La segunda ola de Coronavirus llegó con fuerza, y el gobierno endureció las restricciones sanitarias. Considerando que “hoy la economía no podría soportar una cuarentena estricta como la de 2020”, tal como afirmó el ministro Martín Guzmán hace dos semanas, las nuevas limitaciones intentaron no golpear demasiado a la producción de bienes y servicios. En este sentido, las medidas anunciadas ayer no alteran nuestras principales proyecciones.
Por lo tanto, mantenemos un crecimiento de 6% del PBI en 2021, en tanto ya contemplábamos algunas restricciones en el marco de la segunda ola. Aun cuando el número pareciera reflejar a priori un avance importante, solo se recuperaría poco más de la mitad de lo perdido en 2020. Más aún, dado que una parte no menor del retroceso que provocaron la pandemia y la cuarentena ya se había recuperado al cierre del año pasado (diciembre 2020 se ubicó solo 3% por debajo de diciembre 2019), la mejora de la actividad a lo largo de este año será prácticamente imperceptible.
Por caso, si el nivel de actividad de enero se mantuviera constante durante todo el 2021, la economía crecería 8% en el promedio anual. Sin embargo, esta variable se contraerá en los próximos meses, de modo que la recuperación sería menor. Concretamente, el nivel de actividad de diciembre 2021 sería solo 0,6% mayor al de diciembre 2020.
El gobierno ya anunció un bono de ARS 15.000 para todos los perceptores de la Asignación Universal por Hijo y monotributistas de las dos categorías más bajas, alcanzando alrededor de dos millones de personas en total. Según nuestros cálculos, el costo directo de esta medida rondaría los ARS 40.000 millones, equivalente a 0,1% del PBI. En orden de magnitud, el año pasado, IFE y ATP mediante, el gasto extra llegó a 2,5% del PBI. De esta manera, se comprende que el bono anunciado no cambiará la salud de las cuentas públicas. Más aún, si bien la caída de la actividad afectará la recaudación, por ahora la meta de déficit primario (-4,5% del PBI) se lograría sin mayores contratiempos.
En este contexto, también mantenemos nuestras proyecciones de inflación. Si bien el año arrancó muy complicado en este frente (+12% en el primer trimestre, lo que representa un valor anualizado de 60%), esta variable se desaceleraría en los próximos meses. Un dólar oficial que entró en modo electoral y redujo su tasa de depreciación, tarifas de servicios públicos sin grandes actualizaciones y negociaciones salariales que no traerán recuperaciones significativas del poder adquisitivo moderarían la suba de precios. Ahora bien, de ninguna manera se alcanzará el 29% de meta oficial: la inflación se acelerará en relación con 2020, acumulando más de 40% en el año.
Por último, vale destacar que ratificamos nuestra proyección de un dólar oficial en torno a 112 pesos para fin de año. No obstante, no descartamos un endurecimiento del cepo si la demanda de divisas se incrementa: las Reservas netas continúan en niveles muy bajos (USD 5.000 millones, marcando una caída mayor al 50% desde el comienzo de la pandemia), y el Banco Central seguiría restringiendo cantidades en lugar de ajustar por precios.
En síntesis, los anuncios de ayer están en línea con nuestras proyecciones. El cambio en las mismas estará asociado a una prolongación y profundización de las restricciones, que terminen por afectar sensiblemente el entramado productivo, el consumo y la inversión. Si ese escenario sucediera, la recaudación sufrirá, la ayuda estatal agrandará el déficit fiscal y, como consecuencia, la emisión presionará sobre el tipo de cambio y la inflación. Lamentablemente, con las medidas anunciadas ayer, estamos un paso más cerca de esa configuración de escenario pesimista. Esperemos se frene a tiempo.