Desplome de la producción y venta de maquinaria agrícola

¿Qué pasó?

Según datos de Key Market, la fabricación de equipos agrícolas marcó su tercera caída al hilo (-35% i.a. en el tercer trimestre) y en los primeros nueve meses del año se ubica un 27% por debajo del nivel alcanzado en el mismo periodo de 2017. No obstante, en el tercer trimestre del año la dinámica de los diferentes segmentos fue heterogénea. Mientras que los tractores y las cosechadoras permanecieron en terreno negativo, las sembradoras y pulverizadoras automáticas experimentaron avances.

¿Qué explica la caída?

Particularmente en el tercer trimestre, al efecto negativo de la sequía se le sumó un contexto económico adverso que terminó por congelar la demanda interna y desplomar la producción de maquinaria agrícola. En agosto y septiembre reino la incertidumbre tras la corrida cambiaria y la estrepitosa suba de la tasa de interés  encareció el crédito y lo volvió escaso. Como la mayoría de los bienes durables, un alto porcentaje de la compra de equipos agrícolas se realiza a través del financiamiento (70%) y, particularmente en este sector, las tasas subsidiadas siempre fueron un motor indispensable. En este marco, las ventas al mercado interno cayeron 48% i.a. entre julio-septiembre y registraron la contracción más profunda desde la crisis de 2009.

¿Cuáles son las perspectivas?

En el último tramo del año, la producción de equipos agrícolas se mantendrá en rojo, pero en 2019 se verá una reactivación de la industria que vendrá de la mano de la recuperación del campo y de la mayor competitividad cambiaria que dejó el 2018. En primer lugar, las previsiones para la campaña en curso (2018/19) son más que alentadoras. Según la Secretaría de Agroindustria la intención de siembra de granos y oleaginosas supera en más de 5% el área sembrada en la campaña anterior y la producción podría alcanzar un nivel récord de 140 millones de toneladas (+25%). Mayor área y mayor producción se traducen en un incremento de la demanda interna de equipos que traccionará la producción local. En segundo lugar, el incremento en la competitividad precio de la maquinaria nacional tendrá un efecto positivo relativamente rápido en los segmentos de sembradoras y pulverizadoras. Dada la experiencia que tiene Argentina en siembra directa, la industria local tiene un alto grado de especialización en estos segmentos que le permite insertarse con mayor facilidad en los mercados agrícolas del mundo. Señal de ello es el crecimiento en el tercer trimestre de la producción de sembradoras (+7% i.a.) y pulverizadoras automáticas (+92% i.a.).

No obstante, las buenas perspectivas para el sector de maquinaria agrícola estarán atadas a la estabilización de la macroeconomía y con ello la baja de la tasa de interés. Si el costo de financiamiento no se reduce y la banca pública no ofrece créditos accesibles, difícilmente la demanda interna pueda despegar.

A pesar del aumento de las cuotas, las prepagas tendrán menos rentabilidad

Luego del cuarto aumento autorizado en el año para las cuotas de la medicina prepaga (+8% en octubre), el gobierno acordó con las empresas del sector un nuevo incremento en diciembre del 8,5%. De esta forma, el precio de la salud privada acumulará en 2018 una suba del 40,8% i.a., por debajo de las estimaciones de la inflación que se ubican en torno al 48% i.a.

Bajo este marco, el gobierno incumplirá la promesa que hizo al sector al asumir respecto de recomponer su rentabilidad, tras varios años de aumentos autorizados de las cuotas por debajo de la inflación ocurridos en la Administración anterior. En este sentido, durante los dos primeros años de gestión de Macri, las empresas de medicina prepaga experimentaron un incremento de la rentabilidad, dado que los costos de atención acumularon una suba del 70% durante 2016 y 2017 y el aumento de las cuotas fue en torno al 86%. En 2018, la tendencia se revertirá dado que los costos de atención médica crecerán 42% promedio anual y el aumento de cuotas equivale a una suba del 32% promedio anual.

En esta línea, durante el primer semestre del año las empresas de medicina privada obtuvieron una leve mejora de la rentabilidad dado que las autorizaciones fueron mayor al incremento de los costos (+30% vs +28% anual promedio). No obstante, tras el salto cambiario y el incremento de tarifas, prevemos que los costos se aceleren significativamente en la segunda parte del año, superando los aumentos de las cuotas (34% vs 55% anual promedio).

A lo anterior se suma que, dado que la demanda por salud es relativamente inelástica respecto a los ingresos, en un contexto de deterioro del poder adquisitivo de los salarios, los beneficiarios de la salud optan por cambiar a planes de cobertura más económicos, por lo que la prima media que perciben las empresas se incrementa menos que el monto autorizado para las cuotas. Según estimaciones de Key Market, la prima media (cuota mensual promedio) para el subsistema privado de salud concluirá el 2018 con un incremento del 28%, frente a un aumento de costos del 32% promedio, lo que empeora aún más la ecuación financiera del sector.

Por su parte, la situación del subsistema de seguridad social (obras sociales nacionales, provinciales y PAMI) es aún más compleja, dado que se financia a través de los aportes de los trabajadores formales. En este sentido, la recaudación por aportes y contribuciones de la seguridad social acumula a septiembre un alza del 25,3% i.a., mientras que los costos subieron durante dicho periodo un 34% i.a. promedio. Asimismo, las paritarias promedio de los trabajadores registrados para todo 2018 se ubican en torno al 24,8% promedio anual, por debajo del aumento de costos estimado para el año.

De cara a 2019, no esperamos que la situación se revierta. Como es un año de elecciones presidenciales, los aumentos autorizados por la Superintendencia de Salud se encontrarán por debajo de la inflación con el fin de no sumar presiones sobre el nivel de precios y deteriorar aún más el salario de las familias. En consecuencia, en 2019 la rentabilidad de los servicios de salud se verá reducida nuevamente.

Consumo de Servicios Públicos: lo peor está por venir

¿Qué pasó?

En julio, el Indicador Sintético de Servicios Públicos elaborado por el INDEC no mostró avances (-0,1% i.a.) y se encuentra bajo terreno negativo desde octubre de 2017 (con excepción de abril que marcó un leve crecimiento del 0,4% i.a.). En los primeros siete meses de 2018, acumula una caída del 0,8% i.a. liderada por los sectores vinculados a la comunicación: telefonía fija, telefonía móvil y correo postal.

¿Qué explica la caída?

Por un lado, el encarecimiento relativo de los servicios públicos y, por el otro, el deterioro del poder adquisitivo de los salarios y el menor ingreso disponible de las familias. Bajo este contexto, se ven obligadas a cambiar hábitos de consumo y reordenar prioridades en el gasto.

En este sentido, dentro de los servicios públicos que acumulan contracciones a julio se encuentran los sectores que podrían considerarse menos esenciales respecto al resto, como es el caso de los servicios de comunicaciones. En los primeros siete meses del año se dieron de baja 500 mil líneas de teléfono fijo y 1,4 millones de líneas de celulares. Por su parte, el correo postal se redujo 2,4%, lo que se traduce en 2,2 millones de envíos menos que en diciembre de 2017.

Por su parte, el marcado aumento del precio de los servicios públicos por encima de la inflación genera sobre las familias un mayor control sobre el consumo de estos, congelando la demanda o retrayéndola levemente. En esta línea, el transporte de pasajeros exhibe un brusco freno en los dos últimos meses (+0,5% i.a. en junio y +0,7% i.a. en julio). Particularmente, el precio del servicio de transporte público de pasajeros acumuló una suba del 35% a julio, liderada por los ómnibus (+56%), frente a una inflación del 19% a dicho momento. Como consecuencia, el transporte urbano terrestre retrocedió 3,5% i.a. en julio. A ello se suma que la caída del salario real y la devaluación del Peso desincentivaron el turismo de los argentinos, tanto en el interior como en el exterior del país, afectando la demanda de servicios de transporte y peajes. Por caso, la cantidad de pasajeros transportados en vuelos internacionales marcó dos meses de caída consecutiva (-3% i.a. en junio y -2,5% i.a. en julio), luego de crecer ininterrumpidamente desde julio de 2015. Por su parte, los servicios por peajes en rutas nacionales se desplomaron 14% i.a. en el séptimo mes del año, en línea con la menor actividad turística en las vacaciones de invierno (los viajeros residentes cayeron 6% i.a. en julio).

En el caso del consumo de electricidad y gas, este no muestra un deterioro en los primeros siete meses de 2018 debido a que se combinaron las bajas temperaturas registradas en el invierno y los aumentos escalonados de las tarifas por lo que, al mes de julio, el consumidor aún no había percibido plenamente el incremento en el precio de la energía.

¿Cuáles son las perspectivas?

La contracción del consumo de servicios públicos se profundizará en lo que resta del año. Por un lado, la aceleración de la inflación y el fuerte retroceso del poder adquisitivo de los salarios devenido con el último salto cambiario auguran un retroceso de la demanda. Particularmente, transporte de pasajeros y peajes marcarán contracciones profundas frente a la menor actividad turística de los argentinos y al incremento del precio de los combustibles. A ello se suma que se prevén nuevos aumentos para el transporte público de pasajeros y peajes en octubre, lo que terminará por desincentivar aún más la demanda de estos servicios. De igual manera, la recesión de la economía tendrá su correlato en una caída de la demanda por servicios de transporte de carga y de correo postal, como así también en un menor consumo de energía desde la industria y el comercio.

Finalmente, en la última parte del año las familias comenzarán a sentir el efecto pleno del aumento de tarifas de energía, por lo que el consumo de electricidad y gas mostrarán variaciones negativas. Para el último mes del año, el precio del gas se habrá incrementado 75% i.a. y el de la electricidad 54% i.a., frente a una inflación rondará que el 45% i.a.

La construcción acumula tres meses de estancamiento

¿Qué pasó?

En agosto el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción -ISAC- publicado por el INDEC, no mostró avances en la comparación interanual (+0,1% i.a.). De esta forma, el sector no exhibe crecimiento desde mayo pasado y acumula a agosto un incremento del 8% i.a.

Por su parte, el Índice Construya (elaborado a partir de las ventas al sector privado de insumos para la construcción de once empresas representativas) marcó en agosto la caída más profunda desde diciembre de 2016 (-12% i.a.) y acumula en los primeros ocho meses del año un avance de 2,7% i.a.

¿Qué explica el estancamiento?

El nuevo escenario macroeconómico acaecido por la crisis cambiaria se configura como un contexto adverso para el desarrollo de la construcción, paralizando la obra pública y desalentando la puesta en marcha de proyectos privados. En relación con la construcción pública, las exigentes metas de déficit fiscal significaron un recorte de la obra pública, por lo que el gasto de capital de la Administración Pública Nacional cayó en el acumulado a agosto un 35% en términos reales. Particularmente el gasto destinado a vivienda sufrió un recorte de casi el 60% y el de transporte un 34%. En cuanto a la construcción privada, la inestabilidad macroeconómica y la fuerte devaluación del Peso, frenaron los proyectos. Desde el punto de vista de las familias, en los primeros ocho meses del año los salarios en dólares de los trabajadores registrados se derrumbaron a menos de la mitad, mientras que el costo de construcción, medido en la misma moneda, cayó 33%. En consecuencia, a pesar de que este último se ubica en el menor nivel desde octubre de 2007, un trabajador hoy puede construir un 36% menos con su sueldo, respecto de diciembre de 2017. En este marco, los permisos para construcción caen hace 5 meses ininterrumpidamente y acumulan a agosto una contracción del 10% i.a. De igual manera, el incremento de la tasa de interés de referencia congeló al sector inmobiliario y apagó su principal motor: los créditos hipotecarios indexados. Estos últimos, con caídas del 38% i.a. promedio en los últimos tres meses, pasaron de representar en enero pasado el 45% de las escrituras celebradas en CABA y Provincia de Buenos Aires, a sólo el 15% en agosto.

¿Cuáles son las perspectivas?

Las perspectivas son pesimistas. En lo que resta del año, la recesión del sector de la construcción se profundizará a raíz del deterioro del poder adquisitivo en dólares, el encarecimiento del financiamiento y el repliegue de la obra pública. De esta manera, al crecimiento del primer semestre experimentado por la actividad, le seguiría un segundo semestre de contracción mayor, por lo que el 2018 concluiría con una leve caída del 0,9%. En esta línea, los avatares macroeconómicos persistirán durante la primera parte de 2019, por lo que la actividad no encontrará la recuperación hasta el último trimestre del año que viene. A diferencia de otros años electorales, el 2019 no tendrá como motor principal de la construcción a la obra pública, dado que el Estado nacional prevé un gasto de capital que caerá en términos nominales (-7% anual). En este sentido, se prevé compensar parte de dicho retroceso con proyectos de Participación Público Privada, pero el contexto interno recesivo y de incertidumbre política, la persistencia de tasas altas de interés y la menor liquidez mundial, difícilmente permitan un desarrollo significativo de estos proyectos. Al mismo tiempo, a los pequeños proyectos privados de construcción les costará ver la luz, dado que el salario en dólares no se recompondrá y el acceso al crédito continuará siendo exiguo. Un aliciente serán los proyectos de grandes desarrolladores destinados al sector premium, donde la demanda no estará tan contenida y la rentabilidad es alta en un contexto de caída de los costos en dólares y aumento del precio de las viviendas.

Sectores ganadores y perdedores en el 2do semestre

 

De cara a la segunda mitad de 2018, cabe preguntarse cuáles serán los sectores que experimentarán una mejor evolución y/o se verán beneficiados a raíz de la mayor competitividad cambiaria y cuáles serán los que sufrirán un golpe más duro a raíz de la evolución desfavorable del contexto local, con recesión económica, inestabilidad cambiaria, aceleración inflacionaria, caída del poder adquisitivo, reducción del salario en dólares y empleo debilitado.

Sin dudas, el turismo y la hotelería se verán favorecidos, tanto por un mayor afluente de turistas extranjeros como por los argentinos que en la próxima temporada deberán optar por vacacionar en el país (esperamos que esta dinámica cobre mayor vigor en 2019, teniendo en cuenta que los viajes se suelen planear y pactar con anticipación).

La devaluación beneficiará también, aunque solo en parte, a la industria automotriz: las exportaciones, que representan en torno al 50% de la producción nacional, se verán impulsadas, mientras que las perspectivas para el sector automotor en nuestro país son conservadoras debido a un consumo interno debilitado.

Adicionalmente, la extracción de petróleo y gas se ubicará también en una posición de ventaja frente a la tendencia alcista en los mercados internacionales y los atractivos propios de la extracción no convencional en Vaca Muerta, dinamizadores de las inversiones en el sector frente a las expectativas de mayores colocaciones en el exterior y disminución de costos en dólares.

Otro sector beneficiado será la ganadería, aunque en este caso cobran gran relevancia los recientes acuerdos comerciales para ampliar y diversificar los destinos de las exportaciones del sector (China, Japón y Singapur), permitiendo incrementar los volúmenes.

En contraposición, los sectores que se verán más perjudicados serán aquellos que se orientan principalmente al consumo interno y/o tienen un importante componente de costos dolarizados. Entre ellos cabe destacar la construcción (afectada por el encarecimiento de los créditos y la mayor incertidumbre) que arrastra consigo a las industria de acero, cemento y transporte; el comercio y la industria textil (que se verán afectados por la caída del salario real), la industria farmacéutica (con bajo nivel exportador y un alto componente de insumos importados) y la maquinaria agrícola y servicios relacionados con el agro (ya que aún se sentirán algunos resabios de los efectos de la sequía).

Más devaluación, más retenciones, menos reintegros, ¿más competitividad?

La crisis cambiaria, finalmente, presionó a que el gobierno retrocediera sobre una promesa de campaña: eliminar los derechos de exportación. Asimismo, en el mes de agosto dispuso la reducción de los reintegros para gran parte de los productos comercializados en el exterior.

Dado que los derechos (3 ARS/USD para productos industriales y 4 ARS/USD para productos primarios y servicios) al nivel actual al que cotiza el dólar funcionan como un impuesto de suma fija y que los reintegros actúan como un porcentaje que se mantiene constante, a medida que el peso se vaya depreciando, el efecto neto negativo de ambas medidas sobre el ingreso de los exportadores se irá reduciendo.

En el caso del complejo sojero, que no percibe reintegros, el último esquema propone que el porcentaje de retención se reduzca inmediatamente a 18% para  todos los productos y se adicione los 4 ARS/USD exportados aplicados a todas las exportaciones primarias. De esta forma, con un dólar a AR$38,8 promedio para septiembre, la alícuota asciende al 28,3% (18% más 4ARS/USD, equivalente a 10,3%). Para diciembre de 2019, con una proyección del tipo de cambio en torno a AR$59,9, la alícuota se reduce a 24,7%  (18% más 4ARS/USD, equivalente a 6,7%).

Teniendo en cuenta el esquema de aranceles (derechos y reintegros) para diferentes sectores representativos de la economía y  nuestras proyecciones para la cotización del dólar en lo que resta del mandato de Macri, el único sector que compensaría en pocos meses los derechos con los reintegros que percibe, sería el de autos con destino extra zona Mercosur. En febrero de 2019 la alícuota neta derechos-reintegros se torna cero, dado que el nivel de reintegros es de 6,5% y tributa AR$3 por dólar en concepto de derechos, lo que equivale a 6,5% con una cotización proyectada de 46,5 AR$/US$.

En cuanto a la competitividad cambiaria, si se toman los principales sectores exportadores (que concentran más de la mitad de las ventas al exterior del país y/o que elaboran los 15 productos más exportados) se observa que la misma en la era Macri creció significativamente (principalmente en 2018). Desde el 31 de diciembre de 2015 a la actualidad, la mejora oscila entre el 28% (automotriz) y el 63% (carne vacuna). Entre fines de 2015 y fines de 2019 la mejora oscilará entre el 48% y 68%.

Ahora bien, la devaluación del peso por un lado incrementa los ingresos de los exportadores medidos en moneda local y reduce los costos locales medidos en moneda dura, pero por otro lado, encarece los costos en pesos que están dolarizados. En consecuencia, en un contexto inflacionario, la proporción de los costos dolarizados en la estructura productiva de un sector determina si la devaluación y el nuevo esquema de retenciones-reintegros favorecen o perjudican su rentabilidad. Por ende, existe un porcentaje a partir del cual la rentabilidad en dólares o en pesos constantes (descontando el efecto de la inflación)  de septiembre de 2018 es menor que la percibida en diciembre de 2017.

Para sectores representativos de la economía argentina, la proporción de costos dolarizados que mantiene la rentabilidad en dólares sin alteraciones (entre dic-17 y sep-18) se encuentra entre el 64% y 75%. Por ejemplo en el caso del sector maicero, empresas que tienen más del 67% de sus costos dolarizados perciben en septiembre una rentabilidad en dólares menor  que la experimentada en diciembre del año pasado.

En el caso de la rentabilidad en pesos (descontando la inflación), el porcentaje de costos dolarizados que permite mantener invariable la rentabilidad oscila entre 78% y 86%. En el ejemplo del maíz, empresas con más del 78% de sus costos dolarizados hoy tienen una rentabilidad menor a la que tenían a fines del año pasado.

Un caso atípico es el del complejo sojero, que aunque tenga todos sus costos dolarizados (100%), no pierde rentabilidad en pesos constantes. Esto se debe a que la alícuota para el sector sólo se incrementó en 0,8 puntos porcentuales (p.p.) entre ambos periodos, mientras que el resto de los sectores experimentaron subas de 7,7 p.p. y 10,2 p.p. y disminución de reintegros.

 

Verano 2019: Las Toninas y Mar Chiquita

¿Qué nos muestran los últimos datos de turismo?

La salida de turistas por vías aéreas marcó su segunda caída consecutiva: julio mostró una retracción de -4,6% i.a., luego de una baja de -2,6% i.a. en junio. No obstante, en el acumulado de los primeros siete meses de 2018, el turismo emisivo dejó ver una expansión de 8,7% i.a. El arribo de turistas, por su parte, mostró un avance de 6,9% i.a. en julio y el saldo negativo de turistas (mayor emisión que recepción) marcó también su segunda reducción (-19% i.a), profundizando la tendencia descendente comenzada en junio.

¿Cómo se explica la dinámica de los últimos meses?

Tanto la caída en el turismo emisivo como la mejora en el saldo tienen un fuerte correlato con la evolución de la economía argentina: las múltiples y marcadas escaladas del tipo de cambio real encarecieron relativamente los viajes al exterior para los turistas argentinos, pero abarataron la plaza local para los extranjeros. Adicionalmente, la depreciación del peso trajo aparejada una profunda reducción del poder adquisitivo en dólares, lo que dificulta aún más el acceso de argentinos a destinos en otros países. Un ejemplo ilustrativo es la dinámica del turismo con Chile (explicado en gran parte por el turismo de compra), la cual se vio invertida en los últimos meses. La salida de argentinos por Ezeiza y Aeroparque sufrió una caída cercana a 52% i.a. en julio, mientras que la llegada de residentes del país vecino creció 24% i.a. Este fenómeno podría ser incluso más profundo en el caso de los viajes por vía terrestre, ya que gran parte de los cruces a Chile se realizan por los pasos fronterizos.

Ahora bien, no es sólo el nivel del tipo de cambio lo que impacta sobre el turismo, ya que tanto la volatilidad como la incertidumbre reinantes en el mercado cambiario llevan a adoptar un comportamiento más precautorio. Traduciendo esto, un argentino que desea planear un viaje al exterior sabe que le costará caro pero no puede pronosticar con certeza el valor final, siendo que gran parte de los consumos se realizan con tarjeta de crédito y el saldo se traduce a pesos con posterioridad bajo una cotización futura.

 

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Estimamos que la tendencia de los meses de junio y julio se profundizará. El ingreso de turistas se verá incrementado (alrededor de 5% anual) y, principalmente, el egreso de argentinos sufrirá una marcada contracción (en torno a -9% anual) como consecuencia de la caída del poder adquisitivo en dólares y el encarecimiento relativo de los destinos en el extranjero. Además, es preciso resaltar que el turismo suele responder a estos fenómenos con unos meses de retraso debido a que muchos viajes se planean y pactan con anticipación, por lo que la mejora en el saldo de turistas iría tomando progresivamente mayor vigor en los próximos meses.

Como corolario, la actividad turística en nuestro país no sólo se verá beneficiada por el arribo de extranjeros sino además por un mayor afluente de turistas locales que se verán forzados a vacacionar en Argentina. No obstante, el incremento de residentes en destinos locales estará lejos de ser explosivo: no solo el poder adquisitivo en dólares sufrió una contracción, sino que el salario real en pesos se verá reducido también, aunque en menor medida.

Sector automotor: el consumo da marcha atrás pero las exportaciones se aceleran

¿Qué nos dicen los últimos datos?

En agosto, la producción de automóviles mostró un incremento de 9% i.a. y alcanzó 49.335 unidades debido a que las exportaciones experimentaron una expansión de casi 60% i.a., mientras que las ventas a concesionarios arrojaron una contracción cercana al 32% i.a. De esta forma, en el acumulado del año, la producción total arrojó un avance de casi 10% i.a., con exportaciones que crecieron más de 34% i.a. y un consumo interno con una baja cercana al 11% i.a.

¿Qué factores explican esta dinámica?

Por un lado, la fuerte mejora del tipo de cambio real vuelve más atractivos en el exterior a los vehículos de producción nacional dinamizando las exportaciones. En el acumulado a agosto, el avance se explica por un fuerte incremento en las ventas de autos (+135% i.a.) que sobrecompensó la caída de los utilitarios (-0,7% i.a.). Particularmente en el caso de Brasil, que concentra alrededor del 70% de las exportaciones argentinas, el crecimiento en las ventas se mantuvo presente a lo largo de todo el año (+54% i.a. en el acumulado al octavo mes) pero se intensificó notoriamente en los últimos dos meses (+116% i.a. y +84% i.a. respectivamente).

Por otro lado, la devaluación afecta negativamente al mercado interno: la dinámica contractiva se sintió tanto sobre los automóviles (-2,4% i.a.) como sobre los utilitarios (-23% i.a.). En el primer caso, los aumentos de precio como consecuencia del marcado salto cambiario (aunque el traslado aún no fue total), sumado a la caída del poder adquisitivo y el incremento en el costo de financiación golpearon fuertemente a la demanda. En cuanto a la contracción en las ventas de utilitarios, esta aún mantiene la tendencia de un 2018 caracterizado por la sequía que afectó al sector agropecuario, sumado  a la recesión económica que deprime la demanda de vehículos para actividades logísticas.

¿Cuáles son las perspectivas?

Las proyecciones de crecimiento para la industria automotriz en 2018 son magras. En un contexto de contracción económica con aceleración de la inflación y salarios retrasados, el mercado interno, que representa cerca del 50% de las ventas de producción nacional, continuará debilitado. Paralelamente, los precios de los vehículos importados ya muestran los efectos de la depreciación del tipo de cambio aunque el traslado de la devaluación a precios podría verse intensificado en los próximos meses. No obstante, estimamos que la mayor competitividad cambiaria se traducirá en un marcado aumento de las exportaciones que le permitirá a la industria nacional mantenerse en terreno positivo.

Efecto mundialista: récord de ventas de electrodomésticos

¿Qué pasó?

En el primer semestre del año el volumen de ventas de electrodomésticos y artículos para el hogar creció 20% i.a. y marcó un récord histórico. Según el relevamiento llevado a cabo por el INDEC, la facturación en términos nominales trepó 51% i.a. alcanzando los AR$ 52.961 millones. Por su parte,  según el IPC-GBA Ecolatina, los precios del sector se movieron a un ritmo promedio del 25% i.a. durante los primeros seis meses del año.

¿Qué explica la expansión?

El efecto mundialista disparó la compra de televisores: se vendió un 55% más que en el primer semestre de 2017, superando el millón y medio de unidades. En esta línea, el rubro televisores, video y fotografía concentró el 30% de la facturación nominal, 10 puntos porcentuales más que en el mismo periodo de 2017.

No obstante, aún si no se tuviese en cuenta la facturación del rubro, el volumen de ventas del sector de electrodomésticos y artículos para el hogar mostraría un alza del 6,4% i.a. en el acumulado de los primeros seis meses del año. En este sentido, existieron otros factores que impulsaron las ventas del sector.

Por un lado, la eliminación del arancel del 35% para la importación de notebook, tablets y computadoras a principios de 2017, junto con la supresión del impuesto interno para celulares, televisores LCD, microondas y aires acondicionados fabricados en Tierra del Fuego y la reducción del 17% al 10,5% para los elaborados fuera de la isla (tanto nacionales como importados). De esta forma, también crecieron las unidades vendidas de computadoras, impresoras y scaners, cocinas y hornos microondas y equipos de aires acondicionados.

Por otro lado, la fuerte devaluación del tipo de cambio fue un factor que en los últimos meses frenó el éxodo de compras en el exterior, favoreciendo el comercio local. Por caso, en junio cayó por primera vez en el último año y medio la salida de turistas por vía aérea y el Puerto de Buenos Aires marcó un retroceso en el segundo trimestre (-3% i.a.), hecho que no sucedía desde hace dos años.

¿Cuáles son las perspectivas?

En la segunda parte del año las ventas del sector sufrirán un freno y experimentarán una marcada contracción. Por un lado, se espera que los precios del rubro se muevan a mayor velocidad que el resto de los precios de la economía, como consecuencia de la devaluación. Esto encarecería en términos relativos los productos del rubro y desalentaría su demanda. Por otro lado, el deterioro del poder adquisitivo en dólares, que retrae el consumo de bienes durables, y la fuerte suba de la tasa de interés de referencia de política monetaria, que encarece el crédito, golpearán fuertemente las ventas del sector. En este sentido, los datos de junio ya auguran la caída: si a las ventas se le resta el efecto mundialista (sin rubro TV), el volumen cae 6% i.a. (vs +20% con efecto).

La actividad minera en Argentina

¿Qué nos dice el último censo minero?

 

Recientemente, el INDEC publicó el último Censo Nacional a la Actividad Minera (CENAM17), el cual muestra una foto del sector en 2016. Entre los principales resultados cabe destacar que existen 1635 empresas registradas y que el 88% de las censadas realizan tareas de extracción. Por el contrario, solo el 53% llevan a cabo tareas de enriquecimiento (técnicamente denominadas beneficio, constan de tratamientos físicos y químicos que preparan el recurso minero para su comercialización y le agregan valor a través de su refinamiento) y apenas el 18% realizan tareas de elaboración.

Con respecto a la extracción primaria, el valor de la producción alcanzó en 2016 un total de casi ARS 36.200 millones, de los cuales el 73% corresponde a minerales metalíferos (oro, plata, hierro, cobre, cinc y plomo), el 23% a rocas de aplicación (diversificada en 15 productos) y el 4% restante a minerales no metalíferos (atomizada en más de 30 productos). Por otra parte, en función del destino de los minerales extraídos, el 82% se transfiere a planta de beneficio, mientras que solo el 18% restante se vende en sus primeras formas comercializables o se utiliza para incrementar stocks. En esta línea, el valor de la producción en plantas de beneficio ascendió a casi ARS 65.000 millones, nuevamente con los minerales metalíferos en primera plana (78%), seguidos por las rocas de aplicación (15%) y los minerales no metalíferos (7%).

 

¿Qué lugar ocupa el sector en la economía argentina?

 

El sector absorbe poco empleo, con un nivel de calificación bajo. No obstante, los salarios son elevados. En este sentido, la actividad minera absorbe únicamente el 0,3% del empleo total a nivel nacional y el ratio de trabajadores asalariados con respecto a no asalariados y temporarios es de casi 5 a 1. Además, el sector cuenta con nivel de salarios que se encuentra cerca de duplicar el promedio de todas las ramas de actividad para el sector privado asalariado a nivel nacional. No obstante, con respecto al nivel de calificación, 2 de cada 5 trabajadores no llegó a completar la escuela secundaria.

Desde diciembre de 2015, 25 empresas del sector han realizado anuncios de inversión por casi USD 11.000 millones, distribuidos en 27 proyectos. Los mismos se encuentran localizados en Salta, Jujuy, Catamarca, San Juan, Mendoza, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. El sector se ubica en el segundo puesto en base a los montos anunciados, únicamente por detrás de petróleo y gas. Particularmente en 2016, el sector fue responsable del 0,8% de la inversión bruta total nacional.

 

¿Cuál es su situación con respecto al medioambiente?

 

En los últimos años, la actividad minera a nivel mundial ha sido objeto de fuertes críticas referidas al cuidado de la naturaleza y en consecuencia ha sufrido diversos obstáculos. Particularmente en Argentina, el 90% de la extracción se realiza a cielo abierto, un método ciertamente cuestionado por sus impactos sobre el medioambiente. Por otro lado, si bien solo el 23% de los establecimientos utiliza agua, el 30% no tiene autorización de la autoridad pertinente. Además, el 30% no clasifica sus residuos y el 38% no realiza ningún tipo de monitoreo ambiental, mientras que más de la mitad de los establecimientos no cuenta con un plan de contingencias ambientales.

En cuanto a los sistemas de gestión, solo el 9% cuenta con algún tipo de certificación, principalmente calidad (IRAM-ISO 9001) y ambiental (IRAM-ISO 14001). El restante 91% aduce mayormente problemas financieros o falta de recursos y tiempo.

 

Bonus track: Litio

 

Sin dudas, el litio ha cobrado una relevancia mayúscula con el avance de la tecnología gracias a su utilidad en la fabricación de baterías para dispositivos electrónicos. En este sentido, Argentina posee un lugar favorable en el mercado: con una producción de 5.500 toneladas en 2017 (localizada en Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja), nuestro país ocupa el tercer lugar en el ranking mundial (concentrando casi el 13% de la producción), por detrás de Australia y Chile. Además, Argentina es el país con mayores recursos identificados con casi 10 millones de toneladas, de los cuales el 20% es viable para la extracción con las condiciones actuales.

A esto se suma el crecimiento exponencial que ha experimentado el precio internacional, con un incremento de 168% entre 2010 y 2017, ubicándose en torno a los USD 14.000 por tonelada. No obstante, organismos oficiales estiman que el auge de los proyectos de inversión globales y la consecuente mayor oferta estabilizarán el precio en la zona de USD 10.000 por tonelada, a pesar de la creciente demanda.

En 2017, las exportaciones argentinas de litio superaron USD 220 millones (+17% con respecto a 2016), representando el 7% de las exportaciones metalíferas. Las ventas se destinaron principalmente a Japón, Estados Unidos y China.