La necesidad de ordenar la política
Por estos tiempos, el análisis de la mayoría de los economistas que intentan identificar la probabilidad de que la economía argentina se arregle concluye con la misma frase: primero se tiene que ordenar la política. Esa frase transmite un aspecto esencial de la trayectoria conjunta de las dinámicas políticas y económicas, y es que para producir determinados hechos económicos deseados, se requiere determinada voluntad política detrás. Es el sustrato que sostiene la idea de que para llevar el barco a buen puerto, se requiere un capitán que piense una buena hoja de ruta (plan) y que la pueda ejecutar efectivamente (condiciones de gobernabilidad). Un capitán, tomando buenas decisiones y teniendo capacidad de ejecutarlas, es la política ordenada que reclaman los economistas.
En democracia, a la política la tiene que ordenar la gente votando. El orden político (el capitán correcto, con la hoja de ruta correcta y con capacidad de ejecutarla) tiene que surgir de la voluntad popular, es la forma de que todo ese proceso tenga legitimidad democrática. Si bien esta forma de legitimar las decisiones colectivas le agrega cierta complejidad al asunto, cumple una función esencial en la construcción de una voluntad política, porque para producir determinados hechos económicos se debe poseer consenso social, lo que termina de validar esa voluntad política.
Pasado en limpio, para arreglar la economía, necesitamos que se ordene la política, y para que esta se ordene necesitamos “voluntad política”, entendida esta como ideas y capacidad de ejecutarlas, que no es otra cosa que designar un capitán que defina la hoja de ruta correcta y que tenga capacidad de ejecutarla, y lo tiene que elegir la gente votando para garantizar consenso social.
El actual escenario electoral
A pesar de las dificultades que enfrenta la argentina, es posible mirar el 2023 con alguna expectativa optimista, ya que se presenta nuevamente una oportunidad de encontrar una instancia ordenadora de la política. Será una instancia para elegir un capitán para conducir este barco. Y si bien es cierto que para conocer con más precisión quién puede ser ese capitán todavía falta que el escenario de candidaturas decante (probablemente ocurrirá de aquí a junio del año próximo), nos resultó interesante analizar el escenario electoral hoy, viendo qué nivel de consenso social juntan cada uno de los candidatos en danza, aún sabiendo que no necesariamente es un predictor del resultado de la competencia.
En el actual escenario electoral, existen al menos 10 candidatos a presidente, ninguno de ellos reúne el 30% de la intención de voto. En ese marco, ¿hay alguna forma de identificar quién es el que reúne el mayor consenso? Una forma interesante de evaluar ello es analizar el escenario desde un abordaje multipreferencia, es decir, viendo cómo ordenaría la gente a esos 10 candidatos en un orden de preferencia de 1 a 10, y es eso lo que efectivamente hicimos en un estudio nacional especial con más de 2.000 casos relevados.
El objetivo fue tratar de analizar el escenario de manera integral, pidiéndole a la gente que ordene a los candidatos, entre aquellos que más prefiere a los que más rechaza, y así poder identificar cuál de todos ellos tiene la capacidad de generar el mayor consenso social.
El resultado de este estudio se puede observar en el siguiente gráfico, donde recopiladas las respuestas de todos los encuestados, se puede observar cómo queda confeccionada la distribución de porcentaje de menciones para cada orden de preferencia, desde el primero (1) al último (10), mostrando en los primeros 5 órdenes, las mayores preferencias, y los últimos 5 órdenes, los mayores rechazos.
Esta forma de indagación permite obtener una impresión más integral de la mirada que los electores tienen de la oferta electoral ofrecida, ya que no solo registra las preferencias sino los rechazos. Esto permite evaluar con amplitud los niveles de consenso que generan los candidatos, restándoles a las preferencias los rechazos, para identificar qué nivel de aceptación generan en el conjunto general.
Esto fue lo que hicimos a través de un indicador creado al efecto: el Índice de Fortaleza Consensual de los candidatos. Un indicador que busca reflejar el nivel de adhesión pero contabilizando también el nivel de rechazo generado por el candidato.
Esta mirada omnicomprensiva ofrece una aproximación más certera al consenso o aceptación que generan cada uno. Y lo que surgen inmediatamente de los resultados, es que los candidatos de Juntos por el Cambio son los que más fortaleza consensual obtienen, siendo que los tres primeros son: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Facundo Manes.
Por contrapartida, las dos figuras más prominentes del oficialismo, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, hoy son las que generan el menor nivel de consenso, o el mayor nivel de rechazo. El caso de Cristina Kirchner es curioso porque casi 2 de cada 3 la ubican en el primer o el último escalafón de preferencia, siendo claramente el rechazo la opción mayoritaria (casi duplica al porcentaje de selección para la primera preferencia). Alberto Fernández recoge más de un tercio de sus menciones en los últimos dos niveles de rechazo, lo que explica su IFC altamente negativo.
Javier Milei, por su parte, aparece en el cuarto lugar del ranking de IFC, producto de una buena primera preferencia, pero con altos niveles de menciones en los dos últimos niveles, los de mayor rechazo. De esta forma su IFC queda algo por debajo del que registra Facundo Manes.
En el caso de Mauricio Macri, le ocurre algo parecido a Javier Milei ya que registra buenos porcentajes de menciones en las dos primeras preferencias, pero también en las dos últimas preferencias, las que registran el mayor nivel de rechazo, lo que reduce su IFC a 6,9, el más bajo de todos los candidatos de Juntos por el Cambio.
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