“Dólar soja”: objetivo logrado
Durante las últimas tres semanas, la marcada aceleración en la liquidación de divisas del agro que indujo la puesta en marcha del “dólar soja” contribuyó a reducir la fragilidad subyacente del esquema macroeconómico, apaciguar expectativas de devaluación en lo inmediato y tornar factible el cumplimiento de la meta de acumulación de reservas del 3T acordada con el FMI.
De la mano del “dólar soja”, el BCRA está logrando acumular reservas en un mes en que la liquidación del agro suele disminuir por cuestiones estacionales. Desde que se implementó la medida, se llevan liquidados más de USD 5.300 M vía este mecanismo. De este monto, el BCRA adquirió casi USD 3.300 M (62% del total), dando cuenta de una demanda privada que sigue presionando. Así, la racha compradora del BCRA suma 14 ruedas, en la que adquirió a un promedio de USD 237 M diarios.
De esta forma, a fuerza de “comprar caro y vender barato” (se pagan los dólares a un tipo de cambio implícito de $235), las compras netas de septiembre del BCRA marcan un récord en la historia: los más de USD 3.300 M comprados en lo que va del mes hacen de septiembre el mejor mes de la serie histórica que comienza en 2003.
La principal contracara de este proceso (al margen de la mayor presión sobre ciertos precios) es su impacto monetario y el deterioro asociado en el patrimonio del BCRA. La autoridad monetaria ya emitió cerca del 19% de la base monetaria (que fue esterilizando) para financiar las operaciones del “dólar soja”.
De esta forma, el Gobierno comenzó a aportar novedades relevantes en el plano cambiario (el más acuciante en el corto plazo), complementando las medidas más concretas que se venían dando en materia fiscal-financiera a fin de apuntalar las expectativas y la confianza en la gestión: fuertes subas en las tasas de interés -que esperamos continúen este mes-, señales de una mayor austeridad fiscal, un canje de deuda que permitió despejar gran parte de los vencimientos de los próximos 3 meses y una devolución de Adelantos Transitorios al BCRA.
En este contexto, las principales prioridades del Gobierno siguen concentrándose esencialmente en evitar una corrección discreta del tipo de cambio en lo inmediato, mientras se avanza en medidas tendientes a reencauzar la situación fiscal. La premisa sigue siendo sostener el crawling peg cambiario -acelerándolo para acercarlo al ritmo inflacionario – y reconstituir los pilares fundamentales del programa con el FMI (déficit primario de 2,5% del PIB y tasas de interés reales positivas).
La implementación del “dólar soja” abrió la puerta a diversos mecanismos alternativos tendientes a reducir el exceso de demanda de divisas, lo cual podría extenderse a diversas líneas de la oferta y la demanda de divisas sobre fin de este año, siempre y cuando la posición de reservas del BCRA lo permita (sin poder de fuego cualquier cambio que implique una liberalización corre con el riesgo de conducir a una espiralización desordenada).
Las miradas puestas en el 1° de octubre
A una semana de la finalización del “dólar a 200” para el complejo sojero y sin nuevos incentivos a la vista. Suponiendo la finalización del alivio temporal que significa el “dólar soja”, y dado que estos dólares no implican un ingreso “extra” a lo proyectado para todo el año, a partir de octubre la dinámica del mercado cambiario podría volver a poner en jaque la relativa calma cambiaria actual y la meta de reservas del 4T, con un tipo de cambio real que no luce consistente con un superávit de cuenta corriente sostenido frente a la falta de financiamiento externo. ¿Entonces?
El frente cambiario sigue siendo el Talón de Aquiles del esquema macroeconómico actual. Más allá del ingreso de los demorados préstamos de OFIs, desde el mes que viene se volvería a recrear una dinámica desfavorable en los flujos: históricamente, la oferta de divisas en el MULC durante el lapso abril-septiembre tiende a ser entre 10 y 20% superior a la de octubre-marzo. En este sentido, aún suponiendo una importante caída en los pagos de energía y una contención de las importaciones, el mercado cambiario privado no arrojaría un excedente como para que el BCRA acumule reservas en forma sostenida hasta la nueva cosecha.
Sobre esta base, las presiones provenientes del exceso de demanda de divisas (producto principalmente de la menor oferta estacional) volverían a surgir, en un contexto en que la brecha cambiaria continúa en niveles incompatibles con un escenario de estabilidad económica hacia adelante y donde surgen demandas de otros sectores exportadores para que les sea concedido un tipo de cambio similar.
Dólar oficial: desacelera el crawling peg
La devaluación a cuenta gotas se alineó con la tasa de interés. En la semana cambiaria el tipo de cambio oficial (Mayorista, A3500) cerró este viernes en ARS 145,46, avanzando 1,37% respecto al viernes pasado, mostrando una desaceleración respecto al 1,5% que mostró la semana pasada. Así, el ritmo de depreciación promedió esta semana una una TEM del 6% (TEA del 102%), frenando desde el 6,6% de la semana anterior (TEA del 118%). De esta forma, el ritmo devaluatorio se alineó con una tasa de política monetaria (Leliq) del 6,2% equivalente mensual, siendo más consistente con el objetivo de mejorar la liquidación neta en el mercado cambiario.
Los dólares libres vuelven a mostrarse demandados
Los dólares financieros sumaron una segunda semana al alza. El CCL (GD30) cerró la semana en ARS 310 (+3,3% s/s), mientras que el MEP (AL30) cotizó el viernes en ARS 301 (+3,1%). Por su parte, el blue se ofreció a ARS 285 al finalizar la semana (+2,9%). En relación a 2 semanas atrás, el CCL trepa 10,5%, en línea con el MEP (+11,3%), al tiempo que el blue muestra una menor dinámica (+4%). Así, la brecha promedio trepó del 95% hace dos semanas al 105% esta semana (con el CCL sube de 100% a 115%).
Sobre esta dinámica puede haber estado influyendo la mayor liquidez volcada al mercado producto de la propia dinámica del “dólar soja”, a lo que se suma también una dinámica desfavorable de los mercados internacionales producto de la suba de tasas de la FED. Asimismo, los cortocircuitos entre Economía y el BCRA respecto a las restricciones de acceso al mercado cambiario para parte del complejo sojero constituyen una señal negativa respecto a la potencial aparición de nuevas restricciones sobre los dólares financieros, generando incentivos a adelantarse.
Las expectativas de devaluación siguen latentes
La visualización de una mayor oferta de dólares en el mes -apuntalada por el “dólar soja” y las perspectivas de ingresos de fondos frescos del BID- redujo las expectativas de una brusca devaluación en lo inmediato. Esto se refleja en las tasas implícitas de los contratos de dólar futuro: frente a finales de agosto, los contratos de dólar futuro para octubre a diciembre descomprimen en tasa cerca del 6 p.p., en promedio (TNA). No obstante, para el 2T de 2023 trepan cerca de 16 p.p.. En el mismo sentido pueden interpretarse los recientes movimientos de la curva de dólar link. En suma, el mercado pareciera poner en duda el principal objetivo oficial: evitar un salto abrupto del tipo de cambio en lo que resta del mandato.