En un escenario polarizado, Fernández busca ganar en primera vuelta y Cambiemos alcanzar un balotaje

1) Una polarización temprana redefine las perspectivas electorales. Los acuerdos celebrados entre los actores (los frentes electorales presentados) han provocado una mayor concentración de los votos en dos opciones, redefiniendo el escenario electoral que, dependiendo del resultado en las PASO, podría no resolverse en una segunda vuelta.

2) De una polarización centrífuga a una polarización centrípeta. Frente a las limitaciones de los polos (Macri y CFK) de polarizar el escenario de manera centrífuga para arrastrar lo que haya en el medio hacia los extremos, éstos decidieron moverse hacia el centro para ampliar sus espacios y moderar su oferta buscando seducir al votante moderado.

3) Una mayor polarización activa la posibilidad de un triunfo en primera vuelta. Al pasar a una dinámica más bipartidista (dos ofertas fuertes), la competencia acerca a los espacios más competitivos a juntar en torno al 40% de los votos, poniéndolos muy cerca  del umbral del 45% de los votos para ganar la elección en primera vuelta.

4) La PASO se ha vuelto una elección clave para la evolución de la dinámica electoral. En definitiva, la expectativa que haya antes de las PASO definirán la lectura del resultado de las Primarias y podrán condicionar el tránsito de la dinámica electoral hacia la Elección General, y así, la forma en la que la elección se resuelva: si será en si será en primera o en segunda vuelta.

5) En un escenario más polarizado, los resultados posibles se reducen a dos. Con la desarticulación del espacio de centro, y una mayor polarización del escenario electoral, los escenarios posibles se reducen a dos únicas opciones: la reelección de Macri o el triunfo de la fórmula Fernández-Kirchner.

Mejora la imagen del Gobierno, pero la fórmula AF-CFK se consolida en las PASO

Por segundo mes consecutivo se recupera la imagen del Gobierno

La valoración del desempeño del Gobierno de Mauricio Macri muestra una recuperación, registrándose en junio una valoración positiva de +3,2p.p. respecto del mes pasado, al tiempo que se observa una caída en la valoración negativa (-1,4p.p.) respecto de lo observado en junio. A pesar de esta recuperación, el diferencial en la imagen del Gobierno sigue siendo negativo, quedando en -23,2%.

Mejora la intención de voto oficialista, pero se consolida ventaja de AF-CFK

La intención de voto oficialista logró en junio una recuperación de casi 3 puntos, volviéndose a ubicar cerca del 35%, mientras que la intención de voto por una fuerza opositora disminuye casi 3p.p. De esta manera, el nivel de intención de voto al oficialismo viene mostrando mucha estabilidad a pesar del contexto económico, teniendo en junio un registro similar al que tenía en julio de 2018.

De cara a las PASO, y evaluando un escenario en donde el Peronismo no-kirchnerista eligiera a su candidato en una interna entre Lavagna, Massa y Urtubey, se observa a la fórmula A. Fernández/CFK con una intención de voto de 39,1%, seguido por Mauricio Macri con 33,6%. Lavagna continúa mostrando una intención de voto superior a la de Massa y Urtubey. Espert lograría superar los 3% y se ubicaría con una intención de voto similar a la del Gobernador de Salta. Los indecisos van disminuyendo lentamente, tendencia que se acentuará en la medida que se acerca el acto eleccionario.

Se plantearon tres escenarios en la Elección General. En todos los escenarios la fórmula kirchnerista resulta ganadora, pero con un piso de votos del 39,5%, mientras que Macri se mantiene en torno al  34,6%. La ecuación cambia en un escenario con Vidal, donde la Gobernadora mejora la performance, logrando un 41% de intención de voto.

La desarticulación del espacio de Alternativa Federal repercutió en su intención de voto, cayendo en 6.2 p.p. respecto de la medición del mes pasado. El ex ministro es el que mayor intención de voto tiene dentro de ese espacio frente a Sergio Massa y Urtubey, si bien es el que más cae en intención de voto de los tres. La falta de definición de Sergio Massa, sumado al anuncio de la fórmula Fernández-Kirchner (aportándole moderación al espacio) benefició la migración de votos hacia los dos polos del espectro.

La decisión de CFK no produjo cambios en la dinámica de la segunda vuelta

A pesar del cambio de fórmula que introdujo en la contienda la expresidenta, los números de intención de voto en un eventual balotaje entre A. Fernández y Mauricio Macri continúan en la misma línea. El empate técnico persiste, aunque en junio, y proyectando los indecisos, Macri se encuentra por encima con un 50,7% mientras que A. Fernández obtiene 49,3% (con proyección de indecisos).

En la evolución del registro de intención de voto en un eventual balotaje se refleja claramente la paridad que vemos desde marzo de este año. La nueva fórmula kirchnerista mantiene la misma intención de voto que acarreaba CFK sin compañero. El porcentaje de votantes sin decisión continúa disminuyendo, alcanzando este mes el 7,4%.

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De polarización centrífuga a centrípeta: a la captura del centro

Estando a pocos días de la finalización del plazo legal para la oficialización de las candidaturas (22/6), cuando se definirá finalmente la configuración que va a tener la oferta electoral, el escenario político registró un cambio radical en la dinámica centrífuga que venía teniendo la polarización Macri-CFK en las últimas semanas. Es posible que esta novedad cumpla un rol determinante para anticiparnos qué sucederá durante el proceso electoral. De repente, luego de buscarse mutuamente para antagonizar, acusando a los que estaban en el medio de ser parte de “lo otro”, ambos extremos cambiaron de postura y comenzaron a seducir a los del medio para desarticular la posibilidad de que surja un centro competitivo, que amenazara a cualquiera de los dos extremos, y también ampliar su competitividad frente al polo contrario.

El comienzo de este cambio fue cuando el Gobierno convocó a la oposición a firmar una serie de consensos básicos (los famosos diez puntos) para despejar incertidumbres respecto de eventuales cambios bruscos en la orientación de las políticas públicas. Más allá de las formas, en el fondo el Gobierno nunca buscó llegar a acuerdos con el polo contrario (el kirchnerismo), pero sí apuntó a generar consensos con los actores del peronismo no kirchnerista, es decir, aquellos que están posicionados en el centro del espectro político. De hecho, el Presidente Macri logró juntarse (y sacarse una foto) con tres de los principales referentes del peronismo no kirchnerista en la búsqueda por voluntad en el desarrollo de puntos de acuerdo: Miguel Ángel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti.

Este proceso centrípeto (alejarse de un extremo) de dejar de criticar al “centro” y de tratar de conquistarlo, también tuvo de parte del polo opuesto –el kirchnerismo-, movimientos que lo alimentaron. Por caso, la decisión de la ex Presidenta de relegar el lugar protagónico de la fórmula presidencial en favor de Alberto Fernández, fue una decisión política y no electoral, que tuvo como objetivo facilitar un proceso de ampliación del espacio político en construcción y lograr la incorporación de otros actores del peronismo (Gobernadores del PJ y Sergio Massa). A partir de este gesto de apertura, la ex presidenta aspira a que estos actores puedan justificar de mejor manera encolumnarse detrás de una oferta unificada del peronismo, en virtud de que ese espacio de unidad dejara de tener una conducción (la de CFK) cuestionada por los sectores moderados.

La consecuencia de estos movimientos en los extremos fue la desarticulación del proceso de formación de un centro político que, de volverse competitivo –lo hemos venido advirtiendo-, podría ser tan peligroso tanto para uno como para el otro de los extremos. En consecuencia, la gran novedad de los últimos días fue la pérdida de musculatura que sufrió el armado de una oferta electoral desde el centro del espectro político.

¿Hacia un formato más bipartidista de competencia electoral?

En este nuevo escenario de polarización centrípeta, los desafíos para uno y otro polo del espectro son diferentes. Sobre todo porque la decisión de la ex Presidenta de ceder protagonismo pero quedándose dentro de la fórmula, podría tener el efecto de consolidar lo que ya se tenía (35% de intención de voto según Synopsis Mayo) y favorecer un crecimiento que podría acercar a ese binomio al 40%: primera condición para ganar en octubre (sacar 40% y 10 p.p. de diferencia al segundo lugar).

Pero la PASO es una elección que no asigna cargos ni define ganadores, sino que le proporciona a los electores toda la información necesaria para poder asignarle a su voto un sentido estratégico (voto útil). Si el oficialismo quedara lejos de la fórmula Fernández-CFK, pero al mismo tiempo le saca una buena diferencia al tercero, los votantes de esas fuerzas que siguen teniendo un sentimiento de rechazo hacia un eventual regreso de Cristina Kirchner al poder, podrían redirigir su voto al oficialismo para evitar un triunfo en primera vuelta, acortando la diferencia de las Primarias.

En definitiva, este cambio en la dinámica del escenario (de una dinámica centrifuga a una centrípeta) bien podría estar consolidando un formato de competencia más bipartidista, donde se consoliden aún más los dos espacios más competitivos, pudiendo generar esto un escenario electoral de “tres balotajes”: uno en agosto, otro en octubre y el definitivo en noviembre.

Los sindicatos mueven sus fichas

Si el peronismo se une, el sindicalismo de la CGT podría unírsele detrás

El universo de la dirigencia sindical se encuentra, como lo está todo el arco político, atento y siguiendo en detalle los acontecimientos que se suceden en el escenario político. Y, como la mayoría de los dirigentes políticos, recibieron con sorpresa la decisión de la ex Presidenta de promover una fórmula con Alberto Fernández al frente de la boleta y con ella como candidata a Vice. Esto tuvo en principio una buena recepción entre los gobernadores del peronismo.

Así como muchos gobernadores del peronismo reaccionaron positivamente a la decisión, también lo hicieron los principales dirigentes sindicales, que interpretaron el gesto como una señal de flexibilidad por parte de la ex Presidenta para lograr una unidad más amplia dentro del peronismo.

El beneplácito con el que fue recibido el gesto bien pudiera ser un termómetro que permita anticipar que, de efectivamente producirse esa unidad en el peronismo, la misma se pueda ver reflejada entre los dirigentes sindicales hoy divididos y enfrentados por diferentes posicionamientos políticos.

Ahora el gobierno busca ajustar la pauta salarial al 28%, garantizando revisiones

Con el dato de inflación de abril, que fue inferior al estimado por buena parte del mercado, muchos de los grandes gremios se encuentran cerrando sus paritarias. La mayoría continúa reclamando acuerdos cortos, con actualizaciones y/o revisiones mensuales en algunos casos (Bancarios) o trimestrales, aunque las cámaras empresarias se han alineado en contra de dicha modalidad. Por su parte, el Gobierno empezó a trabajar una pauta del 28% para los acuerdos, prometiendo revisiones futuras.

Entre los que ya cerraron con esa nueva pauta orientativa, se encuentran hoteleros y gastronómicos (28% en tres tramos) y UOM (acordó un 28% más un extra del 8% por el 2018). Por su parte los empleados de Comercio buscan alcanzar el 30%, pero este nuevo “tope de negociación” impuesto por el Gobierno en algún punto está trabando la negociación.

Contando escaños

A comienzos de año realizábamos un ejercicio de pensar qué características tendría la renovación legislativa para Cambiemos, en un escenario donde aún sosteníamos que, a pesar de la crisis, la reelección de Mauricio Macri era el escenario más probable. Cinco meses más tarde, de la mano de la caída en las encuestas, dejamos de sostener que la reelección de Macri es lo más probable, para sostener que la situación pasó a estar más disputada. Por este cambio, aquella perspectiva de renovación se ha vuelto más pesimista, no solo por la evolución de la intención de voto a Cambiemos en las encuestas, sino también por la sucesión de resultados negativos del oficialismo en las provincias.

Con la probabilidad de re-elección de Cambiemos mucho más discutida de lo que estaba a comienzos de año, una simulación de cómo le podría ir al oficialismo en materia de renovación legislativa, nos muestra un escenario optimista que hoy solo le estaría garantizando conservar los recursos actuales en la Cámara de Diputados (tendría 110 bancas contra las 108 actuales).

En una proyección más pesimista, teniendo en cuenta la evolución de las encuestas y los antecedentes que están dejando las elecciones provinciales, el oficialismo podría caer por debajo de las 100 bancas en su representación en la Cámara Baja.

Por el lado del Senado, la situación sigue siendo más favorable para Cambiemos, aunque el deterioro del Gobierno en materia de intención de voto le viene acotando la posibilidad de fortalecerse en la Cámara Alta. Al proyectar un escenario pesimista (el oficialismo renueva apenas 7 de los 24 Senadores con los que cuenta) visualizamos un escenario donde Cambiemos conserva su poder actual logrando solo 7 Senadores.

En el escenario optimista, el oficialismo lograría sumar 13 Senadores en esta elección y trepar a un bloque de 30 Senadores, aún lejos del quórum propio.

La situación en el Senado sigue siendo más favorable que en Diputados porque en la Cámara Alta el Gobierno solo renueva 7 de los 24 Senadores en juego, con lo que en algunas provincias, solo con competir y salir segundo, obtiene una banca adicional y gana terreno en el recinto.

En definitiva, si el Gobierno logra obtener un buen resultado en la Primaria y la competencia se polariza hacia le elección general, el oficialismo podría aspirar a tener un resultado optimista de cara a la renovación.

Pero si la Primaria lo muestra por debajo de las expectativas y el peronismo alternativo logra mostrarse cerca del oficialismo para aspirar a desplazarlo de una eventual segunda vuelta, el resultado en la General podría ser el pesimista y Cambiemos retrocedería en el Congreso.

A la espera de las candidaturas

En mayo se registra una leve recuperación en la imagen de gobierno

Luego de cuatro meses de caída en la valoración del desempeño del Gobierno de Mauricio Macri, en mayo se registra una recuperación de la valoración positiva (+2,3p.p.) respecto del mes pasado, al tiempo que se observa una caída en la valoración negativa (-4,8p.p.).

Cae preocupación por inflación, pero crece preocupación por desempleo

Se registra una caída en la preocupación por la Inflación (-3,9 p.p.), luego del pico de 44,6% registrando en abril. Al mismo tiempo, y por segundo mes consecutivo, se registra un incremento en la preocupación por el desempleo (+3,0 p.p.).

Macri y CFK siguen siendo los más competitivos de cara a la Primaria, y Lavagna ganaría en el peronismo no K

De cara a una Primaria, los candidatos con mejor intención de voto siguen siendo Cristina Kirchner (35,3%) y Mauricio Macri (30,8%). Entre los Peronistas no K, Lavagna (13,1%) le saca ventaja a Massa (5,7%) y Urtubey (2,0%).

Escenarios de segunda vuelta: Vidal sigue siendo más competitiva que Macri para enfrentar a CFK

Mientras que el Presidente obtiene un 46,6% frente a un 45,7% de la ex Presidenta (diferencia de +0,9), María Eugenia Vidal registra un 50,4% frente a un 45,9% de CFK (+4,5), mejorando la competitividad por casi 4 puntos.

Respecto de febrero, cae la imagen de los oficialistas salvo de Vidal

A pesar de la recuperación de mayo, respecto de febrero, la situación económica sigue siendo perjudicial para figuras del oficialismo (Macri ya registra una imagen negativa de 57,5%), salvo para María Eugenia Vidal, que se mantiene y sigue siendo la dirigente con mejor imagen del país.

La consolidación electoral de CFK redefine el escenario político

Durante el 2018 sosteníamos, en medio de un contexto económico muy incierto y desfavorable para el Gobierno, que: 1) el escenario electoral más probable era que la elección presidencial se resolviera en una segunda vuelta; 2) que el Gobierno venía sosteniendo niveles de apoyo electoral que le permitían acceder a esa segunda vuelta; y 3) si la rival era Cristina Kirchner, la re-elección de Cambiemos era lo más probable.

En ese escenario de confrontación con CFK, el Gobierno maximizaba sus posibilidades de reelección. Pero la erosión que la crisis económica produjo en la popularidad y competitividad del Gobierno cambió el escenario, consolidando la competitividad de CFK y poniendo en duda la competitividad de Macri. Hoy sostenemos que: 1) la elección muy probablemente se resuelva en una 2da vuelta; 2) CFK consolidó un nivel de apoyo que le asegura su presencia en esa segunda vuelta; y 3) que la duda en el escenario pasó a ser quién será su rival: Macri, Vidal o Lavagna.

El rival de Cristina se definirá en virtud de la evolución del escenario económico, que es en definitiva la variable decisiva que está moldeando el escenario político-electoral.

MACRI: Si el Gobierno logra estabilizar la situación cambiaria y puede empezar a mostrar un sendero de desinflación, posiblemente Macri logre conservar el nivel de apoyo que hoy ostenta (28,8% de intención de voto en elección general) y ello le permitirá ser el rival de CFK en el balotaje.

VIDAL: Si la situación económica se sigue deteriorando y en el momento de tomar la decisión de las candidaturas (22 de junio), el Presidente está decididamente en terreno negativo frente a Cristina, pudiera haber mucha presión de los socios de Macri para que la candidata sea Vidal.

LAVAGNA: Si una inflación persistente y un dólar volátil no logran ser domados por el Gobierno, podría haber alguna migración de votantes de Cambiemos hacia otra opción que los defienda mejor de Cristina Kirchner, y en ese escenario la candidatura de Lavagna podría volverse atractiva.

En definitiva, la situación económica irá definiendo cuál de las tres opciones será la más atractiva y más competitiva para los votantes anti-kirchneristas para enfrentar a una Cristina Kirchner que, de confirmar su candidatura, muy probablemente esté en una segunda vuelta.

Si Macri no garantiza triunfo ante CFK, el voto anti-K podría migrar

La novedad de este 2019 (que la probabilidad de que Cristina Kirchner le gane una segunda vuelta a Mauricio Macri dejó de ser cero) abre la posibilidad a que el escenario cambie de fisonomía, ya sea en lo nominal (cambios de candidaturas) o en lo estructural (cambios en los niveles de apoyo entre las ofertas electorales). Esto debido a que los dos principales candidatos tienen altos niveles de rechazo: un 49% no quiere que gane Macri y un 43,8% no quiere que gane CFK (Synopsis, Abril 2019).

Si se le pregunta a ese 92,8% de electores si están dispuestos a cambiar su voto si su candidato NO le garantiza una derrota de aquél candidato que no quiere que gane, un 18,9% dice que sí y un 33,9% lo pensaría en función de a quién tenga que votar. Con esta alta predisposición al voto estratégico, si Macri no garantiza un triunfo frente a CFK, posiblemente podría provocar una migración de sus votantes a una mejor opción para evitar que gane CFK. Allí es donde Lavagna aparece como una alternativa amenazante para la debilidad de Macri frente a CFK. Por ahora, el 87,8% de los votantes de Macri creen que él es la mejor opción para ganarle a CFK, pero un 49,7% muestra alguna predisposición a cambiar su voto si el actual presidente no les garantiza un triunfo frente a la ex presidenta.

Cambiemos tiene una alternativa, antes de que sus votantes piensen en otra opción (Lavagna), que es cambiar el candidato por uno más competitivo para frenar a CFK. Pero sería una decisión que ofrece muchas complejidades en su implementación y claramente se tomará en un contexto de emergencia. Aun así, se trata de una rueda de auxilio que tiene el oficialismo antes de que se produzca una eventual migración de sus apoyos.

La situación económica pone en duda un triunfo de Macri frente a CFK

El Gobierno tuvo desde siempre una certeza: de todos los rivales posibles, Cristina Kirchner era la mejor adversaria para confrontar porque es la que tiene los mayores niveles de rechazo, incluso entre votantes opositores. Ese norte electoral nunca se puso en duda, ni siquiera hoy en este contexto económico tan desfavorable. Pero algo cambió en las últimas semanas, y es que el escenario de segunda vuelta con Cristina dejó de ser terreno de triunfo asegurado (según Synopsis Abril 2019, CFK le sacaría 1,8% de ventaja en una segunda vuelta).

¿Esto pone en duda la estrategia de confrontación con CFK?

No, porque en cualquier otro escenario el Gobierno hace tiempo que camina en terreno aún más negativo. Pero lo que sí produce es que se ponga en duda quién está mejor parado por parte del oficialismo para enfrentar con mejor resultado electoral a CFK (si Macri o Vidal)

La profundización de la crisis económica (mayor volatilidad cambiaria, más inflación, más recesión, etc.) ha sido la causa del debilitamiento electoral del Gobierno, no tanto porque le esté erosionando su base de apoyo (entre agosto de 2018, cuando Cambiemos registraba un 32,8% de intención de voto, y abril de 2019, cuando registró un 29,8% de intención de voto, el Gobierno perdió solo 3% de apoyo electoral), sino porque le está complicando la tarea para convencer al 20% de votos adicionales que tendrá que conseguir en una segunda vuelta para ganar la elección.

La crisis económica está produciendo un incremento en los niveles de enojo con el Gobierno, y es precisamente ese sentimiento el que ablanda el enojo con la archirrival del Gobierno, Cristina Kirchner. No es más que la aplicación del viejo proverbio que reza que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. De tal modo, cuando se pregunta por el reverso, es decir, quien NO quiere que gane la elección, en abril de 2019 un 49% señaló a Mauricio Macri y un 43,8% a Cristina Kirchner. El enojo del electorado con Macri es la mejor forma de ablandar la resistencia de la gente con Cristina.

Cristina la mejor rival, pero ¿quién es el mejor contendiente de Cambiemos?

Como sosteníamos al comienzo, la novedad de que Cristina Kirchner puede ganarle una segunda vuelta a Mauricio Macri, no obliga al Gobierno a cambiar de estrategia, a pesar de que esta tiene externalidades negativas por la incertidumbre económica que genera, pero sí le abre el interrogante respecto de quién está mejor parado dentro de Cambiemos para enfrentar con mejor resultado a CFK: ¿Macri o Vidal? La duda tiene razón de ser en que María Eugenia Vidal no solo tiene mejor consideración pública (más imagen positiva y menos imagen negativa que el Presidente), sino que, según los últimos registros relevados, mejora la competitividad de Cambiemos entre 4 y 5 puntos en una confrontación de segunda vuelta frente a CFK (Marzo 2019, Synopsis).

Si bien Vidal se transforma así en un activo para Macri (hay alguien que mejora la performance de Cambiemos frente a CFK), es también un pasivo, porque de la mano de cierta certeza publica de que Vidal es mejor candidata que el Presidente, la situación empieza a obligar al Macri a declinar su candidatura a favor de una mejor candidata o a recibir la desaprobación de su propio electorado si decide no hacerlo, por perjudicar las chances de que el oficialismo gane la elección.

La decisión que tome el oficialismo estará obviamente sujeta al impacto que siga produciendo la situación económica sobre las posibilidades de Macri de aquí al momento de tener que oficializar las candidaturas el 22 de junio próximo. Y no es menor el desafío, porque de parte del electorado que no desea que CFK triunfe, hay una alta predisposición a cambiar su voto para optar por la mejor opción para frenar a CFK. De modo que si Macri decide tomar la decisión de ir a confrontar con la ex presidenta con algún riesgo de derrota, esa amenaza bien podría producir una migración de votos oficialistas a alguna alternativa (¿Lavagna?) que lo defienda mejor de la principal amenaza que identifica ese electorado: que el kirchnerismo regrese al poder.

El resultado de la elección presidencial reordenará el escenario sindical

La falta de liderazgo, la fragmentación del poder sindical, la falta de autoridad en la conducción de la CGT, las dificultades para coordinar acciones conjuntas, y muchos otros aspectos que caracterizan hoy al universo sindical podrían modificarse en función del resultado electoral de la elección presidencial. Así como el poder ordena, la falta de un poder político ordenador del mundo sindical, es la principal causa de este escenario de fragmentación gremial inédito en la historia política reciente.

Si asistiéramos a una elección que como resultado produjera una aún hoy probable re-elección de Mauricio Macri, posiblemente veamos un escenario bastante parecido al que observamos hoy. Difícilmente un nuevo mandato de Macri logre naturalmente reconstruir la relación con el sector más combativo. Si bien posiblemente veamos un intento de Macri de reconstruir su relación con Hugo Moyano, la probabilidad de que ello ocurra dependerá de que la situación económica mejore.

La situación sería diferente si se produjera un triunfo de Cristina Kirchner y su retorno al poder luego de 4 años. En este caso, sí podría haber incentivo para una reunificación, que decididamente se daría bajo la dominancia de los Moyano. La decisión de Hugo Moyano de apuntalar tempranamente la candidatura de la ex presidenta le daría autoridad no solo de promover la unidad de la CGT, sino también para reclamar el liderazgo. El resto de los gremios hoy dialoguistas seguirían manifestando su predisposición al diálogo, pero esta vez, bajo la dominancia de los Moyano. También habría que incluir a buena parte de la CTA en este marco de apoyo y diálogo a un Gobierno de CFK, debido a su histórica pertenencia al espacio kirchnerista. Posiblemente queden más distantes y con dificultad para reposicionarse aquellos gremios que conformaron la pequeña base de apoyo sindical del macrismo con el gremio de UATRE a la cabeza.

En el caso de una eventual presidencia de Roberto Lavagna, el escenario sería sutilmente diferente. También proyectamos un proceso de reunificación en la CGT, pero con un liderazgo más equilibrado entre los Gordos (gremios de servicios) y los Independientes y el lugar que le deparen a los Moyano en esa CGT reunificada. En este marco, posiblemente se pueda incluir a los gremios en otrora macristas, que buscarían reposicionarse. Pero decididamente no vemos un diálogo fluido y de apoyo con los gremios de la CTA ni con los movimientos sociales.

En definitiva, el nivel de fragmentación del escenario sindical en parte obedece a la falta de claridad respecto de cuál será el futuro político inmediato del país. Mientras cada sector especula, nadie trabaja para la unidad del presente, sino que todos apuestan para liderar la unidad futura.

El lado legislativo de la elección 2019: cómo se construirán mayorías en 2020

Las dificultades que estamos observando en el Congreso para sancionar leyes, obedecen a la combinación de dos factores: 1) la parálisis que habitualmente se registra en años electorales y 2) la situación de empate político al no haber una fuerza política en condiciones de sancionar leyes sin acuerdo con otros espacios. Cabe preguntarse entonces: ¿qué perspectivas se pueden visualizar de cara al funcionamiento que pudiera tener el Congreso el año próximo?

Tomando como referencia los datos relevados por Synopsis en sus mediciones electorales a nivel nacional, y mirando en perspectiva los antecedentes inmediatos en elecciones legislativas recientes, es posible proyectar (con algún margen de error en la estimación +/-10), un pronóstico de qué cantidad de bancas podrían renovar los 3 espacios más representativos de la arena legislativa en el Congreso.

En tal sentido, en el ámbito de la Cámara de Diputados, de conservarse los niveles de intención de voto registrados hasta aquí, y dependiendo de algunos rendimientos provinciales, estamos proyectando que tanto el oficialismo como el espacio que conforman el kirchnerismo y buena parte del peronismo, podrían conservar o apenas mejorar la disponibilidad de bancas, pero de ninguna manera pueden aspirar a controlar el Congreso. De modo que, de ocurrir un triunfo de Macri o un triunfo de Cristina Kirchner (si fuera candidata), en ambos casos dependerán de lograr alianzas con el espacio del peronismo alternativo.

En virtud de ello, hoy es más probable prever que cualquiera de las versiones del peronismo que pudiera alzarse con el triunfo en estas elecciones (sea CFK o Lavagna, por mencionar a un candidato del peronismo alternativo), tendrá una tarea más sencilla para lograr acuerdos que le permitan confeccionar una mayoría que le de control de la Cámara de Diputados. En el caso de CFK, encolumnando a gran parte del peronismo si volviera al poder, y en el caso de Lavagna –un escenario aún hoy de baja probabilidad-, logrando incorporar a alguna parte los legisladores del radicalismo que pudieran alimentar un bloque mayoritario de un oficialismo lavagnista, que de darse, seguramente sería con la participación del radicalismo hoy disidente del Gobierno de Cambiemos. En el caso de que Mauricio Macri re-elija, deberá sentarse a negociar como ha negociado a lo largo de todo este primer mandato.

Por el lado del Senado, el panorama es bastante similar. Es difícil proyectar que el oficialismo logre una renovación que le permita tomar el control de la Cámara Alta, por lo que deberá seguir negociando con algún sector de la oposición la sanción de leyes. Aunque en Senadores el escenario para el Gobierno es sutilmente diferentes, ya que al acercarse al quórum de 37 Senadores, podría estar necesitando menos votos para poder tomar decisiones de los que hoy necesita.

En todo caso, en la Cámara Alta, el peronismo también estaría en mejores condiciones de conformar un bloque mayoritario que el actual oficialismo, con dinámicas parecidas a las de la Cámara Baja. Una CFK presidenta podría encolumnar a gran parte de los Senadores del peronismo en un bloque que podría llegar al quórum propio; mientras que un Lavagna presidente también podría lograr que confluyan Senadores del peronismo del interior (hoy Peronismo Federal) con algunos senadores del radicalismo, si su alianza de Gobierno contiene a parte de la UCR.

La dinámica legislativa seguramente tendrá dos tiempos: 1) el de traducción de votos en escaño, que es el que intentamos anticipar en este artículo; y 2) el de realineamientos en función de la nueva realidad política, es decir, en virtud de quién detente el poder. De modo que habrá que seguir la dinámica electoral para poder anticipar la dinámica legislativa que habrá en el escenario a partir de 2020.