Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me…

Los niveles de rechazo de Macri y CFK predisponen al voto estratégico

Ante la incertidumbre reinante respecto al proceso electoral, una manera interesante de observar el escenario político es por el lado del reverso: preguntar no a quién se va a votar, sino quién NO desea que gane. Cuando preguntamos qué candidato no le gustaría que triunfara, el 49% respondió que le gustaría que Macri no gane las elecciones, mientras que otro 43,8% respondió que Cristina Kirchner no resulte victoriosa.

En la misma línea, indagamos acerca de cuál es el candidato que consideran más apto para ganarle a aquel candidato que desea que pierda.  Ante esta pregunta, entre los que quieren que Macri NO gane, la respuesta fue Cristina Kirchner, con el 66,9% como la indicada para derrotarlo.

Entre los que quieren que Cristina Kirchner NO gane la elección, el resultado es similar. El 68,5% cree que el candidato indicado para ganarle es Mauricio Macri.

Lo interesante es que en este contexto de alto nivel de rechazo de los dos candidatos más competitivos, una buena parte del electorado está dispuesto a cambiar su voto en caso de que el candidato de su preferencia no le asegure que podrá derrotar a quien desea que pierda.

Entre los que quieren que Macri NO gane, un 17,5% está dispuesto a cambiar su voto con tal de derrotarlo, mientras que un 36% podría hacerlo dependiendo de a quién tenga que votar para que eso suceda.

Como contracara, entre los que quieren que Cristina Kirchner NO gane las elecciones, el porcentaje de los que están dispuestos a cambiar su voto es del 20,8% y un 31,4% asegura que la decisión dependerá de a qué candidato debería migrar su voto.

Los porcentajes de voto duro se mantienen relativamente iguales para ambos candidatos, entre un 29% y 30%.

¿Resistiré?

A pesar de la crisis, el voto al oficialismo pareciera seguir “resistiendo”

Han pasado ya largos meses desde que la economía empezó a mostrar números negativos sea cual fuera el indicador que uno tome (crecimiento, inflación, consumo, empleo, pobreza, salarios, etc.). Y todavía no pareciera verse con certeza que la crisis haya tocado fondo y que la economía empiece un sendero de recuperación. Lo cierto es que mientras este proceso económico transcurre, se ven consecuencias en materia de imagen de Gobierno, imagen de dirigentes oficialistas y expectativas sobre el futuro.

Pero si bien se registraron caídas en la valoración del desempeño del Gobierno, en las expectativas sobre el futuro del país, o en el futuro personal, en la variable más relevante para la dinámica política, la electoral, la crisis pareciera no haber hecho mella. Y a lo largo de los últimos 8 meses, el nivel de intención de voto al oficialismo no mostró grandes variaciones.

Lo que sí afecta la crisis, es la competitividad de Macri en segunda vuelta

Si bien es posible afirmar, a la luz de la evidencia, que la crisis económica no está haciendo mella en la base de apoyo electoral del oficialismo, ello no necesariamente significa que la crisis no está afectando la competitividad del Gobierno. Porque si bien seguimos viendo los mismos niveles de competitividad en Cambiemos que veíamos hace 8 meses de cara a una eventual elección general, no sucede lo mismo si observamos la competitividad del Gobierno en la segunda vuelta, sobre todo en el escenario hoy más probable, que es el escenario de confrontación entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner.

En marzo de 2018, antes de que comenzara la crisis económica con la primera corrida cambiaria, a fines de abril, en un escenario de confrontación Macri-CFK, el Presidente obtenía una intención de voto de 49,4% mientras que la ex Presidenta obtenía una intención de voto de 32,5%. Un año después, en marzo de 2019, Macri obtiene el 45,5% de la intención de voto y Cristina un 44,9%.

Es decir, la diferencia de +16,9% que mostraba Macri en marzo de 2018 frente a Cristina, un año después y muy probablemente como consecuencia de la crisis económica, se redujo a +0,6%. Esta evidencia muestra que la crisis económica no es inocua para el Gobierno y está afectando la competitividad de Cambiemos en la segunda vuelta. La evolución de esta serie (la de 2da vuelta), comparada con la evolución de la serie de intención de voto para una elección general, nos evidencia que si bien la crisis no está afectando la base de apoyo del Gobierno (+30%), sí está complicando al oficialismo para conseguir el 20% restantes de votos que necesita para poder sortear el escollo de una segunda vuelta y ganar la elección, en el escenario más favorable para Macri: el de confrontación con CFK.

La profundización de la crisis económica a punto de reconfigurar el escenario electoral

A comienzos de año sosteníamos que, a pesar del contexto económico desfavorable, el Gobierno conservaba expectativas de reelección, producto de la tendencia de recuperación de las expectativas que se habían observado en los indicadores de noviembre-diciembre y sobre la base de dos supuestos:

1) Cristina Kirchner iba a ser candidata, aumentando las chances de que Macri (que sostenía su intención de voto por encima del 30%), debiera disputar la 2da. vuelta con una candidata con alto nivel de rechazo;

2) En el segundo semestre se iba a registrar algún grado de recuperación económica, que podía provocar una sensación de que se había superado la crisis y se comenzaba a transitar un sendero de recuperación.

Sin embargo, casi tres meses después, una inflación que no cedió en el primer trimestre, y una volatilidad cambiaria que obligó al Gobierno a endurecer sus políticas monetarias, han puesto en duda seriamente el segundo supuesto, en un contexto en el que la crisis económica, sino afectó aún la base de apoyo electoral del oficialismo (sigue teniendo hasta marzo una intención de voto superior al 30%), sí ha venido limitando la competitividad del oficialismo en una eventual segunda vuelta. A saber:

  • En marzo de 2018, en un escenario de 2da vuelta, Mauricio Macri obtenía una intención de voto de 49,4% contra un 32,5% de Cristina Kirchner y un 18,1% de indecisos.
  • En marzo de 2019, en un escenario de 2da. vuelta, Mauricio Macri obtenía una intención de voto de 45,5% contra un 44,9% de Cristina Kirchner y un 9,6% de indecisos.

En definitiva, si bien la competitividad del Gobierno para una eventual Elección General no ha observado en los últimos meses demasiados cambios a pesar de la crisis, la competitividad del Gobierno de cara a una 2da. vuelta sí se ha ido limitando, dejando evidencia que de no revertir la situación económica, al oficialismo le costará cada vez más seducir al 20% de electores que necesita para lograr un triunfo en un eventual balotaje.

¿Hacia un escenario de balotaje entre dos opositores?

El debilitamiento de las condiciones de competitividad del Gobierno de cara a un eventual balotaje, incluso en el escenario más favorable para el oficialismo, el de una confrontación con CFK, tarde o temprano podría empezar a afectar su competitividad de cara a una Elección General.

Porque si bien venimos viendo que la crisis pareciera no hacerle mella en los apoyos de su núcleo más duro de adhesión (30-32% de intención de voto), si el Gobierno empezara a tener -por la crisis- dificultades para vencer a Cristina Kirchner en una segunda vuelta (lo que efectivamente viene registrándose), ello podría empujar a esos votantes a buscar otra alternativa que los defienda de un eventual regreso de CFK.

Allí es donde radica el verdadero potencial de una tercer alternativa encarnada por Roberto Lavagna, el peronismo alternativo y el Socialismo de Miguel Lifshitz: transformarse en una aspiradora de desencantados que empiecen a declinar su apoyo al oficialismo y vayan en busca de una mejor opción para defenderse de la verdadera amenaza para ese electorado (un regreso de CFK).

Precisamente por ello es que el Gobierno decidió alterar su estrategia dominante de confrontación con la ex Presidenta -a costa de asumir el costo de posicionarlo más- y salir a criticar públicamente a Roberto Lavagna, el candidato que hoy más amenaza su propia base de apoyos.

Esta potencial reconfiguración del escenario (la migración de votos del oficialismo a otra alternativa), está sujeta a la evolución de la situación económica: una profundización del deterioro económico, podría producir ese reacomodamiento y podría depositarnos ya no en un escenario de 2da vuelta entre Macri y Cristina Kirchner, sino en un escenario de balotaje entre dos opciones opositoras.

El Gobierno negocia la pax mientras los gremios definen sus apoyos electorales

En un clima cada vez más electoral, donde los gremios han empezado a perfilar hacia dónde irán dirigidos sus apoyos en la contienda electoral, marzo nos dejó desde un relajamiento del apoyo de los sectores más oficialistas a la candidatura de Macri (la 62 liderada por Ramón Ayala -UATRE- enojada por el alejamiento de Triaca), hasta rupturas dentro del M.A.S.A. respecto de a qué candidato peronista apoyar (unos cenaron con Lavagna -Sasia y Caló-, otros anunciaron su apoyo a Urtubey -Viviani-).

La emergencia de Roberto Lavagna como candidato de un peronismo no kirchnerista, generó expectativa en el sector del sindicalismo más dialoguista

Con el apoyo de Barrionuevo y el interés de los denominados Gordos e Independientes, pareciera ir creciendo el consenso detrás de la candidatura del ex ministro de Economía en la escena sindical. Sin embargo, la cara más visible de la conducción de la CGT, Héctor Daer, integra la Mesa de Acción Política del PJ Nacional que sigue buscando la unidad opositora, con la ex presidente incluida dentro de las opciones electorales.

Por el lado del sector más combativo, las posturas están más alineadas detrás de la candidatura de Cristina Kirchner, y solo esperan lograr la mayor unidad posible del arco opositor. Moyano se ha transformado en el eje central del apoyo sindical a la ex presidenta y está buscando capitalizar esa apuesta para retomar los espacios de conducción sindical perdidos, ante un eventual triunfo de CFK.

Mientras tanto, el Gobierno busca PAX sindical: acuerdo en temas pendientes y paritarias flexibles

En este contexto, el Gobierno busca “comprar” la pax sindical con el sector dialoguista (fundamen-talmente con el sector del transporte) tratando de minimizar la conflictividad en medio del proceso electoral. Para ello, avanzó en un acuerdo que incluye varios temas pendientes de interés mutuo para el Gobierno y el sindicalismo (amparos judiciales contra obras sociales y blanqueo laboral), y otros temas de especial interés sindical (deudas del Estado para con las obras sociales sindicales).

Pero el Poder Ejecutivo no solo busca atenuar la conflictividad sindical por el lado de lograr acuerdos sobre temas pendientes, sino también por adoptar una postura más flexible frente al proceso paritario. Sin dudas la novedad que el sindicalismo está recibiendo de parte del Gobierno es cierta flexibilidad de cara al proceso paritario respecto de la pauta oficial inicialmente pensada en aumentos en torno al 23%. La creciente flexibilidad que está mostrando el Gobierno se explica por las dificultades electorales que le está produciendo la recesión económica persistente. En definitiva, hay en el Gobierno, producto de su mayor debilidad electoral, menos temor a la inflación futura y más interés por generar/impulsar cierta recuperación en el poder adquisitivo de los salarios de cara al desafío electoral.

Es cierto que esta serie de acuerdos alcanzados y la flexibilidad frente al proceso paritario no lograron que el Gobierno pueda impedir que la Comisión Directiva de la CGT se plegara a la marcha que los gremios industriales están convocando para el próximo 4 de abril, en defensa de la producción industrial y los puestos de trabajo. Una marcha que partirá desde Plaza Once pero que no llegará a Plaza de Mayo, sino hasta la 9 de Julio. Pero también es cierto que, en un contexto económico tan adverso, que el Gobierno logre que la CGT no convoque al quinto Paro Nacional es ciertamente un logro en términos de tratar de contener lo mayor posible la conflictividad sindical en un contexto cada vez más condicionado por las necesidades electorales.

Empate técnico en un escenario de balotaje entre Macri y CFK

A la hora de analizar diferentes escenarios de balotaje, nos centraremos en el que hoy tiene mayor probabilidad de ocurrencia: el de una confrontación en una segunda vuelta entre Macri y Cristina Fernández de Kirchner, en caso de que esta última confirme su candidatura. En el registro de marzo observamos un empate técnico (diferencia dentro del margen de error muestral). Macri obtendría un 45,5% mientras que CFK un 44,9%, con un 9,6% de indecisos. Con proyección de indecisos, el escenario final arroja un resultado favorable a Macri de +1,6 puntos, ya que el Presidente obtendría un 50,8% contra un 49,2% de CFK.

Analizando la evolución del escenario de este posible balotaje desde marzo de 2018 a la fecha, notamos cómo los indecisos disminuyen considerablemente (de un 18,1% en marzo del año pasado a 9,6% este mes). Macri, por su parte, mide casi 4 puntos menos que hace un año, mientras que en ese mismo período CFK creció 12,4 puntos. En todo caso, la diferencia en marzo de 2018 era de 16,9 puntos y ahora, un año después, es de 0,6 puntos.

En los escenarios desagregados por edad y por área geográfica, notamos las fortalezas de ambos candidatos: en el segmento etario más joven y en el interior de PBA, Cristina Kirchner hace su mejor performance, mientras que Macri hace lo propio en el segmento etario más longevo y en la Capital Federal. Los escenarios más parejos se dan en el segmento etario de 30-49 años y en el interior del país.

La dinámica legislativa estará condicionada por el contexto electoral

La actividad legislativa siempre se ve resentida en los años electorales. Ello se puede corroborar viendo los registros de actividad legislativa históricos, donde el promedio de leyes sancionadas se reduce de 133 en años no electorales, a 115 en los años electorales. Esa actividad se verá aún más resentida en este particular 2019 por dos motivos: 1) un calendario electoral muy cargado de elecciones provinciales a lo largo del todo el año, y 2) la incertidumbre electoral presidencial, que no deja ver con claridad quién gobernará el país a partir del 10 de diciembre.

Claramente habrá temas que no podrán ser discutidos en el año electoral, y entre ellos destaca la despenalización del aborto. El nivel de conflictividad que generó el debate durante el año pasado llevó a todos los espacios a preferir evitar el tema este año electoral para no agregarle tensión al interior de los diferentes partidos, en momentos en los que están compitiendo en elecciones. Algo parecido pasaría con el debate del Nuevo Código Penal, que el oficialismo ya tiene redactado y que debería ser discutido en el Congreso para su aprobación final.

Hay otros temas que también tiene una suerte de veda en momentos electorales, como todo tipo de Reforma Electoral que pretenda modificar las reglas de juego (voto electrónico y lista única).

La dinámica legislativa estará condicionada por el contexto electoral y por la instancia de minoría del oficialismo en el Congreso. Estas dos condiciones hacen prever que solo prosperarán aquellos proyectos con un  sentido más electoralista (medidas para Pymes, beneficios impositivos, Régimen Penal Juvenil, etc.).

El riesgo con el que convivirá el oficialismo es que, por no tener total control de lo que se debata y se apruebe en el recinto, cada vez que quiera avanzar con la sanción de una ley, deberá mensurar el riesgo de facilitarle a la oposición un escenario propicio (el recinto) para hacer campaña contra el Gobierno o aprobar medidas que el oficialismo luego tenga que vetar.

La situación económica condiciona cada vez más la reelección

Los niveles de popularidad del Gobierno en el peor momento del ciclo

Sin dudas este comienzo de 2019 marcó para todo el ciclo de Cambiemos el peor momento en materia de opinión pública. A esta situación se llegó luego de un proceso de deterioro que comenzó en noviembre de 2017, luego del triunfo de Cambiemos en la elección de medio término, y que solo tuvo una ventana de recuperación entre octubre-diciembre del año pasado, luego de la Cumbre del G-20 y de un diciembre tranquilo y con estabilidad financiera. El peor derrumbe se registró en la Imagen de Gobierno, con una caída de 26 p.p. en la imagen positiva, que cayó a menos de la mitad del valor de noviembre 2017.

La imagen de Mauricio Macri tampoco estuvo indemne a la crisis económica de 2018 y al deterioro general que sufrió el Gobierno luego del triunfo en 2017. La imagen positiva del Presidente cayó 23 p.p. desde noviembre de 2017, lo que lo dejó con un diferencial negativo de imagen de -21,9%.

Pero el deterioro no solo estuvo asociado al Gobierno y a la imagen de los dirigentes del oficialismo, sino que también se deprimieron las expectativas, tanto sobre el futuro del país, como sobre el futuro personal. Respecto del país, los que ven con optimismo el futuro se redujeron 18,2 p.p. Por su parte, los que creen que su situación personal va a mejorar en el futuro, que ya eran menos del 40% en noviembre de 2017, cayeron 14,4 p.p. siendo hoy solamente 1 de cada 5 encuestados a nivel nacional.

En definitiva, no hay indicador que no esté, a menos de 6 meses de las Primarias y a menos de 9 meses de la Elección General, en el peor momento del ciclo de Cambiemos.

A pesar de la crisis, el voto al oficialismo resiste por encima del 30%

A pesar del deterioro sufrido por el oficialismo en materia de opinión pública y de la continuidad de un escenario de crisis económica que viene socavando la popularidad del Gobierno, no deja de sorprender que las tendencias electorales vienen mostrando cierta estabilidad, sobre todo por el lado de la intención de voto al oficialismo, que si bien pierde casi 5 puntos desde julio 2018, en los últimos 7 meses el voto al oficialismo no cayó más de 2%, un registro que se mantiene en el margen de error muestral.

Esta suerte de resistencia del voto oficialista puede ser explicada por dos motivos: 1) una identidad muy fuerte entre Cambiemos y su electorado que no se ve alterada por la situación económica; 2) la ausencia de un candidato/espacio alternativo para ese electorado. Muy probablemente concluyamos que es más lo segundo que lo primero lo que retiene a los votantes de Cambiemos, que cuando ven el escenario electoral, ven que aquello que más rechazan y que los identifica como un electorado homogéneo, la figura de CFK, aparece como la alternativa más competitiva y con chances de volver al poder. Mientras la amenaza de CFK permanezca en el escenario, muy probablemente el electorado de Cambiemos no se mueva de donde está, sobre todo si no aparece otra alternativa competitiva que ofrezca garantías a ese electorado de una mejor defensa contra Cristina Kirchner.

¿Hay alguien que pueda ser una amenaza en ese sentido para el oficialismo? Debería ser alguien que reúna dos condiciones: 1) que esté en condiciones de ganarle a CFK; y 2) que exprese con claridad una diferenciación de CFK para darle garantías al electorado de Cambiemos que cambiaran de vehículo para defenderse de un regreso del kirchenrismo al poder. ¿Hay alguien que reúna esas condiciones? Hasta la aparición de Lavagna no. Pero a Lavagna todavía le falta cumplir en pleno las dos condiciones.

Crece la presión en la CGT para anunciar el 5to paro nacional contra Macri

El reclamo “hagan algo” de un trabajador de la UOCRA a Mauricio Macri en un acto que realizaba el Presidente en la Ciudad de Buenos Aires, pareció no solo describir el drama que atraviesan los trabajadores por la situación económica, sino también la falta de canalización de esa demanda que se observa en una dirigencia sindical que ha venido conteniendo la conflictividad sindical más que promoviéndola.

Un ejemplo de ello se pudo ver esta semana, cuando la reunión del Consejo Directivo de la CGT, que iba a evaluar la situación económica y posibles medidas de fuerza, fue suspendida, logrando esquivar una vez más la presión para la convocatoria a un nuevo Paro Nacional.

El Gobierno no se ha quedado con los brazos cruzados y ha venido colaborando para contener los niveles de conflictividad sindical. En noviembre pasado logró desactivar una medida de fuerza de la CGT con el otorgamiento de un bono de $ 5.000 para todos los trabajadores del sector privado. Ahora, acaba de adelantar el aumento previsto para junio próximo en el Salario Mínimo Vital y Móvil a marzo, al tiempo que incrementó los montos correspondientes a la prestación por desempleo.

Lo paradójico es que el contexto electoral hace más difícil la convocatoria a un Paro Nacional para la dirigencia sindical que aún permanece en la conducción de la CGT. Y es que entre los sectores dialoguistas, prevalece la idea de que si se promueve una medida de fuerza, a ella se terminarán plegando los sectores más combativos que ya abiertamente actúan en apoyo de la candidatura de Cristina F. de Kirchner, y quienes buscarán capitalizar políticamente la protesta.

El Gobierno sabe que el desafío del sindicalismo para contener la conflictividad es complejo en un contexto económico delicado, y por ello seguirá privilegiando la relación con el sector más estratégico a la hora de definir la efectividad de una medida de fuerza: el sector del transporte. Para lograr ese objetivo, el Ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, compartió una cena días atrás con la cúpula de la CATT (Confederación Argentina de los Trabajadores del Transporte) donde recogió demandas específicas del sector, que se describen a continuación.

Demandas del Sector de Transporte:

  • Reclamo por el impacto de Ganancias en el Sector de trabajadores del Transporte.
  • Preocupación por una eventual Reforma Laboral a discutirse en el Congreso (el Ministro lo descartó).
  • Impacto de los tarifazos en el salario de los trabajadores del sector.
  • Rechazo a cambios que impulsa, Carolina Stanley, en Regímenes Diferenciales laborales del Sector.
  • Reclamos por la continuidad de inversiones ferroviarias.
  • La inseguridad que sufren los trabajadores del sector del Transporte Automotor.
  • Preocupación por el avance en la informalidad laboral en el sector (se citó el caso de UBER)
  • La preocupación por el aval del Gobierno a inscripciones gremiales funcionales a las empresas Aeronáuticas (gremios por empresa).

El timing de la recuperación: ¿recalculando el escenario electoral?

La ratificación en febrero de que la crisis económica sigue siendo corrosiva para el Gobierno en cuanto a indicadores de opinión pública, pese a la ventana de recuperación que se había abierto en noviembre-diciembre producto de la estabilidad financiera y el éxito del G-20, empieza a poner al límite de sus posibilidades a la competitividad del oficialismo. El daño se verifica en la mayoría de los indicadores más relevantes:

  • Imagen de Gobierno: la valoración del desempeño del Gobierno cae en febrero al nivel más bajo de todo el ciclo (25% de imagen positiva y 58% de imagen negativa)
  • Preocupaciones: en febrero se recalienta la preocupación por la inflación, que vuelve a superar el tercio de menciones. De esta forma, crecen las preocupaciones económicas.
  • Expectativas: siguen hundidas en el pesimismo y solo 1 de cada 4 encuestados cree que el país mejorará en un año, y solo 1 de cada 5 que su situación personal mejorará.
  • Imagen de Dirigentes: la imagen de Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Elisa Carrió, está en los niveles más bajos del ciclo. La imagen negativa de Macri superó por 1ra. vez el 50%.

Y si bien los niveles de apoyo electoral aún resisten por encima del 30% (30,8% en febrero), la prolongación de un escenario recesivo en materia económica podría poner bajo amenaza la voluntad de ese electorado, que podría terminar migrando a una opción alternativa.

¿Cómo podría reconfigurar el escenario electoral una prolongación de la crisis económica?

Si bien el escenario electoral se ha venido mostrando bastante estable (hace 7 meses que el oficialismo y el kirchnerismo sostienen niveles de apoyo electoral cercanos al tercio de los votos), la situación económica le está poniendo presión a las tendencias electorales.

La persistencia de una situación económica recesiva podría producir dos efectos inversos sobre el escenario: 1) debilitar los niveles de apoyo al oficialismo y 2) fortalecer los niveles de apoyo de Cristina Fernández de Kirchner, la principal rival opositora al Gobierno. Sin embargo, lo primero aún no se evidencia y lo segundo tampoco pareciera poder producirse, siendo que permanecen elevados los niveles de rechazo de a la figura de CFK (53% de imagen negativa).

Lo que sí es seguro es que los niveles de apoyo de CFK no parecieran estar siendo amenazados por ningún factor, y sí lo están siendo los apoyos del oficialismo por una persistente crisis económica que no muestra señales de recuperación. Y ello es importante para pensar escenarios alternativos.

Siendo que el escenario hoy más probable para la definición de la elección presidencial es una segunda vuelta entre Macri y Cristina. No obstante, su reconfiguración más probable, si la crisis económica persistiera, no sería mudarnos a un enfrentamiento entre Macri y un candidato moderado, sino a la confrontación en una segunda vuelta de dos dirigentes opositores. En este sentido, la evolución de la economía se transformará en una variable clave para la definición de la tendencia electoral:

  1. Si la recuperación llegara a tiempo, ello consolidaría un escenario de confrontación entre Macri y CFK, que podría ser más favorable para el Gobierno que para la ex Presidente;
  2. Si la recesión se prolonga, los apoyos al oficialismo podrían resentirse e ir a fortalecer otra alternativa que le permita a ese electorado defenderse de un eventual regreso de CFK al poder.

En un escenario polarizado, la economía golpea al oficialismo

  • El gobierno llega a su peor momento en materia de evaluación de gestión. La valoración del desempeño del gobierno registró en febrero un fuerte deterioro, con una caída de la valoración positiva a 25,6% (nivel más bajo de todo el ciclo), y un fuerte incremento de la valoración negativa que llega al 58% (valor más alto de todo el ciclo).
  • Luego de la recuperación de fin de 2018, las expectativas se deprimen y la inflación vuelve a preocupar. Tras la ventana de noviembre-diciembre, las expectativas sobre el futuro del país y de la situación personal de la gente se vuelven a deprimir y vuelve a crecer la preocupación por la inflación luego de tres meses de caída.
  • A pesar de la caída en su imagen, el gobierno mantiene los mismos niveles de apoyo electoral. En materia electoral, se observa una estabilidad sorprendente a lo largo de los últimos meses en cuanto a la distribución de los apoyos. Y en un contexto de caída de imagen y de expectativas, la intención de voto a cambiemos se mantiene por encima del 30%.
  • La imagen negativa de Macri supera el 50% e iguala los niveles de rechazo de Cristina Kirchner. La situación económica sigue afectando la imagen de los dirigentes del oficialismo. En este contexto, Macri registró por primera vez una imagen negativa mayor al 50%, lo que marca un nivel de rechazo similar al de CFK.
  • Roberto Lavagna, el dirigente con mejor imagen. En un contexto donde el promedio de diferencial de imagen de los principales dirigentes observados arroja -22%, Roberto Lavagna aparece como el mejor dirigente, con un diferencial de +9,9%, solo superado por Vidal en imagen positiva. No obstante, la gobernadora tiene un menor diferencial positivo.