La situación económica pone en duda un triunfo de Macri frente a CFK

El Gobierno tuvo desde siempre una certeza: de todos los rivales posibles, Cristina Kirchner era la mejor adversaria para confrontar porque es la que tiene los mayores niveles de rechazo, incluso entre votantes opositores. Ese norte electoral nunca se puso en duda, ni siquiera hoy en este contexto económico tan desfavorable. Pero algo cambió en las últimas semanas, y es que el escenario de segunda vuelta con Cristina dejó de ser terreno de triunfo asegurado (según Synopsis Abril 2019, CFK le sacaría 1,8% de ventaja en una segunda vuelta).

¿Esto pone en duda la estrategia de confrontación con CFK?

No, porque en cualquier otro escenario el Gobierno hace tiempo que camina en terreno aún más negativo. Pero lo que sí produce es que se ponga en duda quién está mejor parado por parte del oficialismo para enfrentar con mejor resultado electoral a CFK (si Macri o Vidal)

La profundización de la crisis económica (mayor volatilidad cambiaria, más inflación, más recesión, etc.) ha sido la causa del debilitamiento electoral del Gobierno, no tanto porque le esté erosionando su base de apoyo (entre agosto de 2018, cuando Cambiemos registraba un 32,8% de intención de voto, y abril de 2019, cuando registró un 29,8% de intención de voto, el Gobierno perdió solo 3% de apoyo electoral), sino porque le está complicando la tarea para convencer al 20% de votos adicionales que tendrá que conseguir en una segunda vuelta para ganar la elección.

La crisis económica está produciendo un incremento en los niveles de enojo con el Gobierno, y es precisamente ese sentimiento el que ablanda el enojo con la archirrival del Gobierno, Cristina Kirchner. No es más que la aplicación del viejo proverbio que reza que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. De tal modo, cuando se pregunta por el reverso, es decir, quien NO quiere que gane la elección, en abril de 2019 un 49% señaló a Mauricio Macri y un 43,8% a Cristina Kirchner. El enojo del electorado con Macri es la mejor forma de ablandar la resistencia de la gente con Cristina.

Cristina la mejor rival, pero ¿quién es el mejor contendiente de Cambiemos?

Como sosteníamos al comienzo, la novedad de que Cristina Kirchner puede ganarle una segunda vuelta a Mauricio Macri, no obliga al Gobierno a cambiar de estrategia, a pesar de que esta tiene externalidades negativas por la incertidumbre económica que genera, pero sí le abre el interrogante respecto de quién está mejor parado dentro de Cambiemos para enfrentar con mejor resultado a CFK: ¿Macri o Vidal? La duda tiene razón de ser en que María Eugenia Vidal no solo tiene mejor consideración pública (más imagen positiva y menos imagen negativa que el Presidente), sino que, según los últimos registros relevados, mejora la competitividad de Cambiemos entre 4 y 5 puntos en una confrontación de segunda vuelta frente a CFK (Marzo 2019, Synopsis).

Si bien Vidal se transforma así en un activo para Macri (hay alguien que mejora la performance de Cambiemos frente a CFK), es también un pasivo, porque de la mano de cierta certeza publica de que Vidal es mejor candidata que el Presidente, la situación empieza a obligar al Macri a declinar su candidatura a favor de una mejor candidata o a recibir la desaprobación de su propio electorado si decide no hacerlo, por perjudicar las chances de que el oficialismo gane la elección.

La decisión que tome el oficialismo estará obviamente sujeta al impacto que siga produciendo la situación económica sobre las posibilidades de Macri de aquí al momento de tener que oficializar las candidaturas el 22 de junio próximo. Y no es menor el desafío, porque de parte del electorado que no desea que CFK triunfe, hay una alta predisposición a cambiar su voto para optar por la mejor opción para frenar a CFK. De modo que si Macri decide tomar la decisión de ir a confrontar con la ex presidenta con algún riesgo de derrota, esa amenaza bien podría producir una migración de votos oficialistas a alguna alternativa (¿Lavagna?) que lo defienda mejor de la principal amenaza que identifica ese electorado: que el kirchnerismo regrese al poder.

El resultado de la elección presidencial reordenará el escenario sindical

La falta de liderazgo, la fragmentación del poder sindical, la falta de autoridad en la conducción de la CGT, las dificultades para coordinar acciones conjuntas, y muchos otros aspectos que caracterizan hoy al universo sindical podrían modificarse en función del resultado electoral de la elección presidencial. Así como el poder ordena, la falta de un poder político ordenador del mundo sindical, es la principal causa de este escenario de fragmentación gremial inédito en la historia política reciente.

Si asistiéramos a una elección que como resultado produjera una aún hoy probable re-elección de Mauricio Macri, posiblemente veamos un escenario bastante parecido al que observamos hoy. Difícilmente un nuevo mandato de Macri logre naturalmente reconstruir la relación con el sector más combativo. Si bien posiblemente veamos un intento de Macri de reconstruir su relación con Hugo Moyano, la probabilidad de que ello ocurra dependerá de que la situación económica mejore.

La situación sería diferente si se produjera un triunfo de Cristina Kirchner y su retorno al poder luego de 4 años. En este caso, sí podría haber incentivo para una reunificación, que decididamente se daría bajo la dominancia de los Moyano. La decisión de Hugo Moyano de apuntalar tempranamente la candidatura de la ex presidenta le daría autoridad no solo de promover la unidad de la CGT, sino también para reclamar el liderazgo. El resto de los gremios hoy dialoguistas seguirían manifestando su predisposición al diálogo, pero esta vez, bajo la dominancia de los Moyano. También habría que incluir a buena parte de la CTA en este marco de apoyo y diálogo a un Gobierno de CFK, debido a su histórica pertenencia al espacio kirchnerista. Posiblemente queden más distantes y con dificultad para reposicionarse aquellos gremios que conformaron la pequeña base de apoyo sindical del macrismo con el gremio de UATRE a la cabeza.

En el caso de una eventual presidencia de Roberto Lavagna, el escenario sería sutilmente diferente. También proyectamos un proceso de reunificación en la CGT, pero con un liderazgo más equilibrado entre los Gordos (gremios de servicios) y los Independientes y el lugar que le deparen a los Moyano en esa CGT reunificada. En este marco, posiblemente se pueda incluir a los gremios en otrora macristas, que buscarían reposicionarse. Pero decididamente no vemos un diálogo fluido y de apoyo con los gremios de la CTA ni con los movimientos sociales.

En definitiva, el nivel de fragmentación del escenario sindical en parte obedece a la falta de claridad respecto de cuál será el futuro político inmediato del país. Mientras cada sector especula, nadie trabaja para la unidad del presente, sino que todos apuestan para liderar la unidad futura.

El lado legislativo de la elección 2019: cómo se construirán mayorías en 2020

Las dificultades que estamos observando en el Congreso para sancionar leyes, obedecen a la combinación de dos factores: 1) la parálisis que habitualmente se registra en años electorales y 2) la situación de empate político al no haber una fuerza política en condiciones de sancionar leyes sin acuerdo con otros espacios. Cabe preguntarse entonces: ¿qué perspectivas se pueden visualizar de cara al funcionamiento que pudiera tener el Congreso el año próximo?

Tomando como referencia los datos relevados por Synopsis en sus mediciones electorales a nivel nacional, y mirando en perspectiva los antecedentes inmediatos en elecciones legislativas recientes, es posible proyectar (con algún margen de error en la estimación +/-10), un pronóstico de qué cantidad de bancas podrían renovar los 3 espacios más representativos de la arena legislativa en el Congreso.

En tal sentido, en el ámbito de la Cámara de Diputados, de conservarse los niveles de intención de voto registrados hasta aquí, y dependiendo de algunos rendimientos provinciales, estamos proyectando que tanto el oficialismo como el espacio que conforman el kirchnerismo y buena parte del peronismo, podrían conservar o apenas mejorar la disponibilidad de bancas, pero de ninguna manera pueden aspirar a controlar el Congreso. De modo que, de ocurrir un triunfo de Macri o un triunfo de Cristina Kirchner (si fuera candidata), en ambos casos dependerán de lograr alianzas con el espacio del peronismo alternativo.

En virtud de ello, hoy es más probable prever que cualquiera de las versiones del peronismo que pudiera alzarse con el triunfo en estas elecciones (sea CFK o Lavagna, por mencionar a un candidato del peronismo alternativo), tendrá una tarea más sencilla para lograr acuerdos que le permitan confeccionar una mayoría que le de control de la Cámara de Diputados. En el caso de CFK, encolumnando a gran parte del peronismo si volviera al poder, y en el caso de Lavagna –un escenario aún hoy de baja probabilidad-, logrando incorporar a alguna parte los legisladores del radicalismo que pudieran alimentar un bloque mayoritario de un oficialismo lavagnista, que de darse, seguramente sería con la participación del radicalismo hoy disidente del Gobierno de Cambiemos. En el caso de que Mauricio Macri re-elija, deberá sentarse a negociar como ha negociado a lo largo de todo este primer mandato.

Por el lado del Senado, el panorama es bastante similar. Es difícil proyectar que el oficialismo logre una renovación que le permita tomar el control de la Cámara Alta, por lo que deberá seguir negociando con algún sector de la oposición la sanción de leyes. Aunque en Senadores el escenario para el Gobierno es sutilmente diferentes, ya que al acercarse al quórum de 37 Senadores, podría estar necesitando menos votos para poder tomar decisiones de los que hoy necesita.

En todo caso, en la Cámara Alta, el peronismo también estaría en mejores condiciones de conformar un bloque mayoritario que el actual oficialismo, con dinámicas parecidas a las de la Cámara Baja. Una CFK presidenta podría encolumnar a gran parte de los Senadores del peronismo en un bloque que podría llegar al quórum propio; mientras que un Lavagna presidente también podría lograr que confluyan Senadores del peronismo del interior (hoy Peronismo Federal) con algunos senadores del radicalismo, si su alianza de Gobierno contiene a parte de la UCR.

La dinámica legislativa seguramente tendrá dos tiempos: 1) el de traducción de votos en escaño, que es el que intentamos anticipar en este artículo; y 2) el de realineamientos en función de la nueva realidad política, es decir, en virtud de quién detente el poder. De modo que habrá que seguir la dinámica electoral para poder anticipar la dinámica legislativa que habrá en el escenario a partir de 2020.

Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me…

Los niveles de rechazo de Macri y CFK predisponen al voto estratégico

Ante la incertidumbre reinante respecto al proceso electoral, una manera interesante de observar el escenario político es por el lado del reverso: preguntar no a quién se va a votar, sino quién NO desea que gane. Cuando preguntamos qué candidato no le gustaría que triunfara, el 49% respondió que le gustaría que Macri no gane las elecciones, mientras que otro 43,8% respondió que Cristina Kirchner no resulte victoriosa.

En la misma línea, indagamos acerca de cuál es el candidato que consideran más apto para ganarle a aquel candidato que desea que pierda.  Ante esta pregunta, entre los que quieren que Macri NO gane, la respuesta fue Cristina Kirchner, con el 66,9% como la indicada para derrotarlo.

Entre los que quieren que Cristina Kirchner NO gane la elección, el resultado es similar. El 68,5% cree que el candidato indicado para ganarle es Mauricio Macri.

Lo interesante es que en este contexto de alto nivel de rechazo de los dos candidatos más competitivos, una buena parte del electorado está dispuesto a cambiar su voto en caso de que el candidato de su preferencia no le asegure que podrá derrotar a quien desea que pierda.

Entre los que quieren que Macri NO gane, un 17,5% está dispuesto a cambiar su voto con tal de derrotarlo, mientras que un 36% podría hacerlo dependiendo de a quién tenga que votar para que eso suceda.

Como contracara, entre los que quieren que Cristina Kirchner NO gane las elecciones, el porcentaje de los que están dispuestos a cambiar su voto es del 20,8% y un 31,4% asegura que la decisión dependerá de a qué candidato debería migrar su voto.

Los porcentajes de voto duro se mantienen relativamente iguales para ambos candidatos, entre un 29% y 30%.

¿Resistiré?

A pesar de la crisis, el voto al oficialismo pareciera seguir “resistiendo”

Han pasado ya largos meses desde que la economía empezó a mostrar números negativos sea cual fuera el indicador que uno tome (crecimiento, inflación, consumo, empleo, pobreza, salarios, etc.). Y todavía no pareciera verse con certeza que la crisis haya tocado fondo y que la economía empiece un sendero de recuperación. Lo cierto es que mientras este proceso económico transcurre, se ven consecuencias en materia de imagen de Gobierno, imagen de dirigentes oficialistas y expectativas sobre el futuro.

Pero si bien se registraron caídas en la valoración del desempeño del Gobierno, en las expectativas sobre el futuro del país, o en el futuro personal, en la variable más relevante para la dinámica política, la electoral, la crisis pareciera no haber hecho mella. Y a lo largo de los últimos 8 meses, el nivel de intención de voto al oficialismo no mostró grandes variaciones.

Lo que sí afecta la crisis, es la competitividad de Macri en segunda vuelta

Si bien es posible afirmar, a la luz de la evidencia, que la crisis económica no está haciendo mella en la base de apoyo electoral del oficialismo, ello no necesariamente significa que la crisis no está afectando la competitividad del Gobierno. Porque si bien seguimos viendo los mismos niveles de competitividad en Cambiemos que veíamos hace 8 meses de cara a una eventual elección general, no sucede lo mismo si observamos la competitividad del Gobierno en la segunda vuelta, sobre todo en el escenario hoy más probable, que es el escenario de confrontación entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner.

En marzo de 2018, antes de que comenzara la crisis económica con la primera corrida cambiaria, a fines de abril, en un escenario de confrontación Macri-CFK, el Presidente obtenía una intención de voto de 49,4% mientras que la ex Presidenta obtenía una intención de voto de 32,5%. Un año después, en marzo de 2019, Macri obtiene el 45,5% de la intención de voto y Cristina un 44,9%.

Es decir, la diferencia de +16,9% que mostraba Macri en marzo de 2018 frente a Cristina, un año después y muy probablemente como consecuencia de la crisis económica, se redujo a +0,6%. Esta evidencia muestra que la crisis económica no es inocua para el Gobierno y está afectando la competitividad de Cambiemos en la segunda vuelta. La evolución de esta serie (la de 2da vuelta), comparada con la evolución de la serie de intención de voto para una elección general, nos evidencia que si bien la crisis no está afectando la base de apoyo del Gobierno (+30%), sí está complicando al oficialismo para conseguir el 20% restantes de votos que necesita para poder sortear el escollo de una segunda vuelta y ganar la elección, en el escenario más favorable para Macri: el de confrontación con CFK.

La profundización de la crisis económica a punto de reconfigurar el escenario electoral

A comienzos de año sosteníamos que, a pesar del contexto económico desfavorable, el Gobierno conservaba expectativas de reelección, producto de la tendencia de recuperación de las expectativas que se habían observado en los indicadores de noviembre-diciembre y sobre la base de dos supuestos:

1) Cristina Kirchner iba a ser candidata, aumentando las chances de que Macri (que sostenía su intención de voto por encima del 30%), debiera disputar la 2da. vuelta con una candidata con alto nivel de rechazo;

2) En el segundo semestre se iba a registrar algún grado de recuperación económica, que podía provocar una sensación de que se había superado la crisis y se comenzaba a transitar un sendero de recuperación.

Sin embargo, casi tres meses después, una inflación que no cedió en el primer trimestre, y una volatilidad cambiaria que obligó al Gobierno a endurecer sus políticas monetarias, han puesto en duda seriamente el segundo supuesto, en un contexto en el que la crisis económica, sino afectó aún la base de apoyo electoral del oficialismo (sigue teniendo hasta marzo una intención de voto superior al 30%), sí ha venido limitando la competitividad del oficialismo en una eventual segunda vuelta. A saber:

  • En marzo de 2018, en un escenario de 2da vuelta, Mauricio Macri obtenía una intención de voto de 49,4% contra un 32,5% de Cristina Kirchner y un 18,1% de indecisos.
  • En marzo de 2019, en un escenario de 2da. vuelta, Mauricio Macri obtenía una intención de voto de 45,5% contra un 44,9% de Cristina Kirchner y un 9,6% de indecisos.

En definitiva, si bien la competitividad del Gobierno para una eventual Elección General no ha observado en los últimos meses demasiados cambios a pesar de la crisis, la competitividad del Gobierno de cara a una 2da. vuelta sí se ha ido limitando, dejando evidencia que de no revertir la situación económica, al oficialismo le costará cada vez más seducir al 20% de electores que necesita para lograr un triunfo en un eventual balotaje.

¿Hacia un escenario de balotaje entre dos opositores?

El debilitamiento de las condiciones de competitividad del Gobierno de cara a un eventual balotaje, incluso en el escenario más favorable para el oficialismo, el de una confrontación con CFK, tarde o temprano podría empezar a afectar su competitividad de cara a una Elección General.

Porque si bien venimos viendo que la crisis pareciera no hacerle mella en los apoyos de su núcleo más duro de adhesión (30-32% de intención de voto), si el Gobierno empezara a tener -por la crisis- dificultades para vencer a Cristina Kirchner en una segunda vuelta (lo que efectivamente viene registrándose), ello podría empujar a esos votantes a buscar otra alternativa que los defienda de un eventual regreso de CFK.

Allí es donde radica el verdadero potencial de una tercer alternativa encarnada por Roberto Lavagna, el peronismo alternativo y el Socialismo de Miguel Lifshitz: transformarse en una aspiradora de desencantados que empiecen a declinar su apoyo al oficialismo y vayan en busca de una mejor opción para defenderse de la verdadera amenaza para ese electorado (un regreso de CFK).

Precisamente por ello es que el Gobierno decidió alterar su estrategia dominante de confrontación con la ex Presidenta -a costa de asumir el costo de posicionarlo más- y salir a criticar públicamente a Roberto Lavagna, el candidato que hoy más amenaza su propia base de apoyos.

Esta potencial reconfiguración del escenario (la migración de votos del oficialismo a otra alternativa), está sujeta a la evolución de la situación económica: una profundización del deterioro económico, podría producir ese reacomodamiento y podría depositarnos ya no en un escenario de 2da vuelta entre Macri y Cristina Kirchner, sino en un escenario de balotaje entre dos opciones opositoras.

El Gobierno negocia la pax mientras los gremios definen sus apoyos electorales

En un clima cada vez más electoral, donde los gremios han empezado a perfilar hacia dónde irán dirigidos sus apoyos en la contienda electoral, marzo nos dejó desde un relajamiento del apoyo de los sectores más oficialistas a la candidatura de Macri (la 62 liderada por Ramón Ayala -UATRE- enojada por el alejamiento de Triaca), hasta rupturas dentro del M.A.S.A. respecto de a qué candidato peronista apoyar (unos cenaron con Lavagna -Sasia y Caló-, otros anunciaron su apoyo a Urtubey -Viviani-).

La emergencia de Roberto Lavagna como candidato de un peronismo no kirchnerista, generó expectativa en el sector del sindicalismo más dialoguista

Con el apoyo de Barrionuevo y el interés de los denominados Gordos e Independientes, pareciera ir creciendo el consenso detrás de la candidatura del ex ministro de Economía en la escena sindical. Sin embargo, la cara más visible de la conducción de la CGT, Héctor Daer, integra la Mesa de Acción Política del PJ Nacional que sigue buscando la unidad opositora, con la ex presidente incluida dentro de las opciones electorales.

Por el lado del sector más combativo, las posturas están más alineadas detrás de la candidatura de Cristina Kirchner, y solo esperan lograr la mayor unidad posible del arco opositor. Moyano se ha transformado en el eje central del apoyo sindical a la ex presidenta y está buscando capitalizar esa apuesta para retomar los espacios de conducción sindical perdidos, ante un eventual triunfo de CFK.

Mientras tanto, el Gobierno busca PAX sindical: acuerdo en temas pendientes y paritarias flexibles

En este contexto, el Gobierno busca “comprar” la pax sindical con el sector dialoguista (fundamen-talmente con el sector del transporte) tratando de minimizar la conflictividad en medio del proceso electoral. Para ello, avanzó en un acuerdo que incluye varios temas pendientes de interés mutuo para el Gobierno y el sindicalismo (amparos judiciales contra obras sociales y blanqueo laboral), y otros temas de especial interés sindical (deudas del Estado para con las obras sociales sindicales).

Pero el Poder Ejecutivo no solo busca atenuar la conflictividad sindical por el lado de lograr acuerdos sobre temas pendientes, sino también por adoptar una postura más flexible frente al proceso paritario. Sin dudas la novedad que el sindicalismo está recibiendo de parte del Gobierno es cierta flexibilidad de cara al proceso paritario respecto de la pauta oficial inicialmente pensada en aumentos en torno al 23%. La creciente flexibilidad que está mostrando el Gobierno se explica por las dificultades electorales que le está produciendo la recesión económica persistente. En definitiva, hay en el Gobierno, producto de su mayor debilidad electoral, menos temor a la inflación futura y más interés por generar/impulsar cierta recuperación en el poder adquisitivo de los salarios de cara al desafío electoral.

Es cierto que esta serie de acuerdos alcanzados y la flexibilidad frente al proceso paritario no lograron que el Gobierno pueda impedir que la Comisión Directiva de la CGT se plegara a la marcha que los gremios industriales están convocando para el próximo 4 de abril, en defensa de la producción industrial y los puestos de trabajo. Una marcha que partirá desde Plaza Once pero que no llegará a Plaza de Mayo, sino hasta la 9 de Julio. Pero también es cierto que, en un contexto económico tan adverso, que el Gobierno logre que la CGT no convoque al quinto Paro Nacional es ciertamente un logro en términos de tratar de contener lo mayor posible la conflictividad sindical en un contexto cada vez más condicionado por las necesidades electorales.

Empate técnico en un escenario de balotaje entre Macri y CFK

A la hora de analizar diferentes escenarios de balotaje, nos centraremos en el que hoy tiene mayor probabilidad de ocurrencia: el de una confrontación en una segunda vuelta entre Macri y Cristina Fernández de Kirchner, en caso de que esta última confirme su candidatura. En el registro de marzo observamos un empate técnico (diferencia dentro del margen de error muestral). Macri obtendría un 45,5% mientras que CFK un 44,9%, con un 9,6% de indecisos. Con proyección de indecisos, el escenario final arroja un resultado favorable a Macri de +1,6 puntos, ya que el Presidente obtendría un 50,8% contra un 49,2% de CFK.

Analizando la evolución del escenario de este posible balotaje desde marzo de 2018 a la fecha, notamos cómo los indecisos disminuyen considerablemente (de un 18,1% en marzo del año pasado a 9,6% este mes). Macri, por su parte, mide casi 4 puntos menos que hace un año, mientras que en ese mismo período CFK creció 12,4 puntos. En todo caso, la diferencia en marzo de 2018 era de 16,9 puntos y ahora, un año después, es de 0,6 puntos.

En los escenarios desagregados por edad y por área geográfica, notamos las fortalezas de ambos candidatos: en el segmento etario más joven y en el interior de PBA, Cristina Kirchner hace su mejor performance, mientras que Macri hace lo propio en el segmento etario más longevo y en la Capital Federal. Los escenarios más parejos se dan en el segmento etario de 30-49 años y en el interior del país.

La dinámica legislativa estará condicionada por el contexto electoral

La actividad legislativa siempre se ve resentida en los años electorales. Ello se puede corroborar viendo los registros de actividad legislativa históricos, donde el promedio de leyes sancionadas se reduce de 133 en años no electorales, a 115 en los años electorales. Esa actividad se verá aún más resentida en este particular 2019 por dos motivos: 1) un calendario electoral muy cargado de elecciones provinciales a lo largo del todo el año, y 2) la incertidumbre electoral presidencial, que no deja ver con claridad quién gobernará el país a partir del 10 de diciembre.

Claramente habrá temas que no podrán ser discutidos en el año electoral, y entre ellos destaca la despenalización del aborto. El nivel de conflictividad que generó el debate durante el año pasado llevó a todos los espacios a preferir evitar el tema este año electoral para no agregarle tensión al interior de los diferentes partidos, en momentos en los que están compitiendo en elecciones. Algo parecido pasaría con el debate del Nuevo Código Penal, que el oficialismo ya tiene redactado y que debería ser discutido en el Congreso para su aprobación final.

Hay otros temas que también tiene una suerte de veda en momentos electorales, como todo tipo de Reforma Electoral que pretenda modificar las reglas de juego (voto electrónico y lista única).

La dinámica legislativa estará condicionada por el contexto electoral y por la instancia de minoría del oficialismo en el Congreso. Estas dos condiciones hacen prever que solo prosperarán aquellos proyectos con un  sentido más electoralista (medidas para Pymes, beneficios impositivos, Régimen Penal Juvenil, etc.).

El riesgo con el que convivirá el oficialismo es que, por no tener total control de lo que se debata y se apruebe en el recinto, cada vez que quiera avanzar con la sanción de una ley, deberá mensurar el riesgo de facilitarle a la oposición un escenario propicio (el recinto) para hacer campaña contra el Gobierno o aprobar medidas que el oficialismo luego tenga que vetar.

La situación económica condiciona cada vez más la reelección

Los niveles de popularidad del Gobierno en el peor momento del ciclo

Sin dudas este comienzo de 2019 marcó para todo el ciclo de Cambiemos el peor momento en materia de opinión pública. A esta situación se llegó luego de un proceso de deterioro que comenzó en noviembre de 2017, luego del triunfo de Cambiemos en la elección de medio término, y que solo tuvo una ventana de recuperación entre octubre-diciembre del año pasado, luego de la Cumbre del G-20 y de un diciembre tranquilo y con estabilidad financiera. El peor derrumbe se registró en la Imagen de Gobierno, con una caída de 26 p.p. en la imagen positiva, que cayó a menos de la mitad del valor de noviembre 2017.

La imagen de Mauricio Macri tampoco estuvo indemne a la crisis económica de 2018 y al deterioro general que sufrió el Gobierno luego del triunfo en 2017. La imagen positiva del Presidente cayó 23 p.p. desde noviembre de 2017, lo que lo dejó con un diferencial negativo de imagen de -21,9%.

Pero el deterioro no solo estuvo asociado al Gobierno y a la imagen de los dirigentes del oficialismo, sino que también se deprimieron las expectativas, tanto sobre el futuro del país, como sobre el futuro personal. Respecto del país, los que ven con optimismo el futuro se redujeron 18,2 p.p. Por su parte, los que creen que su situación personal va a mejorar en el futuro, que ya eran menos del 40% en noviembre de 2017, cayeron 14,4 p.p. siendo hoy solamente 1 de cada 5 encuestados a nivel nacional.

En definitiva, no hay indicador que no esté, a menos de 6 meses de las Primarias y a menos de 9 meses de la Elección General, en el peor momento del ciclo de Cambiemos.

A pesar de la crisis, el voto al oficialismo resiste por encima del 30%

A pesar del deterioro sufrido por el oficialismo en materia de opinión pública y de la continuidad de un escenario de crisis económica que viene socavando la popularidad del Gobierno, no deja de sorprender que las tendencias electorales vienen mostrando cierta estabilidad, sobre todo por el lado de la intención de voto al oficialismo, que si bien pierde casi 5 puntos desde julio 2018, en los últimos 7 meses el voto al oficialismo no cayó más de 2%, un registro que se mantiene en el margen de error muestral.

Esta suerte de resistencia del voto oficialista puede ser explicada por dos motivos: 1) una identidad muy fuerte entre Cambiemos y su electorado que no se ve alterada por la situación económica; 2) la ausencia de un candidato/espacio alternativo para ese electorado. Muy probablemente concluyamos que es más lo segundo que lo primero lo que retiene a los votantes de Cambiemos, que cuando ven el escenario electoral, ven que aquello que más rechazan y que los identifica como un electorado homogéneo, la figura de CFK, aparece como la alternativa más competitiva y con chances de volver al poder. Mientras la amenaza de CFK permanezca en el escenario, muy probablemente el electorado de Cambiemos no se mueva de donde está, sobre todo si no aparece otra alternativa competitiva que ofrezca garantías a ese electorado de una mejor defensa contra Cristina Kirchner.

¿Hay alguien que pueda ser una amenaza en ese sentido para el oficialismo? Debería ser alguien que reúna dos condiciones: 1) que esté en condiciones de ganarle a CFK; y 2) que exprese con claridad una diferenciación de CFK para darle garantías al electorado de Cambiemos que cambiaran de vehículo para defenderse de un regreso del kirchenrismo al poder. ¿Hay alguien que reúna esas condiciones? Hasta la aparición de Lavagna no. Pero a Lavagna todavía le falta cumplir en pleno las dos condiciones.