En el día de ayer se llevaron a cabo las elecciones legislativas en Estados Unidos. El Partido Republicano logró mantener la mayoría en el Senado. Sin embargo, perdió el control de la Casa de los Representantes (Cámara Baja). Por otra parte, habrá más estados con gobernadores demócratas al frente, aunque estos seguirán siendo minoría. Por lo tanto, a pesar de una economía pujante (proyección de crecimiento de 3,1% para este año según la FED), la “onda azul” mostró ayer que tiene todo lo necesario para dar pelea.
¿Qué significa para Estados Unidos?
A pesar de las expresiones victoriosas de Trump (‘Tremendous success tonight. Thank you to all!’), el resultado constituye un duro golpe para su gestión, dado que en la segunda mitad de su mandato deberá gobernar una nación más dividida y con menor apoyo político.
Concretamente, la pérdida de la mayoría en la Casa de los Representantes será un obstáculo en la agenda del Presidente, poniendo un freno a nuevas ruedas de disminución de impuestos, endurecimiento de la política migratoria o el desmantelamiento de Obamacare. Además, probablemente se impulsarán investigaciones referidas a su situación personal ante el fisco, o la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016. Sin embargo, un eventual juicio político no parece probable: los jueces de la Corte Suprema norteamericana se definen en la Cámara Alta, de modo que el Partido Republicano seguirá teniendo la llave.
Por último, y considerando estos comicios como una “evaluación de gestión a mitad de mandato”, podemos afirmar que Trump recibió una primera señal de advertencia de cara a su posible reelección en 2020.
¿Qué significa para Argentina?
Si bien Trump deberá enfrentar mayores obstáculos, este no será el caso de la política comercial. De esta forma, nada indica que los resultados electorales reduzcan la tensión entre China y Estados Unidos, por lo que la “guerra de aranceles” podría continuar. Paralelamente, Trump no tendría porqué levantar las sanciones impuestas sobre Irán y su producción de petróleo. Como resultado, ambos elementos seguirán impulsando los precios de la economía norteamericana, poniendo su tasa de inflación en valores en torno a los límites aceptables.
En este contexto, cabe esperar que la FED no modifique sustancialmente su política de alza de tasas, ya que la economía continuaría creciendo, el desempleo seguiría en niveles muy bajos y el aumento de precios se mantendría como una señal de recalentamiento. Como consecuencia, el Dólar seguiría experimentando presiones a la apreciación, por lo que el Peso argentino se vería afectado. Esto, sumado a los incrementos en el precio internacional del petróleo, serían una mala noticia para la inflación argentina, constituyendo una dificultad adicional para su reducción.
Más allá de que no vemos un impacto en la política de tasas, el esquema previamente programado de aumentos podría atenuar el crecimiento de la economía mundial y, consecuentemente, de la demanda de alimentos, por lo que los precios de los commodities agropecuarios (claves en las exportaciones argentinas) no experimentarían mayores avances.
Adicionalmente, tasas más altas sumarían a la dificultad de la Argentina para financiarse en el mercado privado, dinámica que se tornará necesaria a partir de 2020.