Sectorial

La construcción pierde dinamismo: ¿se apaga uno de los motores de la recuperación?

¿Cómo le fue a la construcción en abril?

En abril, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró un pronunciado salto respecto a abril 2020 (+321%), mes en el que el sector había permanecido virtualmente paralizado durante las primeras semanas del ASPO. De esta forma, acumuló una suba superior al 70% i.a. en los primeros cuatro meses del año.

Sin embargo, la comparación el olvidable 2020 es anecdótica: en términos desestacionalizados la venta de insumos para la construcción cayó 2,2%, disminuyendo por tercer mes consecutivo y borrando el terreno ganado entre diciembre y enero. En abril, 8 de los 13 insumos de la construcción relevados por INDEC cayeron en su comparación con marzo, destacándose Hierro redondo y aceros para la construcción, donde influyeron las dificultades productivas que experimentó la industria siderúrgica en el mes (contagios, falta de insumos, menor provisión de gas). Con todo, el sector sigue manteniéndose en niveles casi 20% superiores a la pre-pandemia.

La evolución reciente de la actividad del sector confirma la fatiga que exhibe la construcción respecto al acelerado ritmo de crecimiento que exhibió en la segunda mitad de 2020 y que se extendió hasta enero pasado inclusive. Sobre esta dinámica han operado distintos factores, a los que se ha sumado más recientemente el recrudecimiento de la crisis sanitaria. Las restricciones sobre la actividad en la Ciudad de Buenos Aires en la primera quincena de mayo (grandes obras privadas), junto al cese temporario de actividades a finales del mes pasado en gran parte del país, volvieron a generar preocupación en uno de los sectores más afectados en 2020 por las limitaciones impuestas al inicio de la pandemia/cuarentena en el país.

En este marco, ¿es posible que el sector pueda mantenerse como uno de los motores del crecimiento en 2021? Veamos.

¿Menor influencia de los drivers de la actividad?

Algunos de los principales factores que han venido impulsando la actividad han perdido vigor en los meses recientes. En primer término aparece la disminución en la brecha cambiaria restándole cierto atractivo a las estrategias de acopio o compras anticipadas por parte de desarrolladores y familias. En un contexto en que el poder de compra del salario en términos de insumos constructivos se contrae cerca del 10% i.a. y el crédito hipotecario es virtualmente inexistente, la brecha emerge como un combustible poderoso para la recuperación. Mientras que hacia finales de 2020 la brecha promediaba 100% (120% en octubre), la diferencia se achicó al 60/65% desde febrero. Frente a un precio de los insumos que siguió trepando a un ritmo elevado, el costo de la construcción medido en USD blue subió 60% entre octubre y abril. Aún así, se mantiene 50% por debajo de los máximos de 2017.

Por otra parte, en la medida en la que se incrementó la vida fuera del hogar, los patrones de consumo han ido gradualmente asemejándose a los de la pre-pandemia. Reflejo de lo señalado es que los despachos de cemento en formato bolsa, que hacia finales de 2020 crecían 35% frente a 2019 (pre-pandemia), actualmente lo hacen a un menor ritmo (15%).

No obstante esto, la desaceleración en la demanda para pequeñas refacciones, ampliaciones o reparaciones ha venido siendo parcialmente compensada por el ascenso de la obra privada de mayor magnitud y la obra pública. Por un lado, el relajamiento de las restricciones sanitarias habilita una paulatina mejora en el desarrollo de obras privadas y en el número de empresas operando, que creció 8% entre diciembre pasado y abril, aunque aún se mantiene 10% por debajo de un año atrás y en niveles de 15 años atrás. Por otro lado, los despachos de cemento a granel siguen sosteniendo una recuperación, aunque sin llegar aún a los niveles de los mismos meses de 2019 (-7% en abril).

En este contexto, la recuperación del empleo viene demorada respecto a la demanda de insumos. Si bien los puestos de trabajo se han recompuesto casi un 10% en lo que va del año, los niveles todavía se encuentran bien por debajo de la pandemia. Más allá de que cerca del 60% del empleo en el sector es informal, durante la cuarentena se perdieron cerca de 65.000 puestos registrados en la construcción, de los cuales a marzo aún resta recuperar un 20%. Es decir, que aún faltan 15.000 puestos sólo para recuperar la caída de 2020.

Por último, la reactivación de la obra pública va consolidando su dinamismo tras el desplome sufrido entre 2018 y 2020. Aún siendo 25% inferiores a los niveles de 2019, los despachos de asfalto subieron por cuarto mes al hilo en abril, mientras que frente a reducidas bases de comparación los gastos de capital del Gobierno Nacional treparon 60% i.a. en términos reales en el primer cuatrimestre. Consolidando las buenas expectativas, se destaca que en el primer cuatrimestre fueron licitadas obras en todo el país por ARS 240.000 millones, el mayor registro en términos reales para el trimestre desde 2017, según el relevamiento de Construar.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Si bien los exiguos niveles de actividad de 2020 (principalmente en el segundo trimestre) seguirán permitiendo observar incrementos interanuales significativos, los primeros indicadores de mayo sugieren que la construcción habría acusado el impacto del endurecimiento de las renovadas restricciones sanitarias.

El Índice Construya de mayo mostró una leve retracción mensual (-0,4%) en la serie ajustada por estacionalidad, aunque marcando un nivel 6% superior al de mayo 2019 (sin pandemia). Por otro lado, tras dos meses en suba, los despachos de cemento cayeron -1,6% mensual sin estacionalidad. En ambos casos, se observa que el nivel de actividad se ha venido acomodando levemente por debajo de los niveles de los últimos meses de 2020.

En este sentido, el principal riesgo que enfrenta la actividad en el corto plazo proviene de la posibilidad de que se impongan nuevas restricciones sobre la actividad como las observadas recientemente, principalmente en las jurisdicciones más afectadas por la circulación del virus. No obstante, dada la relevancia estratégica del sector en términos de recuperación del empleo (en particular, del informal) y dinamización de diversos encadenamientos, así como su emplazamiento a lo largo de todo el país y su casi nulo consumo de divisas, la construcción luce como una de las actividades más privilegiadas en el escenario actual.

A favor, observamos que la continuidad del cepo junto a una brecha cambiaria que podría trepar algo más en cercanías de las elecciones y tasas de interés reales negativas alinean los incentivos en pos de volcar ahorros al “ladrillo”, que se combinará con el afianzamiento dela obra pública en el año electoral. Finalmente, el marcado incremento en el precio de las commodities constituye un factor que podría conducir a actores del sector agropecuario a invertir en la construcción en busca de refugio de valor.

En este contexto, la confianza de las empresas sigue conservando un sesgo positivo (más marcado en las que realizan obra pública). En la misma línea, la superficie involucrada en los permisos para obras privadas marcó en marzo un alza del 63,2% i.a., siendo incluso 43% superior al registro del mismo mes de 2019.

En síntesis, prevemos que la actividad se mantenga durante el año por encima de los niveles pre-pandemia, pudiendo retomar el crecimiento en la medida en que se fortalezca el proceso de vacunación. Tras haber caído 19,5% en 2020, esperamos que la actividad pueda cerrar 2021 con un crecimiento en la zona del 25%.



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