¿Qué pasó con la actividad en junio?
El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) no exhibió variación en junio respecto al mismo mes del año anterior (0% i.a.), aunque en la comparación desestacionalizada, marcó una contracción de 0,4% respecto a mayo, encadenando así el segundo mes de caída. De esta forma, estimamos que la actividad aumentó 0,4% i.a. en el segundo trimestre del año, pero no alcanzó para revertir los malos primeros meses: la economía se contrajo 2,6% i.a. en la primera mitad del año. Además, la medición desestacionalizada del segundo trimestre no mostró mejoras, lo que refleja que la actividad no logra revertir la ausencia de crecimiento desde el segundo trimestre del año pasado.
En lo que respecta a junio, el crecimiento más significativo fue el del sector Agropecuario (+43,7% i.a.). Tal como venía sucediendo desde el salto cambiario del año pasado, Industria (-6,1% i.a.) y Comercio (-8,6% i.a.) exhibieron fuertes contracciones, aunque esta vez las mayores caídas estuvieron en Construcción (-7,9% i.a.), Electricidad, Gas y Agua (-10,6% i.a.) e Intermediación Financiera (-15,1% i.a.).
¿Qué factores explicaron la dinámica?
Observando los sectores que mostraron una mejora interanual en el mes de junio, el factor más relevante es el impulso que la cosecha récord le dio al sector agropecuario luego de la sequía del año pasado. En segundo lugar, el avance de Hoteles y Restaurantes (+1,6%), el cual se explica por un mayor turismo en el país –tanto de residentes como de extranjeros-, fenómeno directamente relacionado al mayor tipo de cambio real alcanzado tras la depreciación del Peso en 2018. De hecho, el último mes de crecimiento del sector había sido hace más de un año, antes de que la inestabilidad cambiaria reinara en la economía argentina. Por su parte, Minas y Canteras (+0,9% i.a.) creció de la mano de la expansión de Vaca Muerta y el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales (la producción del yacimiento creció más de 100% en los primeros seis meses del año).
Por su parte, las fuertes caídas que mostraron algunos de los sectores responden a diversas causas. Indudablemente, las más importantes fueron la caída del poder adquisitivo y la elevada tasa de interés. La combinación de ambas a lo largo de los últimos doce meses fue letal para las empresas, dado que tuvieron que afrontar aumento de costos –de financiamiento- en un contexto de menores ventas. En este sentido, los diversos estímulos no salariales que ya tenían plena vigencia en junio -entre los que resaltan los créditos Anses y Pro.Cre.Ar y el plan Junio 0 km, además de las compras en cuotas a tasas de interés más bajas mediante el programa Ahora 12- no tuvieron el impacto deseado en dicho mes sobre la industria y el comercio.
Por otra parte, la fuerte contracción de los servicios financieros está ligada a la salida de capitales del país desde el inicio de la inestabilidad cambiaria del año pasado y a la reducción del rol de intermediarios financieros de los bancos en un contexto de altas tasas de interés que desincentivan la toma de préstamos. Por último, para el sector de la Construcción, al bajo poder de construcción de los salarios y a la desaparición del crédito, se sumó en junio malas condiciones meteorológicas que llevaron al sector a experimentar una nueva caída de su actividad (-7,9% i.a.).
¿Qué esperamos para lo que resta del año?
Lamentablemente, la dinámica cambiaria post-PASO echó por la borda cualquier atisbo de recuperación que la economía pudiera encontrar en los últimos meses del año. El nuevo salto del tipo de cambio volverá a acelerar la inflación (que llega esta vez con una mayor inercia), erosionando los ingresos reales y golpeando nuevamente la actividad comercial e industrial. En este sentido, el paquete de medidas del gobierno tras el resultado electoral tendrá un impacto acotado: la quita del IVA a algunos alimentos aliviará el costo de llenar el changuito, mientras que la suba del mínimo no imponible permitirá una mayor dolarización de la clase media-alta. Paralelamente, la incertidumbre acerca de las políticas a tomar el nuevo gobierno y la posibilidad de mayores presiones sobre el dólar paralizará cualquier tipo de inversión productiva.
De este modo, la economía carecerá de elementos para crecer en lo que resta del año. El impulso del Agro luego de un año de sequía se diluirá en los próximos meses, a la vez que la mayor producción de Vaca Muerta no será determinante en el corto plazo y si bien el turismo podrá continuar su expansión, su impacto en la actividad es muy limitado. En consecuencia, Cambiemos se despedirá del gobierno con una economía que todavía no mostrará señales de reactivación.