Desde finales del año pasado que se viene repitiendo, casi como un mantra, que la dinámica cambiaria del 2019 dependerá de los vaivenes políticos. Luego de un marzo agitado, donde el tipo de cambio escaló más de 10% y rozó los 45 ARS/USD, el dólar se estabilizó a comienzos de abril, producto del buen comienzo de la liquidación de agrodólares y las subastas diarias de USD 60 millones del Tesoro Nacional autorizadas por el FMI. En el mismo sentido, la última semana el Banco Central congeló nominalmente la Zona de No Intervención (ZNI) en 39,8 ARS/USD y 51,5 ARS/USD hasta fin de año (eliminó el piso hasta fines de junio). Tras el anuncio del BCRA, la divisa y los mercados de futuro reforzaron la baja disipando las dudas sobre un nuevo salto cambiario en el corto plazo.
Ante este contexto de relativa calma, cabe preguntarse si la estabilización será transitoria o permanente. Para responder a este interrogante nos remontamos a contextos similares recientes y los comparamos con el actual, en pos de dimensionar qué magnitud podría alcanzar la dolarización de carteras en la previa electoral.
En 2011, la fuga de capitales del sector privado superó USD 18.000 millones en los primeros nueve meses del año. En una dinámica típica de año electoral, el volumen fue in crescendo: USD 3.700 millones en el primer trimestre, USD 6.100 millones en el segundo y USD 8.500 millones en el tercero. Por su parte, en el acumulado enero-septiembre de 2017 la formación de activos externos totalizó USD 15.500 millones. Este número se compone de USD 4.800 millones en el primer trimestre, USD 2.900 millones en el segundo y USD 7.800 millones en el tercero.
La dolarización de carteras habría rondado los USD 4.500 millones en el primer trimestre de 2019 (todavía no hay números de marzo), montos similares a los registrados en los primeros tres meses de 2011 y de 2017.
Sin embargo, al comparar dichos montos en términos de activos en Pesos que están “haciendo tasa”, los valores de este primer trimestre representaron 12,5% del total de stock de Plazos Fijos del sector privado y de Letras en Pesos (alrededor de USD 28.000 y de USD 7.000 millones, respectivamente), porcentaje significativamente mayor al de comienzos de 2011 (8,8%) y los primeros tres meses de 2017 (6,5%), producto de la significativa depreciación del Peso.
Este análisis sería incompleto si no considerásemos el lado de la oferta. La misma se compondrá principalmente de liquidaciones de agrodólares y subastas diarias de USD 60 millones del Tesoro Nacional. Según nuestras estimaciones, las primeras totalizarían USD 6.500 millones en el segundo trimestre y USD 5.500 millones en el tercero. De este modo, la oferta de divisas por agrodólares y licitaciones del Tesoro rondaría USD 10.000 millones del segundo trimestre y USD 9.000 millones en el tercero. Además, si la divisa superara de manera permanente 51,5 ARS/USD, este número se elevaría a USD 18.000 millones, producto de las intervenciones diarias de USD 150 millones del Banco Central.
Siguiendo la dinámica de años anteriores, en el segundo trimestre no estimamos que se materialicen mayores presiones cambiarias. Sí es posible que existan fricciones puntuales que anticipen futuras tensiones –por caso el cierre de candidaturas el sábado 22 de junio-, pero las mismas no alcanzarían para llevar al tipo de cambio por encima del techo de la ZNI.
En contraposición, durante el tercer trimestre el panorama será más agitado. Las presiones cambiarias se incrementarían por una menor oferta y la dolarización trepará ante la inminencia de elecciones con resultado abierto. En este marco, descartamos que la demanda de divisas del sector privado sea menor a USD 1.200 millones mensuales lo que redundaría en un escenario calmo, con un tipo de cerca del piso de la ZNI.
Por el contrario, proyectamos que la dolarización de carteras podría rondar los USD 3.000 millones mensuales. En consecuencia, las luces de alerta serían “amarillas”, con un tipo de cambio que se posaría cerca del techo “congelado” de la ZNI. La divisa podría perforar el límite de 51,5 ARS/USD pero sólo transitoriamente.
Para que el tipo de cambio se ubique sistemáticamente por encima del techo de la ZNI, la fuga de capitales debería ser más intensa (USD 6.000 millones mensuales), lo que implica una fuga de más del 15% de los activos en pesos durante un mes. Siguiendo las experiencias anteriores, este desenlace luce poco probable. No obstante, considerando lo “novedoso” de estas elecciones (un resultado muy incierto y mucha divergencia en la orientación económica de los posibles candidatos), no es posible descartarlo.
En este sentido, al congelar el techo de la ZNI en 51,45 ARS/USD el Banco Central apunta a intervenir antes frente a las presiones alcistas –por caso, antes esperábamos un techo de 55 ARS/USD para las PASO -, de manera de contenerlas antes de que provoquen una mayor depreciación del peso y, consecuentemente, suba de precios.
A modo de conclusión, podemos afirmar que la calma cambiaria de los últimos días obedece en buena medida a factores estacionales, que se revertirán en la proximidad de los comicios. Esto explica porque, pese a que el dólar está calmo en los últimos días, el riesgo país adoptó un curso ascendente. Asimismo, congelar nominalmente las bandas cambiarias puede acotar la volatilidad cambiaria y reducir la inflación, pero a costa de un mayor atraso cambiario.