La puja por el liderazgo del movimiento obrero

Independientemente de la intensidad de los apoyos, en los gestos todo el arco sindical ha manifestado en los últimos días su apoyo a la candidatura de Alberto Fernández, gesto que se entiende por dos motivos. En primer lugar, esto se debe al escaso margen de maniobra que posee la dirigencia sindical ante el nivel de rechazo que genera en los sectores trabajadores los resultados económicos de la gestión de Mauricio Macri, En segundo lugar, se corresponde con la necesidad que cada sector tiene de conservar los espacios de poder dentro del universo sindical.

El espacio sindical que lideran Hugo Moyano y Sergio Palazzo, denominado Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresmona), fue el primero en manifestar apoyo al armado de un frente opositor, y en retribución de ello, recibieron el beneplácito de lograr la primera foto con los principales candidatos del Frente de Todos en la sede de La Bancaria el pasado 13 de junio. Una foto que no solo puede anticipar qué protagonismo  tendrá el sector si Alberto Fernández llegara a triunfar, sino que generó la reacción del otro sector sindical nucleado en la CGT.

En este sentido, y en pos de equilibrar el gesto dado al FreSMoNa, Alberto Fernández tuvo un mes después su foto con los dirigentes que hoy conducen la CGT, pero esta vez sin su candidata a vice, Cristina Kirchner. Este detalle explica los perfiles de cada uno de los sectores gremiales: el primero se define con un sentido más kirchnerista (con Moyano, Palazzo y las distintas vertientes del gremialismo estatal de las CTA) y un perfil más peronista en el caso de la CGT (con los grandes gremios de servicios y gremios industriales).

A su vez, los dos espacios tienen sus liderazgos bien definidos. En el FreSMoNa, la figura de mayor peso sindical es Hugo Moyano, pero su alto nivel de rechazo por buena parte de la opinión pública y su relación conflictiva con otros gremios no le permiten lograr el consenso para volver a liderar. Por ello, en un eventual Gobierno de Alberto Fernández, la figura que ese espacio proyectará para el liderazgo sindical será la de Sergio Palazzo, líder de los Bancarios. Por el lado de los gremios de la CGT, la cosa también está bastante clara: el liderazgo de Héctor Daer (Sanidad) quien hizo esfuerzos para acercar a Alberto Fernández, es el que más consensos genera entre los sindicalistas de mayor peso.

Si se diera un triunfo de Macri, probablemente se cristalizaría esta división que venimos viendo en el sindicalismo, pero si triunfa Alberto Fernández, posiblemente veamos un proceso de reunificación que pudiera implicar la consolidación de estos nuevos liderazgos. De todos modos, parece difícil que se produzca una reconciliación entre el sindicalismo de la CGT y el de la CTA, una relación que ni en el mejor momento del kirchnerismo se logró salvar.

La polarización podría trasladarse al Congreso

Una configuración altamente polarizada de la escena electoral ciertamente está provocando algunos cambios en las proyecciones que hacíamos meses atrás respecto de cómo podría quedar confeccionada la composición del congreso.
En un escenario optimista para Cambiemos, en base a nuestras proyecciones electorales, el oficialismo podría estar aumentando su presencia en diputados a 120 bancas. La situación en el Senado es similar: Cambiemos renueva pocas bancas, lo que le permitiría crecer hasta 30 de obtener el mejor resultado proyectado, lo que no le alcanzaría para lograr el quórum de 37 bancas. En ambos casos, tanto en Diputados como en Senado, en un escenario de reelección de Macri, el oficialismo no estaría logrando el control de las cámaras pero quedaría con menos necesidades que antes para lograr los votos que le permitan sancionar las leyes que necesite.

 

En el caso del Peronismo, una cosa es la heterogénea composición actual y otra la futura. Si bien la conformación de un frente electoral unificado puede adelantarnos más unidad, la representación peronista renueva mucho (71 de 121 bancas) por lo que la unidad los hace recolectar menos. De todas maneras, en caso que Alberto Fernández triunfe, posiblemente veamos un proceso de unificación del peronismo en el Congreso. En este sentido, proyectamos que se conforme un bloque de 114 diputados, al que posiblemente logren sumar mini-bloques como el de los Diputados de Santiago del Estero (6), Catamarca (2), San Luis (2) o Santa Fe (1) para acercarse a la mayoría de 129. En el Senado pasa algo parecido: hay un peronismo fragmentado que posiblemente se reunifique en caso de ganar Fernández. Los Senadores que responden a los Gobernadores y los que responden a CFK son 32 y juntos podrían retener 31 bancas, pero el peronismo gobernando podría juntar 38 Senadores.

 

La mejor imagen de los últimos 50 días (y más también)

Continúa la recuperación en la imagen del Gobierno de cara a las Primarias

Por tercer mes consecutivo, registramos una recuperación en la imagen del Gobierno: desde abril, la imagen negativa bajó más de 10 p.p., ubicándose en 48,3% en julio, mientras que la imagen positiva asciende en julio a 34,5%, más de 10 p.p. del valor registrado en abril último (23,9%). De esta manera, el diferencial de imagen se continúa achicando a niveles vistos por última vez en abril de 2018, en el momento previo al inicio de la crisis cambiaria que inició la actual crisis económica.

Preocupa menos la inflación, pero crece la preocupación por el desempleo

La preocupación por la inflación continúa cayendo (luego de haber alcanzado su pico máximo de 44,6% en abril) registrando en julio un 35,4%, similar a lo visto a principios de año. A pesar de la caída de la preocupación por la inflación, las preocupaciones económicas (inflación y desempleo) continúan altas (61,6%) debido al aumento de la preocupación por el desempleo, que por cuarta vez consecutiva crece, logrando el máximo de todo el ciclo de Cambiemos.

La preocupación por la corrupción se estabiliza en julio en 19,7%, contra el 19,3% del mes pasado, manteniéndose lejos del dominio de las preocupaciones económicas (inflación y desempleo), que más que la triplican. En materia de inseguridad, la preocupación cae 0,5% en julio con respecto al mes pasado, volviendo a ubicarse cerca de los niveles más bajos de todo el ciclo de Cambiemos.

El oficialismo continúa mejorando su performance de cara a la elección

La intención de voto oficialista, que en abril registró un piso de 29,8%, creció 8,3 p.p. desde ese momento, y se ubica actualmente en 38,1%. Por el otro lado, la intención de voto a “otra fuerza política” disminuye, y si tomamos el mismo mes de abril como referencia, cayó 5 p.p. Los indecisos se ubican en 10%.

De cara a las PASO, con el escenario ya definido después de la confirmación de candidaturas, la fórmula Fernández-Fernández sigue liderando la intención de voto con un 40,6%, aunque la diferencia con la fórmula Macri-Pichetto se reduce en este último registro a 2,5 p.p. Para el resto del escenario, la fórmula Lavagna-Urtubey queda en tercer lugar con un 8,9% de intención de voto, mientras que la fórmula Espert-Rosales queda cuarta con 3,9%. Por último, la fórmula de la izquierda con 1,5%. La evolución del escenario, desde el registro de fines de junio, marca una tendencia de mayor polarización, donde las dos principales fórmulas suman casi el 80% de la intención de voto.

En segunda vuelta seguimos viendo una leve ventaja para el oficialismo

Al igual que venimos viendo en los últimos meses, el escenario de segunda vuelta entre el oficialismo y el principal frente opositor sigue mostrando diferencias dentro de los márgenes de error de la muestra. El empate técnico persiste, aunque en julio, y proyectando los indecisos, Macri se encuentra obteniendo un 50,7% mientras que A. Fernández capta un 49,3% de intención de voto.

El escenario profundiza su tendencia hacia un formato bipartidista

Con la oficialización de candidaturas, la escena electoral continuó mostrando una tendencia hacia una mayor polarización entre el oficialismo y el Frente de Todos, que podría depositarnos en un escenario donde las dos principales ofertas electorales junten en agosto más del 80% de los votos.

Desde abril, la suma de la intención de voto de los dos principales espacios ha crecido casi 12 p.p. La mayor polarización se explica por un crecimiento simultáneo de la intención de voto del oficialismo y del Frente opositor (primero con CFK, luego con Alberto Fernández). Sin em-bargo, un crecimiento sostenido que no fue parejo, sino que se viene observando un mayor crecimiento de la intención de voto del oficialismo (crece casi 8 p.p. desde abril), contra un menor crecimiento del Frente de Todos (crece menos de 5 p.p. desde abril).

Si hiciéramos una proyección estadística de los indecisos que venimos registrando, podríamos afirmar que muy probablemente superaríamos en las Primarias de agosto, el 80% de los votos entre los dos principales espacios, lo que nos depositaría en un formato de competencia más bipartidista como los que veíamos a fines del siglo XX en la argentina. En ese sentido, es probable que nos encaminemos a la elección más polarizada desde la crisis de 2001, cuando la situación económica disparó una suerte de crítica antisistema (“que se vayan todos”) y provocó la implosión del sistema de partidos y el fin de la competencia bipartidista.

La extrema polarización anticipa el balotaje a agosto

Cerrada la etapa de la oficialización de las candidaturas, la configuración final del escenario electoral presenta una oferta altamente concentrada en dos grandes espacios que lentamente van polarizando la demanda y centrifugando al centro político. Luego de que ambos polos (oficialismo y kirchnerismo) lograran desarticular la potencial oferta de centro, incorporando actores de la tercera vía en sus ofertas (Pichetto por el oficialismo y Massa por el frente opositor), y polarizar así la oferta, llega el momento de la polarización de la demanda: aquellos electores que habían mostrado cierta expectativa sobre la conformación de una alternativa distinta a Macri o a Cristina, empiezan a aceptar con resignación que deberán elegir entre lo menos malo. De esta manera, los desencantados de la grieta se transformaron en los desencantados de la tercera vía, que sin una alternativa potente y competitiva a la grieta, vuelven a posicionarse en función de lo que más rechazan, más que en virtud de lo que más los seduce.

Para ponerlo en números, si se sumaba la intención de voto de Mauricio Macri en abril y la de una eventual Cristina Kirchner candidata, la suma daba 64,7%. En mayo, la intención de voto acumulada entre esas dos ofertas electorales era 68,8%. Y en nuestro último relevamiento de junio (28/06), ambas ofertas (ya con Alberto Fernández como candidato) se combinan para un 76,5% de intención de voto.

En términos hidráulicos, este proceso de polarización de la demanda ha elevado la cota de apoyos a un nivel que ubica a los espacios en torno al 40% de la intención de voto, provocando un cambio sustantivo en la dinámica electoral: la posibilidad de que alguno de los dos espacios logre sumar 45% de los votos en octubre dejó de ser cero. La probabilidad de un triunfo en primera vuelta empieza a ser una opción, sobre todo para el frente opositor (Frente de Todos) que es quien viene mostrando una diferencia a su favor de cara a las Primarias de más de 4 puntos según nuestro último relevamiento (Synopsis 28/06).

Como consecuencia de ese cambio en la dinámica, al oficialismo la Primaria dejó de serle útil para ordenar el voto estratégico (voto útil). El Gobierno no veía con preocupación el hecho de compartir junto con otras candidaturas (Espert, Gómez Centurión y en menor medida Lavagna) el electorado que rechaza el regreso del kirchnerismo al poder, porque creía que luego de la PASO ese electorado se iba a reubicar apoyando al espacio que esté en mejores condiciones de ganarle a la fórmula Fernández-Kirchner.

Pero frente al riesgo de perder la Primaria y de que el frente opositor quedase a tiro del 45%, el oficialismo empieza a necesitar lograr una más eficiente concentración del voto anti K en la Primaria para reducir la diferencia con su rival y no favorecer un escenario que pudiera instalar la sensación de que la oposición se encamina a un triunfo en octubre, sobre todo por los efectos que ese escenario podría tener sobre las expectativas económicas, y consecuentemente sobre el dólar. Es por ello que la posibilidad de que Espert no pueda competir por las dificultades legales de su frente es una gran noticia para el oficialismo.

Las expectativas sobre el resultado de las PASO determinarán su impacto hacia la Elección General

El resultado de la PASO puede tener un impacto decisivo en la dinámica si profundiza la posibilidad de un triunfo opositor en primera vuelta. Si bien se descuenta que el Gobierno puede perder la Primaria, si el Frente de Todos (opositor) obtiene más del 40% de los votos y le saca una ventaja importante (mayor a 5%) al oficialismo, el efecto “carro del vencedor” (la creencia de que ese Frente ganará la elección) podría impulsarlo para obtener lo que le falte para llegar al 45%. Si el oficialismo lograra reducir la ventaja y emparejar los apoyos, podría neutralizar este efecto y aumentar la posibilidad de que la disputa se prolongue a una segunda vuelta, donde el oficialismo confía en juntar todo el voto que rechaza al regreso del kirchnerismo al poder. En definitiva, es una carrera para ver quien logra concentrar más rápido y más eficazmente alguno de los dos bloques de votantes: el bloque de votantes anti Macri, que parece estar bastante concentrado en el Frente de Todos, y el bloque de votantes anti K, que se muestra más disperso y que el Gobierno pareciera solo lograr juntarlos a todos en una segunda vuelta.

Con la CGT relegada, habrá baja representación sindical en el Congreso

El de este año es un caso mas de un nuevo proceso electoral en el que el sindicalismo queda relegado en el armado de listas y en la definición de candidaturas. La incursión de dirigentes gremiales en las listas de candidatos fue escasa, más aún si se la mide por aquellas que realmente tienen posibilidades de ingresar al Congreso. Facundo Moyano, Claudia Ormachea, y quizá Carlos Cisneros o Maia Volcovinsky son algunos casos de dirigentes sindicales que podrían ingresar al Congreso.

Lo que sí queda claro es que si hubo un espacio sindical que logró alguna incidencia en el armardo de listas, este fue el que lideran Hugo Moyano y Sergio Palazzo, el denominado Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresmona). El detalle de una mayor incidencia de Moyano sobre los Gordos e Independientes puede volverse relevante pensando en que luego del proceso electoral sobrevendrá la batalla por tomar el control de la CGT. Si bien los resultados electorales condicionaran esta batalla (si gana Macri, los Gordos podrían retener el control de la CGT, si gana Alberto Fernández será difícil parar a Moyano), en la previa, los posicionamientos podrían anticiparnos qué es lo que pudiera pasar. Aquí un resumen de cómo le fue a cada sector en la previa de la contienda electoral.

La metamorfosis del peronismo incidirá en la composición del Congreso

Los realineamientos político-electorales que se han producido de cara a la elección presidencial podrían alterar las perspectivas que teníamos sobre la composición del Poder Legislativo a partir del 10 de diciembre próximo. Si bien voceros de los diferentes bloques del peronismo aseguraron que de aquí hasta fin de año no se producirán cambios, la metamorfosis del peronismo electoral podría condicionar la composición de los bloques a partir de diciembre.

Lógicamente, la situación en el Congreso será bien distinta si gana Mauricio Macri que si gana Alberto Fernández. Si se diera un regreso del peronismo al poder, posiblemente los legisladores del peronismo que responden a los Gobernadores buscarán conformar un bloque oficialista y ello provocaría la construcción de una mayoría parlamentaria suficiente para controlar ambas cámaras del Congreso. Pero si el que triunfara fuese Mauricio Macri, posiblemente muchos legisladores del peronismo que continúan en mandato y responden a los Gobernadores tendrán incentivos para permanecer en una postura negociadora y no opositora en el Congreso para facilitar los acuerdos.

El bloque que lideraba Sergio Massa quedará diezmado en el Congreso. Solo 3 Diputados continúan mandato, de los cuales vemos que dos de ellos (Tundis y Muñoz) quizá adopten una postura más negociadora, a diferencia de De Mendiguren que podría adoptar una postura opositora y unirse al bloque del peronismo más opositor (el que seguramente liderará Agustín Rossi).

Por el lado del peronismo no K, vemos a los legisladores de Córdoba y Misiones teniendo una actitud más negociadora en un nuevo mandato de Mauricio Macri. También vemos a los legisladores de La Pampa y al Diputado Eduardo Bucca con una actitud negociadora. No sucede lo mismo con los legisladores de Tucumán y de Chaco, que se juntaron esta semana con el candidato Alberto Fernández y se comprometieron a confluir en un bloque con el peronismo más opositor. Habrá que ver si lo ratifican ante un eventual triunfo de Cambiemos.

En el Senado, también los realineamientos electorales están modificando el mapa político. La nominación de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente de Mauricio Macri lo dejó sin jefatura de bloque del Peronismo no K. Pero al no haber unanimidad para confluir en una unidad con el bloque que lidera Cristina Kirchner, no se prevé que se produzcan más modificaciones de aquí al final de la elección. Lo que sí queda claro también en la Cámara Alta, es que si se produjera un triunfo de Alberto Fernández, posiblemente todos los Senadores del peronismo conformarían un bloque unificado que le daría al Ejecutivo control sobre el cuerpo. Pero lo interesante es pensar qué características adquiriría el cuerpo si reelige Mauricio Macri, teniendo en cuenta que habrá incentivos para muchos Senadores del peronismo para también tener una actitud negociadora con el Gobierno nacional y no la voluntad de hacer una oposición intransigente.

Por ahora, en el Senado no habrá unidad de bloques entre el peronismo y el bloque FPV-PJ, y probablemente no haya grandes realineamientos porque no hay unanimidad respecto de qué hacer una vez que se elijan nuevas autoridades del bloque por la renuncia de Pichetto. Posiblemente, entre Carlos Caserío, Pedro Guastavino y José Mayans esté el nuevo Jefe de Bloque. Pero en todo caso es posible identificar a Senadores que -de reelegir Macri- podrían continuar teniendo una actitud negociadora (el Cordobés Caserio, Espínola, los catamarqueños Mera y Blas, los sanjuaninos Uñac y López Valverde los pampeanos Lovera y Durango y el chubutense Luenzo), y los que podrían tener una actitud más opositora con posibilidades de confluir con la ex Presidenta (los formoseños Mayans y González) y los tucumanos (Mirkin y Alperovich, junto con el chubutense Pais).

En un escenario polarizado, Fernández busca ganar en primera vuelta y Cambiemos alcanzar un balotaje

1) Una polarización temprana redefine las perspectivas electorales. Los acuerdos celebrados entre los actores (los frentes electorales presentados) han provocado una mayor concentración de los votos en dos opciones, redefiniendo el escenario electoral que, dependiendo del resultado en las PASO, podría no resolverse en una segunda vuelta.

2) De una polarización centrífuga a una polarización centrípeta. Frente a las limitaciones de los polos (Macri y CFK) de polarizar el escenario de manera centrífuga para arrastrar lo que haya en el medio hacia los extremos, éstos decidieron moverse hacia el centro para ampliar sus espacios y moderar su oferta buscando seducir al votante moderado.

3) Una mayor polarización activa la posibilidad de un triunfo en primera vuelta. Al pasar a una dinámica más bipartidista (dos ofertas fuertes), la competencia acerca a los espacios más competitivos a juntar en torno al 40% de los votos, poniéndolos muy cerca  del umbral del 45% de los votos para ganar la elección en primera vuelta.

4) La PASO se ha vuelto una elección clave para la evolución de la dinámica electoral. En definitiva, la expectativa que haya antes de las PASO definirán la lectura del resultado de las Primarias y podrán condicionar el tránsito de la dinámica electoral hacia la Elección General, y así, la forma en la que la elección se resuelva: si será en si será en primera o en segunda vuelta.

5) En un escenario más polarizado, los resultados posibles se reducen a dos. Con la desarticulación del espacio de centro, y una mayor polarización del escenario electoral, los escenarios posibles se reducen a dos únicas opciones: la reelección de Macri o el triunfo de la fórmula Fernández-Kirchner.

Mejora la imagen del Gobierno, pero la fórmula AF-CFK se consolida en las PASO

Por segundo mes consecutivo se recupera la imagen del Gobierno

La valoración del desempeño del Gobierno de Mauricio Macri muestra una recuperación, registrándose en junio una valoración positiva de +3,2p.p. respecto del mes pasado, al tiempo que se observa una caída en la valoración negativa (-1,4p.p.) respecto de lo observado en junio. A pesar de esta recuperación, el diferencial en la imagen del Gobierno sigue siendo negativo, quedando en -23,2%.

Mejora la intención de voto oficialista, pero se consolida ventaja de AF-CFK

La intención de voto oficialista logró en junio una recuperación de casi 3 puntos, volviéndose a ubicar cerca del 35%, mientras que la intención de voto por una fuerza opositora disminuye casi 3p.p. De esta manera, el nivel de intención de voto al oficialismo viene mostrando mucha estabilidad a pesar del contexto económico, teniendo en junio un registro similar al que tenía en julio de 2018.

De cara a las PASO, y evaluando un escenario en donde el Peronismo no-kirchnerista eligiera a su candidato en una interna entre Lavagna, Massa y Urtubey, se observa a la fórmula A. Fernández/CFK con una intención de voto de 39,1%, seguido por Mauricio Macri con 33,6%. Lavagna continúa mostrando una intención de voto superior a la de Massa y Urtubey. Espert lograría superar los 3% y se ubicaría con una intención de voto similar a la del Gobernador de Salta. Los indecisos van disminuyendo lentamente, tendencia que se acentuará en la medida que se acerca el acto eleccionario.

Se plantearon tres escenarios en la Elección General. En todos los escenarios la fórmula kirchnerista resulta ganadora, pero con un piso de votos del 39,5%, mientras que Macri se mantiene en torno al  34,6%. La ecuación cambia en un escenario con Vidal, donde la Gobernadora mejora la performance, logrando un 41% de intención de voto.

La desarticulación del espacio de Alternativa Federal repercutió en su intención de voto, cayendo en 6.2 p.p. respecto de la medición del mes pasado. El ex ministro es el que mayor intención de voto tiene dentro de ese espacio frente a Sergio Massa y Urtubey, si bien es el que más cae en intención de voto de los tres. La falta de definición de Sergio Massa, sumado al anuncio de la fórmula Fernández-Kirchner (aportándole moderación al espacio) benefició la migración de votos hacia los dos polos del espectro.

La decisión de CFK no produjo cambios en la dinámica de la segunda vuelta

A pesar del cambio de fórmula que introdujo en la contienda la expresidenta, los números de intención de voto en un eventual balotaje entre A. Fernández y Mauricio Macri continúan en la misma línea. El empate técnico persiste, aunque en junio, y proyectando los indecisos, Macri se encuentra por encima con un 50,7% mientras que A. Fernández obtiene 49,3% (con proyección de indecisos).

En la evolución del registro de intención de voto en un eventual balotaje se refleja claramente la paridad que vemos desde marzo de este año. La nueva fórmula kirchnerista mantiene la misma intención de voto que acarreaba CFK sin compañero. El porcentaje de votantes sin decisión continúa disminuyendo, alcanzando este mes el 7,4%.

-Para ver al análisis completo, acceda al informe de Synopsis Consultores en la Biblioteca de la app, en la carpeta “Informes Corporate” (solo habilitado para membresías Corporate)-

De polarización centrífuga a centrípeta: a la captura del centro

Estando a pocos días de la finalización del plazo legal para la oficialización de las candidaturas (22/6), cuando se definirá finalmente la configuración que va a tener la oferta electoral, el escenario político registró un cambio radical en la dinámica centrífuga que venía teniendo la polarización Macri-CFK en las últimas semanas. Es posible que esta novedad cumpla un rol determinante para anticiparnos qué sucederá durante el proceso electoral. De repente, luego de buscarse mutuamente para antagonizar, acusando a los que estaban en el medio de ser parte de “lo otro”, ambos extremos cambiaron de postura y comenzaron a seducir a los del medio para desarticular la posibilidad de que surja un centro competitivo, que amenazara a cualquiera de los dos extremos, y también ampliar su competitividad frente al polo contrario.

El comienzo de este cambio fue cuando el Gobierno convocó a la oposición a firmar una serie de consensos básicos (los famosos diez puntos) para despejar incertidumbres respecto de eventuales cambios bruscos en la orientación de las políticas públicas. Más allá de las formas, en el fondo el Gobierno nunca buscó llegar a acuerdos con el polo contrario (el kirchnerismo), pero sí apuntó a generar consensos con los actores del peronismo no kirchnerista, es decir, aquellos que están posicionados en el centro del espectro político. De hecho, el Presidente Macri logró juntarse (y sacarse una foto) con tres de los principales referentes del peronismo no kirchnerista en la búsqueda por voluntad en el desarrollo de puntos de acuerdo: Miguel Ángel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti.

Este proceso centrípeto (alejarse de un extremo) de dejar de criticar al “centro” y de tratar de conquistarlo, también tuvo de parte del polo opuesto –el kirchnerismo-, movimientos que lo alimentaron. Por caso, la decisión de la ex Presidenta de relegar el lugar protagónico de la fórmula presidencial en favor de Alberto Fernández, fue una decisión política y no electoral, que tuvo como objetivo facilitar un proceso de ampliación del espacio político en construcción y lograr la incorporación de otros actores del peronismo (Gobernadores del PJ y Sergio Massa). A partir de este gesto de apertura, la ex presidenta aspira a que estos actores puedan justificar de mejor manera encolumnarse detrás de una oferta unificada del peronismo, en virtud de que ese espacio de unidad dejara de tener una conducción (la de CFK) cuestionada por los sectores moderados.

La consecuencia de estos movimientos en los extremos fue la desarticulación del proceso de formación de un centro político que, de volverse competitivo –lo hemos venido advirtiendo-, podría ser tan peligroso tanto para uno como para el otro de los extremos. En consecuencia, la gran novedad de los últimos días fue la pérdida de musculatura que sufrió el armado de una oferta electoral desde el centro del espectro político.

¿Hacia un formato más bipartidista de competencia electoral?

En este nuevo escenario de polarización centrípeta, los desafíos para uno y otro polo del espectro son diferentes. Sobre todo porque la decisión de la ex Presidenta de ceder protagonismo pero quedándose dentro de la fórmula, podría tener el efecto de consolidar lo que ya se tenía (35% de intención de voto según Synopsis Mayo) y favorecer un crecimiento que podría acercar a ese binomio al 40%: primera condición para ganar en octubre (sacar 40% y 10 p.p. de diferencia al segundo lugar).

Pero la PASO es una elección que no asigna cargos ni define ganadores, sino que le proporciona a los electores toda la información necesaria para poder asignarle a su voto un sentido estratégico (voto útil). Si el oficialismo quedara lejos de la fórmula Fernández-CFK, pero al mismo tiempo le saca una buena diferencia al tercero, los votantes de esas fuerzas que siguen teniendo un sentimiento de rechazo hacia un eventual regreso de Cristina Kirchner al poder, podrían redirigir su voto al oficialismo para evitar un triunfo en primera vuelta, acortando la diferencia de las Primarias.

En definitiva, este cambio en la dinámica del escenario (de una dinámica centrifuga a una centrípeta) bien podría estar consolidando un formato de competencia más bipartidista, donde se consoliden aún más los dos espacios más competitivos, pudiendo generar esto un escenario electoral de “tres balotajes”: uno en agosto, otro en octubre y el definitivo en noviembre.