La actividad económica mostró un enfriamiento en el último trimestre del año
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) cayó 1% en diciembre respecto al mes previo en la serie ajustada por estacionalidad, encadenando cuatro meses consecutivos de retrocesos (algo que no ocurría desde junio de 2018). De esta manera, la economía en el cierre del año volvió a niveles similares a los que tuvo en enero (-0,1% por debajo), terminando por eliminar el avance (con vaivenes) de los primeros 8 meses del año.
En este sentido, también es importante remarcar que la serie sufrió importantes correcciones a la baja en distintos meses del año pasado, implicando un impacto neto negativo en el crecimiento hasta noviembre de 1,5 p.p.: hasta el mes pasado, el EMAE mostraba una mejora del 1,3% a noviembre (serie sin estacionalidad), mientras que ahora esta se redujo al -0,2%. Estas correcciones son claves en términos del arrastre estadístico negativo que dejará 2022 para 2023 (ver más abajo).
En este marco, se configuraron dos semestres disímiles para la economía: un primer semestre con un crecimiento acumulado de 1,2% en términos desestacionalizados, y un segundo semestre con una caída del -2,0% (concentrado en el último trimestre del año).
Además, la actividad exhibió un retroceso de 1,2% i.a. en diciembre de 2022, mostrando la primera caída interanual en 21 meses. De esta manera, la economía creció 1,7% i.a. en el último trimestre del año, desacelerando en 4,2 p.p. la mejora respecto al trimestre anterior.
Pese a esto, la economía creció 5,2% i.a. en el promedio de 2022, ubicándose a sólo 0,2% del máximo de la serie en 2017. Así, hilvanó dos años consecutivos en expansión, algo que no ocurría desde el bienio 2010-11. Descontando el magro desempeño del sector agropecuario (-3,9% i.a.), la economía subió a un ritmo de 6,0% i.a.
Sin embargo, hay que tener en cuenta dos factores: (i) en primer lugar, que el arrastre estadístico de 2021 había sido positivo en cerca de 2,7 p.p., lo cual indica que el crecimiento “genuino” del año fue menor; (ii) al hacer un análisis en términos per-cápita, se observa que el PIB se habría ubicado 11 p.p. por debajo de 2011, el máximo de la serie.
Salvo el agro, todos los sectores crecieron en el promedio anual
Detrás de la caída de diciembre se encuentra un desempeño algo más favorable de los Servicios (+1,1% i.a.), contrastando con un retroceso de los Bienes (-3,3% i.a.), donde impactó negativamente el desempeño del sector agropecuario (-18,0% i.a.), en un contexto de desplome en la cosecha de trigo respecto al récord del ciclo previo (en torno al -40%); y también de la industria (-2,1% i.a.), afectada por las mayores restricciones a las importaciones.
En el promedio del año, los Servicios crecieron 6,1% i.a. , mientras que los Bienes lo hicieron a un ritmo de 3,7% i.a. Dentro de los primeros, las variaciones más elevadas fueron las de Hoteles y restaurantes (+34,6% i.a.), Otras actividades de servicios (+8,9% i.a.) y Transporte y comunicaciones (+8,4% i.a.), los tres sectores que mayor terreno tenían por recuperar tras la pandemia.
Por otro lado, el desempeño más acotado de los Bienes respondió principalmente al mencionado retroceso del sector agropecuario. A diferencia, Explotación de minas y canteras fue el sector que más creció (+13,5% i.a.), traccionado por el creciente desarrollo de Vaca Muerta, mientras que Construcción (+5,5% i.a.) e Industria (+5,0% i.a.) se expandieron en línea con el PIB, impulsados en el primer semestre por un conjunto de drivers positivos (tasas de interés reales negativas, adelanto de importaciones, cepo cambiario, créditos subsidiados a PyMEs, alta inflación con un efecto de “adelantamiento de consumo”, entre otros) que se fueron debilitando en la segunda parte del año.
Un 2023 de estanflación
Un primer factor a tener cuenta es que el arrastre estadístico jugará en contra este año: se habría ubicado en -0,4% tomando el promedio del último trimestre de 2022. Es decir, si el nivel de actividad se mantuviese constante en el nivel de diciembre durante todo 2023 (es decir, con un crecimiento mensual de 0%), la economía caería 0,4% en el promedio anual. Esto sucede porque la economía tuvo un retroceso en los últimos meses, por lo que deja un nivel más bajo de arranque para principio de año. Para tomar magnitud de la importancia de este factor, del 5,2% que creció la actividad el año pasado, casi la mitad del crecimiento (3,2 p.p.) obedeció al arrastre estadístico positivo que había dejado 2021.
Uno de los principales factores que impactará negativamente sobre el PIB será la caída en los volúmenes de producción agrícola producto de la sequía y las heladas (tempranas y tardías). Este fenómeno no sólo incidirá sobre el desempeño del sector agropecuario, generando que tenga en 2023 su segundo año en terreno negativo, sino también sobre sus actividades asociadas (por caso, industrias alimenticias, transporte, maquinaria agrícola, fertilizantes, agroquímicos).
Por otro lado, el Gobierno seguirá viéndose forzado por los escasos márgenes de acción a instrumentar una política económica contractiva (tasas de interés reales positivas, recortes del gasto primario), en un contexto de evidentes límites de la realidad para desvíos expansivos en el marco de las metas acordadas con el FMI.
Además, se mantendrá el esquema de administración de las escasas divisas, donde continuarán los controles a las importaciones (o incluso aumentarían), poniéndole un límite a la expansión potencial de la producción y del consumo, vía complicaciones en el abastecimiento de insumos y bienes finales.
En síntesis, 2023 será un año complejo para las aspiraciones electorales del oficialismo, con 0% de crecimiento de la economía y una inflación en torno al 100%, sin mejoras respecto a lo evidenciado en 2022.