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La inflación persiste y afecta al crecimiento mundial

Síntesis

• El FMI y el Banco Mundial revisaron al alza sus proyecciones de crecimiento para 2023 ante el buen desempeño del consumo privado y la actividad en medio del fuerte ciclo de alzas de tasas de interés.

• No obstante, la resistencia a la baja de la inflación en las principales economías y las subas adicionales de tasas de referencia que generó afectarán el crecimiento global en 2024.

• De concretarse alguno de los riesgos a la baja que podrían afectar a la economía global, Argentina podría sufrir una menor demanda por sus exportaciones, pero verse beneficiada por un aumento en el precios de las commodities.

 

Las perspectivas internacionales para 2023 tuvieron una leve mejora. El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzaron, recientemente, la actualización de sus proyecciones para el escenario 2023 y 2024. Ambos organismos coincidieron mejorando las estimaciones para 2023 (+0,4 p.p. BM, +0,2 p.p. FMI), pero no así en 2024 (-0,3 p.p. BM, sin cambios FMI).

El WEO (World Economic Outlook) del FMI proyectó un crecimiento global del 3%, implicando una desaceleración interanual de 0,5 p.p. y un registro muy por debajo del promedio histórico de 3,8% (2000-19). En tanto, las proyecciones para 2024 se mantuvieron sin cambios (3%).

La región latinoamericana se espera crezca 1,9% en 2023 (+0,3 p.p.), sufriendo una marcada desaceleración interanual (-2 p.p.), previéndose una leve mejora en 2024 (+2,2%). Destaca el desempeño de nuestro principal socio comercial Brasil, que transita una de sus mejores campañas agrícolas, con un crecimiento de 2,1% (+1,2 p.p.) en 2023, pero estimándose una abrupta desaceleración en 2024 al 1,2%.

La inflación mundial se revisó a la baja para 2023, trepando a 6,8% (-0,2 p.p.), una desaceleración interanual de 1,9 p.p., y al alza en torno al 5,2% en 2024 (+0,3 p.p.), tasas que aún se ubican muy por encima de los valores pre pandemia (3,5% en 2017-19). La resistencia que presenta la inflación núcleo, que se estima en 6% para 2023 y 4,7% para 2024, es la principal razón para un escenario más pesimista en 2024. Estos registros se encuentran muy alejados del 2% que tienen como objetivo los principales bancos centrales (ver gráfico).

¿Qué factores subyacen detrás de las perspectivas para 2023 y 2024 ¿cuáles son los principales riesgos a la baja? ¿cómo se verá afectada la economía local?

Una economía global endeble

El consumo interno sostiene la actividad en las principales economías. En medio de un fuerte ciclo de subas de tasas de interés por parte de los principales bancos centrales, mercados laborales resilientes se encuentran permitiendo sostener el consumo y la actividad, razones para un pronóstico más optimista en 2023.

Dicho consumo se vuelca al sector de servicios. Economías como la norteamericana crecieron durante el segundo trimestre por encima de lo esperado a un ritmo del 2,4% anual, con una marcada contribución del consumo privado en servicios de 1 p.p. (vs 0,2 p.p. bienes), y la FED de Atlanta espera que el crecimiento se eleve al 4,1% durante el tercer trimestre.

En este sentido, actores del sector de servicios esperan que se sostenga la actividad durante julio. La encuesta realizada por S&P para construir el PMI de servicios a los principales gerentes de la rama de servicios -un indicador utilizado para anticipar el nivel de actividad, donde valores por encima de 50 indican una mejora o aumento respecto al mes anterior- arrojó como resultado que se espera un leve crecimiento durante julio en las principales economías, a contramano de lo que esperan aquellos relacionados a la industria manufacturera. Resultados que se vienen repitiendo a lo largo del año.

Como consecuencia, los volúmenes del comercio global sufrirán una desaceleración durante 2023. Un crecimiento global sostenido por el consumo interno de servicios implica una menor actividad de la industria manufacturera y un menor consumo de bienes transables, a lo que se suman barreras comerciales que debilitan el comercio. De este modo, se espera que los volúmenes del comercio internacional crezcan 2% en 2023, para mejorar al 3,7% en 2024, valores muy por debajo del promedio histórico (4,9%).

Asimismo, este consumo sostenido genera inflaciones más rígidas a la baja. Una desaceleración a un ritmo mucho menor al esperado y aún muy alejada de la meta del 2%, en conjunto con mercados de trabajo recalentados y consumo sostenido generan una disyuntiva en torno a detener o continuar con la subida de tasas.

En este marco, las expectativas de inflación se encuentran muy volátiles en el corto plazo -pero ancladas en el largo plazo-. Por caso, luego de las primeras quiebras en marzo de los bancos regionales Sillicon Valley Bank y Signature Bank en EE.UU., el mercado comenzó a descontar que la FED comenzaría a descender las tasas durante este año.

Lejos de ello, el ciclo de subas continuó hasta julio acumulando una suba de 75 p.b., ubicando a la tasa de referencia en el rango de los 5,25%-5-50%, la más elevada en 22 años. Por cierto, la estrategia está comenzado a dar buenos resultados, luego que los datos de inflación de julio marcaran que continua la desaceleración en el IPC núcleo -excluido alimentos y energía-. A lo realizado por la FED, le seguiría luego el BCE (Banco Central Europeo), llevando la tasa a 4,25% y el BoE (Banco de Inglaterra), elevándola a 5,25%.

Por estas razones, el BM redujo sus perspectivas de crecimiento para 2024. Las consecuencias que tendrá el tightening monetario y sus efectos rezagados, afectarán la inversión, el consumo y la actividad en general durante el segundo semestre de 2023 y 2024.

Riesgos a la baja

Inflación. La inflación podría ser mayor a la esperada por diversos factores, como una inercia mayor debido a la robustez de mercados laborales y salarios reales crecientes, shocks de oferta de materias primas por un recrudecimiento de la Guerra entre Rusia y Ucrania -la Iniciativa de Granos del Mar Negro, que permite que fluyan las exportaciones por dicho lugar, se encuentra suspendido desde finales de julio- o fenómenos climáticos como “El Niño”, generando sequía en el hemisferio norte. Eventos de esta naturaleza podrían derivar en políticas monetarias más contractivas y riesgos de que las expectativas de inflación de largo plazo se desanclen.

Inestabilidad financiera. La volatilidad de las expectativas de corto plazo con respecto al sendero de tasas que seguirán los bancos centrales podría generar nuevas caídas en el precio de los activos, empeorando las condiciones crediticias. Asimismo, políticas monetarias más restrictivas generan mayores tensiones a en los balances de las instituciones financieras y los mercados inmobiliarios, con peligros de default de hipotecas, derrumbe de los precios y el consecuente contagio al resto de los sectores, en particular al bancario que presenta un grado de exposición elevado en las economías avanzadas. De suceder este escenario, el BM estima que la economía global experimentaría una recesión durante 2024.

Menor crecimiento de China. Luego del repunte de la actividad experimentado en el primer trimestre de 2023 (+2,2% t/t) debido al fin de las restricciones y la política de “COVID cero”, la economía asiática sufrió una fuerte desaceleración en el segundo trimestre (+0,8% t/t). Los indicadores anticipados de la actividad -como el PMI- no presentan mejoras para julio en el sector manufacturero, pero, al igual que en el resto de las economías, sí para el sector de servicios. Para peor, en julio las exportaciones (-14,5% i.a.) e importaciones (-12,4% i.a.) sufrieron la caída interanual más aguda desde la pandemia en febrero de 2020. Por último, este crecimiento menor al esperado se ve acechado por un mercado inmobiliario (1/5 del PIB) que no logra estabilizarse y presenta serios inconvenientes en los proyectos abordados en las regiones de menores ingresos, con una débil demanda hacia los desarrollos del sector privado -representan el 25% del sector- a los cuales el sistema bancario se encuentra muy expuesto.

Riesgos de default soberanos. La disparada de tasas puso en jaque a un conjunto de países emergentes y de bajos ingresos que, producto de la pandemia, vieron crecer con fuerza su deuda pública, llevándola a niveles históricamente elevados. Asimismo, los reducidos buffers fiscales para enfrentar el nuevo contexto de altas tasas implican menos herramientas para evitar un contagio a la actividad económica. A un nivel de tasas que implica que el 25% de las economías emergentes y en desarrollo se encuentren por encima de los 1.000 p.b. en junio -vs 6,8% hace dos años-., un escenario de tasas mayores podría derivar en tensiones de deuda soberanas.

Impactos en la economía argentina

Los principales factores que se encuentran impactando en la economía local son idiosincráticos, ajenos al devenir de la economía mundial: el agudo shock de la sequía, sumado a las inconsistencias macroeconómicas, altos y crecientes niveles de inflación y una elevada incertidumbre propia de los años electores.

Asimismo, si bien Argentina se encuentra aislada de los mercados financieros globales, sigue siendo relevante analizar las vías de contagio del panorama mundial a nuestra economía, destacándose el canal comercial.

Menor crecimiento mundial. La desaceleración global le restaría dinamismo a la demanda por nuestras ya deterioradas exportaciones. Hacia 2024 el menor crecimiento global en general y de Brasil (1,2% en 2024 vs 2,1% en 2023), China (4,5% vs 5,2%) y Estados Unidos (1% vs 1,8%) en particular podría debilitar la demanda por los productos de exportación locales, mucho peor de existir un virtual desencadenamiento de una crisis financiera global. Asimismo, esto afectaría negativamente los precios de las commodities: el FMI proyecta que los precios de commodities no energéticas retrocedan 4,8% en 2023 y 1,4% en 2024, aunque aún se encontrarían un 39% y 37% por encima del nivel de precios de 2019, respectivamente.

Inflación. Una mayor rigidez la baja podría correr el techo de las tasas de interés, derivando en (1) un fortalecimiento del dólar vis a vis un debilitamiento de las commodities, generando condiciones financieras más duras para nuestros principales socios comerciales, como Brasil, y una salida de capitales emergentes en el marco del “flight-to-quality”; (2) un sendero de reducción de tasas en 2024 que parte de un techo mayor, resultando en niveles de tasas más elevados en un contexto donde Argentina se ve obligada a retornar a los mercados financieros para rollear el elevado vencimiento de deudas de cara a 2025.

No obstante, si la razón de un descenso menor de los precios se da por una sequía más aguda en el hemisferio norte o un recrudecimiento de la guerra entre Rusia y Ucrania, Argentina podría verse beneficiada por el aumento en el precio de las commodities en un escenario de menor necesidad de importación de combustibles por la puesta en marcha del Gasoducto NK.



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