Los efectos negativos de la sequía sobre la economía, comenzaron a materializarse. El Estimador Mensual de la Actividad Económica marcó en mayo una caída del 5,8% explicada casi en su totalidad por el derrumbe del sector agropecuario, el cual marcó una contracción del 35% i.a sumada a la caída registrada en abril del 30%. En este sentido, la actividad primaria no sufría una caída tan profunda desde la sequía de 2009.
La merma en la producción agrícola no sólo significa una menor actividad en el eslabón primario, sino también en su etapa de industrialización. Por caso, la molienda de los granos y oleaginosas se derrumbó 39% i.a. en mayo y, particularmente el volumen procesado de soja se redujo a la mitad respecto a un año atrás.
Ahora bien, la cadena agroalimentaria tiene un extenso entramado productivo aguas arriba y abajo de la actividad, por lo que la performance del sector tiene fuertes repercusiones la economía general en términos de producción, empleo y entrada de divisas.
En términos de actividad aguas abajo, tanto agroquímicos como combustibles se vieron afectados. Por un lado, la disminución en el uso de agroquímicos implicó una contracción de la producción de los mismos en el orden del 39% i.a. en mayo, acumulando una caída del 17% i.a. Por otro lado, la venta de combustibles al sector, que representa el 6% de las ventas totales de la industria petrolera, se redujo 7% i.a. en mayo, lo que sumó incentivos para que la actividad fabril de refinación se contrajera 3,9% i.a. en el mes.
Además de la menor demanda de insumos, se retrajeron las inversiones del sector. En esta línea, luego de un periodo de gran dinamismo, las ventas de maquinaria agrícola en el mercado interno se frenaron: en el primer trimestre cayeron 7% i.a. De manera adicional, las ventas de vehículos vinculados al campo comenzaron el año con fuerte desaceleración, marcando inclusive variaciones negativas en el segundo trimestre.
Aguas arriba también se sintieron los coletazos de la sequía. La carga por ferrocarril retrocedió 20% i.a. en mayo y acumula una caída del 3% i.a. El transporte de granos y sus derivados se desplomó 30% i.a. en dicho mes, explicando casi la totalidad del menor volumen transportado por vía ferroviaria.
La sequía también tiene un fuerte impacto sobre los precios. La menor oferta de alimentos, presiona al alza los costos y estos sobre el precio que paga el consumidor. En junio, el IPC-GBA del rubro alimentos y bebidas creció 4,5%, mientras que el nivel general lo hizo 3,5%. Particularmente, los productos de panificación, carnes y aceites fueron los que exhibieron el mayor incremento (8%, 5% y 8%, respectivamente).