Tras analizar lo acontecido en la economía venezolana en este último trimestre, y en el contexto de la aplicación del tan nombrado “Plan De Recuperación Económica” del Gobierno del presidente Maduro, tal parece que el mercado local se dirige inequívocamente a su primer año bajo un esquema hiperinflacionario. Con ello, las perspectivas sobre el futuro devenir de la economía venezolana lucen peor que pesimistas.
La economía local ya se encuentra expuesta a varios de los desequilibrios inherentes al fenómeno hiperinflacionario. Los precios locales acumulan un crecimiento mensual promedio de 121,8% durante los primeros tres trimestres de este año. La expansión de la base monetaria y los agregados amplios ya reportan variaciones mensuales superiores a 100%, aún con los retos de la actividad crediticia local. El tipo de cambio oficial solo ha variado en promedio 0,22% sin considerar la devaluación aplicada en el mes de agosto. Aún con la relativa apreciación cambiaria reciente, la prima sobre el tipo de cambio no oficial se mantiene. Si tomamos las correcciones fiscales y el “nuevo” esquema cambiario como los principales pilares del reciente plan económico, la gestión del presidente Maduro parece hacer poco (o lo contario) por mitigar tales desajustes.
Los nuevos resultados y el limitado alcance de las recientes medidas ameritaron una nueva actualización de nuestras estimaciones para lo que resta de 2018 y de las previsiones para el venidero 2019. El aniversario de la hiperinflación podría traer consigo una contracción cercana al 23,5% de la actividad económica nacional al cierre de 2018, impulsada por el recorte del consumo privado y público de 17,8% y 20,0%, respectivamente. Los menores incentivos a la inversión privada producto de los mayores precios (y de la reducida rentabilidad real) también ampliarían su caída anual a 41,8%. La mayor aceleración inflacionaria ubicaría el crecimiento anual de precios en 4.126.246.0%, es decir, 2,9 veces nuestra proyección previa.
Los agregados monetarios amplios (M2) cerrarían este año con un incremento año/año de 80.945,3%, mientras que el tipo de cambio no oficial reportaría una depreciación cercana a 99,97% con respecto al final del 2017. Ello ocurre frente a la contracción de los ingresos tributarios reales (a pesar de las recientes medidas) y el insuficiente ajuste a las erogaciones del fisco. Aun cuando el Gobierno ha tendido a reducir el crecimiento del gasto en 2018, el déficit fiscal aún cerraría el año en torno a 7,0% del PIB.
El deterioro macroeconómico se ve reforzado por nuestras previsiones sobre el mercado petrolero, en donde, aún con estabilidad del flujo de importaciones (beneficiados por los recursos extrapresupuestarios y el cese de pago de deuda), el mayor financiamiento de éstas con divisas del sector privado y el recorte de las exportaciones petroleras reduciría la posición en cuenta corriente y capital hasta USD 3.334 MM (de una proyección previa de USD 3.272 MM). El empleo también sufriría las consecuencias de este contexto, el cual se elevaría hasta 12,7% de la población activa.
¿Qué esperamos para 2019? Frente a lo anterior, en Ecoanalítica avizoramos un marco tan complejo como incierto. Un escenario surge de la reciente realidad en el ámbito fiscal y cambiario, en el que los ajustes de las presiones fiscales por la vía monetaria no harán más que aumentar. Tal supuesto se ve potenciado por la pugna de los grupos que hacen vida en el chavismo, en los que las dimensiones política y militar brindan escasos grados de libertad a la gestión de Maduro para asumir una posición más radical en materia fiscal
y cambiaría. Este entorno estaría marcado por un fuerte deterioro de la actividad petrolera nacional, el repudio a una fracción importante de la deuda externa y la recurrente pasividad de los hacedores de política en el ámbito cambiario.
Los principales resultados para 2019 hablarían de tasas de inflación mensual en unrango entre 252,4% y 342,4%, con una contracción de la actividad interna cercana al 26,2% y con un nuevo récord de inflación anual por INPC de aproximadamente 1.129.783.643,1%. Con ello, la producción nacional acumularía una contracción de 62,3% desde 2014. Se asume que los factores reales detrás de esta caída serían el recorte anual del consumo público hasta 24,0%, además de la disminución en la inversión pública en 45,1% y en las importaciones totales hasta 36,3%. Las presiones cambiarias frente a los menores recursos en divisas tendrían su máxima expresión en la volatilidad del tipo de cambio, en donde la paridad no oficial podría depreciarse al cierre
de ese año en 99,98%, con un diferencial de 9571,3% frente al tipo de cambio oficial.