¿Cómo le fue a la construcción en febrero?
El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró un marcado crecimiento del 22,7% i.a. en febrero, registrando el cuarto avance interanual consecutivo luego de atravesar dos años en recesión. Así, en el primer bimestre acumuló un alza del 23% i.a..
No obstante, en términos desestacionalizados la actividad se contrajo 3,9% frente a enero, retornando a los niveles de diciembre. De esta forma, el sector mostró un impasse en el proceso de crecimiento que venía sosteniendo desde agosto pasado, aunque se mantuvo todavía 23% por encima de los niveles pre-pandemia.
Si bien en marzo el sector habría retomado su trayectoria de crecimiento, cabe señalar que algunos de los drivers de la actividad han perdido vigor. Asimismo, la dinámica sectorial convive actualmente con el recrudecimiento de la crisis sanitaria ante el acelerado aumento en los casos de COVID-19, encendiendo temores en uno de los sectores más afectados en 2020 por las restricciones impuestas al inicio de la pandemia/cuarentena en el país.
En este marco, ¿pueden sostenerse los actuales niveles de actividad en los próximos meses? ¿De qué dependerá? Veamos.
¿Cómo evolucionan los drivers de la actividad?
En primer lugar, la marcada disminución en la brecha cambiaria le resta atractivo a la inversión en el sector. En el último tramo de 2020, el sólido dinamismo en la demanda de insumos de los hogares y acopio de los desarrolladores estuvo impulsado por una brecha promediando el 100% en el cuarto trimestre (120% en octubre). Este factor permitía compensar los deprimidos niveles del poder adquisitivo del salario y el limitado acceso al crédito hipotecario. Ahora bien, la brecha se redujo al 65% en febrero y en marzo volvió a recortarse a la zona del 55% en un contexto en el que el costo de la construcción siguió incrementándose a ritmo acelerado. Como corolario, el costo constructivo medido en USD blue subió 45% desde octubre.
Asimismo, en la medida en la que se incrementa la vida fuera del hogar, los patrones de consumo han ido gradualmente asemejándose a los de la pre-pandemia. Reflejo de lo señalado es que que los despachos de cemento en formato bolsa, que crecían alrededor del 40% hacia finales de 2020, actualmente trepan cerca del 20%.
Pese a esto, la desaceleración en la demanda para pequeñas refacciones, ampliaciones o reparaciones está siendo compensada por un creciente auge de la obra privada de mayor magnitud y la obra pública. Por un lado, el relajamiento de las restricciones sanitarias habilita una paulatina mejora en el desarrollo de obras privadas y en el número de empresas operando, que creció 5,1% en los últimos tres meses pero en febrero se mantenía 14% por debajo de un año atrás. Por otro lado, los despachos de cemento a granel exhibieron en febrero su cuarto incremento interanual consecutivo (+17% i.a.) luego de atravesar 15 meses en baja, a la vez que los despachos de hierro y aceros para la construcción (+56,4%) siguieron enseñando niveles históricos elevados.
Esta tendencia también permite apuntalar el empleo en el sector. Tras cerrar 2020 con una caída del 22% i.a., en enero los puestos de trabajo registrados continuaron con una tendencia de recuperación, pese a quedar todavía 9% por debajo de enero de 2020.
Por último, la reactivación de la obra pública va consolidando su dinamismo tras el desplome sufrido entre 2018 y 2020. Frente a reducidas bases de comparación, los despachos de asfalto saltaron 67,1% i.a. en febrero (quinto mes en crecimiento), mientras que los gastos de capital del Gobierno Nacional treparon 77,8% i.a. en términos reales, sumando cuatro meses en expansión. Alimentando buenas perspectivas, se destaca que en el primer trimestre fueron licitadas obras en todo el país por ARS 160.000 millones, el mayor registro en términos reales para el trimestre desde 2017, según el relevamiento de Construar.
¿Qué esperamos para los próximos meses?
Los primeros indicadores de marzo dan cuenta de que la construcción habría vuelto al sendero de expansión. El Índice Construya expuso un alza del 103,7% i.a. en el mes, recuperando ampliamente el terreno perdido en marzo 2020 (había caído -40% i.a.) y marcando un récord histórico para este mes. Asimismo, los despachos de cemento saltaron 93,5% i.a., siendo el tercer mejor marzo desde al menos 1998.
Sumado a esto, tiende a fortalecerse el sesgo positivo de la confianza de las empresas -especialmente en las que realizan obra pública-, mientras que la superficie involucrada en los permisos para obras privadas evidenció en enero un alza del 23,2% i.a., retomando así los niveles pre-pandemia.
En este contexto, los drivers que vienen apuntalando la actividad se mantendrán vigentes en 2021, aunque moderando su influencia. Por un lado, la continuidad del cepo junto a una brecha cambiaria en niveles altos mantendrá el incentivo a volcar ahorros al “ladrillo”, a la vez que menores restricciones a la actividad seguirán favoreciendo la reanudación de las obras de mayor magnitud. A su vez, en el año electoral se afianzará el crecimiento de la obra pública.
El principal riesgo que enfrenta la actividad en el corto plazo proviene de la posibilidad de una reedición de las restricciones sobre la actividad en el marco de la abrupta segunda ola de COVID-19. Producto de los aprendizajes de operar en pandemia, los nuevos protocolos aplicados y la relevancia del sector en términos de recuperación del empleo (en particular, del informal) y la actividad, no prevemos en lo inmediato limitantes importantes para la actividad.