Sector Externo

Los precios para arriba, las cantidades para abajo

En el último trimestre del 2020, los precios de exportación de Argentina subieron 1,7% i.a., cortando una racha de dos años a la baja. A su vez, los precios de importación se redujeron 1,3% i.a., acumulando su octavo trimestre en terreno negativo. De esta forma, los términos de intercambio subieron 3,1% i.a.

Aunque esta mejoría representa una buena noticia, el efecto más marcado del último cuarto del año fue un abrupto cambio en la evolución de las cantidades. Por el lado de las exportaciones, los bienes enviados al exterior cayeron 27% i.a. en volúmenes, más que triplicando el ritmo de descenso que exhibieron en los primeros nueve meses del año (-8% i.a.). Así, alcanzaron el mínimo nivel desde el cuarto trimestre de 2015, cuando se habían retenido los envíos al exterior de granos y productos agropecuarios a la espera de una devaluación y baja de retenciones finalmente concretadas. Mientras tanto, las importaciones revirtieron su signo, pasando de caer 18% i.a. en los tres trimestres previos a crecer 14% i.a.

Este repentino cambio de comportamiento estuvo vinculado con la elevada brecha cambiaria, que alimenta unas crecientes expectativas de devaluación. Al término de un año en que el comercio global se vio muy golpeado por la pandemia, las proyecciones de un salto del dólar oficial motivaron a los importadores a incrementar sus stocks para cubrirse, a la vez que alentó a los exportadores a posponer sus ventas a la espera de recibir “más pesos” por la misma cantidad de dólares. Vale destacar que estos últimos también se vieron severamente afectados por el paro de aceiteros y recibidores de granos, que demoró algunas semanas los envíos al exterior. Este efecto fue el responsable de que los volúmenes exportados de semillas y oleaginosas se derrumbaran 79,4% i.a., el aceite de girasol 50,0% i.a. y la harina y pellets de soja 33,5% i.a., entre otros. Sin embargo, los productos que no estuvieron afectados por el conflicto gremial tampoco mostraron buenos desempeños en el trimestre y todos los rubros (con excepción únicamente de bebidas, lácteos y combustibles) se ubicaron en terreno negativo. Por parte de las importaciones, todas las categorías (excepto combustibles) treparon hacia fin de año. En particular, se destacan las compras de autos (+44,2% i.a.), que operan como una vía alternativa de ahorro en un contexto de restricciones cambiarias, bienes intermedios alimenticios (+63,4% i.a.) y químicos (+19,3% i.a.).

Como resultado, el 2020 concluyó con un superávit comercial de USD 12.500 M. Este saldo se contrajo 22% i.a. en un contexto en que la capacidad de compra de nuestras exportaciones mejoró levemente en relación con nuestras importaciones (+0,6%). Por tanto, la reducción debe buscarse por el lado de las cantidades. Aunque nuestro nivel de actividad se vio más golpeado que la media mundial y que el PBI de nuestros socios comerciales (incluso China, el segundo más importante de nuestros compradores, sería uno de los pocos países en lograr sortear la recesión), las cantidades exportadas (-13,2%) tuvieron una caída más profunda que las importadas (-10,7%).

Con la perspectiva de que los precios internacionales seguirán jugando a favor en 2021 (así lo indican los contratos futuros de soja y sus derivados), esperamos que el balance comercial se incremente este año. Sin embargo, difícilmente las cantidades exportadas recuperen el 15% de caída que acumulan desde su pico en 2011. Así, la recuperación de los volúmenes importados a la salida de la pandemia insumirá cada vez una porción mayor de los dólares que ingresen. Una década de estancamiento de los envíos al exterior no es compatible con el crecimiento sostenido y deberá ser un foco a donde apuntar las políticas de los próximos años.



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