¿Cuál será el ajuste de las jubilaciones y las prestaciones sociales en 2018?
En 2018, las jubilaciones y las prestaciones sociales -de las cuales resalta la Asignación Universal por Hijo (AUH)- arrojarán una dinámica heterogénea. Por un lado, las jubilaciones registrarán un aumento nominal promedio de casi 26% en el año, lo que implicará un deterioro de casi 4% en términos reales según nuestras proyecciones de inflación. Esto significa que precisarían una suma fija superior a $7000 a fin de año para evitar que su ingresos reales se deterioren.
Por el contrario, la AUH cerrará el año con una mejora nominal promedio superior al 40% y cercana al 4% descontando la inflación estimada. Esto responde a que, producto de la suba del dólar y la consecuente aceleración inflacionaria –con un impacto sensible en alimentos y bebidas-, en septiembre se anunció la entrega de un monto fijo de $2700 (pagado entre ese mes y diciembre) como paliativo ante el aumento futuro de precios. Si el mismo no hubiera existido, la caída habría sido similar a la de las jubilaciones debido a que ambas se ajustan en función de la misma fórmula de actualización.
¿Qué implicará este deterioro?
La pérdida del poder adquisitivo de jubilados y beneficiarios de planes sociales es problemática porque una porción significativa de sus perceptores se encuentra en una situación de vulnerabilidad económica. Por caso, con los datos a septiembre, un jubilado que cobraba la mínima se ubicaba apenas por encima de la línea de pobreza, mientras que los beneficiarios de AUH apenas cubren algo más de lo necesario para que un niño no sea considerado pobre.
Visto en términos macroeconómicos, este grupo posee una elevada propensión marginal a consumir. Es decir, gastan casi la totalidad de sus ingresos ya que “viven al día” y poseen una acotada capacidad de ahorro. En consecuencia, y considerando que ambos grupos representan un quinto de la masa salarial total, la contracción de sus ingresos tiene un efecto significativo sobre la demanda agregada y en particular sobre el consumo masivo.
¿Qué pasará en 2019?
Como el coeficiente sobre el cual se calculan las jubilaciones, pensiones y demás prestaciones sociales ajusta trimestralmente en base a la evolución de precios y salarios de seis meses antes, las mejoras tardarán en hacerse sentir. Por caso, la aceleración inflacionaria de septiembre (provocada por el salto cambiario de fines de agosto) comenzará a impulsar en estos ingresos en marzo del año que viene e impactará plenamente en los mismos recién en la segunda mitad del año.
Por lo tanto, mientras que en el primer semestre del año electoral las jubilaciones retrocederían casi 7% i.a. en términos reales (si no hay bonos compensatorios), en la segunda mitad del año avanzarían 4% i.a. deflactada. El resultado sería una contracción cercana al 1,5% i.a. durante el año electoral para los ingresos reales de estas personas. Como el poder de compra de las mismas irá creciendo en el transcurso del año, estimamos que el impacto positivo en el consumo recién tenga lugar en el segundo semestre de 2019.