En marzo, el saldo comercial exhibió un fuerte deterioro, rozando los -USD 1.100 M, el valor más elevado desde agosto de 2018. De esta manera, el 1T del año acumuló un déficit de USD 1.300 M, constituyendo el peor arranque en 5 años.
Las exportaciones cayeron por 4° mes consecutivo. Sumaron USD 5.700 M (-22% i.a.), con volúmenes que volvieron a desmoronarse (-17% i.a.) y precios internacionales que, lejos de compensar, retrocedieron por 2° mes al hilo (-6,5% i.a.).
Las importaciones mostraron un mayor dinamismo al de los meses recientes. Las compras externas alcanzaron aproximadamente los USD 6.800 M (-4% i.a.) y se colocaron muy por encima del promedio de los últimos cinco meses (+USD 1.300 M). No obstante, los volúmenes siguen en baja (-6,5% i.a.), parcialmente compensado por precios anotando un leve repunte (+2,3% i.a.)
A los males de la sequía se le añaden términos de intercambio (relación entre precios de exportación e importación) que retroceden por tercer mes (-8,6% i.a.). Al compararse con los precios vigentes en marzo 2022, el déficit comercial habría sido 50% menor (-USD 500 M). No obstante, los términos de intercambio del 1T 2023 fueron 15% superiores al promedio histórico (2004 22).
¿Qué productos explican la caída en las exportaciones? ¿cuáles permitieron un mayor dinamismo de las importaciones? ¿qué esperamos hacia adelante?
El doble impacto de la sequía
Dentro de los productos de peor performance en su comparación interanual, destacaron, por un lado, Harina y pellets de soja (-39% i.a., -USD 390 M) y Aceite de soja (-69% i.a., -USD 350 M), mermas influenciadas por el adelantamiento producido por las diferentes ediciones del “dólar soja”. Como resultado, e influidas principalmente por los menores volúmenes, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) totalizaron USD 1.800 M (-29% i.a.), siendo el peor marzo en 3 años.
Por otro lado, el desplome de las ventas externas de Trigo (-76% i.a., -USD 460 M) siguió reflejando el impacto de la sequía, al que se le añadió la caída en Maíz (-20% i.a., -USD 158 M). De esta forma, el rubro Productos Primarios (PP) rozó los USD 1.400 M (-33,5% i.a.), una caída explicada exclusivamente por un marcado retroceso de las cantidades (-37% i.a.), con precios que compensaron ligeramente la merma (+5% i.a.).
Por último, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) alcanzaron los USD 1.800 M (-5% i.a.). Los volúmenes externos crecieron levemente (+4% i.a.), impulsados por las ventas de Vehículos para transporte de mercancías (+47% i.a.), aunque los precios volvieron a reducirse por segundo mes consecutivo (-9,4% i.a.).
A raíz de la sequía, la mayor importación de porotos de soja impulsó a las importaciones no-energéticas. Las importaciones de porotos de soja marcaron un récord histórico para un marzo (USD 840 M, +USD 580 M i.a.), llegando a explicar el 12% de las importaciones, otro récord. Esta dinámica se explica por las necesidades de la industria del crushing de soja local, afectada por el desplome en la cosecha y enseñando una elevada capacidad ociosa. Las compras de poroto son utilizadas para su transformación y posterior comercialización como aceite y harina y pellets.
No obstante, los volúmenes importados de usos vinculados a la producción, como Bienes de Capital (-14% i.a.) y Bienes Intermedios (-1% i.a.) continúan retrocediendo. En tanto, Piezas y Accesorios de Bienes de Capital anotó un leve repunte en sus cantidades (+5% i.a.).
Por último, la balanza energética registró un equilibrio en el 1T (+USD 25 M). De este modo, si bien se revirtió el déficit energético del 1T de 2022 (-USD 230 M), el resultado se encuentra muy por debajo del superávit promedio para un 1T de los últimos años (+USD 208 M, 2019-21). En marzo, el sector marcó un superávit de USD 150 M (segundo mes al hilo en positivo), con importaciones retrocediendo 45% i.a., arrastradas principalmente por un marcado descenso en los volúmenes (-34,2% i.a.); y exportaciones cayendo en menor medida (-6,6% i.a.), aunque exhibiendo un importante crecimiento de los volúmenes (+19% i.a.), contrarrestado por la abrupta reducción en los precios (-22,2% i.a.).
Los costos de los fletes siguen cayendo
El costo de los fletes se ubicó en USD 85,5 por tonelada en marzo, el valor más reducido desde mediados de 2021. Luego del pico de USD 170 de noviembre 2022 -el más elevado desde que el INDEC comenzó a publicar su medición- los fletes retrocedieron por cuarto mes consecutivo, acumulando un descenso del 50%.
¿Qué esperamos hacia adelante?
Los estragos de la sequía significarán pérdidas de exportaciones agrícolas próximas a los USD 20.000 M. Ante una sequía de magnitud histórica, las proyecciones de cosecha gruesa aún no encuentran piso: la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) volvió a recortar esta semana su estimación de producción de soja a 22,5 M/Ton, el peor registro desde al menos la campaña 2000/01.
Por otra parte, más allá de la efectividad del “dólar agro” para adelantar (no aumentar) la liquidación de divisas, las economías regionales se encuentran también muy golpeadas por las inclemencias climáticas. Para ejemplificar, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) estima que la producción total de uva caería un 21% anual en 2023, siendo la peor campaña desde 2011 e hilvanando dos años de caída consecutiva -la campaña 2022 es la segunda más baja desde 2011-. Situación similar se encuentra la campaña 2022/23 de maní, con una producción que descendería 33% i.a., según Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCA).
Irremediablemente, la escasez de divisas agudizará la caída de los volúmenes importados no-energéticos, que limitarán la expansión potencial del mercado interno producto de un menor abastecimiento de insumos y bienes finales.
En ese marco, el Gobierno seguirá apelando a distintas medidas con el fin de evitar una caída mayor en las importaciones: (1) alterar la naturaleza de la estrategia cambiaria: para acotar el exceso de demanda de divisas, se amplían y extienden los desdoblamientos sectoriales ad-hoc (devaluaciones parciales), tanto para las exportaciones (aumentar la oferta neta de divisas en el corto plazo, a costa de comprometer futuras liquidaciones y generar impactos en los precios) como para las importaciones, haciendo que el dólar oficial sea cada vez menos relevante en el comercio exterior; (2) Obtener recursos adicionales a través de la cuenta financiera (OFIs, Fondo Saudí); (3) Negociar con el FMI para flexibilizar la meta de reservas y/o reducir el monto de los pagos netos de este año; (4) seguir forzando postergaciones en el pago de importaciones, con un margen escaso (deuda por importaciones es la más alta desde 2003); (5) importar más porotos de soja para mejorar las exportaciones netas del sector.