcción elaborada por el INDEC con un horizonte de 2 meses avala dicha dinámica. Si bien se redujo notablemente la cantidad de encuestados que esperaban una caída en la actividad del sector (pasó del 16,4% en julio al 8,8% en agosto), la mayor parte de aquellos encuestados no espera un incremento en la obra privada (pasó del 21,8% al 24,8%), sino que ve más probable que el sector se estanque en los niveles actuales (pasó del 61,8% al 66,4%).

Las primeras señales de desgaste obligan a repensar la estrategia política

No iba a ser fácil del desafío de Javier Milei, no lo hubiera sido para ninguno de los candidatos a presidentes del 2023. Nunca es fácil hacer el ajuste. Existen copiosas y numerosas investigaciones y estudios que analizan los efectos que tienen los programas de ajustes severos en el gasto público sobre los gobiernos que los implementan. Son estudios que se enfocan en las consecuencias políticas, económicas y sociales de tales políticas, que en general incluyen recortes en programas de bienestar, salarios públicos y subsidios a la ciudadanía. Y si bien estas investigaciones dan cuenta de casos exitosos de gobiernos que hacen el ajuste, los antecedentes indican que en la mayoría de los casos estos gobiernos colapsan políticamente.

Lo interesante de estos trabajos es observar los factores que se señalan cómo críticos para determinar la probabilidad de éxito de gobiernos que implementa un ajuste, porque podrían ser útil para observar el caso de Milei. Y allí uno podría hacer una síntesis de cuatro factores que se repiten de una u otra manera como críticos para aumentar o disminuir las chances de todo gobierno de sobrevivir políticamente a la implementación de un ajuste.

El análisis sobre la magnitud del ajuste requiere una profundidad y una capacidad económica de análisis que se lo dejaremos a los economistas, pero en todo caso, vale la pena remarcar que es necesario tener en claro cuánto ajuste se necesita, en qué tiempos y cuánto está dispuesto a tolerar el cuerpo social.

En relación al segundo factor, aquí el gobierno corre con una ventaja. Al margen de lo que el propio gobierno pueda haber hecho para explicar o justificar el ajuste, la realidad de los últimos años ha contribuido a que la sociedad argentina comprenda que era insostenible el financiamiento no monetario del déficit, como consecuencia de la alta inflación que estaba padeciendo. Los problemas de funcionamiento de la economía lentamente fueron construyendo un consenso social sobre la necesidad el ajuste. Ello se vio verificado en el dato recogido por nuestro estudio de septiembre, donde el 52% considera que es total o bastante importante lograr el equilibrio fiscal. Consenso que llega al 60% si incluimos a los que consideran que es medianamente importante.

En relación al tercer factor, aquí ocurre algo parecido con lo que ocurre con el primero. Los márgenes de mitigación dependen de la magnitud del ajuste y de la capacidad de discrecionalidad que se tiene en la distribución de la carga del ajuste. Pero en todo caso, y pensando en el caso Milei, se podría advertir que el Gobierno pareciera tener alguna sensibilidad al respecto, porque uno de los pocos rubros que han crecido en términos reales en el gasto público son las transferencias del programa AUH destinado a madres y niños en situación de vulnerabilidad. Queda la pregunta de si se puede hacer un esfuerzo mayor, sobre todo por las discusiones que han emergido en derredor del gasto en jubilaciones y del gasto en universidades.

El último factor pareciera ser el más endeble del actual caso de Javier Milei. En el mismo estudio de septiembre antes mencionado, recogemos la percepción que el 70% de la opinión pública considera que el ajuste está recayendo más obre la gente que sobre la casta, un dato que pone en crisis una de las promesas más mencionadas por Milei respecto de la justicia del ajuste: que esta vez lo iba a pagar la casta. Independientemente de la discusión de si el ajuste podía o no pagarlo enteramente la casta (algo inverosímil), la construcción de la narrativa del gobierno se ve frustrada por este dato y nos advierte que pudiera no estar siendo visto como justa la distribución de la carga de este ajuste, lo que le resta legitimidad, y con ello probabilidad de éxito al mismo.

Pero hay un quinto factor, que como está implícito en la razón de ser de todo ajuste, no está contemplado como factor pero es quizá el más determinante, y es el resultado deseado de todo ajuste: la recuperación económica. Todo el esfuerzo se justifica en el deseo de obtener los resultados deseados. Y es aquí donde también el programa de ajuste de Milei observa tensiones. Sobre todo porque Milei había advertido de las consecuencias del ajuste, pero también había dicho que la peor parte iba a ocurrir en marzo y abril y que después de ello sobrevendría una recuperación vigorosa usando aquella metáfora escatológica del buzo.

Lo cierto es que: 1) la recuperación pareciera ser más lenta y menos intensa de lo que el gobierno hubiese deseado, 2) ello pareciera estar impactando en los niveles de apoyos, que si bien siguen siendo significativos, podrían advertir que el natural desgaste de todo gobierno que hace el ajuste está ocurriendo, y 2) lo que requerirá de una mayor paciencia social, para lo cual se necesita reforzar la fortaleza en los 4 factores señalados.

Si no se puede o quiere aflojar el ajuste, ni tampoco ampliar las acciones de mitigación de su impacto social, queda trabajar en los otros dos criterios, que están más vinculados a la estrategia política. Allí se puede: 1) fortalecer la predisposición de explicar el ajuste, con una estrategia de comunicación más inteligente y empática, y 2) evaluar alternativas de una mejor distribución de las cargas del ajuste, para hacerlo más tolerable socialmente.