Internacionales

Venezuela: Diciembre, barco a la deriva

2018 ha sido un año de grandes decepciones en el ámbito económico y regulatorio. Lo acontecido en los últimos meses reafirma que el deterioro de la economía local alcanza múltiples dimensiones, siendo el cuadro externo la mayor debilidad que subyace a nuestro mercado. El manejo de la política económica sigue luciendo poco acertada al momento de mitigar los desequilibrios detrás de nuestro caos económico y social. En medio de reconversiones, planes de ahorro y reformas tributarias, las acciones emprendidas hasta ahora por el gobierno del presidente Maduro no han apuntado en la dirección correcta.

Sin duda, la hiperinflación ha sido el evento con mayor alcance en nuestro devenir económico reciente. Tras haber alcanzado (y superado) la cota de 50,0% de crecimiento mensual en noviembre de 2017, los precios domésticos no han parado de crecer de forma más acelerada, acumulando un crecimiento de 760.524,1% solo entre enero y noviembre de este año. Un hecho notorio es la desaceleración de los precios en los últimos meses, vinculado en parte a una estabilidad cambiaria inusitada y una presumible mayor presencia en la canasta del venezolano de bienes regulados.

El frente externo luce aún más complicado, sobre todo tras las más recientes sanciones sobre las operaciones auríferas conducidas por la República. Al cierre de noviembre, la producción petrolera alcanza los 1.137 millones de barriles diarios (mb/d) según fuentes secundarias consultadas por la OPEP, lo que significa un descenso de 510 mil barriles a partir de lo visto al cierre de 2017. El nivel de taladros continúa significativamente por debajo del umbral necesario para estabilizar la producción (25 unidades, respecto a los
53 taladros necesarios), lo que se traduciría en nuevas restricciones a la producción de crudo en el corto plazo.

Un hecho inaudito fue el retraso en la publicación de cifras oficiales en los reportes de producción emitidos por la OPEP, lo que nos habla de una realidad petrolera presumiblemente más crítica que la marcada por las fuentes secundarias. Ante tales escenarios, el fantasma del default será el mecanismo de ajuste al déficit de divisas en 2019, si es que el Gobierno busque impedir una mayor caída en sus importaciones.

En el ámbito cambiario, las presiones en el mercado de divisas continúan sin ser del todo compatibles con la poca fe en el bolívar y con la aún menor credibilidad de los gobernantes frente a su “estira y encoge” regulatorio. En efecto, la depreciación de la moneda local solo alcanzó en promedio 2,54% en base diaria y bajo el marcador no oficial durante noviembre. Ello ha derivado en una reducción del poder de compra de los dólares en el mercado interno, aunque ello no se asocia con la revalorización de una moneda local, cuya demanda continuó en picada durante este mes.

En el aspecto regulatorio, el Gobierno nacional decretó al cierre de este reporte el sexto ajuste salarial del año, llevando el salario mínimo a VES 4.500,0 Ello no evitó que, solo tras el incremento de precios entre agosto y el valor estimado para diciembre, el salario se redujese 86,5% respecto al valor real de lo decretado previamente, en medio de la reconversión monetaria y la “indexación” al petro. En tal sentido, los rezagos en los ajustes salariales, a la par de la aceleración inflacionaria, la caída en términos reales en el monto por subsidios, la contracción en el consumo (público y privado), y las mayores restricciones a la producción privada, siguen (y seguirán) marcando la pauta de la actividad económica doméstica. Con ello, en Ecoanalítica esperamos una contracción del producto próxima al 25,9% al cierre de 2018.



Ecoanalitica (Alianza LAECO)

#Laeco #Venezuela