¿Qué pasó?
En su nuevo Comunicado de Política Monetaria, el Banco Central anunció que mantiene su tasa de interés de referencia de política monetaria en 60% anual. Además, al igual que en la publicación anterior (30/8), garantizó sostener esta tasa, como mínimo, hasta diciembre. Vale remarcar que, pese al nivel elevado, el mismo continúa siendo negativo en términos reales según nuestra proyección de inflación: su rendimiento mensual asciende a 4%, mientras que la inflación rondaría 6% en el mes. Por otro lado, tomando como base el tipo de cambio de referencia de ayer (37,40 ARS/USD), el dólar debería subir menos de $1,50 en el próximo mes para ser una peor alternativa que las colocaciones a esta tasa.
Cabe destacar que, al igual que en las publicaciones anteriores del nuevo comité, predominó el eclecticismo a la hora de explicar las causas de la inflación: a la volatilidad del tipo de cambio y el aumento de precios regulados, se sumaron algunos análisis sobre el crecimiento de los agregados monetarios y la promesa de que con el menor financiamiento de la autoridad monetaria al Tesoro bajarán las presiones inflacionarias. Pensando escenarios de crisis, un Banco Central que adopte una multiplicidad de herramientas y no se encierre en teorías dogmáticas (tal como muchas veces le criticamos a Sturzenegger) parece ser un buen síntoma.
¿Cómo impactará en la economía real?
Afirmar que esta tasa es incompatible con el normal funcionamiento de la actividad productiva y el cumplimiento de la cadena de pagos, a esta altura, ya carece de originalidad. Primero, porque aumenta de manera sustancial el costo de financiamiento, de modo que desalienta el consumo. Segundo, porque torna muy rentables las colocaciones financieras, de modo que desalienta cualquier inversión (además de la incertidumbre propia de este contexto). No obstante, la principal misión del equipo económico en este marco es estabilizar el mercado de cambios; incluso a este importante costo. Caso contrario, si las presiones alcistas sobre el dólar no cesaran –o se “premiara” menos a los tenedores de pesos-, los efectos nocivos sobre el resto del esquema económico serían mayores. Por lo tanto, aunque el impacto negativo sea considerable, en caso de recortarse la tasa las consecuencias serían peores.
¿Qué esperamos para el futuro?
Siguiendo textualmente los postulados del Banco Central, no correspondería esperar una baja de la tasa en lo que resta de 2018. Sin embargo, contraponiendo los problemas de la actividad económica, en caso de que no se materializaran nuevos episodios de stress cambiario, estimamos que el proceso descendente podría comenzar incluso en diciembre (aunque de manera paulatina). Por otro lado, dado los niveles inéditos que posee esta tasa (la más alta desde la salida de la Convertibilidad) cabe preguntarse qué margen de acción tendría, por esta vía, la autoridad monetaria ante una nueva crisis cambiaria. En este sentido, si bien creemos que la tasa no podría bajar significativamente en el último trimestre del año, tampoco podría incrementarse de manera sensible. Por caso, para los que siguen demandando dólares –quienes siguen desprendiéndose de pesos, a un tipo de cambio en torno a 40 ARS/USD y una tasa de interés en 60%- ¿qué diferencia haría una tasa en 60%, 70% u 80%? Por el contrario, para la actividad y quienes demandan financiamiento, si con este nivel su viabilidad se encuentra seriamente acotada, un incremento sería prácticamente destructivo. Para terminar, vale mencionar que el próximo Comunicado y reunión del Comité será el 9 de octubre; sin embargo, nada garantiza que, ante un nuevo episodio de stress, tal como sucedió sobre el cierre del mes pasado, se tomen acciones fuera de los cronogramas preestablecidos.