¿Cuál fue el desempeño de la industria y la construcción en abril?
El Indice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) cayó 8,8% i.a. en abril y acumula en el primer cuatrimestre del año una retracción del 10,6% i.a. No obstante, en este último mes exhibió una suba de 2,3% en la serie desestacionalizada luego de la fuerte contracción de marzo (-4,6% mensual). Si bien la gran mayoría de las ramas industriales continúan en rojo (de hecho, casi la mitad de las mismas produce por lo menos 10% menos en la comparación interanual), algunos sectores –especialmente productores de alimentos- comienzan a mostrar una leve mejora.
Por su parte, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) retrocedió 7,5% i.a. durante el cuarto mes del año (-10,3% i.a. en el acumulado), aunque en este caso sí se observó un deterioro en términos desestacionalizados (-0,3%). Pese a que encadena el segundo mes consecutivo de contracción, el impulso que experimentó la actividad en el primer bimestre permite un avance cercano al 10% sin estacionalidad en lo que va del año.
¿Qué explica la dinámica del inicio del año?
La recuperación –en términos desestacionalizados- de la industria y la construcción durante el primer bimestre del año estuvo vinculada a una menor incertidumbre económica y la sensación de que lo peor ya había pasado. Este espejismo se basó en la estabilidad del tipo de cambio que reinó entonces, que permitió que la inflación se desacelerara (3,3% promedio mensual) y la tasa de interés de referencia perforara el 45% anual. Sin embargo, en marzo, ya disipado el verano cambiario y financiero, la economía volvió a resentirse: se aceleró la inflación (llegó a 4,7%), se contrajo el consumo (según Kantar Worldpanel se desplomó 11% i.a.) y la destrucción de empleo volvió a ser similar a la de los peores meses del año pasado (se perdieron más de 30.000 puestos de trabajo en un mes). Este rápido ajuste, ante una creciente volatilidad y una estrepitosa suba de la tasa de interés (70% hacia el fin de mes), no fue ajeno a la Industria y la Construcción, que cedieron 4,6% y 3,4%, respectivamente en el mes.
Durante abril, la economía comenzó a sentir el impulso de una cosecha agrícola récord pero fundamentalmente se vio motorizada por una reducción de la incertidumbre gracias a una mayor estabilidad del dólar, que se alcanzó tras el anuncio del BCRA de que podría intervenir en la Zona de No Intervención. Sin embargo, pese a excepción de algunos sectores vinculados a la exportación y a la producción de alimentos, esto no fue suficiente para que extienda rápidamente al resto del sector fabril. Particularmente, las ramas manufactureras de bienes durables o las proveedoras de estas (maquinarias, equipo de transporte, siderurgia, etc.), todavía se encuentran sumergidas en una profunda recesión ante la caída de la demanda interna tras el derrumbe de los salarios en dólares y el elevado costo de financiamiento.
¿Qué esperamos para los próximos meses?
La dinámica que tanto la Industria como la Construcción exhiba en los próximos meses dependerá en si se logra mantener o no la calma cambiaria. De todos modos, si incluso se asume que el BCRA es exitoso al momento de intervenir en el mercado cambiario (todavía no lo hizo) cuando en la previa electoral la creciente dolarización se materialice, las perspectivas no son muy alentadoras. Dado que el salario real crecerá –en términos interanuales- recién en los últimos meses del año y la política de tasas reales positivas se mantendrá durante todo 2019, el único driver que podría impulsar la Industria, aquellas con mayor potencial exportador y de sustitución de importaciones, luce insuficiente.
En este sentido, las expectativas de los empresarios siguen siendo negativas. El informe refleja que casi la mitad cree que no aumentarán sus ventas en el mercado local en el cierre del semestre, a la vez que más de la mitad considera que no variará la utilización de su capacidad instalada (todavía en niveles mínimos). Por su parte, si bien el 65% cree que no variará su dotación de personal, menos del 10% prevé que se trabajen más horas. Por lo tanto, el incremento de estos sectores corresponderá más bien a una cuestión de rebote estadístico (la base de comparación serán los peores meses de 2018) y no a una mejora sustantiva en el nivel de producción.
Por el lado de la Construcción, no se espera un aumento de la obra pública debido a que es fundamental el recorte del gasto de capital para lograr el objetivo fiscal del año. A su vez, las altas tasas de interés desincentivan los proyectos privados y la incertidumbre política pospone las decisiones de inversión. En este sentido, de mantenerse la estabilidad cambiaria, el sector podría recuperarse marginalmente en los próximos meses, pero distará de ser la estrella de los años electorales, más bien es probable que sea uno de los más castigados en 2019.