Sector Externo

Del déficit al superávit comercial de bienes

¿Por qué 2018 cerrará con un déficit comercial de bienes?

A pesar del superávit comercial de bienes alcanzado en septiembre (USD +314 millones, tras 20 meses consecutivos de déficit), en el acumulado de 2018 el rojo muestra un incremento del 27% i.a. De hecho, el déficit pasó de USD 5.100 millones en los primeros nueve meses de 2017 a casi USD 6.500 millones en lo que va del año producto de un mayor ritmo de expansión de las importaciones frente a las exportaciones (+6% i.a. y +3,5% i.a., respectivamente). La brecha entre el dinamismo de las compras y las ventas externas se viene acortando mes a mes (por caso, al cierre del primer semestre las variaciones eran de 13% i.a. y 6% i.a., respectivamente), pero el aumento de los precios internacionales de las importaciones y la sequía agrícola que afecta las exportaciones, no permitieron que la misma desaparezca.

Sin embargo, todavía resta un trimestre para el cierre de 2018. En él, la recesión mostrará su peor cara y el golpe sobre las importaciones será significativo. Además, dado que ya tuvo lugar la salida de la magra cosecha gruesa, los envíos externos retomarían su dinámica positiva. En este marco, proyectamos que se acumularía un superávit comercial cercano a USD 900 millones en el período octubre-diciembre 2018, lo que implicaría una mejora significativa respecto al déficit de USD 3.200 millones alcanzado en el último cuarto de 2017. Con estos números, este año cerraría con un saldo comercial negativo de USD 5.500 millones, lo que implicaría una reducción del 34% respecto del rojo obtenido en 2017 (USD -8.300 millones).

¿Qué pasará con la balanza comercial el año que viene?

En 2019 nuestro país alcanzará un superávit comercial de bienes. El mismo responderá tanto a un aumento de las exportaciones (que conforme a nuestras estimaciones rondaría el 6% i.a.) como a un retroceso de las importaciones (caerían alrededor de 8% i.a.). Por el lado de las ventas externas, la recuperación del sector agropecuario será fundamental. Paralelamente, la mejora en la competitividad cambiaria, mayores saldos exportables a raíz de la recesión y una economía brasilera más pujante con un Real fortalecido (estimamos un importante influjo de capitales una vez superado el proceso electoral) explican la recuperación esperada. Por último, las sensibles mejoras en la producción de petróleo y gas no convencional en Vaca Muerta ayudarían a sustituir importaciones energéticas e incluso sumarían a las exportaciones (ya hay un pedido de exportación de gas a Chile autorizado y otros seis pendientes de aprobación). Asimismo, las compras externas se verían golpeadas por una economía local que no repunta y un tipo de cambio real que no volverá a apreciar de manera significativa. En este marco, estimamos que el saldo del intercambio de bienes cerraría 2019 en terreno positivo, ubicándose en la zona de USD 3.500 millones.


¿Cuánto durará el superávit comercial?

En la historia económica argentina de los últimos veinte años se registraron dos momentos en que a un año de déficit comercial de bienes le siguió otro de superávit: 1999-2000 y 2015-2016. En ambos casos, la caída en el nivel de actividad jugó un rol clave: tanto en el 2000 como en 2016 el PBI se contrajo (-0,8% i.a. y -1,8% i.a., respectivamente) reduciendo los valores importados (-1% i.a. y -7% i.a. , respectivamente). Uno de los cambios fue estructural y el otro coyuntural: mientras que al 2000 le siguieron saldos positivos ininterrumpidos hasta 2015, al 2016 le siguió el mayor déficit comercial corriente de la historia –y el máximo como porcentaje del PBI desde 1994-. Analizar similitudes y diferencias con ambos años nos permitirá precisar si el superávit comercial de bienes será duradero o no.

En primer lugar, corresponde destacar que la caída del nivel de actividad de 2019 sería apenas menor a la de 2016 (según nuestras estimaciones, en torno a -1,5% i.a.), lo que frenaría a las importaciones. Sin embargo, a 2019 no le seguirían años de expansión significativa de la demanda interna (en 2017 la misma creció 6% i.a.), de modo que el menor nivel de las compras externas adquiriría un carácter más permanente.

En el frente cambiario, la cotización nominal del dólar era fija en 2000 a la par que la inflación era nula (los precios cayeron 0,7% i.a. ese año). Sin embargo, dado que en Brasil sí tenía algo de inflación (alrededor de 6% i.a. en el promedio anual), existió cierta ganancia de competitividad externa. Por su parte, en el 2016, luego de la salida del cepo y la normalización del mercado cambiario, el tipo de cambio real multilateral subió 14% frente a 2015. Además, considerando la reducción de retenciones con que comenzó la gestión Cambiemos, nuestra producción se abarató sensiblemente en relación al resto del mundo. En 2019 la divisa no se atrasaría, y nuestro principal socio comercial se apreciaría incluso en términos nominales, por lo que estimamos un avance del tipo de cambio real multilateral de 5% i.a. a lo largo del año (en promedio mejoraría 25%respecto a 2018)

Por último, corresponde evaluar la evolución de los precios internacionales. En el 2000, los términos de intercambio avanzaron 9% i.a., potenciados por un avance de los precios de exportación. Asimismo, en 2016 crecieron 6% i.a. producto del deterioro de los precios de importación. En este punto, y de cara al futuro, el panorama luce incierto. Por caso, una escalada de tensiones entre Estados Unidos y China desaceleraría al crecimiento global, conteniendo avances en los precios de commodities. No obstante, si como resultado del cierre de mercados se generara un excedente de producción en bienes, los precios de las manufacturas caerían más (es decir, de las importaciones) y nuestra situación mejoraría en términos relativos.

En consecuencia, esperamos que la recuperación del superávit se sostenga en el mediano plazo porque la caída de la demanda no se revertiría en el corto plazo y el tipo de cambio real no se atrasaría sensiblemente en el futuro inmediato. En función de qué tendencias prevalezcan en el contexto global, y por lo tanto en los términos de intercambio, el saldo superavitario será más duradero.



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