Como venimos advirtiendo, el desafío de Javier Milei es el de ordenar la economía antes que se le desordene la política, porque ordenar la economía no iba a ser tarea fácil e iba requerir tiempo, y el desorden político iba naturalmente a sobrevenir, porque el sistema de incentivos lo hacía presumir. Y algo de ese desordenamiento político se puede advertir en las derrotas legislativas del oficialismo que se han venido sucediendo en las últimas semanas, y en el hecho de que por primera vez desde 1983 el Congreso le rechazó un DNU a un presidente, y por primera vez desde Duhalde, el Congreso está cerca de poder insistir frente a un veto del presidente.
Las derrotas no sorprenden si tenemos en cuenta que este es un ciclo de gobierno de hiperminoría. Era de esperar que este gobierno enfrente una relación de tensión con el Congreso. Más aún cuando esa condición de minoría se ha agravado en los últimos meses como consecuencia de la fuga o expulsión de legisladores del oficialismo.
El veto ejercido por el Poder Ejecutivo frente a la sanción de la Ley de Movilidad Jubilatoria no fue el primero ni el último que tenga que ejercer este presidente. Milei ya advirtió también que vetará la Ley de Financiamiento Educativo Universitario. Con lo cual, luego de cuatro presidencias sin insistencias legislativas, podríamos volver a tener un presidente que se defienda del Congreso de leyes indeseadas, y un Congreso que se imponga insistiendo.
El instrumento del veto fue pensado a lo largo de la historia como un mecanismo colaborativo. Al permitir que el Poder Ejecutivo pueda intervenir en el proceso legislativo vetando leyes, se busca que su opinión sea tenida en cuenta durante ese proceso. Con el veto se buscó que los legisladores razonaran de la siguiente manera: como el Presidente puede vetar, veamos qué opina de esto que estamos discutiendo, para evitar ir y venir con la sanción de la ley, favoreciendo un vínculo más colaborativo entre Ejecutivo y Legislativo.
Pero hay varias razones para pensar que durante este mandato de Javier Milei tengamos muchos de estos episodios, porque el propio Milei un presidente que apela al público (Going Públic) para evidenciar la actitud de la oposición y así capitalizar cierto rechazo de la opinión pública por el obstruccionismo de la dirigencia opositora. Lo que él llama el principio de revelación. Esta postura neutraliza el espíritu colaborativo y deliberativo que favorece la herramienta del veto, y favorece un uso más confrontativo del veto, y ello también favorecer una vocación de insistencia en el congreso.
En definitiva, si la relación Ejecutivo-Legislativo se vuelve más conflictiva, restringiendo los márgenes decisionales del gobierno e incentivando una mayor resistencia política a la acción de gobierno, entonces crece la necesidad del gobierno de que aparezcan los resultados económicos deseados para lograr sostener los apoyos sociales y así poder sortear el escollo de la gobernabilidad que le plantea esa mayor resistencia política.