¿Qué pasó?
En el segundo trimestre del año, según datos de Key Market, la producción de maquinaria agrícola marcó su segunda caída consecutiva (-18% i.a.) y acumula en el primer semestre una contracción del 22% i.a. El mal desempeño de la industria entre abril y junio se explica por la retracción del segmento de cosechadoras (-39% i.a.), pulverizadoras automáticas (-36% i.a.) y tractores (-20% i.a.). Por su parte, a contramano del resto de los rubros, las sembradoras crecieron 27% i.a. y con 818 unidades, la producción duplica a la experimentada en el mismo periodo de 2015.
¿Qué explica la caída?
Tanto la sequía, como el nuevo contexto macroeconómico devenido por la crisis cambiaria, explican la contracción de la industria de maquinaria agrícola. Por un lado, la caída del 20% producción agrícola de granos y oleaginosas a raíz de la sequía, dejó a los productores en una situación económica y financiera desfavorable, deteniendo así las decisiones de inversión en el sector. Al mismo tiempo, la baja del precio internacional de la soja en los últimos meses producto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, profundizó los problemas en el campo, afectando aún más el desempeño de los proveedores de la actividad. Por otro lado, la fuerte devaluación de la moneda doméstica y, principalmente, la abrupta suba de la tasa de interés, dificultaron el acceso a los bienes de capital. Las ventas al mercado interno de maquinaria agrícola cayeron por segundo trimestre consecutivo (-7% i.a. primer trimestre y -31% i.a. en el segundo trimestre), luego de crecer ininterrumpidamente desde el cuarto trimestre de 2015. De igual manera, la importación de equipos provenientes desde el exterior marcó su primera reducción en el segundo trimestre (-44% i.a.), tras crecer sostenidamente desde comienzos de 2016.
¿Cuáles son las perspectivas?
La industria local de maquinaria agrícola se mantendrá bajo recesión en la segunda parte de 2018. Hasta tanto se comiencen a materializar los resultados de una nueva campaña agrícola, la tasa de interés se reduzca a niveles accesibles para el productor y se amplíe la disponibilidad de créditos productivos, la fabricación de equipos se colocará en terreno negativo. No obstante, existen dos factores que amortiguarían la caída en 2018. Por un lado, las previsiones de siembra de granos finos son alentadoras: la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima un crecimiento del área sembrada de trigo del 7% y del 8,6% para el girasol. Este incremento impulsaría la actividad fabril de sembradoras (hecho que ya se vislumbra en los datos del segundo trimestre). Por otro lado, la mejora de la competitividad cambiaria traccionaría las ventas al exterior, principalmente de sembradoras, segmento donde Argentina es referente mundial a partir de la experiencia en siembra directa.