La ministra de trabajo de Nación, Kelly Olmos, inició la temporada paritaria 2023 con la habitual referencia que todos los gobiernos indican para tratar de gobernar el proceso paritario. En declaraciones públicas afirmó que el Gobierno ve la “necesidad de ir convergiendo hacia una desaceleración de la nominalidad y la inflación”, y en ese sentido continuó diciendo que “la mejora salarial debería converger hacia el nivel pautado (en el presupuesto 2023) de inflación, más algún punto de recuperación”. La proyección que el Gobierno incluyó en el presupuesto fue de 60%, por lo que todo el arco sindical interpretó que Olmos estaba blanqueando algo que el propio ministro de economía les está pidiendo a los dirigentes sindicales: que acuerden en torno al 60% y que incluyan cláusulas de revisión para cubrir desfasajes.
Lo cierto es que la pauta del 60% es una pauta que más que realista es congruente con las proyecciones incluidas en el Presupuesto 2023. Es difícil pensar que el Gobierno pudiera reclamar un nivel de acuerdos salariales que estuviera alejado de ese parámetro, sería casi como desautorizar lo que acaba de presentar como su proyección para calcular ingresos y gastos. Pero no obstante ello, la referencia suena bastante poco creíble viendo la dinámica que viene teniendo la inflación.
Esta referencia también es parte de un plan que viene sosteniendo Sergio Massa para darle un mazazo a las expectativas de inflación. El ministro de economía “gestionó” una baja del índice de inflación con una serie de acuerdos que celebró en el último trimestre de 2022 con relativo éxito: la inflación de noviembre y diciembre promedió 5%. Ahora espera que, luego de esas señales de desinflación, el sindicalismo ponga sobre la mesa su parte en esta suerte de Acuerdo Económico y Social en partes que viene enhebrando. Pero la primera reacción del sindicalismo no fue muy generosa con ese plan y razones no faltan.
La pauta oficial de este año se ve mucho más ambiciosa que las dos anteriores que había intentado imponer este mismo Gobierno. En 2021, el entonces ministro Martín Guzmán, promocionó una pauta de aumentos salariales del orden del 29% que quedó muy desactualizada en los primeros meses de un año que terminó con inflación por encima del 50% y acuerdos salariales corriendo a esa velocidad.
En 2022 la cosa fue más ambiciosa ya que los acuerdos salariales ya venían corriendo en el orden del 50% y el gobierno pretendió que los acuerdos confluyeran en torno al 40%. La inflación de febrero del año pasado (4,7%) ya hizo entrar en crisis esa pauta y la inflación del año terminó siendo 94% con acuerdos que requirieron varias revisiones, incluso un adelantamiento de paritarias decretado por el Gobierno en mayo que permitió a los salarios defenderse del fogonazo inflacionario de marzo-abril de 2022.
La pauta de 2023 se ve más ambiciosa que las dos anteriores si observamos la distancia que hay entre la pauta y la velocidad a la que van corriendo los acuerdos salariales. El año pasado había 13 puntos porcentuales entre la pauta del 40% y el promedio de acuerdos salariales que estaban en el 52,9%. Este año la diferencia es de 40 puntos porcentuales, que es la distancia que hay entre la pauta del 40% y el promedio de acuerdos salariales que registramos en enero en torno a 100%. Es quizá esta realidad la que lleva a la dirigencia sindical a desconfiar de la propuesta del gobierno y a no ofrecer semejante esfuerzo sobre la mesa para colaborar con la desinflación.
Por todo ello, y en copia a lo sucedido el año pasado, posiblemente veamos a aquellos gremios que tienen sus paritarias en el primer trimestre a manejarse con la cautela que exige no desbordar demasiado la pauta oficial pero no quedarse demasiado corto que obligue a reaperturas muy rápidas.
La presente es una síntesis del Panorama Sindical, exclusivo para clientes Corporate.