El Banco Central del Ecuador publicó a finales de septiembre los resultados de las cuentas nacionales con información hasta el segundo trimestre de este año. Este nuevo boletín, que también incluye notorias correcciones en los resultados de los trimestres previos, muestra una marcada desaceleración de la economía ecuatoriana. Según la institución oficial, en el segundo trimestre de 2018 el PIB registró un crecimiento interanual de 0,9%, muy por debajo del 1,6% reportado para el primer trimestre (antes el Banco Central estimaba que el crecimiento del primer trimestre había sido de 1,9%) y mucho más de las tasas cercanas al 3% de los últimos dos trimestres de 2017. De este modo, en la primera mitad del año la economía ecuatoriana creció 1,3% frente al primer semestre de 2017.
La desaceleración es consecuencia, principalmente, del ajuste que el Gobierno ha llevado a cabo en el gasto de inversión y que, junto con un aumento en los ingresos petroleros y en la recaudación de impuestos (aunque creemos que este último es transitorio) le ha permitido reducir el déficit del Presupuesto General del Estado de US$3.005 millones en los primeros nueve meses de 2017 a US$1.397 millones en igual período de 2018. Este recorte en el gasto de capital, que según las proyecciones oficiales se extenderá hasta 2019, no se ha visto compensado por un aumento de la inversión privada y, dada la pérdida de competitividad del Ecuador frente a sus vecinos y otros países con los que compite, no somos demasiado optimistas respecto a un gran repunte de la inversión privada en 2019, pese a los incentivos tributarios contemplados en la Ley de Fomento Productivo recientemente aprobada.
De hecho, creemos que el próximo año, cuando al recorte en el gasto de capital se debería sumar un ajuste en el gasto corriente, puntualmente en los sueldos y salarios del sector público, la economía ecuatoriana crecerá apenas 0,5%. Nuestras proyecciones son parecidas a las que el FMI acaba de dar a conocer en su último informe sobre la economía mundial. El organismo multilateral prevé que este año la economía ecuatoriana crecerá 1,1% y que el próximo la tasa bajará a 0,7%. El actual ministro de Economía y Finanzas también ha reconocido que en el corto plazo es probable que las tasas de crecimiento económico sean bajas.
A este escenario se suma una situación preocupante de las reservas internacionales del Banco Central, que mantienen la tendencia a la baja que muestran desde la caída del precio del petróleo a finales de 2014 y que sólo se recuperan cuando el gobierno consigue un nuevo crédito externo. En ese contexto, salvo que el precio del petróleo alcance nuevamente valores que permitan generar un flujo de divisas que recomponga las reservas, el gobierno debe concretar ya una nueva operación de financiamiento externo (al respecto, nuestra opinión es que el Ecuador debería negociar un acuerdo con el FMI que le permita asegurar un flujo suficiente de financiamiento para los próximos años y, a su vez, genere una suerte de presión para que el gobierno avance en las medidas correctivas que hacen falta). Otra opción, menos probable dado el perfil pro-mercado del equipo económico, es algún tipo de medidas para tratar de contener las importaciones.