Son pocos los sectores que se mantienen a flote

La economía argentina inició el 2019 con una contracción en el nivel de actividad de 5,8% i.a. en el primer trimestre, aunque en la comparación desestacionalizada se observó un estancamiento (-0,2% frente al último cuarto de 2018), lo que indicaría que la recesión habría llegado a un piso. En esta línea, la mayor parte de los principales sectores aún se encuentran envueltos en una dinámica marcadamente contractiva en la comparación interanual y sólo algunos pocos muestran una recuperación o expansión. Dentro de este último grupo, particularmente el sector agropecuario es quien ayuda mayoritariamente a frenar la recesión. De hecho, sin contar la dinámica de este sector, el PBI hubiese caído 6,5% i.a. en el primer cuarto del año.

Sectores en contracción

Con algunas pocas excepciones, el grueso de los principales sectores se ubica en esta categoría y corresponde en su mayor parte a sectores destinados al mercado interno que se vieron afectados por la recesión (industria química, comunicaciones, transporte, construcción, industria alimenticia), el elevado costo de financiamiento y la fuerte pérdida de poder adquisitivo de los salarios (comercio, intermediación financiera, electricidad, agua y gas). En este caso, no prevemos una recuperación en 2019 debido a la debilidad del mercado laboral y salarios que promediarían una nueva caída en el agregado del año.

Sectores entrando en recesión

Sectores como la actividad inmobiliaria y la salud privada comenzaron a sentir los efectos de la crisis un poco más tarde que el promedio de la economía por lo que aún muestran un magro crecimiento en el acumulado de los últimos cuatro trimestres. De todas formas, en los primeros tres meses del año ya se ubicaron en terreno negativo como consecuencia de la caída de poder de compra (tanto en pesos como en dólares) y a medida que transcurran los meses consolidarían su contracción.

Sectores en recuperación

En este caso se destaca únicamente la agricultura que, gracias al excelente desempeño de la nueva campaña, pudo sobreponerse a la sequía sufrida en 2018 y reflotar su nivel de actividad. Este se vio además traccionado por las exportaciones gracias a una mayor competitividad cambiaria (a pesar de los nuevos derechos de exportación vigentes desde septiembre de 2018) y a mayores saldos exportables como consecuencia de la recesión en el mercado interno. En este sentido, las exportaciones de cereales mostraron un avance de 11% i.a. en el primer trimestre y, en el caso de las oleaginosas, el incremento fue de 39% i.a.

Sectores en expansión

Por último, son pocos los sectores que se encuentran en terreno positivo. Por un lado, la enseñanza pública como consecuencia del aumento poblacional y, probablemente, de la sustitución de educación privada por pública en un contexto de fuerte pérdida de poder adquisitivo. Por otra parte, la extracción de petróleo y gas consolida la expansión que mostró en 2018, con un nivel de producción total que es traccionado por los no convencionales en un marco de reducción de costos en dólares y primeros envíos al exterior tras las autorizaciones aprobadas el año pasado.

 

Electrodomésticos: dura la caída en el durable

¿Cómo comenzó el año la venta de electrodomésticos?

El volumen de venta de electrodomésticos y artículos para el hogar cayó 33,9% i.a. en el primer trimestre de 2019, acumulando tres trimestres de caída consecutiva. Asimismo, se ubicó en el nivel más bajo para un primer trimestre desde el año 2012.

En esta línea, según los datos publicados por el INDEC, la facturación del trimestre medida en términos corrientes se ubicó en niveles similares a los de 2018 (-0,2% i.a.), lo que no resulta en una buena noticia en un contexto de alta inflación. Según el IPC-GBA Ecolatina, los precios del rubro se incrementaron 50,9% i.a. en promedio durante dichos meses, lo que se traduce en una contracción significativa de la facturación en términos reales.

¿Qué explica esta dinámica?

El contexto económico acaecido desde la crisis cambiaria se configura como un entorno fuertemente adverso para las ventas del sector. Por un lado, como es un bien durable, su demanda está principalmente atada al poder adquisitivo en dólares, el cual experimenta una caída del 32% i.a. en el primer trimestre. Asimismo, por tratarse de bienes dispensables, presentan una elasticidad precio de la demanda muy elevada. En este sentido, el componente importado en el rubro es alto y ante el salto del tipo de cambio los precios del rubro se mueven sensiblemente, desalentando significativamente la compra de artefactos.

Por otro parte, el acceso al financiamiento es una herramienta clave a la hora de la decisión de compra. Bajo este marco, tasa de interés elevada y poca accesibilidad al crédito se configuran como uno de los principales detractores de las ventas del sector.

¿Qué esperamos para lo que resta de 2019?

Difícilmente la dinámica contractiva se revierta. El poder adquisitivo de los salarios, tanto en pesos como en dólares, continuará deprimido en los próximos meses de 2019, lo que no permitirá recomponer consumo, mucho menos en bienes durables que no son de primera necesidad. A ello se suma que el ingreso disponible de las familias se mantendrá más acotado aún, debido al encarecimiento de bienes y servicios relativamente inelásticos al cambio de precios, tales como electricidad, combustibles, educación, salud, etc. De la misma forma, la persistencia de altas tasas de interés y un contexto de creciente incertidumbre electoral que posterga decisiones de compra de largo plazo, continuará desalentando la demanda de electrodomésticos.

Por último, un factor negativo adicional que operará en la mayor parte 2019 es el efecto mundialista. El año pasado, con el mundial de futbol, se alcanzaron niveles récord de ventas de televisores, lo que aminoró la caída de las ventas del agregado del sector en 2018. Este año, el efecto será inverso. Dada la “alta” base de comparación que deja dicho segmento, la menor compra de televisores profundizará la caída agregada del sector. De hecho, dicha dinámica ya se vislumbra con los datos del primer trimestre: mientras que el volumen de ventas del rubro TV, Video, y fotografía cayó 52% i.a., el resto de los rubros en conjunto lo hicieron 29%, lo que dejo una caída agregada del sector de casi 34%.

En consecuencia, la recuperación de las ventas del sector no llegará en 2019. Hasta tanto no se recomponga el salario real y la tasa de interés baje a niveles accesibles, el sector continuará en rojo.

Competitividad cambiaria del sector automotor

El pasado 8 de mayo, el gobierno argentino dispuso el incremento de los reintegros a la exportación intrazona (al Mercosur) de vehículos, pasando de 2% a 6,5% y unificándolo con el reintegro extrazona. Esta medida busca reducir la carga tributaria del sector y funcionar como paliativo ante la crisis del mercado interno a través de una salida exportadora. Teniendo en cuenta que, históricamente, la industria automotriz argentina destina alrededor del 50% de su producción al mercado externo (y el 70% de las exportaciones tienen como destino Brasil, país miembro del Mercosur), esta medida busca apuntalar la competitividad cambiaria del sector, la cual puede ser medida a través del tipo de cambio real efectivo y constituye un factor clave a la hora de analizar el estado de situación de la industria automotriz.

Si bien la tendencia de los últimos años muestra un incremento marcado en la competitividad (con dos hitos claves como fueron la liberalización del mercado de cambios en diciembre de 2015 y la escalada de la divisa a partir de mayo de 2018), lo cierto es que el nivel de volatilidad también es notorio. En esta línea, las disrupciones provienen de dos fuentes: por un lado, los significativos movimientos que experimentó la cotización del dólar a partir del año pasado; por otro, los cambios en el esquema arancelario de derechos y reintegros.

De esta forma, tras el reacomodamiento posterior a la asunción de Cambiemos al gobierno, el tipo de cambio real efectivo del sector se mantuvo relativamente estable, incluso a pesar del incremento de los reintegros en abril de 2017 (el cual fue ciertamente pequeño). La primera suba significativa se dio recién a partir de mayo de 2018 debido a la devaluación del peso argentino. No obstante, esta mejora fue posteriormente mitigada por la reducción de reintegros en agosto y la imposición de un derecho adicional de $4 por dólar exportado en septiembre, aunque un nuevo salto cambiario permitió alcanzar un máximo en la competitividad cambiaria durante la gestión Macri.

Sin embargo, en los meses siguientes la aceleración de la inflación recortó la ganancia de competitividad. Ante esto, y teniendo en cuenta la fuerte caída del mercado interno, el gobierno reaccionó retrotrayendo los reintegros a niveles de agosto de 2018 (6,5%) con el fin de apuntalar las exportaciones del sector y compensar la menor demanda interna. De esta forma, actualmente la competitividad cambiaria se encuentra en niveles similares a los de agosto de 2018.

¡Hundido! La mayoría de sectores bajo contracción

Tras un turbulento segundo semestre de 2018 en materia económica, la producción nacional marcó un derrumbe en el último trimestre de 6,3% i.a. y concluyó el año con una recesión del 2,5%. En esta línea, casi ningún sector logró sortear los avatares por los que transitó la economía argentina, cerrando la mayoría de ellos el año en vías de recesión o en franca contracción.

Sectores en expansión

Las únicas ramas de actividad que concluyeron el 2018 bajo expansión fueron las vinculadas a la educación y la salud y al sector de petróleo y gas. El primer grupo crece sostenidamente en virtud de que crece la población y el segundo mostró avances frente a la caída de los costos en dólares, los subsidios a la producción de shale gas y al exponencial crecimiento de la inversión en Vaca Muerta ante las ventajas comparativas que presenta el yacimiento.

Sectores en recuperación

El sector agropecuario es el único que se encuentra en vías de recuperación. La misma se produjo gracias al crecimiento de la la cosecha de trigo (+5%) y cebada (+35%) y a la buena performance del sector ganadero tras mayores exportaciones. En este sentido, entre las ramas de actividad que expusieron los mayores avances hacia el final del año se encuentran las del sector primario.

Sectores entrando en recesión

Algunas ramas de actividad tardaron en responder al adverso contexto macroeconómico y lograron promediar un crecimiento en 2018 a pesar de que en el último cuatrimestre cayeron significativamente. Tal es el caso de la actividad de intermediación financiera, los servicios de compra-venta de inmuebles y la construcción. Esto se debió a que tras las buenas perspectivas por las que atravesaba la economía argentina en el primer trimestre del año (la economía creció 4% i.a. y la inflación mensual promedio se ubicaba en 2,3%), se produjo un boom de créditos hipotecarios indexados que impulso dichas actividades. El crecimiento de las mismas actuó con ciertos rezagos, permitiendo mantener los efectos positivos de aquellas decisiones en la mayor parte del año.

Sectores en contracción

A contramano, la mayoría de los sectores cerró el 2018 bajo una recesión consolidada. Los que marcaron una caída en el último trimestre del año y en el promedio también exhibieron una contracción, son los que están mayormente vinculados al consumo privado. En esta línea, el salario real sufrió un desplome mayor al 12% i.a. en el cuarto trimestre, la mayor caída desde la crisis de 2002, y en el promedio de 2018 se ubicó en niveles 6,4% menores a los alcanzados en 2017. Los sectores de comercio, comunicaciones, hoteles y restaurantes y transporte, fueron los más afectados. En este último caso, también incidió la  menor producción agrícola tras la sequía. Asimismo, la industria alimenticia empeoró su situación en la segunda parte del año por la caída del consumo interno, por lo que rubros como bebidas, azúcar y galletas sufrieron una significativa contracción en trimestre octubre-diciembre.

Por último, entre las ramas productivas que tienen  una menor participación en el PBI pero que exhibieron significativas caídas en su producción en el último trimestre del año, son las que dependen directamente del poder adquisitivo en dólares y la disponibilidad de financiamiento. Fabricación de maquinarias, electrodomésticos y equipos de transporte sufrieron caídas mayores al 28% i.a. en el último tramo de 2018.

 

La venta de electrodomésticos en el menor nivel de los últimos cuatro años

¿Cómo cerró el 2018 la venta de electrodomésticos?

La caída en la venta de electrodomésticos y artículos para el hogar se profundizó en el último trimestre de 2018. Los datos publicados por el INDEC exhiben una retracción en términos nominales del 5% i.a., a pesar de que los precios del rubro crecieron 52% i.a. promedio en el periodo, según el IPC-GBA Ecolatina. De esta forma, en términos reales el consumo de estos bienes durables se desplomó 37% i.a. en los últimos tres meses de 2018 y 7,7% en el total del año. Quitando el efecto mundialista que incentivó la venta de televisores en el primer semestre, la caída del sector hubiese sido mayor al 13% anual.

¿Qué factores determinaron la dinámica durante 2018?

El sector transitó dos semestres claramente diferentes. En la primera mitad del año, el volumen de ventas creció 20% i.a. y alcanzó un récord histórico. La buena performance obedeció al impulso del consumo de televisores en el marco de un año mundialista, pero también al abaratamiento relativo del rubro, explicado por la eliminación de aranceles a la importación y de impuestos internos.
En cambio en el segundo semestre, el volumen de ventas experimentó una caída mayor al 30% i.a. a raíz del adverso contexto macroeconómico. El deterioro del poder adquisitivo en dólares y en pesos, el encarecimiento y desaparición del crédito y la incertidumbre reinante durante el periodo, frenaron fuertemente la demanda por bienes durables.
La abrupta caída de la demanda interna en la segunda parte del año se dio a pesar de que los comercios hicieron un esfuerzo por no trasladar completamente a precios el salto en el tipo de cambio. En este sentido, los productos del rubro no se encarecieron en términos relativos al resto de los bienes de la economía, siendo que un gran porcentaje de electrodomésticos son importados y/o presentan un alto componente de piezas provenientes desde el exterior. En esta línea, mientras que el dólar duplicó su valor en el acumulado de los 12 meses de 2018 y el IPC Nivel General trepó 48% i.a., los precios del rubro subieron “solo” 50%.

¿Cuáles son las perspectivas para 2019?

Las ventas del rubro volverían a colocarse en terreno negativo. Los salarios no experimentarían mejoras en términos reales hasta la segunda parte del año y ese crecimiento no alcanzaría para compensar el terreno cedido durante 2018. De manera adicional, el ingreso disponible de las familias se mantendrá acotado debido al encarecimiento relativo de bienes y servicios relativamente inelásticos al cambio de precios, tales como electricidad, combustibles, educación, salud, etc. Por último, la persistencia de altas tasas de interés continuará desalentando la demanda de electrodomésticos en un contexto de creciente incertidumbre electoral.

Carne vacuna: dos fuerzas opuestas

Un poco de historia (reciente)…

La carne vacuna es una parte fundamental de la dieta argentina. Tan importante es que los argentinos consumen, en promedio, 60 kg por persona por año, siendo el segundo país mayor consumidor del mundo (detrás de Uruguay). Su peso en el IPC es de casi el 5% (y de 15% si tomamos sólo Alimentos y Bebidas), por lo que el efecto de su precio sobre el gasto de las familias no es menor. De hecho, en un contexto de crecientes presiones inflacionarias, el gobierno pasado prohibió en 2006 la exportación de carne vacuna con el objetivo de aumentar la oferta interna y contener el alza del precio de este bien.

Las restricciones sobre el sector, produjeron un importante proceso de desinversión que desembocó en una pérdida del 13% del stock ganadero entre 2006 y 2010 que, sumado a la retención de vientres tras la sequía de 2009, resultó en un significativo incremento del precio promedio al consumidor en 2010 (+72%, frente a una inflación promedio de 23%), y ese año el consumo per cápita perforó los 60 kg por primera vez desde 2002. Al mismo tiempo, Argentina pasó de ser el tercer exportador mundial de carne vacuna en 2005, a ocupar el décimo lugar en 2010.

En la búsqueda de desandar ese camino, el actual gobierno eliminó restricciones e incentivó las exportaciones mediante la eliminación de retenciones (2015) y el establecimiento de reintegros (2017). Esto permitió que las exportaciones mostraran un avance del 50% entre 2015 y 2017.

No obstante, la dinámica virtuosa se frenó el año pasado producto del deterioro de la situación económica local. La contracción en las compras de carne vacuna es típica de contextos marcados por la reducción del poder adquisitivo, momentos en los que los consumidores viran a carnes de menor precio (porcina o aviar) o modifican sus hábitos de consumo. De todas maneras, el mercado tuvo una buen primera mitad del año con un crecimiento del consumo interno del 4,6% i.a., que alcanzó para compensar la caída de 4,7% i.a. durante el segundo semestre, lo que se tradujo en un estancamiento en el consumo de carne (-0,2%) durante 2018.

Sin embargo, las malas noticias no terminaron allí ya que se sumó un fuerte incremento del costo de la alimentación del ganado por la sequía y el salto cambiario (el precio del maíz aumentó 77% promedio en 2018). Asimismo, los incrementos tarifarios y la fuerte suba de tasas se constituyeron como obstáculos adicionales que debió enfrentar el sector el año pasado.

Una nueva oportunidad

El arranque de 2019 para el sector es complejo. Por un lado, las inundaciones en gran parte de la zona núcleo del país ponen en jaque la producción ganadera y por el otro, el salario real promediaría una contracción mayor al 3% en el año.

No obstante, las buenas noticias llegarían por el frente externo. Si bien es cierto que se redujeron los reintegros y se reimpusieron los derechos, estos últimos son cerca de la mitad de los vigentes en 2015 y el tipo de cambio se ubica en niveles más competitivos. Más allá de ello, la principal noticia es la apertura de nuevos y viejos mercados en los últimos meses que ya han resultado en mayores envíos al exterior: en 2018 las exportaciones crecieron más de 77% en cantidades y más de 50% en valores, dinámica que permitió a la Argentina pasar de ser el 14° exportador mundial en 2017 a ser el séptimo el año pasado. Acuerdos y negociaciones con China, Rusia, Israel, Japón y la Unión Europea se constituyen como elementos dinamizadores clave para el sector, que vería en la demanda externa un potencial de crecimiento que le permita resistir los embates de un año en que no habrá recuperación del consumo interno.

Sectores ganadores y perdedores en 2019

Se terminó el 2018 y será un año que quedará para el olvido. Dejando atrás el pasado y tratando de dilucidar el futuro inmediato, es relevante analizar el escenario macroeconómico esperado para el 2019 y el efecto que este tendrá sobre diversos sectores de la economía argentina. El próximo año estará caracterizado por una economía anémica, que en el mejor de los casos logrará una reactivación levemente superior al 1% entre fines de este año y fines de 2019, pero que no será suficiente para recuperar el terreno perdido durante el 2018. De todas formas, la actividad promediará el año que viene una caída del 1,2% anual, producto del arrastre negativo que deja el 2018. Al mismo tiempo el desempleo ascendería al 10% promedio (1 punto porcentual más que en 2018) y el salario real retrocedería 1,2% anual en el promedio. Paralelamente, es esperable un tipo de cambio más depreciado y una menor inflación, aunque con los vaivenes propios del proceso electoral. En este contexto, el 2019 dejará un desempeño desigual de los sectores: algunos ganadores, otros en amarillo y varios con las luces en rojo encendidas.

Las ramas de actividad destinadas principalmente al mercado interno serán las más afectadas ante el débil poder adquisitivo y el magro desempeño del mercado laboral. Dentro de este grupo se destaca lo referido a consumo masivo, la industria textil y edición e impresión. A ellos se suma electrodomésticos, el cual experimentará un nuevo año en rojo, afectado también por la falta de financiamiento, herramienta clave para las ventas del sector.

Paralelamente, el sector de la construcción y sus actividades conexas (inmobiliaria, minería no metalífera, etc.) no estarán exentas del frágil contexto macroeconómico. Si bien fue uno de los rubros que más tardó en responder ante la coyuntura actual, su caída se acentuaría en el primer semestre de 2019 como consecuencia de la drástica retracción del poder adquisitivo en dólares, el encarecimiento y menor disponibilidad de crédito y la incertidumbre que obliga al mercado a adoptar actitudes precautorias. Asimismo, el retroceso del Estado Nacional en materia de inversión en infraestructura frente a una meta fiscal más exigente y el congelamiento de los proyectos de Participación Pública Privada, acentuarán la caída del sector.

 

Por otra parte, las economías regionales sufrirán el encarecimiento de sus insumos (gran parte de ellos dolarizados) en un contexto en el que el precio de venta en el mercado interno probablemente no pueda mantenerse a la par, producto de una demanda interna bajo contracción. No obstante, un aliciente vendrá por el lado exportador para aquellos productos que presenten una mayor inserción en el mercado internacional.

Las industrias automotriz y alimenticia transitarán un año gris: por un lado, la caída en el consumo interno impactará negativamente sobre la producción, aunque la mayor competitividad cambiaria estimulará las exportaciones. Estas últimas se verán traccionadas además por el mayor dinamismo en Brasil (autos) y por recientes acuerdos comerciales que abren viejos y nuevos mercados (alimentos y productos primarios).

 

No obstante, algunos sectores tendrán un mejor desempeño en el 2019, ya sea por el nuevo contexto o por fortalezas propias. En el caso del sector agrícola, con condiciones climáticas más benignas será fácil mostrar una recuperación sustancial ante el desplome sufrido en 2018 por la sequía. A su vez, esto traccionará sectores conexos como: maquinaria agrícola, transporte de cargas y agroquímicos, que se verán beneficiados ante una mayor cosecha gruesa.

De igual manera, la producción de carne (principalmente bovina y porcina) mostraría un avance ante los acuerdos comerciales firmados en los últimos meses con países claves, como Estados Unidos, China, Japón y Rusia. Más demanda y de mayor calidad, permitirán incrementar el valor agregado exportado.

Por otro lado, la producción de petróleo y gas no convencional continuará en un sendero de fuerte expansión, beneficiada con excedentes para exportación, costos salariales bajos en dólares que aumentan los retornos y una demanda que acompaña el crecimiento de la economía mundial. En esta línea, actividades proveedoras del sector hidrocarburífero, como la industria de acero crudo, mostrarán un mejor desempeño.

Por último, el turismo local también se verá beneficiado de un mayor número de viajeros ante el encarecimiento relativo de los destinos en el exterior, para el caso de los argentinos, y el abaratamiento relativo de los destinos locales, en el caso de los extranjeros.

 

En conclusión, el desempeño sectorial en 2019 será heterogéneo. Los sectores no transables (aquellos que producen bienes y servicios que no se pueden comercializar en el exterior) y, consecuentemente, dependientes del mercado interno, transitarán un año difícil y la mayoría no logrará despegar. En el caso de los transables, la cosecha gruesa, la mayor competitividad cambiaria y el crecimiento de Brasil les traerán un paliativo, que hacen esperar una mejor evolución en el contexto de una economía extenuada.

El virus de la recesión se expande

En el tercer trimestre de 2018 el PBI retrocedió 3,5% i.a. y la contracción se hizo sentir en todas las ramas de actividad, con la excepción de Electricidad, Gas y Agua (beneficiada por los aumentos tarifarios). De esta forma, la recesión muestra un mayor alcance que el que tuvo en el segundo trimestre del año, cuando la menor actividad se debía principalmente a la caída del sector agropecuario. En este sentido, un contexto de volatilidad cambiaria e incertidumbre económica, sumado a aceleración de la inflación, pérdida de poder adquisitivo y aumento del desempleo son algunas de las causas que explican este pobre desempeño durante el tercer trimestre del año.

Entre las principales caídas se destaca la industria, con las mayores contracciones en los casos de equipos de transporte, maquinarias y plásticos. Asimismo se vislumbran los efectos directos e indirectos de la retracción mostrada por la actividad de la construcción, así como coletazos de la sequía y la caída del consumo masivo. Por el contrario, entre los sectores que lograron mantenerse en terreno positivo, las mayores expansiones corresponden a la pesca, la ganadería y la industria automotriz, las cuales se vieron beneficiadas de nuevos mercados externos y una mayor competitividad cambiaria.

De cara al 2019, las perspectivas indican que el desempeño sectorial continuará fragmentado: sectores como la actividad agropecuaria y sus ramas conexas, la minería, los hidrocarburos y el turismo mostrarán cifras positivas, mientras que actividades destinadas principalmente al mercado interno (todo lo referido a consumo masivo, industria plástica, parte de las economías regionales y construcción, entre otras) permanecerán en rojo.

Se acabó lo que se daba: la venta de electrodomésticos se desplomó

¿Qué nos dicen los últimos datos?

Luego de crecer por seis trimestres consecutivos, el volumen de venta de electrodomésticos quebró su tendencia y marcó en el tercer trimestre de 2018 una caída del 22% i.a. Según los datos publicados por el INDEC, la facturación (en términos nominales) de los centros de compras especializados creció 5% i.a. en dicho periodo, pero los precios del rubro, medido por el IPC-GBA Ecolatina, se incrementaron en promedio 38% i.a., lo que deja la facturación real claramente en terreno negativo (-22% i.a.). En el acumulado a septiembre el volumen de venta exhibe un crecimiento de 5% i.a.

¿Qué factores explican la fuerte caída de las ventas?

Existen dos razones. La primera, es que en el tercer trimestre de 2018 ya no se encuentra presente el “efecto mundialista”, motor de crecimiento de las ventas de televisores en la primera parte del 2018. En esta línea, hasta junio la facturación en términos reales del rubro televisores, video y fotografía marcaba un aumento de 75% i.a., mientras que el resto de los rubros en conjunto exhibía un incremento de sólo 6,4% i.a. En el tercer trimestre, la caída fue generalizada: el volumen de los primeros cayó 32% i.a., mientras que los segundos retrocedieron 20% i.a.

La segunda razón, es el nuevo contexto macroeconómico. La fuerte devaluación del Peso argentino y el encarecimiento –inclusive la desaparición- del crédito, hicieron que se desplome la demanda de electrodomésticos. En este sentido, el salto en cotización del dólar, redujo el poder adquisitivo en moneda dura, desalentando la compra de bienes durables, pero también  aceleró la inflación, deteriorando al mismo tiempo el poder adquisitivo en pesos. Particularmente, en septiembre, cuando el dólar perforó los 40AR$ y la incertidumbre reinaba en los mercados, la facturación del sector experimentó una caída nominal del 1,8% i.a., siendo que los precios del sector treparon más del 50% i.a. De manera adicional, tras el salto cambiario, los electrodomésticos y artículos del hogar se encarecieron respecto al resto de bienes de la economía: en el bimestre septiembre-octubre el Nivel General de Precios, medido por IPC-GBA Ecolatina, creció 12,7%, mientras que los precios del rubro lo hicieron 24%.

¿Cuáles son las perspectivas?

Las perspectivas para el sector no son alentadoras. Esperamos que la caída en la venta de electrodomésticos se profundice en el último trimestre de 2018 y, que las mismas no muestren mejoras significativas durante 2019. Los salarios en pesos exhibirían crecimiento en términos reales recién a mediados del año que viene y la mejora no sería suficiente para compensar lo perdido durante 2018. Por lo cual, frente a la necesidad de recomponer consumo de bienes considerados de mayor necesidad que los bienes durables, la compra de electrodomésticos seguiría relegada en 2019. Asimismo, aunque se prevé una baja significativa de la tasa de interés, la misma continuará en niveles elevados, dificultando el acceso al financiamiento, herramienta clave del sector. Por último, no esperamos un abaratamiento relativo de los electrodomésticos que impulse las ventas, dado que prevemos que el tipo de cambio se mueva en línea con la inflación (el precio de los electrodomésticos está atado al dólar debido al alto componente importado del sector). De esta forma, hasta tanto la economía muestre mayor estabilidad, el costo de financiamiento se reduzca a niveles accesibles y los salarios se fortalezcan, las ventas del sector no mostrarían una recuperación.