En el tercer trimestre, la cuenta corriente del balance de pagos mostró un superávit de USD 1.200 millones. Con este dato, dicho saldo -que suma los flujos comerciales de bienes y servicios y las rentas percibidas por inversiones en el exterior- revirtió el déficit de más de USD 1.000 millones observado en el tercer cuarto del 2019 y acumula un año con resultado favorable.
La última vez que nuestra cuenta corriente fue superavitaria a lo largo de cuatro trimestres consecutivos fue en el año 2012. En esa ocasión, se registraron exportaciones por encima de los USD 80.000 millones, debido a unos términos de intercambio muy favorables (por caso, el precio de la tonelada de soja promedió el año por encima de USD 500). Esta vez, por el contrario, la mejoría no provino de un salto exportador, sino del cierre de las fuentes de financiamiento. Este proceso comenzó en el segundo cuarto del 2018, cuando el flujo de capitales hacia nuestro país se interrumpió, llevándonos al FMI. Un año después, ya sin financiamiento privado ni institucional, el saldo de la cuenta corriente cambió de signo, eliminando los requerimientos de financiamiento por la vía comercial. Sin embargo, nuestro balance exterior no terminó equilibrado: la salida de capitales (venta masiva de activos argentinos) causó que el Banco Central perdiera sistemáticamente reservas para morigerar el desplome de nuestra moneda.
Así llegamos al 2020, en que la pandemia resintió el comercio mundial, y nuestras ventas a otros países descendieron 12% (hasta septiembre). En ese contexto, una crisis doméstica más aguda que en el resto del mundo y un control creciente de los productos que ingresan a nuestro país hicieron que las importaciones cayeran 21% en los primeros nueve meses del año. Por esto, el saldo del comercio de bienes permaneció positivo. Además, las restricciones a la movilidad internacional acotaron aún más el déficit de la cuenta de servicios (donde se ubica el turismo internacional), que venía contrayéndose desde el segundo trimestre de 2018. Por último, por efecto de la crisis, la remisión de utilidades y dividendos se vio muy acotada este año, reduciendo en más de 60% el flujo neto hacia el exterior de rentas asociadas a inversiones directas (aquellas que devengan empresas extranjeras o tenencias significativas de acciones por parte de no residentes) y, por efecto de la negociación de la deuda pública, los intereses generados por inversiones financieras también se vieron afectados (el pago estuvo suspendido durante buena parte del año, y aún continúa en ese estado para los bonos subsoberanos de las Provincias que siguen en negociaciones). Estos motivos hicieron que nuestra cuenta corriente permaneciera positiva, acumulando más de USD 4.300 millones.
Pero este saldo no se correspondió con una mayor disponibilidad de dólares para que nuestro país pudiera desendeudarse o acumular reservas. Contrario a esto, la salida de capitales no cesó y más que duplicó al superávit de cuenta corriente a lo largo del año. De esta forma, el BCRA continuó perdiendo Reservas a un ritmo preocupante. En particular, en el tercer trimestre se filtraron casi USD 2.700 millones por la cuenta inversión de cartera. Otro tanto salió por la cuenta otras inversiones, donde se ubica la compra de dólares de particulares.
De cara a fin de año, considerando los datos del intercambio comercial de octubre y noviembre, la elevada brecha cambiaria redujo considerablemente el saldo del comercio de bienes. Por esto, esperamos que la cuenta corriente sea mucho menos favorable en el cuarto trimestre. A este factor, en 2021 se sumará la recuperación de la demanda interna y del turismo emisivo, que podrían erosionar aún más este resultado.
Con un superávit corriente más acotado, Argentina deberá cerrar la sangría financiera del sector privado para -al menos- dejar de perder divisas. Si bien los pagos de deuda pública en moneda externa no serán abultados, las reservas sí serán escasas. Mientras más se calme este frente, menos ajuste deberá exigírsele a la cuenta corriente, en un contexto en que el Banco Central se está quedando sin balas de plata.