En diciembre de 2020, la balanza comercial de bienes arrojó un déficit de USD 360 millones, volviendo a terreno negativo por primera vez desde agosto de 2018. La reversión del superávit de USD 2.200 millones obtenido en el último mes de 2019 se explicó tanto por un desplome de las exportaciones (-34% i.a., orillando USD 3.500 millones), como por un avance de las importaciones (USD +25% i.a., superando USD 3.900 millones).
Una brecha elevada que alimentó las expectativas de devaluación, posponiendo ventas al exterior y adelantando compras, una industria que se recupera luego de la pandemia y el paro de los trabajadores aceiteros y recibidores de granos en los puertos de Rosario y Bahía Blanca (entre otros), que afectó a los envíos de productos oleaginosos, explicaron esta dinámica que no por coyuntural deja de ser preocupante.
Por el lado de las exportaciones, resalta el duro golpe en productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (-45% i.a.). A pesar del avance de 3% i.a. y 6% i.a. de los precios, el derrumbe de 47,5% i.a. de las cantidades complicó el resultado. En este caso, algunos conflictos gremiales del sector sumaron problemas a un resultado que ya venía muy golpeado por la brecha cambiaria: sin el paro de los trabajadores aceiteros, estimamos que las exportaciones de diciembre habrían sido alrededor de USD 1.000 millones mayores a lo que efectivamente fueron, de modo que, aunque habrían seguido acusando una caída importante (-16% i.a., en línea con el promedio agosto-diciembre), la balanza comercial habría cerrado en terreno positivo. Sin embargo, y lamentablemente, esto no pasó.
Por el lado importador, una recuperación de la producción industrial cercana al 5% i.a. en diciembre alentó a las compras externas. No obstante, esto sólo no explica semejante salto (+25% i.a.): la brecha y las expectativas de devaluación -no sólo de diciembre, sino también de los meses anteriores, en tanto en un mes suelen “ingresar” las órdenes de compra de algunos meses atrás- también fueron fundamentales para impulsar las compras externas. A nivel de usos económicos, sobresale el avance de bienes de capital (+34% i.a.), piezas y accesorios (+50% i.a.) y bienes intermedios (+32% i.a.).
Con estos números, 2020 cerró con superávit de USD 12.500 millones, marcando una caída de 21,7% en relación con el acumulado 2019 (USD 16.000 millones). Este deterioro obedeció íntegramente a la caída de las exportaciones (-16% i.a., totalizando USD 54.900 millones), en tanto las importaciones se redujeron 14% i.a. a lo largo del año pasado, apenas superando USD 42.350 millones -el valor más bajo desde 2009-.
Más allá del acumulado anual, en 2020 se observaron dos grandes momentos: uno que va de enero a agosto, con mejora del saldo comercial por un desplome importador, y otro que va de septiembre a diciembre, con un deterioro del resultado, producto, esencialmente, de las expectativas de devaluación que genera la brecha. Concretamente, mientras que en los primeros ocho meses del año el superávit comercial mejoró un 40% i.a., entre septiembre y diciembre se desplomó un 85% i.a.
A pesar de que en la última parte del año pasado la economía global comenzó a recuperarse y mejoraron nuestros términos de intercambio, las exportaciones duplicaron su caída interanual al pasar de 12% i.a. entre enero y agosto al 24% i.a. entre septiembre y diciembre. En sentido contrario, las importaciones pasaron de retroceder al 24% i.a. a crecer al 10% i.a. La disparada de la brecha -y la recuperación de la industria local sobre el cierre del año- explican este cambio de tendencia.
De cara a 2021, el resultado comercial volvería a terreno positivo. El déficit de diciembre fue algo coyuntural y puntual, explicado esencialmente por problemas logísticos. Por este motivo, proyectamos que el saldo comercial de este año superaría al de 2020, ubicándose cerca de USD 13.000 millones. A la inversa del año pasado, la recuperación se concentrará en el último cuatrimestre del año, es decir, en los peores meses del 2020. Esperemos que la tentación -electoral- de atrasar al tipo de cambio real no juegue en contra en ese momento, reduciendo la competitividad precio de nuestra economía y alimentando la brecha: los perjuicios serían muy importantes.