El aporte del agro en 2025: con un ojo en los precios y otro en las cantidades

De cara a 2025, la sostenibilidad del esquema cambiario actual y la eventual flexibilización de restricciones se encuentran en el centro de la escena para la economía argentina. Cualquiera sea el escenario resultante, hay una certeza presente para todos los casos: frente a Reservas Netas aún en terreno negativo, el Gobierno necesitará obtener dólares para cubrir los compromisos del año próximo. En este marco, resulta de vital importancia analizar el desempeño esperado para unos de los sectores más importantes de nuestra economía: el sector agropecuario.

Teniendo en cuenta los precios actuales y las cantidades estimadas por la Bolsa de Buenos aires, la cosecha valorizada para los tres principales cultivos (soja, maíz, trigo) rozaría los USD 35.000 M y sería casi USD 3.000 M menor a la pasada (-8% i.c.), donde el efecto cantidad jugaría a favor (por el trigo y en menor medida la soja), pero no llegaría a compensar la magnitud de la caída en los precios.

La dependencia argentina con el sector agroexportador genera que la campaña agrícola y la evolución en los precios de las commodities se vuelvan variables económicas con una importancia de primer orden. Entonces, aunque es temprano para tener estimaciones concluyentes, se vuelve fundamental monitorear de cerca el estado de situación ante riesgos que no pueden ser pasados por alto.

El rol del agro en la economía argentina

De cara a 2025, la sostenibilidad del esquema cambiario actual y la eventual flexibilización de restricciones se encuentran en el centro de la escena para la economía argentina. Cualquiera sea el escenario resultante, hay una certeza presente para todos los casos: frente a Reservas Netas aún en terreno negativo, el Gobierno necesitará obtener dólares para cubrir los compromisos del año próximo.

En este marco, resulta de vital importancia analizar el desempeño esperado para unos de los sectores más importantes de nuestra economía: el sector agropecuario. La cadena agroindustrial representa cerca del 17% del PIB; es el principal generador de divisas, concentrando el 65% de las exportaciones totales; y genera en forma directa el 12% del empleo privado registrado del país.

En este sentido, un buen desarrollo de la campaña agrícola tiene multiples efectos positivos sobre la macroeconomía: un incremento en la recaudación por derechos de exportación (retenciones), una incidencia positiva sobre el PIB, una suba en las cantidades exportadas y un aumento en la disponibilidad de divisas que podría traducirse en una acumulación de Reservas o al menos una menor pérdida. Sin embargo, el ciclo 2024/25 presenta diversos desafíos tanto en el frente de los precios como de las cantidades.

Aumento de la soja a expensas del maíz

En el lanzamiento de la campaña gruesa, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) proyectó un escenario de mayor cosecha de cara a la campaña 24/25 para los principales cultivos: será +2,6% mayor a la del ciclo 23/24, alcanzando las 130 millones de toneladas (+1,9%). Sin embargo, para la soja y el maíz, la producción sería 1% menor, por lo que el mayor crecimiento sería explicado totalmente por el aumento de la producción de invierno.

Las proyecciones de campaña estiman números en línea con el promedio de los últimos años, con un crecimiento de la soja en detrimento del maíz. En este sentido, la campaña de soja se ubicaría en 52 M/Ton, un crecimiento del 3% en la producción y de casi 10% en la superficie respecto a la campaña previa, un registro sólo 4% por encima del promedio de los últimos cinco ciclos (excluyendo el de sequía).

Por su parte, según la BCBA se sembrarán un 20% menos de hectáreas de maíz y la producción sería 5,1% menor a la del ciclo pasado. La decisión de muchos productores de no sembrar maíz está sustentada en la plaga de la chicharrita, que arrasó en la zona norte agrícola y mermó los rindes del cereal en la última campaña. Gran parte de esas hectáreas antes destinadas a maíz pasan a ser sembradas con soja, y en menor medida con girasol (sobre todo al oeste de la región agrícola).

De esta manera, en la próximo campaña la soja se destaca como el cultivo estrella y abarcaría más de la mitad del área sembrada: no sólo no tiene el riesgo de la plaga de la chicharrita, sino que tiene una relación insumo producto más favorable que el resto de los cultivos, además de una mayor resistencia a la sequía.

Sin embargo, dado que el escenario base de la BCBA supone una situación climática normal, estos números no están exentos de riesgos: (i) En primer lugar, la campaña se desarrollará bajo la presencia del fenómeno climático “La Niña”, que en el país tiende a generar precipitaciones inferiores a las normales en el área agrícola, por lo que una situación de baja disponibilidad de humedad para las plantaciones en períodos críticos podría resultar en menores rindes por hectárea; (ii) En segundo lugar, un rebrote de la plaga de la chicharrita podría recortar los rindes del maíz.

¿Perdiendo terreno contra Brasil? En las últimas décadas se ha registrado un ascenso vertiginoso de la agricultura de Brasil, tanto para soja como para maíz. En oposición, la producción argentina mostró un crecimiento considerablemente menor. Más allá de que el pais vecino pudo expandir su frontera productiva, la implantación tecnológica es de un nivel sustancialmente mayor al nuestro. En números, el rendimiento de la soja argentina en las últimas campañas promedió 2,71 TN por hectárea, prácticamente el mismo nivel que a principios del siglo. En oposición, los rendimientos brasileros han pasado de 2,77 TN/ha a 3,43 TN/ha en las últimas dos décadas (+24%).

Los precios commodities sesgados a la baja

En los últimos años, el sector agroexportador se vio beneficiado producto de distintos factores que empujaron los precios de las commodities hacia arriba, como fueron los cuellos de botella a la salida de la pandemia y el estallido de la guerra en Ucrania.

Sin embargo, en los últimos meses los precios se desplomaron y volvieron a mínimos. En este sentido, la siembra de la campaña 24-25 comienza con los menores precios de los últimos 4 años y, de ajustar por inflación, hay que retrotraerse a 2006 para ver un registro de precios similar.

No obstante, los precios de la soja y el maíz se recuperaron levemente estas últimas semanas respecto a los niveles mínimos de este año, aunque siguen por niveles por debajo del año pasado. Por caso, el precio de la Soja cotizó USD 385 la tn en el promedio de la última semana de septiembre, ubicandose 12% por encima de la mínima cotización del año, pero aún casi 25% por debajo del promedio del 2023. En la misma línea, el precio del maiz se ubicó en USD 158 la tn en el mismo periodo, lo cual representó una leve recuperación respecto al minimo (+5%) y se ubicó casi 30% por debajo del promedio del año pasado.

En adelante, distintos drivers presionarán los precios tanto al alza y como a la baja:

Factores alcistas:

  1. Los fondos especulativos comienzaron a recortar su posición vendedora –que fue casi todo el año la mayor posición vendedora registrada-, aunque todavía no se posicionan como compradores.
  2. La baja en la tasa de interés de la FED llevada en el mes pasado se acopló a la decisión de política monetaria más laxa del resto del mundo. En este sentido, el debilitamiento del dólar respecto a otras monedas puede afectar positivamente la cotización de las commodities valuadas en dolares en los mercados internacionales.
  3. Un recrudecimiento en conflictos de geopolítica que afecte las cadenas de suministro globales.

Factores bajistas:

  1. Abundante oferta mundial de maiz y soja en el mundo, que no está encontrando una mayor demanda pese al crecimiento mundial.
  2. Estados Unidos está registrando la producción de soja más alta de su historia (125 MT) y el segundo mayor volumen de maíz.
  3. Stocks finales mundiales elevados. El Departamento de agricultura de Estados Unidos proyecta un stock final de maíz y de soja en niveles altos.
  4. La CONAB brasilera proyecta la mayor producción sojera de la historia (166 MT, +19 MT respecto al récord del ciclo previo). Sin embargo, se presentan algunos riesgos climáticos que podrían poner este número en jaque y deberán monitorearse.
  5. La demanda por parte de china de soja sería 2% menor a la del año pasado (USDA), mientras que la de maíz sería 11% menor a la pasada. El gigante asiático representa el 60% de las importaciones globales de soja y una gran proporción de las de maíz.

Consideraciones finales

En este contexto, teniendo en cuenta los precios actuales y las cantidades estimadas por la Bolsa de Buenos aires, la cosecha valorizada para los tres principales cultivos (soja, maíz, trigo) rozaría los USD 35.000 M y sería casi USD 3.000 M menor a la pasada (-8% i.c.), donde el efecto cantidad jugaría a favor (por el trigo y en menor medida la soja), pero no llegaría a compensar la magnitud de la caída en los precios.

No obstante, para determinar el impacto final tanto en cantidades como en precios habrá que seguir de cerca el contexto internacional (donde aparecerán factores alcistas y bajistas que marcarán la dinámica de los precios) y la situación climática.

Por un lado, el clima tendrá la última palabra a la hora de determinar el volumen final de la próxima campaña. De hecho, según el Servicio Meteorológico Nacional las precipitaciones durante toda la ventana de siembra de cultivos gruesos serán inferiores a las normales. Del mismo modo, los precios se moverán de acuerdo a lo que suceda en un contexto internaciona sumamente volátil.

La dependencia argentina con el sector agroexportador genera que la campaña agrícola y la evolución en los precios de las commodities se vuelvan variables económicas con una importancia de primer orden. Entonces, aunque es temprano para tener estimaciones concluyentes, se vuelve fundamental monitorear de cerca el estado de situación ante riesgos que no pueden ser pasados por alto.

En conclusión, el desempeño del sector agrícola tendrá una relevancia especial en la hoja de ruta del Gobierno de cara a un 2025 donde la Cuenta Corriente muy probablemente se deteriore y la dinámica de reservas cobre vital importancia.

 

 

Rebote de la cosecha en 2024, ¿se reduce el optimismo?

En un escenario de incertidumbre agudizada y marcados desequilibrios macroeconómicos que implicarán enormes desafíos para la gestión económica de cara al 2024, una buena noticia que comenzó a tomar fuerza en el último tiempo es que, tras tres años de sequía, siendo la de este año una de las más severas de la historia, se espera una importante recuperación de la cosecha agrícola en la campaña 23/24.

Este rebote permitiría una notable mejora en el ingreso de divisas vía exportaciones y una mayor recaudación por Derechos de Exportación, además de contribuir a motorizar la actividad económica del agro y los sectores asociados.

De este modo, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) tanto la recaudación fiscal como las exportaciones de las cadenas agroindustriales crecerían casi 50% respecto al ciclo 22/23.  

Estas previsiones están sustentadas en que, luego de experimentar las últimas tres campañas bajo la presencia del fenómeno climático “La Niña”, que generaron en el país una situación de sequía sin precedentes, el ciclo 2023/24 estaría signado por un año “Niño”.

Según el último informe del IRI (International Research Institute for Climate and Society) de la Universidad de Columbia, desde agosto el clima está regido bajo las condiciones de “El Niño”, y hasta febrero 2024 hay 100% de probabilidad de que se mantenga. Además, hasta mayo -al cierre de la cosecha gruesa- las probabilidades de seguir bajo este fenómeno climático superan el 70%.

El fenómeno tiene una periodicidad irregular, y se declara una fase “El Niño” (“La Niña”) cuando las temperaturas del mar en el Pacífico oriental tropical aumentan (disminuyen) 0,5°C por encima (por debajo) del promedio durante 5 trimestres consecutivos. Estas temperaturas más cálidas del Pacífico tienden a estimular sobre Argentina la formación de nubes de tormenta que, durante la primavera y el verano suelen ocasionar precipitaciones superiores a las normales en el Norte y Centro del país, mejorando los rindes de los cultivos. Esto contrasta con lo que acontece durante “La Niña”, cuando las precipitaciones son inferiores a lo normal.

¿Se calma “El Niño”?

Ahora bien, recientemente la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos reveló nuevas estimaciones que muestran un cambio en la intensidad del fenómeno en comparación con las proyecciones realizadas hasta agosto: lo que antes se esperaba como un “El Niño” fuerte, pasó a ser moderado.

Esta alteración forzó a actualizar las proyecciones de precipitaciones a la baja. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), “los resultados mostraban lluvias mensuales de octubre a enero que en general superaban a las medias por un 40 a 60%. Hoy, con un Niño moderado, las lluvias mensuales proyectadas para dicho período estarían entre un 30 a 40% por encima de lo normal”.

De hecho, la ausencia de precipitaciones durante las últimas semanas ya viene acentuando la ya severa falta de humedad en gran parte de la región agrícola luego de tres años de seca, agudizada este año. La necesidad de precipitaciones responde no sólo a que el trigo se encuentra en período crítico, sino que también debe avanzarse con la siembra maicera y de soja en pocas semanas.

En concreto, ¿cómo se está traduciendo esta realidad climática en las perspectivas de los principales cultivos?

Trigo: en período crítico

Dado el escenario macroeconómico venidero, la relevancia de la cosecha fina -que tiene su temporada alta de liquidaciones entre diciembre y febrero- radica en que sirve como puente de divisas hasta la cosecha gruesa -que comienza a comercializarse en el segundo trimestre-.

De hecho, en los últimos años sin sequía las exportaciones de trigo representaron durante el lapso diciembre-febrero alrededor de 10% del total de las ventas al exterior del país.

Actualmente, el grano se encuentra en período crítico para la definición del rendimiento final del cultivo. La condición del cultivo de trigo se viene deteriorando, siendo, según la BCR, “Regular a mala” para la mitad de los cultivos, lo cual incrementa las posibilidades de pérdidas masivas de trigo.

Por este motivo, la estimación de producción trigo de la BCR pasó de 16,2 M de toneladas en julio a 14,3 M en los últimos días, motivo por el cual se posiciona como la cuarta producción más baja de los últimos diez ciclos. Ante este panorama, es posible que la proyección de producción trigo sufra nuevos ajustes.

Con esta nueva estimación de 14,3 Mt, Argentina produciría solo un 24% más de trigo que lo que dejó la desastrosa campaña pasada.

Como mencionamos, el nivel de producción y la consecuente liquidación de divisas serán claves para la nueva administración durante el verano, por lo que será un aspecto a seguir en las próximas semanas.

Siembra gruesa: no llueve y no se destraba la siembra de maíz

A la fecha, ya fue sembrado cerca del 20% del total de maíz estimado a nivel nacional, reflejando un retraso de -5,5 p.p. respecto al promedio de las últimas cinco campañas. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “la zona núcleo recibió valores escasos a nulos que no revierten la situación y serán necesarias lluvias durante las próximas 2 semanas para cumplir con la intención de siembra. No obstante, ya cedería superficie a maíz tardío principalmente y a soja en algunos casos.”

En consecuencia, teniendo en cuenta que la falta de lluvia no mejora los perfiles de humedad del suelo para poder sembrar maíz de primera los números de producción proyectados pueden ser aún menores.

En este sentido, un escenario de predominancia de maíz tardío alargaría el puente hasta el próximo ingreso de divisas por exportaciones de la cosecha gruesa, puente que puede ser incluso más débil de lo esperado por lo expuesto en el apartado anterior.

Según la BCR, “a inicios de campaña se proyectaba sembrar 1,57 M ha con maíz, Sin embargo, al presente se recortan 200.000 ha, las que pasaran a soja quedando la superficie maicera 2023/204 en 1,38 M ha para la región núcleo. Por la falta de agua solo pudieron implantarse 870.000 ha con maíz temprano. El resto -510.000 ha- pasarían a fechas tardías. No obstante, la incertidumbre está presente entre los productores y asesores sobre qué hacer con este hectareaje y aun, en el límite de la ventana de siembra del cereal, dirimen si pasar directamente a tardío o hacer soja”.

Ante la posible necesidad de atrasar la siembra a una tardía, muchos productores de maíz podrían incluso volcarse a soja. La BCR detalló que la soja de primera continúa ganando terreno sobre los márgenes netos de los principales cultivos, desplazando al maíz temprano del primer puesto desde hace un par de meses. Esto dota de una mejor rentabilidad a la oleaginosa en comparación con el cereal, sumándose a una disponibilidad más temprana de ingresos para el productor que la que obtendría en una cosecha de maíz tardío.

Además, por más que llegue a llover lo necesario para poder sembrar tanto soja como maíz, el déficit hídrico de los suelos que queda luego de tres “Niña” seguidos es tan agudo que condicionaría el rendimiento de los cultivos gruesos de no llover para compensarlo.

¿Qué implicancias puede tener este escenario?

El comportamiento climático tendrá la última palabra a la hora de definir los rendimientos de la producción del ciclo 2023/24, lo cual requerirá un monitoreo continuo. Los pronósticos de corto plazo difieren de lo que se esperaba hasta hace unos días, y ya no son tan optimistas para la mayor parte del área agrícola.

Para alcanzar el estado óptimo de las reservas en zonas clave, la región centro/oeste del área agrícola requiere que se acumulen 70 y 170 mm según la zona para los próximos 15 días. La buena noticia es que hay chances de lluvias para algunas regiones, aunque no suficientes. La probabilidad de precipitaciones con mejoramientos temporarios se mantendrá hasta el miércoles 25.

En las perspectivas climáticas de la BCBA del 18/10 se estima que sólo el centro del NOA, el este de Cuyo, la mayor parte de la Mesopotamia, el norte y el oeste de la Región Pampeana recibirán precipitaciones moderadas a muy abundantes (10 a 75 mm), con focos con valores escasos; mientras que el resto del área agrícola observará precipitaciones escasas a nulas (menos de 10 mm).

Considerando que más de 4 de cada 10 dólares que ingresan vía exportaciones provienen de las ventas externas de los complejos de trigo, maíz y soja, ingresos de divisas menores a los esperados podrían condicionar aún más la pata cambiaria de un futuro programa de estabilización que partirá con un stock de reservas en mínimos históricos.

“Precios Justos” para la Carne Vacuna, ¿una medida efectiva?

Tras un 2022 subiendo -en promedio- 15 puntos por debajo de la inflación, en sólo 5 semanas los precios de la hacienda en pie en el Mercado Agroganadero de Cañuelas promedian alzas superiores al 40%. Si bien este impacto no se vio reflejado plenamente en el IPC Nacional de enero dado a conocer por INDEC esta semana (el rubro Carnes y derivados en GBA trepó 3,9% vs un Nivel General subiendo 6%), el traslado al mostrador dejará su huella en febrero. En este sentido, el relevamiento del IPC GBA Ecolatina para la primera quincena del mes reflejó que el precio de la carne vacuna al consumidor trepó por encima del 20%, explicando 1,3 p.p. del incremento del nivel general (+6,1%).

En forma análoga a lo que ocurre con las frutas y verduras, el Gobierno se ve en dificultades de concretar un acuerdo amplio y robusto con el sector de la carne bovina producto de la gran atomización de productores distribuidos a lo largo y ancho del país, el elevado índice de informalidad presente en algunos eslabones y el impacto sobre los precios de factores asociados a la estacionalidad, los ciclos biológicos y/o las inclemencias climáticas. En este sentido, la sequía, que operó como aliado del Gobierno en 2022 al inducir una sobreoferta de hacienda para faena, comienza a jugar en contra.

En este marco, el Gobierno anunció este lunes una serie de medidas que buscan -además de “fortalecer la bancarización de carnicerías y comercios de barrio y promover la producción”- mitigar el impacto de estos aumentos en los bolsillos, englobadas dentro del “Programa Integral de Impulso a la Producción y el Consumo de Carne” -en reemplazo de su antecesor “Cortes Cuidados”-, junto con beneficios impositivos a la cadena de comercialización e incentivos a la producción.

Por el lado del consumo, los anuncios incluyen: (i) descuento del 35% promedio sobre los precios vigentes de los 7 “cortes populares” (asado, nalga, matambre, vacío, falda, paleta y tapa de asado), a partir de este viernes 17/2 en supermercados, hipermercados y carnicerías de frigoríficos. No obstante, según los precios vigentes relevados por el IPCVA observamos que el descuento promedio sería bastante menor (-10%); (ii) congelamiento de estos precios hasta el 31/3; luego, sendero de aumentos mensuales del 3,2% hasta el 30/6; (iii) incremento de la oferta desde las 6.000 Ton/Mes que regían bajo “Cortes Cuidados” (el cumplimiento efectivo rondaba las 3.000 Ton), a 15.000 Ton; (iv) reintegro del 10% del total de la compra con tarjeta de débito en carnicerías, minimercados y comercios que se estén inscriptos en el IVA como MiPyme; por último (v) el BNA ofrecerá los sábados y domingos una promoción para comercios de barrio del 35% de reintegro en las compras con tarjetas de crédito y débito físicas a sus clientes.

Ahora bien, ¿qué efectividad debemos esperar de estas medidas? ¿pueden tener un impacto progresivo para proteger más a los sectores de menores ingresos?

La oferta volcada al mercado luce limitada con relación al consumo mensual de la población. Como referencia, en 2022 el consumo aparente interno de carne vacuna rondó las 185.000 toneladas mensuales, por lo cual las 15.000 toneladas anunciadas representarían un 8% de ese total.

En segundo lugar, dado el elevado grado de informalidad presente en el sector de las carnicerías y negocios de cercanía, que limita la capacidad de realizar pagos por medios electrónicos, el paquete de medidas podría encontrar trabas para su aplicación en estas bocas de expendio. En este sentido, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de INDEC, el 94% del gasto en carne vacuna en carnicerías se realiza en efectivo, mientras que en los super e hipermercados esta proporción se reduce al 65%. Además, existen diferencias entre las familias según su nivel de ingresos: el 10% de los hogares más pobres utiliza el efectivo en el 96% de sus gastos en carne, mientras que la utilización cae a un 65% en el 10% más rico.

Y esto es relevante, dado que las carnicerías y autoservicios concentran el 75% del gasto total de los hogares en carne vacuna (57% en carnicerías y 18% en autoservicios) según el relevamiento. Además, son las clases más pobres las que adquieren en mayor medida la carne vacuna en estos comercios: El 10% de la población de menor ingreso compra la carne en casi un 80% en estos canales, mientras que en el 10% de mayores ingresos esa proporción baja al 65% (ver gráfico).

En síntesis, dado el volumen de ingesta habitual en el país, el patrón de consumo de la población y el grado de informalidad del principal punto de venta de la carne (contando con una menor proporción de medios de pago electrónicos), las medidas difícilmente generen un impacto relevante para mitigar el importante aumento de precios de la carne vacuna que se viene registrando en las últimas semanas, siendo los hogares de menores recursos los más expuestos a esta realidad.

Panorama Campaña 21-22: mejoras hídricas, siguen complicados los cultivos

Mejoró el clima, pero siguen complicados los cultivos

Durante la última semana se registraron importantes (y oportunas) precipitaciones en la zona central y en el NOA. Las lluvias más intensas se dieron en el noroeste de Buenos Aires con acumulados semanales que superaron los 200mm en algunas localidades, mientras que en la región central las lluvias fueron de 60 a 80mm. Desde el punto de vista de los cultivos, las lluvias no revirtieron toda la situación de déficit hídrico: el 50% de la región núcleo sigue con reservas escasas y sequía.

En las zonas con lluvias excesivas que anegaron temporalmente gran parte de los cultivos, los lotes que previamente estaban marcados por falta de agua ahora se acentuaron por exceso de agua. En estos lugares la falta de agua era tan importante en los suelos que los excesos de agua se están yendo muy rápido y no habría pérdidas por anegamientos en los lotes.

Maíz: USDA recortó proyecciones de cosecha

Se observa un cambio drástico respecto de la semana pasada en buena parte del área maicera nacional debido a las precipitaciones registradas durante los últimos días. Un 70% de los lotes maiceros presentan una condición hídrica adecuada según estimaciones de la Bolsa de Cereales.

De todos modos, la oficina del departamento de agricultura de USA en Buenos Aires recortó la proyección de cosecha de maíz argentina a 51 millones de toneladas (tres millones menor a la estimada en su último informe mensual). Con el ajuste, la oferta exportable estimada se reduce a 36 millones de toneladas en comparación con los 39 millones proyectados previamente por el informe del USDA. Probablemente esto se deba, al menos en parte, a que el 28% del área argentina de maíz sigue en malas condiciones debido a que las lluvias llegaron tarde para algunos cultivos de maíz temprano, y esa zona es la núcleo pampeana, la mayor productora de maíz temprano de Argentina.

Soja: recuperación parcial (zona núcleo continúa afectada) y fuerte rally alcista del precio CBOT

En cuanto a la soja, se recuperó la situación en una buena parte de las regiones del país, aunque según la Bolsa de Comercio de Rosario un 20% del área continúa en situación regular a mala. Muchos de estos lotes en malas condiciones se encuentran en las regiones más productivas de la Argentina (zona núcleo pampeana y centro de Santa Fe) Del total del área implantada, se estima que un 36% presenta una condición hídrica Regular/Sequia, mejorando 16,3 p.p. con respecto a la semana anterior.

En cuanto a los precios, el complejo sojero continúa su rally alcista en Chicago, determinado por los inversores que apuestan a una oferta sudamericana menor a la prevista inicialmente por el estrés hídrico que azota el sur de Brasil, parte de Paraguay y de Argentina. Estas subas tienen su correlato en el mercado local, con propuestas que crecieron los últimos días de 382 a 390 dólares por tonelada para las terminales del Gran Rosario. En el mercado de Chicago, la soja finalizó la semana a USD 540 la tonelada (+ 0,9% m/m; -0,2% a/a). Por su parte, el trigo muestra un tenue avance mensual (USD 286, +0,4%) pero se encuentra casi un 20% por encima de los valores de enero 2021. Esto propició una liquidación récord del agro en enero (superior a los USD 2.400 M, 14% mayor a la de enero 2021). Por último, el precio del maíz (USD 250) muestra un fuerte avance en el mes (+12,7%) y supera los niveles de igual fecha del año pasado (+27,6%).

Conclusiones

 El comportamiento climático tendrá la última palabra a la hora de determinar el volumen de la campaña 2022. La Bolsa de Comercio de Rosario mantiene la incertidumbre sobre el clima en las próximas semanas: “No es posible asegurar que, en el corto plazo, tendremos lluvias similares a las de los últimos quince días, y tampoco que no volveremos a experimentar otro pulso seco. Mucho menos que la de la primera quincena haya sido la última ola de calor del verano. Por el momento, hay un excelente funcionamiento de los mecanismos de escala regional que está contrarrestando de manera muy eficiente el efecto adverso de los forzantes de escala planetaria. Todavía es prematuro asegurar que La Niña ya no condiciona el régimen de lluvias en Argentina”.

Industria: retroceso mensual en octubre, ¿qué sucederá en los últimos dos meses del año?

En octubre, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 4,3% i.a y se ubicó un 1,2% por encima del mismo mes de 2019. Esto implica una desaceleración respecto a lo sucedido en septiembre, cuando el índice había crecido 10% i.a. (y, más aún, +14,3% respecto al mismo mes de 2019). Con estos datos, el entramado industrial acumuló un crecimiento del 17% i.a. en los primeros 10 meses del año y de 5,5% respecto a igual periodo del 2019, previo a la crisis del Covid.

Sin embargo, tuvo una contracción de 5,7% en términos desestacionalizados. Si bien el sector fue uno de los principales motores de la recuperación económica, en tanto logró recuperar rápidamente los niveles pre-pandemia, hace varios meses que no logra exhibir un crecimiento sostenido. En este sentido, mostró vaivenes en el desempeño mensual desde inicios de año: solo en el bimestre marzo-abril hubieron dos meses consecutivos de crecimiento. Por lo tanto, al contrastar el nivel de octubre con el de diciembre de 2020, se observa que la industria avanzó únicamente 0,9% en lo que va del año. En este último mes, la mayor incertidumbre cambiaria previa a las elecciones y el ajuste del cepo incidieron sobre el magro desempeño industrial, pudiendo afectar la disponibilidad de determinados insumos para producir.

Al interior del índice, doce de las dieciséis divisiones del sector presentaron subas interanuales. Uno de los sector que más incidió al crecimiento del Nivel General fue Vehículos automotores, Carrocerías, Remolques y Autopartes (+18,4% i.a.). La mejora del sector fue explicada principalmente por la suba de vehículos automotores (+39,2% i.a.). Más en detalle, según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), en octubre de 2021 se registran subas interanuales en la cantidad de unidades producidas de automóviles (56,0% i.a.) y de utilitarios (32,7% i.a.).

El sector que más creció fue Prendas de vestir, Cuero y Calzado (+50,6% i.a.). Estos resultados se pueden explicar por dos vías: por un lado, el relajamiento de las restricciones a la circulación impulsó la mayor actividad de los locales comerciales, mientras que a su vez el mayor desarrollo de la comercialización online benefició el crecimiento de las ventas.

En contraposición, las caídas más significativas se presentaron en Muebles y colchones y otras industrias manufactureras (-12,1% i.a.), Otros equipos, aparatos e instrumentos (-7,1% i.a.) y Madera, papel, edición e impresión (-1,2% i.a.).

Además, otro dato importante fue la contracción observada en Alimentos y bebidas (-0,8% i.a.). La principal incidencia negativa se observa en la elaboración de vino, que presentó una caída de 14,0% i.a. Por su parte, la producción de carne vacuna se ubicó como la segunda incidencia negativa y registró una disminución de 13,7% i.a., posiblemente afectada por el cepo a las exportaciones de carne.

Para lo que resta del año, no esperamos un cambio importante en la tendencia: el sector seguiría mostrando un crecimiento con forma de “serrucho”. Los datos adelantados de noviembre de la Asociación de Fabricantes de Automóviles (ADEFA) hasta el momento son favorables, en tanto el sector automotriz tuvo una marcada mejora respecto a octubre (+13,4% mensual). De esta manera, estimamos que la industria crecerá en torno al 15% en el promedio anual de 2021, ya ubicándose también por encima de los niveles del promedio de 2019.

Pese a la caída de julio, la industria se mantiene en niveles pre-pandemia

En julio, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 13,0% respecto al mismo mes del año anterior, acumulando una mejora del 21,0% los primeros siete meses del año. Al comparar con la prepandemia, se puede apreciar que la producción se ubicó 5,6% y 3,8% por encima de los valores de julio 2019 y del mismo mes de 2018, respectivamente.

Sin embargo, se observa una contracción del 2,6% en términos desestacionalizados respecto a junio. Cabe señalar no obstante que esta baja está precedida por la fuerte expansión de junio (10,6%), que se dio en respuesta de las nuevas aperturas y la baja en las restricciones sanitarias impuestas por el gobierno tras dos meses de retrocesos a nivel productivo (-6,1% en el bimestre abril-mayo), por lo que en el bimestre junio-julio se registró un alza de 7,7%. De todas formas, también se señala que la tendencia-ciclo cayó por primera vez en el año.

En julio incidió lo ocurrido en la industria automotriz. En el séptimo mes del año se produjeron 8.100 vehículos menos que en el mes previo en el marco de las vacaciones de invierno en algunas plantas y por escasez de ciertos insumos a nivel global. De todas formas, en términos interanuales la producción de vehículos automotores aumentó 47%.

Al realizar un análisis sectorial, observamos que 14 de las 16 ramas industriales se ubicaron en niveles superiores a los valores de julio 2020. Si realizamos esta misma comparación con julio 2019, nos encontramos con 10 de las 16 ramas produciendo nuevamente por encima de aquellos valores.

Los sectores que más incidieron al crecimiento del Nivel General fueron Prendas de vestir, cuero y calzados y Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes. El primero mostró en julio un incremento mayor al 60% respecto a 2020 y del 7,2% en comparación con 2019, ya que la mayor circulación y actividades sociales y laborales ayudó a impulsar la demanda de estos bienes, al mismo tiempo que se controlan las importaciones del sector. A su vez, la suba mencionada en el sector Automotores y otros equipos de transporte (+47,0% i.a.), que implica un crecimiento del 17% en relación con los valores de 2019, se vinculó principalmente a la producción de vehículos automotores, que creció casi 60% i.a.. En este sentido, según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) se registraron importantes subas en la cantidad de unidades producidas en gran medida destinados a la exportación.

En contraposición, la división Alimentos y bebidas fue aquella en mostrar la performance más débil, dentro de aquellas que crecieron, con un aumento de tan solo 2,0% i.a. Este sector mostró el crecimiento interanual más bajo de los últimos 6 meses. Dentro de éste, la producción de carne vacuna se contrajo un 11,3% i.a. posiblemente explicado por la actual restricción a las exportaciones y a la incertidumbre sobre el sector. Por otro lado, la principal incidencia positiva dentro de esta rama comprende a la elaboración de otros productos alimenticios, que presentó un incremento interanual de 15,9%. En cuanto a productos lácteos, según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) en su último informe y en línea con lo que describen los indicadores, la producción primaria de leche se aprecia un aumento interanual de 3,5%.. A dicha división le siguió Sustancias y productos químicos, que presentó un crecimiento interanual de 9,6% en julio. Se tratan de aumentos más moderados con respecto a otros sectores, dado que son los que menos sufrieron el impacto de la pandemia al considerarse esenciales. Mientras que fue el sector de Muebles y otras industrias manufactureras el que sufrió la mayor contracción de su producción cayendo un 5,0% i.a. durante el pasado julio.

Para lo que resta del año, se espera que la industria continue creciendo, aunque a un ritmo más mesurado. En agosto, el aumento del comercio con Brasil y la evidente recuperación del empleo industrial hacen creer que dicho mes también presentaría resultados positivos no solo respecto al año pasado sino también en la comparación con 2019. En cuanto a lo que resta del año, la producción estará impulsada por los incentivos al consumo de bienes durables al que apuntan las facilidades de financiamiento como Ahora 12, 24 y 30, o bien los créditos blandos que están otorgando las entendidas bancarias, con pocos requisitos, a monotributistas o estudiantes. El objetivo de estas medidas es darle un “veranito” al consumo de durables y la demanda agregada en la previa electoral, lo cual podría ayudar a dinamizar la actividad industrial en los próximos meses. Por otro lado, la mejora del salario real, en el marco de nuevos acuerdos paritario, también iría en este sentido, a lo que se sumará el avance de la campaña de vacunación.

De esta manera, desde Ecolatina estimamos que la producción industrial exhiba un crecimiento algo superior al 15% en el promedio anual de 2021. El sector seguirá en niveles similares a los de la pre-pandemia a fines del año, ubicándose por encima de los niveles de 2019 en el promedio anual.

La construcción se mantuvo en terreno positivo en el séptimo mes del año

En julio, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) creció 19,8% respecto al mismo mes del año anterior y acumuló una suba de 53,3% en los primeros siete meses del año. Además, el sector también se mantuvo levemente por encima de los niveles pre-pandemia: se ubicó un 1,1% por encima del mismo acumulado de 2019, pero aún un 7,3% por debajo del mismo periodo de 2018.

Por su parte, creció 2,1% en términos desestacionalizados, encadenando dos meses consecutivos de mejoras. De todas maneras, el sector aún no recuperó lo perdido por el retroceso que tuvo entre febrero-mayo (en parte, explicado por el impacto de la segunda ola), dado que en julio se ubicó todavía un 0,9% por debajo de enero de este año.

El consumo aparente de asfalto fue el principal driver en la suba mensual de julio. En este sentido, creció 47,3% respecto del mes anterior en términos desestacionalizados, y explicó más del 40% del aumento intermensual del indicador. Este insumo está muy asociado a la obra pública, que viene mostrando un fuerte crecimiento en el año: hasta julio, el gasto de capital nacional acumula un aumento de 55% en términos reales, ubicándose 9% por encima de igual lapso de 2019.

Por otro lado, muchos insumos mayormente asociados a las obras privadas de magnitud exhibieron mejoras en julio. En el séptimo mes del año se observaron fuertes alzas respecto de junio en placas de yeso (+12,8%), hierro redondo y aceros para la construcción (+9,2%) y hormigón elaborado (+5,2%). Los ladrillos huecos mostraron un retroceso en julio respecto de junio (-3,8%), pero en el año muestran un alza acumulada de 63% i.a. (por encima del nivel general) y se ubican muy por encima del nivel que mostraban en 2019. Asimismo, tras el impacto de la segunda ola, que se concentró en mayor medida en el mes de mayo, cada vez una mayor proporción de empresas privadas se están volcando a la actividad: según CAMARCO, el número de empresas disponibles para operar creció 4,3% en junio respecto al mes anterior (último dato disponible), dinámica que se habría mantenido hasta la actualidad.

A pesar de estas mejoras, las obras asociadas a refacciones más pequeñas mostraron señales de estancamiento. Las Pinturas para la construcción y los Pisos y revestimientos cerámicos se ubicaron por debajo de julio de 2020 (-8,1% i.a. y -13,9% i.a.), mientras que otros insumos, como Artículos sanitarios de cerámica, tuvieron una performance algo más favorable (+16,9% i.a.). En este sentido, en los últimos meses comenzó a disolverse el crecimiento que tuvieron estos insumos en los meses de cuarentena más estricta, en tanto en ese momento el patrón de consumo estaba en mayor medida asociado a refacciones dentro del hogar.

En lo que resta del año, el sector tendría margen para seguir recuperándose y mantenerse en los niveles pre-pandemia. En agosto, los datos que permiten adelantar la evolución de la construcción son favorables: los despachos de cemento crecieron 4,1% respecto a julio, acumulando una suba de 1,3% respecto al mismo periodo de 2019. Además, las expectativas de la evolución del sector para los próximos tres meses también son positivas. Según el INDEC, el 85% de las empresas encuestadas estiman que tanto la obra privada como la pública se mantendrá igual o mejorará en los próximos tres meses. De esta manera, tras haber caído 19,5% en 2020, esperamos que el sector pueda cerrar con un crecimiento superior al 30% en 2021. A diferencia de la evolución del PBI, que en el promedio anual no recuperaría el terreno cedido por la pandemia, la construcción cerraría el 2021 con niveles superiores al promedio de 2019.

La industria volvió a niveles de principios de 2018

¿Cómo le fue a la industria en junio?

En junio, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 19,1% respecto al mismo mes del año anterior, acumulando una mejora de 22,4% en el primer semestre del año. De todas maneras, hay que tener en cuenta que en junio del 2020 el sector se vio afectado por las restricciones, por lo que se compara con una base de comparación baja. Al realizar una comparación con los años pre-pandemia, se observa que la producción se ubicó 8,3% por encima de los valores de junio de 2019, incluso considerando que dicho año tuvo tres días hábiles más que junio de 2021.

A su vez, el índice aumentó 10,5% en términos desestacionalizados. Estas cifras resultan positivas, ya que el crecimiento del producto industrial venía mostrando una punzante contracción en los meses previos (-0,7% en abril y -5,6% en mayo) en buena parte explicadas por las restricciones impuestas debido a la segunda ola del Covid-19. De esta manera, la industria en junio se ubicó en el nivel más alto desde mayo 2018, cuando recién comenzaban las turbulencias cambiarias del gobierno anterior.

¿Qué sucedió al interior de los sectores?

Al realizar un análisis sectorial, observamos que 14 de las 16 ramas industriales se ubicaron en niveles superiores a los valores de junio de 2020. Este resultado se repite si comparamos con junio de 2019: 13 ramas industriales mostraron variaciones positivas.

Los que más incidieron al crecimiento del Nivel General fueron Industrias metales básicas y Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes. El primer sector mencionado exhibe un incremento interanual mayor al 60% en junio respecto a 2020, explicado mayoritariamente por la suba de la producción siderúrgica (63% interanual) que presenta un buen nivel de pedidos desde los fabricantes de maquinaria agrícola, la industria automotriz y el sector de la construcción. De todas maneras, se encuentra en los niveles de junio 2019.

A su vez, el sector Vehículos evidencia un aumento interanual de 104% en junio respecto al mismo mes del año pasado, con un incremento interanual de las unidades producidas de automóviles de 280%, magnitud asociada a la poca actividad fabril del sector durante el año pasado debido a la pandemia. A diferencia del caso anterior, en este sector sí se evidencia un marcado crecimiento respecto a junio 2019 (+39 %). La mejora en la producción se explica no solo ante la mayor demanda del mercado interno sino también por la recuperación de Brasil.

En cambio, los sectores que exhibieron una peor performance fueron Productos de tabaco presentó una caída interanual de casi 50% i.a. y Muebles, colchones y otras industrias manufactureras donde se observa una variación interanual negativa de 8,2% respecto a junio de 2020.

Por último, vale destacar que la producción de Alimentos y bebidas, uno de los sectores que pudo operar con normalidad durante 2020, exhibió una mejora (+5,1% i.a.). El mayor aumento se observa en la molienda de oleaginosas, que exhibe una suba interanual de 14,0%. Por su parte, vale destacar que la producción de carne vacuna -posiblemente afectada por las medidas de restricción a las exportaciones y la incertidumbre sobre el sector- mostró en junio una disminución de 10% i.a.

¿Qué esperamos?

En julio, la industria crecerá nuevamente pero esperamos que lo haga a un ritmo menor, ya que no “ayudará” el rebote tras las restricciones adoptadas por la segunda ola de Covid-19 En este sentido, hay que tener en cuenta que los datos de julio disponibles a la fecha son variados. Por un lado, los despachos de cemento y el Índice Construya exhibieron variaciones positivas, en tanto crecieron 8,5% y 1,1% respecto a junio, aunque también se observó que la producción de automóviles cayó 20%, afectada por las paradas de varias empresas por las vacaciones y la adecuación de líneas de producción.

Esperamos que la industria tenga margen para seguir creciendo en el segundo semestre del año. En este sentido, hay que tener en cuenta que el impacto de la pandemia sobre el sector sería cada vez menor, en tanto siga aumentando el porcentaje de población vacunada. Si bien no podemos descartar la posibilidad de una tercera ola como se observa en otros países del mundo, esperamos que, en el caso de encontrarnos en ese escenario, el Gobierno priorice preservar la producción industrial, dado que es de carácter estratégico para mantener la recuperación de la actividad. En este sentido, sirve analizar el impacto de la segunda ola: en mayo -cuando se observó el mayor retroceso- el nivel general del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 2,0% en términos desestacionalizados, a la vez que la industria lo hizo solo 0,6%. Esta diferencia se explica por otros sectores donde mayormente impactaron las restricciones y los contagios, como Construcción (-12,2%), Transporte y comunicaciones (-5,4%) y Hoteles y restaurantes (-2,7%).

Por otro lado, no hay que dejar de lado que nos encontramos en un año electoral, y por esta razón, el gobierno implementó distintas medidas en busca de mejorar el poder adquisitivo de los hogares. En el último tiempo se han lanzado nuevos planes de financiamiento (Ahora 24 y Ahora 30) buscando dinamizar la demanda interna. Este panorama, sumado a falta de alternativas de ahorro en un contexto de cepo cambiario, seguirán alentando el consumo hacia bienes durables.

Si la industria mantiene el mismo nivel de producción en lo que resta del año, exhibiría un crecimiento en torno al 15% en el promedio anual de 2021. Así, en el segundo semestre se compensarían las complicaciones generadas por la segunda ola que había provocado un ralentizamiento de la recuperación de la actividad, y de esta forma, terminar el 2021 con un crecimiento anual de casi 20% respecto al 2020 y cercano al 10% respecto a 2019.

Luego de cuatro meses, la construcción volvió a crecer en junio

¿Cómo le fue a la construcción en junio?

En junio, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) creció 28,6% respecto al mismo mes del año anterior, acumulando una mejora de 61,6% en el primer semestre del año. Se debe notar que las variaciones se vieron afectadas por las bajas bases de comparación, ya que se correspondieron a los meses de cuarentena más estricta. De todas maneras, al comparar con el mismo mes de 2019, el sector se encontró también un 9,7% por encima.

Además, la construcción creció (+6,8% respecto a mayo) tras cuatro meses consecutivos de caída. De todas formas, aún no recuperó lo perdido en los últimos meses, ubicándose todavía un 3,7% por debajo de enero de 2021 -último mes que el sector había crecido de forma mensual-, pero manteniéndose firme en niveles superiores a la pre-pandemia (+23,2% por encima del primer bimestre de 2020).

En primer lugar, hay que tener en cuenta que en abril-mayo se concentró el impacto de la segunda ola. Si bien las medidas implementadas para contenerla fueron significativamente menores a las del año anterior, las restricciones en la primera quincena de mayo en la Ciudad de Buenos Aires y la vuelta a “fase 1” en el cierre del mes tuvieron un efecto sobre el sector, impactando principalmente en las obras privadas de magnitud. De esta forma, como junio fue un mes con menores restricciones y menor ritmo de contagios, era de esperar un “efecto rebote” al reanudarse determinadas obras que habían sido suspendidas por fuerza mayor.

En este sentido, 11 de los 13 insumos que compone el indicador mostraron un crecimiento respecto a mayo. Resaltó la evolución de ladrillos huecos (+10,4%) y hormigón elaborado (7,8%), que se encuentran asociados en gran medida a las obras privadas de mayor magnitud y al impacto de las menores restricciones antes mencionado.

Por su parte, la reanudación de la obra pública también va dinamizando al sector, tras la caída acumulada entre 2018 y 2020. Por un lado, los despachos de asfalto -el insumo que está más asociado a la obra pública- exhibió una caída desestacionalizada en junio (-3,5%), pero tras crecer de manera significativa en los dos meses anteriores (+16,6% en abril y +26,5% en mayo). A su vez, los gastos de capital del Gobierno Nacional treparon 61,8% i.a. en términos reales en el primer semestre, ayudados por la baja base de comparación.

¿Qué esperamos?

En julio, el indicador volvería a mostrar un crecimiento desestacionalizado, consolidando el rebote como consecuencia de las menores restricciones. En este sentido, el Índice Construya, que se encuentra asociado en mayor medida a la obra privada, creció 1,1% respecto a junio, mientras que los despachos de cemento crecieron 8,5% en comparación al mes anterior, ubicándose en niveles superiores a los del acumulado del mismo periodo de 2019.

Dejando detrás al impacto de la segunda ola, el sector tendría margen para seguir recuperándose en el segundo semestre, aunque a tasas menores que las que se vieron luego del piso de abril de 2020. En este sentido, un incremento de la brecha cambiaria en la previa electoral junto a tasas reales que se mantendrían en terreno negativo actuarían como drivers adicionales para el sector, debido a que incentivan el ahorro en ladrillo. Además, al tratarse de un año electoral, la obra pública también dinamiza la actividad en tanto el sector es de carácter esencial para dinamizar la creación de empleo informal, y con ello la demanda y el nivel general de actividad.

En síntesis, esperamos que el sector se mantenga en el resto del año por encima de la pre-pandemia, manteniendo la mejora en el segundo semestre del año. En este sentido, tras haber caído casi 20% en el 2020, esperamos que la construcción crezca en la zona del 25% en el 2021.

Pese a la segunda ola, la industria se mantuvo a flote en abril

¿Cómo le fue a la industria en abril?

En abril, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 55,9% respecto a abril 2020 y acumuló una suba de 21,3% i.a. en el primer cuatrimestre del año. Hay que tener en cuenta que la mejora se vio afectada por las bajas bases de comparación, en tanto abril del año anterior fue el mes con las restricciones a la producción más severas. Por lo tanto, también es útil hacer la comparación respecto a 2018 y 2019. En este sentido, si bien la producción también se ubicó por encima de abril de 2019 (+4,0%), aún está 5,2% por debajo de abril de 2018.

Dejando de lado la comparación con años previos, se observó un crecimiento de 0,3% en términos desestacionalizados, acumulando una suba de 1,4% respecto a diciembre de 2020 y manteniéndose a flote a pesar de las mayores restricciones producto del incremento de contagios.

¿Qué sucedió al interior de los sectores?

Teniendo en cuenta que abril de 2020 no es del todo representativo, haremos el análisis sectorial comparando principalmente respecto a 2019. En este sentido, 9 de 16 ramas industriales se ubicaron en niveles superiores al cuarto mes de dicho año.

La mejora más significativa se observó en maquinaria y equipo (+41,6% por encima de abril de 2019, +43,2% acumulado vs 2019). Al interior, resalta el buen desempeño de maquinaria agrícola (+106,7% en comparación a abril 2019) dado que hace dos años el sector se vio afectado por la sequía. A su vez, ayudó la mejora de aparatos de uso doméstico (+25,7%), donde hubo mejoras en la producción de lavarropas, cocinas y heladeras, que se vieron dinamizados por una mayor demanda interna ante programas de financiamiento en cuotas fijas.

Además, Productos minerales no metálicos (+7,2%), Sustancias y productos químicos (+3,8%) y Productos de caucho y plástico (+3,1%) también mostraron mejoras en comparación a abril de 2019. En el caso del primero, resaltó la mejora de productos de vidrio y arcilla, en el segundo de agroquímicos y productos farmacéuticos y en el último de manufacturas de plástico.

A contramano, Prendas de vestir, calzado y cuero se ubicó un 6,6% por debajo de abril 2019 (-9,7% en el acumulado respecto al mismo año). Refinación de petróleo, coque y combustible nuclear cayó -1,1% (-3,3% acumulado) y Productos de metal -5,8% (-10,3% acumulado). Por último, el golpe mayor se lo llevó Otro equipo de transporte (-31,6% respecto a abril 2019) como consecuencia del magro desempeño de producción de locomotoras, aeronaves y embarcaciones.

Al tratarse de un sector esencial, párrafo aparte merece la producción de alimentos y bebidas. Creció 6,6% respecto a abril de 2019, pero incluso también aumentó 7,2% respecto al mismo mes de 2020, a pesar de que haya sido una rama que prácticamente no tuvo restricciones para operar el año anterior. Al interior la mejora fue casi generalizada tanto respecto a 2020 como a 2019: resaltaron las subas de producción de fiambres, molienda de oleaginosas y cereales, gaseosas, vino y otros productos alimenticios.

¿Qué esperamos?

En mayo se implementaron nuevas restricciones para frenar los contagios, donde las más severas se concentraron durante la última semana del mes. A pesar de que las mismas distaron de ser igual de estrictas que las del año anterior e intentan impactar lo menos posible sobre la producción, existió un inevitable golpe sobre el sector: además de las restricciones ya mencionadas, la alta circulación del virus genera contagio de personal, obligando a determinadas industrias a cerrar temporalmente sus puertas.

De todas maneras, los datos disponibles a la fecha son ambiguos: el índice construya -que sirve como proxy de la construcción privada- exhibió un retroceso de 0,4% respecto a abril y los despachos de cemento cayeron 1,6%, mientras que, por otro lado, la producción de automóviles creció 19,2% respecto al mes anterior como consecuencia de las menores paradas técnicas.

Esperamos que el impacto de la pandemia sobre la industria a lo largo del segundo trimestre sea leve con relación al resto de la economía, pero esto no alcanzará para que exhiba una mejora significativa en términos desestacionalizados. Luego, en la medida que el ritmo de vacunación se mantenga y la pandemia se controle, sumado a políticas destinadas a dinamizar la demanda interna -con principal impacto sobre la producción de durables- y la mejora del poder adquisitivo durante la última parte del año, la industria podría acelerar el ritmo de recuperación en la segunda parte del año.

Hay que tener en cuenta que, si la industria mantiene el mismo nivel de producción en lo que resta del año, exhibiría un crecimiento de 14,0% en el promedio anual de 2021. Considerando que la mejora en la segunda parte del año más que compensaría el magro desempeño del segundo trimestre, esperamos que la producción industrial exhiba un crecimiento mayor al actual arrastre, superior al 15% en 2021.