Finanzas Públicas

El gasto primario vuelve a crecer sobre los ingresos totales

¿Cómo comenzaron el año las cuentas públicas?

El Sector Público Nacional no Financiero tuvo un déficit primario de casi ARS 4.000 millones durante enero de 2020, y de este modo, el resultado primario fue de -0,01% del PBI. Si bien este dato es cercano al equilibrio, se debe recordar que enero suele ser un mes superavitario, ya que la recaudación tributaria en este mes tiene el impulso del aguinaldo.

En esta línea, se destaca que por primera vez en los últimos 24 meses, el gasto primario (50,6% i.a.) creció por encima de los ingresos (40,3% i.a.) en la comparación interanual. Mientras las primeras casi empardan la inflación (-1,5% i.a. en términos reales), la recaudación quedó bastante rezagada (-8,2% i.a. deflactada). Por un lado, esto se corresponde a que el adelanto de exportaciones en diciembre pasado concentró los derechos de exportación en dicho mes. Asimismo, parte de los ingresos no tributarios mostraron un decrecimiento, debido a la elevada base de comparación en Otros Ingresos Corrientes y la ausencia de ingresos del FGS (Fondo de Garantía de Sustentabilidad) a ANSES en el caso de los Ingresos de Capital.

Por su parte, el pago de intereses fue de ARS 87.000 millones en el primer mes del año, un crecimiento de 13,5% i.a. De este modo, descontando el aumento de los precios, se observa una caída superior al 25% i.a. de los mismos, que prácticamente compensa la dinámica exhibida por el resultado primario y tiene como consecuencia un déficit financiero de casi ARS 91.000 millones (-0,3% del PBI), que resulta equivalente en términos reales al registrado en enero de 2019.

¿Qué hay detrás del mayor crecimiento del gasto?

El avance de los gastos del primer mes del año fue traccionado por el crecimiento de las Prestaciones Sociales (+62,1% i.a., +6% i.a. en términos reales), dinámica asociada a la elevada inercia que trae la movilidad jubilatoria en los últimos doce meses. Por su parte, en enero los programas sociales exhibieron un fuerte aumento tras el bono a jubilados y al comienzo de la implementación de la tarjeta alimentaria, medidas que conjuntamente superaron los ARS 25.000 millones. Esto implicó un aumento de gasto primario, que en ausencia de estas asignaciones, habría crecido en torno al 41%, en sintonía con los ingresos fiscales.

Por otro lado, tras algunos meses de caída en términos reales, se observó un avance en los subsidios económicos (+15,4% i.a.). En este caso, la causa fue la cancelación de deudas correspondientes a 2019, por lo que los subsidios a la energía saltaron casi 50% i.a. en un contexto en el que las tarifas están congeladas hace más de seis meses.

En lo que respecta a los ingresos, el ritmo de los mismos fue marcado por los Ingresos Tributarios, que cayeron casi 10% i.a. en términos reales tras aceleraciones en las contracciones del IVA neto de reintegros y Aportes y Contribuciones a la Seguridad Social (-19% i.a. y -10% i.a., descontando el aumento del nivel de precios, respectivamente). La recesión, que se refleja en las menores transacciones, importaciones y en la alicaída masa salarial real de la economía explica esta tendencia negativa. Por el contrario, se debe mencionar el incremento en Rentas de la Propiedad, que creció más de 43% i.a. deflactado tras el incremento en las transferencias a las provincias, que engrosan los recursos del FGS (Fondo de Garantía de Sustentabilidad).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

El compromiso de asumir un proceso de austeridad fiscal durante 2020, tal como lo anunció el ministro Guzmán será fundamental de cara a la renegociación de la deuda con los acreedores privados y para evitar, en un contexto de inflación inestable, una excesiva emisión monetaria que cubra el eventual déficit de las cuentas públicas, considerando la incapacidad de obtener financiamiento.

Un primer paso fue el incremento de la presión tributaria tras la sanción de la Ley de Solidaridad Social (mayores retenciones a las exportaciones, incremento de la tasa estadística, aumento de bienes personales y nuevos tributos, como el impuesto PAIS). Sin embargo, a través de la suspensión de la fórmula de movilidad incluye un afinamiento en las erogaciones que representa más del 60% del gasto primario y poseen en un fuerte componente inercial.

En este contexto, el aumento de 2,3% más una suma fija de $1500 a jubilados, así como un incremento de 13% en las Asignaciones Universales en marzo implica un crecimiento cercano al 10% en lo referido a las Prestaciones Sociales, en contraposición al 11,6% que hubiera correspondido con la fórmula previa. Anualizando el ahorro fiscal del mes, el recorte rondaría 0,6% del PBI.

De este modo, velando también por evitar tensiones en el plano monetario y cambiario, ya que una política fiscal muy expansiva también podría ser desestabilizadora, el oficialismo busca demostrar interés en alcanzar un sendero fiscal equilibrado, aceptado por los acreedores y la sociedad. No obstante, el éxito de la estrategia está condicionada a la estabilización de la actividad económica: si el consumo privado no repunta en los próximos meses y los ingresos tributarios comienzan a crecer por debajo de los gastos -revirtiéndose la dinámica de los últimos dos años-, el gobierno tendrá dificultades para hacer creíble su estrategia de cara a las próximas negociaciones con los acreedores. En este marco, y considerando la elevada presión impositiva -que conlleva un mayor riesgo de evasión-, el descongelamiento de tarifas, la continuidad de los aumentos por decreto a los jubilados, pueden ser cartas a jugar durante la segunda mitad del año.



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