Las canastas cerraron el año por encima de la inflación
La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que muestra el ingreso necesario para que un individuo pueda acceder a una determinada canasta de alimentos y ubicarse por encima de la línea de indigencia, creció 103,8% i.a. en diciembre, lo cual representó una aceleración de 58,5 p.p. respecto a diciembre de 2021. Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT), que exhibe el ingreso que debe tener un individuo para comprar una canasta de bienes y servicios y ubicarse por encima de la línea de pobreza, aumentó 100,3% i.a. en diciembre, acelerándose 59,8 p.p. en contraste a un año atrás.
En este marco, las canastas crecieron 8,6 p.p. y 5,1 p.p. por encima de la inflación en el acumulado de 2022 (teniendo en cuenta al IPC GBA de INDEC, dado que las canastas básicas están calculadas en base a esa localidad). Detrás de esto se encuentra el hecho de que la mayor parte de los alimentos que tienen un peso importante en el armado de las canastas crecieron muy por encima del nivel general de inflación. En este sentido, la papa trepó 292,7% i.a., las hortalizas 256,9% i.a. en promedio, la leche 139,6% i.a. y el pan 106% i.a. A diferencia, el rubro Carnes evolucionó por debajo (+42,2% i.a.), lo cual implicó una desaceleración pronunciada respecto al año anterior (casi 25 p.p., incluso en el marco de una fuerte aceleración del resto de los precios), ayudando a que la discrepancia entre las canastas y la inflación en el acumulado del año no sea mayor.
Los ingresos y asignaciones no alcanzaron para cubrir las necesidades básicas
La Asignación Universal por Hijo (AUH) no logró cubrir la canasta básica alimentaria equivalente a un niño durante 2022. Aquí cabe destacar que en el único mes en el que la evolución de la AUH se ubicó por encima del costo de la CBA fue diciembre, donde se anunció un bono para beneficiarios de la asignación.
Si bien este comportamiento fue la norma durante los últimos cinco años (2018-2022), la brecha se fue ampliando producto de la aceleración inflacionaria. Para el periodo 2016-2017 la AUH lograba cubrir la totalidad de la canasta, mientras que a partir de 2018-2019 se logró cubrir únicamente por encima del 80%. Dicha cifra disminuyó a 70% promedio entre 2020-2021 y a lo largo de 2022 el deterioro terminó por consolidarse: empezó el primer trimestre cubriendo por encima del 70% de la canasta de alimentos, pero mes a mes fue disminuyendo hasta llegar a un piso de 58% en noviembre de 2022.
Además, dos Salarios Mínimos Vitales y Móviles y dos AUH tampoco lograron cubrir la canasta total familiar a lo largo del año anterior. Si bien estos ingresos alcanzan para comprar la totalidad de la canasta básica alimentaria, cubrieron un 93% en promedio a la canasta básica total, necesaria para ubicarse por encima de la línea de pobreza.
¿Qué esperamos para 2023?
Con estos datos, las tasas de pobreza e indigencia habrían mostrado una suba en el segundo semestre del año pasado. Tras un primer semestre con una baja en la tasa de pobreza, que llegó a alcanzar 36,5%, el último Nowcast de pobreza publicado por UTDT estima un incremento en torno al 40% para el semestre julio-diciembre 2022, que se realiza en base a estimaciones de proyección de las canastas básicas.
Para 2023, la evolución de los precios de alimentos se verá afectado por dos principales frentes: (i) la sequía, que podría implicar una continuación en la aceleración de los precios de alimentos frescos (como verduras y frutas), en conjunto a una recomposición del precio de la carne vacuna; y, por otro lado, (ii) el programa Precios Justos que limitaría -aunque sea parcialmente- el aumento de precios de bienes de consumo masivo. En este sentido, que efecto predomine será lo que termine por determinar si las canastas continuarán evolucionando por encima de la inflación en este año.
Por el lado de los ingresos, no prevemos una reversión significativa de la dinámica observada en los últimos años: pese a que sea un año electoral, una inflación que se mantendrá en niveles altos será el principal obstáculo para que los ingresos reales de los hogares y, puntualmente, de los deciles más bajos (como son las transferencias monetarias y el salario mínimo, vital y móvil) muestren una recuperación real significativa y logren cubrir una proporción mayor de las canastas básicas.