¿Qué pasó con el mercado laboral en el primer trimestre del año?
El Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) informó que en el primer trimestre del año el empleo registrado cayó en promedio 1,2% i.a. Esta dinámica fue peor para los asalariados privados que retrocedieron 2,8% i.a. En cambio, la masa de trabajadores independientes (autónomos y monotributistas) se mantuvo estable, a la vez que los asalariados públicos avanzaron 1,2% i.a.
Si bien la estadística aun no contiene el grueso de la cuarentena más restrictiva (vigente durante abril), observar la serie desestacionalizada permite tener una referencia de como venía el mercado laboral formal al momento de decretarse el aislamiento social. A contramano de lo sucedido en la comparación interanual, los más perjudicados fueron los trabajadores independientes (-3,3%, casi 80 mil puestos de trabajo) en contraposición a los asalariados (-1% y +0,1% para el caso de los privados y públicos, respectivamente).
En consecuencia, se observa que entre marzo y diciembre pasado el empleo registrado cayó 1,2%, lo que equivale a una pérdida de casi 150 mil puestos de trabajo. Vale destacar que este es el mayor registro para tres meses consecutivos, incluso superando los meses superiores a los saltos cambiarios de 2018 y 2019.
¿Y qué pasó con el salario real en el período?
Contrariamente a lo sucedido durante el gobierno de Cambiemos, en el que el deterioro del mercado laboral se debía en mayor medida a la pérdida del poder adquisitivo que a la de empleo, en el primer trimestre del año el mercado de trabajo mostró una contracción en los puestos formales pero no del salario real. Esto se debe al incremento salarial “solidario” decretado el gobierno y pagado en los primeros meses del año, que prácticamente borró el rojo del poder adquisitivo en la comparación interanual durante febrero y marzo.
Nunca sabremos el impacto en el nivel de precios de esta medida una vez fijadas las paritarias, o si esto no hubiera ocurrido porque los incrementos hubieran moderado las demandas de recomposición de los trabajadores: a las pocas semanas, la pandemia y la cuarentena modificaron la discusión.
¿Qué esperamos para el segundo trimestre?
El inicio de abril complejizó más las perspectivas del mercado laboral. De acuerdo a información de AFIP, las restricciones a la circulación y el impedimento a ejercer la mayoría de las actividades provocaron un desplome de aportantes al SIPA: la masa compuesta por asalariados dependientes, autónomos y monotributistas cayó 21,5% i.a. (casi 2 millones de cotizantes). Si bien esta comparación corresponde a los últimos doce meses, este indicador había retrocedido 3% i.a. en el primer trimestre del año, por lo que indudablemente hubo una aceleración de la caída durante el pasado abril.
Vale aclarar que este número no está directamente ligado a los ceses laborales ya que la ausencia de ingresos puede haber engrosado la masa de trabajadores sin capacidad transitoria de aportes, sea por cuenta propia o de sus empleadores. En cualquier caso, esto demuestra que una parte considerable de los puestos de trabajo formales estuvieron en la cuerda floja durante abril.
El gobierno tomó nota de esto y el acto reflejo fue prohibir los despidos. Luego, a través del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) destinó a la fecha más de ARS 180 MM (alrededor de 0,6% del PBI) con el objeto de aliviar la situación financiera de asalariados y cuentapropistas, muchos imposibilitados de desplazarse y desarrollar sus actividades. El pago de una parte del salario a trabajadores cuyas empresas hayan mostrado una caída significativa en la recaudación real y los créditos a tasa 0% para autónomos y monotributistas fueron las medidas más significativas.
Por este motivo, creemos que muchos de los puestos de trabajo que se vieron afectados por la cuarentena y la caída de las ventas subsistieron lo peor de la cuarentena. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de todos los empleos vinculados a actividades que no tienen una fecha clara de retorno, asociados al esparcimiento, entretenimiento, gastronomía, turismo masivo, entre otros.
Asimismo, la ayuda del gobierno no fue tan general y veloz (en principio se trató de canalizar la asistencia a través de los bancos, sin éxito y se pusieron requisitos excluyentes en términos de ingresos) como se hubiera deseado, por lo que incluso con la prohibición de despidos, el cierre de empresas podría haber impactado y seguir afectando el nivel de empleo. Es decir, un deterioro en el asalariado privado estará más vinculado al cierre definitivo de empresas, algo que es deseable evitar a la hora de pensar la recuperación económica. La negociación de algunos sindicatos de diferir una porción del salarios para aquellos empleados imposibilitados de trabajar, parece ser una medida más acertada en pos de la conservación de los puestos de trabajo, elevando la probabilidad de ocurrencia de una rápida recuperación.
Por su parte, si bien mayo, junio serán meses con un mayor dinamismo en la actividad, esta se recuperará lentamente y aun con perspectivas inciertas, por lo que el impacto sobre el mercado laboral formal continuará siendo limitado: el empleo también tiene que pasar el invierno, y frenar la destrucción del mismo será considerado un alivio. Contemplando que la mejora no ocurrirá en tanto no se avizoren una mejora en las expectativas económicas, lo que no se verificará hasta entrado el segundo semestre, prevemos que en promedio el 2020 arrojará un deterioro cercano a 3% i.a. en los puestos de trabajo formales, afectando a medio millón de personas.