Empleo e Ingresos

Menores restricciones dinamizaron el mercado de trabajo

El desempleo trepó a 11,7% en el tercer trimestre

En el tercer trimestre de 2020, la tasa de desempleo alcanzó 11,7% de la Población Económicamente Activa (PEA) según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) elaborada por el INDEC. El salto de 2 p.p. respecto a igual período del año pasado es engañoso: no contempla la caída de la participación en el mercado laboral.

En este sentido, si bien las restricciones sobre el mercado de trabajo durante julio y septiembre eran menores que las del segundo trimestre, lo cierto es que la PEA observó una caída de 8% i.a., por lo que más de 1 millón de personas dejaron de trabajar o buscar activamente empleo en los 31 aglomerados urbanos en el tercer trimestre. Indudablemente se registró una mayor participación en el mercado laboral en relación al trimestre previo (la PEA había caído casi 19% i.a. dejando fuera del mercado de trabajo a 2,5 millones de personas), pero aún así los resultados son impactantes: si la PEA se hubiera expandido a la tasa de crecimiento poblacional -como lo hace en condiciones normales-, la tasa de desempleo habría trepado a la zona de 20%.

Menos restricciones mejoran el empleo, pero falta mucho

De acuerdo a la EPH, la tasa de empleo se ubicó en 37,4% de la población de referencia durante el tercer trimestre del año, todavía lejos del 42-43% de los trimestres “normales”. Esto demuestra una recuperación en relación al segundo trimestre del año, pero todavía muestra una situación muy compleja. Implica un deterioro del empleo levemente inferior al 11% i.a., en línea con el deterioro de la actividad en el período de referencia, lo que equivale a la pérdida de 1,3 millones puestos de trabajo en los 31 aglomerados urbanos. Esta cifra treparía a los 2 millones si extrapolamos este resultado al total de la población del país. Dicha inferencia es razonable para la población urbana (aprox. 90% del total) pero incorrecta para la población rural (10% restante).

Como era de esperar, el impacto desigual de la cuarentena en el empleo favoreció a aquellos con mayor estabilidad: los asalariados formales cayeron alrededor de 4,5% i.a., mientras que los informales cedieron 28% i.a. Los cuentapropistas, que también habían sufrido un fuerte impacto al momento del inicio de la cuarentena retrocedieron menos de 8% i.a., sugiriendo que muchas de las personas que perdieron su empleo se volcaron a alguna actividad independiente para mantenerse. También podría indicar el ingreso al mercado de trabajo de otros miembros de la familia con el objeto de apuntalar los ingresos de la misma.

Esta es una tendencia a seguir de cerca en los próximos meses, especialmente si las dificultades para controlar la pandemia permanecen. Las restricciones sanitarias impedirán trabajar en comercios, oficinas, etc. pero las familias precisarán de ingresos para subsistir, por lo que las “changas” y actividades independientes estarán a la orden del día.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

El relajamiento de jure y de facto de la cuarentena dio lugar a una merma en la contracción del empleo, y esperamos que esta tendencia continúe en la última parte del año. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer: dificilmente lo perdido se recupere hasta entrado el año que viene y todavía quedan dudas acerca de la calidad de esta recomposición.

Por un lado, las crecientes rigidices -prohibición para despedir- con una demanda incierta y deprimida no parece ser la mejor estrategia para generar empleo de calidad. Esto implicaría la continuidad de una tendencia que ya venía antes de la pandemia: mayor informalidad y cuentapropismo. De esto se desprende la siguiente pregunta: ¿Qué pasará con los salarios? Habrá cada vez más trabajadores cuyo poder adquisitivo no gozará de la -al menos parcial- protección que brindan las paritarias, lo que podría complicar la recuperación post-pandemia si esta coincide con una aceleración de la inflación. Asimismo, podría hacer menos efectiva una política salarial por parte del gobierno, haciendo más necesarias medidas focalizadas en estos grupos desprotegidos con un mayor costo fiscal en un país que no sobran los recursos.

En definitiva, todo dependerá del control o no de la pandemia, pero lo visto durante el tercer trimestre -luego de solo tres meses de cuarentena- muestra que la situación social está al límite: la gente va a salir a buscar su ingreso, por lo que las eventuales nuevas restricciones deberán contemplar esta situación.



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