El 29 de junio del 2019 marcará el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del comercio internacional para Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Este evento establece un punto de inflexión en la aproximación y estrechamiento de las relaciones políticas y económicas de ambos bloques. El acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea representó un cambio en la integración del Cono Sur, con el potencial de cambiar significativamente el panorama de las economías en los próximos años.
Luego de años de parálisis en el proceso de integración comercial, el Mercosur ha dado un paso importante hacia la modernización de las economías que la integran. El acuerdo comercial no solo traerá un mayor intercambio de bienes y servicios entre los diferentes países, sino que debería reforzar la competitividad de las economías al promover una asignación más eficiente de los factores de producción. La combinación de una integración económica y estatal eficiente tiene el potencial de aumentar el bienestar social de los países en el bloque.
La parálisis en la inserción internacional del Mercosur respondió a dos visiones políticas diferentes entre los países miembros: unos buscaron la integración comercial con la comunidad internacional y otros diseñaron su política exterior subordinada a los intereses internos. Por lo tanto, el punto más relevante del acuerdo fue quebrar el paradigma que tenía frenado al Mercosur en sus relaciones con el mundo: el acuerdo expresa un cambio en la visión de la conducción de la política económica por parte de los países miembros.
El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea fue bastante ambicioso, sin embargo, la transición para que sea plenamente efectivo es larga (hasta 15 años para bienes industriales). El Mercosur debe eliminar el 91% de los aranceles sobre las importaciones de la comunidad europea, que a su vez debería abrir el 95% de sus mercados. Vale remarcar que el promedio ponderado de aranceles del Mercosur (14,8%) es sensiblemente mayor a la UE (3,0%). En consecuencia, los precios de los productos europeos se abaratarían en mayor medida que los sudamericanos. Visto desde la óptica de los consumidores, los habitantes del Mercosur serían los principales beneficiados, pero como los productos europeos se importarán a menor precio habrá riesgos para los productores locales.
El resultado de las negociaciones Mercosur-UE respecto al comercio industrial fue satisfactorio para ambas partes. La UE logró su principal objetivo: liberalizar el comercio para poder apuntalar sus exportaciones industriales, mientras que el Mercosur consiguió plazos muy extensos en aquellos bienes sensibles producidos localmente.
En cambio, los avances del Mercosur en cuanto al acceso al mercado europeo para los productos agrícolas fueron acotados: la comunidad europea sólo liberó 82% de sus mercados, estableciendo cuotas (un poco más amplias que en el pasado) para productos importantes en la lista de exportaciones del bloque. Mercosur tampoco logró que la UE elimine subsidios a sus productores agrícolas. Los limitados avances en la materia pueden haber sido fruto de las incertidumbres políticas en Argentina y Brasil, que impulsaron un acuerdo más rápido para no correr el riesgo de que la alternancia de poder frenara los avances alcanzados.
Por último, el acuerdo también aborda diferentes temas comerciales, tales como: normas de origen, facilitación del comercio, barreras fitosanitarias, subsidios, entre otros. Nuestra expectativa es que además de fortalecer el comercio actual, el pacto con la Unión Europea facilitaría la atracción de inversión extranjera proveniente de Europa
En adjunto se encuentra un informe especial que analiza el impacto del acuerdo para los cuatro países que integran el bloque sudamericano, haciendo foco en las oportunidades, desafíos y amenazas específicas que enfrenta cada uno de ellos.