El frente externo arrancó el 2024 con viento a favor: el saldo comercial acumuló USD 8.728 M en los primeros cinco meses del año, explicado tanto por una recuperación de las exportaciones (USD 31.472 M, +12,1% i.a.) como por un deterioro de las importaciones (USD 22.744 M, -26,0% i.a.).
La caída de las compras externas es prácticamente generalizada: de los principales 15 sectores que componen el 80% de las importaciones de bienes, 13 cayeron en términos interanuales para el acumulado hasta mayo. En este sentido, la caída la lideran importaciones vinculadas a bienes de consumo e intermedios, en conjunto a mínimos históricos de importaciones de combustibles.
Por el lado de las exportaciones, la mejora principalmente se explica por productos vinculados al sector primario. En este sentido, de los 20 principales productos que representan el 70% de las ventas externas, 12 mostraron un crecimiento en los primeros cinco meses del año. Resalta la performance del trigo, petróleo crudo, maíz y subproductos oleaginosos de soja.
El frente externo arrancó el 2024 con viento a favor: el saldo comercial acumuló USD 8.728 M en los primeros cinco meses del año, explicado tanto por una recuperación de las exportaciones (USD 31.472 M, +12,2% i.a.) como por un deterioro de las importaciones (USD 22.744 M, -26,0% i.a.).
Detrás de este resultado hay varios motivos. Para las ventas externas, la recuperación de los valores de la cosecha gruesa se ubica como el principal motor de la recuperación. Por el lado de las compras externas, la recesión económica que se encuentra transitando la economía en la actualidad implicó un desplome en las importaciones de bienes vinculadas tanto al consumo como a la producción. Además, un factor no menor reside en la mejora en la balanza comercial energética: como consecuencia de avances estructurales, las compras externas por menores necesidades de abastecimiento con el exterior se encuentran en niveles mínimos históricos, también en conjunto a una mejora en las exportaciones.
Además, existieron medidas de política económica que agudizaron esta performance: (i) Con la asunción del Gobierno se llevó a cabo un salto discreto del tipo de cambio oficial (+120%) que mejoró en lo inmediato la cotización real; (ii) Se modificaron los tipos de cambio efectivos, ubicando al tipo de cambio importador por encima del exportador como consecuencia de la modificación del impuesto PAÍS; (iii) Para las exportaciones, se implementó un programa de liquidación del 80% al MULC y 20% al CCL; (iv) Para las importaciones, se realizó un sistema diferenciado para los pagos entre flujos y stocks: en los primeros, se diseñó un programa de liquidación de pagos escalonado del 25% mensual, mientras que para los segundos se ofreció un nuevo instrumento de deuda del BCRA (BORPEAL). En este sentido, con estas medidas se buscó mejorar la competitividad cambiaria y frenar el incentivo a adelantar importaciones y postergar exportaciones, que estaba sumamente presente con el régimen de la gestión anterior.
Con este panorama, surgen los siguientes interrogantes: ¿cuáles fueron los rubros que mayormente explicaron la mejora en el saldo comercial? y, a su vez, ¿se podrá mantener en el tiempo?
Zoom a los rubros del saldo comercial
Históricamente, los periodos con recesión económica traen aparejados un deterioro más que proporcional en las importaciones. En contraste a otros eventos de devaluación y caída en la actividad, la actualidad no es la excepción: las importaciones están cayendo más que el triple en contraste al deterioro del PIB. Puesto en números, mientras que la actividad económica se contrajo -4,8% en términos desestacionalizados desde inicios de caída (oct-23) hasta el último dato disponible (abr-23), las importaciones cayeron a un ritmo de -17,6% en la medición desestacionalizada.
En este sentido, podemos ver que la caída de las compras externas es prácticamente generalizada: de los principales 15 sectores que componen el 80% de las importaciones de bienes, 13 cayeron en términos interanuales hasta el acumulado hasta mayo.
Cabe destacar que las contracciones más pronunciadas se observaron en bienes vinculados al consumo, como pueden ser Electrónica (-67,0% i.a.) y Alimentos, bebidas y tabaco (-36,9% i.a.). A su vez, también existieron caídas relevantes en las principales compras externas vinculadas a la producción, como lo son los bienes intermedios: la industria metalúrgica cayó -39,2% i.a., mientras que plásticos y químicos varios se deterioraron -31,8% i.a. y -24,4% i.a., respectivamente.
En un contexto de recesión “de demanda”, en el cual la caída en la actividad está estrechamente vinculada a un deterioro del salario real (como consecuencia de la aceleración de la inflación) y caída del ingreso disponible de los hogares (dado que al deterioro de los ingresos se le suma la actualización de servicios inelásticos), resulta lógico que la economía este transitando una etapa de ajuste del consumo, tanto de bienes locales como producidos en el exterior.
A su vez, la recesión también ajusta vía menor producción de algunas ramas vinculadas principalmente a la industria manufacturera y, por ende, importación de bienes intermedios, que pueden estar transitando ciertas complicaciones en las cadenas de pagos en conjunto a adelantos de compras externas previas y acumulación de stocks (dado el incentivo que generaba la brecha cambiaria y la expectativa de devaluación). En este sentido, en un contexto recesivo como el actual el levantamiento de las restricciones a las importaciones no se tradujo en un incremento a las importaciones de bienes.
Sin embargo, un caso particular se puede observar en el rubro automotriz: las importaciones de vehículos y motos crecieron 1,8% i.a., mientras que las compras externas de autopartes se deterioraron -18,4% i.a. En este sentido, las restricciones que rigieron durante el año anterior implicaron que las importaciones de vehículos finales se ubiquen en mínimos históricos, llegando a representar un mínimo de 20% de patentamientos respecto al total durante 2023: así, el crecimiento en la actualidad puede explicarse por cierta demanda reprimida de determinados sectores. Pese a esto, las compras intermedias del sector (autopartes) se ubicaron en rojo, en línea al deterioro de la producción local (según ADEFA, la caída en la producción del sector es de -23,8% i.a. en los primeros cinco meses del año).
Párrafo aparte merece el sector energético: una de las caídas más pronunciadas fue la de Combustibles (-66,4% i.a.), representando las compras externas más bajas de al menos las últimas dos décadas. En este sentido, la menor necesidad estructural como consecuencia de avances en Vaca Muerta y la construcción del gasoducto explicaron la caída de este segmento, en línea a un incremento de la producción no convencional de combustibles.
Por el lado de las exportaciones, la mejora principalmente se explica por productos vinculados al sector primario. En este sentido, de los 20 principales productos que representan el 70% de las ventas externas, 12 mostraron un crecimiento en los primeros cinco meses del año.
En este sentido, la mejora de las ventas externas está estrechamente relacionada con la recuperación de los valores de la cosecha gruesa. Según la Bolsa de Cereales, en la campaña 2023/24 la producción total de la oleaginosa (soja) se ubicó en 50,5 millones de toneladas, 27,5 MTn por encima de la campaña previa (afectada por la sequía), pero en línea con el promedio de los últimos ciclos.
Haciendo un zoom a los productos que exhibieron mejor performance, resalta el caso del trigo: creció 227,7% i.a., superando en los primeros cinco meses del año la totalidad exportada durante todo 2023. Otros productos vinculados al sector primario y de manufacturas de origen agropecuario también exhibieron mejoras tras la sequía: las exportaciones de soja crecieron un 124,3% i.a., de maíz un 32,7% i.a., los subproductos oleaginosos de soja un 17,4% i.a. y aceites de soja un 8,0% i.a. Además, las ventas externas de petróleo crudo crecieron 62,1% i.a.
En esta línea, existieron algunos factores que agudizaron la performance de la mejora de las exportaciones de estos productos: (i) la mejora de la competitividad cambiaria en conjunto a una menor brecha ayudaron -al menos en un principio- a incentivar las ventas externas; (ii) la caída de la demanda interna también pudo haber otorgado cierto incentivo a volcar producción al exterior, como por ejemplo en algunos productos específicos como energía, trigo y maíz; (iii) en algunos casos específicos, como carnes, la desregulación de determinados productos que anteriormente tenían restricciones a las exportaciones también otorgaron dinamismo extra a estos segmentos.
Sin embargo, la mejora en las exportaciones no es generalizada, en un contexto en el que existen segmentos con relevante ponderación que están exhibiendo caídas: por caso, los vehículos automóviles terrestres acumularon una caída de -25,4% i.a. en los primeros cinco meses, siendo el segmento más relevante dentro de las manufacturas de origen industrial.
Ahora bien, ¿es sostenible este resultado?
En términos de importaciones, la caída se mantendrá en el corto plazo. Sin embargo, estimamos que exista una desaceleración en la caída (e incluso la posibilidad de que en los últimos meses del 2024 las compras externas comiencen a crecer) en la medida que la actividad económica comience a recuperar como consecuencia de la desaceleración inflacionaria y una paulatina mejora del salario real. En este sentido, podría existir una recuperación de las importaciones de determinados segmentos vinculados a bienes de consumo y a bienes para la producción, vía el incentivo extra que trae aparejado la eliminación de las restricciones a las importaciones y las medidas de desregulación del comercio. Respecto a las exportaciones, los valores de las ventas externas se mantendrán en terreno positivo e incluso acelerarían la mejora en los próximos meses, como consecuencia de cierta postergación en la cosecha gruesa y el dinamismo extra que otorgan ramas vinculadas al sector energético.
Cabe destacar que el grueso del superávit comercial se explica principalmente por el desplome de las importaciones, y, en menor relevancia por la mejora en exportaciones. En la medida que la actividad económica comience a recuperarse, la recuperación en las importaciones achicará notablemente el superávit comercial. Por caso, si las importaciones de este año se hubiesen mantenido en los mismos valores de 2023, el superávit comercial sería solo de USD 700 M para los primeros cinco meses del año (vs los USD 9000 M efectivos).
Con todo este escenario, el frente externo tendría un superávit comercial que podrá ser superior a los USD 14.000 M en 2024, que resulta de suma relevancia para el objetivo de recomposición de reservas del BCRA. Una de las claves de la estrategia del Gobierno es engrosar las Reservas Internacionales (RRII), para mejorar el balance de la entidad y conseguir el respaldo suficiente para una eventual unificación cambiaria.
Sin embargo, cabe mencionar determinados riesgos. En la actualidad, la suba de la brecha cambiaria (hoy ubicada en la zona del 50%) en conjunto al atraso del tipo de cambio oficial en términos reales en contraste a los niveles post devaluación pueden estar otorgando cierta alarma sobre la sostenibilidad del programa en el corto plazo. En este sentido, una agudización de este escenario podría incrementar las expectativas de devaluación y que cobren mayor relevancia los factores especulativos en torno a la demanda de importaciones. Además, una vez que la liquidación de la cosecha gruesa finalice, una de las principales dudas es si se podrá mantener en programa actual sin la ayuda del sector primario liquidando divisas para engrosar las reservas internacionales.